La Dama Caos. (Dioses Y Guard...

By PilarMendez_MI

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Un día pudo escapar, liberarse de su cautiverio eterno. Ella no sabía quién era o en qué clase de mundo vivía... More

Sinopsis.
Prólogo.
1 - Visita indeseada.
2 - Ayuda.
3 - Nuevas amistades.
4 - El conde.
5 - Bienvenidas.
6 - Celebración.
7 - Tiempo para pensar.
8 - El desconocido.
9 - El hijo de Melieni.
10 - La reunión.
11 - Odio.
12 - La carrera.
13 - Turbación.
14 - Feliz cumpleaños.
15 - Laberinto.
16 - Semilla.
17 - Pequeña.
18 - Dioses.
20 - Nupcias.
21 - Recuerda.
22 - Los tres pétalos.
23 - Dos mitades hacen una.
24 - Realidad.
25 - Fuego.
26 - Intruso
27 - Juicio
28 - Culpables.
29 - Enhid.
30 - Sinceridad.
31 - Infierno.
32 - Decisiones.
33 - Despedidas.
34 - No más huir.
35 - Vida.
36 - Secretos desvelados.
37 - Unidos.
38 - Subconsciente.
39 - Juntos.
40 - Fin.
Epílogo

19 - Perdón.

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By PilarMendez_MI


Ya empezaban a caer los primeros copos de nieve, el frío calaba tras la gruesa capa que llevaba. Sin embargo no era consciente de ello mientras cabalgaba entre los árboles, en mi camino típico hacia el claro del lago. Ese lugar tenía algo especial que me reclamaba. Era extraño.

Llegué sobre el atardecer, no podría detenerme tanto tiempo como me hubiese gustado, mas no me importaba, necesitaba la calma de mi santuario. No obstante alguien estaba allí ya, tumbado sobre la hierba y no me hacía falta mucho para reconocer esa postura y cabello rubio. Melieni. Mi futuro marido, del cual estaba huyendo también.

Me giré para montar en Sombra y volver al castillo, pero el caballo había desaparecido de donde lo había dejado. Fruncí el ceño, sintiendo a alguien tras de mí. Al darme la vuelta comprobé que se trataba del intruso en mi vida.

― ¿Habéis visto a mi caballo? ―Cuestioné.

―Ha debido de irse con el mío. ―Sonrió. ―No se preocupe, señorita Sin, aparecerán pronto.

―Quería regresar al castillo. ―Dije mientras me apartaba.

― ¿Tan pronto? Pero si acaba de llegar.

―Me están esperando. ―Medio mentí.

Se acercó hasta donde yo me había alejado y con una de sus manos acarició mi rostro con dulzura. Hizo que lo mirase a los ojos, perdiéndome entonces en mis pensamientos y solo quedando uno: lo mucho que lo he echado de menos.

―Ah, pequeña, ¿y decís que mis ojos son bonitos? Los vuestros son hermosos, como dos piedras preciosas oscurecidas por una noche brillante.

―No me digáis pequeña, pues en breves seré vuestra esposa y no podría ser si seguís tratándome de niña.

―Yo no la trato de niña, ni mucho menos, mi dulce Eilenor... ―Apartó un mechón rebelde de pelo que había caído en mi carrera hacía allí. ―Aun siendo así, sois en edad menor que yo.

No había pensado hasta aquel momento en ese detalle. Fruncí el ceño, confusa, y me dispuse a preguntárselo:

― ¿Qué edad tenéis?

Se quedó pensándolo por un instante antes de responder.

―Se podría decir que os saco unos diez años, pequeña.

― ¿Diez? ¡Tenéis veintisiete años! ―Grité asombrada. ―Pensé que tendríais la edad de Peter.

― ¿Importa acaso? ―Susurró mientras se acercaba a mí aun más.

Realmente se habían dado casos de bodas con personas aun más dispares en edad. Tan solo no creí que él fuera tan mayor, no lo aparentaba. Negué con la cabeza.

―Simplemente me habéis sorprendido, señor Melieni.

―Echaba de menos su compañía. ―Suspiró. ―Sus amigos la han apartado muy bien de mí estas semanas. Sin embargo la conozco, señorita Sin, sabía que tarde o temprano vendría a este lugar.

Agarró una de mis manos y con sus dedos acarició la palma. Todo lo que siempre sentía cuando me tocaba salió a flote y me estremecí.

―Da la impresión de conocerme muy bien. ―Susurré.

―Lo hago. ―Sonrió mientras apoyaba su frente contra la mía.

Estuvimos un buen rato así, simplemente rozándonos, sin cruzar una mísera palabra.

―Consigue ablandar mi corazón, señor Melieni. ¿Cómo lo hace?

―No hago otra cosa que intentar ganarme vuestro perdón, mi dulce Eilenor.

―No lo comprendo, ¿Mi perdón? ―Cuestioné mientras me echaba hacia atrás para contemplar sus ojos.

―Sí, señorita Sin. ―Suspiró. ―No soporto vuestro odio, me hace recordar sucesos del pasado que sería mejor no volver a mencionar. Tiempos oscuros.

Tomándome desprevenida me agarró de la cintura y me levantó en sus fuertes brazos. Sin tiempo para gritar plantó sus suaves pero exigentes labios sobre los míos. Nuestros cuerpos pegados, mis pies flotando en el aire y nuestras bocas unidas en un apasionado beso. Con mis manos en su cuello, acariciando su cabello dorado.

De repente sentí algo chocando contra mi espalda, era el tronco de un árbol, mas no me importó. Melieni con una de sus manos ya libres comenzó a levantar la falda y a posar sus dedos bajo ella, explorando el contorno de mis piernas y subiendo el bajo poco a poco.

No podía explicar el porqué de esta explosión de emociones y sensaciones cada vez que nos uníamos en un beso. La pasión nos desbordaba y nos dejábamos llevar de tal forma que jamás creí que fuese posible en mí.

Con la falda ya levantada casi por encima de las rodillas, Melieni colocó su cuerpo contra el mío, de tal forma que nuestros centros se encontraron. Gemí por el repentino y novedoso cambio de postura.

―Sois toda una mujer, Eilenor. ―Suspiró entrecortadamente contra mi cuello, el cual comenzó a lamer y mordisquear.

La mano juguetona en mi pierna comenzó a adentrarse al interior de mis muslos, cubiertos por la ropa interior. Sin embargo la liviana tela no era nada en comparación al ardor que sentía en mi interior. Con sus dedos comenzó a acercarse más hacía la zona que mi cuerpo anhelaba con desesperación, pero rápidamente se alejó.

―No... ―Jadeé.

― ¿Eso os gusta? ―Rió mientras levantaba su rostro para mirarme a los ojos.

Asentí con la cabeza mientras cerraba los ojos arrastrada por la pasión del momento. No quería que acabase nunca. Entonces él volvió a posar esos dedos atrevidos contra la sensible zona y un fuerte gemido escapó de mis labios.

Sentí un dulce cosquilleo el cual se fue convirtiendo en un asombroso torrente de lujuria, que me arrastró hacia un gran jadeo, hasta derretirme contra el cuerpo caliente de él.

« ¿Qué acababa de suceder?»

Me sentía confusa, dentro de un huracán de sensaciones totalmente desconocidas para mí. Los labios de Melieni se posaron una vez más en los míos, pero esta vez fue un contacto casto. Me depositó con cuidado sobre el suelo y al apoyar mis pies me percaté de que uno de los zapatos había desaparecido de su lugar. Él también se fijó en ello y fue a por él y agachándose me lo colocó con la dulzura impregnada en cada uno de sus gestos.

―Gracias... ―Susurré avergonzada.

No me había dado cuenta del temblor que recorría mi cuerpo hasta que Melieni me colocó su capa sobre los hombros. Su aroma se extendió por mis fosas nasales, éste era fresco y único.

― ¿Estáis bien? ―Cuestionó con visible preocupación en su tono de voz.

Sacudí con manos temblorosas mi falda, intentando quitar las arrugas de ésta. Permanecí con la cabeza gacha por un momento, intentando asimilar lo ocurrido y sintiéndome de mil formas diferentes. No sabía qué hacer en aquel momento. El odio en mi interior había quedado totalmente silenciado y la vergüenza gritaba con fuerza.

―No... no sé qué debo de sentir ahora mismo...

Agarró con sus dedos mi barbilla y alzó mi rostro. En sus ojos vislumbré en aquel momento una gran ternura que me sobrecogió.

―Mi pequeña mujer debería de estar feliz y no avergonzada. No ha ocurrido nada que debamos lamentar, tan solo una demostración de... amor.

― ¿Me amáis? ―Casi grité asombrada. ―No me conocéis apenas... y nos vamos a casar.

―Es imposible no amaros, mi dulce Eilenor. ¿No dijisteis tener la sensación de conocerme ya?

―Sí... ―Susurré pensándolo detenidamente. ―Sin embargo en una semana seremos marido y mujer ante los ojos de los hombres. Eso es mucho más de lo que esperaba de vuestra persona cuando cruzamos las miradas, hace ya tanto y al mismo tiempo tan poco.

―El destino es sabio y quiso nuestros caminos unidos. ―Rebatió.

―Vuestra persona también tuvo mucho que ver en ello, pues yo os odiaba. ―Le recordé.

― ¿Eso quiere decir que ya no lo hacéis? ―Cuestionó con una nota de esperanza en la voz.

―Debería de ser evidente. ―Reí suavemente.

Con sus dedos dibujó el contorno de mis labios, parecía embrujado por éstos. No obstante, se apartó de repente.

―Ya es tarde, deberíamos de regresar al castillo. ―Sonrió entonces pícaramente. ―Sus amigos deben de estar maldiciendo mi nombre.

― ¿Usted cree? ―Reí también.

Impusimos una marcha perezosa hacia el castillo, ya que ninguno de los dos deseábamos abandonar aquel pacífico lugar.

Cuando entré a mi alcoba tenía a Peter y Bela esperando por mi llegada. La paz se había acabado. Suspiré resignada.

― ¿Qué se os ha perdido por aquí? ―Cuestioné burlona.

― ¿Qué ha ocurrido en tu paseo? ―Fue Peter el que preguntó primero.

―Nada, no te preocupes... ―Sonreí intentando ocultar mis nervios.

―Habla tú con ella, Isabela. ―Dijo Peter a la aludida mientras se marchaba, no sin antes echarme una mirada de arriba abajo y negando con la cabeza.

― ¿Le pasa algo?

―No te has visto en el espejo, ¿Cierto? ―Rebatió obviado mi pregunta.

Me dirigí hacia el objeto en cuestión y al ver mi reflejo en él no pude evitar soltar un jadeo, sorprendida. Tenía el pelo revuelto, las mejillas sonrosadas, los labios inflamados y la ropa terriblemente desordenada, aparte de eso aun llevaba sobre los hombros la capa de Melieni. Sonreí tontamente al verme.

―Esto es por la carrera para llegar al castillo antes del anochecer. ―Contesté a Bela.

―Ya, claro. ―Me devolvió la sonrisa, cómplice. ― ¿Y la capa?

Me encogí de hombros mientras me abrazaba dentro de ésta, aspirando el aroma embriagador de su propietario.

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¿Parte favorita? ;)

¿Personaje favorito?

¿Qué opináis sobre lo que está sucediendo?

Un besazo!! :D

pd: visitadme en Tap, la nueva app de wattpad, mi user es: coldsweet :D

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