15. Terror subacuático II (78)

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 "Pues sí que ha durado poco", pensó Roca, más decepcionada que conmocionada, cuando el tiburón hubo pasado de largo, herido en las agallas por el cuchillo de Eisentblut.

Roca barrió con la linterna, pero sólo alcanzó a ver a los supervivientes, de Nameless no había ni rastro. Normal si habían pasado más de tres segundos desde que la habían matado. Resopló asqueada y continuó adelante por la larga galería. "Kill va a destrozar a esa inútil" fue lo más cercano a la preocupación que se cruzó por su mente.

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Foster nadaba solo. Había intentado sacar a Sinister de la cama, pero su compañero de cuarto había insistido en que seguía muy débil y que sólo lo retrasaría. Y, bueno, ya era de los últimos por haberse entretenido demasiado tiempo insistiéndole, así que ni siquiera le habían quedado provisiones. Tendría que asaltar a alguien y robárselas. No estaba preocupado porque Sinister fuera el primero en acabar en la mazmorra de Kill, porque no había persona que fuera más indiferente a las torturas de la sádica profesora que su amigo.

Foster había visto los carteles de "Peligro: Tiburones" y estaba expectante. Le encantaban aquellos bicharracos, desde hacía tiempo tenía el sueño de hacer submarinismo con ellos, y ahí estaba. No se iba a quejar del plan de estudios del Instituto del Mal. Pero no era idiota, estaba seguro de que aquellos especímenes serían mil veces más agresivos que los normales, no le extrañaría ni que fueran animatrónicos, conociéndose los jueguecitos de Satán. Por lo que se anduvo con cuidado, pegado a la rocosa y aristada pared, cuando con su linterna llegó a atisbar una forma blanca enorme, jodidamente enorme. Y luego aparecieron un puñado más.

Se hubiera quedado mirándolos durante horas, pero el agua no era su medio preferido, menos aún el agua fría, que le hacía pensar en calentones mal llevados. Y tenía hambre, hostias. Así que iba a seguir, iba a robarle las provisiones a alguien, preferiblemente a alguien que llevara cervezas, y luego ya vería si se dedicaba a hacer documentales de fauna peligrosa.

Entonces uno de los tiburones pasó rápidamente sobre él y el agua desplazada lo hundió un par de metros. Qué potencia. Qué elegancia. Qué hostiazo se metió el bicharrazo contra el techo. La galería de roca tembló entera con el golpe y se precipitaron un par de piedras como puños, una de las cuales le atizó en la cabeza a Foster, que soltó un juramento que quedó censurado por una nube de burbujas furiosas. Se llevó la mano a la zona afectada y percibió que allí el agua estaba más calentita. La nube de sangre le confirmó que la maldita piedra le había abierto una brecha en la coronilla, que le producía latidos punzantes, lo que no era justo, porque no había bebido lo suficiente la noche anterior como para recrear tal resaca.

"Al menos no ha sido una herida mortal", pensó pese a su mal humor. Pero lo que sí fue mortal fue una jaula de afilados dientes que se cerró sobre su cuerpo, cual dama de hierro.

–Mierrrrrrda –masculló Foster al aterrizar en el potro de torturas.

–Menudo par de inútiles –despreció Kill soltándole un fustazo en una pierna.

–Hola, Foster –saludó Sinister apático.

Él giró la cabeza a la derecha y allí se encontró a su compañero de cuarto. Seguía en horizontal, pero no en una cama, sino en una tabla en la que lo estaban estirando poco a poco, tirando de sus muñecas y tobillos. No parecía incómodo, hasta bostezaba. Frente a ellos había un par de chicas con el aire abatido que tendría cualquiera que hubiera sido eliminado del juego nada más empezar. Había pantallas sobre toda la fila de potros y sillas de tortura para que no se perdieran lo que estaban haciendo los que seguía en liza.

–Deme una cerveza –le exigió Foster a Kill–. A no ser que quiera torturar a un trapo pocho.

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Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora