║ El Chico Selfie ║ ©

b2uuty tarafından

1.4K 129 42

Cuando Andrea realiza su primera toma de contacto con el país de sus sueños, Corea del Sur, se da cuenta de q... Daha Fazla

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Bonus capítulo 13☆
Capítulo 14
Bonus Capítulo 14☆
Bonus Extra capítulo 14☆
Capítulo 15
Capítulo 16
Bonus Capítulo 16☆
Capítulo 17
Capítulo 18
Bonus Capítulo 18☆
Capítulo 19
Bonus Capítulo 19☆
Capítulo 20

Capítulo 12

72 6 6
b2uuty tarafından

Yoseob me arrastró de la muñeca hasta encerrarnos en mi habitación, utilizando incluso el seguro de la puerta. Yo aún no sabía cómo reaccionar. Estaba tancontenta... Era el primer mensaje que recibía de Kikwang desde que me había ido de Corea. Mi corazón palpitaba a mil por hora.

Lizzie y Alissa gritaban al otro lado de la puerta que querían enterarse de todo, oí decir a Alissa aquella frase de "secretos en reunión son de mala educación" digna de una niña pequeña. Yoseob las mandó callar y les dijo que nos dejaran un rato a solas, ya que era algo importante y Cupido a domicilio tenía que actuar. Aquello me causó un pequeño ataque de risa.

Cuando Lizzie y Alissa desistieron y nos dejaron tranquilos, Yoseob y yo nos sentamos en la cama y volvimos a mirar aquel mensaje juntos. Quizás para confirmar que era real.

- Tienes que quedar con él. -dijo Yoseob muy serio.

- ¿Qué? -solté aún abrumada por la situación.

- Ni siquiera yo me creo que Kikwang haya dado ese paso. Tienes que aprovechar la oportunidad.

- ¿Y cómo voy a quedar con él? Si él apenas me saludó la última vez que me vio. -dije empezando a ponerme histérica. La situación me superaba- ¿Para qué quiere verme? Seguro que vuelve a enfadarse conmigo.

- ¿Quieres relajarte? -dijo Yoseob sacudiéndome por los hombros, haciendo que parara de hablar- Si te ha mandado ese mensaje será por algo.

- ¿Por qué?

- Todavía no lo se. Pero estoy seguro de que hay que aprovecharlo. -dijo sacando a relucir aquella sonrisa que le salía de forma natural cuando tramaba algo.

- ¿En qué estás pensando? -pregunté asustada. Los planes de Yoseob eran alocados por naturaleza propia.

- Tienes que acompañarme. A casa de Kikwang. -contestó tras unos segundos de silencio, provocándome una pequeña risa histérica.

- ¡¿Estás loco?! -exclamé.

- Él quiere verte, ¿no? Es mejor darle lo quiere pero sin darle oportunidad a reaccionar. De otra forma irá con cualquier discurso o tontería preparada. Le conozco. -dijo Yoseob pausadamente.

- Aún así, ¿cómo me voy a presentar en su casa por las buenas? -dije intentando hacer en razón a Yoseob- No me va a dejar entrar ni harto whisky.

- No tiene por qué saber que vas a ir. -contestó Yoseob guiñándome un ojo.

- No creo que salga bien. No puede salir bien.

- No seas pesimista y confía en mí. -dijo Yoseob revolviéndome el pelo- ¿Cuándo te ha fallado Cupido?


Cuando salimos de la habitación y le comunicamos a Lizzie y a Alissa tanto lo ocurrido como el plan de Yoseob ambas se ofrecieron rápidamente a ayudarme a elegir la ropa para ponerme. Yoseob se rió hasta que le dolió el estómago mientras ambas rebuscaban en mi armario el modelito adecuado. Yoseob y yo las seguimos hasta mi habitación, esperando sentados en la cama, donde empezaron a volar perchas y opiniones sobre moda.

- Menos mal que hoy tienes el pelo perfecto. -dijo Lizzie recibiendo la aprobación de ALissa. Yoseob y yo pusimos los ojos en blanco. Me estaban poniendo aún más nerviosa con tanta histeria.

- ¡Esto! -chilló Alissa alzando un par de perchas ganadoras. Mis ojos se abrieron de sorpresa. No me gustaba la idea...

- ¡Ese es perfecto! -gritó Yoseob aplaudiendo la astucia de Alissa al encontrarlo.

Alissa sostenía en sus manos unos short verde con una blusa de manga hueca blanca de tejido vaporoso. El mismo conjunto que me había comprado con ella en Treasures. El mismo conjunto con el que había ido a la cena en casa de Dongwoon. Y, por supuesto, el mismo conjunto con el que recibí el primer beso de Kikwang. Y Yoseob lo sabía.

- No pienso ir igual que aquella noche. -me negué cruzando los brazos.

- Es casual y muy bonito. -defendió Lizzie el conjunto.

- No quiero rememorar todo el pasado. -murmuré.

- Es justo lo que tienes que hacer. -dijo Yoseob- Tienes que recordarle que eres la misma chica a la que besó aquella noche.

- Opino lo mismo. Y se que te queda genial. -añadió Alissa.

- Te dejo ponerte las mismas sandalias incluso. -dijo Lizzie provocándome una carcajada.

- Para ir exactamente igual, ¿no? -dije.

- No irás igual, hoy llevarás el pelo suelto. -aclaró Lizzie, mi fiel estilista personal, haciendo que volviera a poner mis ojos en blanco.

Tras cambiarme y hacerme la raya del ojo, Lizzie y Alissa dieron el visto bueno y nos despidieron en la puerta a Yoseob y a mí, gritando un 'Fighting!' que me dio tanta vergüenza que lucí un colorete natural hasta que llegué al coche de Yoseob.

El trayecto a casa de Kikwang fue el más largo de mi vida. Los nervios se expandían por todo mi cuerpo y no sabía qué hacer. Yoseob intentaba tranquilizarme, incluso intentó poner música para relajarme, pero saltó en la reproducción aleatoria una canción de Beast en la que Kikwang empezaba cantando y yo bufé y me hundí en el asiento del copiloto, abandonándome a los nervios mientras Yoseob apagaba el reproductor de música disimulando su risa con un ataque de tos falsa.

Tras cuarenta minutos de trayecto en coche, Yoseob aparcó frente a un chalet enorme, rodeado de otros tantos de similar arquitectura. Era una calle residencial, con unas diez casas aproximadamente, separadas entre sí por pequeños conjuntos de altos árboles.

El de Kikwang, frente al que había aparcado Yoseob, era de una sola planta, bastante grande, de un color gris basalto y con las típicas tejas rojas. No podía ver muy bien la propiedad al completo debido al alto muro de ladrillos de piedra con la puerta doble de nogal que consistía en la entrada. Me recordaba a la casa de Dongwoon, excepto porque esta desprendía mucha más clase y privacidad. Claro que no le iba a decir nada de aquello a Alissa.

Al lado de la puerta se encontraba el telefonillo, con cámara incluida. Yoseob me arrastró con él, teniendo que tirar de mí como de un niño que no quiere ponerse las vacunas. Yo estaba al borde de la histeria, a punto de llorar por los nervios.

De pronto, Yoseob me abrazó fuertemente, haciendo que me paralizara. Le devolví el abrazo a mi mejor amigo mientras trataba de respirar hondo.

- Se fuerte. Todo va a salir bien. Tienes a Cupido de tu lado. -me susurró al oído haciendo que una sonrisa se abriera paso en mis labios a pesar de los nervios.

Cuando Yoseob terminó de animarme, asentí para darle el visto bueno a poner en marcha el plan de mi cupido a domicilio. Yo me agaché, ocultándome de la cámara, mientras Yoseob presionaba el botón del timbre.

- ¿Yoseob? -oí decir a la voz de Kikwang.

- Eso pone en mi identificación. -contestó Yoseob- Ábreme. -ordenó segundos antes de escuchar un resoplido de Kikwang, quien le abrió la puerta a Yoseob a través del telefonillo.

Yoseob me hizo un gesto y yo entré rápidamente con él, pudiendo ver el camino de piedrecitas, rodeado por césped, que llevaba a la puerta del chalet, que estaba abierta de par en par.

- Tranquila, no está ahí. -me tranquilizó Yoseob cuando seguí caminando detrás de él y agachada- Siempre me espera en el salón.

Entramos en el chalet sin ningún problema, ya que tal y como había dicho Yoseob, Kikwang no le esperaba en la entrada. La casa de Kikwang tenía los suelos de madera y las paredes pintadas todas uniformemente de un gris cielo, hasta llegar al techo donde la pintura tornaba en blanco puro.

Desde que entramos pude ver que el recibidor era pequeño, pero que daba paso a mano derecha a una pequeña sala de estar con un enorme ventanal. A mano izquierda, tras un pequeño pasillo, se encontraba el salón. Al asomarme tras Yoseob pude ver la luz de la televisión reflejada en la pared.

- ¿Qué haces aquí? -preguntó Kikwang desde el salón cuando vio a Yoseob. Todavía no le había visto y mi corazón ya iba a explotar por solo escuchar su voz.

- Kikwang... -susurró Yoseob, que se puso repentinamente tenso delante de mí.

- No te hagas el tímido ahora. -bufó Kikwang.

Yoseob dio un paso hacia atrás, pisando mi mano haciéndome soltar un grito de dolor y perder el equilibrio, cayendo de lado y logrando ver a Kikwang.

Al verle, todo el dolor se evaporó, mi cerebro no pudo procesar nada más excepto lo que estaba viendo. Mi boca y mis ojos se abrieron de par en par instintivamente, y en mi garganta estaba ahogando un grito.

Allí, en medio del salón, casi más sorprendido que yo, estaba Kikwang, estupefacto de verme dentro de su casa. Cabe resaltar que solo vestía unos boxers. Unos boxers ceñidos de Calvin Klein de color rojo y con las tiras en negro. No podía apartar la vista de aquellos calzoncillos, a pesar de que ya notaba que mis mejillas estaban de un tono aún más fuerte que el de aquellos boxers.

Kikwang gritó y agarró un cojín del sillón para ponérselo delante del boxer mientras yo me tapaba tan rápido los ojos que me propiciaba un buen golpe en la cara. Yoseob no pudo evitar soltar una carcajada.

- ¿A quién se le ocurre recibir invitados así? -dijo Yoseob antes de recibir un golpe a través del cojín que Kikwang le acababa de lanzar.

- ¡No tenía invitados! -exclamó Kikwang- ¡Solo eras tú!-continuó tirándose en el sofá de color crema y colocándose otro cojín encima.

- Es lo mismo. Y deberías ir a ponerte algo. -le aconsejó a Kikwang mientras me ayudaba a levantarme del suelo. Yo seguía mirando a cualquier parte menos al chico en ropa interior que era mi amor platónico.

- Idiota. -murmuró Kikwang antes de dar un portazo al entrar en su habitación.

Yoseob y yo nos sentamos en el sillón crema en el que Kikwang había estado antes, esperando que él saliera de su habitación. Por supuesto, Yoseob me había obligado a sentarme en medio, eligiendo para sí la esquina del sofá.

El salón era algo pequeño, consistente en aquel sofá color crema de tres plazas y otros dos sillones pequeños de una plaza de color perla a ambos lados. Frente a ellos, pegada a la pared, una pantalla de 60 pulgadas de samsung.

A mano izquierda del salón se encontraba una pequeña cocina de concepto abierto, con una península, con los electrodomésticos de acero y los muebles pintados de un azul pálido.
Al final de la habitación se hallaba una puerta corredera de cristal que daba paso al pequeño jardín.

Detrás del salón se encontraba la habitación de Kikwang, que según me contó Yoseob tenía un enorme baño incorporado, así como un pequeño vestidor.

Cuando Kikwang salió de su habitación, esta vez vestido con unos vaqueros y una camiseta negra que se le ajustaba a la perfección a sus bíceps, se sentó en el sillón pequeño más próximo y clavó su mirada enfadada en Yoseob.

- No me mires así, no sabía que ibas a recibirnos tan sexy. -bromeó Yoseob.

- ¿Por qué la has traído? -preguntó Kikwang con aquel tono tan frío que había usado para hablarme en la fiesta.

- Porque vi tu mensaje. -contestó Yoseob rápidamente- Pensé que debería hacerte feliz y darte lo que querías. -continuó con aquella sonrisa sarcástica que le salía. Yo miré mis manos avergonzada de recordar el mensaje y haber dejado que todos lo vieran.

- ¡Eres un cotilla! -exclamó Kikwang recuperando su tono natural.

- Solo soy un buen amigo. -se defendió Yoseob, volviendo a reírse.

- ¿Y tú dejas que él te mire los mensajes? -me preguntó Kikwang, dirigiéndome por primera vez la palabra y la mirada. Yo no pude aguantar su mirada y desvié la mía, centrando la atención nuevamente en mis manos.

- No fue a propósito. -murmuré.

- Como sigas regañándola no te va a aguantar mucho más. -bufó Yoseob haciendo que Kikwang se cabreara.

- Largo de aquí. -dijo Kikwang, levantándose precipitadamente del sillón y señalando el camino hacia la puerta principal.

- Vamos, no seas así... -empezó a decir Yoseob tras intercambiar miradas conmigo.

- Fuera. -repitió Kikwang dirigiendo el camino hacia la entrada. Yoseob me miró y se disculpó con la mirada antes de levantarnos y encaminarnos hacia la puerta.

- Eres idiota. -murmuró Yoseob al pasar frente a Kikwang, antes de salir por la puerta.

Cuando me dispuse a seguir a Yoseob, Kikwang tiró de mi mano y cerró rápidamente la puerta, poniendo el pestillo de seguridad. Yo me quedé paralizada y Yoseob empezó a gritar mientras aporreaba la puerta. Kikwang salió corriendo hasta la puerta corredera del salón, que daba al patio, y echó también el seguro. Cuando se aseguró de que la puerta no se abría llamó a Yoseob por el móvil.

- Será mejor que esperes sentado en el jardín. Te lo has buscado. -dijo antes de colgar y girarse para verme aún sin moverme de la entrada, paralizada.

Con mi corazón a mil por hora, sola con Kikwang en su casa, sentía a mi móvil vibrar, sin parar, en el bolsillo de mis pantalones. Seguramente sería Yoseob. Aún así era incapaz de moverme.

Kikwang, tras sentenciar a la expulsión a Yoseob, se quedó mirándome apenas diez segundos. Quizás para comprobar si le abriría la puerta a Yoseob. Acto seguido, se dirigió a la cocina y empezó a preparar café.

Cuando terminó, cinco minutos más tarde, mis piernas aún no habían podido reaccionar. Aunque mi respiración se había calmado un poco y las pulsaciones debían haber bajado de mil a cien. Un progreso era un progreso por muy pequeño que fuera.

Kikwang llevó dos tazas de café a la mesa del salón, se sentó en el sillón color crema y me hizo un gesto con la mano, sin mirarme, indicándome que me sentara. Mis piernas reaccionaron como un teledirigido, y segundos después estaba sentada en el mismo sillón que Kikwang. Pero, obviamente, en la esquina.

- Te he preparado un capucchino. Creo que te gustan. -dijo Kikwang dedicándome una mirada rápida y arrastrando mi taza de café por la mesa. ¿Cómo sabía que me gustaba?

- Eh... gracias. -logré murmurar, aún confusa.

- Fue lo que te pediste aquel día en la cafetería. -dijo sorprendiéndome, haciéndome recordar el día que lo conocí. El día que no me terminé el capucchino- Si no lo quieres no te lo tomes. -añadió con tono serio.

- No, muchas gracias. -contesté rápidamente llevándome la taza de café a la boca. Kikwang me dedicó una mirada de reojo.

- No sé qué hago hablando contigo. -dijo tras darle un trago a su taza. ¿Qué podía contestar a eso?

- Aún así me alegro de que lo hagas. -contesté inconscientemente, antes de beber otro sorbo para taparme todo lo posible la cara con la taza.

Kikwang se giró y me miró directamente por primera vez desde que nos habíamos quedado solos. Mi corazón empezó a acelerar el ritmo.

- ¿Cuál es tu relación con Jackson? -preguntó directo, sin apartar la vista de mi cara, provocando que no pudiera mostrar ningún tipo de sorpresa ante su pregunta.

- Somos amigos. -murmuré. Amigos que se gustan. Pero eso no quería matizarlo, ya que no tenía realmente claros mis sentimientos por Jackson. Y obviamente, fueran cuales fueran, mis sentimientos por Kikwang estaban muy por encima.

- Qué amigos más íntimos tienes. -bufó, tras dedicarme una mirada molesta y hacer una mueca de desacuerdo.

- ¿Desde cuándo te importa qué amistades tengo? -pregunté algo molesta. Kikwang abrió los ojos sorprendido ante mi reacción.

- Desde que te conozco. -contestó secamente, dejándome sin palabras, y dejando su taza en la mesa. Acto seguido se rodó un asiento para quedar sentado justo a mi lado, cara a cara. Mi respiración empezaba a ser demasiado irregular.

- Permíteme que lo dude. -logré murmurar, antes de volver a dar un pequeño sorbo al café. La mandíbula de Kikwang se tensó visiblemente.

- ¿Te crees en una posición apta para dudar de mí? -preguntó notoriamente molesto.

- Después de que dejaste que me llamaran de puta para arriba, sí. -contesté con sequedad, dejando a Kikwang sin palabras.

- Me disculpo por eso. -murmuró Kikwang tras suspirar profundamente- Gayoon no debería haber dicho eso. Ella solo estaba preocupada por mí.

- Como una amiga íntima, ¿no? -dije sin poder ocultar mi enfado. Kikwang examinó mi expresión detenidamente.

- No creo que te importe de verdad, pero no tengo ninguna relación con ella más allá de la amistad. -contestó después de apartarme la mirada.

- Permíteme dudarlo después de lo que oí fuera del bar. -dije notando cómo Kikwang se revolvía incómodo en el sillón.

- Siento lo de aquel día.

- Acepto tus disculpas. -contesté dejando que Kikwang evadiera el tema de Gayoon.

- Aún así, no soy el único que debe disculparse. -continuó.

- ¿A qué te refieres? Me disculpé contigo por lo ocurrido durante tres meses y no obtuve ni una mísera respuesta. -contesté ya molesta, dejando la taza ya vacía en la mesa con un pequeño golpe.

- No quiero saber nada más de ese tema. -dijo escondiendo una mueca de dolor mientras se frotaba fuertemente el pecho- Hablo de todo lo que has hecho desde que volviste.

- ¿Qué he hecho? -pregunté confusa.

- Bailar con Junhyung, tomar batidos con Jackson... -dijo escupiendo cada palabra con desprecio.

- ¿Cómo sabes lo de Jackson? -pregunté sorprendida. Estaba segura de que Yoseob no se lo había contado.

- Te vi. Y días después te vi con él en la fiesta.-confesó dejándome aún mas boquiabierta- ¿Te invitó como su acompañante? -continuó.

- No. Nada de eso. Yoseob nos invitó a las tres. -aclaré.

- ¿Qué tres? -preguntó tras maldecir algo con el nombre de Yoseob.

- A Lizzie, a Alissa y a mí.

- No vi a la novia de Dongwoon allí.

- No fue. Por tu culpa. -contesté molesta, recordando la explicación que nos había dado Alissa aquella misma mañana.

- ¿Mi culpa?-preguntó Kikwang con cara de inocente.

- Sí. Intentaste convencer a Dongwoon para que la dejara. "Todas las chicas son como sus amigas", ¿no? -dije cruzando los brazos visiblemente cabreada.

No sabía cómo habíamos llegado a aquel punto, pero me había enfadado de verdad y aunque fuera un milagro que Kikwang me hablara, no podía callarme y aparentar que todo estaba bien. Kikwang abrió y cerró la boca un par de veces, tratando de encontrar alguna respuesta.

- Lo admito. -dijo finalmente.

- Dicho todo, creo que no te debo nada más. -dije levantándome del sillón.

- ¿A dónde vas? -preguntó levantándose también.

- No quiero hablar más contigo. No así. -dije molesta, notando cómo empezaba a dolerme fuertemente el estómago debido a los nervios.

- Solo quiero saber una cosa más.

- Yo también quiero saber algo. -solicité.

- Contestaré lo que quieras si me respondes después tú también.

- De acuerdo. -afirmé antes de tenderle la mano para cerrar el trato. Kikwang miró detenidamente mi mano y, tras dudarlo durante unos segundos, la estrechó suavemente, haciendo que una extraña electricidad recorriera mi cuerpo.

- ¿Qué quieres saber? -dijo tras soltarme inmediatamente la mano.

- ¿Te sigo gustando? -dije dándole forma, por fin, a la principal pregunta que rondaba mis pensamientos desde hacía más de tres meses. Kikwang se revolvió el pelo, colocándoselo hacia atrás. Se le notaba incómodo.

- Sí. -contestó con tal sequedad que casi logró hacerme olvidar el significado de su respuesta. Casi. Mi corazón dio un salto de alegría y los ojos se me empezaron a llenarse de lágrimas de alegría. No me creía lo que acababa de oír- ¿Has besado a Jackson? -citó en alto su pregunta, haciendo que mi júbilo de par de segundos atrás se convirtiera en una repentina depresión.

- El día de la fiesta. Después de la pelea... Jackson me besó. Él a mí, no yo a él. -contesté hablando rápidamente, teniendo algún tipo de esperanza de que Kikwang no lo oyera- Pero no me aparté. Así que supongo que la respuesta es sí. -admití finalmente, antes de que una furtiva lágrima rodara por mi mejilla debido a la tensión. Todo el cuerpo de Kikwang, desde la mandíbula hasta las piernas, pasando por los hombros, estaba claramente tenso.

- Puedes irte. -contestó dándome la espalda, avanzando hasta la puerta corredera y abriéndola justo antes de salir por ella al jardín. Instintivamente le seguí.

Cuando salí al jardín vi a Yoseob sentado en un pequeño banco de piedra. Kikwang estaba delante de él, de rodillas en el suelo, de espaldas a mí impidiéndome ver su cara. El corazón se me encogió en un puño.

Sabía que al haberle contado todo a Kikwang iba a tener consecuencias negativas en nuestra relación, o como se pudiera denominar. Pero no podía ocultárselo. No después de todo lo que había pasado. Los acontecimientos habían dejado claro que era mejor hablar que ocultar las cosas.

Kikwang, cabizbajo, no dejaba de darle pequeños puñetazos a Yoseob en las piernas justo hasta el momento en que Yoseob le abrazó, rodeándole con sus brazos completamente.

No sabía qué pasaba ni estaba segura de querer saberlo. Lo que sabía a ciencia cierta es que Yoseob era el mejor amigo de Kikwang desde hacía muchos años. No merecía que yo se lo arrebatara en aquel momento. Ni siquiera aunque yo también estuviera deprimida y necesitada de un abrazo. Por lo tanto, silenciosamente y confusa, volví a entrar en la casa y salí corriendo por la puerta principal directa a la parada de autobús más cercana.


Diez minutos después, una vez estuve en el autobús, le mandé un mensaje a Yoseob para que no se preocupara y le pedí que me hiciera el favor de cuidar a Kikwang. Yoseob, al recibir el mensaje, me llamó.

- Ya estoy camino a casa, así que no te preocupes. -dije nada más contestar el teléfono.

- ¿Por qué te fuiste? -preguntó Yoseob.

- Os vi. No sé qué le pasa a Kikwang pero es obvio que te necesita.

- Andrea...-susurró Yoseob- ¿Por qué le contaste lo de Jackson?

- Porque me lo preguntó. -respondí con la voz entrecortada al recordar su cara cuando le confesé lo ocurrido- No quiero volver a ocultarle nada a Kikwang.

- Está bien. -contestó Yoseob antes de dejar escapar un gran suspiro.

- Quédate con él, por favor.

- Lo haré, no te preocupes. -dijo Yoseob antes de despedirse y colgar.


Pasó una semana, en la cual mientras yo firmé todos los contratos para incorporarme a partir del siguiente lunes a la compañía, Lizzie había empezado a trabajar, aunque de lo que quedaba de curso estaría de profesora de apoyo o sustituta. Aún así, la tarde libre que tuvo, Lizzie me arrastró de compras en busca de modelitos para el look laboral que buscaba.

No supe nada de Kikwang desde aquel día, ya que aunque Yoseob había intentado hablarme de él yo había logrado evitar el tema. No estaba preparada para lo que fuera que pasara después de contarle a Kikwang lo ocurrido con Jackson. Lizzie y Alissa lo sabían todo y estaban de mi lado, incluso me ayudaban a evitar el tema cuando Yoseob quedaba con nosotras, ya que ellas sostenían que necesitaba tiempo para asimilarlo todo.

Así, mi primer día de trabajo llegó más rápido de lo esperado. Me presenté en la oficina del CEO a las 8.00 am, con increíble puntualidad, quien me asignó al cargo del COO Kim. El cual no sabía quién era ni qué aspecto tenía.

Tras seguir varias indicaciones, al fondo del pasillo de la planta cinco, logré encontrar una sala con la puerta abierta donde pude oír cómo una voz masculina llamaba en alto al señor Kim. Relajada de haber encontrado la sala sin perderme, entré en ella haciendo una pequeña reverencia al entrar.

Era una habitación de tamaño estándar, con cuatro escritorios, dos a cada lado, y otro un tanto más grande al final de la sala. Supuse que del COO Kim.

En la sala solo estaban presentes el empleado que había nombrado al COO y el mismo COO. El empleado era un hombre de unos cuarenta años, aproximadamente, que sufría un poco de pérdida del cabello y llevaba gafas. El COO estaba de espaldas a mí, con los brazos en jarras, citándole al empleado varios encargos.

Cuando el empleado se percató de mi presencia, se levantó de la silla e hizo una pequeña reverencia a la que tuve que corresponder. El COO se giró para verme y mis ojos se abrieron de par en par al reconocerle. Era el chico con el que había cogido el ascensor el día de mi entrevista. Se había cortado el pelo y estaba bastante más atractivo. Aún así seguía sin aparentar muchos años más que yo. Estaba segura que no debía ser mucho más mayor que yo. Kim también me reconoció, ya que me señaló mientras su boca se abría en signo de sorpresa.

- ¿Quién eres tú? -me preguntó Kim.

- Soy Andrea, la nueva guionista. Espero que cuiden de mí. -contesté haciendo otra pequeña reverencia a ambos. El empleado sonrió y tomó asiento algo más calmado a diferencia de cómo estaba cuando entré en la sala.

- Así que tú eres la nueva. -contestó Kim mientras se mordía el labio inferior dejando ver una sonrisa algo perturbadora en su cara.- Yo seré tu jefe. Me llamo Kim Woojin, pero tú puedes llamarme Woojin. -continuó mientras el otro empleado se revolvía algo nervioso en el asiento, colocando repetidamente sus gafas a la altura correcta.

- Creo que 'COO' está bien. -respondí secamente. No me gustaba su actitud. Aunque fuera mi jefe.

- Como prefieras. Ese será tu escritorio y desde ahora lugar de trabajo. -dijo señalando el escritorio de la derecha más próximo al escritorio central- Instálate rápido para que Jewon pueda explicarte rápidamente nuestro sistema. -concluyó señalando al otro empleado, antes de sentarse en su escritorio.

Después de estar alrededor de media hora adaptándome al ordenador de la empresa logré hacerme con el control del aparato. Incluso fui capaz de ayudar a mi compañera de escritorio, Jejin, que cuando llegó se presentó muy amablemente y me hizo sentir bastante cómoda, logrando olvidar toda incomodidad después de hablar con Woojin. Jejin llegó junto con el otro empleado que ocupaba el escritorio restante, Hyunsoo. Además, supe que eran novios nada más verlos entrar juntos.

Jejin tenía mi edad, era un poco más alta que yo y tenía el pelo liso, largo hasta la mitad de la espalda. Como característica, destacaba el color de su pelo. A más de tres kilómetros se podían apreciar sus puntas rosa eléctrico. Aún así, con la camisa blanca con las mangas remangadas hasta el codo, la falda vaquera y los botines de tacón medio que llevaba seguía pareciendo una profesional por la personalidad tan seria que tenía cuando trabajaba. Rápidamente ella y yo conectamos, y nos intercambiamos los números de teléfono.

Hyunsoo, que tenía dos años más que nosotras, desde mi punto de vista, era como Jejin pero en masculino. Aunque él iba vestido con traje al trabajo como Jewon, se apreciaban reflejos azul eléctrico en su pelo negro, y tenía un pendiente en la parte superior de la oreja izquierda que pegaba completamente con el estilo de Jejin.

Jejin se encargaba del guión de la nueva versión de Roommate y estaba escribiendo sobre una prueba semanal que los idols tendrían que hacer para que la productora les montara una gran fiesta por el cumpleaños de uno de los participantes. Su idea, en la que había trabajado más de un mes, había sido rechazada por el COO en el último momento y había tenido que rehacerla, pero aún dudaba de cómo terminarla para presentarla. Tras darle un par de consejos, se la entregó al COO, quien dio el visto bueno y le ordenó que lo mandara a los PD principales del programa. Jejin me guiñó un ojo dándome las gracias antes de salir de la sala.

Pronto llegó la hora de comer y Jejin me invitó a ir a la cafetería de la empresa con ella y Hyunsoo, quien también intentó convencerme de ir amablemente. Recogí rápidamente mi bolso lista para acompañarlos.

- La nueva no puede acompañaros hoy. -dijo el COO, apareciendo de pronto frente a mi escritorio y depositando un tocho enorme de documentos en el escritorio- Tiene muchas cosas que hacer debido a que es su primer día. -concluyó, mirando con una ceja levantada a Jejin en busca de alguna respuesta. Yo me quedé boquiabierta al ver el tremendo papeleo que me esperaba. Intercambié miradas con Jejin y finalmente le dije que podían irse sin mí.

- Woojin, es su primer día. Déjala que vaya a comer. -dijo Hyunsoo tratando al COO con cercanía.

- Te he dicho que en la oficina no me trates de tú. -contestó el COO molesto- A no ser que te quieras quedar con ella mientras yo acompaño a Jejin a almorzar.

- Lo siento, COO. -dijo Hyunsoo tras respirar profundamente- Vámonos. -terminó, cogiendo la mano de Jejin y abandonando la sala.

- ¿Qué es todo esto? -pregunté tras leer por encima los primeros folios que había dejado en mi escritorio. Eran todos guiones de programas ya emitidos.

- Quiero que los leas. Así podrás coger ideas de cómo se hacen las cosas por aquí. -contestó volviendo a poner aquella sonrisa absurda. Yo puse los ojos en blanco.- ¿Tienes alguna queja u oposición?

- No, es solo que... -empecé a decir, pero me controlé a tiempo. No quería llevarle la contraría a mi jefe el primer día- Lo leeré todo.

- ¿Es solo qué? -preguntó enarcando nuevamente la ceja izquierda.

- Esperaba poder comenzar pronto a trabajar en el guión de algún programa de Running Man. -me sinceré. El COO abrió los ojos de par en par, sorprendido- Con algún otro PD del programa, ayudar o algo... -me corregí.

- ¿Acabando de entrar a la empresa te crees con las facultades necesarias para escribir algo para Running Man? -preguntó en tono casi despectivo.

- Pues sí. Si me contrataron aquí es porque tengo esas facultades. Y se desde hace años que algún día seré PD en Running Man. -contesté molesta.

- De acuerdo. -dijo cogiendo los papeles que había dejado en mi escritorio y colocándolos en el suyo- Quiero que escribas el guión de un programa de Running Man. Un programa entero, no una prueba. Para el viernes. -dijo haciendo que mi corazón diera un salto enorme, colocándose en mi garganta de la emoción.

- ¿En serio?

- Sí. Si no me gusta serás despedida. -añadió encaminándose a la puerta. Mis ojos se abrieron de par en par ante sus palabras.

- ¿Qué? -murmuré.

- Ya puedes empezar. -dijo guiñándome un ojo antes de salir de la sala, dejándome completamente sola.

Mi primer lunes en el trabajo podría resultar ser también el último.


Cuando llegué a casa a las 7.30 pm, Lizzie estaba tirada en el sillón. Parecía tan agotada como lo estaba yo. Nos saludamos mutuamente en modo robot antes de que me metiera en mi habitación para coger mi pijama y dirigirme al aseo dispuesta a disfrutar de un relajante baño de agua caliente.

- ¿Mucho estrés el primer día? -me preguntó Lizzie cuando salí después de estar media hora en la bañera.

- Demasiado. De hecho tendré que trabajar las veinticuatro horas del día a partir de mañana si quiero conservar mi empleo. -resoplé dejándome caer en el sillón junto a Lizzie.

- ¿De qué estás hablando? -preguntó confusa.

Le conté rápidamente todo lo ocurrido en la oficina aquel día. Desde que había conocido a una posible buena amiga, pasando por que no tuve tiempo de almorzar, hasta que el COO, que había resultado ser alguien que ya había visto, me había ordenado el mayor encargo posible. Y todo en un solo día. El primer día.

- ¿Eso es legal? -preguntó Lizzie tras contarle mi encargo para el viernes.

- Por lo visto sí. Y ahora tengo que escribir un programa entero para dentro de cuatro días. -suspiré.

- No te preocupes. Ese Woojin no sabe con quién se ha metido. -dijo Lizzie sacando su modo Rocky de nuevo- Estoy segura que lograrás hacer el guion incluso antes del viernes. Eres una runner desde hace muchos años. Se te ocurrirá algo.-me animó Lizzie.

- ¡Tienes razón! -exclamé- Voy a ponerme a escribir las ideas ahora mismo.

- Yo preparé la cena. Tú deja fluir la imaginación.


El miércoles por la mañana aún seguía escribiendo el programa, aunque el día anterior me había quedado hasta tarde para avanzar. Después de la cena del lunes con Lizzie logré encontrar en mis viejas libretas ideas que siempre había tenido para Running Man. Algunas eran bastante buenas y me habían servido para el encargo. Por lo que llevaba dos días enteros escribiendo sin parar. Estaba segura de que lograría entregarlo a tiempo.

- ¿Vienes a comer? -me preguntó Jejin cuando sonó la alarma que Jewon tenía puesta para la hora del almuerzo. Aquel día Hyunsoo no había ido a trabajar por una indigestión.

- Claro. Termino este párrafo y estoy contigo. -acepté, dispuesta a mejorar mi amistad con ella en las posibles últimas horas que me quedaban en la empresa si no lograba terminar el encargo.

Bajamos a la cafetería y nos compramos la ensalada césar, que tenía muy buena pinta y además estaba en oferta. Para beber optamos por té de frutas, recién importado de Taiwan.

- ¿No crees que deberías quejarte por el encargo que te ha hecho el COO? -me preguntó Jejin cuando nos sentamos en una pequeña mesa situada en la esquina de la cafetería.

- Creo que me lo merezco por no haber sabido callarme el otro día.

- Aún así, Woojin está siendo demasiado duro contigo. -continuó- Incluso te obliga a traerle café cada dos horas. Es desesperante.

- Lo sé. -admití- Pero soy positiva sobre esto. Creo que lo puedo terminar para el viernes.

- Aún así él tiene que darle el visto bueno. -recalcó Jejin.

- Si no lo da entonces correrá la sangre. -dije clavando dramáticamente mi tenedor en uno de los trozos de pollo- Y me lo comeré de un bocado. -dije metiéndome el trozo en la boca escenificando mis palabras. Jejin empezó a reírse hasta que su cara palideció repentinamente. Justo antes de palidecer había desviado la mirada detrás de mí, por lo que... No había muchas otras opciones.

- Me perturban sus palabras a la vez que me excitan sus gestos hacia mi persona, señorita Andrea. -dijo el COO cuando me giré para confirmar mi mala suerte después de ver la cara pálida de Jejin.

- Era una broma. -murmuré.

- Estoy seguro. -contestó dedicándome una de sus sonrisas- Hoy se quedará hasta tarde en la oficina. No creo que necesita explicaciones. -finalizó antes de irse de la cafetería.

- Lo siento, no me di cuenta de que había entrado. -se disculpó Jejin cuando el COO desapareció de nuestro campo de visión.

- No te disculpes, es culpa mía. Tengo muy mala suerte.

- Piensa que así podrás acabar tu encargo antes. -intentó animarme Jejin, haciendo que una sonrisa apareciera en mi cara.

- Tienes razón. Solo espero que él no se quede.

- No creo. Woojin siempre se va temprano.

- ¿Por qué lo llamáis Hyunsoo y tú por su nombre? -pregunté intrigada recordando la conversación que los chicos tuvieron el lunes en la sala.

- Hyunsoo y Woojin son primos. -contestó Jejin antes de darle un sorbo a su té, haciendo que mis ojos se abrieran de par en par- Además, estudió conmigo en la universidad.

- ¿En serio?

- Sí. Pero su padre murió hace un par de años y aparte de heredar su pequeña fortuna, decidió ocupar el puesto que su padre le había ofrecido durante tantos años. -continuó Jejin.

- ¿El COO es propietario de la SBS? -pregunté después de que mis neuronas se activaran.

- Sí. De un 60% de las acciones.

- Jamás lo hubiera dicho. -murmuré.

- Creo que por eso es así. -dijo Jejin- Se quedó tan marcado por la muerte de su padre que, cuando le entregaron todo lo que heredó, en lugar de ocupar el cargo de su padre en la empresa decidió ponerse en el cargo de COO que su padre le intentó dar durante tanto tiempo.

- Entonces eres bastante cercana a él. -dije tras escuchar atentamente la historia.

- Lo era. Desde que se nombró COO nos ha estado amargando un poco a Hyunsoo y a mí. A mí me da más igual, pero me molesta que reniegue de Hyunsoo en la oficina. Su padre trataba muy bien a Hyunsoo en la oficina, y a él eso le irritaba.

- Vaya... -susurré- Estoy sin palabras.

- No es un mal chico, pero se ha vuelto un idiota. -concluyó Jejin con un tono tan serio que me hizo soltar una pequeña carcajada.


Cuando sonó a las 6.00 pm la alarma de final del horario laboral, Jewon y Jejin recogieron sus cosas rápidamente. Woojin desanudó un poco su corbata mientras me dedicaba su perturbadora sonrisa. Yo puse los ojos en blanco y seguí tecleando.

- Hasta mañana. -se despidió Jejin antes de salir por la puerta detrás de Jewon.

- Veo que ya tienes amigas. -dijo Woojin cuando Jejin cerró la puerta al salir. Yo hice caso omiso y seguí con mi encargo, casi aporreando el teclado debido al estrés que me causaba estar cerca de ese COO- ¿Cómo vas con el programa? -preguntó agachándose a mi lado mientras apoyaba su cabeza en mi escritorio.

- Bien. Tengo la esperanza de terminarlo mañana. -contesté con sequedad.

- ¿Me dejas leerlo? -preguntó clavando la mirada en el monitor.

- ¡No! -exclamé poniendo mis manos delante de la pantalla,impidiéndole leer.

- ¿Tan malo es? -preguntó mientras se volvía a morder el labio inferior en medio de aquella sonrisa escalofriante.

- No, quiero que lo leas todo junto. Cuando esté terminado.

- Espero por tu bien que me guste. -dijo mientras agarraba un mechón de mi pelo y jugueteaba con él unos segundos- Sería una pena dejar de verte.

- ¿Qué? -murmuré sin defensas tras sus palabras.

- Aunque por otra parte no quiero que mi sangre corra por ningún lado. -continuó acariciando su cuello como si fuera algo muy valioso- Pero si tienes tantas ganas de comerme... ¿Quién soy yo para impedírtelo? -dijo enarcando una ceja y dándome una pequeña palmada en la cabeza. Yo intenté contestar algo, pero solo conseguí que mi boca se abriera y cerrara cien veces como la de un pez fuera del agua.- Puedes irte cuando quieras. Nos vemos mañana. -concluyó antes de irse.


Tras volver el jueves al trabajo después de quedarme en la oficina hasta las 10 pm el día anterior y una recomendación de orden de alejamiento por parte de Lizzie, que seguía sosteniendo su modo Rocky ante Woojin, continué escribiendo toda la mañana el programa. Aún así, paré un poco para ir a almorzar con Hyunsoo y Jejin a la cafetería. Aunque llevaba comida preparada por la mejor compañera de piso del mundo, ya que Lizzie se había levantado más temprano de lo normal y había preparado arroz tres delicias para que ambas nos los lleváramos al trabajo.

Mientras Jejin y Hyunsoo hablaban sobre una posible quedada en el karaoke para el viernes por la noche, ya fuera para felicitarme o animarme según el resultado que el COO diera, mi móvil vibró avisándome de la entrada de un mensaje.

Cuando vi el mensaje en la pantalla el corazón se me aceleró como hacía días que no me pasaba. Por unos días había logrado olvidar todo el caos de idols que se vivía en mi corazón. Pero aquel mensaje me devolvió a la realidad.

Por unos días me había olvidado incluso de Jackson. Kikwang también había pasado a un segundo plano, ya que aunque siguiera soñando con él no me permitía preocuparme por él debido a lo ocurrido en su casa. Además, cuando me preocupaba, recordaba que le había dejado a cargo de Yoseob y podía volver a centrarme en el trabajo.

- Estoy trabajando. Tengo mucho trabajo. -contesté rápidamente a Jackson.

* Ya me contó Lizzie. -respondió casi al instante.

¿Lizzie? Había olvidado que mi amiga le había dado su número de teléfono. Aún así no tenía consciencia de que ambos tuvieran conversaciones.

* Hoy te invito a cenar. -dijo Jackson en un nuevo mensaje. La verdad era que casi había terminado de escribir el programa y echaba de menos a Jackson, por lo que dejé la conversación tal y como estaba, con la intención de responder más tarde.

Cuando dieron las 6.00 pm y mis compañeros empezaron a recoger sus cosas dispuestos a marcharse, yo aún estaba retocando la parte final del programa, una de las más importantes. Tendría que volver a hacer horas extras para poder acabarlo hoy, ya que todavía tenía que hacer un repaso del programa entero para corregir cualquier detalle. Aún así, aún tenía esperanzas de terminarlo a tiempo.

Jejin me dejó un pequeño pastel, un muffin, encima de la mesa antes de salir, guiñándome un ojo. Sabia que me había estado quedando hasta tarde en la oficina. Hyunsoo también hizo un pequeño gesto de 'fighting' antes de salir por la puerta con Jejin. Eran los mejores compañeros que podía pedir.

- ¿Me vas a entregar eso ya? -dijo Woojin desanudando su corbata frente a mi escritorio.

- Aún tengo que revisar unas cosas. -contesté sin dirigirle la mirada.

- Espero el día de mañana ansioso. -murmuró antes de salir de la sala.

Cuando por fin terminé de revisar el programa, una sensación de inmensa alegría recorrió mi cuerpo. Pero esa sensación se evaporó en el momento que miré el reloj. Eran las 10 pm. No me había dado cuenta de que era tan tarde. Probablemente porque hacía unas horas me había comido el muffin que Jejin me dio y no tenía mucha hambre.

Guardé una copia de seguridad en mi usb después de imprimir el programa y guardarlo en una carpeta, listo para entregarlo al día siguiente a primera hora.

Salí casi corriendo del edificio, donde apenas quedaban empleados. Al salir, una persona en la acera de enfrente, llamó mi atención. Sentado en un muro de piedra reconocí a aquel chico vestido con vaqueros ajustados, camiseta negra, vans rojas y gorra a juego. Jackson agitó la mano, saludándome.

Crucé rápidamente y me reuní con Jackson, que me dedicó su brillante sonrisa cuando me acerqué a él.

- Siempre es un placer tener el honor de verla. -dijo estrechando mi mano y haciéndome reír.

- No seas tonto. -contesté dándole un pequeño golpe en el hombro- ¿Qué haces aquí?

- No contestaste a mi mensaje. Pensé que me estabas evitando, pero Lizzie me dijo que aún no habías vuelto a casa y decidí venir a recogerte. -contestó Jackson.

- ¿Desde cuándo hablas con Lizzie? -pregunté curiosa.

- Desde que tú no me hablas. -respondió haciendo una mueca con la que no pude evitar reírme.

- Lo siento. De verdad que he estado ocupada.

- Te creo. -afirmó señalando la hora de su móvil- Vamos, te acompaño a casa caminando.

- ¿Caminando? Eso es más de media hora.

- Más tiempo para estar contigo, entonces. -contestó empezando a caminar.


Jackson y yo caminamos juntos, riéndonos y contándonos todas las novedades que habían surgido en nuestras vidas los últimos días. Jackson estaba muy contento, ya que habían hablado con el señor Park y les había concedido muchas más horas de ensayo en las salas de práctica semanales.

Caminamos sin parar, aunque a paso lento, disfrutando del aire fresco de la noche. Me sentía muy bien en aquel momento. Hasta que me di cuenta de por qué camino había guiado a Jackson.

Al girar la esquina, me encontré en la calle del bar al que Lizzie y yo habíamos ido nuestro primer viernes en Corea. Aquel bar en cuya puerta Gayoon me había insultado y Kikwang se había quedado callado. Aunque después de lo que le confesé en su casa suponía que todo daba igual.

Cuando nos acercamos al bar, la puerta se abrió de golpe, haciendo que Jackson y yo tuviéramos que retroceder un poco para dejar paso. Al ver quién salía del bar, noté una patada en el estómago mientras Jackson se tensaba a mi lado.

- ¡Andrea! -exclamó Dujun cuando me vio al salir del bar, seguido por Kikwang y Gayoon- ¿Qué haces por aquí?

- Vivo por aquí. -logré contestar aunque sin apartar la mirada de Kikwang, que estaba siendo manoseado por Gayoon de nuevo.

Kikwang intercambió una rápida mirada conmigo antes de percatarse de quién estaba a mi lado. Entonces su mandíbula se tensó y en su mirada se percibió el odio que ya había visto aquella noche en la fiesta del Music Bank.

Gayoon, que notó en sus manos de pulpo que los hombros de Kikwang se tensaban, empezó a masajearle mientras le susurraba algo al oído. Una inexplicable furia recorrió mi cuerpo.

Kikwang me volvió a mirar, con un dolor palpable en su mirada. Mientras, Gayoon me dedicaba una sonrisa falsa que me cabreó aún más.

- ¿Qué hacéis juntos? -preguntó Dujun cuando percibió la presencia de Jackson.

- Somos amigos. La acompaño a casa. -respondió Jackson con sequedad, recibiendo una mirada de desprecio por parte de Kikwang.

- ¿Cómo está Lizzie?¿Está por aquí? -me preguntó Dujun directamente, con aquella cara que se le quedaba cuando veía o hablaba de Lizzie. Sin saber por qué, ese comentario fue la gota que colmó mi paciencia. Quizás porque Dujun aún no me terminaba de caer bien.

- ¡Deja en paz a Lizzie! A ella le gusta otro. -espeté con brusquedad haciendo que los ojos de Dujun se abrieran de par en par- Es absurdo e inútil tener sentimientos por alguien que prefiere estar con otra persona. -añadí clavando mi mirada en la de Kikwang, quien agachó la cabeza y se revolvió un poco bajo las manos de Gayoon.

Cuando me giré, dispuesta a dejar allí a los tres con la palabra en la boca, vi que Jackson me estaba mirando con una mueca de dolor y los ojos rojos. "Mierda", pensé.

- De acuerdo. -murmuró Jackson antes de darse la vuelta y empezar a caminar con paso decidido. Yo le seguí, sin mirar atrás ni una vez.

Jackson empezó a correr, dejándome atrás cuando vio que lo seguía. Obligué a mis piernas a intentar ir a su paso, estaba muy angustiada por la cara de Jackson cuando oyó lo que decía. No me paré a pensar en quién estaba a mi lado cuando dije aquellas palabras. Jackson se tenía que haber sentido muy mal.

Cuando estaba logrando alcanzarlo, Jackson paró un taxi y se subió en él lo más rápido posible, dejándome sola en la calle. Sin poderme disculpar. Saqué el móvil e intenté llamarle, pero me colgó.

Mis piernas, al aceptar la derrota, flaquearon y caí de rodillas al suelo. ¿Qué había hecho? Jackson iba a odiarme por decir aquellas palabras. Pensaría que menospreciaba sus sentimientos por mí.

La frustración se apoderó de mi cuerpo, el corazón me palpitaba a mil por hora después de la carrera y notaba cómo me ardía la cara y las lágrimas se agolpaban en mis ojos. Era consciente del error que había cometido. Y no podía remediarlo. Dejé libertad a las lágrimas, que fluyeron por mis mejillas mientras me arrepentía de haber ido por aquel camino.

- ¿Es inútil sentir algo por ti cuando se que sientes algo por Jackson? -preguntó Kikwang jadeando, delante de mí. Debía habernos seguido.

El corazón me dio un salto, limpié mis lágrimas y me levanté del suelo rápidamente. Miré a Kikwang confusa, intentando asimilar las palabras que acababa de decir.

- Lo que dijiste allí atrás, -continuó Kikwang- creo que fue desafortunado. Me duele que digas esas cosas mirándome directamente a los ojos, estando Jackson a tu lado. -dijo mientras sus ojos se ponían del mismo color que había visto en los de Jackson. Sentí otra patada en el estómago. Esto no podía estar pasando.

- ¡Me dijiste que no tenías nada con Gayoon! -exclamé histérica notando cómo las lágrimas volvían a escapar de mis ojos- Y ahí estaba, sobándote de nuevo.

- ¡Gayoon no es nada para mí! -chilló Kikwang agarrándome por los hombros- Gayoon era la única manera que tenía para intentar dejar de pensar en ti. -añadió mientras una lágrima solitaria rodaba por su mejilla. Ver a Kikwang llorando hizo que yo llorara aún más.

- ¡No quiero que dejes de pensar en mí!¡No quiero que Gayoon te toque! -exclamé mientras tapaba mi cara con ambas manos, llorando como hacía mucho que no lloraba. Como hacía más de tres meses que no lloraba.

- Yo tampoco quiero que Jackson te toque. Ni que te acompañe a casa. -murmuró Kikwang antes de soltar mis hombros y agarrarme fuertemente por la cintura, aprisionándome en un abrazo. Mi respiración empeoró y no podía parar de llorar.- No quiero que sientas nada por ningún chico que no sea yo. -susurró en mi oído, provocando que hiperventilara.

Destapé mi cara y rodeé el cuello de Kikwang con mis brazos, hundiendo mi cara llena de lágrimas en su pecho. Kikwang me acarició el pelo y pegó su cabeza a la mía, intentando calmarme.

Permanecimos más de cinco minutos en aquella posición, hasta que conseguí normalizar mi respiración e inspiré hondo el aroma de Kikwang que tanto echaba de menos. Entonces Kikwang me liberó poco a poco del abrazo, apartándose despacio.

- Te acompaño a casa. -dijo cogiéndome la mano, entrelazando sus dedos con los míos. Yo solo fui capaz de asentir mientras me secaba los rastros de las lágrimas de mis mejillas.


Al llegar al portal, Kikwang me volvió a dar un largo abrazo antes de irse. No intercambiamos ni una sola palabra. Supongo que porque ninguno estaba preparado para aquella conversación.

Cuando entré en el piso, Lizzie se levantó del sillón como si algo le hubiera pinchado y corrió a abrazarme. Quizás porque mi cara todavía era una poema, después de haber llorado tanto. Debía estar en modo panda.

Lizzie sacó de la nevera la cena que me había preparado, ensalada de pasta, y me la sirvió en la mesa mientras yo me cambiaba de ropa, me ponía el pijama e iba al baño para lavarme la cara.

Mientras cené, Lizzie se sentó a la mesa conmigo y yo le conté todo lo sucedido. La cara sorprendida de Lizzie que se agravaba por momentos era incluso divertida.

- No hay quien entienda a los hombres. -suspiró Lizzie- Pero estoy segura que podrás arreglarlo con Jackson más adelante. Solo necesita tiempo.

- Eso espero. -suspiré.

- Y respecto a Kikwang... -empezó Lizzie cuando, al escuchar su nombre, mi corazón volvió a las andadas dando un brinco- ¿Cómo se supone que estáis ahora?

- No lo sé. -me sinceré- Aún así me sentí muy feliz cuando me abrazó. -añadí notando cómo mis mejillas se ruborizaban. Lizzie sonrió.

- Eres tan mona... -suspiró- ¿Pudiste terminar el programa entonces?

- ¡Sí! -exclamé emocionada- ¿Quieres leerlo? Tu opinión es muy importante para mí.

- Por supuesto, en cuanto termines lo leemos juntas. -accedió mi mejor amiga, dedicándome su cálida sonrisa.


El viernes me desperté más temprano de lo normal, me bañé rápidamente y desayuné con Lizzie, quien me obligó a reservarle mi hora del almuerzo, pues quería ir a buscarme para comer juntas.

- No te pongas nerviosa, seguro que le dan el visto bueno. Es perfecto. -me animó Lizzie antes de salir del piso.

Cuando llegué a la oficina, entré con paso decidido en nuestra sala, donde ya estaban Jewon y el COO. Me coloqué en mi escritorio y saqué la carpeta con el programa justo cuando Jejin y Hyunsoo entraron. Jejin, al ver la carpeta me dedicó una sonrisa de ánimo. Me levanté, carpeta en mano, y me situé delante del escritorio del COO.

- Tenga, el encargo que me solicitó. -dije ofreciéndole la carpeta con ambas manos. Él la aceptó mientras dejaba ver su perturbadora sonrisa en los labios.

- Te daré una respuesta a lo largo del día. -me contestó, abriendo la carpeta y ojeando por encima el escrito- El resto del día encárgate de ayudar tus compañeros.

- Sí, señor. -contesté antes de dirigirme al escritorio de Jejin dispuesta a ayudarle con sus guiones del día.

Cuando sonó la alarma de Jewon que anunciaba la hora del almuerzo, todos recogimos nuestras cosas. El COO me hizo un gesto para que me quedara un momento con él, por lo que esperé a que todos se fueran.

- He mandado tu guión al PD de Running Man. -dijo Woojin dejándome con la boca abierta- Dice que le encanta, y que si sigues trabajando así te ofrecerán un puesto bajo su mando.

- ¡¿En serio?! -exclamé emocionada. Todo mi esfuerzo y trabajo había merecido la pena. Me moría de ganas de contárselo a Lizzie.

- Buen trabajo. Estoy orgulloso. -dijo Woojin revolviéndome el pelo- Espero tener el placer de seguir trabajando contigo. -concluyó dejándome sola de nuevo y sin palabras. Era perturbador a veces, pero no era un mal chico después de todo.

Salí corriendo del edificio hacia la parada de autobús donde había quedado con Lizzie. Cuando la vi me abalancé sobre ella y la estreché entre mis brazos.

- ¡Les ha gustado mi guión! -exclamé.

- ¿En serio? -preguntó Lizzie soltando una risa de júbilo- ¡Te dije que lo lograrías! -gritó mientras volvíamos a abrazarnos dando saltitos como niñas pequeñas. Estaba muy feliz.

- ¿A dónde quieres ir a comer? -pregunté una vez que ambas nos calmamos.

- Vi una cafetería de camino aquí, cerca de tu oficina, que tenía precios baratos. Y tenía buena pinta.

- Allí que vamos.


Cuando Lizzie y yo terminamos de almorzar aún nos sobraba un poco de tiempo a ambas, por lo que invité a Lizzie a ir conmigo a la cafetería de la SBS a tomar un café antes de que se fuera.

Al llegar, vimos que no habíamos sido las únicas con aquella idea y que había algo de cola. Aún así, no tuvimos que esperar mucho. Ambas nos pedimos nuestro café favorito, un capucchino.

Tras pagar dimos un paseo por el edificio mientras le enseñaba a Lizzie las zonas de la planta baja, cerca de la entrada. Lizzie no paraba de hablar sobre lo impresionante que era la SBS por dentro. Yo ya le había cogido un poco de asco debido a que mi primera semana en la empresa había salido tarde cada día.

De pronto, mi móvil vibró y me quedé paralizada cuando vi la nueva notificación del fandom de Beast. Kikwang había subido una nueva foto a instagram. Por si fuera poco el microinfarto que me dio al ver su pequeña sonrisa en una foto, que no veía desde hacía mucho, cuando leí el pie de foto me atraganté con el café.

Lizzie, lejos de preocuparse por mí, me dio un manotazo en el pecho que me hizo doblarme. Y en un instante, el café de Lizzie cayó al suelo, haciendo un gran estropicio.

- ¿Pero qué haces? -pregunté a mi amiga antes de mirarla y ver que estaba con la boca abierta y señalando hacia delante. Seguí la dirección de su dedo con la mirada y vi, entrando por la puerta principal a Leo y Ravi.

Una risa inconsciente salió de mi boca al darme cuenta de que mi amiga y yo reaccionábamos de la misma manera al ver a nuestros ultimate bias. Aunque su situación era aún mas escandalosa que la mía, ya que ella acababa de dejar caer un vaso de capucchino en medio de la entrada de la SBS.

Leo, que notó cómo varios empleados de limpieza se acercaban a nosotras para preguntar si Lizzie estaba bien, se quedó quieto mientras miraba a Lizzie de arriba a abajo.

Miré a Lizzie para ver cómo reaccionaba, pero mi amiga seguía sin mover ni un dedo. Creo que abría la boca y la cerraba para coger aire, pero no parecía tener intención de soltar palabra. Sus mejillas se pusieron de un color rojo pasión cuando Leo se acercó a nosotras.

El bias de Lizzie, vestía una camisa azul grisáceo junto con unos vaqueros oscuros y unas playeras blancas de Hugo Boss. Además seguía con aquel peinado que tanto le gustaba a Lizzie. Hasta yo tenía que admitir que estaba guapísimo.

- Parece que hoy tampoco me vas a invitar a nada. -dijo Leo clavando la mirada en los ojos de Lizzie, cuyos ojos se abrieron todavía más-

Acto seguido, Leo dejó escapar una pequeña risa mientras sacudía la cabeza y siguió su camino hacia los ascensores junto con Ravi.

- Dime que esto es una pesadilla. -murmuró Lizzie sin girarse a ver cómo Leo se iba.

- No puedo mentirte. Pero puedo decirte que a mí aún me queda café, aunque casi me lo tiras también. -contesté sin poder evitar reírme antes de recibir otro pequeño golpe por parte de Lizzie, que me arrastró fuera del edificio tras disculparse avergonzada con los empleados de la limpieza.

Cuando llegamos a la esquina de la manzana, Lizzie se paró y respiró hondo. Entonces empezó a emitir aquellos grititos de fangirleo que tanto la caracterizaban cuando se trataba de Leo. Yo puse los ojos en blanco sin poder evitar reírme.

- ¡¿Por qué siempre me pasa lo mismo?! -se quejó pateando el suelo como una niña pequeña.

- ¿Qué tal si la próxima vez que le veas actúas como una persona normal? -propuse antes de recibir otro golpe. Esta vez me lo merecía.

- Me voy a morir de vergüenza. -gimió mi amiga.


Aquel viernes por la noche, Lizzie y yo pedimos jjajangmyeon a domicilio para cenar y celebrar el fin de aquella agotadora semana. Cuando estábamos en mitad de la cena, llegó un correo a mi móvil. Un correo de Woojin.

* Me han comunicado que a los productores de RM les ha gustado tanto tu guion que lo van a utilizar para grabar el próximo capítulo.

Se me escapó un grito de emoción antes de enseñárselo a Lizzie, quien también se emocionó por mí, sacando de uno de los estantes de la cocina su botella de vodka para celebraciones. Cuando vi que colocaba las dos copas en la mesa y servía el vodka con zumo que tanto le gustaba, mi cara palideció inmediatamente cuando recordé la foto de Kikwang.

- ¿Qué te pasa? -preguntó Lizzie preocupada.

Yo busqué rápidamente en instagram la cuenta de Kikwang y abrí la última foto que había subido. Releí el pie de foto para asegurarme de que lo había leído bien. Al confirmarlo, le dejé ver el móvil a Lizzie y me dejé caer en la mesa. ¿Cómo se podía tener tan mala suerte?

Okumaya devam et

Bunları da Beğeneceksin

517K 53.1K 133
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
75.1K 6.3K 19
"No, claro que no, es obvio que no me gusta Bradley, el es mi enemigo y... Maldito idiota, sal de mi mente, haces que mi corazón se acelere." Max es...
476K 9.8K 7
𝙃𝙤𝙪𝙨𝙚 𝙊𝙛 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 || 𝐒𝐚𝐠𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 "Ser una Black digna de su apellido" Madelyn siempre tuvo esos pensamientos al saber q...