39 - Juntos.

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Cuando abrí mis ojos, ya fuera del subconsciente de Hux, Oniel me ayudó a levantarme del suelo donde había estado tumbada al lado de su cuerpo. Los ojos del otro aun permanecían ocultos tras sus parpados, sin embargo no paraban de moverse. Contuvo la respiración por un momento y los abrió. Una negrura los llenaba por completo. Transmitían una horrible frialdad que hizo que cada uno de los vellos de mi cuerpo se erizara. Su cuerpo comenzó a sacudirse violentamente y de su boca emergió con furia la misma bruma que me había atacado en su mente.

— ¿Esa cosa es Ocex? —Preguntó Oniel incrédulo.

—Lo es.

La sala del templo del Dios del Infierno tembló con fuerza bajo nuestros pies cuando Ocex emitió lo que parecía un gran alarido furioso. Oniel y yo todavía teníamos nuestras manos entrelazadas, esta vez debíamos de contraatacar como un frente unido. Ese había sido nuestro fallo toda la vida, intentar hacerlo solos sin contar con nuestra otra mitad. Al fin y al cabo éramos uno.

—Tienes el plan fresco, ¿No, Enhid? —Cuestionó él con una sonrisa tensa.

—Lo tengo, Sthax.

El uso de nuestros nombres de Creadores no era otra cosa que una muestra de que habíamos logrado superar nuestros miedos del pasado y perdonarnos... Pues en este mismo momento era crucial no estar uno contra el otro. Los humanos en momentos como estos, en los que se jugaban algo tan importante dirían un simple «te amo». No obstante esos sentimientos estaban por debajo de lo que él y yo sentíamos.

Solté la mano que aun me sostenía en esta dimensión y corrí directa a la espesa bruma. La cual no había parado de crecer. Ahora no había ningún cuerpo a su disposición y la habitación había sido sellada para que no pudiera escapar de ninguna forma.

Antes de llegar hasta Ocex me materialicé en la Dimensión Creadora y al fin vi en lo que se había convertido el desterrado con el paso de los siglos. Era un autentico monstruo. Rodeado por su bruma oscura, la cual era solo lo que se percibía en las demás dimensiones.

Su rostro era una masa informe llena de ángulos extraños y ojos con forma de rombo completamente rojos. La boca estaba compuesta por más de un millar de pequeñas agujas, ni siquiera podía cerrarla. El resto del cuerpo era alargado, muy alargado. También era extremadamente delgado, tanto que se podría considerar que solo poseía huesos con una capa exterior formada por una piel tipo reptil. Y para finalizar, su tono de piel era lechoso... en contra de lo que podría haber pensado para un Dios Oscuro.

A sus ojos acababa de desaparecer justo delante de él cuando eché a correr... pero nada más lejos de la realidad, estaba mirándole a la cara.

Empecemos el juego de verdad.

—Al fin nos encontramos tú y yo a solas. Después de tanto tiempo y nunca hemos tenido el placer. ¿No te parece curioso?

— ¿Dónde ha ido esa zorra? —Cuestionó Ocex.

—La he sacado de la ecuación. No nos molestará, esto es algo entre que tenemos que resolver entre nosotros, de una vez por todas.

— ¿Tienes miedo de que otra vez acabe con media humanidad? —Se mofó Ocex.

—Aquí el único que ha cometido tales atrocidades eres tú, desterrado.

Oniel tampoco podía verme, no sin delatar que estábamos jugando entre dimensiones. No era fácil lo que teníamos que hacer, pues no podíamos simplemente deshacernos de él desde la Dimensión Creadora. Cuando terminamos con Eitxi ella era una Diosa joven y de mucho menor poder que Ocex... con él será necesaria mucha más fuerza y nos enfrentábamos a un problema. Necesitábamos que poseyera un cuerpo también fuera de la Dimensión Creadora. Era así porque yo desde aquí eliminaría todo rastro de él y su ponzoña, Oniel haría lo mismo pero desde la otra dimensión.

Con Eitxi solo fue necesario aplicar un poco de fuerza, pero ya estaba debilitada por Zephía y además ella estaba realmente muerta, su conexión con las dimensiones de los vivos era escasa, lo que la hacía todavía más asequible que a Ocex.

Fui hasta estar detrás de su cuerpo monstruoso, dejé caer mis parpados y levanté una mano en dirección a su nuca. Concentré todo el poder que pude y cuando me sentí lista, le toqué. Caí hacía atrás con fuerza cuando un latigazo me golpeó de lleno. No obstante, lo había logrado. El Dios Oscuro, volvía a poseer un cuerpo fuera de la Dimensión Creadora.

Oniel también se había visto afectado por la sobrecarga de poder en nuestra dimensión, pero se levantó rápidamente y agarró por el cuello a Ocex, inmovilizándolo.

No volví con ellos a la otra dimensión, sino que me acerqué de nuevo a la espalda del desterrado e introduje mi mano en su espalda y con un sonoro crujido debido a la rotura de los huesos que protegían su podrido corazón... lo estrujé con mis dedos, sintiendo su maltrecho latido. La regeneración de su cuerpo lo había dejado momentáneamente aturdido, debíamos aprovecharlo.

Al fin Oniel había podido verme en la otra dimensión y ambos procedimos a terminar de una vez por todas con el Dios Oscuro. Para siempre.

Con nuestras manos comenzamos a estirar del órgano vital del desterrado, haciendo que este empezara a arder en un fuego de color blanco en su núcleo y negro en los bordes, al igual que le había ocurrido a Eitxi. No obstante, cuando íbamos a extraer las manos de su interior... habló.

—Da igual que terminéis con mi existencia, mi legado siempre permanecerá.

Apreté con más fuerza la mano, clavé mis uñas con rabia.

—Tal vez tengas razón, los humanos encontraron su oscuridad gracias a ti, los Malditos existieron gracias a ti y otros tantos tornaron sus corazones al lado equivocado gracias a ti... pero te olvidas, hijo, que nosotros jamás les abandonaremos, somos su esperanza, así como tus hermanos también lo son.

Las palabras de Oniel llegaron hasta lo más profundo de mí ser. Me sentía realmente conmocionada por la verdad que encerraban.

— ¿Y la oscuridad de madre? —Se carcajeó entre toses, comenzaba a quedarse sin respiración.

—Ella es el Caos que precede al Orden. —Contestó con toda tranquilidad, mirándome fijamente a los ojos mientras. —Es parte de la creación tanto como yo y sin ella nada de esto hubiera sido posible. Sus actos hicieron posible que todo esto sea tal y como es. Jamás lo cambiaría por nada.

Sentí una solitaria lágrima descender por mi mejilla.

—Nunca más podrás clavar tus garras en las almas de los inocentes. —Susurré.

El desterrado aspiró con fuerza antes de desaparecer entre sus cenizas.

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Where stories live. Discover now