ENEMY FLAMES ▲ TEEN WOLF ➂

By MrsMalfoy_

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TERCER LIBRO DE LA SAGA DE FANFICS ENEMY. SINOPSIS EN LA PRIMERA PARTE DEL LIBRO PARA EVITAR MAYORES SPOILER... More

Sinopsis
Prefacio
1. Enfocas tu mente en hacer lo correcto
2. El tatuaje
3. Efímero
4. Herida abierta
5. Muérdete la lengua y acéptalo
6. Riesgo o recompensa
7. Aguas álgidas
8. Pésimos con Google
9. En el Banco Nacional
10. Necesitamos ayuda de verdad
11. Colaborando con Argent
12. Sacrificios humanos
13. Carrera en el bosque
14. Provocaciones
15. Saboteando a los gemelos
16. Despedida apropiada
17. ¿Bones o Supernatural?
18. As bajo la manga
20. Un viaje incongruente
21. No es lo que él hubiese querido
22. Lista de sospechosos
23. Fue tu culpa
24. No hay esperanza
25. Muérdago
26. Somos tan cliché
27. Otro inocente
28. La historia de una mordida
29. La verdad oculta
30. Marcada por el fuego
31. Acorralando a Ethan
32. Es mi ancla
33. No tan rápido, perra
34. Mosquita muerta
35. Atrapados en el hospital
36. Bilinski y Clayton
37. Aguanta tu respiración
38. Sacrifícate por ellos
39. Eclipse lunar
Epílogo
Agradecimientos + Enemy#4

19. Una constante agonía

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By MrsMalfoy_

Mi vista se nubló por las lágrimas y apenas pude reconocer mi propia voz cuando un grito desgarrador salió de mis labios, cayendo de rodillas frente al borde donde había visto caer a Derek. Presioné mis manos contra el suelo y quebrados sollozos comenzaron a quemar mi garganta, haciendo que mis hombros temblaran con cada lamento que emitía.

Era desgarrador. Casi se sentía como si alguien estuviese clavando sus garras en mi alma para después arrancarla sin piedad alguna, dejándome sin aliento y completamente vacía. Mi pecho se contrajo dolorosamente mientras sentía que mi corazón se ensombrecía por lo sucedido.

Derek.

Dios mío, Derek.

Intenté llevar el oxígeno a mis pulmones, abriendo mis labios al inhalar por la boca, pero no podía sentirlo. Solo estaba sintiendo que me ahogaba con cada bocanada de aire que tomaba. Cada esfuerzo era en vano. Todo era en vano.

Derek estaba muerto.

Y yo no pude hacer nada para salvarlo, solo verlo caer, llevarlo a su muerte.

— Scarlett, tenemos que irnos —habló Payton, sus manos ahuecando mis mejillas para obligarme a mirarla, para obligarme a dejar de mirar el cuerpo de Derek a muchos metros de distancia de mí.

Sus dedos secaron mis lágrimas, pero fue en vano porque de mis ojos seguían cayendo más y más. No podía controlarlo. No podía procesar lo que acababa de suceder. Se suponía que yo iba a ayudar a Derek...no provocar el corte que lo llevaría a la muerte.

— No puedo —pronuncié entre sollozos.

Payton me miró durante un segundo y sus manos dejaron de limpiar mis mejillas para abrazarme con fuerzas. Oculté mi rostro en su cuello y continué llorando, aferrándome a la única persona que podía en estos momentos.

Sentía que el aire me faltaba, que una parte más de mi alma se había oscurecido y que no podría vivir de esta forma. En mi mente se repetía una y otra vez la última mirada que Derek me dirigió mientras caía.

— Todo estará bien —murmuró Payton, su mano subiendo y bajando en mi espalda para calmar mi llanto.

Moví mi cabeza en gestos negativos. Me estaba mintiendo. Payton estaba diciéndome una mentira para hacerme sentir mejor cuando no había palabras en el mundo que me pudieran brindar consuelo.

Esto era muy diferente a haber roto nuestra pequeña y casi inexistente relación. No ser su pareja no significaba que jamás pudiera verlo de nuevo, porque lo había hecho. Lo había visto y mi corazón había latido con más fuerzas al sentir su presencia. Sin embargo, ahora estaba muerto. No había forma de que volviera a verlo.

Jamás sería capaz de ver sus ojos verdes con tonalidades grisáceas examinando mi rostro, no volvería a sostener mi mano, no tranquilizaría mi llanto y no me ayudaría a mantener el control. Había perdido a mi ancla, a la única persona que me mantenía siendo humana.

¿Cómo podría ser capaz de sostenerme en pie y seguir luchando cuando mi ancla se había ido? Cuando sabía que ya no escucharía ni aguantaría mis comentarios sarcásticos y excesivamente honestos. Cuando no volvería a recriminarle cada vez que hacía las cosas mal. Cuando sabía que se había muerto y nunca había tenido la oportunidad de confesarle mis verdaderos sentimientos.

— Nunca le dije —susurré, sorbiendo de mi nariz, intentando respirar en medio de mi llanto incesable.

— ¿Qué cosa, Scarlett? —preguntó Payton en un tono suave y cauteloso, como si temiera que fuese a hacer peor mi crisis emocional.

— Nunca le dije que lo quería —confesé en un hilo de voz.

Necesitaba arrancarme esas palabras de mi pecho. Necesitaba decirlas para poder saber que las había dicho, aunque fuese demasiado tarde.

Él ya no podía escucharme.

— Scarlett, necesitamos irnos —anunció Scott, ayudando a Payton a ponerme de pie. Mi prima se había quedado completamente paralizada al escuchar mi confesión, pero reaccionó cuando Scott se acercó a nosotras.

Ambos prácticamente se encontraban arrastrándome fuera del centro comercial abandonado. Pero yo no podía enfocar mi mente en algo que no fuese Derek. Por más que lo intentase, se me hacía imposible.

Me dolía, me derrumbaba, era como un puñal clavándose en mi corazón una y otra vez, removiéndose de lado a lado, recordándome lo que era perder a alguien que significaba el mundo entero para ti. En menos de un año, había perdido a dos personas por las cuales yo hubiese dado todo.

Mi padre y el hombre del que estaba perdida e irremediablemente enamorada. Ambos habían muerto frente a mis ojos, sus últimas miradas fueron dirigidas hacia mí y no pude hacer nada para salvarlos. Lo único que pude ser capaz de hacer fue verlos morir.

Sentí un tirón dentro de mi estómago, estaba mareada, apenas podía respirar y lo próximo que sentí fue la bilis subir por mi garganta. Scott aguantó mi cabello mientras yo devolvía todo el contenido de mi estómago a una esquina de la calle cerca del auto. Había sido completamente involuntario enfermarme físicamente ante mi estado emocional. Ni siquiera tuve tiempo de entrar en pánico por la fobia que le tenía al vómito porque mi mente ya se encontraba en suficiente crisis.

— Debí haber hecho algo más para ayudarlo —hablé, mi barbilla temblando por el llanto reprimido mientras había vomitado.

— Hiciste todo lo que pudiste, Scarlett —me aseguró Scott.

Dirigí mi mirada hacia el rostro de mi mejor amigo. Lucía borroso ante mí y restregué mis ojos para apartar las lágrimas acumuladas en ellos. Él me miraba con lástima. Odiaba la lástima, pero supongo que era inevitable que él la sintiera por mí.

— Pero aún así no pude salvarlo —dije.

Había intentado de salvarlo, de mantenerlo con vida, aunque no estuviese conmigo porque la idea de no verlo jamás me era insoportable, pero no fue suficiente. Mis esfuerzos jamás parecían ser suficientes para salvar a las personas que me importaban. Poco a poco me iba quedando más sola, más rota y sin esperanzas de poder continuar con toda la presión sobre mis hombros.

— Scarlett, tú me salvaste más de una vez esta noche. Salvaste a Payton, a Isaac, a Cora y a Boyd. Fue tu plan el que nos salvó y que impidió que Derek muriera como lo que no es: un asesino —Scott colocó sus dedos en mi mentón para obligarme a mirarlo—. Siempre nos salvas a todos, aunque no lo creas.

Aparté su mano de mi rostro y negué con mi cabeza. No podía aceptarlo. Simplemente...no podía. Tal vez era tonto exigirme tanto cuando todo estaba fuera del alcance de mis manos, pero quería hacerlo. Quería creer que podía hacer algo más que ver a las personas morir de forma injusta. Quería creer que en algún momento podría salvar a alguien.

Pero no podía. Solo continuaban muriendo una y otra vez.

— No es suficiente —murmuré—. No para mí.

No tuve idea de cómo fue que llegué a mi casa, de lo único que fui consciente fue del momento en el que crucé la puerta y toso mi mundo volvió a venirse abajo. Las paredes me aprisionaban, los recuerdos me torturaban y los sentimientos me asfixiaban.

Cada centímetro de esa casa estaba lleno de los recuerdos de los dos hombres que habían muerto por mi culpa.

Recordé el día en el que Derek me vino a visitar para asegurarse de que no me estuviese convirtiendo luego de que Peter me rasguñara en la tienda de vídeos. También la noche luego del primer juego de lacrosse en la que vi a Derek de pie fuera de la ventana de mi cocina. La primera vez que estuve en su auto y nos permitimos hacernos tres preguntas el uno al otro. Esa fue la primera vez que lo soborné para que me comprara Doritos.

Subí las escaleras en dirección a mi habitación y me detuve frente a mi puerta, sabiendo que ahí estarían los recuerdos más fuertes para mí. La primera vez que me besó y la vez que me consoló luego de la muerte de mi padre.

¿Cómo podía vivir en un lugar donde todo me recordaba a ellos?

Cada centímetro de mi hogar estaba lleno de memorias, de recuerdos que me transportaban a los tiempos donde, sin saberlo, era feliz. Por más problemas que hubiese tenido en el pasado, no se comparaban con los de ahora. Era como si todo hubiese empeorado, poniéndose cada vez peor. Una constante agonía de la que no podía escapar por más que lo intentase, por más que enfocara mi mente en intentar hacer lo correcto y seguir hacia delante, se me dificultaba. Ya se me hacía casi imposible continuar.

Entré a mi habitación, intentando buscar el oxígeno que no me llegaba a los pulmones. Me quité la chaqueta, lanzándola a algún lado de la habitación sin importarme mucho dónde terminara y pasé las manos por mi cabello, caminando de lado a lado.

Inhalar, exhalar.

Inhalar, exhalar, me repetí a mí misma, intentando enfocarme en recuperar el control de mi respiración, pero no podía. Mi vista se detuvo en la puerta del baño y agarré lo primero que encontré a mi alcance, para arrojarlo contra esta. El cristal del marco de la foto que había lanzado se quebró en cientos de pedazos y prácticamente era una descripción gráfica de cómo me sentía en esos momentos.

Me deslicé por la puerta hasta el suelo donde volví a romperme en sollozos y lamentos, presionando las palmas de mis manos contra mi rostro en un intento de ahogarlos.

Estaba completamente rota, destruida y me sentía diminuta. Era como una niña pequeña que ha perdido su camino en la vida y no sabe cómo continuar. Así era exactamente como me sentía, un barco a la deriva sin tierra a la vista ni provisiones para continuar sobreviviendo.

— Scarlett, déjame pasar, por favor —pidió Payton desde el exterior de mi habitación.

Negué con mi cabeza, aunque ella no fuese capaz de verme.

— Déjame sola —supliqué, apoyando mi cabeza contra la madera de la puerta, mis lágrimas deslizándose por mi cuello.

— No puedo dejarte sola. No así —dijo.

Pero no respondí.

No tenía fuerzas ni ganas de hacerlo. Solo quería que toda esta pesadilla se acabase de una vez y por todas. No estaba segura de poder salir triunfante de esta. Ya no estábamos hablando de un alfa buscando venganza por el incendio de su familia, tampoco de un adolescente que no había podido completar su transformación en hombre lobo, estábamos lidiando con asesinos.

Asesinos que se habían llevado la vida de Derek.

Asesinos que ahora iban por mí.

* * *

En medio de la noche se me hacía imposible dormir o siquiera pensar en hacerlo. Estaba envuelta en mis sábanas, en medio de la oscuridad, sin saber cómo continuaría con mi vida de este modo. Solo podía sentir el pecho doliéndome, las lágrimas resbalando por mis mejillas y la incesable sensación de culpa abarcando cada centímetro de mi cuerpo y de mi mente.

Cada vez que cerraba mis ojos solo podía vez las imágenes de Derek cayendo hacia su muerte y de la última mirada que mi padre me dedicó antes de que yo clavara la daga en su abdomen.

Dos muertes.

Tan distintas, pero a la vez tan parecidas.

Dos muertes provocadas por mí.

Mordí mi labio inferior y gimoteé, poniéndome de pie de la cama sin saber exactamente hacia dónde dirigirme. Solo sabía que no me podía quedar encerrada en mi habitación con todo asfixiándome, volviéndome su prisionera sin permitirme escapar. Ni siquiera me doy cuenta de que me he detenido frente a la habitación de mi madre hasta que mis ojos reconocen la marca que hice en la madera cuando niña.

En mi interior sabía la razón por la que había terminado ahí. Solo ella podía entender lo que se sentía perder a alguien que quieres en un aspecto romántico. Mis nudillos tocan la puerta, pero no hago el intento de mover la perilla porque sé que está cerrada con seguro. Ella siempre la cierra con seguro desde que pasó lo de mi padre.

— ¿M-Mamá? —tartamudeé, apoyando mi frente contra la puerta.

Sorbí de mi nariz, intentando controlar mi llanto.

La necesitaba. Ahora más que nunca necesitaba que me abrazara y que me dijera que todo estaría bien. Necesitaba que fuese mi madre quien me consolara y secara mis lágrimas como solía hacer cuando era niña y había algo que me aterraba o me había dolido.

Silencio.

— Mamá, ¿podrías abrir la puerta? —pregunté en un tono de voz tembloroso—. Por favor —mi voz se quebró en medio de esas dos palabras. Más silencio. Inhalé con fuerzas, sintiendo un grueso nudo formarse en mi garganta—. Sé que estás ahí dentro, mamá. También sé que estás despierta, puedo oírte cerca de ella.

Las lágrimas empañaron mi vista, impidiéndome ver con claridad, y me quemaron mis ojos. No podía creer que esto estuviera sucediendo. Me rehusaba a creerlo.

¿Acaso ella no podía ver que yo también estaba sufriendo? Entendía que ella me odiara por haber matado a su otra mitad, por haber sido egoísta al no querer morir consumida por mi propio poder, por no haberla considerado al tomar la decisión. Pero lo que verdaderamente no podía comprender, era cómo ella continuaba huyendo de mí a sabiendas que yo también me encontraba sufriendo.

Le di su espacio, esperé con paciencia a que sus heridas comenzaran a sanar y acepté su odio hacia mí durante estos largos meses. Aún cuando yo misma no podía dormir por las pesadillas y la culpa que carcomía mi ser, lo acepté todo. Sin embargo, ahora no podía aguantarlo.

— Lo siento —articulé en quebrados sollozos—. Lamento haber sido egoísta, mamá. Lamento haberte destruido a ti también. Tal parece que eso es lo único que sé hacer en estos momentos; herir a las personas y destruirlas —continué hablando con la esperanza de que ella abriera la puerta. Giré, apoyando mi espalda contra la puerta y me deslicé hasta el suelo, abrazando mis rodillas contra mi pecho—. Pero te necesito. No sé si eso me convierta en alguien más egoísta y, si lo hace, realmente no me importa. Solo te pido, no, te suplico —me corregí a mí misma—, que seas la madre que necesito en estos momentos. Por favor.

Y esperé.

Esperé con paciencia a que mi madre abriera la puerta y me abrazara, tranquilizando mi llanto, mi miedo, mi culpa. Todo. Esperé por largos minutos que se convirtieron en horas eternas. Esperé hasta que el sol comenzara a salir de nuevo, brindándole calidez a una casa fría y desesperanzada.

Pero mi madre nunca abrió la puerta.

_______________

Creo que este ha sido de los capítulos más sad que he escrito en mi perra vida. Y eso es bastante teniendo en consideración que he escrito muchos. Básicamente este fue el breakdown emocional de Scarlett, su punto de quiebre de este libro.

Para las que se preocuparon por mí, estoy bien. Mi familia también. Los daños para Puerto Rico no fueron mayores gracias a Dios, pero los de otras islas (Barbuda, por ejemplo) ha sido devastador y verdaderamente triste por lo que están pasando. A mis vecinas de República Dominicana, déjenme saber que se encuentran bien. Su bienestar también me preocupa.

Preguntas: ¿Cómo se sintieron con este capítulo? ¿Sintieron el dolor de Scarlett? ¿Qué opinan respecto a la madre de Scarlett? ¿Alguien más quiere cachetearla con un bloque para después ir a abrazar a Scar? ¿Qué opinan que ocurra ahora?

Oficialmente este es el último capítulo que subiré con dieciséis años de edad (son las 9:30pm y ya mañana es 8 de septiembre, o sea, mi cumpleaños). Cumpleaños que pasaré sin luz eléctrica :') gracias Irma :D

Chau, los amo y gracias a las que ya me han felicitado ❤️

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