9. Vecinas IV (35)

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Nameless estaba recargando el rifle cuando escuchó unos pasos acercándose. Por si acaso, no hizo más ruido y echó un vistazo para saber de quién se trataba. Si no era ninguno de sus amigos, si podía considerar así a unos villanos locos, se planteaba salir huyendo.

No, no era ninguno de sus amigos, pero al menos tampoco era ninguno de sus enemigos declarados. Se trataba de un joven algo mayor que ella, de greñas castañas algo onduladas que por pocos centímetros no llegaban a sus hombros, gabardina gris, pantalones negros y botas militares. Eso era todo lo que alcanzaba a ver de él ahora que le había dado la espalda para realizar su práctica de tiro. Nameless juraría no habérselo encontrado hasta el momento.

Contuvo el aliento mientras él utilizaba la pistola con una puntería letal, ni un tiro se desvió de la cara o el pecho del maniquí. Nameless le echó un vistazo al suyo, que tenía agujeros más o menos en todas partes. El otro alumno vació un par de cargadores antes de fijarse en el maniquí de agujeros más equitativos y caer en la cuenta de que alguien había estado usando la galería.

Nameless se encogió cuando él se giró para buscarla. No tenía ni idea de si sería pacífico, pero no quería arriesgarse a descubrir que no.

–¿Hola? –preguntó él–. ¿Hay alguien ahí?

Ella se quedó muda. Sonaba pacífico y amigable, pero no quería fiarse.

–Ah, estás ahí –exclamó él después de haber calculado su posición en base a los impactos del rifle–. ¿He interrumpido tu práctica?

–No, ya me iba –contestó Nameless, fastidiada de que sus sombras mágicas no la hubieran invisibilizado. Iba a tener que trabajar aquello.

–¿Te importa si subo? –preguntó él y al momento ya estaba haciéndolo–. Soy Jack –se presentó con una sonrisa y se sentó con los pies colgando–. Tú eres de primer curso, ¿no?

–Sí... –musitó ella cambiándose ligeramente de posición. Asumía que un rifle de francotiradora podría usarse también en distancias cortas. No quería hacerlo, pero... por si acaso.

–¿Y tu nombre es...?

–Nameless.

–Ah, tú eres la sin nombre –comentó como si le hiciera muchísima ilusión–. ¿Sabes que yo me llamo "Jack" precisamente porque puedo ser "cualquiera"? En eso nos parecemos.

Ella asintió, aún reticente. El chaval tenía una amplia sonrisa, imponente nariz y ojos chispeantes. Su color de piel era curioso, como si estuviese hecho para ser de tez morena, pero estuviera pálido por no salir mucho al sol; no parecía enfermo, de todas formas. En realidad, no se parecía en nada a ninguno de los demás villanos, y eso era lo que más la inquietaba.

–Oye, no te daré miedo, ¿verdad? –planteó él.

–Tienes muy buena puntería –señaló Nameless, por si halagarlo ayudaba.

–Gracias. Dos años de práctica –contestó Jack–. Pero me he dejado el arma abajo, así que no tienes de qué preocuparte –aseguró con una sonrisa encantadora.

–¿No llevas armas encima, debajo de la gabardina? –se extrañó Nameless.

Él amplió su sonrisa con una mueca ladina.

–Veo que Eisentblut te está enseñando bien, a pesar de lo que diga mi Jefe.

Ahí Nameless pasó de estar suspicaz a mosquearse. Estaba claro que aquel tipo la conocía y ella no recordaba haberlo visto ni una vez. Mierda.

–¿Tu jefe? –tanteó, por si le servía para ubicarse.

Jack se llevó una mano a la solapa de la gabardina y tiró de ella para dejar al descubierto su cuello. En la base de éste, dos puntos rojos llamaban la atención.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora