12 - La carrera.

386 58 13
                                    


Habían pasado varios días, en los cuales tuve a mis dos guardianes siempre pendientes de cada paso que daba. Hasta ahora, ya me había cansado de esta situación.

― ¡Fuera! ―Grité frustrada. ―Quiero estar sola.

―Pero Leni, ¿Si te ocurre algo estando tu sola? ―Dijo Bela preocupada.

―No lo entendéis, quiero respirar un poco de aire, ya estuve mucho tiempo encerrada como para que ahora lleguéis vosotros dos y volváis a hacerlo.

Ambos agacharon la cabeza avergonzados, sabían que se habían excedido en sus cuidados y atenciones, que yo tenía razón.

―Está bien, te dejaremos sola, pero prométeme que si te encontrases mal nos avisaras. ―Pidió Peter con voz suplicante.

―Lo prometo. ―Cedí.

Cuando salieron de mi habitación respiré hondo. Al fin un poco de tranquilidad. Pensé en la última vez que había podido salir de entre estas cuatro paredes. La noche que le confesé a Melieni que lo odiaba. No había vuelto a hablar con él, pero si a verle. Al anochecer, cuando todos ya se iban a sus cuartos, él salía con su caballo rumbo al bosque. Estaba intrigada, ¿Qué haría él allí?

Cada vez que estaba cerca del recién llegado un rencor agudo afloraba en mi interior, mas últimamente no había podido evitar evocar repetidamente lo ocurrido hacía unas noches atrás. No tenía ni idea del porque de ello. Desde que había llegado al castillo no era la misma de antaño.

Después de comer algo rápido en la cocina, salí en busca de sombra para ir a dar un paseo y así dejar la mente en blanco por unas horas.

Estaba ya en los establos, preparando la montura, cuando una voz a mis espaldas me hizo dar un salto.

― ¿Vais a salir a montar? ―Cuestionó Melieni apoyado sobre la puerta. ―Creo recordar que me debéis un paseo...

― ¿Estáis bromeando, Melieni?

―En absoluto, señorita Sin. ―Dijo mostrando una sonrisa burlona. ―Me encantaría acompañaros, montar con vuestra persona tiene que ser todo un reto. ―Alzó las cejas, a la espera de una respuesta.

―Sabéis, os conozco de apenas unos días... sin embargo tengo la ligera sospecha de que no aceptaréis un no. ―Le acusé.

―Hacéis lo correcto en pensarlo.

―Acepto que me acompañéis, Melieni. ―Se incorporó en el sitio, visiblemente sorprendido por mi rápida concesión. ―No obstante tengo una condición.

― ¿Cuál?

―Que si le gano en una carrera, no volveréis a molestarme.

―Trato hecho, pero si perdéis, dulce dama, me deberéis un beso.

―No ganaréis, Melieni. ―Le advertí con una sonrisa.

―Ya veremos, señorita Sin, ya veremos.

El viento cruzaba alrededor de mi cuerpo, como si me esquivase a propósito. Galopar hacía que el ritmo se me disparase y la emoción del momento me hacía querer gritar de alegría. Esta era de las pocas cosas en la vida que me hacían sentir viva. Estaba segura de que vencería a Melieni fácilmente, de momento ya iba en cabeza, con una clara ventaja. Este es mi terreno.

Casi estaba ya en el claro del lago, el cual era la meta. Pero a pesar de ir ganando, Melieni consiguió en el último instante coger velocidad y sobrepasarme. Inesperadamente. Estaba que echaba humo, me había dejado ventaja para que me confiase y en el último momento... No era ninguna novata como para caer en esos juegos de niños.

Bajé de Sombra dispuesta a descargar toda mi rabia con él, mas no me dio oportunidad de gritarle nada. Me agarró con un brazo de la cintura y con la mano que le quedaba libre sujetó mi nuca. Sin siquiera darme tiempo a reaccionar, plantó sus labios en los míos. Apretó nuestros cuerpos, casi parecíamos uno solo.

Al comienzo del beso yo no respondí, pero a medida que la sorpresa dejaba el camino libre a la suave sensación de sus dulces labios acariciando los míos, desperté. Mi cuerpo no tardó en reaccionar como se supone que debía de hacerlo. Era algo extraordinario, como a pesar del rencor que tenía guardado dentro de mí era capaz de responder de esta manera a un contacto tan íntimo.

Parecía que estaba fuera de mi propio cuerpo y era otra persona quien me controlaba, como a una marioneta. Melieni profundizó más aquel beso en uno más tórrido, si era posible. Me sentía como arcilla entre sus dedos. ¿Qué me estaba pasando?

Una parte de mi traicionero cuerpo quería más, pero tampoco sabía que era exactamente ese más. Sin embargo, él se separó despacio, seguía sujetándome. Mis ojos aun permanecían cerrados, no quería abrirlos y afrontar lo que acababa de ocurrir. Pero no podía escapar siempre, por lo que cuando lo miré no esperaba encontrarme con un gesto serio y melancólico...

Le empujé, aturdida aun por lo ocurrido apenas unos instantes atrás, y me monté en Sombra tan rápido que al que no le dio tiempo a reaccionar en ese momento fue a él. Salí apresuradamente de allí, más veloz casi que el viento. Iba acalorada, absorta a todo lo que me rodeaba, sin fijarme en lo que momentos antes me había parecido maravilloso. El corazón me iba acelerado, mas no era por el ritmo apremiante con el que montaba a caballo...

Cuando llegué al castillo no perdí el tiempo en saludar a nadie. Llegué corriendo a mi habitación y cerré la puerta con fuerza. No podía parar quieta por la habitación, si seguía así acabaría por hacer un agujero en el suelo.

¿Qué había sucedido? Melieni me había besado. «Y que beso».

Estaba demente, definitivamente, lo estaba. ¿Cómo podía sentirme así por el simple contacto de nuestros labios? No tenía sentido alguno, sino ¿Por qué sentía tal rencor con solo estar cerca de él? Tenía ganas de gritar por la frustración que sentía. ¿Acaso me sentía atraída por Melieni y por eso mi subconsciente me hacía repelerlo? No... había algo más, pero no sabía qué.

Necesitaba una amiga que me ayudase a pensar con algo de claridad y cordura, porque sino acabaré desquiciada.

Le conté todo lo sucedido a Bela, desde mi odio infundado hacía él, hasta el beso ocurrido apenas unas horas antes. Ella me escuchaba con toda su atención, frunciendo el cejo en algunas partes y sonriendo en otras.

― ¿Qué opinas Bela?

―Vaya, pues es algo extraño lo que te ocurre, Leni. ―Contestó pensativa. ―Tampoco entiendo tu odio hacía el señor Melieni.

―Es un sentimiento insólito, jamás me había ocurrido algo semejante con otra persona. Cada vez que me encuentro con él cerca el rencor crece dentro de mi ser, sin embargo al... besarnos, todo eso ha desaparecido. ―Froto con las manos mi rostro, confundida. ―No sé qué hacer, como sentirme... ¿Qué sentiré cuando lo vuelva a ver?

Bela se acercó hasta mí y me rodeo con su finos brazos, no por ello menos reconfortantes. Tal vez ya sabía que ella no me ayudaría en mucho, no obstante hablarlo con alguien ha hecho que me sienta más reconfortada.

―No sé qué hacer para solucionarlo, Leni, pero aquí estoy para escucharte. Siempre podrás contar conmigo.

―Gracias, Bela. Te quiero. ―Le susurro aun entre sus brazos.

―Yo también te quiero, Leni. Mucho.

-----  -----  -----

¿Vuetra parte favorita?

Un besote bonitxs!

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora