31 - Infierno.

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Era curioso que cualquiera que pensara en el Infierno solo imaginara un sitio oscuro y tenebroso. Sin embargo no era eso lo que tenía ante mí. Un frondoso bosque me daba la bienvenida a la Dimensión Infernal.

Andaba entre los árboles esperando por quien deseaba ver. Entonces fue cuando sentí una presencia divina a mis espaldas.

―Sabía que tarde o temprano vendrías.

Girándome, choqué contra su mirada color miel con vetas azuladas. Cuando enfurecía, sus ojos adquirían un tinte semejante al hielo. El cabello castaño claro, lo llevaba cortado casi al ras de su cabeza. Le aportaba dureza al rostro.

―Hux.

―Has cambiado. ―Sentenció.

Con una de sus manos acarició mi mejilla y con la otra me atrajo hacia su cuerpo. Sus brazos rodearon mi cuerpo con amor. Yo también sentía un gran amor por él. No solo por ser mi hijo, sino porque era el único que me ha comprendido verdaderamente a lo largo de la eternidad.

―Yo también te he echado de menos, hijo. ―Dije al separarnos.

―Cuando me enteré de que esa perra de Erixi te había encerrado...

Hux apretó sus puños.

―Es tu hermana, no debes hablar así de ella. La culpa no fue suya, seguía instrucciones de tu padre.

―Si él me hubiese ordenado nada parecido lo habría mandado a la mierda. ―Gruñó. Sus ojos comenzaban a aclararse.

―Dulce niño, tranquilízate. ―Acaricié su brazo. Era bastante más alto que yo. ―Salí hace unos años de la prisión. He estado viviendo en la Dimensión Mortal sin saber quién era y cuál era mi deber. Pero ya recuerdo.

―Lo sé.

―No es tu culpa nada de lo ocurrido. El destino es una cosa que no puede cambiarse y es algo que conoces muy bien. Tampoco es tu culpa que no pudieses sacarme de la torre, cariño.

―Me enfrenté un millón de veces con mi hermana para que te liberase.

―No quiero que le tengas rencor a causa de esto. ¿Me oyes? ―Agarré su cara con ambas manos y le hice mirarme a los ojos. ―Es tu hermana, debéis permanecer unidos porque se acercan tiempos oscuros para este mundo.

Una lágrima escapó de su encarcelamiento y rodó por mi mejilla.

― ¿Qué ha ocurrido madre? ―Preguntó.

Ocex. ―El nombre de otro de sus hermanos flotó en el aire.

Ambos sabíamos que englobaba ese nombre. El hijo que nunca quisimos crear Sthax y yo, sin embargo todo bien necesita algo de mal para equilibrarse. Ocex quería más de lo que estábamos dispuestos a darle. La oscuridad dentro de él era demasiado intensa para ser controlada. Ahora era demasiado tarde para arreglar todo el mal que había ocasionado en este mundo... No obstante aun podía remediar una de las atrocidades.

―Necesito que me guíes hacia una persona tras la puerta al otro lado de los humanos. Por favor, hijo.

― ¿Su nombre? ―Cuestionó el dios sin pestañear.

―Isabela Aurasi.

Nos aparecimos en dicha zona de la dimensión Infernal, rodeados de almas humanas. Todo el lugar se encontraba en paz, rebosante de luz y tranquilidad. Frente a mi pude contemplar una familia sentada sobre el césped, compuesta por un hombre rubio que me recordaba a alguien y una mujer de abundante melena negra riendo junto a dos muchachas.

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Where stories live. Discover now