7 - Tiempo para pensar.

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Tras aquel día lleno de vergüenza, del cual ya había pasado como una semana, Isabela no se había separado de mí ni por un mísero instante. Ella era muy amable, sin embargo me sentía un tanto agobiada. Es comprensible, ya que he pasado sola toda la vida que recuerdo.

―Eilenor. ―Me llamaba Isabela desde una de las torres del castillo. ―Eilenor. ―Repitió mientras yo me alejaba haciendo que no la oía, estaba en el jardín tomando el aire.

Vi la oportunidad de escapar en un laberinto hecho de plantas y sin dudarlo me interné en él. Volví a oírla gritar mi nombre, pero al poco se dio por rendida y se marchó a otra parte. Me sentí muy aliviada y culpable al mismo tiempo. Suspiré agotada.

Me senté sobre el suelo y apoyé la espalda en la pared de vegetación, tan solo quería descansar un rato y luego iría a buscar a Isabela...

***

Corría por una extensa llanura rodeada de vivos colores, olores frescos y maravillosas sensaciones acariciando mi cuerpo recién encarnado. Pero no corría solo por esto, sino por querer abrazar a mi otra mitad.

Así fue cuando fui levantada por el aire mientras ésta me acogió con ternura entre ellos y mi espalda se encontraba cobijada en su pecho dándome un reconfortante calor que solo él podía poseer...

―Lo has hecho tan bien sin mí, Sthax. Dije orgullosa.

―No he sido el único involucrado, Enhid. ―Frotó mi cabeza con su barbilla. Gracias a ti es todo posible.

***

Desperté por los fuertes gritos de alguien cerca de donde me encontraba. No pretendía quedarme dormida, últimamente no quería hacerlo ya que soñaba cosas muy extrañas que no dejaban de hacerme cavilar.

― ¡Eilenor! ―Volvió a gritar alguien.

Me levante para salir del laberinto y dirigirme hacía quien gritaba así su nombre. Parecía preocupado y tampoco sabía cuánto tiempo había pasado allí, ya que el cielo había oscurecido.

»Eilenor. ―Dijo Peter mientras se acercaba hacia mi seguido de un par de guardias del conde. ―Al fin os hemos encontrado. ―Suspiró en mi oído mientras me abrazaba.

―Yo... Lo siento. ―Susurré.

Se giró hacia los guardias y les dijo que se podía marchar ya, pero no antes de ir a contarle a la señorita Isabela Aurasi que la señorita Eilenor Sin se encontraba sana y salva, y que descansase.

Ellos se fueron a cumplir con las órdenes dadas mientras que Peter y yo nos quedamos solos en el jardín. El joven se sentó en un banco de piedra y con un gesto me hizo saber que me sentase a su lado.

―Eilenor... no sabéis el susto que nos disteis.

No pude decir nada, ya que los brazos de él rodeaban mi cuerpo, de nuevo. No pude evitar pensar en ese momento en mis sueños y en como de diferente se sentían los abrazos de Peter. Quería que esos misteriosos brazos fuesen estos y no los del castaño. Acto seguido a estos pensamientos me sentí culpable y me separé de Peter.

―No pretendía causaros molestia alguna, perdonadme, por favor.

―Queda perdonada señorita, mas no volváis a esconderos así o tendremos que atarla de un pie al castillo. ―Se burló. ―Una sonrisa, sí Señor, eso quería ver.

Peter acarició mi mejilla con dulzura, como si fuera a romperme. Coloqué la mano sobre la suya, la cual estaba muy fría.

― ¿Entramos dentro, señorito Munise? ―Cuestioné.

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Where stories live. Discover now