Institute of Evil versus Hero...

Par Cirkadia

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Ella no quiere estar en el Instituto del Mal, pero no tiene otra salvación que ser una alumna modelo. Una... Plus

1. Write your name I (1)
1. Write your name II (2)
1. Write your name III (3)
2. Bienvenida al hogar del Mal I (4)
2. Bienvenida al hogar del Mal II (5)
2. Bienvenida al Hogar del Mal III (6)
3. En tierra hostil I (7)
3. En tierra hostil II (8)
3. En tierra hostil III (9)
4. Guía de supervivencia I (10)
4. Guía de supervivencia II (11)
4. Guía de supervivencia III (12)
5. Aprendiz de villana I (13)
5. Aprendiz de villana II (14)
5. Aprendiz de villana III (15)
5. Aprendiz de villana IV (16)
6. Sobrevivir un día más I (17)
6. Sobrevivir un día más II (18)
6. Sobrevivir un día más III (19)
6. Sobrevivir un día más IV (20)
6. Sobrevivir un día más V (21)
6. Sobrevivir un día más VI (22)
7. Evil Evolution I (23)
7. Evil Evolution II (24)
7. Evil Evolution III (25)
8. The gun I (26)
8. The gun II (27)
8. The gun III (28)
8. The gun IV (29)
8.The gun V (30)
8. The gun VI (31)
9. Vecinas I (32)
9. Vecinas II (33)
9. Vecinas III (34)
9. Vecinas IV (35)
9. Vecinas V (36)
9. Vecinas VI (37)
9. Vecinas VII (38)
9. Vecinas VIII (39)
10. El informe I (40)
10. El informe II (41)
10. El informe III (42)
10. El informe IV (43)
11. Amistades peligrosas I (44)
11. Amistades peligrosas II (45)
11. Amistades peligrosas III (46)
11. Amistades peligrosas IV (47)
11. Amistades peligrosas V (48)
11. Amistades peligrosas VI (49)
11. Amistades peligrosas VII (50)
11. Amistades peligrosas VIII (51)
12. Frenesí I (52)
12. Frenesí II (53)
12. Frenesí III (54)
12. Frenesí IV (55)
12. Frenesí V (56)
12. Frenesí VI (57)
12. Frenesí VII (58)
13. Bailar con el Diablo bajo la Luna I (59)
13. Bailar con el Diablo bajo la Luna II (60)
13. Bailar con el Diablo bajo la Luna III (61)
13. Bailar con el Diablo bajo la Luna IV (62)
13. Bailar con el Diablo bajo la Luna V (63)
13. Bailar con el Diablo bajo la Luna VI (64)
13. Bailar con el Diablo bajo la Luna VII (65)
14. Resaca I (66)
14. Resaca II (67)
14. Resaca III (68)
14. Resaca IV (69)
14. Resaca V (70)
14. Resaca VI (71)
14. Resaca VII (72)
14. Resaca VIII (73)
14. Resaca IX (74)
14. Resaca X (75)
14. Resaca XI (76)
15. Terror subacuático I (77)
15. Terror subacuático II (78)
15. Terror subacuático III (79)
15. Terror subacuático IV (80)
15. Terror subacuático V (81)
15. Terror subacuático VI (82)
16. Malos instintos (1ª parte)
16. Malos instintos (2ª parte)
16. Malos instintos (3ª parte)
16. Malos instintos (4ª parte)
16. Malos instintos (5ª parte)
17. ¿Relax? (1ª parte)
17. ¿Relax? (2ª parte)
17. ¿Relax? (3ª parte)
17. ¿Relax? (4ª parte)
17. ¿Relax? (5ª parte)
17. ¿Relax? (6ª parte)
17. ¿Relax? (8ª parte)
17. ¿Relax? (9ª parte)
17. ¿Relax? (10ª parte)
18. Invitada de honor (1ª parte)
18. Invitada de honor (2ª parte)
18. Invitada de honor (3ª parte) (100)
18. Invitada de honor (4ª parte)
18. Invitada de honor (5ª parte)
18. Invitada de honor (6ª parte)
18. Invitada de honor (7ª parte)

17. ¿Relax? (7ª parte)

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Par Cirkadia


 –Así que... cambia –meditó Nameless.

–Sí, se transforma un poco en lo que quiere –repitió Roca–. Normalmente oscila entre "Zack" y "Regi".

Nameless miró por la ventana del autobús a la sucesión de árboles que había por aquel lado. Las otras ventanas daban al río. En ese momento estaba lloviendo con ganas.

–Eh... por curiosidad... científica. ¿Lo que tiene entre las piernas también se transforma? –preguntó con demasiada vergüenza como para mirar a su acompañante.

–¿Te refieres a tener coño o no? Sí, es lo que tiene deshacerse en niebla, que no tiene por qué conservar siempre la misma forma.

Nameless hizo una mueca de fastidio y volvió a mirar los árboles a la carrera.

–¿Qué curiosidad científica es la que tienes? –inquirió Roca con tonillo jocoso.

–Pues... que la noche lunática, cuando estábamos en clase de Cacharros, quise arrearle un rodillazo en la entrepierna. Y, bueno, lo hice, pero no encontré lo que esperaba.

Su Capitana rio un poco.

–Buen intento, pero en las peleas siempre reabsorbe todo lo que podría ser una desventaja: tetas que botan, polla que destruir de una patada, pelo largo que agarrarle...

Nameless suspiró.

–Así que el ataque "Rodillazo en los Cataplines" sólo sirve si no sabe que está en una pelea.

–Y no está muy Regi –añadió Roca.

Y no está muy Regi –repitió para recordarlo.

–¿Anotándolo para tus planes de rata? –se interesó su Capitana.

Nameless se encogió de hombros.

–Por lo menos para no volver a pifiarla.

–Pues no has flipado tanto como esperaba.

–No sé, después de aceptar que se alimenta de sangre y se puede convertir en sombra bidimensional...

Cruzaron un puente, pero no el río de parte a parte, ya que el pueblo en cuestión estaba en una alargada isla en mitad de la fuerte corriente. Había otro puente, que iba a desembocar en la misma placita a la que llegaron, pero por el otro lado, viniendo de la zona de los héroes. En un cartel a la entrada de la isla ponía "Neutralia" y, debajo, una lista de normas que no le dio tiempo a leer.

–¿A este pueblo también vienen los héroes? –le preguntó a Roca.

–Sí –contestó con regocijo. Obviamente, buscaba pelea.

–Wow –fue todo lo que dijo Nameless al ver la cantidad de problemas potenciales que se les avecinaban. Se preguntó sin volvería a ver a las heroínas que había conocido junto al río la semana anterior.

–––

–Vaya mierda de tiempo –se quejó uno de los que iba en el autobús, mirando la lluvia con asco.

–Seguro que es cosa de los villanos –le contestó otro.

–Sí, seguro –le respondieron, sin rastro de sarcasmo.

–¿Resulta que pueden controlar el clima? –les preguntó, asomándose desde atrás, Mantis, que no se callaba si podía evitarlo.

–Claro –asintieron y se miraron entre sí. A la gente le gustaba sentir el apoyo de muchos colegas cuando hablaban con ella o, de lo contrario, empezaban a sentir que, tal vez, hubieran hablado sin tener ni puñetera idea.

–¿Y por qué invocarían los villanos la lluvia? –quiso saber Mantis con fingida inocencia–. ¿Tienen cultivos que regar?

–No digas tonterías –le espetaron–. Lo han hecho para fastidiarnos el sábado.

–Ah, ¿y no se fastidiarían el sábado a sí mismos? –planteó, sin achantarse porque la mirara medio autobús.

Detrás de ella, Veda y Daniel iban muy avergonzados. Más atrás, Hart llevaba puestos los auriculares y miraba por la ventana, ajeno a todo. Mientras que Furia, que iba junto a la debatiente, aguantaba retadora la mirada a quien se atreviera a cruzarla con ella; y se había corrido la noticia de que había reventado dos sacos de arena, por lo que pocos se atrevían.

–No, porque ellos tienen piel de sapo y esas cosas –le contestaron con la estúpida voz que ponían cuando querían ir de listos, y el resto le rieron la gracia.

–¿Ah, sí? –se interesó Mantis–. Es posible que ahora nos encontremos con unos cuantos, así que les preguntaré de tu parte.

Aquello le indigestó la comida al que había hablado, porque la veía muy capaz, por lo que se apresuró a fingir con sus colegas que pasaba de Mantis y sus chorradas. Ella se recostó con regocijo, apuntándose un tanto por mucho que el grupito quisiera transmitirle lo contrario.

–Espero que no tengamos problemas con los villanos –musitó Veda.

–Pues yo espero volver a encontrarme con el del otro día –le contestó Furia–, tenemos una pelea que terminar –añadió haciendo crujir los nudillos.

–Así me gusta, buscándonos diversión –apreció Mantis.

–––

Herilane y Nova estaban sentadas en la terraza de una cafetería en la plaza central de Neutralia. Tenían un toldo transparente protegiéndolas de la lluvia y todo el agua iba a parar a una pequeña cascada a un par de metros de ellas.

–¿Quieres empezar con tu historia o empiezo yo? –ofreció Herilane y sorbió un poco de su batido de avellana. Para variar, no llevaba su uniforme de animadora, sino una blusa blanca de manga corta y una amplia falda negra que le llegaba por las rodillas, con rosas ensangrentadas que Nova había dicho encantarle. Para los pies llevaba una buenas botas color burdeos, impermeables al agua y con puntera de hierro por si los héroes se ponían insoportables.

–Como quieras –contestó tímidamente Nova, que todavía estaba alucinando porque una guapísima chica de tercero se hubiera interesado por ella.

–Veamos... Voy a resumirlo, porque seguro que hay cosas que te suenan –adelantó Herilane–. Vivía en un pueblo grande, o en una ciudad pequeña, donde, si no te conocen todos, lo harán mañana cuando los rumores sobre ti se hayan extendido. Yo siempre he sido una chica bastante extrovertida, se me daba bien hacer amigas y amigos a montones. Y entonces llegó la adolescencia y sus mil tabúes: la regla sólo era algo de lo que hablaba con las amigas en susurros cuando necesitábamos prestarnos compresas, porque, por lo visto, da asco; los pechos empezaron a crecer y de repente había que taparlos, pero al mismo tiempo tenía que desear que fueran más grandes porque es lo que está bien... Ya sabes cómo va toda esa mierda.

Nova asintió mientras bebía su batido con los ojos fijos en ella.

–Yo siempre he sido muy buena chica, así que acepté las normas. Nunca nadie vino y me dijo que tenía prohibido salir de casa sin depilarme, pero escuché cosas suficientes, por todas partes, como para empezar, como mínimo, a rasurarme las piernas. Una fiesta, porque parece que ahora lo tengo tan fuerte por eso –comentó y subió una pierna a la mesa y se pasó una mano por el vello rubio que le crecía cuanto le placía en la pantorrilla–. Cómo mola ser villana –le confió entusiasmada, aunque luego hizo una mueca de asco–. El caso es que yo cumplí todo lo que se esperaba de mí: era buena estudiante, tenía una vida activa y le dije a un tío que sí, que quería ser su novia. Él me parecía guapo y me dijo que yo era muy guapa, así que tenía sentido, ¿no? Así es como se supone que funcionan las parejas –dijo derrochando sarcasmo–. Dos personas de sexos opuestos se atraen físicamente, se convencen de que es amor y se juntan aunque no se conozcan de nada. Ni ganas que tenía él de conocerme realmente –gruñó mirando hacia la plaza–. Lo siento, estoy divagando.

–No, no, te entiendo perfectamente –apoyó Nova.

–Entonces entenderás lo mucho que me jode lo que tardé en darme cuenta de lo capullo que era.

–Sí, si yo... Bueno, sigue con lo tuyo, luego te cuento –prometió, animándose a confiarle su pasado.

–Yo por entonces era tenista, no soñaba con llegar a profesional, pero me tomaba los campeonatos muy en serio. El caso es que la primera alarma anti-capullo me saltó cuando llevábamos unos meses y me dijo que si no sería mejor que lo dejara, porque no estaba bonito que me musculara tanto, que a él le parecía bien que tuviera un afición, pero que qué diría la gente de que yo estuviera más mazada que él –relató desdeñosa–. Y lo de antes no era nada comparado con cómo estoy ahora –terminó, sacando bíceps con chulería.

Nova, que había puesto cara de inmenso asco al escuchar la propuesta del novio, sonrió apreciando los músculos de Herilane.

–Al principio lo decía "de broma" –continuó la Animadora Infernal–, y yo pasé de él. Cosas de chicos. Pero entonces gané un campeonato nacional y me sugirió dejarlo ahora que estaba en lo más alto. ¡A los diecisiete años! Le dije que por supuesto que no, y fue poniéndose más y más pesado. Me dejé de poner una falda porque, según él con semejantes piernas no quedaba bien. Oh, sí, queda fatal –masculló palmeándose el muslo levantado.

–Menudo gilipollas –opinó Nova con todo su odio.

–Sí, y lo mejor es que no lo pensaba de verdad, porque bien que le ponían mis piernas en minifalda. Ahora sé que era su guerra psicológica. Y entonces llegó la segunda tanda de problemas: me quejé a gente, a familia, a compañeros... y la respuesta fue que "tenía que entenderlo, él se preocupaba por mí". Por lo visto, que opinara sobre mis músculos estaba tan bien como lo de ponerse celoso si hablaba con otros tíos, todo era amor –dijo poniendo los ojos en blanco–. No sé muy bien en qué orden fui siendo consciente de las cosas, pero me di cuenta de todos los aspectos sobre los que él opinaba y que yo había asimilado sin más: mis aspecto físico, mi pelo, mi ropa, mis gustos... También me di cuenta de que me reclamaba para sí mismo siempre que quería, lo que unido a los estudios y los entrenamientos, me había alejado de mis amigas.

Ahí Nova hizo una mueca de pena, conocía bien los efectos del aislamiento.

–Empecé a decirle lo que opinaba de sus opiniones y él me contestaba que si estaba con la regla, o que si había conocido a otro. La verdad es que me daba un poco de miedo, se ponía hecho un basilisco según con qué cosas. Era como si tuviera un territorio que proteger y se hinchaba y hacía ruido y todo eso que se ve en los documentales sobre machos alfa. No, nunca me pegó cuando éramos novios, pero supongo que porque no duramos un par de años más –suspiró y dio otro sorbo a su batido–. La gente me decía que teníamos que aguantar, que, vale, se había pasado el "enamoramiento", pero que ahora se demostraba si nos "queríamos de verdad". Yo opinaba que no, si es que alguna vez nos habíamos querido, pero recibía tal presión, y la perspectiva de romper con él pintaba tan... penada por la sociedad... ¿Cómo iba ha dejar a un chico tan majo que se desvivía por mí? –terminó preguntando al aire con un punto desquiciado.

Nova asintió transmitiéndole el doble de apoyo.

–Y entonces me metí en un torneo internacional. No tenía oportunidad, pero por tantear... Y ahí me encontré con una tiarrona... como Roca, pero en civil. O eso espero. El caso es que lanzaba unas bolas terribles y me machacó, pero, ya que estaba, se las devolví con todo lo que tenía. Pues al terminar, vino el capullo a decirme que qué pena que hubiera perdido... pero que había estado horrible, en el sentido de dar miedo, de pegar gritos, y que era mejor que lo dejara antes de "convertirte en algo como la marimacho esa".

–Qué asco, por favor –opinó Nova, odiando al antiguo novio Herilane cada vez más.

–Al principio me ofendió; por un lado, que dijera que yo había estado horrible hacía daño a la buena chica que se había plegado a las normas, por otro, ¡yo quería ser como la tiarrona aquella! Quería machacar en la pista y ganar. Pero el caso es que me di cuenta de lo más importante: él tenía miedo, de los reveses que pego, de mi fuerza, resistencia, ambición. Cuando me di cuenta de eso, dejó de darme miedo cuando se ponía intensito. Eso le quitó el poder que tenía sobre mí y, en retrospectiva, fue mi primer paso hacia la villanía. Obviamente, eso no le hizo ninguna gracia y me acusó de ser mezquina con él y mil mierdas victimistas. Como yo ya tenía claro que no era majo, ahí corté con él. Y él empezó a largar mierda sobre mí, real, exagerada, inventada, fotos, montajes...

Nova apretaba los puños de rabia y deseaba que aquello tuviera un final sangriento.

–Y mi pequeña ciudad se volvió un sitio muy chungo para mí. Descubrí que todos esos tíos que me habían respetado hasta entonces lo hacían por considerarme propiedad de otro. Ahora me consideraban basura, o un trofeo que conseguir de rebote. Así me vino uno, primero de sensible a apoyarme, le llamé pesado y se puso chulito, y me llamó "puta" un montón de veces cuando lo rechacé. Aquél sí que quiso pegarme, y le metí un raquetazo que partí la pobre raqueta. Y ahí dio comienzo la verdadera fiesta –anunció con una sonrisa terrible–. Ofendí tanto su hombría que se lo dijo a sus colegas y vinieron en manada a "hacerme entrar en razón". Llegué por los pelos a casa y me encerré muy asustada. No se pusieron explícitamente violentos, no reventaron mis ventanas a pedradas, no, actuaron con naturalidad, pero yo tenía miedo de salir a la calle. No tenía a nadie. Me había alejado de mis amigas hacía tiempo y, de todas formas, cómo iba a exponerlas a un montón de tíos enardecidos. Pero al final salí, y ahí di el segundo paso hacia el Instituto, porque salí a arreglar los problemas como los chicos: a hostias. Pillé un bate, que me parecía más resistente que una raqueta, y allá que fui. Al principio se rieron e hicieron unas "bromas" muy chungas sobre violarme en grupo, luego ya más bien lloraron. Y me volví a casa, sangrando por mil sitios, pero muy orgullosa de mí misma –asintió con cara de saborear aquel momento.

–¿Y por eso estás aquí?

–Oh, no, todavía queda. Al día siguiente vino la policía a buscame. Jah, conmigo actuaron más rápido que con cualquiera de esos capullos. Tuve que declarar y eso, se habló hasta de cárcel. Ahí me volvió el miedo, lo de la cárcel sonaba terrible... pero entonces vi a mis víctimas y se me pasó todo. Di el tercer paso y supe que algo había cambiado en mí para siempre, aquellos capullos ya me importaban una mierda. Al final el asunto se quedó en que yo tuviera antecedentes y nada más, mi abogado eludió la multa alegando no sé qué de estrés por los estudios y el tenis. Pfff. El caso es que no tardaron en venir a buscarme las cosquillas, quisieron hacerlo por lo bajo, aterrarme entre todos, creyendo que yo no haría nada porque el proceso judicial me había "bajado los humos". ¿A qué le iba a tener yo miedo si habían destruido mi vida ya? Así que no tardé en estallar y volver a liarme a hostias. Fue un día épico –dijo asintiendo–, quisieron darme caza por el bosque y ¿sabes esas películas en las que la presa los va eliminando uno a uno? Acabé en el hospital, sí, pero me llevé a un montón por delante –informó sonriendo terrible–. Y allí fueron a verme Kill y Bohém, a proponerme venirme aquí. Como parecía que ahora sí que iba a caerme cárcel, acepté y aquí estoy –terminó encogiéndose de hombros–. Ahora podría hacer frente a todos esos capullos y escapar para pelear otra batalla. Eso y la importancia de tener un equipo y apoyarnos entre todas es lo que he aprendido aquí –remató y apuró el batido–. ¿Cómo fue lo tuyo?

Nova tomó aire, parecía que no tenía muy claro por dónde empezar.

–Bueno, pues... Lo mío no fue tan... espectacular.

–Tía, no puedes decir eso si rajabas violadores –contestó Herilane–. ¿En qué tipo de lugar vivías?

–En un pueblo grande también –contestó Nova y la animadora jefa asintió–. Y... violaron a una amiga. Su novio. Si de ser otro tío no hubieran hecho gran cosa, siendo novios, como ya se asume que automáticamente...

–Sí, "no es necesario el consentimiento, porque si no quisiera con él, para empezar, no estarías con él" –siseó Herilane entre dientes.

–Sí... De hecho, mi amiga no podía asumir todas las veces que... Pero aquella vez había sido muy violento. Yo me di cuenta de que estaba mal, le pregunté qué le pasaba y me lo terminó contando. Me cabreé mucho y fui a cantarle las cuarenta al tipo, aunque mi amiga me rogó que no, que sería peor. Así que le dije que se viniera a mi casa, que yo no dejaría que la tocara. Y entonces fui a echarle la bronca y él directamente pasó de mí y me trató de loca. Eso sí, al momento le escribió a mi amiga muy mosqueado preguntándole que qué me había contando y colando unas cuantas amenazas.

–Ya, típico –murmuró Herilane.

–Ella estuvo en mi casa unos días, me contó cosas... pero entonces vino él con flores, diciendo que "no sabía que había hecho mal", pero que le perdonara y mil mierdas así. Yo me planté en medio y lo eché, ella estaba confundida y aterrada. Él me acusó de secuestrarla, de lavarle el cerebro y ponerla contra él, que iría a la policía por ello –relató y no pudo aguantarse el nudo de rabia, asco y sarcasmo–. ¡Pero lo peor fueron los demás! Diciendo que cómo le hacíamos eso, que no parecía mal chico, que yo no me metiera en "cosas de pareja", que le diera otra oportunidad.

–Jodida presión social –gruñó Herilane, dando vueltas a la pajita dentro del vaso.

–Hasta que, al final, ella cedió y se fue con él, joder. No la vi en días, no me cogía las llamadas y me respondía a los mensajes con monosílabos. Creo que era él, que le había quitado el móvil. El caso es que, a las semanas, me la encontré de casualidad por la calle y, no sé si me porté muy bien, porque básicamente la arrinconé y le sonsaqué qué le pasaba. Ella no quería decir nada, sólo que si yo me entrometía, sería mucho peor. Se tapaba zonas y no quería que la mirara, estaba avergonzada, humillada. Me cabreé muchísimo y fui otra vez a por él, sin pensar, pero según me acercaba a su casa, me di cuenta de que era verdad, de que sólo lo empeoraría. A no ser que me entrometiera mucho. Así que me tapé la cara, pillé un hierro, esperé a que volviera solo por la noche y le aticé por la espalda. Temía que me fuera a costar más hacerle daño físico, la verdad, pero me ensañé con él, a patadas, con el hierro...

–Ahí fue cuando te convertiste en villana –opinó Herilane con una sonrisa torcida.

–Iba algo borracho, así que eso ayudó –explicó Nova como si se quisiese quitar mérito–. Y, bueno, me había venido tan arriba que saqué la navaja que había ganado en una feria del pueblo y le rajé los pantalones por la entrepierna. Sólo quería asustarlo, pero se me fue la mano y le corté –dijo encogiéndose de hombros con cara de "upsy"–. Empezó a salir sangre y él pegaba unos gritos... así que me fue de allí corriendo.

–No está mal para la primera vez –opinó Herilane ampliando la sonrisa.

–No, además, la policía vino a hacerme alguna pregunta, pero, irónicamente, el machismo jugó a mi favor y nadie me creyó capaz de hacer un ataque tan bruto –comentó encogiéndose de hombros como una niña buena haciendo teatro–. Hasta lo visité en el hospital, por guardar las apariencias, y no me sostuvo la mirada ni un momento. Él lo sabía, pero no tenía forma de demostrarlo y sabía que, si lo decía, se reirían de él. Y estaba demasiado asustado como para intentar alguna otra cosa.

–Dulce ironía el que probara lo que es sentirse desamparado y saber que, de contar la verdad, se burlarán de ti –suspiró Herilane como si acabara de tomar un chupito de dulce licor de venganza–. ¿Qué fue de tu amiga?

–Huyó a la ciudad con unos familiares. Lo suyo no se supo y no se hizo justicia, pero al menos se puso a salvo.

–¿Y luego qué paso, supiste de más chicas en situaciones similares y actuaste?

–Totalmente. Ni me lo pensé. Bueno, me pensé el plan para hacerlo y que me saliera bien. Pero no dudé ni una vez.

–Oh, sí, una vez se prueba la sangre... –dejó caer Herilane con una sonrisa maligna.

–Sí, supongo... –aceptó Nova, todavía incómoda al reivindicar su parte violenta, y aquello era lo que la animadora quería remediar–. Actué un par de veces más en el pueblo, pero la cosa se puso un poco chunga, porque sospechaban cada vez más de mí, así que también huí a la ciudad. Allí empecé a cazar en las discotecas, a los que se aprovechaban de las borrachas o directamente drogaban las bebidas. Prácticamente vivía de lo que les robaba. Y empecé a rajar en serio. Pero no se me debe dar muy bien el crimen, porque la policía me cercó. Y entonces aparecieron Bohém y Elner.

Herilane suspiró, sus ojos estaban dirigidos a un grupo de chavales que acababan de llegar: ruidosos héroes de la Academia.

–¿Sabes? Muchos de los que apaliceé se aparecían a ésos.

–Y muchos de los que he rajado yo también –contestó Nova con gravedad–. Si no todos.

_________________________________

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Y así es cómo nacen las villanas de primera generación °˖✧◝(⁰▿⁰)◜✧˖°
Mujeres violentas y aliadas siempre serán villanas ¯\_(ツ)_/¯

Bueno, ¿y vosotres qué, tenéis preguntas científicas?

Os recuerdo que la vida de artista es una mierda, que soy pobre como rata y que ahora mismo no puedo permitirme ir a ninguna parte, pero voy a tener que poder cuando empiece la temporada de convenciones, así que si eres una persona agraciada con un trabajo y sientes la generosidad de apoyar a esta pobre artista que te pasa la droga, en Ko-fi puedes hacer una donación [https://ko-fi.com/cirkadia]

También tenéis Libreteka, donde podéis pillar mis cosas [http://libreteka.es/es/]

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