Atracción Irresistible © | EN...

By LuisianaVons

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"Todo comenzó con una mirada de esos irresistibles ojos azules" Kathleen Taylor necesita desesperadamente un... More

Atracción Irresistible
01|Los Janssen.
02|La Primera Impresión.
03|La Fiesta.
04|El Juego.
05|El Contacto.
06|El Acuerdo.
07|La Inaguración.
08|El Incidente.
09|El Segundo Incidente.
10|El Rechazo.
11|El Shot.
12|Lidiando Con Kath.
13|La Consecuencia.
14|La Cita No Cita.
15|Arcade Fire.
16| Beep.
17|Novios Falsos.
18|La Invitada.
19|Nox Proulx.
20|Película.
21|Los Bolos.
22|Secreto De Nox.
23|Cherry Girl.
24|Confesiones.
25|Mi Chica.
26|La Verdad.
27|No aún, pero lo serás.
28|No más secretos.
29|Me Gustas, K.
30|Muñeco de Azúcar
31|Rusty's.
33|Ken sigue con Barbie.
34|¿Me amarás alguna vez?
35|Juego Equivocado.
36|Ruleta Rusa. Parte I.
37|Ruleta Rusa. Parte II.
38|Noticias Inesperadas.
39|La Musa.
40|Novios Irresistibles.
41|Valentinlandia.
42|Daddy Mikhail.
43|Solo Tú.
44|Parque de Diversiones.
45| ¿Por qué no?
46|El Regalo Perfecto
47|Polaroids
48|Heridas Sin Sanar
49|Nunca es para siempre
50|Efecto Mariposa (FINAL)
Epílogo
SERIE #IRRESISTIBLE
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE EN FÍSICO
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE YA DISPONIBLE EN PAPEL!

32|Tú eres la razón.

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By LuisianaVons


Kathleen.


Si pudiese describir la situación a mi alrededor en una sola palabra, diría: una cagada.

Sólo que esas son dos palabras, y es que no existe una sóla palabra que englobe todo ese desastre de cita en el que me había metido. Lo admito, metí la pata, la pierna, las orejas, el culo... todo adentro de la misma mierda.

Sabía que involucrar a los Janssen con los Collins sería una martirio, podría haber desatado la tercera guerra mundial, pero mi estúpida consciencia que dicta los estúpidos pensamientos tomó la delantera una vez más.

La situación no podría ser más incómoda, y embarazosa, por un lado tenemos a los hermanos Janssen sonriendo con fascinación, mientras que frente a mi Jessica entierra la cabeza en la pizza, casi a segundos de levantarse y sacarnos el dedo corazón, Kay se mantiene fulminante con todos los presentes, eso me incluye, y no puedo culparle, me merezco eso, y mucho más. Merezco que el día de mi boda me atropelle un camión que transporte serpientes y estas me transmitan su veneno. En resumen; no merezco asistir a mi propia boda.

Ya me hacía la ilusión de colocar un muñeco rubio, y una morena encima del pastel de cinco pisos.

Eduardo junto a Katherine permanecen en un silencio que amenaza con hacerme quebrar los oídos de tanta parsimonia. Ellos no hablan, no discuten, no miran a nadie, y se limitan a existir en un silencio nada agradable.

Dios no debe quererme mucho, quizás prefiere a mi hermana por ser más inteligente.

¿Por qué se desactiva mi cerebro cuando más le necesito?

—Mikhail... —le susurro por lo bajo, enderezandome en el asiento que compartimos junto a su hermano. El me dedica una mirada discreta, y veo esa sonrisa burlona en sus labios.

Al menos no se lo tomó a mal, pensé que después de esto no tendría ganas ni de asistir al funeral después de la boda.

Mi mundo gira alrededor del drama.

—¿Huh? —el lleva un pedazo de pizza a sus labios, y mastica con lentitud.

El movimiento de su mandíbula al masticar es realmente sexy, y siento que hiperventilo. Jodido, ojizarco sensualon.

—Lo siento... —emito en un susurro que cuesta percibir. El parece escucharme, traga el trozo de pizza, y luego clava sus bonitos ojos azules en los míos.

No hay rastro de burla, pero en el fondo debe pensar que soy una estúpida.

—Hablaremos sobre esto después, Kathleen —es lo único que dice antes de volver su atención a su hermano.

Esto no puede ser más incómodo. Creo que estoy a dos pasos de levantarme, y tomar camino hacia casa. Hasta que escucho los murmullos agudos de Mickey en la mesa, lo cual me hace prestarle atención.

El tiene sus mejillas sonrojadas, su cutis es perfectamente blanco, suave, y dos adorables motas rojas cubren la piel de sus mejillas. Su cabello rubio cae despeinado sobre su frente, y sus hermosos azulejos brillan con intensidad. Viste un suéter azul con un pug en el medio, además de un pequeño pantalón de color caqui.

Me siento una pedofila por estar mirando a un niño de la manera en la que lo hago.

Llamen a protección a menores, por favor.

O a un psiquiatra.

—Ey, amiguito. ¿Todo está bien? —le pregunta Micah con dulzura.

Esa fase de los Janssen que ninguna chica conoce, y que había tenido el privilegio de presenciar en más de una ocasión. Todas las chicas en el pueblo al escuchar el apellido Janssen, se imaginan a dos playboys, mujeriegos, que juegan con los sentimientos de las chicas, y cuando una chica ya nos les sirve ni se toman la molestia de reciclarla. Debo admitir que cuando los conocí pensaba de la misma manera que ellas. La reputación de los hermanos Janssen no es la más adecuada, y mucho menos, asertiva.

En tan solo tres meses me habían demostrado que son más de lo que las personas dicen de ellos. ¿Son mujeriegos? Sí. ¿Son arrogantes? Sí. ¿Tienen lo que quieren? Algunas veces. Pero nadie habla sobre el lado dulce que tienen con sus más allegados, nadie hace acotación acerca de lo adorable que pueden llegar a ser con su hermano, lo leal que son entre ellos, siempre juntos sobre todas las cosas.

Existe un lazo entre ellos que nadie nunca podrá quebrar, y eso es digno de admiración para mí.

Mickey se apretuja los ojos con sus manos empuñadas, mientras sus hermanos le prestan atención. Micah le aparta las manitas de su rostro, y le mira con una suave expresión de confianza.

—Una niña me pegó —se queja, haciendo una adorable mueca con los labios. Son rosados, y se ven húmedos. Sus facciones son bien parecidas a las de Mikhail.

Mikhail suelta un suave risita que se escucha como la melodía más candeciosa para mis oídos, y juro que si pudiera le haría una grabación para escucharla cada noche.

Eres una tonta, Kathleen.

Me da verguenza ser tu subconsciente.

—¿Una niña te golpeó? ¿por qué? —le encuesta Micah, acercando a Mickey junto a él para inspeccionar el pequeño moretón que le han hecho en la mejilla.

Mickey baja la cabeza, y ese gesto hace que mi corazón se derrita.

—Yo... estaba jugando en el tobogán, y ella me golpeó —susurra al borde de las lágrimas.

Micah se pone de pie, mientras Mikhail estudia la situación. O quizás, estudia el pedazo de pizza que procede a llevarse a los labios.

—Muestrame quién es la niña —le pide Micah. Sus bonitos ojos dorados escanean el parque en busca de alguna irregularidad.

Enseguida empujo al ojizarco para que se levante, y me coloco de pies para inspeccionar la cara del niño.

Mis instinto protector sale a flote,  pues después de todo, sigo siendo la niñera del pequeño escuincle del infierno. ¿Quién diría que podría ser tan troglodita con una niña?

Mickey nos conduce a través del parque hasta el tobogán en el que estaba jugando antes, no tan lejos de la mesa. Una cabellera rubia se interpone en nuestra visión, pertenece a una pequeña que se encuentra en la entrada del tobogán sin dejar que los demás niños puedan usar la atracción.

—Es ella... —habla con miedo el pequeño de los azulejos. Elevo una ceja, y Micah procede a llamar a la niña.

—Cariño... —le llama él con dulzura. Está tratando con una niña, no puede ser rudo con ella.

La pequeña se gira, y dos enormes lunas teñidas de verde salen a nuestro encuentro. Parecen dos lindos limones, o los ojos de un gatito bebé. La pequeña tiene la piel tan blanca como la nieve, dos motas rosadas tiñen sus mejillas, y el verde de su iris es intenso. Debe tener la edad de Mickey, o un año más lo mucho.

Micah parece reconocerla, pues su dulzura cae por los suelos.

—Díganme que esto es una jodida broma —musita Micah, haciendo que la mirada de varias mamás caigan sobre él.

De por sí, ellas ya le tenían puesto el ojo desde que se sentó en nuestra mesa.

Oh, vamos, mamás. Podría ser su hijo.

—¿Maxine? —el castaño estrecha las esquinas de sus ojos, intentando acertar de persona—. Guau, la última vez que te vi parecías una uva gorda.

Maxine frunce ambas cejas, y Mickey la imita. El parece igual de confundido que yo.

—Y tu parecías eso que hago cada vez que voy al baño —comenta la niña, dejándome perpleja—. No espera, sigues pareciendolo.

Micah curva sus labios. No le conviene discutir con una niña que no debe tener más de cinco años.

Cuando menos me lo espero, la niña se desliza a través del tobogán, y corre a la dirección en la que se encuentra un chico parecido a ella pero con el cabello negro. Porta ese estilo de hermano rudo que tiene motocicleta, y viste ropa de cuero. El la aupa entre sus brazos, mientras la niña le susurra en el oído. Luego su mirada verdosa cae sobre ambos, especialmente sobre Micah. Un brillo malicioso surca sus ojos, y en ese momento deduzco que se conocen.

—Oh mira a quién tenemos por aquí, si es la realeza de este jodido pueblo —dice burlón, sin dejar de escudriñar al castaño—. ¿Dejaste tu corona en casa, Leonardo?

Sé que se refiere a Micah. Ese es su segundo nombre, y siento una punzada en el estómago ya que me recuerda a Nox.

Mikhail se aparece en la escena, sus cejas están arqueadas, y mantiene la mandíbula apretada.

Ey, viejos. Un alma caritativa que me explique qué frutillas está sucediendo con este par de men.

—Y trajo a su mascota consigo —se refiere al ojizarco porque su verdosa mirada está clavada en él.

—Kevin Collins. —escupe el ojizarco casi con asco. Micah permanece a la defensiva, sin dejar de mirarlo mientras el pequeño Mickey se esconde detrás de mis piernas.

¿Kevin? ¿Collins?

¿Como Kay Collins?

No demoro en hacer click en mi cerebro después de un largo loading.

¡Es hermano de Kay!

—¿Kevin? —inquiere el principito de Roma, sorprendido de la presencia de su hermano, aparentemente con más edad—. ¿Cuándo llegaste a la ciudad?

Kevin hace una mueca con sus labios, y me hace pensar que no tienen la misma relación de hermanos que poseen los Janssen.

—No te incumbe, hermanito. ¿Por qué no me explicas desde cuando eres amigo de los Janssen? —le exige, elevando el mentón con autoridad.

Kay aprieta los labios, pero no contesta. No parece muy feliz por la noticia.

El siguiente en hablar es el castaño de ojos rasgados. Toda dulzura se pierde en el trayecto de sus palabras en vía a sus cuerdas vocales.

—Podemos ahorrarnos toda esta mierda de discusión innecesaria, si le pides a Maxine que se disculpe con Mickey.

—¿Maxine, golpeaste a Mickey? —le pregunta Kay, sorprendido.

La niña entrecierra sus ojos, y dibuja una sonrisa juguetona en sus labios. Si pensaba que cuidar a Mickey era una misión imposible, cuidar de la pequeña Collins sería una misión suicida.

Ella sonríe con orgullo, mientras envuelve sus brazos alrededor del cuello de su hermano mayor.

—¿Golpeaste a un Janssen? —sus ojos verdosos se iluminan, y la niña asiente—. Por eso eres mi favorita, nena.

—Kevin no la involucres en la situación, es una niña, no tiene culpa de los errores de nuestras familias —objeta Kay, mirándole con exigencia. Eso me saca una sonrisa, el hecho de saber que Kay es diferente a su hermano—. Ni Maxine, ni Mickey tienen porque seguir con el legado familiar. Son sólo niños, Kevin.

—Kay tiene razón. Son sólo niños...ni siquiera saben la razón por la cúal deberían odiarse porque esa razón no existe —interviene Micah.

Kevin hace como si considerara la idea durante unos segundos para luego soltar una carcajada.

—No lo saben aún, pero créeme que cuando lo sepan no querrán ni mirarse.

—¿Te golpeaste la cabeza cuando naciste o siempre has sido así de imbécil? —bufo, cansada de escucharlos discutir. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo pero ya me encontraba lo suficiente abrumada por lo mal que estaba yendo mi cita con el ojizarco—. Son niños, estúpido de mierda. No saben más que sacarse los mocos, y hacer berrinches en la calle, no tienes porqué involucrar a tu hermanita con parecido a Rapunzel en el tu mierda mental, estúpido cara de simio.

Siento una mano apretar mi hombro, y me doy cuenta de que se trata de Mikhail.

—Ey, tranquilízate, bonita —me susurra, apretando mi cintura con sus dedos.

Kevin da un paso hacia adelante, y coloca a la pequeña copia de Rapunzel sobre el suelo.

—¿Cómo me llamaste? —su pregunta es conmigo, y Mikhail se tensa a mi alrededor.

—¡Estúpido cara de simio! —le repito. Sí, sé que estoy armando un berrinche justo ahora, pero mi instinto protector sale en defensa del escuincle.

Un músculo en el rostro de Kevin se tensa, y siento el impulso de retroceder pero Mikhail se coloca frente a mí. Agradezco a Dios que sean de la misma altura pero si tuviese que apostarle a alguien en esa pelea...

Sin duda perdería mi dinero con el ojizarco.

¿Qué? Debo ser realista.

Kevin resopla frente al rostro de Mikhail, y aparta un mechón de cabello oscuro de sus ojos. Luego toma a Maxine por una mano, y se aleja de nosotros. Veo la tristeza reflejada en el rostro de Mickey, y la confusión en el rostro de la pequeña rapunzel. Debe ser extraño para ellos querer ser amigos, y no poder por las diferencias de sus familias.

Este es el tipo de drama que a las personas les gusta ver en un reality show de televisión.

Keeping madness with the Janssen.

Hago una mueca, y me coloco de cuclillas junto a Mickey. El muerde su labio inferior para no llorar, y eso causa un sismo adentro mí. Quisiera poder explicarle las cosas pero sé que jamás lo entendería.

Es un bebé aún.

Un bebé muy sexy.

Okey, basta con la pedofilia, depredadora de menores.

—¿Quieres ir a jugar, escuincle? —le pregunto, atrapando su manito entre la mía sin importarme la mirada de las personas.

El asiente en silencio, mientras lo llevo contra mi pecho para levantarlo.

Han pasado alrededor de treinta minutos desde lo sucedido. Conseguí tranquilizar al pequeño, que ahora se encuentra en la piscina de pelotas junto a un amigo nuevo. Me encuentro sentada en un puentecito de color amarillo sin dejarme intimidar por las desdeñosas miradas que me dirigen las mamás.

El puente se hunde un poco cuando Mikhail se sienta a mi lado, y temo de que pueda romperse. El se acerca a mí, colocando sus piernas frente a su abdomen, dejándome ver un poco de piel.

Sé que la regué. Invitar a Kay, y luego la aparición sorpresa del resto de los presentes, no era lo que Mikhail tenía en mente. Siento la necesidad de disculparme, pues el solo quería salir conmigo.

—Debes odiarme —me lamento, mirando de refilón como se come su barquilla en silencio. Es azul como sus ojos.

—Jamás he odiado a alguien —me responde, mirando a su hermano entablar conversación con una niñita de cabello rojizo parecida a Mérida.

¿Qué complejo tienen los Janssen con elegir a chicas parecidas a princesas?

¿A cuál princesa me parezco yo? ¿A Jazmine?

—No es lo que tenías en mente. Lamento haber arruinado nuestra cita.

El me mira elevando una ceja.

—¿Estás admitiendo que esto es una cita?

Me sonrojo, e intento no sonreír mientras juego con mis dedos.

—Eso pretendía, pero...

El acaba con su cono de helado, y se sacude las manos. Luego se gira a mi dirección, y coloca una de sus manos sobre su cabello.

—Si, sé que aceptaste salir con Kay, y también se que Kay esperaba salir contigo, y no con Jessica —me aclara, y siento un vértigo recorrer mi espalda—. Posiblemente haya venido mi hermano sufrido, el troll fastidioso, y tu hermana junto con el chico que chocó mi camioneta y jamás canceló los daños —recuerda, haciéndome sonreír porque en aquél entonces no me sentía de la misma manera en la que lo hago ahora—. Pero incluso así, con todos ellos, con la absurda presencia de Kevin o el moretón en la mejilla de Mickey, inclusive de esa forma, ha sido la mejor cita que he tenido en mi jodida existencia, y tu eres la razón de ello. Porque en medio de todo, tu me haces sentir dichado, me haces sentir afortunado de poder salir con una chica tan increíble como tú, Kathleen Taylor.

Una sonrisa se plasma en mis labios, y suelto internos gritos de júbilo. Esta noche no podré dormir, y el será la razón de mi desvelo.

—Eres jodidamente perfecto, Mikhail Janssen. ¿Lo sabías?

El sonríe elevando una ceja, y acercándose a mí.

—Tu eres jodidamente perfecta. Perfecta para mí.

Sus labios reciben los míos con dulzura, tiene un exquisito sabor a vainilla con chocolate que sabe delicioso. Mi corazón palpita desbocado, y me alegra saber que el es la razón de ello. Cierro los ojos sintiéndome extasiada por su suave beso, es tan delicado y sutil, que me desespera.

No necesito ir a un restaurante costoso para tener la mejor cita de la historia. Siempre y cuando estamos juntos todo irá de maravilla.

—¡Iugh, se traspasan los gérmenes!

Mikhail se separa de mi por el comentario de algunos niños fisgones, cuyas madres no les han enseñado a no mirar escenas de besos ajenas.

¡Entrometidos!

—Gracias... —musita Mikhail, sobre mi cabello.

Frunzo el ceño.

—Gracias por aparecer en mi vida, ninfa.

Ha sido un privilegio, ojizarco.

. . .

Tarde, tarde pero seguro.

Mikhail es tan pechocho, como lo amo💞🍭. He visto que algunas de ustedes odian la actitud que tiene Kathleen, porque accede muy fácilmente a las intenciones del ojizarco, pero chicas, ¡Ella está enamorada! ¿Nunca se han enamorado?

Quería decirles que el subiré el próximo capítulo cuando esta historia llegue a los 13,5 k de votos, porque la cantidad de lectores fantasma me abruman👻💩 tendrán que salir polluelos.

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