Eternidad

By HilCat92

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Desde unas noches atrás Will Graham es atormentado por vividos sueños de una vida pasada que no comprende, en... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Trivia
Pistas
Capítulo 11
Entrevista
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
¡¡¡Anuncio super importante!!!

Capítulo 17

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By HilCat92

Saludos queridos lectores, ha sido un tiempo desde la última actualización, pero al fin después de esta pausa es momento de regresar a la historia. Espero les agrade el capítulo. ¡Bienvenidos de nuevo!

*********


Después de que Hannibal saliera de la habitación, Will al fin se puso de pie, la somnolencia se había apoderado de él, pero no quería dormir, ¿qué sucedería si volvía a caminar dormido? Al menos en casa de Hannibal estaría bajo el cuidado de un médico y su amigo. No, definitivamente no causaría más molestias. Se duchó rápidamente alcanzando al doctor en la cocina. Olía a tocino y Will no pudo evitar pensar en una hamburguesa, algo que seguramente el doctor desaprobaría.

—¿Necesitas ayuda?— preguntó.

—Vendrían bien un par de manos, puedes triturar las especias en este mortero— le indicó el doctor. Graham se acercó hasta la base de preparación a su lado— pon dentro los pétalos de rosa, la pimienta, la sal y la salvia.

—¿Sólo debo molerlo?

—Mientras saco el lomo de cerdo del horno. Espero que la carne te apetezca.

—Mucho.

Hannibal le bridó una mirada de aprobación mientras el agente molía las hierbas que sazonarían el trozo de carne. Era satisfactorio tenerlo compartiendo la cocina. Se acercó al horno para obtener una humeante charola con un apetecible corte magro.

—¿La señorita Lass ha logrado encontrar más pistas médicas sobre el destripador?— cuestionó el psiquiatra con total tranquilidad mientras barnizaba el lomo con mantequilla y mostaza.

—No que yo sepa, al parecer sigue haciendo una búsqueda por su cuenta.

—Ya veo, es una chica inteligente. Y Jack parece confiar bastante en su juicio— le miró de reojo.

—Sin duda.

—¿La consideras capaz de mantener la confianza que Jack ha depositado en ella?

—¿A caso intentas ponerme en contra de Jack por una estudiante?—preguntó mientras terminaba de integrar las especias— ya está.

—De ninguna manera Will, espárcelo aquí sobre la plancha, la idea de relegarte un poco de trabajo me parece adecuado para tu salud— el psiquiatra tomó el lomo y lo escarchó con las especias dándole la apariencia de un tronco mientras Will lo observaba— Recuerda que la cita con el neurólogo es mañana, por supuesto iré también, no estás sólo Will. Cualquiera que sea el resultado puedes contar conmigo.

El joven asintió. Hannibal tomó un cuchillo grande y cortó generosos trozos del lomo, colocó tres en cada plato, sobre un espejo de puré de papas, esparció ralladura de tallo de brócoli previamente marinado con vinagre de vino blanco, una salsa reducida de vino tinto y verduras salpicó sobre la carne y el puré con un brillante color escarlata, por último, le pidió a Will colocara el tocino crocante y dejara caer unos cuantos pétalos de rosa triturados por sus propias manos sobre el plato. Al final cada emplatado parecía una pequeña escena de un bosque otoñal, con sus amarillos, verdes pálidos, cafés y rojos violáceos.

—Un vino rojo...

—¿Podría ser una cerveza?— preguntó Will apretando los labios con simpatía, Hannibal pensó que si Will ponía más esfuerzo en pedir lo que quería, sería difícil no cumplir sus caprichos, aunque hasta el momento parecía no darse cuenta de esa fuerza de convencimiento que posee.

—Por supuesto, por suerte para ti, tengo una reserva especial. Por lo regular Alana es aficionada a ella.

—¿Alana?, no la creería aficionada a la cerveza.

—Lo es— mencionó sirviendo un vaso alto (Weizen) de un barril pequeño en el refrigerador, se lo entregó al igual que la botella de vino, Will llevó las bebidas a la mesa y detrás lo siguió el doctor con los platos. Tomaron asiento uno frente al otro, el doctor se sirvió una copa de vino y continuó con la charla—¿cómo van los asuntos entre ustedes?

—Tan bien como han ido siempre, ella es encantadora, lo sabes, pero no está interesada en mi de la misma forma...

—¿De la misma forma que tú?

—De la misma forma en que pensé. Por cierto, gracias por cuidar de mis perros mientras no estaba.

—Por nada. Come antes de que se enfríe— cortó el doctor.

El platillo como siempre fue delicioso, en cuanto Will probó el primer bocado se dio cuenta que estaba realmente hambriento, Hannibal no dudó ni un segundo hacerle repetir la porción a lo que el agente no se negó, mucho menos ante un segundo vaso de cerveza.

Al final como en casi todas sus conversaciones de sobre mesa terminaron en el consultorio del psiquiatra.

—¿Quieres escuchar algo en particular?— peguntó el psiquiatra tomando la tableta electrónica de un cajón— creo que nunca hemos hablado de lo que te gusta.

—No, en realidad ese tipo de conversaciones nunca fueron importantes en nuestras sesiones. Y hablarlo ahora parece un mal chiste ¿no crees?

—Subestimas mi curiosidad por ti, Will. Ahora conozco diferentes facetas, el agente del FBI, el paciente y el amante tal vez—Will pasó un trago de cerveza con fuerza—¿Te perturba que hable de ser amantes? El ejercicio de la sexualidad es una acción natural.

—En absoluto, no podría avergonzarme por algo como eso, después de todo yo vine directo a ti. Es sólo sexo.

Desvió la mirada concentrándose en el alce de bronce sobre una mesita.

—Natural en efecto— se respondió Hannibal ante la evidente evasiva de Will—¿Entonces?

—¿Lo que quiera?

—Cualquier cosa.

Will dejó su vaso sobre el escritorio y tomó la tableta que Hannibal le ofrecía, indagó en el buscador y "People are strange" de The Doors comenzó a sonar con aquel suave arrullo de guitarra acompañando una voz masculina, un ritmo cadencioso que invitaba a mover los pies.

"People are strange when you're a stranger

Faces look ugly when you're alone

Women seem wicked when you're unwanted

Streets are uneven when you're down

When you're strange

Faces come out of the rain

When you're strange

No one remembers your name

When you're strange"

Hannibal lo observó detenidamente, mientras el agente seguía el ritmo con la punta de sus pies recargado sobre el escritorio. El doctor tomó una de las sillas y la colocó junto al escritorio, él se sentó en el sillón giratorio a la espera de Will.

—Me parece comprender por qué te gusta.

—Es una de mis canciones favoritas— bebió de su vaso y se relamió los labios siguiendo la melodía incluso con un ligero movimiento de cabeza.

—"Las personas son extrañas cuando eres un extraño". La empatía te alejó de los otros más de lo que podía acercarte.

—Ya estás psicoanalizándome de nuevo, doctor— Will se giró dejando que otra canción del grupo musical se reprodujera, colocó las palmas en el bufete frente al psiquiatra con mirada de reproche.

—A veces es imposible evitarlo, tantos años de práctica... Lo sabes Will, es casi imposible no prestar atención a una persona que nos interesa, mucho menos cuando se tienen herramientas, aun así, me atrevo a decir que nunca lograré conocer tus verdaderos pensamientos.

—Entiendo, realmente me considera tan destrozado como para seguir un patrón— suspiró dejándose caer en la silla.

—Al contrario, te considero fascinante.

—Era un adolescente cuando escuché esa canción—Will dejó escapar una ligera sonrisa—una chica acababa de dejarme, así que la canción parecía tan apropiada, "Las mujeres parecen malas cuando no eres deseado", conocer lo que piensa el otro no es nada agradable en realidad, en ese tiempo no comprendía exactamente esas extrañas corazonadas sobre las personas. Saber que los sentimientos que se tienen por alguien son desechables. Sólo me quedaba eso, ser un extraño. O ya lo era posiblemente... Ahora es mi turno de psicoanalizarlo doctor.

—¿Estás seguro? Puedes encontrarme más complicado de lo que imaginas. Mi conexión con el pasado es más fuerte que la tuya.

—Soy perfilista Hannibal, intentaré dejar mi trabajo a un lado en éste momento, ¿alguna melodía o canción preferida?— mencionó levantando una ceja.

—Concedo, acompáñame— pidió poniéndose de pie.

Will con un pequeño ápice de duda se detuvo por un segundo y luego continuó sus pasos hasta la sala de música donde se encontraba un clavicordio—Las Variaciones Goldberg son, en conjunto, una de mis piezas favoritas, especialmente el Aria. Por favor.

El doctor se sentó frente al instrumento, le señaló un asiento y esperó a que Will se acomodara en uno de los sillones azules de terciopelo, como si fuera parte de un recital privado, una vez ahí, el psiquiatra colocó sus dedos sobre las teclas y comenzó una delicada melodía, ligera y etérea, las notas de los acordes sonaban con una reverberación baja e hipnótica. Los delgados dedos de Hannibal se paseaban por el teclado y Will se sumió en la armonía; "do" sostenido, "la" y un decrescendo que continúa hasta hacer vibrar la última nota.

Cuando terminó Will no dudó en aplaudir suavemente, tres palmadas que Hannibal recibió con una elegante inclinación de cabeza y un parpadeo lento para luego fijar sus ojos en los orbes azules de su único público.

—Muy bello doctor.

—En Wolf Trap vi un viejo piano, ¿por qué no interpretas algo?

—Lo compré por impulso, en realidad lo único que puedo tocar son las primeras cinco notas de Para Elisa.

—¿Lees partitura?

—Sí

—Entonces ven aquí, tengo una sonata a cuatro manos que podrías tocar.

El agente fue de inmediato hacia él, guiado por su curiosidad. Hannibal se movió sobre el banquito brindándole un espacio a su lado. Buscó la partitura sobre el instrumento para dejarlas listas y Will observó el doble teclado.

—Tu llevarás el primer teclado, la posición de las notas es casi igual a la del piano, ahora comienza con "la" justo aquí, de esta manera— el doctor tomó sus manos y las llevó con delicadeza sobre las teclas, Will miró su dedicación como maestro, sonrió levemente, la situación era agradable.

Hannibal comenzó y Will lo siguió de inmediato, el sonido áspero del clavicordio siguió una armonía, ambos se condujeron debidamente a través de las notas presentes, Graham esperaba no errar en las notas y el psiquiatra por su parte dejaba que la música se filtrara por su cuerpo. Sonrieron mutuamente cuando Will logró seguirle el paso sobre el teclado y al finalizar la mueca alegre seguía en los labios del agente y repercutía en el doctor.

—Para saber sólo unas notas lo has hecho bastante bien Will.

—Gracias, es una bella melodía.

—Me alegra que te gusté, la escribí pensando en nuestra vida pasada— mencionó y Will se tensó de inmediato amenazando con ponerse de pie. Él lo tomó de la mano evitando su escape— no, por favor. No es mi intención presionar sentimientos inexistentes.

—No son inexistentes— dijo en voz baja— simplemente no es el momento y yo...

Will mantuvo su mirada en las manos juntas sobre el teclado, el doctor por su parte se acercó a su oído.

—Está bien, ahora sólo escucha mi voz, Galahad, Galahad, ven a mí Galahad— susurró. El poder de su voz trajo de inmediato la inconciencia en William, en cambio surgió el caballero quien apretó su mano para hacerle saber que estaba ahí.

—¿Tristán?

—Sí.

Galahad se giró para encontrarse con su rostro. Hannibal sonrió ante su incursión en la consciencia de Will, se acercó para rosar esos labios que había probado anteriormente pero un dedo se colocó sobre los suyos alejándolo con cautela. Galahad se levantó y miró alrededor, caminó hacia la chimenea donde se detuvo.

—Quiero verlo— mencionó imperante.

El doctor se levantó siguiendo sus pasos deteniéndose a una distancia prudente.

—¿A quién?

—A Tristán.

La petición hecha con voz suave y determinada le tomó por sorpresa. Su rostro inamovible no pareció turbado en absoluto.

—Estoy justo frente a ti Galahad.

—Eres, en apariencia— musitó girándose repentinamente blandiendo hacia él un atizador puntiagudo que tomó de la chimenea como si fuera una espada.

Hannibal continuó quieto, la primera vez que vio a Galahad había sido el amante el que hablaba, ahora, el guerrero se imponía, audaz, veloz en sus movimientos, arrogante y decidido. Ladeo su rostro mientras apreciaba su semblante, un gesto serio y demandante que no había observado en Will.

—Tristán y yo compartimos un espíritu tal como tú y Will. Ambos somos parte del otro. ¿No es suficiente con recordarte tal y como eras o seguir sintiendo por ti el mismo amor que sentía?

—Me recuerdas como yo te recuerdo, pero no me amas a mí. Es él quien te obsesiona. Hoy lo traje a ti, ahora pido la misma indulgencia. Un trueque justo. Entre caballeros.

Hannibal asintió suavemente. Era sin duda un trueque justo como pedía el muchacho. ¿Pero él era capaz de cumplir? ¿Podría perjudicar en algo dejarle a Tristán mostrarse? Convino aún con desventajas que debía probar, un hombre no se fortalece si no conoce sus propias debilidades, así que accedería a la petición. Se sentó en el sillón individual que Will había ocupado antes y fijó su vista sobre un punto en la pared frente a él. Se concentró en retirarse a su palacio mental permitiendo a Tristán tomar el control de su consciencia.

Galahad vio sus pupilas dilatarse un momento y al siguiente contraerse, el doctor parpadeó soltó una pesada respiración y luego lo miró.

—Tristán— lo llamó. La sangre recorrió su cuerpo con fuerza cuando el hombre se levantó del asiento y sonrió. Sí, era la sonrisa de Tristán, de su maestro, del único a quien amaría a pesar del tiempo o la muerte.

Las manos del mayor se colocaron sobre el cuello de Galahad tal como lo hacía siempre acariciando con sus pulgares su barbilla y su mentón. Elevando su rostro para que lo mirara a los ojos. En ese mismo instante en que sus ojos se miraron, estaban a la intemperie en Britania como la última vez que se vieron antes de tomar la decisión de luchar a lado de Arturo, sabiendo que podría ser la última. La ilusión duró solo un instante, el suficiente para el reconocimiento y el gozo del rencuentro.

—Cachorro— dijo con voz áspera casi como un ronroneo, el muchacho soltó el atizador y llevó sus manos al cabello del hombre uniendo sus frentes manteniéndolas juntas, ambos respiraron el aroma del otro como dos animales que usan el olfato para distinguirse, primero suaves toques entre sus narices inspeccionándose entre sí. Galahad cerró los ojos mientras los suaves labios de Tristán tanteaban sus mejillas, abrió la boca para hablar, pero los labios de su amante se colocaron de inmediato sobre los suyos impidiéndole articular cualquier vocablo, su lengua se deslizó con arrebato dentro de su cavidad y la recibió con entusiasmo.

Tristán envolvió su brazo derecho sobre la cintura de Galahad atrayéndolo con fuerza provocando un jadeo en el menor. Su beso era arrebatador, labios, dientes, lenguas, no había forma de separarse, pero al final lo hicieron cuando el aire fue necesario, aun así, siguieron ligeros besos mientras una deliciosa risa se apoderó del más joven haciendo su cuerpo temblar y Tristán rio con él, llenos de amor y felicidad. Cayeron de rodillas sobre la alfombra aun riendo, abrazados, incapaces de soltarse.

—Mi hermoso muchacho, mi Galahad— pronunció y los ojos añiles lo miraron con profundo amor.

—Yo soy tuyo y tú eres mío— contestó como un mantra.

—¿Cómo es que estamos aquí de nuevo?

—Yo... yo no podía soportar el haberte perdido, así que... el Grial, yo busqué el Grial.

—¿Lo encontraste?

Galahad asintió. Empujó a Tristán sobre la alfombra y se acomodó sobre su pecho.

—Pero no recuerdo más—El mayor acarició su cabello, movió su cuerpo hacia arriba para tenerlo de frente con su cabeza sobre su brazo y el cuerpo enredado al suyo.

—Extraño tu cabello largo— dijo el joven suavemente.

—No puedo decir lo mismo de tu barba.

Galahad rio.

—Eres más viejo.

—Me temo mi querido muchacho que no nos haremos más jóvenes.

—No, debimos volver hace mucho tiempo. No quiero separarme de ti Tristán. Nunca más.

—Está bien, ahora estamos juntos.

—Pero ellos...— dijo tocando el pecho de Tristán— él, hay oscuridad en su mirada.

—Hannibal comparte conmigo más allá de un cuerpo y recuerdos, poco a poco nos haremos uno. Comprendo sus deseos como el comprende los míos. ¿Es Will quien debe preocuparnos?

—Es testarudo, inamovible. Difícil de convencer.

—Nunca pensé que viviría para escucharte aceptar esas verdades— sonrió.

—¿A caso intenta reprocharme algo Sir Tristán?— preguntó subiendo a horcajadas sobre él.

—En absoluto Sir Galahad, sé que pagaría mi osadía con sangre— musitó acariciando su cabello.

Galahad se acercó para besarlo, pero se detuvo un instante con las manos a cada lado de la cabeza de Tristán sobre la alfombra con los ojos cerrados y el rostro contraído de quien realiza un gran esfuerzo.

—Tristán, te amo— jadeo mientras Will iba tomando conciencia.

Cuando el agente abrió los ojos estaba sobre Hannibal en el piso del salón donde momentos antes había tocado el clavicordio. Había sudor en su frente y sentía calor. Tocó sus labios hinchados y luego observó en el rostro del doctor, su mirada de completa adoración lo dejó hipnotizado. El psiquiatra sonrió como no lo había visto sonreír antes, se acercó lentamente y lo besó apenas rosando delicadamente sus labios como si no quisiera asustar a un pequeño animal. Will vibró con un sentimiento que no conocía pero que le recorría el cuerpo.

—¿Cómo llegué aquí? Yo... Hannibal...

—Quédate un momento así— suplicó el doctor abrazándose a su torso.

Will inmóvil, obedeció sintiendo que las lágrimas saldrían de sus ojos en cualquier momento. Sus brazos lentamente se ciñeron sobre el psiquiatra, la vulnerabilidad no parecía ser parte de aquel hombre elegante y altivo, Graham jamás lo hubiera creído, de no ser porque él mismo concebía una debilidad apenas descubierta sobre el doctor Lecter que le hizo mantener el contacto.

—Debo irme Hannibal— dijo con la voz temblorosa apenas convenciéndose a sí mismo de ello.

—Lo sé.

Para Will la respuesta fue más que extraña. Se puso de pie y Hannibal detrás de él acompañándolo a la salida o más bien siguiéndolo. Will se detuvo en la puerta. Era como si realmente no quisiera irse. Deseaba volver a besar al doctor, pero en lugar de eso abrió la puerta resistiéndose tercamente a cualquier muestra de flaqueza.

—Gracias otra vez.

—No hay nada que agradecer— dijo el psiquiatra y el agente se retiró bajo la luz de las luminarias.

En cuanto cerró la puerta, Tristán se detuvo con las palmas sobre ella y Hannibal recobró la consciencia de nuevo, su corazón latía con fuerza y sentía la necesidad de ir tras su paciente, tal vez no había sido buena idea después de todo dejar que Tristán tomara partido, aquellas emociones eran abrumadoras, emocionantes y nuevas, sin embargo, peligrosas.

*****************

Wolf Trap, Virginia

10:27 pm

Las luces altas de un auto alumbraron el camino, entre el bosque circundante a la casa de Will Graham. Matt apretó ligeramente su mandíbula en una clara señal de ansiedad. Eran casi las 10:30 cuando reconoció al conductor dentro del auto al pasar cerca de su escondite, por supuesto era Will, quien pasó de largo la presencia de su motocicleta escondida detrás de los altos árboles.

"Es él, es el ángel" "Obsérvalo" "Ahí está" "¿No es hermoso?" "Mira como resplandece"

El susurro apacible de las voces a su alrededor lo alentaron a observar, Matt tomó sus binoculares y miró a través de ellos acercando la imagen de un agente del FBI saliendo de su auto y entrando a su casa. Las persianas corridas le permitieron verlo recorrer la estancia saludando a sus mascotas acariciándolas y jugando con ellas. Una imagen maravillosa.

Brown había tomado todas las precauciones necesarias para observar los movimientos de su ángel a una distancia aceptable, no correría el mismo riesgo como noches atrás cuando estuvo a punto de ser descubierto. Esta vez quería asegurarse de que Will no estaba en peligro, ya que el terrible monstruo negro le seguía acechando, en espera de que se descuidara para arrebatarle a Will. Lo había visto de nuevo en Filadelfia, y ahora lo perseguía donde quiera que se intentara refugiar, podía escuchar sus pisadas a su alrededor, el chirriar de las astas contra las paredes del hospital o fuera de su el apartamento.

Cada vez le era más difícil conciliar el sueño, lo único que lo mantenía tranquilo era saber que su ángel existía, que lo buscaba y lo comprendía. Por ello había aguardado desde hacía horas entre el silencio del bosque y los murmullos que siempre estaban presentes, con el único objetivo de ver a Will.

Se mantuvo en la oscuridad del bosque como si él mismo fuera una sombra. Miró con detenimiento cada paso de Will dentro de sus habitaciones memorizando su imagen y su ritual antes de dormir, se alejó de las ventanas delanteras hacia su habitación, apagando también las luces. Matt estuvo a punto de dejarle sólo por esa noche hasta que observó al monstro de astas esconderse detrás de la casa.

"¡Está aquí Matt!" "¡Está aquí!"

El joven de ojos verdes se precipitó hacia el lugar, no podía dejar que aquella bestia se acercara a su ángel. Sus pasos se alentaron en el perímetro de la casa, buscando, rastreando la horripilante presencia, pero sus ojos se detuvieron en las ventanas sin persianas de la habitación, dentro, Will se desnudaba para dormir dándole la espalda a la cama cerca de las ventanas, sin pensar que era observado se deshizo de su ropa con la mayor normalidad, la camisa se deslizó por sus hombros, hizo un bulto con ella y la arrojó al cesto de ropa. Matt contempló su espalda, delgada y delineada; sus hombros masculinos ostentaban una perfecta simetría, la forma en la que sus músculos se movieron para lanzar le hicieron verse exquisito a los ojos de Matthew, su cadera estrecha a comparación de sus hombros acentuaba la voluptuosidad de su trasero. Will aflojó el cinturón y dejó caer sus pantalones al suelo, salió de ellos y los arrojó al cesto también dejando sus calzoncillos puestos como acostumbraba.

Los ojos de Brown devoraron la perfecta figura de su ángel, desde su cabello rizado hasta sus piernas fuertes y torneadas. Era Will una perfecta visión, un ángel de carne y hueso cuyo cuerpo podía incitar a cualquiera ante el pecado. Pero Matt no podía pensar en el profesor como un pecado, era cualquier cosa menos eso, había un fulgor alrededor de Will que le recordaba esa procedencia divina a la que deseaba acercarse.

Will se giró lentamente y en un momento Brown juró que sus ojos se encontraron, él se quedó inmóvil por milésimas de segundo, la sangre se congeló en sus venas mientras el joven de ojos azules pareció aterrado, no parpadeó, tampoco se movió, su rostro mostraba miedo e incredulidad como si no pudiera reconocer aquello que sus ojos habían encontrado detrás del cristal de su ventana. Matthew aprovechó el instante en el que el agente se cubrió el rostro con las manos, para gatear sobre el piso hacia unos matorrales.

"Te ha visto" "Vendrá por ti" "Ya sabe quién eres"

Susurraron las voces a su alrededor. Tembló a la espera de lo peor. Will seguramente lo había reconocido. ¡Estúpido, estúpido, estúpido! No estaba preparado, pero si Will salía por esa puerta no habría marcha atrás, ahora que le había reconocido lo llevaría con él. ¿Qué haría después? No tenía idea lo único certero en su mente era que Will sería suyo a como dé lugar. Su corazón retumbó en su pecho, las voces se reían, con fuertes carcajadas, él había fayado. Se tapó los iodos como si eso frenara aquellas voces que eran parte de él. El aire le faltaba, apretó los puños e intentó como le fue posible esconderse entre la hierba crecida. Su atuendo particularmente oscuro era un camuflaje perfecto para esconderse en la oscuridad, no obstante, intentó que su aliento cálido no lo delatara.

Escuchó ligeros pasos cerca del pórtico de la casa, levantó el rostro, no era Will, era el aterrador espectro. El monstruo ladeo su rostro, él también se burlaba de su torpeza, o eso pensó hasta que las luces dentro de la casa se apagaron y todo quedó en silencio. La sombra negra cornuda se desvaneció también. Para el asombro de Matt el profesor no había salido como en aquella ocasión cuando entró a la casa, la posibilidad de que no le había reconocido le permitió respirar, pero ¿por qué Will no le había reconocido?, Matt estaba seguro de que se habían visto cara a cara. Extrañado se acercó de nuevo, pero esta vez las persianas estaban puestas y le fue imposible ver el interior.

Regresó a su vehículo y lo puso en marcha mirando una última vez hacia atrás. Dando un simbólico "hasta luego" a su adorado ángel. Salió rápidamente hacia la carretera que lleva a Maryland, y luego hacia la ciudad de Baltimore. Mientras su hermoso ángel dormía, Matt se sentía ansioso, demasiado para lograr conciliar el sueño, o intentar dormir solo a merced de los demonios que lo atormentaban, por lo que al adentrarse en Baltimore se dirigió a la zona roja. Bares, discotecas y mujeres abundaban por aquellas calles de lenocinio y decadencia que llegó a conocer bien tiempo atrás. No fue difícil que las chicas voltearan a verlo, pero no era lo que buscaba. Matthew siempre supo que sus gustos eran hacia los hombres, lo descubrió a temprana edad en la High Scool, otra cosa que su madre no podía tolerar.

Viró a la derecha entre calles pequeñas y letreros neones, las luces de colores primarios hacían brillar el asfalto mojado, sus ojos verdes escrutaron a los hombres que se mantenían bajo las luminarias o semi protegidos del frío por las cornisas de los edificios. Un hombre moreno, de cabello ondulado y escueta barba llamó su atención, era aproximadamente de la misma estatura que Will, y tal vez de la misma complexión. Sus ojos cafés se cruzaron con los suyos a la espera de una señal para acercarse cuando Matt detuvo la motocicleta del otro lado de la calle. Estaba a punto hacer una señal cuando la voz de un joven le hizo voltear a su izquierda.

—¿Tienes fuego?— le preguntó y sus ojos brillaron como los de un gato en la oscuridad.

Matt asintió y sacó de su bolsillo un pequeño encendedor. Por supuesto él no fumaba, pero era parte de aquellas cosas que solía cargar por si acaso.

El muchacho se acercó para encender el cigarrillo de sus manos, Matt no pudo dejar de mirarle a los ojos, podía jurar que Will se veía de la misma forma a los veinte años, cabello castaño oscuro rizado y largo, piel pálida y esas largas pestañas. El otro hombre al lado opuesto de la calle seguía mirándolo, y Matt lo hubiera elegido de no ser porque aquellos ojos azules con un destello verde eran tan parecidos a los de su ángel. Los jóvenes no eran su tipo y sin embargo ahí estaba, sin poder quitarle la mirada de encima.

—Cincuenta por una mamada—dijo el muchacho sin tapujos.

—Quinientos por pasar la noche.

—Obtengo quinientos en tres horas— replicó el muchacho.

—Mil— negoció. Él joven lo miró con desconfianza, observó la motocicleta y su atuendo. Le dio otra calada a su cigarrillo y habló.

—Mil quinientos y soy todo tuyo.

Matt sonrió.

—Sube— indicó, pero el joven estiró la mano frente a él. Brown sacó unos billetes de su chaqueta de cuero café, y se los dio. El chico los guardó rápidamente en su chamarra, con el cigarrillo colgando en sus labios —¿Cuál es tu nombre?

—Roberto.

El muchacho apagó el cigarrillo en la suela gastada de su bota derecha, se rastrilló el cabello color chocolate y subió detrás de él. Sus brazos delgados se apretaron al torso de Matthew, el mayor arrancó y se dirigieron hacia su departamento en la periferia de la ciudad.

Al llegar el enfermero lo guio, aún en la puerta del lugar vio al joven dudar, Matt deslizó una mano por su espalda dándole un ligero empujón para entrar después de él. En cuanto estuvieron dentro escuchó el sonido de las astas golpeando las paredes, se tensó, sus ojos se abrieron y se quedó inmóvil un segundo. El eco de una voz llegó a él, hasta que se dio cuenta que el joven había hecho una pregunta.

—¿Dónde está el baño?

—En el pasillo frente a la habitación.

Lo vio caminar hacia ahí, se sirvió un vaso con agua y se tomó una de sus píldoras que guardaba en un botecillo naranja en la alacena. Encendió la computadora, de nuevo la imagen de su ángel lo recibió en la pantalla.

"¿Qué haces Matt?" "¿Qué estás haciendo Matt?" "No podrás acercarte al ángel de nuevo" "Impuro" "Impuro"

—No, no, él es mío, él es mío— contestó a los susurros acariciando la pantalla con las yemas de los dedos dejando la impresión de sus huellas sobre la mejilla de Will en la imagen. Levantó los ojos hacia el pasillo por donde el joven había ido y escuchó un rechinido en la perilla de su habitación seguido del choque de las astas en el marco de la puerta. Caminó hacia la alcoba y detuvo la mano de Roberto justo cuando intentaba tomar el anzuelo de plumas coloridas que mantenía sobre una pequeña mesita circular, al igual que el viejo bolígrafo, una fotografía de Will y dos pequeñas cajitas de latón decoradas. El muchacho soltó un quejido de sorpresa, sus ojos azules viajaron del rostro del hombre hacia la repisa y luego hacia Matt otra vez.

Brown tomó su cabeza entre las manos y le sonrió, de manera tranquila y suave peinando sus rizos con delicadeza. Realmente ese muchacho era muy parecido a Will, lo miró con genuino asombro, Roberto se quitó la chamarra apresuradamente, pero Matt lo detuvo con un siseo.

—Shhh shhh shhh, no. Así— mencionó haciéndolo girar con el rostro hacia la pared y permitiendo que la ropa cayera tal como lo había visto en la casa de Will. Por supuesto el joven no era tan robusto como Will, y su cuerpo, aunque masculino carecía de la fuerza muscular de un hombre en plena edad adulta. Pese a ese detalle Matt disfrutó de la vista, sobre todo cuando Roberto miró sobre su hombro. Matthew se quitó la chaqueta y la playera negra ajustada de cuello en v que vestía, dejando al descubierto su ejercitado torso y sus brazos musculosos. Así se acercó al joven lo acorraló con su cuerpo contra la pared deslizando sus manos por el cuerpo desnudo, tanteando y dejando que el calor del deseo bloqueara su mente de aquellas voces que seguían susurrando "Impuro" "Impuro".

Enterró su rostro en el cabello rizado del chico, imaginando que era la maraña chocolate de su ángel, intentando evocar ese olor de la casa en Wolf Trap. Palpó el cuerpo frente a él con ansiedad susurrando levemente el nombre de Will. Frotó su erección aún cubierta por los pantalones en el trasero de su Will comprado. Mojó sus dejos con saliva para preparar su desesperada intrusión en el joven, llevándolos a su relajado orificio mientras besaba su espalda sintiendo el calor de la piel bajo sus labios cerrando los ojos, para retener la imagen de Will dejando caer su camisa al piso. El muchacho bufó como sus dedos lo penetraban con mayor rapidez, dentro y fuera, ensanchándolo, lo dejó un momento para tomar un preservativo de un cajón en la cómoda de madera a su izquierda, abrió sus pantalones y se preparó. Se deslizó con prontitud en aquel interior cálido con un gemido ahogado en ambos, comenzando su empuje rápido y necesitado con ímpetu.

—Ah, ángel, mi ángel, sólo mío— susurraba mientras empujaba al chico contra la pared y olía su cabello. Llevó una de sus manos a la mandíbula de Roberto y al no sentir la barba que debía estar ahí, paró un momento sólo para girarlo y ver su rostro, no la barba no estaba ahí, pero esos ojos, esos preciosos ojos lo miraron con perspicacia y él sonrió. Empujó al Roberto de nuevo contra la pared y lo levantó a modo que el chico enredara las piernas sobre su cadera para penetrarlo de esa forma.

—Mírame, no cierres los ojos— le dijo mientras seguía pistoneando sus caderas hacia él, con fuerza, jadeando como un animal. En la misma posición lo llevó a la cama y continuó con sus movimientos comenzando a ver como el muchacho se retorcía y gemía debajo de él. Entonces vio a Will en su lugar, aferrándose a las sábanas, enterrando sus uñas en su espalda, susurrando su nombre mientras él jadeaba el suyo, "Will", "Will", "Will" era todo lo que podía pronunciar mientras el otro llegaba a su cúspide derramando su semen sobre sus vientres con un gemido áspero y arrastrando a su cuerpo vigoroso hacia el orgasmo, nublando su mente, alejando los miedos y acallando las voces que le torturaban.

*

Matt sólo había podido conciliar el sueño por apenas dos horas en toda la noche después del maratónico encuentro, se levantó de la cama a mitad de la madrugada dejando al muchacho que dormía sobre sus sábanas solo en la recámara, lo vio removerse buscando el calor de otro cuerpo y no dudó en arroparlo. Se vistió con un pantalón deportivo gris y se dirigió a la sala. Comenzó su rutina de ejercicio sintiendo el dolor gratificante en cada músculo con las flexiones en una barra fijada al techo de la pieza.

Por su frente comenzaron a deslizarse algunas gotas de sudor y los músculos tonificados se marcaban maravillosamente en todo su torso y sus brazos.

Hizo una flexión más, levantándose con un solo brazo en la barra y luego se balanceó dejándose caer sobre sus pies en la alfombra.

Aún era de madrugada, pero no quería pensar en dormir, tenía mucho trabajo por hacer, después de que estuvo a punto de ser descubierto por Will de nuevo, se dio cuenta que no tenía verdaderos planes a futuro, por ello debía apresurarse y dejar de jugar, ahora que se había planteado la idea de llevarse a Will a un lugar seguro, tenía que planear todo a la perfección, su misión era guardarlo de cualquier peligro, llevarlo a un Edén para ambos. Un lugar que construiría con sus propias manos si era necesario.

**************

Las hojas secas de los árboles, crujían a cada uno de sus pasos, la oscuridad del bosque era apenas corrompida por los opacos rayos de luz de luna, William estaba de cacería, en sus manos sentía el peso del rifle con firmeza. Se detuvo entre los árboles al escuchar las pisadas de aquello que buscaba, parpadeó con insistencia y levantó el arma observando a través de la mirilla, una sombra negra se movió con premura a su alrededor para salir corriendo con pasos ligeros internándose aún más en el espeso bosque. Corrió tras de él sin lograr darle alcance, luego vio la oscura cornamenta esconderse detrás de un gran tronco, se acercó curioso y observó a la criatura devorando un ciervo, la sangre se escurría desde sus fauces humanas hasta su pecho, alimentándose del pobre animal aún vivo. La bestia lo miró con sus ojos vacíos y le atacó empujándolo hasta hacerlo caer de espaldas al piso de tierra.

Will contempló con estupefacción cómo el monstro se cernía sobre él, en sus manos ya no tenía el arma para defenderse, tampoco la fuerza ante las descomunales garras, que le arrancaban la ropa con fuerza, dejando su cuerpo desnudo a la intemperie y a su merced. Él luchó, sin embargo, con fuerza, retorciéndose, empujando, clavando las manos en la tierra, el monstruo no pareció sorprendido, lo manipulo como al ciervo del que se alimentaba anteriormente y mordió su cuello y la sangre se escurrió a chorros manchando su piel nívea, Will gritó, pero no tenía voz, nadie podía escucharlo, se llenó de pánico al saberse impotente a los impulsos de aquel espectro. El monstruo negro jaló su cuerpo hacia sí, alineando sus caderas, separando sus piernas sin miramientos, llegando a penetrarlo con su miembro caliente y resbaladizo. Graham gimió, al ver que su cuerpo no ponía resistencia a la intrusión salvaje, de aquel ser que había logrado copular con su cuerpo, rasgando su carne cuando las garras se aferraban a sus brazos y piernas, convirtiendo todo en un amasijo de sangre y lodo.

Fuera de su sueño Will se retorcía en su cama, su garganta seca apenas lograba emitir un sonido, dos de sus perros se pusieron en alerta y comenzaron a ladrar hacia la cama, William se agitó con mayor desesperación hasta que logró abrir los ojos y reconocer que estaba en un sueño, uno de los peores. Estaba tembloroso, afiebrado y cubierto de sudor como si le hubiera caído un cubo de agua tibia. Se levantó a tropezones arrebatándose la playera con la que se había metido a la cama, estaba empapada, se colocó una seca y llevó a su colchón un par de toallas con las que se envolvió.

No quería dormir, estaba viendo cosas y cada vez con mayor nitidez, como ese rostro del monstruo vigilándolo a través de su ventana. Esa noche después de llegar a casa, se encontró con otra alucinación sobre ese espectro salido de la carta del Profeta, lo había visto acechando desde su ventana, con aquella enorme cornamenta, esperando para sólo evaporarse momentos después. Todo gracias a su imaginación y a la conexión que había logrado establecer con ese atormentado hombre.

Se sentó de nuevo en la cama hecho un enredo de pensamientos y cuestionamientos, sintiendo su cuerpo mancillado por el espectro, hasta que recordó que su cuerpo había cambiado, pero no por el monstro sino por elección propia, porque había acudido de nuevo al doctor Lecter de la manera más natural posible. Cepilló su cabello con las manos al rememorar la sonrisa que Hannibal le había dedicado momentos antes de salir hacia Virginia, tan sincera, ¿el rostro de un hombre enamorado? Por supuesto, su empatía e intuición se lo gritaba y era él mismo quien intentaba mirar hacia otro punto. Huir, era una estrategia aceptable, salvo que no era ningún cobarde, sí, él quería estar al lado del Doctor Lecter, sí, había aceptado su cercanía de formas que nunca imagino. Y tal vez era hora de que fuera sincero con él y consigo mismo. Sonrió cuando Hank el galgo blanco se acercó hasta la orilla de la cama, lo acarició y esa sensación agradable en su mano lo reconfortó.

—Creo que necesitamos que nos adopten a todos ¿verdad?— le preguntó al canino, recibiendo como respuesta un curioso gruñido y el toque de la pata sobre su mano, lo cual podía leerse como una afirmación a su pregunta. 

*************

N. del A.: 

Al fin avanzamos queridos lectores y espero poder actualizar con la misma regularidad que en meses anteriores, puesto que ahora tengo un poco más de tiempo para dedicarle a ésta historia así como a Legacy, de la cual estoy comenzando con el borrador, pero vamos por partes, que Eternity y Escrito en las estrellas son mi prioridad por el momento.

Espero adorados lectores que el capítulo les haya gustado, como siempre saben que soy muy feliz leyendo sus comentarios. Gracias por la espera.

Un beso para todos. 

 ¡Eat the rude! 

P.D.: Gracias por animarme a seguir mi querida Eva, te amo (platónicamente). 

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