The New Heartbreaker | DISPON...

By isnotcandy

4.7M 313K 183K

PRIMER LIBRO DE LA TRILOGÍA HEARTBREAKERS. YA DISPONIBLE EN LIBRERÍAS. (La version disponible en Wattpad es... More

THE NEW HEARTBREAKER EN LIBRERÍAS!
Prefacio.
Prólogo.
1. Adiós y hola.
2. ¿Te tocó?
3. Tus panqueques están envenenados.
4. ¡Sin gorrito no hay fiesta!
5. Lo que realmente quiere Stefan Fleming.
6. Seth tiene novia.
7. ¿Qué te parecería...?
8. Así que... ¿sabes cómo seducir a un hombre?
9. Espero que la sorpresa sean strippers.
10. Hablando de ansiedad.
11. La pirámide social.
12. Te quiero.
13. El plan de los chicos.
14. El dilema de Tyler y Stefan.
16. ¿Quién es Liam?
17. Al fondo de la biblioteca.
18. Este año va a ser divertido.
19. Adicciones.
20. La mejor cura para olvidar.
21. El final de algo nuevo.
22. La señora Van Lexer.
23. La dura convivencia en lo desconocido.
24. Entre cielos y estrellas.
25. Ganas de besos.
26. Parejas poco eficientes.
27. Promesas que no van a cumplirse.
28. Adiós, tía Stell.
29. Mi mala influencia.
30. Winter Dunne.
31. No hay lugar como tu hogar.
32. Mejores amigos.
33. ¿Tan ridículos seremos?
34. La policía siempre es un lindo detalle.
35. Será perfecto.
36. Feliz navidad, Quinn
37. Entre infieles se entienden
38. Zack Gallagher
39. Rompecorazones
40. El océano y besos
41. Alison
42. Efectos colaterales
43. Todos merecen ser felices
44. Ley de hermanos
45. ¿En quién confiar?
46. La confianza es esencial.
47. La tranquilidad dura un instante.
48. Max sabe lo que hace.
49. El secreto entre Liam y Tyler.
50. Insoportable
51. Problemas a solucionar.
52. Los planes de Quinn.
53. No quieres saberlo.
54. Si no es ahora, ¿cuando?
55. Cayendo por ti.
56. Así fue como termino todo.
57. Que la vida nunca nos vuelva a cruzar.
Epílogo.
The Same Heartbreaker (2)
Agradecimientos.
LA CONQUISTA.

15. El pasado vuelve de golpe.

74.4K 5.1K 3.7K
By isnotcandy



15 | El pasado vuelve de golpe.

Sigo sin poder moverme o decir algo cuando Stefan gira y rápidamente desaparece de nuestra vista. Miro a Tyler nerviosa. Su rostro no delata muchas emociones, pero noto que está tan sorprendido como yo.

¿Es esa sorpresa genuina?

Esto tiene que ser una broma. El peso sobre mis hombros que desapareció cuando besé a Tyler, vuelve y lo único que parece hacer es hundirme más y más.

—Lo siento —murmuro. No sé por qué digo eso, solo parecen ser las palabras correctas. Me echo a correr tras Stefan. No lo encuentro por los pasillos. La hora del almuerzo no ha terminado, pero dudo que haya vuelto a la cafetería.

Sigo mis instintos y termino fuera de Everdeen. Es donde lo encuentro, al frente del estacionamiento, sentado en las escaleras de cemento. Me congelo en mi lugar. Stefan tiene sus codos sobre sus rodillas y la vista perdida al frente. Si me escucha llegar, no lo hace notar.

Tomo una profunda respiración para calmar mis nervios.

—Stefan...

—No quiero escucharte, Quinn —responde en un tono borde. Auch. Aun así, no puedo culparlo.

—Yo... —mi estómago y mi mente se revuelven y parezco no poder encontrar las palabras adecuadas. No quiero decir «Lo siento», porque sinceramente no lo hago—. Stefan, yo...

Esto no era parte del plan. ¿Qué se supone que tengo que hacer?

—¿Qué? —me interrumpe de forma brusca mientras voltea a mirarme cargado de odio—. ¿Dirás «lo siento», o quizás «él me beso a mí»? Lamento decirte que no voy a creerte ni una palabra de la mierda que tengas para decir. Porque eres una... —parece tragarse las palabras. Respira hondo para relajarse y continúa—. Porque me mentiste. Esa noche en la fiesta, fue toda una actuación, ¿verdad? Debí haberlo sabido, pero estaba tan cegado.... Dios... ¿cómo fui tan estúpido como para engañarme con alguien como tú?

Mi mente es un torbellino de pensamientos. Stefan sabe. No hay forma de que pueda convencerlo de lo contrario.

—¿Alguien como yo? —musito con indignación en voz baja.

—Sí, alguien como tú. Una zorra. Quinn, deberías haber estado agradecida de que decidí prestarte atención. No eres exactamente el tipo de chica deseable —afirma él con mucha seguridad—. Tendría que haberme dado cuenta. Conocí a muchas de tu tipo. Que con un rostro bonito y abriendo las piernas piensan que pueden hacer de todo. ¿Besarte con Tyler? Tienes mucha clase, Quinn.

Oh... No dijo eso.

Ya no estoy confundida. En lo único que puedo pensar es en que quiero matarlo.

—¿Y tú qué tienes para decir sobre eso? ¡Riley era tu novia cuando intentaste abusar de mí! —exclamo sin poder controlarme. Si tanto dice conocer la verdad, pongamos todas las cartas sobre la mesa.

Stefan se sacude cuando escucha la palabra que no quiere admitir.

—No intente «abusar de ti», Quinn —espeta en un tono tan relajado que me asusta—. No cambies la historia. Eso no fue lo que pasó. Y lo que pasó con Riley es diferente. ¿Cuál es el problema de que esté con otras chicas?

¿Qué?

—Fue lo que pasó. Nada de lo que hiciste en esa cocina fue con mi consentimiento. Voy a ir a la policía —hablo haciendo mi mejor esfuerzo para que mi voz no tiemble.

Quiero salir corriendo. Quiero llorar. Quiero esconderme y no volver a salir nunca más, pero me niego a seguir dejándome pasar por encima.

Stefan suelta un bufido divertido.

—¿A quién van a creerle? ¿A la chica que acaba de llegar a la ciudad y busca desesperadamente amigos y compañía, o a mí? —arquea una ceja—. Toda mi familia está llena de contactos, podría hacer lo que quiera y nunca pagar las consecuencias. La gente me adora, Quinn. A ti no te conocen.

Aprieto mis manos en puños para ocultar mi temblor. Sacudo ligeramente mi cabeza. Este tipo no va a salirse con la suya. Si la justicia no hará nada, me encargaré yo misma de que lo pierda todo.

—¿Sabes qué? —espeto enfadada—. Sí, todo fue un asqueroso plan para hacerte daño. Porque, Stefan, eres una de las personas más desagradables que he tenido el disgusto de conocer. ¿Y sabes qué, también? Creo que lo logré. Creo que de verdad te gusto, que conseguí tenerte entre mis redes para después soltarte como basura. Porque no mereces mejor trato que eso. Y si soy honesta, no puedo creer la facilidad con la que pasó todo. ¿De verdad piensas que toda chica se muere por ti, que diciendo mentiras sobre tu madre, frases de mierda y presumiendo tu dinero vas a conseguirlo todo? Me das asco.

Sus ojos solo me muestran furia, a diferencia de esa noche en la habitación que parecía a punto de romper en llanto como un bebé. Se levanta rápidamente de los escalones, asustándome y haciendo que dé un paso hacia atrás. La mirada que me está dando no la conocía antes. Tiene escrito malas intenciones por todos lados. Mi corazón bombardea con más fuerzas mientras lo observo dar un paso hacia mí. Su puño se cierra. Sé lo que vendrá, pero por alguna razón, no puedo moverme. La situación es tan familiar.

El miedo me paraliza. Simplemente lo observo. Lo veo ahí, con los puños apretados, listo para cometer un delito. Y luego estoy yo quieta, sin poder hacer nada otra vez. Comienzo a tener problemas para respirar y sé lo que se viene. ¿Tal vez lo merezco? Después de todo, lo dañé. Niego rápidamente. No lo merezco. Nadie se lo merece. Stefan parece encontrar mi gesto divertido. Esboza una sonrisa. Intento hacer un paso hacia atrás, pero lo toma como una amenaza. Levanta su puño y de un rápido movimiento, siento como impacta en mi rostro. Grito y cuando caigo al suelo, mi cuerpo entero comienza a temblar. Al principio no siento nada. Luego arde y finalmente viene el dolor pesado. Dejo escapar un llanto desesperado. ¿Cómo sigo dejando que esto pase? ¿Qué hago mal?

Alguien se acerca. Lo sé por los pasos que llegan corriendo hacia donde estamos. No me animo a subir la cabeza. No quiero que me vean así, llorando y en medio de una crisis nerviosa. Me escondo entre mis rodillas, esperando el siguiente golpe.

—¡¿Qué le hiciste?! —Brama alguien acercándose, haciendo que mi corazón salte del miedo.

Casi dejo escapar un suspiro de alivio. Stefan no va a volver a tocarme. Stefan le contesta algo que no puedo oír y en un parpadeo de ojos, oigo la pelea entre los dos. No dura demasiado, para mi suerte. Parecen haber sido un par de empujones. Siento unas manos en mis hombros y me estremezco con miedo.

—Soy Tyler, vas a estar bien, Quinnie —murmura con la voz agitada.

Lloro con más fuerza. Nunca pensé que llorar dolería tanto, pero el punzante dolor en mi ojo hace que sea dificultoso. Tyler no dice nada, simplemente pasa una mano por debajo de mis rodillas y otra por mi espalda. Me alza y me lleva hacia dentro caminando lento. Escondo mi cabeza en su pecho. No quiero que me vea. No quiero que me vea así. Es vergonzoso. Camina hasta lo que parece ser la enfermería. El olor a alcohol etílico y a productos de limpieza lo delata. El silencio es extrañamente reconfortante. Tyler me deja sentada en una camilla. Bajo la cabeza, escondiéndome para que no pueda verme. Apoya sus manos en mis muslos, causando que me sobresalte del miedo. Quita sus manos.

—Lo siento —murmura—. Quinn, déjame verte.

Niego. Sin embargo, no me hace caso. Esta vez no me asusta porque estoy preparada para cuando sus manos alcanzan mi barbilla y, con cuidado, hace que eleve la cabeza. Parpadeo ante la luz brillante de la enfermería, y cuando me acostumbro, Tyler maldice.

—Lo mataré —masculla con enojo y la mandíbula apretada—. Voy a matarlo. Todavía no entiendo cómo no lo hice antes.

Está a punto de girarse para probablemente ir a iniciar una pelea sin sentido con Stefan, pero atrapo su mano.

—Quédate conmigo —pido en un hilo de voz sintiéndome más vulnerable que nunca—. Por favor.

No creo soportar estar sola. La hora que pasé en la calle hace ya más de un mes con el corazón por el suelo fue la peor hora de mi vida. Ese sentimiento de soledad y ruptura me va a perseguir por siempre. No hay forma que logre olvidarlo. No quiero volver a pasar por eso. La mirada de Tyler se torna comprensiva y lo agradezco. Asiente y con su mano derecha se acerca con cuidado a mi rostro y debo obligarme a no cerrar los ojos con miedo.

Es Tyler. No Zack, no Stefan, Tyler.

Pone detrás de mi oreja unos mechones rebeldes y acaricia mi rostro con cuidado. Dejo escapar el aire contenido e intento relajarme. En ese preciso instante, una cortina se corre y lo que parece ser la enfermera, sale de ella. Su rostro amigable y dulce se torna en pura preocupación al vernos.

—No sabía que estaban aquí. Fueron muy silenciosos, estaba organizando unos papeles atrás —nos explica. Tiene su cabello corto en ondas y gafas que casi cubren todo su rostro. Es bajita, y parece rondar sus cincuenta años.

—Hola, Ross —saluda Tyler en un gesto con la cabeza.

—Hola, Tyler. ¿Qué es lo que sucede? —pregunta poniéndose sus gafas, ajena a mi situación.

Es cuando decido girar la cabeza. Ross debe de haber visto centenares de cosas en su vida como enfermera. Un ojo morado no causa que se inmute.

—Oh, mi niña —murmura angustiada mientras se acerca. Tyler toma unos pasos hacia atrás para dejar que haga su trabajo. Aunque parece algo reacio al hacerlo, como si no quisiera alejarse de mí—. ¿Qué sucedió?

Ella hace que eleve mi cabeza para obtener una mejor vista. ¿Decirle o no decirle? No puedo preguntarle a Tyler con una mirada ya que no puedo bajar la cabeza, así que decido quedarme en silencio.

—Supongo que lo hablaras con alguien más —no dice más y se pone a examinar mi ojo con una sonrisa que me transmite seguridad.

Luego de hacerme varias pruebas como mover una luz frente a mí, aclara su garganta.

—Es solo un golpe superficial, no veo nada de daño en el ojo así que nada de qué preocuparse. Te daré una crema que tienes que ponerte cuatro veces al día y tienes que usar hielo para bajar la inflamación —habla mientras camina de espaldas y anota algo en una libreta—. Ya vuelvo.

Asiento mientras ella desaparece. Tyler, quien está de brazos cruzados observando cada mínimo detalle con una mirada de preocupación, se acerca.

—¿Qué le diré a todos ahora? —pregunto con las lágrimas amenazando con salir. No responde; en vez de eso, me rodea con sus brazos para que pueda seguir llorando. Apoyo mi cabeza en su hombro.

—No tienes que preocuparte de nada, Quinn.

Dejo que Tyler me sostenga durante unos segundos, hasta que la inseguridad comienza a pesarme y tengo que deshacer el abrazo.

—Tyler... —titubeo y alzo la mirada para encontrar sus ojos—. ¿Me besaste como parte del plan? ¿Porque sabías que Stefan iba a estar viendo?

El rostro de Tyler palidece al terminar de escuchar mis palabras. Por un instante mi cabeza confirma mis sospechas y siento mi corazón dar un vuelco y mi piel helarse.

—Por supuesto que no —espeta y con una mano acuna mi rostro, teniendo cuidado de no tocar mi ojo—. No sabía que Stefan iba a seguirnos. Te besé porque me moría de ganas de hacerlo. No era parte de ningún plan.

Asiento. Sigo sintiéndome algo incómoda con toda la situación, pero le creo. Tyler nunca me dio razones para no hacerlo.

—Lo siento por preguntar, es que...

Inmediatamente niega con la cabeza.

—No pidas perdón, Quinn. Lo entiendo. Sé que es fácil asumirlo, pero te prometo que nunca te haría algo así. —Libera mi rostro y vuelve a abrazarme.

Asiento y vuelvo a reconfortarme en sus brazos.

***

—¡¿Que él qué?! —estalla Aggie emanando furia por los poros. Mira hacia todos lados, como si fuese una máquina asesina buscando a su próxima víctima—. Voy a hacer que se arrepienta de haber nacido... —masculla con enojo.

—Aggie, no quiero que hagas nada —le digo deteniéndola al agarrar su muñeca—. Es un hijo de puta, pero no gastes tu tiempo en personas como él. Simplemente no vale la pena.

—¿Qué? —pregunta más fuerte de lo normal volviendo a llamar la atención de los estudiantes en el estacionamiento—. Quinn, Stefan se merece... Se merece... Maldición, ¿cómo puede ser que esto esté pasando? Hay que denunciarlo. Ya. Vamos a la policía.

Lanza otro taco y pisotea el suelo con furia. Ya vemos lo peligrosa que puede ser Agustine Monroe cuando quiere. No me imagino cuando se cruce con Stefan.

—Aggie, no. Ya sé. Créeme, todo lo que estás pensando, ya lo he pensado yo —suspiro apenada y con algo de vergüenza—. Pero pagará por lo que hizo. No iremos a la policía.

—¿Cómo? —pregunta exasperada y luce como si estuviera a punto de perder todo el cabello de los nervios—. Oh... —Su expresión se relaja—. Vas a contratar unos matones, ¿no es así?

—No —respondo. Y si quisiera recurrir a la violencia, probablemente no necesitaría matones. Creo que con Rick y Seth las cosas pueden aclararse bastante bien—. Tyler y yo vamos a encargarnos —le aseguro. No hay un plan en concreto, pero apenas le dije a Tyler todo lo que quiero que Stefan pierda, estuvo de acuerdo al cien por cien.

Me mira sin terminar de creerme.

—Está bien —cede finalmente dejando escapar aire—. Confío en ti, pero si no veo resultados, voy a meterme.

—Los verás —le aseguro.

—Eso espero —murmura. Me sorprende cuando se abalanza a mí, envolviéndome en un abrazo. El olor a Chanel número 4 (la mejor fragancia que una mujer debería usar según ella) me inunda—. Solo... No quiero que vuelvan a hacerte daño, Quinn. Nunca me encariño mucho con la gente, pero te estás ganando un espacio especial en mi corazón. Presiento que vamos a ser muy buenas amigas.

Yo también lo presiento, Aggie.

—No te preocupes. Voy a solucionar esto —le prometo.

Suelta una carcajada sin humor.

—Debería ser yo la que te dice que no te preocupes y que todo va a estar bien —espeta, logrando que me ría—. Lo voy a hacer ahora. Quinn, no te preocupes. Todo va a estar bien.

***

Como acordamos, Riley, Aggie y yo nos juntamos en el departamento. En el camino nos la pasamos charlando de cosas como cosméticos y ropa. Me emociona hablar de eso, más cuando escucho tantas recomendaciones.

En el espejo del ascensor, Riley está haciendo caras y Aggie metida en su celular mientras que yo observo el color violeta que ha tomado mi ojo. Definitivamente no es algo que pase desapercibido y pueda cubrir con maquillaje. No, no lo es. Está hinchado y estoy segura de que solo va a ponerse peor. Por no hablar del dolor. Me duele hasta arrugar la nariz. La morena nota lo que estoy haciendo.

—Quinn, deberíamos hablar con mi mamá. —Se acerca a mirar mi ojo. El elevador se detiene y las puertas metálicas se abren.

La madre de Riley además de ser una de las dueñas de Everdeen, es cercana a los directivos porque es la rectora.

—No tiene sentido —suspiro insertando la llave en la cerradura. Giro y empujo la puerta. Esta se abre y el olor a lavanda se hace presente. Enciendo las luces que estaban a un costado. Las dos chicas, llenas de curiosidad, se adentran en lo que ahora es mi hogar. Miran hacia todos lados, imito su acción como si lo estuviera mirando por primera vez. El piso de madera está reluciente, todo está en su lugar y las tenues luces le dan una sensación de calidez al lugar. Sin embargo, prefiero la luz del día, aunque las persianas están cerradas.

—Pensé que con dos universitarios viviendo aquí sería un desastre, pero veo que son ordenados —comenta Agustine paseándose por la sala de estar.

—Es que vino alguien a hacerse cargo del desastre de mi hermano y Seth —murmuro.

Dejo mi bolso en la mesa del comedor y camino hacia la nevera. La abro y encuentro estos refrescos que tiene loco a mi hermano. No creo que se moleste si tomo tres de los diez que guarda. Le paso las bebidas a las chicas que niegan cuando les ofrezco un vaso. Genial, no pensaba sacarlos. Antes de abrir la lata, me quito el estúpido blazer de Everdeen.

Nos echamos en el sofá a charlar. Si bien intento actuar como si nada estuviera pasando, no puedo evitar desprenderme del hilo de la conversación y dejar que mi cabeza me lleve al recuerdo de Stefan golpeándome como un bucle sin fin. Pasé las horas después del incidente intentando actuar normal. Ahora comienzo a pensar que en realidad fue porque el peso de la situación no había caído todavía. El shock no abandonó mi cuerpo hasta ahora. De algún modo, es como si siempre fuera la que termina mal. El común denominador de ambas situaciones. ¿Acaso yo siempre tengo la culpa? ¿O esto le sucede a todo el mundo? Pensé que luego de Zack todo estaría bien, como si a una persona no pudieran pasarle tantas cosas malas.

—¡Quinn! —exclama Aggie agitando sus manos enfrente de mi rostro como si estuviera pidiendo ayuda.

Es cuando reacciono y bajo a tierra, donde mis dos amigas intentan que vuelva a conectar con ellas.

—Uhm, lo siento —murmuro intentando deducir su tema de conversación.

—Mmh, ¿en qué estabas pensando? —inquiere con diversión.

Le devuelvo una mirada incrédula, mientras con mi dedo índice señalo mi ojo morado. Aggie pone una mueca de «Lo siento, soy una idiota».

—No lo pienses de más —me recomienda Riley observando mi ojo—. Stefan necesita una buena lección. No te preocupes, ya sé lo que haré.

—No quiero que lo hables con tu mamá.

Las dos me miran como si me hubiera salido una segunda cabeza. Sé que no nos conocemos hace tanto tiempo, pero no hacen falta muchas averiguaciones para deducir qué es lo que está pasando por sus mentes.

—¿Lo estás defendiendo? —Agustine luce no solo ofendida, sino indignada.

—¡Claro que no! —exclamo con una mueca de asco. El planeta Tierra tendría que cambiar la dirección de su rotación antes de que eso pasara. Es solo que... No logran comprenderme. No puedo quejarme, yo tampoco podría hacerlo si fuera ellas, no obstante, decido dar una respuesta válida y coherente—. No quiero que muchas personas se enteren de lo que pasó. —Aggie está a punto de abrir su boca para protestar, pero continúo—. Quiero que se enteren de la clase de persona que es.

—Ya, ¿y cómo harás eso? Se van a enterar sabiendo exactamente qué pasó. —Riley se cruza de brazos. No van a ceder. Si algo les parece bien, entonces lo harán.

—No lo sé —me sincero luego de unos segundos de silencio. Honestamente, no lo sé.

—No quieres ir con Anne, no quieres ir a la policía. Es como si quisieras ser su cómplice. Tu plan es genial —suelta Aggie con sarcasmo.

—Ese no es mi plan —digo defendiéndome—. Pero por ahora quiero... Quiero dejar de hablar de eso.

Las dos intercambian miradas, se giran como si ya lo estuvieran ensayado y asienten. Dudo mucho que me hagan caso, pero vale la pena intentarlo.

—Gracias —murmuro. Las chicas vuelven a asentir y así como papeles en el viento, el tema de conversación cambia.

—Aggie —llama Riley captando la atención de Aggie para desviar la conservación—. ¿Liam llega mañana?

Liam. ¿Por qué me suena tan familiar el nombre? El mejor amigo de Tyler, por supuesto. Me había olvidado de él.

—Sí, mañana —contesta Aggie.

—¿Quién es Liam? —me meto en su charla con curiosidad, jugando a la desentendida. Tyler me dijo unas cuantas cosas, pero quiero saber más.

Se miran con diversión, al borde de la risa.

—¿Nadie te ha hablado de Liam Hamilton? —inquiere Aggie alzando una ceja.

—No... —respondo con el ceño fruncido—. ¿Deberían haberme hablado de él?

—Sí, me sorprende que nadie lo haya hecho. Su nombre vive en la boca de todos.

—Entonces... Este tipo es... —titubeo, pidiéndoles que completen la frase.

—Éramos seis en nuestro grupo de amigos hasta hace un mes. Stefan, Riley, Nick, Tyler, Liam y yo. Y luego sucedió todo esto de Stefan, tú entraste y la vida se nos fue de patas para arriba. Como sea, hablemos de Liam —Aggie aclara su voz y estira una pequeña sonrisa—. Liam es... Uhm, ¿qué no es Liam? Atractivo como el infierno, inteligente, leal, una de las mejores personas que conozco. Y de las peores quizás, también.

—O sea... Es su amigo —sentencio.

—Así es —responde Riley—. Es la única persona que todavía no has conocido de nuestro grupo. Cuando lo hagas, te darás cuenta de que es... Difícil de tratar. Pero no te preocupes, si te dice algo, nosotros lo pondremos en su lugar.

O yo misma voy a ponerlo en su lugar.

—¿Y dónde está? —pregunto.

Aggie me mira indecisa por unos segundos.

—Es personal —decide decir—. Si él quiere, va a contártelo. No es nuestro lugar hacerlo.

—Aunque dudo que quiera —agrega Riley.

—¿Algo más que debería saber sobre él? ¿Cómo es? —pregunto con intriga. No sé qué será de mí ahora que la persona que parece mandar el grupo va a volver. No lo dicen, pero está implícito.

—Mmh, creo que lo mejor que puedo decir es que es una persona muy compleja. No es un chico problemático, pero tiene muchos problemas. Es difícil de tratar, y la verdad es que no lo culpo. Nos conocemos desde niños, y tardé años en entender su personalidad. Cuando sí, cuándo no y cuándo hay que alejarse lo más lejos posible. En fin, todo un caso —resume Aggie.

Este chico parece interesante. Por poco sonrío.

—Oh, no, ya conozco esa mirada. —Aggie se pone en modo alerta. ¿Qué mirada?—. Liam es la definición de rompecorazones. No quieras intentar acercarte a él con segundas intenciones y mucho menos dejar que él se acerque con segundas intenciones. Tu corazón terminará bajo tierra, Quinn. Hablo en serio. Puede ser un buen amigo, pero cuando se trata de relaciones... —niega con la cabeza.

Asiento. Vaya advertencia.

De repente la puerta, como siempre que Seth hace su presencia en la casa, se estrella con la pared en un estruendoso ruido. Las tres saltamos del susto. Según él es para que «no me encuentre haciendo cochinadas en el sofá», cuando en realidad fui yo quien lo encontró hace un tiempo. Seth entra, lleva su mochila colgada de un hombro, jeans y una remera color blanco que marca su cuerpo en las partes perfectas. Se ve condenadamente guapo cuando se viste así, solo que no soy tan ingenua como para decirle eso y aumentar su ego.

—¡Mierda! —exclamo con el corazón en la boca—. ¡¿Podrías no hacer eso?!

Deja su mochila al lado de mi bolso, les sonríe a las chicas que creo que están a punto de perder las bragas y me mira:

—¿Estaban haciendo algo malo? —pregunta burlón.

Rick viene por detrás. Solo que enfocado en su celular. Eleva la vista y nos ve en el sofá. Su cara cambia de repente como si hubiese visto a un fantasma.

—¿Qué mierda te pasó? —ignora a mis amigas y se acerca a grandes zancadas para tomarme el rostro y observa con detenimiento mi ojo.

—Ya sabes, Quinn toda una callejera —dramatiza Seth abriendo el refrigerador—. Chicas, ¿quieren algo? —ahora mira coqueto a mis amigas. Me suelto del agarre de Nick para voltear a verlas. Aggie parece que le falta la respiración y Riley luce como si hubiese visto a una celebridad—. Siéntanse libres de una cerveza, no les diré a sus padres.

—Debo conducir —se excusa Aggie.

—¡Deja de ofrecerles alcohol a menores de edad! —exclama Rick enfadado sin prestarle mucha atención. Seth pone sus ojos en blanco, y con una botella de agua en su mano se acerca a nosotros.

Riley y Aggie parecen estar a punto de desmayarse. Sin embargo, Seth no tiene planes de enfocarse en ellas, simplemente me presta atención a mí.

—¿Qué te hicieron, Lagarto? —pregunta empujando a Rick para tomarme del mentón, examinando mi herida con precisión.

—Me caí —respondo sin saber qué decirles. Me mira a los ojos como si estuviera intentando descifrarme e intento mantenerme fuerte y creíble, creo que voy a lograrlo pero luego me mira con incredulidad.

Ahora que lo pienso bien, ¿cómo demonios tengo que caerme para quedar con el rostro así?

—Yo le decía lo mismo a mamá —se ríe él—. ¿Cómo quedó la otra?

Intentando no temblar, respondo:

—No... —Me quedo en silencio, arrepintiéndome de no haber pensado antes en qué decirles.

—¿Te comió la lengua un gato?

Rick, claramente molesto, se gira a enfrentarlo.

—¿Podrías tomarte algo en serio por primera vez en tu puta vida?

Su amigo rueda sus ojos, sin estar de acuerdo. Luego de una pequeña batalla de miradas en donde ponen a prueba su amistad, Seth termina por asentir.

—Lo preguntaré una vez, Quinn. Quiero que me respondas con la verdad; si no lo haces, tus amigas lo harán. —Rick le da una mirada a Aggie y a Riley—. ¿Quién te dejó ese ojo morado?

De repente, el timbre del departamento suena y siento como si la campana me hubiese salvado. Rick gruñe molesto y voltea hacia la puerta como si tuviera la culpa. En eso, Aggie, quien está más cerca de mí, me toma del antebrazo.

—Debes decirle —susurra ella.

Niego.

Nadie parece querer abrir la puerta así que tomó la iniciativa, me levanto rápidamente del sofá y llego a la puerta. No pregunto quién es, probablemente sea Alison o Jess, que llegan en mal momento. Abro la puerta y me congelo al ver quién es.

—¿Qué mierda haces aquí? —suelto llena de enfado.



***


Continue Reading

You'll Also Like

17.6K 1.2K 63
Iris, tras pasar el peor verano de su vida se muda de ciudad para empezar una nueva etapa. No conoce a nadie. No sabe muy bien qué hace ahí, ni si en...
1.8M 106K 49
+18 | LIBRO 2. SAGA «COX» Desde el inicio, no lo soportó ¿Podría alguien ser más egocéntrico? Desde el inicio, ella le agradó ¿Era posible que alguie...
3.4K 331 34
Los hermanos Márquez tienen un secreto y Olivia no se detendrá ante nada para descubrirlo. ----- Bird y Scorpio Márquez tienen una sola regla: mante...
7.1K 1.2K 30
El Dr. Michael no imaginaba enamorarse de su paciente, y mucho menos todas las consecuencias que amar a alguien con algunos años de diferencia, podrí...