ENEMY FLAMES ▲ TEEN WOLF ➂

By MrsMalfoy_

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TERCER LIBRO DE LA SAGA DE FANFICS ENEMY. SINOPSIS EN LA PRIMERA PARTE DEL LIBRO PARA EVITAR MAYORES SPOILER... More

Sinopsis
Prefacio
1. Enfocas tu mente en hacer lo correcto
2. El tatuaje
3. Efímero
4. Herida abierta
5. Muérdete la lengua y acéptalo
6. Riesgo o recompensa
7. Aguas álgidas
8. Pésimos con Google
9. En el Banco Nacional
10. Necesitamos ayuda de verdad
12. Sacrificios humanos
13. Carrera en el bosque
14. Provocaciones
15. Saboteando a los gemelos
16. Despedida apropiada
17. ¿Bones o Supernatural?
18. As bajo la manga
19. Una constante agonía
20. Un viaje incongruente
21. No es lo que él hubiese querido
22. Lista de sospechosos
23. Fue tu culpa
24. No hay esperanza
25. Muérdago
26. Somos tan cliché
27. Otro inocente
28. La historia de una mordida
29. La verdad oculta
30. Marcada por el fuego
31. Acorralando a Ethan
32. Es mi ancla
33. No tan rápido, perra
34. Mosquita muerta
35. Atrapados en el hospital
36. Bilinski y Clayton
37. Aguanta tu respiración
38. Sacrifícate por ellos
39. Eclipse lunar
Epílogo
Agradecimientos + Enemy#4

11. Colaborando con Argent

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By MrsMalfoy_

Me removí en el asiento de la camioneta de Derek, incómoda con el plan de mi mejor amigo. Cuando Scott dijo que necesitábamos ayuda, jamás pensé que se refiriera a perseguir a Chris Argent por todo Beacon Hills hasta dar con él a las afueras de un colmado donde él se encontraba haciendo sus compras. Una bolsa se cayó de sus brazos mientras intentaba sacar la llave de su camioneta para abrirla.

— ¿Creen que esto vaya a funcionar? —preguntó Isaac desde el asiento trasero.

Nop —respondimos Derek y yo al unísono y de forma monótona.

Lo menos que Argent quería era meterse en más de nuestros líos. Además, podía deducir que tampoco estaba entusiasmado por ayudarnos por la forma en la que se encontraba apuntando a Scott con su pistola.

— Yo tampoco —coincidió Payton.

— Así que...tu hermana —comenzó a decir Isaac, montando un tema de conversación en lo que Scott se las arreglaba para convencer a Argent de darnos su ayuda.

Payton, Derek y yo volteamos a ver a Isaac sin poder creer que esas eran las palabras que habían salido de sus labios. ¿No se suponía que Payton y él estaban teniendo algo? Lo que sea que estuvieran teniendo. Pensé que estaban siendo más cercanos que una amistad.

— ¿En serio? —susurré con incredulidad.

La cara de Derek era un verdadero poema. Él verdaderamente no quería que Isaac se acercara a su hermana y, a decir verdad, era un poco gracioso la forma en la que estaba saliendo su lado sobreprotector de hermano mayor. Nunca lo había visto de esa forma, pero seguía luciendo atractivo.

— Perdón —aclaró su garganta—, ahora no es un buen momento, preguntaré después. —Todos volvimos a dedicarle la misma mirada de antes—. O nunca. Nunca está bien —añadió.

Payton cruzó sus brazos y se alejó de Isaac, manteniendo una expresión de que quería matarlo. Yo también mantendría esa expresión si no viera que sus comisuras comenzaron a elevarse, intentando reprimir una carcajada. Él los estaba molestando a ambos.

— ¿Qué es tan gracioso? —preguntó Derek, elevando sus cejas.

Moví mi cabeza en gestos negativos.

— Nada —hubo un pequeño silencio—. Por cierto, tu hermana creo que me odia un poco.

Derek frunció su ceño y eché mi cabello hacia el lado para dejarle ver la herida que sus garras habían provocado en mi piel. Ya se encontraba sanando, pero seguían estando visibles. Las puntas de sus dedos tocaron esa zona y me aparté al sentir el ligero ardor.

— ¿Ella hizo eso?

Asentí.

— Sí, bueno, quizá yo le haya quemado alguna parte de su cuerpo —murmuré, ladeando mi cabeza un poco. Vi que Argent le hizo un gesto a Scott y este se subió a la camioneta de él—. Síguelos.

— No quiso ayudarnos —dijo Payton, un poco confusa con las tácticas de Scott.

Esbocé una pequeña sonrisa.

— Créeme. Estoy segura de que lo hará para el momento en el que terminemos de seguirlos —les aseguré, aunque a veces pienso que le tengo mucha confianza a los poderes de persuasión de mi mejor amigo.

Derek puso en marcha la camioneta y los seguimos, manteniendo nuestra distancia, por Beacon Hills hasta que llegamos a la piscina donde muchas patrullas y ambulancias se encontraban. Una pareja se encontraba llorando cerca de una camilla y no pude evitar sentirme peor al sumar dos más dos. Era el chico que habían matado.

Él tenía una familia que lo extrañaría y se volvería loca sin él. Las ganas de llorar se hicieron más fuertes, pero me resistí a dejar las lágrimas salir de mis ojos.

Derek agarró mi mano y entrelazó nuestros dedos, dándome un ligero apretón reconfortante. Sonreí porque eso era lo que yo solía hacer con él cada vez que sabía que estaba afectado por algo, ya fuera que estuviese enfadado o muy abrumado con sus propios sentimientos. Gesticulé un "gracias" con mis labios y él me dedicó una de sus muy raras, pero hermosas, sonrisas justo antes de llevar mi mano hasta sus labios y depositó un beso en el dorso de esta.

Lo tenía decidido, él sería mi ruina. Quizá por el hecho de que nunca lo había visto de ese modo antes, casi siendo cariñoso. Por el amor a Cristo, se trataba de Derek Hale, aquel que nunca estaba feliz.

— Él aceptó —murmuró Payton con un ligero toque de sorpresa en sus palabras.

— Te lo dije.

* * *

Argent dejó caer una mochila en el suelo del bosque y nos dedicó a todos una mirada antes de suspirar. Algo me decía que él todavía no estaba muy convencido de ayudarnos, pero no le quedaba de otra si no quería que más inocentes siguieran muriendo. Supongo que saber lo que sucede te hace responsable de una forma u otra.

— ¿Los están rastreando por huellas? —preguntó, colocándose en cuclillas para tener una mejor vista de las marcas de zapatos en el lodo.

— Lo intentamos —respondió Scott.

— Entonces han estado perdiendo su tiempo. Solo hay una criatura en la Tierra que puede rastrear de vista las pisadas y ese es el hombre. —¿Y qué demonios éramos todos aquí? ¿Vacas? Según tengo entendido, todos somos humanos aquí, solo que tenemos ciertas habilidades que nos hacen diferentes—. Y si no están entrenados como yo, no tienen ni idea que esta huella es de Boyd y estas son de...

— Cora —lo interrumpió Isaac con seguridad.

— No, son tuyas —le notificó Argent. Isaac miró las huellas y luego sus propios pies con confusión—. Pisaste las de Cora cuando caminaste por ahí. Escuchen, sé que ustedes están enfocando la mitad de su energía en resistir sus propias necesidades bajo la luna llena, pero eso los pone en gran desventaja contra Boyd y Cora, quienes están sometidos por completo. Ellos han pisado el pedal hasta el fondo, mientras que ustedes apenas llegan al límite de velocidad.

Se notaba que Argent sabía lo que hacía, pero al mismo tiempo nos resaltaba con mucho énfasis lo que nos encontrábamos haciendo mal y, para mi pensar, esa era una pérdida de tiempo. Ahora mismo Boyd y Cora podrían estar despedazando a otros inocentes mientras Argent se encargaba de darnos el sermón de si-estás-entrenado-puedes-hacerlo.

— ¿Entonces qué hacemos? —interrogó Derek de brazos cruzados. Él estaba más descontento que todos con la idea de pedirle ayuda a Argent.

— Concéntrense en su sentido del olfato —les dijo a los cuatro hombres lobos que me rodeaban—, y tú, en el calor de sus cuerpos —se dirigió directamente hacia mí—. Lobos reales son conocidos por rastrear a su presa por más de cientos de millas al día solo por su aroma. Un cazador entrenado utiliza el olor para rastrearlos.

Vaya, estábamos recibiendo toda una clase de Cazar Hombres Lobos 101. Quizá debería hacer un curso en línea para que así todos pudiéramos aprender más al respecto.

— Si el viento está de su parte, los lobos pueden conseguir un aroma a una distancia de dos millas, lo que significa que podemos atraerlos a nosotros —continuó explicando Argent—, o a una trampa —añadió, lanzándole una red a Scott—. La luna llena nos da una ventaja. Tienen una mayor señal de calor, lo que los hace más fácil de localizar con infrarrojos o, en nuestro caso, con una elemental.

— Sí, creo que está sobreestimando mis habilidades. Eso conduce mucho a una gran decepción —comenté, rascando mi nuca.

A pesar de que mis habilidades eran bastante buenas, todavía no tenía mucha experiencia con ellas, así que era como tener nada. No podía simplemente pensar en ello dos segundos y que aparecieran, dándome una dirección. Además, no tenía otra persona que realmente me enseñara a manejarme. Estaba aprendiendo por mí misma y eso solo reducía la velocidad de mi aprendizaje.

— Y yo creo que tú subestimas tus propias habilidades —protestó Argent, lanzándonos binoculares infrarrojos a cada uno de nosotros.

Derek los miró.

— Gracias, pero tengo los míos —dijo y sus ojos brillaron rojos.

Todos los teníamos.

— Solo recuerden que no estamos cazando animales salvajes. Bajo esos impulsos están dos seres humanos inteligentes. No piensen que ellos no cuentan con su lado humano. Está reprimido, pero está ahí recordándoles cómo ocultar su aroma, cómo ocultar sus huellas, cómo sobrevivir.

Y eso era algo que teníamos bastante presente. Porque no había forma alguna de que unos hombres lobos fuera de control pudieran huir tan rápido. Llevábamos gran parte de la noche intentando atraparlos. Eso debía dejarnos un mensaje. Puede que en un principio pensáramos que lograríamos atraparlos así sin más, pero ya estábamos aceptando que se nos dificultaría la misión a tal punto donde haríamos una pequeña colaboración con un cazador veterano para atraparlos.

— ¿Cuándo fue la última vez que viste a tu hermana? —le preguntó Argent a Derek.

— Nueve años. Pensé que murió en el incendio.

Eso era demasiado tiempo. Su hermana sería como una extraña para él.

— ¿Sientes que puedes captar su aroma? —Derek negó. Argent suspiró y miró a mi mejor amigo—. Scott, ¿cuánta confianza tienes en tus habilidades?

Scott alzó sus cejas.

— Honestamente, la mayor parte del tiempo estoy intentando no pensar en todas las cosas que puedo oler —confesó.

— ¿Qué hay de ti, Scarlett?

Volteé a mirarlo con la sorpresa abarcando cada centímetro de mis rostro.

— ¿Qué sobre mí? —cuestioné.

— ¿Puedes confiar en tus habilidades?

Esa era una muy buena pregunta.

— Bueno, sí y no. Son buenas, pero todavía me queda mucho por aprender y a veces puedo llegar a suprimirlas al punto donde se me dificulta poder alcanzarlas.

Argent asintió, aceptando mi respuesta y pensando en qué podíamos hacer para poder lidiar con todo este asunto de Boyd y Cora.

— De acuerdo. El problema es que cuando crucen el bosque, llegan al área residencial. Una vez pasen la escuela, estarán en el centro de Beacon Hills —explicó Argent.

— No van a matar todo lo que vean, ¿o sí? —intervino Isaac.

— No —contestó Argent, aunque en mi mente esa respuesta sería completamente distinta—. Pero hay una diferencia importante que reconocer. Los lobos cazan por comida y en cierto punto se llenan. Pero Boyd y Cora están cazando por el mero placer de matar, por una cúspide primal de la satisfacción depredadora que viene de despedazar cuerpos calientes y quién sabe cuándo esa necesidad se satisfaga.

— No podemos matarlos —dijo Scott.

En cierto modo, me reconfortaba que Scott estuviera convencido de salvarlos, pero al mismo tiempo me aterraba que existiera la posibilidad donde no pudiéramos salvaros. No quería cargar con más muertes. Sin embargo, tampoco quería que Boyd y Cora continuaran siendo máquinas imparables de matar.

— ¿Y si no podemos atraparlos? —cuestionó Derek.

— Quizá solo tengamos que contenerlos —sugirió Payton. Todos la miramos, unos más sorprendidos que otros por sus palabras—. ¿Qué? ¿Mala idea? Solo me callaré y...—Argent la interrumpió.

— No, de hecho, eso es una magnífica idea. No hay nadie en la escuela, ¿verdad?

— ¿Quieres atraparlos dentro? —Mi voz sonó un poco sorprendida.

— Si hay algún lugar con una puerta lo suficientemente fuerte, sin ventanas o acceso al exterior.

— ¿Qué hay del cuarto de calderas? Es solo una gran puerta de acero —Isaac hizo su aportación al plan.

— ¿Están seguros de que la escuela está vacía? —volvió a preguntar Argent.

— Tiene que estarlo. No puede haber nadie tan tarde allí, ¿verdad? —dijo Scott.

Encogí mis hombros. Se suponía que no hubiese nadie porque, seamos sinceros, esa escuela es un infierno y nadie quiere quedarse en ese lugar por mucho tiempo. Siempre suceden cosas extrañas cuando el interior está vacío. Por ejemplo: la vez que Peter por poco convence a Scott de matarnos a todos la noche en la que nos quedamos allí. También aquella noche donde el kanima nos atacó a Derek, a Stiles y a mí y estuvimos en la piscina durante horas.

¿Moraleja? Nunca te quedes en la secundaria Beacon Hills hasta muy tarde. El único lugar permitido para quedarse unas horas extras es el campo de lacrosse y tampoco es muy seguro que digamos, teniendo en cuenta que Lydia y yo casi morimos desangradas allí. En conclusión, es mejor decir que ningún lugar en Beacon Hills es lo suficientemente seguro, pero ninguno de sus habitantes estamos lo suficientemente cuerdos como para querer marcharnos a pesar de que las cosas solo se ponen peor.

* * *

— Estos son emisores ultrasónicos —dijo Argent, clavando una especie de artefacto de metal en el suelo—. Es una de las herramientas que utilizamos para acorralar a los hombres lobos, empujándolos hacia la dirección que queremos que tomen —continuó su explicación y presionó la parte superior del emisor. Una luz intermitente salió de este—. Da una frecuencia aguda que solo ellos pueden escuchar.

— ¡Dios, no me digas! —exclamó Isaac, tapándose sus oídos con ambas manos.

Scott, Derek y Payton se encontraban de la misma manera. Quizá era bastante bueno no tener audición sobrenatural porque no quería experimentar esa sensación.

Argent apagó el emisor y se dirigió al maletero de su camioneta, sacando más emisores para darnos unos cuantos a cada uno de nosotros.

— ¿Estos van a conducirlos a la escuela? —preguntó Derek.

— Y luego está en ustedes llevarlos hasta el sótano.

— ¿Alguien más quiere replantearse la parte donde solo los matamos? —interrogó Isaac.

Coloqué una mano en su hombros.

— Va a funcionar —aseguré, para la sorpresa de todos—. ¿Qué? Solo porque soy pesimista no quiere decir que puedo creer que nuestros planes funcionen de vez en cuando.

— Tú vienes conmigo —me dijo Derek, agarrándome de la mano para obligarme a seguirlo.

Scott me dedicó una mirada que no pude descifrar cuando vio el acto del alfa. Casi quise echarme a reír y decirle que ese era Derek siendo mi...eh...novio, pero me contuve. Agarré un par de emisores que Argent me dio y le guiñé un ojo a mi mejor amigo con un deje de complicidad antes de salir corriendo junto a Derek, dejando los emisores en puntos estratégicos de Beacon Hills.

— Y la presa se convierte en cazador.

No pude evitar el resoplido que salió de mis labios al escuchar la voz de Peter Hale cerca de nosotros.

— ¿Eso es igual a la vez en la que eras un asesino y te convertiste en el asesinado? —increpé, cruzando mis brazos.

Peter me dedicó una mirada de fastidio y eligió ignorarme, para continuar hablando con Derek.

— ¿Realmente crees que unos cuantos silbatos de perros de alta tecnología van a ayudar?

— No te veo a ti ofreciéndote a ayudar —espetó Derek, poniéndose de pie y girando sobre sus talones para ver a su tío.

— Personalmente, estoy intentando no hacer esfuerzos en vano —comentó.

Peter era tan útil como el dedo meñique de mi pie. Solo nos sirve para encajarnos en las esquinas y causarnos mucho dolor y fastidio.

— Cora está viva.

— Eso escuché. Lancemos la fiesta de reunión cuando ella no sea una imparable máquina asesina —dijo Peter con un toque de sarcasmo.

— Puedo detenerla —aseguró Derek.

— Seguro que puedes. Matándola —puntualizó—. Lo que es el punto de este pequeño ejercicio. Deucalion quiere que los mates. Él quiere que te deshagas de su equipaje, haciéndolo más sencillo para que te unas a su manada. El hecho de que se suponía que sucediera en la bóveda y no aquí bajo el cielo, no altera sus planes. Solo significa que Boyd y Cora van a matar a unos cuantos inocentes primero.

Me ponía los pelos de punta la forma en la que a Peter le daba igual que las personas inocentes murieran.

— ¿Y se supone que yo simplemente los deje hacerlo? —indagó Derek—. ¿Debo estar bien con personas inocentes muriendo?

— A menos que estés bien matando a uno de los tuyos.

— Puedo atraparlos —finalizó Derek.

Tenía que admitir que me enorgullecía el gran cambio que Derek había dado con el transcurso de los meses. Un tiempo atrás él hubiera estado normal con unos cuantas personas muriendo, pero ahora se encontraba haciendo hasta lo imposible por salvarlos.

— Oh, vamos. ¿Cuánto daño pueden hacer? Matan unos cuantos vagabundos, un borracho saliendo de un bar demasiado tarde, ¿y qué? Deja a Scott manejarlo. Déjalo ser el héroe de su mundo moralista de blanco y negro. Los verdaderos sobrevivientes, tú y yo, incluso tu pequeña novia, vivimos en los tonos grises —manifestó Peter.

Un gruñido casi se escapa de mis labios. Estaba reprimiendo mis ganas de quemarlo vivo por tercera vez. Apenas podía manejar su actitud cínica. Puede que en el pasado me la pasara cambiando de bando la mayoría del tiempo, pero siempre intentaba de hacer lo correcto, aunque esto involucrara ponerme en contra de las personas que quería.

— Imbécil —susurré.

Peter me dedicó una sonrisa falsa.

— Como sea, incluso si los mataras, sigues siendo un alfa —le recordó a su sobrino y se agachó para encender el emisor—. Siempre puedes hacer más hombres lobos.

Peter continuó su camino y nosotros el nuestro, Derek luciendo más pensativo que antes, mientras nos dirigíamos a la escuela. No nos faltaba mucho por recorrer tampoco.

— Derek —lo llamé, deteniendo mis pasos durante un segundo. Él también lo hizo, volteando para verme directamente a los ojos—. No vas a matarlos, ¿cierto?

— Vamos a atraparlos, Scarlett. Sin importar lo que Peter pueda decir. Tenemos un plan y funcionará.

Elevé mis cejas sin dar crédito a lo que mis oídos se encontraban escuchando. ¿Acaso eso era un rastro de optimismo en las palabras del muy pesimista Derek Hale?

— ¿Quién eres y qué has hecho con Derek? —pregunté, bromeando ligeramente y rodeé su cuello con uno de mis brazos—. Me gusta este lado de ti —confesé, robándole un pequeño beso sin darle oportunidad de responder—. Tenemos un par de hombres lobos que atrapar.

* * *

Pude sentir cuando Boyd y Cora se encontraban cerca del perímetro de la escuela. Argent tenía razón, sus cuerpos emanan más calor en la luna llena. Derek a mi lado sacó sus garras, esperando a que llegaran. Él los tuvo que haber escuchado para saber que se encontraban cerca. Más cerca de lo que pensábamos.

Una ola de nerviosismo y ansiedad me azotó, pero me mantuve alerta, esperando con impaciencia a que el par de hombres lobos llegaran a la escuela. Se escuchó el claxon de la camioneta de Argent y mordí el interior de mi mejilla.

Estaban cerca.

Boyd y Cora aparecieron en la entrada y al vernos, saltaron. No pasaron por el interior del edificio, sino por encima.

— ¿Scott? —hablé a través del teléfono.

— Cambio de planes, Isaac los hará entrar por el otro lado —dijo.

Miré a Derek y ambos salimos corriendo por el interior de la escuela. Nos encontramos con Cora y Derek se estrelló contra ella. Se escuchó un estruendo cuando su pequeño cuerpo chocó con los casilleros. Derek agarró a su hermana y la lanzó por el pasillo.

Gran reunión familiar.

Boyd nos mostró sus colmillos, gruñendo con fuerzas. Scott apareció a nuestro lado por las escaleras.

— Vengan por nosotros —dijo Derek.

Los tres salimos corriendo en dirección al sótano, bajamos las escaleras y abrimos la puerta de acero del cuarto de calderas. Los gruñidos de Boyd y Cora nos dejaron saber que nos seguían de cerca, así que no teníamos mucho tiempo para idear algo de distracción que nos permitiera salir del cuarto antes de que nos despedazaran.

— Los extintores —les dije.

Ambos agarraron uno y los abrieron a tiempo para rociar a Boyd y a Cora con ellos. Ese era el distractor que necesitábamos para salir del cuarto y cerrar la puerta tras nosotros. Derek fue el último en salir, colocándole el seguro a la puerta. Hubo varios golpes contra el acero antes de que se calmaran.

— ¿Esto acaba de funcionar? —preguntó Scott, sorprendido.

Un suspiro de alivió se escapó de mis labios y apoyé mi espalda contra la pared.

— Funcionó —anunció Derek, igual de sorprendido que todos. Se apartó de la puerta y se sentó en el suelo, aliviado—. ¿Qué escuchas?

Scott se encontraba frente a la puerta, prestando atención a lo que sucedía.

— Latidos —respondió.

— ¿De ambos? —cuestioné.

— De hecho, tres de ellos.

Un rastro de pánico se acumuló en mi pecho. ¿Eso significaba que había una tercera persona en el cuarto de calderas? ¿Quién demonios se encontraba en ese lugar a esas horas de la noche? ¡Demonios! Sabía que este plan había resultado demasiado bien para ser verdad.

Derek se puso de pie de inmediato y se apoyó contra la puerta, pensando qué hacer.

— ¿Qué haces? —pregunté con un ligero temor en mis palabras.

Él miró a Scott. — Cierra la puerta detrás de mí y mantenla cerrada. No la dejes entrar —le ordenó.

— ¿Qué? No —protesté, moviendo mi cabeza en gestos negativos—. No vas a hacer eso, Derek. Scott —llamé a mi mejor amigo, pidiéndole ayuda con la mirada.

— Si entras solo, vas a matarlos o ellos te matan a ti —trató de hacerlo razonar Scott.

Pude sentir las lágrimas acumularse en mis ojos, quemándome. Eran las lágrimas que había estado reteniendo durante toda la noche y que se encontraban a punto de salir sin control.

— Es por eso que voy a entrar solo —dijo Derek.

Agarré su brazo, intentando detenerlo. Él no podía entrar ahí. Derek no era un asesino que podría deshacerse de su manada así porque sí y tampoco podría detenerlos solo. Si entraba podría morir y yo no estaba preparada para que eso sucediera.

— No lo hagas, por favor —supliqué en un susurro lastimero.

Derek me jaló hacia él y oculté mi rostro en su cuello, reuniendo todo de mí para no comenzar a llorar como una niña pequeña mientras lo abrazaba como si él fuese el único pilar de mi vida. Depositó un beso en mi frente, me apartó y abrió la puerta, perdiéndose en el cuarto de calderas. Scott la cerró de inmediato, sin darme oportunidad de intentar entrar por la fuerza.

Pero no lo hice, ni siquiera lo intenté porque en el momento en el que Derek entró, perdí todo control de mí misma y las lágrimas se escaparon de mis ojos. Cubrí mi rostro con mis manos, deslizándome hacia el suelo y comencé a llorar.

— Scarlett —me llamó Scott, intentando de apartar las manos de mi rostro.

— No digas nada, Scott —pedí con voz ahogada.

Mis oídos estaban concentrados en los rugidos que salían del cuarto de calderas.

— ¡Scott, Scarlett, el sol está saliendo! —escuché la voz de Isaac.

Levanté mi cabeza y me puse de pie, al mismo tiempo que Scott abría la puerta de acero. No lo pensé ni dos segundos antes de ir tras él. Mi corazón latía con fuerzas, mis manos temblaban y estaba aterrada de lo que podría encontrarme cuando entrara, pero aún así lo hice. Escuché los pasos de Isaac y Payton seguirnos.

Me detuve cuando vi a Derek de rodillas en el suelo, Boyd y Cora parecían estar inconscientes a su lado, pero todavía respiraban. Era Derek quien peor lucía, su camisa rasgada y su torso ensangrentado por todas las heridas que tenía. Me dirigí hacia él, agachándome y agarrando su rostro con dedos temblorosos. Su respiración estaba agitada, pero estaba vivo.

Y entonces le di una fuerte cachetada.

— ¿Qué demonios? —escuché que Payton dijo.

No necesitaba voltearme para saber que Isaac y Scott seguramente tendrían la misma expresión.

— ¡Si vuelves a hacer algo así, Derek-maldito-Hale te juro por Dios que...! —dejé la oración en el aire, viéndome incapaz de completarla.

Derek apoyó su frente en la mía durante un segundo y cerré mis ojos, disfrutando del momento. Estaba vivo.

— Hay una maestra, me encargaré de ella —habló Derek—. Sáquenlos de aquí —les dijo a los demás, refiriéndose a Boyd y Cora.

Scott, Isaac y Payton se dirigieron fuera del cuarto con los otros dos hombres lobos, mientras que yo me quedé atrás con Derek. Él me dedicó una mirada confusa.

— Estás completamente loco si piensas que te voy a dejar solo en este momento —mascullé, un rastro de coraje en mis palabras, pero al mismo tiempo, no me podía permitir estar molesta con él—. Vamos, Derek. Saquemos a la maestra de aquí y luego te acompañaré a tu casa.

Me puse de pie, extendiendo mi mano para que él la tomara y lo hizo sin dudarlo. Pude sentir una sensación agradable cuando su piel hizo contacto con la mía. Lo acompañé hacia la zona detrás de unas rejas, las abrí y pude ver la maestra de la que Derek estaba hablando.

Una pequeña mueca de fastidio se formó en mi rostro. Claro que tenía que ser ella. Jennifer Blake, la única persona en el mundo que encuentra que soy una mala influencia para Scott. Ahora mi pregunta es: ¿qué demonios hace ella hasta tan tarde en la maldita escuela?

____________

Ah, qué bello es el Derett. *suspira como adolescente enamorada* sería realmente trágico que alguien se metiera entre ellos...

Preguntas: ¿Opiniones en el cap? ¿Disfrutaron de los momentos Derett que hubo? ¿Cómo creen que la aparición de Jennifer afecte todo? ¿Teorías sobre el futuro del fic?

Chau y hasta la próxima ❤️

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