ENEMY FLAMES โ–ฒ TEEN WOLF โž‚

By MrsMalfoy_

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TERCER LIBRO DE LA SAGA DE FANFICS ENEMY. SINOPSIS EN LA PRIMERA PARTE DEL LIBRO PARA EVITAR MAYORES SPOILER... More

Sinopsis
Prefacio
1. Enfocas tu mente en hacer lo correcto
2. El tatuaje
3. Efรญmero
4. Herida abierta
5. Muรฉrdete la lengua y acรฉptalo
6. Riesgo o recompensa
7. Aguas รกlgidas
8. Pรฉsimos con Google
9. En el Banco Nacional
10. Necesitamos ayuda de verdad
11. Colaborando con Argent
12. Sacrificios humanos
13. Carrera en el bosque
14. Provocaciones
15. Saboteando a los gemelos
16. Despedida apropiada
17. ยฟBones o Supernatural?
18. As bajo la manga
19. Una constante agonรญa
20. Un viaje incongruente
21. No es lo que รฉl hubiese querido
22. Lista de sospechosos
23. Fue tu culpa
24. No hay esperanza
25. Muรฉrdago
26. Somos tan clichรฉ
27. Otro inocente
29. La verdad oculta
30. Marcada por el fuego
31. Acorralando a Ethan
32. Es mi ancla
33. No tan rรกpido, perra
34. Mosquita muerta
35. Atrapados en el hospital
36. Bilinski y Clayton
37. Aguanta tu respiraciรณn
38. Sacrifรญcate por ellos
39. Eclipse lunar
Epรญlogo
Agradecimientos + Enemy#4

28. La historia de una mordida

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By MrsMalfoy_

Las dos niñas corrieron persiguiéndose la una a la otra sin saber que cada vez más se adentraban en la reserva de Beacon Hills donde no deberían de estar jugando. La mayor de las niñas sacudió su cabello castaño y sus ojos verdes brillaron con emoción al ver el ciervo entre los árboles.

— Míralo, es genial —comentó con emoción, intentando acercarse más al animal, pero su prima la detuvo, agarrándola del brazo para evitar que diese un paso más.

— Scarlett, no creo que sea conveniente. Recuerda lo que la tía Sandra dijo, es peligroso meterse al bosque —dijo la otra, sus ojos cafés tenían un pequeño toque de temor al pensar que podrían castigarlas por desobedecer las simples reglas que les habían dado al permitirles salir a jugar.

Scarlett, quien era la mayor y más curiosa de las dos, resopló con un ligero deje de molestia.

— Payton, he estado aquí millones de veces. Nada va a suceder. Además, está este chico de mi clase que se cree lo mejor del mundo solo porque es el hijo de uno de los policías del pueblo. Como si eso lo hiciera más interesante —rodó sus ojos con molestia—. Yo solo quiero demostrar que soy más valiente que él, cosa que soy.

Payton, la menor de las primas, no pudo evitar pensar que era una tontería lo que su prima le estaba diciendo. ¿Quién demostraría su valentía al meterse a un bosque donde cualquier cosa podía salir de allí? No sabía mucho de los bosques de California, pero en las películas siempre mostraban a los osos comiéndose a las personas. Ella definitivamente no quería ser comida por un oso a sus casi once años de vida.

— ¿Y si nos ataca, no sé, un oso o un lobo? —preguntó temerosa.

Scarlett se carcajeó.

— No hay lobos en Beacon Hills, Payton —le informó.

— ¿No?

Scarlett negó con su cabeza.

— Nop. Al menos no en los pasados...cincuenta años o más —encogió sus hombros para restarle importancia al asunto y volvió a mirar el ciervo. Frotó las palmas de sus manos la una con la otra y sonrió—. Stilinski se va a morir de celos cuando vea que he conseguido la foto con el maldito ciervo.

— ¿No te había regañado el tío Alex por maldecir? —cuestionó Payton—. Juré que dijo que te haría poner un dólar en un tarro cada vez que maldijeras para quitarte esa mala costumbre.

La mayor de las niñas rodó sus ojos con exasperación. Quería mucho a su prima, de eso no había duda, era una de sus mejores amigas —teniendo en cuenta que en la escuela no tenía ninguna—, pero a veces le molestaba que fuese tan miedica para hacer las cosas. A Scarlett le gustaba la adrenalina, la osadía, los misterios. Disfrutaba de tomar riesgos, aunque su madre se pusiera histérica por tener una actitud tan volátil.

— Pues pondré un dólar en el tarro, gran pago —masculló—. Ahora saca la cámara y tómame la foto con el ciervo.

Sacó una cámara de su mochila y se la tendió a su prima. Payton observó el aparato con el ceño fruncido.

— ¿De dónde has sacado esto?

— La tomé prestada de la escuela —respondió.

Payton no recordaba que en la escuela prestaran los pocos artefactos tecnológicos que tenían. En especial cuando se refería a las cámaras y a las computadoras. Esas estaban fuera de los límites. No le prestarían la cámara a Scarlett teniendo en consideración que apenas había entrado a sexto grado.

— La robaste —acusó su prima.

— Corrección: la tomé prestada temporalmente sin que ellos lo supiesen —se defendió Scarlett.

* * *

Un día.

Había pasado exactamente un día desde lo sucedido en el loft de Derek cuando Kali lo obligó a asesinar a Boyd. Las pasadas veinticuatro horas fueron un maldito caos por completo. Derek había desaparecido en medio de su impresión y culpa por haberle quitado la vida a un inocente, Scott y Stiles seguían intentando descifrar cómo lidiar con la manada de alfas y, a su vez, con el Darach, pero solo podían llegar a la conclusión de que lo lograrían al hablar con Derek, pues a él era quienes los alfas querían.

Scott vino a mi casa luego de haber rescatado a Deaton en la bóveda del banco —lugar donde lo habían dejado para ser parte de los sacrificios— y me contó algo bastante interesante y aterrador. Para salvar a su jefe, Scott había intentado cruzar una barrera de ceniza de montaña, cosa que no logró, pero sí tuvo un pequeño cambio, uno que yo había sido capaz de notar la noche del centro comercial.

Deaton había visto sus ojos cambiar de amarillos a rojos y le comentó que cada cien años un hombre lobo podía convertirse en un alfa por mérito, por sus cualidades de líder, sin necesidad de matar o heredar los poderes del alfa anterior. Dicho poder es lo que se llama ser un alfa verdadero y, según lo que estaba sucediendo, Scott estaba convirtiéndose en uno.

Quise preguntarle si Deaton sabía algo más respecto a alfas, pero decidí no hacer preguntas. Me intrigaba el hecho de que mis ojos también habían cambiado a rojo en el motel, sí, pero eso no significaba que Deaton pudiese tener las respuestas. Él no había conocido mis capacidades como elemental de fuego, solo mi familia lo hacía. Era una pena que yo no pudiese recordar mucho respecto a ellos.

Unos golpes en mi puerta me hicieron salir de mis pensamientos y cerré el libro que había estado intentando de leer como método de distracción. Sí, había llegado al punto donde estaba estudiando y haciendo mis deberes escolares para pasar el tiempo y las horas de tortura en lo que decidíamos qué hacer con todos los líos que teníamos. Después de todo, todavía tengo que graduarme de la secundaria.

Me puse de pie y le quité el seguro a la puerta antes de girar la perilla. Payton entró a mi habitación como un torbellino, tan rápido que apenas pude ver los mechones de su cabello moverse frente a mis ojos. Cerré la puerta detrás de ella y me dispuse a observarla. Payton mordía sus uñas con nerviosismo y evitaba mi mirada.

— De acuerdo, ¿qué te sucede? —pregunté.

— Scarlett, ¿cuánto recuerdas de tu infancia como tal?

Su pregunta me dejó perpleja durante unos segundos. No comprendía por completo a qué iba todo ese asunto, pero enfoqué mi mente en recopilar los detalles más importantes de mi infancia. No había nada interesante, siempre fui una niña un poco huraña y siempre tuve una rivalidad con Stiles. Fuera de eso siempre me la pasaba espiando a todos mis compañeros como la persona metiche que solía ser —soy un progreso en ese tema— y todos me detestaban por ser respondona.

— Eh, lo normal, supongo. Escuela, sin amigos y muy pocos recuerdos de mi familia fuera de mis padres —respondí.

— ¿Y no crees que eso es extraño? —inquirió Payton, ladeando su cabeza un poco.

Fruncí mi ceño.

— Sí, supongo.

No suponía. Sí era extraño que no recordara mucho de mi familia. No podía recordar con claridad las caras de mis abuelos y tampoco tenía fotos que me ayudaran a mantener una imagen clara de ellos. Tampoco recordaba a mis tíos, a Payton o a su hermano menor, cuyo apodo era Tommy.

— Scarlett, en estas horas me la he pasado hurgando en toda la casa y...no he encontrado ni una sola foto de nosotras o de nuestra familia —dijo—. En mi casa había cientos de fotos.

Payton sacó de su bolsillo una foto doblada y me la mostró. En la imagen pude reconocerme a mí misma teniendo unos diez u once años y estaba frente a un ciervo en la reserva de Beacon Hills. Una mueca de confusión se formó en mi rostro porque yo no recordaba que me hubiesen tomado esa foto.

— ¿De dónde has sacado esto? —pregunté.

— Yo la tomé, Scarlett. La tomé hace siete años cuando solía vivir aquí cerca. Solía ir a la escuela cercana a Devenford Prep y nos solíamos ver casi a diario. Esta foto fue mi condena, fue tomada momentos antes de que me mordieran —explicó.

— ¿Qué?

No lograba comprender por completo a qué venía todo esto o cómo tenía que ver una cosa con la otra. ¿Cómo una foto me ayudaría a saber la razón por la que no conocía a mi familia o que no pudiese recordar a Payton?

— Descubrí algo, Scarlett, pero para ello necesito que sepas la historia.

— ¿Cómo tú puedes recordarlo, pero yo no? —Me interesé por saber.

Payton sonrió sin mostrar sus dientes. Era una sonrisa melancólica y llena de tristeza.

— Porque a ti te quitaron esas memorias, pero a mí no.

* * *

— Scarlett, creo que escuché algo —murmuró Payton, sintiendo su corazón latir con fuerzas dentro de su pecho.

Estaba demasiado asustada y el hecho de que ya estuviese cayendo la noche y ellas siguieran estando en el bosque le ponía los pelos de punta. Ella era una niña, estaba claro que le aterrorizaba estar en un bosque durante la noche.

— Probablemente fue un conejo —aseguró Scarlett, alejándose del ciervo luego de que Payton hubiese tomado la foto—. Espero que haya quedado bien. Stilinski se morirá de envidia.

— ¿Quién es este tal Bilinski de todos modos? —preguntó Payton.

Scarlett gruñó de tan solo pensar en Stiles Stilinski.

— Un chico de mi clase. Demasiado hiperactivo e inquieto para mi gusto. Es desesperante —mencionó.

— Entonces, ¿te gusta? En las películas siempre que una chica dice que un chico le parece desesperante es porque le gusta —explicó Payton.

Scarlett hizo una mueca de asco y fingió tener arcadas. ¡Asco! Preferiría ser asesinada en un campo de lacrosse antes que pensar que Stiles podría causarle cualquier otro sentimiento que no fuese repulsión.

— ¿Qué clase de películas vez? ¡Stiles es as-que-ro-so! —separó las sílabas para hacer más énfasis a su afirmación—. Escúchame bien, Payton, si alguna vez llego a decir que Stiles me produce algún sentimiento que no sea repulsión, prométeme que me clavarás un tenedor en la mano.

— ¿Por qué en la mano? —cuestionó con interés.

— Porque seré escritora, Payton. Si me apuñalas la mano, soy inútil —respondió con obviedad.

Se escucharon varias ramas crujir del mismo modo en el que lo hacían cuando una persona las pisaba y vieron que el ciervo salió corriendo lejos, como si estuviese asustado. Ambas niñas de miraron la una a la otra y tragaron en seco, presas del miedo que estaban sintiendo.

— ¿Qué fue eso? —balbuceó Payton.

Scarlett intentó mantener la calma y miró a su alrededor, intentando ver más allá de los árboles que obstruían su campo de visión. Entonces vio algo, fue un pequeño resplandor en medio de la oscuridad que comenzaba a inundar el bosque. Dos ojos rojos brillaron entre los árboles, dejándola paralizada.

— Payton, corre —dijo Scarlett, agarrando la mano de su prima para jalarla consigo.

Correr era en vano, pues sus piernas eran pequeñas y su velocidad terriblemente lenta comparada con la de la criatura de ojos rojos. En cuestión de segundos, la bestia de ojos rojos alcanzó a las niñas y agarró a Scarlett del cabello, haciéndola caer.

— ¡Scarlett! —chilló Payton.

Scarlett miró a la bestia con temor, su respiración agitada y sus ojos abiertos como platos, mientras veía a la bestia convertirse en un humano. Las pupilas del hombre carecían de color, eran un gris opaco, y la esclerótica era roja como si tuviese una alergia demasiado potente. Pero Scarlett sabía más que eso, ese hombre había perdido la visión.

— Eres tú —habló el hombre. En su tono de voz ambas niñas pudieron reconocer el acento británico que adornaba sus palabras—. Tú fuiste la que recibió la marca de los Brann, pero hay algo de ti, algo que no concuerda.

El corazón de Scarlett latió con fuerzas dentro de su caja torácica.

— Déjeme ir, por favor —pidió.

— Ya tú sabes la razón por la que no concuerdas, ¿no es así? —cuestionó, una sonrisa cínica en sus labios al pronunciar esa oración—. Ellos no te quieren ahora que lo saben.

— Scarlett, ¿de qué está hablando? —preguntó Payton.

El hombre volteó a ver a la otra niña, aunque realmente no pudiese verla. Al menos no con sus ojos normales.

— N-No lo sé —tartamudeó Scarlett.

— ¿Sabes qué es lo curioso? Tu corazón se aceleró al decir 'no'. Mientes —acusó el hombre—. Ahora, ¿qué sucederá si te muerdo? ¿Si te condeno a tu destino antes de tiempo?

Lágrimas quemaron los ojos de ambas niñas. Estaban demasiado asustadas y temían lo que el hombre pudiese hacerles.

— D-Déjala ir —exigió Payton, agarrando una de las ramas que agarró del suelo para amenazarlo con el pedazo de madera.

Era un movimiento inútil, ella lo sabía, pero tenía que ayudar a su prima. Así que actuó por inercia cuando lo golpeó con la rama y le creó un rasguño en el rostro que sanó en cuestión de segundos. Ese movimiento solo lo hizo enfurecer y sus ojos brillaron rojos. El hombre se abalanzó sobre ella en cuestión de segundos y lo próximo que Payton sintió fue el dolor de los colmillos clavarse en su piel.

* * *

— Detente —pedí, pasando mis manos por mi cabello para poder lidiar con la presión de la historia.

No podía ser capaz de procesar las palabras que Payton me había estado diciendo. Una vez más había confirmado que mi estupidez había causado que las personas salieran heridas. Payton fue una de ellas, la primera de ellas, a decir verdad, en tener un destino fatídico. Dios. ¡Ella había sido una niña! Solo tenía diez años cuando fue mordida por nada más ni nada menos que Deucalion.

— Lo siento, Scarlett.

Apreté mis manos en fuertes puños y solté un suspiro, maldiciendo en mi interior como nunca lo había hecho antes. Estaba furiosa conmigo misma. Odiaba haber causado tantos desastres en la vida de los demás. Siempre había pensado que yo había causado muchos problemas desde hacía un año, pero no había sabido que mis líos sobrenaturales se remontaban a muchos años atrás.

— ¿Por qué te disculpas, Payton? Yo soy la que debe pedirte perdón. Si no fuese por mi constante estupidez... ¡Demonios! Payton, lo siento —me disculpé.

Estaba sintiendo que la historia me estaba asfixiando, pero algo me decía que tan solo era el comienzo de ella y no sabía si estaba preparada para continuar escuchando. Me aterraba muchísimo pensar que podía haberle causado más dolor a mi prima, más daño, aunque sabía que lo había hecho. Payton había perdido el control en algún momento de su vida y había asesinado a su hermano menor. Gracias a mí ella cargaba con un color de ojos que delataban lo que había hecho. Era un constante recordatorio de ello.

— Está bien —aseguró.

— No, no lo está. No actuemos como si lo estuviese, por favor —supliqué.

No estaba bien que actuáramos como si yo no tuviese la culpa de que Payton hubiese estado allí presente en el bosque conmigo justo en el momento en el que Deucalion decidió atacarme. Ella solo había intentado ayudarme a escapar y eso la había condenado de por vida.

— Si te afecta demasiado, podemos detenernos y dejaré el tema morir aquí. Lo menos que quiero es hacerte sentir mal, Scarlett. Es solo que necesito que sepas la verdad —explicó.

Volteé a verla y pude ver en sus ojos que ella estaba siendo completamente sincera. No podía culparla por los errores que yo había cometido en el pasado. Solo había sido mía, mi culpa, mi responsabilidad. Payton tenía razón, yo necesitaba saber la verdad para poder saber a qué me estaba enfrentando.

Moví mi cabeza de arriba abajo, asintiendo.

— Continúa —dije.

Payton suspiró.

— Scarlett, ¿cuándo fue la primera vez que viste a Derek Hale? —preguntó.

— Fue justo después de que Peter mordiera a Scott. Fui al bosque para escribir y me dijo que me fuera del lugar porque era propiedad privada —respondí sin dudarlo dos veces.

Mi prima negó.

— Esa no fue la primera vez. Ninguno de ustedes lo recuerda, pero se habían conocido antes. Los tres nos habíamos conocido antes.

* * *

— Payton, resiste —lloró Scarlett, rodeando la cintura de su prima con uno de sus brazos para luego pasar el brazo de Payton por sus hombros y así poder ayudarla a caminar.

Pequeños sollozos salían de los labios de ambas niñas mientras intentaban ayudarse la una a la otra. Scarlett se sentía culpable de lo que había sucedido. Un hombre, un monstruo, había mordido a Payton. Era una mordida enorme para el pequeño cuerpo de la niña y solo habían logrado escapar por un milagro.

Scarlett intentó recordar el camino a casa, pero se le dificultaba demasiado. Payton pesaba para su cuerpo y también estaba débil y asustada por las palabras del hombre. Él no podía saber lo que ella había descubierto. Era imposible.

— Solo un poco más —trató de convencerse a sí misma, Scarlett mientras caminaba lo más rápido que sus piernas le permitían con el peso de Payton—. Creo que estamos perdidas. Oh, Dios, lo siento tanto, Payton.

— E-Está bien —tartamudeó Payton, su mano libre se presionaba contra su costado donde el hombre la había mordido.

Scarlett negó.

Claro que no estaba bien. Habían sido atacadas por algo que no parecía humano. El hombre no podía ser humano. Scarlett lo había visto transformarse, había visto sus ojos cambiar de color y brillar en medio del bosque. Además, la fuerza y rapidez con la que se movía era impresionante. Eso sin contar que, ¿cómo podía él escuchar los latidos de su corazón? Era imposible a la distancia que él se había encontrado.

Él era un monstruo.

Habían sido atacadas por un monstruo. Scarlett había dejado de creer en los monstruos desde hacía mucho tiempo atrás. Sabía, o había pensado, que eran productos de la ficción, pero ahora no estaba tan segura de ello.

Scarlett tropezó con una rama y no pudo evitar caer de bruces, golpeándose con una de las piedras en su frente. Gimió de dolor e intentó ayudar a Payton a ponerse de pie, pero se le dificultó la tarea hasta que alguien más apareció a su lado. En un principio, sintió miedo. Estaba aterrada de que el hombre volviese a seguirlas para matarlas a mordidas, pero entonces pudo ver los ojos verdes de un chico en medio de la oscuridad. Él no podía ser mucho mayor que ellas. Tenía apariencia de ser un adolescente.

— ¿Están bien? —preguntó el chico.

— ¿V-Vas a herirnos también? —tartamudeó Scarlett, retrocediendo un poco e intentó de proteger a su prima herida.

El chico negó.

— Solo quiero ayudarlas. Ella está herida, ¿no es así? Puedo oler la sangre —dijo él, señalando a Payton con su mentón—. ¿Qué sucedió?

Scarlett mordió su labio inferior.

— No me creerías —susurró, las lágrimas volviendo su vista un poco borrosa.

— Sí lo haría —objetó el muchacho.

— Un monstruo nos atacó. Tenía ojos rojos, pero luego cambiaron. Está ciego cuando no es un monstruo y sabía que yo estaba mintiendo. Él me conocía, no sé cómo, pero sabía de mí —sollozó la niña, intentando de controlarse a sí misma, pero sus nervios la traicionaron.

Estaba tan asustada.

— ¿Dijiste 'ojos rojos'? —preguntó el chico.

— ¿Ves? Te dije que no me creerías —habló la niña.

El chico suspiró.

— Te creo, lo juro —aseguró—. Solo...déjame ayudarla, ¿sí? Las sacaré a ambas de aquí.

Scarlett lo miró, dudando, pero sabía que no tenía muchas opciones. Ella sola no sería capaz de encontrar el camino de vuelta a su casa y Payton necesitaba atención médica lo más pronto posible.

— ¿Cuál es tu nombre? —le preguntó.

El chico dudó un segundo.

— Derek. Mi nombre es Derek.

* * *

— ¿Qué?

La pregunta brotó de mis labios sin siquiera poder controlarla. Se me hacía inverosímil lo que Payton me estaba diciendo. No me cabía en la mente. Cada vez todo se tornaba más confuso y, por más que lo intentase, se me dificultaba creerlo. Sin embargo, al mismo tiempo sabía que Payton no me estaba mintiendo. Algo en lo más profundo de mi alma me decía que era verdad, que si me esforzaba lo suficiente sería capaz de recordarlo y confirmar sus palabras.

Yo había conocido a Derek de niña. Él nos había ayudado a ambas y ni siquiera podía recordarlo. ¿Por qué yo no podía recordarlo? Estaba segura de que eso no era un evento que se me podía olvidar así porque sí. Hubiese sido demasiado traumático para una niña. Olvidar no estaba en las opciones.

A menos que me hubiesen forzado a olvidarlo de la misma forma en la que los alfas habían robado las memorias de Isaac y Payton la noche que encontraron a Erica y a Boyd.

— Derek fue quien nos ayudó...—la interrumpí.

— Sí, capté esa parte. Es solo que estoy un poco impresionada con eso. Es...Dios, ¿cómo pude olvidarlo? ¿Por qué no puedo recordarlo? —pregunté.

Payton mordió su labio inferior y jugueteó con sus dedos antes de hablar.

— Tu madre no quiso que recordaras —respondió, dejándome completamente paralizada.

— ¿M-Mi madre? —articulé sin poder creerlo.

Cada vez se me dificultaba pensar que esa mujer que tanto me odiaba en estos momentos era la misma que recordaba de mi infancia. Ahora me dejan saber que también fue manipuladora desde mucho antes y me comencé a preguntar si esa madre cariñosa y afectuosa que llegué a tener solo fue una actuación de su parte. Ya sabía que mi padre no había sido una persona inocente, ¿qué me decía que mi madre tampoco lo había sido?

— Sí, Scarlett. Tu madre.

* * *

— ¿Scarlett? ¿Payton? Oh, Dios mío, ¿qué sucedió?

La voz de Sandra Brann sonó desesperada y preocupada al ver a las dos niñas con lágrimas en sus ojos. Scarlett tenía una cortada en su frente y Payton sangraba de su costado en los brazos de un adolescente que había visto antes. Era Derek Hale. Ella lo conocía.

— Ella fue mordida por un alfa —explicó Derek en voz baja, intentando que las niñas no escucharan esa parte—. Ambas lo vieron.

Una expresión de horror se apoderó del rostro de Sandra.

— ¿Quién fue? ¿Ennis? ¿Kali? —preguntó con rapidez, indicándole a Derek que colocara a Payton sobre uno de los sofás.

La niña gimoteó cuando su tía alzó su camisa para analizar la mordida. Suspiró un poco aliviada al ver que estaba comenzando a sanar, pero a su vez no sabía qué le diría a su cuñada. ¿Cómo explicarle que su hija había sido mordida por un alfa? Era demasiado joven como para lidiar con una transformación de ese tipo.

— Mamá...—la llamó Scarlett con voz temblorosa.

— ¿Qué hiciste, Scarlett?

Scarlett se encogió ante el tono furioso de su madre.

— Fue un accidente, lo juro. Solo iba a tomar una foto para molestar a Stiles —se excusó.

— ¿Una foto? ¿Te pusiste en peligro solo por una maldita foto? ¿Cómo puedes ser tan tonta, Scar? —habló su madre, histérica.

Lágrimas se acumularon en los ojos de Scarlett y sus mejillas se tornaron rojas por la vergüenza de que su madre la estuviese regañando de ese modo en frente de Derek. Sí, ella estaba consciente de que había sido tonta, pero no había necesidad de atacarla de ese modo. Ella estaba asustada, era una niña y quería que su madre la consolara, no que la continuara regañando.

— Lo siento —murmuró.

— ¡No digas nada! —le gritó—. Derek, dile a tu madre que necesito ese favor que me dijo que me debía. Ahora mismo.

* * *

— ¿La madre de Derek le debía un favor a la mía? —pregunté con confusión.

Payton asintió.

— Al menos es lo que recuerdo haberle escuchado decir —respondió mi prima.

Pasé las manos por mi rostro y luego por mi cabello, intentando procesar la información. Payton había mencionado que mi madre me había tratado mal en ese momento y que, según parecía, no era la primera vez que me hablaba de ese modo. Frente a los demás siempre había actuado como una madre cariñosa, pero en ese momento parecía que se había transformado por completo.

— Todo es tan...confuso —dije.

— Lo sé. Si es confuso para mí, no me quiero imaginar lo confuso que debe ser para ti, Scarlett.

Suspiré.

Entonces comprendí la razón por la que odiaba tanto que me llamaran Scar. Mi madre solía llamarme de ese modo cada vez que dejaba de ser alguien cariñosa y se transformaba en esa madre que era prácticamente una bruja y no en el buen sentido de la palabra. Ella me había inculcado el odio a ese apodo sin siquiera saberlo. Me hacía sentir exactamente como lo que significaba, como una cicatriz, un mal recuerdo de una herida que había provocado.

De las muchas heridas que había provocado a lo largo de mi vida.

Todo lo que había sucedido, todos los sucesos se alineaban poco a poco y, aunque me ayudaban a comprender algunos detalles de mi vida, me hundían en una miseria de la que no tenía escapatoria. Me ahogaban, me impedían escapar de los malos pensamientos. No estaba segura si quería saber el resto de la historia porque solo me daba más razones para no perdonar a mi madre.

— ¿Qué pasó después? —pregunté, preparándome mentalmente para escuchar lo peor.

* * *

— ¿Estás segura de que quieres hacer esto, Sandra? —preguntó Talia Hale mirando a Scarlett con una mueca de inconformidad.

No le agradaba del todo la idea de tener que hacerlo. Estaba segura de que tenía que haber otra solución que no involucrara quitarle esas memorias. En parte comprendía que Sandra no quisiera que su hija recordara lo sucedido con el alfa, pero al mismo tiempo no le gustaba que fuese por egoísmo propio su elección. No lo hacía por proteger a su hija, sino que lo hacía por protegerse a sí misma de lo que la niña sabía.

— Me lo debes —le recordó Sandra.

Talia suspiró y clavó sus garras en el cuello de Scarlett, concentrándose en quitarle las memorias que Sandra le había pedido. Le tomó tan solo unos minutos hacerlo. Cuando sacó sus garras, la niña quedó inconsciente, pero estaba completamente bien. No estaba paralizada y tampoco había muerto en medio del ritual.

— ¿Qué va a suceder con la otra niña, la que fue mordida? —Se interesó por saber.

— Sus padres se la llevarán lejos de Beacon Hills y no se volverán a ver a menos que sea estrictamente necesario —respondió Sandra.

La alfa frunció sus labios en una mueca.

— ¿Y eso sería? —preguntó.

— Que Scarlett sea mordida por un alfa. Alexander y yo abandonaremos Beacon Hills también. Necesita estar lo más lejos posible de todo el mundo sobrenatural —expresó de forma cortante—. Y Talia, no comentes nada respecto a lo que viste en esas memorias.

La expresión de Talia cambió. Estaba claro que ella había visto aquellas memorias de lo que Scarlett no debía saber. Era un secreto demasiado oscuro, la podía llevar a la ruina si tan siquiera los demás se enteraban.

— Mis labios están sellados —aseguró la alfa.

— Más te vale. No soy persona de amenazar y lo sabes bien, pero sí sabes de lo que mi marido es capaz de hacer si se entera —le advirtió y justo antes de marcharse cargando a su hija, se giró para verla—. Derek tampoco debe recordarla. Nadie debe hacerlo.

— Tarde o temprano vas a tener que parar de correr, Sandra.

Sandra Brann le dedicó una mirada seria a Talia Hale.

— Solo cumple tu promesa —soltó antes de marcharse.

* * *

Me quedé perpleja ante las palabras de Payton. Mi madre había robado mis memorias. Me había dejado con lo que ella quería que recordara. No solo me quitó los recuerdos de esa noche en la que habían mordido a Payton por mi culpa, sino que me había robado algo más y había manipulado a Talia Hale a hacerlo.

— Scarlett —me llamó Payton al notar que me había quedado con la mirada perdida—, mi teoría es que te quitó las memorias porque...

— Vi algo que no tenía que haber visto —completé, uniendo las piezas del rompecabezas.

Ese algo era lo que Deucalion había descubierto también. Era lo que no cuadraba conmigo en mi familia. La razón por la que también me habían eliminado las memorias de mis familiares y de Payton. Ellos, mis padres, habían querido alejarme de todo lo que me había puesto en peligro, y eso los incluía a ellos mismos. Sin embargo, mi padre no había sabido toda la historia, por eso mi madre estaba tan histérica esa noche.

— Es lo que pienso.

— Llama a Peter —ordené, poniéndome de pie.

— ¿Quieres que llame a Satanás? ¿Has perdido la cabeza? —preguntó.

Negué.

— Necesito saber qué fue aquello que vi. Recuperar las memorias de la forma en la que Deaton tuvo para hacerte recordar no funcionaría conmigo, me mataría antes de siquiera poder acceder a mi mente. Sin embargo, Peter puede utilizar sus garras para introducirse en mi mente, aunque sea un poco —expliqué.

Si iba a unir las piezas del rompecabezas, tenía que comenzar por el principio. Por el verdadero principio y eso era descubrir qué fue aquello que vi; el secreto de mi madre.

__________________

¡No pude controlarme al publicar este capítulo! Además, no me siento bien y sus comentarios siempre me mejoran el día. ❤️

¿Qué piensan de la historia del pasado? ¿Les gustó? ¿Qué piensan que sea ese secreto de su madre? ¿Creen que esas sean las llamas que 'consuman' a Scarlett? ¿Derek y Scarlett conociéndose desde mucho antes?

Les dejo un YoungDerek para que disfruten de ese papasito también ❤️

Chau y hasta la próxima❤️

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