Eternidad

By HilCat92

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Desde unas noches atrás Will Graham es atormentado por vividos sueños de una vida pasada que no comprende, en... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Trivia
Pistas
Capítulo 11
Entrevista
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
¡¡¡Anuncio super importante!!!

Capítulo 9

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By HilCat92


Los ojos de Hannibal Lecter estaban clavados sobre el rostro de su paciente, su mano inmóvil sobre su mejilla, mientras el hombre dentro del trance que le había inducido jadeaba, su cuerpo parecía vibrar. El doctor se acercó para respirar de cerca su aroma caliente sobre la piel sonrosada por el esfuerzo de su mente, era como la melaza tibia que se evaporaba sobre la piel de sus brazos, su cuello y su rostro. Will abría los labios mientras intentaba tomar aire evitando a toda costa los estertores de su cuerpo dominado por la lascivia de las proyecciones en su mente, mientras Lecter acercaba su rostro al de él inspirando su exhalación, abriendo la boca a milímetros de los tentadores labios del agente.

­—Tristán... ah, ah, por... por favor.

—Aún no— le susurró el doctor ante la súplica del muchacho, delineando su labio inferior con el pulgar.

Will clavó los dedos sobre los reposabrazos del sillón, su cuerpo se retorcía placenteramente y el bulto en su entrepierna era demasiado evidente, el psiquiatra sólo podía mirar, regresó a su asiento sintiendo sus manos vacías sin el calor del hombre pero con su aroma impregnado en ellas. El agente gimió de nuevo estirando su cuello, el doctor observó su pulso en la arteria, sus propias pupilas se dilataron ante la imagen de Will cuando su excitación lo hizo llegar al clímax con tan sólo las visiones en su mente. El doctor sonrió recompensado, los recuerdos llegaron también a su mente y cerró los ojos un momento compartiendo la misma visión de Will; estaba de pie entre los arboles observando el rostro contraído de placer de Galahad cuando su alter ego lo tomó por el cabello y jaló su cabeza hacia arriba, el propio Hannibal pudo sentir el calor del joven caballero, como si en ese momento él estuviera siendo envuelto por su carne. El aroma de Will era un catalizador para transportarlo a esas sensaciones, que ahora eran tan vívidas y tangibles.

Era un momento de contundente intimidad entre ambos, podían estar separados físicamente, sin embargo, sus mentes estaban unidas a través de los recuerdos y el lazo del destino que los colocaba nuevamente frente a frente. Galahad había sido un pupilo receptivo y completamente fervoroso de su maestro, ¿podría serlo en esa vida de nuevo?, ¿sería Will un amante compañero en su oscura soledad? Era obvio el antagonismo que podían representar, pero ¿qué es la vida si no se pone en riesgo algo en el gran juego? Después de todo lo único certero es la muerte.

Lecter abrió los ojos y volvió a su realidad, tomó la grabadora y rebobinó la grabación hasta el punto donde Will le había suplicado a Tristán y la colocó en funcionamiento de nuevo.

—Will, Will, ¿dónde estás ahora? ¿qué es lo que ves?

—No, no— susurró el agente apenas dejando escapar su aliento caliente— mi nombre, mi nombre es...

—¿Recuerdas tu nombre?

—Galahad.

—¿Eres Galahad?

—Sí.

Hannibal se sorprendió ante la respuesta, ¿podría permitir una segunda personalidad en el agente?, cotejó las posibilidades, eran bastas e interesantes, tal vez a causa de su encefalitis Will podría albergar dos personalidades, sonrió apenas tomando en cuenta lo benéfico que sería inducir a su paciente ante su alter ego.

—¿Quién eres Galahad?

—Soy un caballero de la orden de Artorius Castus. Perteneciente a la avanzada romana en Britania.

—¿Dónde naciste?

—Sar... Sarmacia

—Eres un guerrero sármata.

—Lo soy.

—Galahad. ¿Quién es Tristán?

—Él es mi mentor, mi amigo... mi amante...— dijo en voz baja y serena.

—¿Dónde está él?

—Murió, él... él murió en mis brazos— la voz de Will comenzó a ser más débil, un nudo se formó en su garganta. Levantó sus manos como si sostuviera algo en ellas, sus manos temblaban.

Hannibal paró de nuevo la grabación y habló.

—Todo está bien Galahad, todo está bien. Abre los ojos.

Will respiró hondo e intentó parpadear abriendo sus ojos con pesadez, miró hacia delante y separó sus labios intentando armar una frase. La luz blanca parpadeaba aún en el metrónomo, iluminaba paulatinamente el azul verde de aquellos ojos que se ensancharon sorprendidos.

—¿Tristán?— lo llamó y el psiquiatra sonrió con su puño cerca de la barbilla. Hannibal estiró su mano hacia él y Will se levantó, dio un paso acortando la distancia, alargó su mano para tocar los dedos del doctor, el pecho de Will subía y bajaba mientras sus ojos estaban clavados en los orbes avellana del otro, Hannibal casi podía sentir el calor de su mano cuando el muchacho comenzó a respirar entrecortadamente, el sudor apareció en su frente, se quedó parado y sus brazos cayeron a los lados de su cuerpo y comenzó a convulsionarse ligeramente. El doctor resopló, se levantó de nuevo hacia él y colocó sus manos en el rostro para determinar la gravedad del ataque, su cuerpo estaba caliente a causa del esfuerzo, las convulsiones cesaron casi de inmediato, el cuerpo de Will se desvaneció sobre el suyo, con cuidado lo depositó de nuevo en el sillón y esperó hasta que comenzara a despertar.

********

La sangre de Tristán llenaba sus manos, Will estaba temblando, sentía como la vida se escapaba de su amante, tenía miedo y rabia, los ojos castaños de Tristán se cerraron poco a poco, sobre su cabeza el halcón de Tristán graznó.

"Isolda" recordó el nombre. Miró a su alrededor y supo dónde estaba, Britania, la batalla con los Sajones, por un lado estaba Gawain, más allá Bors, Láncelot, Arturo. Sintió como todo a su alrededor dio vueltas, como si estuviera cayendo en un pozo negro.

—Todo está bien

Escuchó la voz del doctor Lecter. Trató de abrir los ojos, vio su mano estirada hacia él, las imágenes eran borrosas pero intentó tomar esa mano sin lograrlo. Luego se hundió en el vacío.

—Will, Will, regresa lentamente, respira, una vez más, así, abre los ojos cuando estés listo.

Graham respiró sintiéndose débil, fue consciente poco a poco de sí mismo y abrió los ojos. Todo parecía normal, parpadeó unas cuantas veces sintiéndose somnoliento, el rostro de su psiquiatra estaba sereno. Lo miró y su corazón dio un extraño vuelco como una sacudida.

—¿Cómo te sientes Will?— le preguntó con tranquilidad ladeando su rostro en espera de la respuesta.

—Un poco mareado— contestó desviando la mirada, el rostro de Hannibal hizo que se estremeciera en recuerdo de lo que había visto dentro de "sus memorias"—no funcionó.

—¿Qué no funcionó?

—Esto, la hipnosis— sentenció frotando su rostro con las manos.

—Me parece que ha sido todo un éxito. Y la evidencia está aquí— le extendió la grabadora.

Will lo miró con los ojos entre sus dedos mientras bajaba lentamente las manos de su rostro.

—Podemos escucharla ahora o puedes darme tus impresiones y analizarla después. ¿Hay algo que quieras decir?

—Su rostro se fusionó con mis sueños, lo vi, era su rostro en el hombre...

—¿En el hombre de tus sueños?— el doctor bromeó.

Will no pudo resistir la sonrisa que cruzó en sus labios y entonces la tensión de su cuerpo se esfumó, Hannibal correspondió la sonrisa, se miraron y Hannibal dejó la grabadora nuevamente en la mesita de cristal.

—Me siento muy agotado, ¿es normal?

—Al principio, tu mente fue sometida a una introspección, las sesiones serán más fáciles en adelante.

—En adelante... —repitió— no sé si sea lo correcto, mi mente lo ha proyectado a usted.

—Yo sólo quiero ayudarte. Déjame ser tu guía, tu ancla para la realidad.

—Lo sé, yo... está bien— contestó—necesito refrescarme.

Se levantó del sillón y sintió la incomodidad de su ropa interior húmeda, maldijo internamente y se apresuró al sanitario en espera de que el doctor no se hubiera percatado, llegó hasta el lavabo se mojó el rostro, apoyó las manos en él y se miró al espejo.

—¿Qué pasa contigo Will Graham? ¿Qué pasa contigo?— se reprendió.

Cuando regresó al consultorio Hannibal estaba en su escritorio haciendo algunas notas.

—¿Escribe sobre mí?

—Nada me gustaría más.

—Usted también cree que soy un espécimen raro al que se le debe vigilar— sentenció rodeando el escritorio hasta casi sentarse sobre el a lado del psiquiatra.

—En absoluto Will, mi concepto de ti, no se remonta ni un poco a algo tan prosaico.

Hannibal lo miraba atentamente levantando la barbilla, había tanta seguridad en sus palabras que Will pensó que podía creer en cualquier cosa que le dijera, aquella mirada le hizo suspirar inconscientemente, la empatía se mesclaba con la cordialidad que había entre ellos, como una fruta dulce y madura, cuya pulpa se derrite en la boca, y fue en ese órgano donde Will sintió un ligero cosquilleo, su mirada bajó en el ángulo de la nariz y la boca del doctor, ¿serían sus labios así de suaves y gentiles como los de Tristán en sus sueños? Apartó la mirada en un gesto distraído, se rascó la barba y mencionó que debía irse, había pasado ya suficiente tiempo fuera de casa.

—Iré contigo— dijo el doctor poniéndose de pie.

—No es necesario, me siento mejor.

—Lamento contradecirte, mi automóvil sigue en Wolf Trap.

–Oh, sí, claro– tartamudeó ligeramente, el doctor fue por su abrigo y la chamarra de Will en el closet de la sala.

—¿Puedo tomar la grabadora prestada? Me gustaría escucharlo después— mencionó Will tomando el aparato.

—Por supuesto.

Caminaron juntos al auto y antes de que Will entrara en el lado del conductor Hannibal extendió su mano hacia él.

—¿Te molesta si conduzco?

—No— pronunció entregándole las llaves, en realidad era mejor que él condujera, el cansancio estaba presente y temía llegar a quedarse dormido en el camino.

Para cuando llegaron a Wolf Trap ya había oscurecido, las luces encendidas en el interior de la casa de Will alumbraba como un faro en la oscuridad del camino, el joven agente la apreció, le gustaba su hogar, era tranquilo y acogedor. Pudo escuchar a sus caninos ladrando en espera de verlo. El doctor bajó del auto con él y le entregó las llaves.

—Gracias— Dijo y Hannibal asintió.

—Te veré la próxima semana.

—Sí.

Graham lo vio subir a su auto y salir de su propiedad, respiró hondo sintiendo el aire frío llenar sus pulmones, el sentimiento de vacío se clavó en su pecho un instante hasta que escuchó llorar a sus cachorros, se apresuró a entrar y llenarlos de caricias, no tenía ánimos de pensar en nada más, sacó de su bolsillo sus pertenencias y miró el cuadernillo, lo dejó de nuevo sobre su buró, tal vez por la mañana podría analizar lo sucedido en el consultorio del doctor, mientras tanto tomaría una ducha e iría a la cama, no era demasiado tarde pero su cuerpo imploraba por un descanso.

*****

Matt empujaba con cierta parsimonia el carrito con las bandejas de alimentos que iba entregando en cada celda en los sótanos del gran edificio, todo era igual de pacífico y monótono como un día cualquiera, sin embargo podía oír a la perfección los cuchicheos de otros enfermeros, lo sabían, todos hablaban de ello, del monumento que había creado para su ángel, miró de reojo a dos guardias que charlaban en su ronda por el hospital. Esa sensación de poder y supremacía era nueva y muy satisfactoria, caminaba entre las personas como uno de ellos, invisible, podía refugiarse en el anonimato y sin embargo, había sido descubierto, su bello ángel lo había mirado a través de su regalo con aquellos preciosos ojos que iluminaban su camino.

—¡Matt!— saludó el anciano en su celda.

—Hola Señor Wilson, hora de la cena—saludó pasando la bandeja por el espacio entra los barrotes.

—Te ves diferente Matt. ¿Ha sucedido algo bueno?

—Mi ángel me ha visitado en sueños anoche.

—¡Oh Matt! ¡Que alegría! ¡Alabado sea el señor! ¡Alabado sea el señor!— dijo en alto y otros internos comenzaron a hacer bullicio, en otra celda un hombre aulló y otro más comenzó a tararear una melodía.

—Baje la voz señor Wilson, recuerde que es un secreto, nadie puede saberlo. ¿Guardará mi secreto?

—Sí, sí, es verdad muchacho, es verdad.

—Y sabe, yo le he dejado un regalo a mi ángel— sonrió levemente y el señor Wilson se rascó la nuca con desesperación y se giró hacia atrás para susurrar algo y luego se acercó a la reja esperando que Matt hiciera lo mismo.

—Cuidado Matt, cuidado, los demonios, los demonios, a ellos no les agrada, a ellos... ten cuidado, ellos están celosos, Lucifer no permitirá que estén juntos, ten cuidado Matt, mi muchacho.

Brown lo observó ir hacia el rincón a la sombra de la única lámpara que colgaba en la bóveda de piedra. Él continuo con su recorrido, pero había algo de razón en las palabras del Señor Wilson.

"Tiene razón" "Tiene Razón" "Él también le dejó un regalo" "Lo quiere para él" "Te lo quitará Matt" "¡Te lo arrebatará!"

—¡No! ¡No!—dijo en voz alta y sus manos se contrajeron en furiosos puños. Respiró tratando de calmarse, eran las voces, sólo eso, sólo las voces que querían atormentarlo, William era suyo, suyo, suyo. Sacó de su bolsillo en la bata el medicamento, tomó dos pastillas con un poco de agua de una botella medio llena que estaba en carrito. Se tranquilizó, termino su tarea y regresó de inmediato a su oficina.

Al llegar a su pequeña oficina una ancha sonrisa se instaló en su boca, revisó de nuevo el artículo de Freddie Launds en el viejo ordenador, las fotografías eran suficientemente gráficas para regodearse de lo que había hecho, había sido bueno, un gran trabajo, sin huellas, guantes de látex, equipo quirúrgico que logró tomar prestado, sin embargo, le molestó que le confundieran con el Destripador, aquel era un atormentador, un terrible ser al que le arrebataría el protagonismo, sólo por un bien mayor, de alguna forma sentía que Will debía estar con él, él lo protegería como lo había hecho en el pasillo, lo sostendría en sus brazos y se maravillarían juntos del destino que les había unido de repente, él sería su salvador.

En algún momento tendría que hablar con la periodista dejar en claro quien era, le enviaría una nota o un pequeño presente, por el momento se concentró en su fotografía favorita, en ella aparecía Will Graham a los pies de su regalo.

"Lo ves, le ha gustado"

—Sí— respondió al susurro de la voz que lo acompañaba, ahora más tranquila y lenta— como el pequeño Juan a los pies de la cruz, mi hermoso ángel.

Lo había logrado, tenía su atención, estaban conectados a través del asesinato, no extrañaría a Carl un viejo amigo de la familia, su muerte no era una pérdida, era un paso más cerca de su bello ángel de la muerte.

"Él es tuyo ahora" "Puede verte"

—No como yo lo veo. Pero pronto.

La extensión de teléfono que estaba en su pequeño escritorio repiqueteó llamando su atención, era la línea de la oficina del director Chilton, tomó la llamada que era un simple "ven a la oficina" y se dirigió hacia allí.

Matt estaba seguro de lo que sucedería a continuación, Matt poseía una intuición sorprendente, pese a las dificultades vividas con la esquizofrenia era un hombre inteligente, sabía leer a las personas a la perfección, de no haber contestado a las voces en presencia de su madre o de su hermano posiblemente no habría terminado en el hospital psiquiátrico.

—Doctor Chilton— dijo cuando llamó a la puerta.

—Pasa. Necesito que entregues estos reportes mañana en Quántico, Richard el mensajero enfermó y no cuento con nadie que lo haga discretamente.

—Lo haré doctor, a quién debo entregárselos.

—Busca a Jack Crawford o a Will Graham, cualquiera de ellos está bien.

Los ojos de Matt se ensancharon de emoción y su respiración se volvió rápida al escuchar el nombre de su objeto de adoración, para alguien poco observador como Chilton, los signos pasaron desapercibidos pues ni siquiera prestar atención.

—¿Necesita algo más?

—No, ya puedes irte.

Tomó los dos paquetes de documentos que Frederick le señaló y salió del consultorio con paso rápido.

"Will Graham" "Will Graham" "Veremos al ángel de nuevo"

—Mañana mi precioso ángel, mañana podré verme en tus ojos de nuevo— le dijo a la fotografía de su rostro que llevaba en la cartera.

*****

Hannibal se paseó por su oficina con una copa de vino tinto en sus manos respirando el insistente aroma de Will en la habitación, navegó por internet para revisar el artículo que Freddie Launds había publicado por la mañana, entrecerró los ojos cuando leyó que había sido obra del Destripador de Chesapeake, al parecer la periodista no era tan inteligente como esperaba. Había sido un burdo imitador, pero su objetivo era lo que realmente le molestaba, "¿Lo ves ángel de la muerte? ", había escrito el imitador, sugerente, la nota en el ramo de flores (como categorizó el regalo), era simple y concisa, pero falta de elegancia, Will no necesitaba una mera idea de simple admiración, Will, su pupilo, su amante y fiel compañero de armas necesitaba alguien que le hiciera sentirse vivo, que le provocara hasta que su sangre hirviera de necesidad, alguien que encendiera esa hoguera apagada y casi marchita que era su mente, alguien como él.

Con ese pensamiento se desplazó hasta su cocina y se acercó al rodolex donde las tarjetas de sus posibles víctimas esperaban, giró las tarjetas parando en un lugar al azar, sí es que en realidad podía llamarse azar, teóricamente sería un fenómeno complejo pero todos aquellos que giraban en ese tarjetero tenían fecha de vencimiento en cuanto decidieron ser terriblemente groseros. Tomó una tarjeta y la desprendió, leyó el nombre y la dirección, bebió otro sorbo de vino disfrutando de pensar en el rostro de Will al ver lo que tendría para él, ¿susurraría de nuevo "éste es mi diseño"?, esperaba que sí, porque esa noche diseñaría algo interesante y luego seguiría una elegante cena a la luz de las velas para discutir lo que su arte provocaba en el agente.

******

Will despertó extrañamente tranquilo, eran casi las ocho de la mañana, había tenido un agradable sueño reparador, cruzó las manos y las colocó sobre su frente, se mordió el labio inferior recordando como el rostro de su psiquiatra se había acoplado al rostro del hombre en sus sueños, incluso su voz sonaba de la misma manera, salvo por la imposibilidad de que le susurrara aquellas atrevidas palabras.

Se levantó a tiempo para alimentar a su perros, desayunar algo ligero e ir a su primera clase del día, en la segunda clase reparó en la ausencia de Miriam Lass, era una chica inteligente sin duda, sin embargo podía cuestionar por qué Jack Crawford había aceptado a una estudiante en la búsqueda de un peligroso psicópata. Las clases pasaron tranquilamente, Will agradeció que los incidentes y las preguntas sobre el Destripador cesaron, en cambio dejó como tarea el caso del hombre en los troncos de Westminster en el norte de Maryland.

Con un poco de tiempo libre antes de dirigirse a las oficinas subterráneas se dedicó a escribir sobre la hipnosis en el diario onírico que llevaba, sacó la grabadora de su bolso-portafolio y la puso en funcionamiento.

—Tristán... ah,ah, por favor.

Sus mejillas se colorearon con un feroz tono carmín, era su voz en la grabación, con jadeos entrecortados y suplicando ante las imágenes en su cabeza, era realmente vergonzoso y además le había dicho al psiquiatra que lo vio en su mente, ¿qué habría pensado el doctor Lecter ante todo ese espectáculo?

Se pasó una mano por la frente sorprendido y apenado, ¿cómo lo vería ahora a los ojos?

"Soy un caballero de la orden de Artorius Castus. Perteneciente a la avanzada romana en Britania."

Escuchó esas palabras con atención, Galahad, por supuesto había sido su nombre, Tristán el de su amante, ¿Y sí todo era real? ¿Si realmente eran memorias del pasado y el doctor Lecter lo sabía? Por ello lo había mencionado en su primer consulta. Will se descubrió intrigado ante las coincidencias. Pero la voz de la razón lo devolvió a la realidad, había sido el Psiquiatra quien le mostró la historia de los caballeros, posiblemente su mente sólo hizo asociaciones, el doctor había sido una persona amable todo ese tiempo, por ello lo confundía y su psique le había presentado como ese caballero, suspiró, su admiración por el doctor se estaba saliendo de su control y no era bueno. Tomó su celular y se congeló a punto de llamar a su consultorio, no quería hacer nada impulsivo, no podía llamarle sólo para decir que era mejor cancelar su siguiente cita y posiblemente las siguientes, una sensación parecida al miedo invadió su pecho, terminar su relación con el psiquiatra lo alteraba, sentía que debía hacerlo antes de que su mente lo engañara de nuevo, pero no pudo marcar.

Justo en ese momento alguien tocó suavemente a la puerta del salón, Will apagó la grabadora de inmediato y miró hacia el hombre quien tímidamente lo llamó por su nombre.

—Will Graham— dijo y Will no supo si lo preguntaba o lo afirmaba pero asintió.

—¿En que puedo ayudarte?

—El doctor Chilton le ha enviado esto, me pidió que se lo entregara a Jack Crawford o a usted.

—Oh sí, pasa.

Los ojos verdes del hombre se colocaron insistentemente sobre él, Will sólo pudo sonreír levemente cuando el hombre le entregó el paquete de expedientes que Chilton había prometido enviar. Sus lentes le aseguraron un resguardo de la mirada penetrante y casi intimidante del joven frente a él.

Por su parte Matt no podía apartar la mirada del precioso rostro, sus mejillas estaban sonrosadas y parecía más tentador así, notó la incomodidad y apartó la vista para centrarla en sus pertenencias en el escritorio, una pluma, una libreta elegante, caminó alrededor del escritorio observando el lugar mientras Will abría el sobre amarillo.

—¿Es profesor?— preguntó Matt.

—Sí.

—Debe ser bueno que las personas lo escuchen con atención.

El agente pensó en las palabras del hombre, en la soledad que habían reflejado, un desliz en la forma de construir la oración, se sintió un poco mal por casi ignorarlo, tomó un respiro y lo miró.

—En ocasiones, pero ellos vienen aquí a aprender así que es su obligación escuchar—dijo— porque no te sientas, ¿quieres una taza de café...?

—Matt, me llamo Matthew, puedes llamarme Matt.

—Bien Matt, te prepararé una taza de café.

—Gracias.

—¿Trabajas para Chilton?— no era la pregunta más brillante en la que Will pudiera pensar desde luego, socializar nunca había sido su fuerte.

Matt lo miró ir hacia una esquina y servir dos tasas, la observación de su cuerpo en movimiento hizo que su cuerpo se calentara, ante sus ojos Will brillaba con una suave luz dorada. Todo lo que había en sus ojos era ferviente deseo. No resistió el impulso te tomar uno de los objetos y guardó hábilmente en su manga la sencilla pluma que Will había usado.

"Es hermoso" "Es tuyo" "Tómalo" "Tómalo" Escuchó las voces cuando Will estaba lejos.

—Sí, soy enfermero— dijo intentando que la voz saliera con toda la serenidad posible aunque su cuerpo ya respondía ante la excitación que la cercanía de su ángel le provocaba.

"Tómalo Matt es tuyo" "Lo deseas lo deseas"

—Oh— Will se acercó y le entregó la taza.

Sus manos rozaron apenas la punta de los dedos del agente quien volvió a su lugar y él sintió un chispazo recorrer su cuerpo, se imaginó aprisionando al profesor entre sus brazos, cayendo en un beso profundo y acorralándolo contra el escritorio, dejando caer los objetos mientras sus cuerpos se restregaban.

Dio un sorbo a la taza para intentar calmar su corazón, Will lo miró un segundo y sus ojos se detuvieron, frunció el entrecejo a punto de entender el extraño comportamiento del mensajero de Frederick. Matt lo miró fijamente casi seguro de que Will lo reconocería, de que sabría que él le había dejado ese regalo, que era la persona que buscaba. Pero Will desvió la mirada a la puerta y se levantó de inmediato con una expresión de preocupación.

—Alana—hizo una pausa para tragar saliva— ¿Es él?

—Ven conmigo, es urgente.

Matt se levantó de su asiento y dejó la taza en el escritorio. Will guardó sus pertenencias con prontitud.

—Gracias por el café, creo que debo irme.

Will asintió apenas mirándolo.

—Adiós Matt, dile a Chilton que lo llamaré.

Un suave apretón de manos fue el último contacto entre ellos, Brown salió del salón a prisa sin prestarle atención a la mujer en la puerta. ¿Quién ponía así de nervioso a su ángel? ¿Quién podía ser tan importante que Will cambió su expresión de esa forma?

Lo sabía Matt lo sabía y la idea de que el Destripador le arrebatara a su ángel lo perturbó.

Will sintió un vacío en el estómago, por la expresión de Alana estaba seguro de que se trataba del Destripador de Chesapeake, había estado tan perdido en su propia mente que lo más importante y por lo que ahora era agente había pasado casi desapercibido, y ahora le pegaba en el rostro como una ráfaga de realidad.

—¿Dónde está Jack?

—En la escena del crimen.

—¿Solo?

—Con Miriam Lass— dijo la doctora y Will no pudo ocultar su sorpresa. 

*********

Hola queridos lectores, siento haber tardado con el capítulo, el bloqueo de escritor es horrible, pero aquí estamos con un nuevo capítulo y muchas dudas por parte de Will, pobre bebé, el impacto que le ha causado ver a Hannibal en sus sueños, y nuestro querido doctor sacando ventaja de las cosas, por supuesto no dejará que su lindo conejo se aleje, antes que eso pase  seguramente lo va a devorar. 

Por cierto pondré a votación alguna historia para San Valentín, que les gustaría leer, ¿Spacedogs (Adam x Nigel)?  ¿Basichicken (Adam Towers x Elias)?  o ¿Madancy? (Se vale proponer pareja con los personajes de Mads y Hugh)

Como siempre saben que estaré muy complacida de leer sus comentarios, ojalá que en espera del siguiente capítulo podamos interactuar, muchas gracias por sus votos. Besos y abrazos <3


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