║ El Chico Selfie ║ ©

By b2uuty

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Cuando Andrea realiza su primera toma de contacto con el país de sus sueños, Corea del Sur, se da cuenta de q... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Bonus capítulo 13☆
Capítulo 14
Bonus Capítulo 14☆
Bonus Extra capítulo 14☆
Capítulo 15
Capítulo 16
Bonus Capítulo 16☆
Capítulo 17
Capítulo 18
Bonus Capítulo 18☆
Capítulo 19
Bonus Capítulo 19☆
Capítulo 20

Capítulo 5

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By b2uuty

Habían pasado ya tres meses desde mi viaje a Corea. Aquel sueño momentáneo que pude vivir durante unos días. Pero todo había vuelto a la normalidad, con esa rutina diaria que excluía por completo dramas con idols. Al menos en persona.

Alissa y yo habíamos logrado encontrar un horario clave para hablar, que era básicamente cuando yo terminaba de desayunar. Aún así, no hablábamos todos los días y las conversaciones que teníamos iban menguando en tiempo a medida que pasaban las semanas. Ella había entrado en un curso de cocina y tenía menos tiempo para hablar. El tiempo libre que tenía me informó de que lo pasaba siempre que podía con Dongwoon, que ya era declarado su novio oficial tras estar dos meses de coqueteo y citas indefinidas. Eran novios oficiales, pero desde el anonimato. Tal anonimato que todavía no conocía al líder de Beast.

Desde la última vez que vi a Yoseob no pude hablar mucho con él. Intentaba mandarle mensajes pero nunca respondía, y cuando le llamaba me salía el contestador. Solo me contestó un par de veces con mensajes breves diciendo que me echaba de menos pero que tenía que hacer muchas actividades con el grupo y, por consecuente, no podía hablar.

Kikwang no había vuelto a intentar contactar conmigo desde la última vez que nos vimos. Aún tenía pesadillas con la última mirada que recibí de él. Intentaba, día a día, borrarla de mi mente para dejar de despertarme llorando. Algunos días lo conseguía.

Aunque durante dos semanas después de ver su foto en instagram el día que regresé a España tuve miedo de hablarle decidí mandarle un mensaje por kakaotalk:

-"Espero que estés bien y hayas recuperado tu sonrisa característica, esa de la que me enamoré hace años. Sé que actué mal, no supe decirte que me iba y al final te hice sufrir. Espero que me perdones. Te quiero, LeeKi."

Obviamente, Kikwang no me respondió a ese mensaje ni a los otros tantos que le envié cada semana que permanecía separada de él. Intenté llamarlo dos veces, pero las dos me colgó. Era bastante directo su mensaje. Ni siquiera dejaba el teléfono sonar o ponía el contestador como hacía Yoseob, él me dejaba ver claramente que no quería saber nada de mí.

Pese a todo, yo seguía siendo una beauty, continuaba apoyando las actividades de Beast, seguía oyendo sus canciones todos los días y todavía veía sus cuentas de instagram a diario. Aunque la cuenta de Kikwang, por alguna razón, siempre la reservaba para el final. Supongo que esperando ver algún día un cambio importante.

Desde aquella terrible foto que me desgarró el corazón, todas las fotos que subía Kikwang eran fotos serias, lúgubres, vacías de sentimiento. Incluso la mayoría de las fans habían empezado a preocuparse, preguntándole qué le pasaba. Por supuesto ninguna obtenía respuesta, eran igual de desgraciadas que yo, solo que yo tenía la exclusividad de ser la causante de que su sonrisa hubiera desaparecido.

Tristemente, solo me consolaba, aunque fuera un poco, aquella selfie que nos sacamos todos juntos en casa de Dongwoon. Era la única foto que me recordaba que alguna vez yo pude presenciar en persona aquella sonrisa radiante, magnífica, que con el simple hecho de verla me hacía sonreír a mí también.

Alissa ya no podía ser mi apoyo, y de hecho no pudo serlo del todo en Corea debido a que a ella tampoco le conté todo lo sucedido en su momento. Aunque ya sabía la historia completa y me había animado mucho por videollamadas, sentía aún un vacío sin ella, sin su apoyo.

Ese vacío lo fue llenando poco a poco mi amiga Lizzie, que me arropó como una hermana de verdad y me permitió llorar en sus brazos el día que vino a verme tras regresar de Corea cuando le conté todo lo sucedido con Kikwang.

Lizzie tenía un don con la gente, especialmente con los niños. Una chica que se podría clasificar de 'internacional' ya que su lugar de nacimiento, su nacionalidad y su lugar ideal para vivir estaban en tres continentes distintos. Rubia, con ojos azules y de altura media, tenía una presencia que nadie podía negar. Dejando al margen su belleza natural, ya que era de las que aún sin nada de maquillaje podrían ser el 'después' de cualquier producto estético, su simple personalidad derrochaba elegancia. Era la única de mis amigas que podía estar igual de guapa con un vestido de noche que con una camiseta de publicidad para dormir. Además, su sonrisa era tan cálida y sincera como la de un niño en navidad.

Lizzie también era fan de Beast. En realidad era fan del kpop en general, un poco multifandom como yo. Incluso había aprendido coreano conmigo. De hecho, nos conocimos en el colegio coreano. Aunque le molestó un poco el hecho de que yo hubiera podido conocer a algunos de los integrantes de Beast y la historia que tuvo Dongwoon (su bias) con Alissa, supo olvidarlo todo cuando vio que mi historia con Kikwang tomó un final distinto al clásico de los kdramas.



-Siento mucho que te pasara todo eso...-susurró Lizzie mientras me abrazaba- Pero creo que Kikwang es idiota si de verdad subió esa foto ayer. Debería entenderte a ti también.

- Yo fui la única idiota. Tuve la oportunidad de tener algo con el chico de mi vida, justo la primera vez que visitaba Corea y mira. Lo eché todo a perder por cobarde. Por no querer hablar. -contesté mientras lloraba a lágrima viva en los brazos de mi amiga.

- Deberías haber esperado a que yo pudiera ir contigo. Nuestro plan desde hace años era ir juntas, pero tú ya habías pagado todo cuando yo supe que no podía ir. Y en lugar de cambiarlo decidiste ir de valiente. -me reprochó con derecho- Aún así sabes que te quiero y que ese 'LeeKi' también lo hace. Obviamente no te quiere como yo. -bufó- Ese pobre chico que solo sabe mover su cintura... -se burló intentado imitar uno de los pasos de baile más famoso de Kikwang y haciéndome reír por primera vez desde que volví.- Si de verdad sintió algo por ti no creo que lo olvide de la noche a la mañana por una bobería como esta.-concluyó.



Todavía parecía ser que Lizzie se equivocaba en aquella afirmación. Yo seguía pensando en aquella noche en el karaoke, cuando Kikwang cantó y me declaró sus sentimientos y yo no le respondí. No supe responderle. Por eso se había olvidado de mí. Si después de aquella noche a Kikwang le quedó un ápice de sentimiento por mí, se tuvo que desvanecer en el aeropuerto.

- Tengo una gran noticia que darte -dijo Lizzie una vez nos encontramos en el parque de siempre, aquel donde hacía años reía observando a los niños y bromeando con secuestrar alguno.

- Ya tiene que ser buena para haberme hecho salir con prisas de mi casa -refunfuñé.

- Va a ser increíble. -aseguró sonriéndome con sus ojos azules.

- Sorpréndeme.

- ¡Me han ofrecido un empleo! -chilló emocionada alzando los brazos en el aire como una atleta que acababa de ganar los 100m lisos de los juegos olímpicos.

- ¡¿En serio?!¡Muchísimas felicidades! -grité uniéndome a su júbilo, alegrándome de que por fin Lizzie encontrara trabajo de profesora, pues hacía un año que había terminado su carrera y solo había sido contratada para una sustitución corta.

- Aún no he terminado. -añadió- Lo mejor está por venir. -dijo orgullosa alzando la barbilla.

- ¡Cuenta! -dije expectante.

- Es un puesto fijo -dijo logrando que mi boca se abriera de la sorpresa y emoción- y es en Seoul.

- ¡¿QUÉ ES DÓNDE?! -chillé más alto de lo esperado agarrando los hombros de mi amiga en busca de respuestas.

- Me has oído bien. Seoul. En un colegio de cierto nivel, están buscando una profesora para inglés, pero al ver mi currículum les encantó que además fuera española, y se plantearán dejarme dar español en unos años si decido ir. -dijo soltando una risita dulce.

- ¿Si decides ir?¿No les dijiste que incluso lo harías gratis por estar allí? -dije soltando una pequeña carcajada a la que se unió Lizzie.

- Tienes toda la razón, pero ellos no lo saben así que guarda el secreto.

- Sí, señora. -dije posando como una militar ante su sargento- Me alegro muchísimo de que puedas cumplir tu sueño de vivir en Seoul. -dije a punto de llorar, orgullosa por mi amiga.

- A lo mejor te crees que no vas a venir conmigo.

- ¿Qué? -pregunté confusa.

- Tú, señorita 'beauty deprimida', vas a venir conmigo a Corea. De hecho vas a vivir conmigo. -dijo señalándome mientras sonreía maléficamente.

- ¿De dónde te sacas eso?

- De que eres una de mis mejores amigas y que este sueño deberíamos vivirlo juntas. Además de que un alquiler es más barato entre dos -dijo riéndose de nuevo.

- Pero no tengo tantos ahorros como para eso, Lizzie. -murmuré. La verdad es que me fascinaba la idea, buscar trabajo estando allí sería mucho más fácil, pero no quería ser una carga para Lizzie.

- Lo tengo todo bajo control. Menos el tiempo. Tienes que hacer las maletas para dentro de tres días.


Faltaban unos diez minutos aún para que el avión despegase. Lizzie estaba sentada a mi lado, revolviéndose en el asiento nerviosa. Estaba ansiosa por ver cómo reaccionaría al pisar Corea.

El día anterior le había dado la noticia a Alissa, que se puso casi tan contenta como yo. Quería conocer a Lizzie e incluso darle las gracias por llevarme con ella. Había dicho que quería irnos a buscar al aeropuerto, pero que no podía cambiar turno en la cafetería y le era imposible.

Mientras Lizzie seguía inquieta, mirando su reproductor de música, yo decidí mandarle un mensaje a Yoseob. Quería decírselo desde que supe que me iba a ir, pero no me había atrevido. Ahora solo faltaban unas horas (muchas, pero solo horas) para poder vivir en el mismo país que él. En la misma ciudad.

Tampoco me resistí a reenviarle el mensaje de la información sobre mi nueva mudanza a Kikwang, esperando que al fin me contestara después de meses de silencio.


En el segundo avión, después de nuestra escala en Beijing, Lizzie no tardó en dormirse, dejándome sin nada que hacer de nuevo. Había decidido dejar el móvil apagado para ahorrar batería hasta que llegáramos a Corea.

Para entretenerme, no podía hacer otra cosa que mirar a los pasajeros, ya que ni siquiera Lizzie renunció a su asiento en ventanilla y a mí me tocó pasillo. Había muchos asiáticos. De hecho, menos nosotras y un pequeño grupo de alemanes todos lo eran. Tampoco es que me pareciera raro, solo me seguía sorprendiendo el ver tantos a mi alrededor.

Entre los pasajeros había uno que realmente llamaba mi atención. Sentado de espaldas, en los asientos de cuatro que tenía a la derecha, de frente a mis ojos había un chico que no se había quitado la gorra desde que subimos.

El chico iba a la moda, como yo pensaba que iban todos los asiáticos. Unos pantalones azul oscuro, pitillos, que le quedaban justo por encima de unas zapatillas blancas altas, que estaban adornadas con tachuelas plateadas en la zona del talón. Llevaba además una blusa negra básica de tiros con una camiseta abierta en los laterales, blanca y con dibujos y letras en diversos colores como motivo. La gorra tenía la visera negra y el resto era del mismo tono azul de los pantalones.

El chico en cuestión escuchaba música en un iPod que se veía de última generación pero algo desgastado. Supuse que le daba mucho uso. No podía verle la cara por la gorra que llevaba pero sí podía ver su sonrisa y los gestos que hacía con la cabeza mientras se mordía el labio inferior y no dejaba de moverse. Estaba totalmente inmerso en la música. Parecía estar luchando contra sí mismo para no ponerse a bailar en medio del avión como quien se imagina que está en medio de un mv.

Era muy gracioso verlo, me daban ganas de pedirle que me dejara escuchar aquella música a mí también, debía ser genial para todo el sentimiento que se estaba controlando.

De pronto, mientras jugueteaba con los botones del iPod, su volumen se subió al máximo, produciéndole una mueca y llamando aún más mi atención. Casi todo el mundo en el avión estaba dormido o también tenía auriculares puestos, pero yo había oído perfectamente qué canción escuchaba. Al reconocer la canción '하지하지마' de Got7, una pequeña risa se me escapó de los labios justo en el momento en que el chico tiraba rápidamente de sus cascos, deshaciéndose de ellos, y apagaba su iPod.

Mi pequeña risa fue lo suficientemente grande para que él la percibiera, ya que además había sido tan torpe como para que me saliera cuando se quitaba los auriculares. Cuando se percató de mi risa, se quitó la gorra, me buscó con la mirada y cuando me encontró puso una cara de disculpa e hizo una pequeña reverencia. Por increíble que parezca, pude devolverle la reverencia y hacerle un gesto con la mano para dar a entender que no pasaba nada antes de hundirme en mi asiento, mientras la sangre se acumulaba en mi cara.

El chico al que había estado mirando era Jackson. Jackson Wang. El mismo Jackson de Got7.

Normal que me hubieran fascinado sus caras aunque no llegara a ver sus ojos. Él era mi bias de ese grupo, y ocupaba un lugar alto en mi ranking de bias. Me defraudé a mí misma por no reconocer los labios de Jackson.

Intenté despertar a Lizzie para contarle todo pero solo recibí un manotazo y un gruñido por parte de mi amiga. Pero al menos lo había intentado.

No pude evitar mirarlo otra vez. Estaba aún estresado por el incidente, mirando alrededor en busca de alguien que se hubiera molestado. Se colocaba el pelo, revolviéndoselo, mientras miraba de lado a lado. Su iPod había desaparecido. "Seguro que lo ha desterrado", pasó por mi mente antes de no poder evitar otra pequeña risa.

Jackson volvió a mirarme, esta vez me disculpé yo con la cabeza, no quería preocuparle. Él también soltó una pequeña risa que acompañó con sus sonrientes ojos, lo cual hizo que mi corazón aumentara su velocidad.

El avión seguía tan aburrido como antes, y ahora no podía distraerme mirando a Jackson. No había nada que hacer, hasta mi amiga seguía en los brazos de Morfeo. Mientras jugueteaba con mi pulsera miré de nuevo a Jackson, que jugueteaba con un hilo que sobresalía de su blusa.

Me mordí rápidamente el labio para no dejar escapar más risitas, pero aún así (recordemos mi suerte) Jackson hizo contacto visual conmigo. Al verme, no pudo evitar sonreír otra vez. Su sonrisa era muy bonita, me hacía sonrojarme solo con verla. Me concentré nuevamente en mi "muy interesante" pulsera, evitando con los ojos a Jackson.

No había pasado más de un minuto cuando vi la cara de Jackson pegada al asiento que estaba delante de mí. No pude evitar dar un pequeño respingo en el asiento. Jackson estaba de cuclillas, apoyado en el asiento delante de mí, mirándome con curiosidad sin dejar atrás su sonrisa. Yo no sabía dónde mirar.

- Hola. -probó a decirme en inglés, tendiéndome su mano para que se la estrechara. Sabía que Jackson era de los idols más abiertos pero esto era otro nivel.

- Hola. -le contesté en inglés. No quería repetir el acontecimiento que tuve con Alissa la primera vez, de cortarle el rollo hablándole en coreano directamente. Aún así me quedé mirando su mano, dubitativa sobre si estrecharla o qué mientras acercaba mi mano.

- Soy el torpe del avión, pero puedes llamarme Jackson. -dijo mientras estrechaba mi mano y la movía de arriba a abajo suavemente. No pude evitar reírme por su presentación.

- Encantada, Jackson. Yo soy la torpe más torpe fuera del avión, pero puedes llamarme Andrea. -contesté, provocándole otra de sus pequeñas risas.

- Haríamos un buen dúo entonces.-dijo tras liberar mi mano e incorporarse.

- S-sí, s-seguro. -logré decir tras avergonzarme a mí misma al imaginarme como pareja de Jackson con solo la palabra "dúo".

- Eres muy simpática. -me halagó- Y la única normal en este avión. ¿Por qué todo el mundo duerme o se puede estar quieto sin hacer nada? -refunfuñó.

- Te entiendo perfectamente. Yo no podía escuchar música y me estaba volviendo loca.

- Pudiste oír la música que yo escuchaba. Si quieres puedes sentarte conmigo, ese asiento está libre. Te dejaré uno de los auriculares. -me ofreció.

- ¿En serio? -pregunté sorprendida. Tenía que ser el aire asiático, que me traía suerte tan rápido como me la quitaba. No podía desperdiciar la oportunidad.

- Claro, ven. -dijo arrastrándome hasta sentarme en el asiento contiguo al suyo.

Con cuidado sacó del bolsillo de su mochila el iPod, desenredó los auriculares y me pasó uno que me puse sin pensarlo dos veces. Jackson, con el otro auricular puesto, empezó a buscar por la lista de pistas alguna canción. Tenía muchas canciones tecno y house, pero también tenía mucho kpop. Tras no encontrar lo que buscaba se dispuso a buscar en las carpetas de música. Lo tenía todo clasificado por carpetas. Cuando se metió en la de Got7 se me escapó una pequeña risa.

- Espera y verás. -dijo, sonriéndome. Acto seguido me puso la canción de 'I like you'.- Creo que puede gustarte, se te ve con buen gusto. -dijo satisfecho, provocándome otra risa.

- De hecho, Got7 me gusta mucho. Las partes de Bambam son mis favoritas. -dije intentando aguantar la risa, antes de morderme el labio inferior para ver la reacción de Jackson.

- ¿Qué? -preguntó con los ojos abiertos.- ¿Eres una iGot7?

- Se puede decir que sí.-contesté devolviéndole el auricular.- Pero no te asustes, no soy una sasaeng. Solo estaba aburrida en el vuelo y era muy divertido verte escuchando música. No supe que eras tú hasta que te quitaste la gorra.

- ¿En serio? No es que pensara que fueras una sasaeng, solo que me sorprende haber hablado contigo tanto tiempo y no haber notado que eras una fan.-confesó- No tienes que marcharte, podemos oír música juntos. Y no tiene que ser Got7.-dijo ofreciéndome de nuevo el auricular, que acepté encantada.

Jackson puso entonces la reproducción aleatoria en una carpeta que había nombrado "Kpop lento" en la que salían canciones como '12.30' de Beast y 'Error' de VIXX.

- ¿Entonces te gusta el kpop en general o Got7 en particular?-me preguntó con su sonrisa pícara.

- El kpop en general.-contesté soltando una pequeña risa ante sus morros de decepción.

- Pero te gusta Got7.-apuntó.

- Mucho.

- ¿Bambam es tu bias?-preguntó curioso- Antes dijiste que sus partes eran tus favoritas.

- Sus partes me gustan mucho, pero mi bias no es Bambam.

- ¿Quién es? -preguntó con los ojos abiertos y una sonrisa de orgullo en busca de la respuesta obvia.

- Jackson oppa...-murmuré mirando el iPod, evitando la mirada de Jackson.

- ¡Lo sabía! -exclamó mientras me aprisionó en sus brazos, de forma que mi cara quedó pegada a su cuello por su abrazo. Después de unos segundos se percató de mi reducción de oxígeno en el cuerpo y me soltó antes de revolverme el pelo y despeinarme.

- ¡Ay! -me quejé- Tampoco es para ponerse así.-bufé con las mejillas cherry.

- Qué iGot7 más mona.-concluyó Jackson agarrándome una mejilla cual abuela. Pero me liberó tras el puchero que hice.- ¿Y qué haces en Corea? Si se puede saber.


- Voy a vivir allí a partir de... hoy... con una amiga. -contesté pensando en lo absurda que sonaba la respuesta. No me había imaginado esta situación en mi vida.

- ¿En serio?¿Pero sabes coreano?-preguntó con los ojos abiertos, sorprendido.

- Sí... -contesté ya en coreano- De hecho, me gustaría haber hablado en coreano desde el principio pero... -dije antes de contarle toda la historia ocurrida con Alissa en la cafetería en nuestro primer encuentro, además de presumir de mi título del colegio coreano.

- Wow. Realmente eres muy interesante. Estoy seguro que vas a traer muchas cosas buenas al país. -me aseguró sonriendo incluso con sus ojos. Mi corazón se aceleró, pero sus palabras me hicieron pensar en Kikwang y se me escapó una pequeña mueca de dolor.

- Tampoco te creas-susurré.

- ¿Tuviste alguna mala experiencia cuando estuviste aquí?-me preguntó preocupado.

- No sé cómo definirla, sinceramente. -resoplé.

- Me lo puedes contar si quieres.

- No te preocupes, de hecho no creo que mi corazón esté preparado para hablar de ello. -murmuré agradecida justo antes de bostezar.

- Te entiendo.-me dijo con una sonrisa comprensiva- Parece que tienes sueño, deberíamos dejar la charla y descansar un poco.

- No, perdona, es solo que llevo muchas horas de viaje.-logré decir sin bostezar de nuevo. Aunque la verdad era que mis ojos habían cogido mucho peso y me costaba mantenerlos abiertos.

- Las chicas buenas son adorables da igual de dónde sean, ¿huh?-me pareció oírle murmurar a Jackson a lo lejos.



Sin saber cómo, mientras oía 'On Rainy Days' de fondo, estaba despertándome en un asiento que no era el mío. El oído me molestaba y cuando lo toqué para comprobar que seguía todo en su sitio, noté el auricular. ¡Me había quedado dormida encima de Jackson!

Jackson, que se había vuelto a poner la gorra, estaba dormido en su sitio, tieso debido a que me estaba haciendo de almohada. Genial, cuando tenía la oportunidad de hablar con el mismísimo Jackson iba y me quedaba dormida encima suya...

Devolví el auricular a su sitio en el momento en que las azafatas empezaron a pasar por los asientos avisando del inminente aterrizaje.

Jackson seguía dormido, no quería despertarlo, así que cuando conseguí levantarme, le amarré su cinturón y corrí a mi asiento a ponerme el mío. Acto seguido intenté despertar a mi amiga suavemente.

- ¿Ya llegamos? -preguntó Lizzie todavía un poco dormida.

- Vamos a aterrizar pronto.-le confirmé.


Al llegar al aeropuerto de Seoul estábamos agotadas, aunque habíamos dormido en el avión estar tantas horas de viaje era devastador. Fuimos a la cinta de equipaje a esperar por nuestras maletas. No había mucha gente, posiblemente porque el nuestro era de los últimos vuelos del día de ayer y era de madrugada.

Yo seguía pensando en Jackson, pues lo había perdido de vista desde que bajamos del avión. ¿Estaría bien? Tenía que estar molesto por mi culpa, no es cómodo hacer de almohada.

Lizzie se había espabilado y sacaba fotos a cualquier cartel que veía y revisaba su bolso. Yo esperaba las maletas cerca de la cinta.

De pronto, noté algo en mi mano. Cuando miré vi un pequeño papel con algo escrito.

- Puedes hablarme si necesitas algún guía, o si estás cansada y no tienes almohadas a mano. -me susurró Jackson al oído antes de darme unas palmaditas en la cabeza y alejarse, rumbo a las puertas de salida.

¿Acababa de conseguir el número de otro idol?¿Qué me pasaba en Corea?¿Tenía un imán? Una cosa era segura, Jackson estaba mal de la cabeza si quería seguir en contacto conmigo después de lo del avión, pero yo no era quién para ir en su contra.


Lizzie no dejó de sacar fotos a todos los carteles del aeropuerto y de las afueras hasta que nos sentamos en el autobús de camino a nuestro nuevo piso.

- ¿Qué es ese papel? -preguntó mi amiga al verme observando el papel al terminar de guardar el número de Jackson en el móvil.

- Solo un número. -murmuré. Se iba a enfadar si le decía que habíamos ido en el avión con un idol y yo no la había despertado.

- ¿Ya has ligado?¿Algún azafato? -preguntó dándome un codazo interrogatorio.

- No seas boba... -dije dudando entre contarle todo o no.

- Sabes que no me molesta que te los quedes a todos para ti mientras me dejes a Leo tranquilo. -dijo nombrando a su ultimate bias por primera vez en el día.

- A Leo, a Sehun, a Jin...-empecé a enumerar sus bias.

- ¡Venga ya! No cambies de tema.-me paró- No me voy a molestar ni aunque sea un piloto gemelo de Leo. Y sabes que mi curiosidad es muy mala.

- ¿Segura?

- ¡Suéltalo ya!-exclamó.

- Es de Jackson. Iba en el avión y hablé con él un rato. De hecho me quedé dormida encima suya. -susurré.

- ¿Y quién es Jackson? -preguntó en busca de detalles. Yo me quedé mirándola esperando que sus neuronas conectaran ideas. Si no especificaba nada, era obvio qué Jackson era.- No... No puede ser. -dijo cuando sus neuronas funcionaron- ¡No me lo creo!¿Me estás vacilando?

- Mira. -dije enseñándole la foto de kakaotalk del contacto de Jackson.

- Definitivamente eres una asquerosa con suerte. He hecho bien trayéndote. Algún día conseguiré que tu imán de idols me traiga a Leo hasta casa. -dijo orgullosa de su plan.


El resto del trayecto nos lo pasamos hablando de mi experiencia con Jackson, que según Lizzie era una oportunidad increíble para olvidar a "el gruñón de Kikwang", y de los planes para los primeros días en Seoul.

Cuando nos bajamos en la parada y caminamos hacia la dirección de nuestro edificio, ojeé en todas direcciones con la intención de aprenderme el camino. Algo estúpido teniendo en cuenta mi memoria y mi sentido de la orientación.

Nuestro piso estaba en un edificio de nueve plantas bastante moderno por fuera, con un acabado de piedra y pequeños árboles plantados en los alrededores de la entrada. Por dentro tenía un portal espacioso, con un descansillo cuyos tres escalones llevaban a otro descansillo en el que se encontraban las escaleras, un cuarto de mantenimiento y los dos ascensores de ocho plazas cada uno.

Nosotras, obviamente habíamos elegido vivir en la cuarta planta. Era de los pocos edificios que la conservaban, pues casi todos las habían sustituido por un asterisco si bien no la habían quitado sin más, saltando del 3 al 5. Nos habíamos molestado mucho en encontrar un piso en alguna cuarta planta, ya que la renta era más baja y eso era de agradecer siendo nuevas en la ciudad.

En cada planta se encontraban cuatro apartamentos y el nuestro, para regodearnos, era el número 4. Pero nosotras no nos creíamos aquella superstición de que el "4" atraía la muerte, y para lo que pedían y para lo que nosotras podíamos pagar era un piso estupendo. Cabe decir también que con nuestra suerte cualquier número no nos la iba a empeorar, si teníamos buena suerte era imposible rompernos la racha, y si teníamos mala suerte llegábamos a un punto peor que el número cuatro.

Al entrar por la puerta principal lo primero de lo que te dabas cuenta era de la amplitud del apartamento, además del color de las paredes, blanco con un toque crema, y el parquet de cerezo que estaba en todo el piso, que daban al lugar un aire cálido pero a la vez una sensación de comodidad.

Para mí, lo mejor del piso era su amplitud, pues era tan abierto que solo se veían desde la entrada tres paredes: las dos que separaban la cocina de la parte del fondo y la que recorría toda la parte trasera del piso que formaba parte de las dos habitaciones y el baño.

A la izquierda de la puerta principal se encontraba el salón con una televisión bastante grande colgada en la pared (Samsung, cómo no) y en frente de ella un sofá de cinco plazas en forma de L de color gris perla. Entre ellos se encontraba una mesita de café de cristal y madera, con un tono azul marino desgastado por el tiempo, que le daba un toque de frescor a la zona del salón. La mesita contenía doble cristal y un trasfondo en el cual se le podían introducir algunos objetos.

Además, en la pared que se encontraba por el lado del salón, a mano izquierda del sofá, se encontraba un acogedor balcón, con vistas a un pequeño parque que se encontraba por la zona. Un parque que me recordaba al que se encontraba cerca del hotel de mi primer viaje a Corea. Era un poco más pequeño, apenas había metros para correr, pero los columpios eran numerosos y bonitos. Lizzie tendría entretenimiento gratis viendo a los niños pequeños corretear por allí.

El balcón tenía espacio para cuatro personas, su reja era de un negro azabache y tenía el suelo de mampostería blanca. A ambos lados de la reja habían pequeñas macetas alargadas con flores pequeñitas que llenaban de sobra las macetas, de un color violeta pálido.

Al otro lado de la puerta principal, se encontraba un modesto comedor, formado por una mesa rectangular de aspecto moderno de una tonalidad un poco más suave que el sofá, con espacio para seis comensales con sus respectivos asientos del mismo color que la mesa.

Al fondo del comedor había una cocina abierta, con una isla alargada en el centro y varios taburetes que la acompañaban. Los muebles de la cocina eran modernos, una nevera de dos puertas de acero, una vitrocerámica de cinco fuegos, lavaplatos a juego con la nevera y varios armarios para almacenaje en diversas tonalidades de azul oscuro en las paredes.

Al fondo de la estancia, se encontraban dos dormitorios separados por un baño. En la entrada de este, se observaba un lavamanos ovalado amplio y de color blanco, apoyado sobre un mueble de madera de eucalipto, en el cual se podían guardar diversos objetos de aseo.
Encima del lavamanos se encontraba un espejo alargado para una estatura media, que quedaría incluso dentro de la altura de Kikwang.

A la derecha del lavamanos, en la esquina, se encontraba una bañera de hidromasaje, de color marfil, donde podrían sentarse cómodamente dos personas adultas. En banda a ella se encontraba el inodoro del mismo color dando profundidad a la estancia.

Por otro lado, las habitaciones tenían un tamaño normal, sobrando bastante espacio a pesar de tener camas dobles, y ambas tenían un pequeño ventanal que daba al exterior, con un banco bajo su alfeizar, de madera de eucalipto con tono oscuro.

La habitación de Lizzie, la que quedaba justo tras el pequeño pasillo que formaba la pared de la cocina, era perfecta para ella. Frente a su entrada se encontraba la cama, cuya ropa era de un verde pastel muy bonito y tenía cojines de flores apoyados en sus almohadas. A la derecha de la puerta se encontraba un armario empotrado de arce que contenía dos puertas y varios compartimentos en su interior para "separar debidamente la ropa", como diría Lizzie, que le gustaba reorganizar su ropa demasiado. A juego con el armario, una mesita de noche estaba a la izquierda de la cama con un par de cajones. En el lado derecho de la cama, a unos pasos, se encontraba el ventanal que daba al parquecito al igual que el balcón del salón.

Mi habitación, que quedaba al fondo del salón, tenía las paredes pintadas de un azul pastel muy claro que le daba sensación de frescor y me transmitía tranquilidad. Mi cama también se encontraba frente a la puerta, y su ropa era blanca a rayas azul marino. A la derecha de la cama tenía una mesita de noche pintada de azul grisáceo. Este cuarto había dado en el clavo con mi color favorito, recorría toda la gama de azul posible. En frente de la cama a la izquierda se encontraba un armario empotrado de madera, nogal oscuro. Así, el ventanal de doble puerta se encontraba en paralelo a la cama cerca del armario, dando luz a la posible oscuridad que pudiese proyectar el armario sobre la habitación. A la derecha de la puerta, en la pared que quedaba libre, donde también había un pequeño escritorio de madera, pensaba colgar todo tipo de fotos y posters de idols.


Cuando nos acomodamos más o menos en nuestras respectivas habitaciones, Lizzie y yo nos despedimos con un abrazo de buenas noches y nos adentramos en nuestros cuartos dispuestas a hacerle sangre a la cama.

Yo estaba dispuesta, pero mi mente no me dejaba. Estaba intranquila todavía por no haber recibido respuesta de Kikwang. Una vez en la cama, bajo el fabuloso edredón, revisé por centésima vez el kakaotalk sin obtener resultados. Por último, busqué en instagram para hallar la respuesta que buscaba.

El corazón volvía a dolerme y solo lo pude calmar cerrando los ojos para no dejar salir las lágrimas y sumergiendo por completo mi mente en el mundo de los sueños.

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