-Recuérdamelo. –advertí.
-Que sí.
-No enserio, recuérdamelo. Haz una nota mental. –ambas carcajeamos-. Nunca más debemos ir a ese restaurante. Nunca, más. –volvimos a reír.
Pasamos gran parte del día en las afueras de Los Ángeles, era martes, así tampoco teníamos mucho que hacer. No habíamos estada nunca por esa parte, así que decidimos ir a pasar allí el día y a ver como era toda aquella zona. Era una zona bonita, con bastantes calles y algunas que otras tiendas, pero sobre todo tenía muchos sitios para comer.
-Es que hay que tener mala suerte eh. Con todos los lugares que había para comer y nos toca el peor. –reímos de nuevo.
-De verdad. –dijo Sara mientras reía.
-La comida estaba fría. –hice una mueca de asco.
-Y la carne cruda. –mi amiga correspondió mi mueca y empezamos a reír de nuevo. Lo estábamos tomando con humor.
-Bueno, miremos el lado bueno, el camarero era guapo. –nos miramos unos segundos fijamente y comenzamos a reírnos.
-¿Pero que dices? ¡Era feo, Mel! –dijo Sara, descojonandose.
-No tanto, por dios.
-No, que va. –no paraba de reírse.
-Anda, abre la puerta. –dije, abrió la puerta de casa y ambas entramos.
Dejamos los bolsos colgados en el perchero y fuimos las dos a la cocina. Yo cogí un vaso con agua y Sara abrió un paquete de galletas.
-Voy a ducharme. –informé.
Sara asintió y yo me metí en el baño.
Me deshice de mi ropa y me metí en la ducha. El agua cayendo sobre mi cuerpo consiguió relajarme y liberar el estrés del día y el cansancio de caminar tanto.
No sé si lo hice queriendo, o involuntariamente, pero mi mente se concentró en Justin.
Me sentía tan extraña, tan llena de dudas. Confusa. Sus ultimas palabras: "Melissa... lo que siento por ti no ha cambiado." Sus ojos decían tanto, que con solo mirarme mi corazón latía tan fuerte que asustaba.
A veces olvidaba por que no estaba con él, por que todo había acabado y, simplemente, me daba pena la situación, me daba pena no poder estar con él. Mas luego recordaba todo, recordaba por que ahora estábamos así, recordaba todo intentando buscar un alivio o una justificación, y lo único que encontraba era más dolor al recordar lo que me hizo.
Él destruyó lo que teníamos.
Simplemente tenía que dejar de ser tan dramática y llevar esta situación con más dureza. Hablar y dejar todo claro. Estaba harta de llorar y pasarlo mal. Ya había pasado bastante. Ahora todo comenzaba a ir bien, tenía un novio perfecto y las cosas comenzaban a estar en su sitio. Él no iba a revolucionarlo todo de nuevo. Creo...
Total, me pregunté a mi misma: Hiciera lo que Justin hiciera, ¿Iba a volver con él? ¿Le iba a perdonar?
No.
Tal vez estaba hablando antes de tiempo, pero tenía las cosas muy claras.
Narra Justin.
Me puse mis pantalones caídos negros, unas supras grises y una camiseta de manga corta blanca. Peiné mi pelo perfectamente hacia arriba.
Bajé al salón y cogí las llaves del coche y mi móvil.
-Ey, ¿Donde vas? –dijo Khalil.
-A hablar con Melissa. –salí disparado, dejandole con la palabra en la boca.
Arranqué el coche y conduje hacía el centro de Los Ángeles. Llegué en menos de quince minutos y aparqué.
Me dirigí a la puerta del portal y estaba abierta. Subí hasta el piso de Melissa y, decidido, toqué a la puerta.
Escuché un "Yo abro" que venía de Sara, y segundo después la puerta se abrió.
Sus ojos se abrieron al verme allí, con sorpresa.
-Hola. –saludé.
-Ey, Justin. ¿Como estas? –dijo ella, sonriendo algo incomoda.
-Podría estar mejor. ¿Y tú? –pregunté.
-Bastante bien. –hizo una mueca.
Era algo incomodo hablar con ella después de lo que había pasado entre Melissa y yo, pues ella era su amiga y seguramente la apoyaba a ella. Pero eso no quería decir que nosotros nos lleváramos mal.
-Yo... he venido por que quiero hablar con ella.
Sara suspiró.
-Justin, no creo que sea adecuado.
-Necesito hablar con ella, Sara.
-Pero, es que, de verdad yo creo que mejor...
-Por favor. –la corté.
Ella asintió.
-No saldrá si sabe que estas aquí, le diré que baje a tirar la basura, espera en el portal. –dijo.
Asentí y le di un pequeño abrazo que me hizo sentir mejor. Por un momento pareció que habíamos retrocedido los meses y que Sara me ayudaba de nuevo a darle las sorpresas a Melissa. La diferencia es que esta vez no creo que fuera una bonita sorpresa para ella.
Bajé las escaleras de dos en dos y me apoyé en la pared del portal.
No sabía muy bien que iba a decirle. Tampoco podía decirle toda la verdad sobre lo que paso, pues eso sería peor y la decepcionaría aún más. Solo podría hablarle de lo sentía hacia ella, decirle la verdad de mis sentimientos, decirle que la necesito...
Intentarlo como fuese, volver a ser el de antes, el que era cuando estaba junto a ella.
Iba a conseguirla de nuevo costase lo que costase.
Logré escuchar los últimos pasos en las escaleras y la vi plantada en el ultimo escalón, mirándome con sorpresa y confusión. De su mano colgaba –como había dicho Sara– una bolsa de basura. Llevaba una camiseta blanca y de tirantes, junto con unos shorts de chándal grises que dejaban ver sus suaves piernas.
-Hola... –dije, rascando mi nuca.
-Ey. –dijo, cortante e incomoda.
Pasó por delante de mí, salio a la puerta, tiró la basura en el cubo que había justo al lado y entró de nuevo decidida para irse, sin ni siquiera mirarme.
Agarré su brazo.
-Necesitamos hablar.
-Ahora no. –ella bajó el escalón.
-¿Por que?
-Por que... estoy en pijama.
Que mala excusa.
Solté un pequeña risa sarcástica. Esta situación me resultaba irónica.
-Rubia, te he visto mil veces sin –recalqué la palabra–, pijama –ella me fulminó.
-Hm, de eso si que te acuerdas... –susurró para si misma, con rencor, agachando la cabeza.
No me gustaba lo que estaba insinuando.
-Me acuerdo de eso, y de muchas cosas más. –hablé lenta y suavemente-. Me acuerdo de tus sonrisas continuamente, me acuerdo del tacto de tu piel acariciando mi nuca hasta alborotar mi pelo. Me acuerdo de tus besos... –bajé el tono de voz, con tristeza y agaché la mirada-. Me he acordado todas las noches de todos y cada uno de tus besos. –levanté la mirada y observé sus ojos brillar. Los míos también lo hacían-. No has salido de mí cabeza ni un solo minuto.
Nos separaba una distancia de unos dos metros. De su ojos derecho resbaló una lagrima. Mi corazón dio un vuelco. Ella estaba ahí, con su pijama, sus calcetines largos y un moño desordenado. Y otra vez llorando por mí. Me sentía fatal.
Limpió su lagrima y se giró rápidamente subiendo el escalón. Corrí hasta agarrar su brazo. La giré y su cuerpo chocó contra mi pecho.
-Justin... Por favor, suéltame... –susurró mirándome a los ojos con la poca distancia que nos separaba. Su voz era nerviosa.
-No quiero soltarte, no quiero que te vayas. Quiero que estés conmigo. –susurré, suplicándole.
-Pero es que llegas tarde. Siempre llegas tarde. –eso me confundió-. Te fuiste, me dejaste sola, prometiste que no nos pasaría nada, que todo sería como antes cuando regresaras... Dime, ¿Que ves tú de igual ahora? ¡Nada! Todo ha cambiado... Tú... tú te fuiste y todo cambió. –apoyó sus manos en mi pecho y se separó de mí. Dejando distancia entre nosotros.
-Podemos hacer que sea igual, haré lo que sea por que todo vuelva a ser igual Melissa.
-Pero es que nunca va a ser igual. ¿Es que no lo entiendes? –alzó la voz-. ¡Te fuiste! ¡Estuviste con otra chica que no era yo! ¡Me engañaste Justin! Me estuviste mintiendo siempre... No puedes volver ahora como si nada.
Sacó el tema al que yo le temía. La chica de aquella noche la cual ni recuerdo. Ahí la cagué como nunca.
-Yo... sé que esa chica... yo, ni siquiera mi acuerdo, ella no significó nada, Melissa.
Apretó su mandíbula.
-No puedes venir ahora y decirme eso. Me da igual lo que significó para ti. El caso es lo que me hiciste a mí. Te di igual. Siempre te he dado igual... –sus ojos volvieron a inundarse-. ¿Sabes las veces que me he preguntado lo que realmente sentías por mí? ¿Sabes lo que me he respondido? Nada, tú nunca has sentido nada. –espetó, con dolor.
-Pues estas equivocada. Sé que me equivoqué y me porté como un gilipollas con lo de aquella chica. Pero jamas te he mentido con respecto a lo que sentía por ti, nunca. -dije firme.
Ella sopló con disgusto y negó con la cabeza.
-No te creo.
Lamí mi labio y di un paso hacía ella.
-¿Por qué?
Su cara era dura y rígida, pero seguía igual de guapa que siempre.
-Por que no. No te quiero creer. Quiero que me dejes en paz.
No podía seguir intentando que me perdonase así. Recordandole todo lo malo que hice y que pasó. Ya le había pedido perdón, ya me había explicado un poco, ahora era hora de actuar.
Si ella pensaba que la iba a dejar escapar, estaba muy equivocada.
-Bien. –respondí. Di un paso hacía ella.
-¿Bien? –ella preguntó con una mueca extraña.
-Sí, bien. –metí uno de los mechones que caían de su pelo por detrás de su oreja y susurré-. Por que no me pienso rendir. No te voy a dejar ir, hasta que vuelvas a ser mía, rubia.
Contuvo el aire en sus pulmones y su boca estaba entreabierta levemente a causa del nerviosismo. Y joder, adoraba como nunca ponerla igual de nerviosa que siempre.
Deseaba besarla, pero no era adecuado.
-Espero que duermas bien. –rocé su mejilla con la mía-. Buenas noches.
Tragó saliva y me miró a los ojos, fijos con los suyos. Nos mantuvimos así varios segundos.
-Buenas noches. –dijo ella finalmente. Se dio la vuelta y subió las escaleras.
Respiré profundamente y salí del portal subiendo a mi coche.
Narra Melissa.
Entré en casa y Sara me miraba esperando que hablará.
-¿Sabías que estaba ahí abajo, verdad? –pregunté. Ella asintió.
No estaba enfadada, todo lo contrario.
Caminé hacía mi cuarto y me senté en la cama.
-¿No me vas a contar que ha pasado?
Cogí aire.
-No sé que me pasa con él. No sé por que me siento así... no sé por que le quiero tanto. –musité.
-Le quieres como el te quiere a ti, Mel. –la miré.
-Él... él, no sé que pensar ya... No quiero quererle, pero le quiero.
-Lo sé...
-Pero no puede ser. No puedo perdonarle, simplemente no puedo...
Sara hizo una mueca y yo recordé a Carter. Él ahora mi novio.
-¿Que te ha dicho?
-Que no piensa rendirse. –ella sonrió.
-Eso es muy bonito...
-Todas las palabras son bonitas Sara, pero palabras son.
Ella asintió dándome la razón.
-Supongo que cuanto menos lo vea mejor... Yo estoy con Carter. –dije más que nada para concienciarme a mí.
-¿Cuanto menos lo veas? –ella hizo un gesto irónico-. El sábado hemos quedado todos para ir al parque de atracciones. Incluidos tú –recalcó-, y Justin. –volvió a recalcar-. No es por ser anticipada, pero, ahora que ha vuelto, lo menos que vas a hacer es no verlo.
Me puse nerviosa nada más de pensarlo. Y lo malo de todo esto, es que la idea no me había disgustado. Sino, todo lo contrario.
Sara salió de mi habitación minutos después y yo me metí en la cama.
No quería pensar en nada. No quería torturarme la cabeza, solo necesitaba descansar. Y que pasará lo que tuviera que pasar.
Inevitablemente recordé cuando dijo que se había acordado de todos nuestros besos, y me dormí, recordando todos nuestros besos.
Todos y cada uno de nuestros besos...
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¡¡¡Hola chicas!!! Bueno aquí tenéis la pequeña maratón, no es muuucho, pero no me ha dado tiempo a más. Espero que os haya gustado y espero vuestro comentario.
No quiero ser pesada ni nada de eso... Pero me gustaría que dierais más vuestra opinión jo, me gusta saber lo que pensáis y aunque creáis que no, a todas las que escribimos nos ayuda mucho vuestro apoyo con un voto o comentario.
El capítulo esta dedicado a AldanaJB. Eres un cielo y me encantan tus comentarios, muchas gracias por ellos y por leer. ily ♥
Muchas gracias por leer.
Love you. ♥