Atracción Irresistible © | EN...

By LuisianaVons

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"Todo comenzó con una mirada de esos irresistibles ojos azules" Kathleen Taylor necesita desesperadamente un... More

Atracción Irresistible
01|Los Janssen.
03|La Fiesta.
04|El Juego.
05|El Contacto.
06|El Acuerdo.
07|La Inaguración.
08|El Incidente.
09|El Segundo Incidente.
10|El Rechazo.
11|El Shot.
12|Lidiando Con Kath.
13|La Consecuencia.
14|La Cita No Cita.
15|Arcade Fire.
16| Beep.
17|Novios Falsos.
18|La Invitada.
19|Nox Proulx.
20|Película.
21|Los Bolos.
22|Secreto De Nox.
23|Cherry Girl.
24|Confesiones.
25|Mi Chica.
26|La Verdad.
27|No aún, pero lo serás.
28|No más secretos.
29|Me Gustas, K.
30|Muñeco de Azúcar
31|Rusty's.
32|Tú eres la razón.
33|Ken sigue con Barbie.
34|¿Me amarás alguna vez?
35|Juego Equivocado.
36|Ruleta Rusa. Parte I.
37|Ruleta Rusa. Parte II.
38|Noticias Inesperadas.
39|La Musa.
40|Novios Irresistibles.
41|Valentinlandia.
42|Daddy Mikhail.
43|Solo Tú.
44|Parque de Diversiones.
45| ¿Por qué no?
46|El Regalo Perfecto
47|Polaroids
48|Heridas Sin Sanar
49|Nunca es para siempre
50|Efecto Mariposa (FINAL)
Epílogo
SERIE #IRRESISTIBLE
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE EN FÍSICO
ATRACCIÓN IRRESISTIBLE YA DISPONIBLE EN PAPEL!

02|La Primera Impresión.

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By LuisianaVons


KATHLEEN.

Si bien había algo que detestaba era tener que madrugar. Después de mi primer día de trabajo el cual resultó una fatalidad para mi, pues aunque después de el encuentro que tuve en la cocina con Micah, no me lo volví a cruzar en lo que restó de día, y su hermano, ni rastros de él. Sin embargo, Mickey terminó siendo un niño bastante tierno, no entendía cómo una niñera podría abandonar a tal criaturita de dios.

Me levanto temprano para alistarme, Jessica pasaría por mi en cualquier instante.

Se podría decir que Jessica es algo así como mi mejor amiga. Nos conocemos bastante bien, desde que estábamos en pañales prácticamente. Sus padres conocieron a los míos cuando yo era apenas una cría, poco tiempo después mis padres desaparecieron de la faz de la tierra como si algo se los hubiese tragado.

El punto es que Jessica Parker una de las chicas con más influencia en la preparatoria en la que asistía, podría considerarse mi mejor amiga.

Katherine insistía en que la amistad eran cuentos de camino, algo así como las hadas, los trolls, la cigüeña. Aún así, prefería pensar que es porque Katherine es la chica más posesiva y celosa que jamás he conocido.

La corneta del vehículo de Jessica me saca de mis absortos pensamientos. Dejo los platos sobre el fregadero y muevo mis pies hasta afuera del pequeño edifico. La música del auto de Jess se escucha desde mi apartamento, es ruidosa y escandalosa, palabras que describían perfectamente a Jess.

Ella canta, o al menos eso intenta, sin prestarme atención en el momento en el que subo al vehículo.

— ¡Jess!

— ¡Kathleen!—Jessica aparta sus lentes de sol, haciéndolos a un lado para poder mirarme— ¿Desde hace cuánto tiempo estás allí?

Ruedo mis ojos, dejando mi pequeño bolso con estampado militar a un lado.

— Lo suficiente para comprobar que no debes dejar la escuela, Jess.

Jess ríe, negando con su cabeza.

— He mejorado un montón. ¿Quieres que te muestre?

— No, gracias—respondo sin titubear. Jess y la música son polos opuestos.— Sigue conduciendo.

Mientras cubro mis oídos para no tener que escuchar las desafinadas notas de mi amiga, mis pensamientos vuelan en lo que fue mi primer día como niñera en la casa de los Janssen. No sabía gran cosa sobre ellos.

Pero sin lugar a dudas sabía que eran unos adonis.

También unos idiotas, o por lo menos así había sido mi primera impresión de Micah.

No todas las primeras impresiones son buenas, Kath.

— ¿Cómo te fue en tu primer día con los Janssen?— pregunta Jess, dejando de desafinar, su voz está un poco más ronca y grave de lo normal.

— Son unos malditos dioses griegos, incluyendo el bebé al cual me toca cuidar. ¡Me siento una pedofila!—mascullo, sobresaltada— ¡Habías dicho que eran normales, flacuchos y feos!

Jess muerde su labio, reprimiendo una risa.

— ¡Lo siento!—levanta sus brazos al aire con una sonrisa burlona en su rostro— Necesitabas el empleo y si te decía que eran unos de los chicos más jodidamente follables del pueblo, conociéndote Kathleen Taylor, no ibas a aceptar.

— ¡Obvio que no iba a aceptar!—replico, desviando mi mirada hacia al frente.

—Vamos Kath, no es tan malo. Todas las chicas mueren por conocer a los Janssen, incluyéndome, además si tu los conoces, puedes presentarmelos, para así ser la próxima Jessica Janssen.

— ¿Planeas utilizarme para cumplir tus sueños?—cuestiono, levantando mis cejas con incredulidad.

Jess curva los extremos de sus labios, meneando la cabeza, acción que hacía cada vez que intentaba evitar alguna pregunta que no quisiese contestar.

— Es viernes, eso quiere decir que iremos a la fiesta que hará Des Ross en su casa—abro mi boca para oponerme a ir a la fiesta. Las fiestas me agradan, siempre y cuando haya comida en cantidades industriales, sin embargo, no me sentía con un estado de ánimo estable para ir a fiestas— No aceptaré un no como respuesta, Kathleen Taylor.

Bufo, rodando los ojos.

— Lo pensaré.

Bajo del auto un poco apresurada, Jess me guiña un ojo y luego desaparece de mi campo de visión. Dejo salir un sonoro suspiro, trabajar era agotador.

Camino con desgano hasta el timbre, debo estar motivada, sin embargo, mi yo interna se encontraba sobre el sofá riéndose de mi mientras come palomitas. Toco el timbre, haciendo que los gigantescos portones comiencen a hacerce a un lado. Me adentro a través de éstos, sintiendo el aire colarse por debajo de mi ropa.

Tengo prohibido entrar por la puerta principal de la casa, así que me toca rodearla hasta llegar a una de las puertas laterales. Ésta misma se encuentra abierta, dejo mi bolso sobre el pequeño mesón junto con mi suéter.

A pesar de ser un día cálido, hace un poco de frío.

— Señorita Taylor—suelto un pequeño grito interno mientras llevo mis manos hacia mi rostro.

¡Madre mía, me ha asustado!

Sara enarca las cejas mirándome con confusión y luego hace una mueca.

— Sara...digo, señora Janssen, yo...

— Kathleen, se me ha presentado un asunto afuera del pueblo, así que me temo que estaré ausente unos días, una semana como máximo—asiento lentamente, suspirando de alivio en mis adentros— Jordana está para ayudarte, ella se ocupará de los quehaceres del hogar y tú de velar por Mickey.

— Perfecto.

— Nos vemos, Kathleen—dice sin más, cogiendo su bolso, el cual se encuentra en el perchero y seguidamente, saliendo de la casa.

Me tomo unos cuantos minutos para recuperar la compostura e ir a ver a Mickey, en su recámara.

Un poco apresurada, subo las escaleras saltando de dos en dos, la casa es grande. En la planta de arriba se encuentran las habitaciones, a las cuales tengo el acceso prohibido a excepción de la de Mickey. Observo el corredor, dando suaves pasos hasta llegar a la recámara de Mickey. Toco la puerta un par de veces pero nadie responde, se escucha el sonido de los videojuegos desde adentro, mi yo interna me observa atentamente, incitándome a abrir la puerta blanca frente a mi.

Finalmente, abren la puerta. Mickey frunce el ceño y luego vuelve a cerrarla justo en mi rostro.

¿Había dicho criatura de dios?

Debí haber dicho criatura del demonio.

Arqueo mis cejas sin comprender su comportamiento. Suspiro hacia mis adentros soltando un montón de profanidades. Sin dudar, abro la puerta.

— ¡Mickey Janssen!—me detengo frente a él, llevando mis manos hasta mi cintura— ¿Por qué me has cerrado la puerta en la cara?

— Tal vez porque no quería verte, ¿no se te cruzó por la cabeza?—suelta sarcástico, mientras retoma su videojuego.

Mis mejillas se calientan por la rabia. ¡Maldito escuincle!

Sin lugar a dudas me había equivocado en mi primera impresión con Mickey el día de ayer. Él se había comportado tan lindo, tierno y amable conmigo que me hizo pensar que este trabajo era pan comido. Claro, porque la señora Janssen estaba en la casa.

¡Que astuto!

— ¿Kathleen?—me llama, haciendo que centre toda mi atención en él— ¿Serías tan amable en traerme un sandwich de queso?

Asiento con mi cabeza sin titubear. Me giro sobre mis talones para empezar a caminar hacia la puerta cuando el sonido de su voz me hace detener.

— Ah y Kathleen, deja el plato en la puerta, no es necesario que entres.

Aprieto mis puños, intentando no abalanzarme sobre el maldito escuincle y machacar su angelical rostro a golpes.

Mickey Janssen era el anticristo.

Ahora que lo pienso, debería revisar su cabeza para estar más segura, quizás le haría un favor a la humanidad. Sacudo mí cabeza, dejando mis pensamientos homicidas a un lado.

Estando en la cocina, busco en los estantes para preparar un maldito sandwich de queso. Jordana, la ama de llaves, se quita su delantal y lo coloca en el perchero.

— ¿Kathleen, cierto?—asiento con mi cabeza, mientras me vuelvo loca buscando el maldito pan— ¿Cómo te ha ido con el pequeño Mickey hasta ahora?

Suspiro frustrada mentalmente.

— Todo en orden, supongo.

Jordana observa mi rostro y se inclina hacia un lado, buscando algo en un cajón del cual saca una bolsa de pan integral.

— Gracias.

— He trabajado con los Janssen desde que esos niños estaban en pañales. El tiempo ha hecho que les agarre cariño, pero debo reconocer que volverían loco a cualquiera—habla en voz baja mientras coloco varias ruedas de queso cheddar sobre el pan— No dejes que te manipulen. Mickey es un terremoto pero tienes que ganarte su confianza y verás que todo será más fácil.

— Eso intento pero es difícil.

— ¿Nunca has escuchado decir que lo bueno nunca es fácil?—trago saliva, eso lo solía decir mi abuela cada vez que lloraba por lo difícil que se había vuelto mi vida sin mis padres.

Asiento con mi cabeza— Gracias, señora Jordana.

— Oh, llámame Jordana—una sonrisa se dibuja en sus labios.

Le dedico una sonrisa de labios cerrados y tomando el plato entre mis manos, me dispongo a subir las escaleras sin ninguna prisa. Intentaba ganarme la confianza de Mickey pero el no sólo era un terremoto, era un tsunami, un huracán, un apocalipsis, el fin de la humanidad. Mi Kathleen interna se burla de mí mostrando todos sus dientes. Un niño de cinco años estaba haciendo de mi vida un cubo de rubik.

Dejo el plato en el suelo frente a su habitación recordando claramente sus palabras sobre no entrar en su recámara sin su consentimiento. Toco la puerta un par de veces y éste la abre, cogiendo su plato y cerrando la puerta nuevamente.

Ruedo los ojos.

"Sólo por éste verano", repito hacia mis adentros.

Cuando estoy a punto de bajar por las escaleras una melodía rockera viaja hasta mis oídos. Linkin Park suena a través del pasillo, camino cautelosamente de mis pasos como si fuese una especie de agente en cubierta. Me detengo frente a la habitación de la cual emerge el sonido. Una puerta blanca con un gran afiche de letras grandes expresa "No entrar bajo ninguna circunstancia". Ésta se encuentra entreabierta, entonces la curiosidad de conocer el nombre de la canción me invade.

La pequeña Kathleen en mi cabeza me empuja al borde de la puerta, gritando que entre y averigüe el nombre de la canción pero mi cerebro me grita volver a abajo y hacer algo productivo con mi vida antes de meterme en problemas. No obstante, mi conciencia va antes que la razón, así que sin darme cuenta me encuentro empujando la puerta lentamente y entrando a la habitación.

Es una habitación bastante varonil, varios afiches rockeros cuelgan de la pared, un enorme estante con infinidades de Cd's originales, trofeos de algún equipo de fútbol, y cosas pertenecientes a una persona del género masculino. Me acerco al ipod sobre un pequeño mesón y lo cojo entre mis manos.

Entonces sucede, una voz masculina bastante ronca y grave, me deja helada.

— ¿Qué diablos haces aquí?

Me giro lentamente, con el ipod entre mis manos. Unos ojos azules profundos se encuentran con los míos, mi corazón da un brinco nervioso, su piel es blanca y cremosa, su cabello rubio oscuro cae en mechones sobre su frente, se ve mojado como si acabase de darse una ducha, su naríz recta y su rostro perfilado me atrapan en una especie de hipnosis en la cual soy incapaz de reaccionar. Me ha dejado sin aliento.

Está vestido con una camiseta negra ceñida, la cual resalta los músculos de sus brazos, junto con unos pantalones negros y unas zapatillas a juego. El me observa expectante, haciendo que mi cerebro sea incapaz de reaccionar.

Entonces lo reconozco.

Mikhail Janssen.

— ¿Acaso eres sorda?

También ciega al no leer el afiche en tú puerta y muda al no querer contestarte.

— Yo...yo sólo quería saber el nombre de la canción—murmuro con voz temblorosa, me encuentro hiperventilando.

— ¿No leíste el afiche?

Si, si lo hice.

— ¿Cuál afiche?—fingo no saber de que me está hablando.

Mikhail aprieta sus labios, formando una línea recta. ¡Se ve demasiado sexy haciendo eso!

— Sólo lárgate de mi habitación.

Me apresuro en salir de su recámara con mis torpes pies. Pero mi corazón da un vuelco en el momento en el que lo escucho nombrarme.

— Kathleen...

¡Sabe mi nombre!

Obviamente que sabe mi nombre, al fin y al cabo, soy la niñera de su hermano.

— ¿Podrías regresarme mi Ipod?—observo el artefacto entre mis dedos y mis mejillas se calientan al instante. Lo había olvidado. Le entrego su aparato y salgo de la habitación cerrando a mis espaldas.

Respiro profundo y suelto todo el aire que había estado reteniendo en su presencia. La pequeña demonia adentro de mí, se muerde los labios de manera seductora aún embobada por la presencia de aquél adonis.

Objetivamente, había llegado a la conclusión que era un asco con las primeras impresiones, primero con Micah, después con Mickey y ahora con Mikhail.

¡En definitiva, los Janssen iban a volverme loca!


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