Abrí mis ojos y estaba en la habitación, abrí las sábanas y seguía con el buzo y la polera de ayer. ¿Había sido un sueño o Justin en verdad me beso?, me encontraba demasiado confundida y apenas recordaba como había sucedido; quizás si era un sueño.
—Al fin despiertas —vi como Clarissa entró a la habitación y recién ahí me di cuenta que estaba sola.
—¿Y las demás?, ¿Por qué no me han despertado? —me levante rápidamente provocando un fuerte dolor de cabeza y un pequeño mareo.
—Tranquila —se acercó a mí y me hizo sentar— al parecer a alguien le caes bien —comentó y yo no supe de que hablaba— hablo de Chantal, ella te ha dejado dormir un rato más.
—¿Qué? —ella asintió con una mueca en sus labios— ayer después de que vine escuché como le gritaba a Tony por querer mandarte al calabozo —suspire recordando el día de ayer— al parecer hoy por fin se irá a donde tuvo que irse hacen días.
Miré a mi amiga di un suspiro, me encontraba demasiado cansada y el cuerpo me dolía.
—La pastilla que te dí te hizo dormir de inmediato apenas me fuí —la miré arrugando mi entrecejo— ayer te di una pastilla y te traje el sandwich —apuntó a la mesita de noche a un lado de mi cama, donde el sandwich intacto estaba ahí— a los minutos te vine a ver y ya estabas dormida, no comiste nada.
¿Cómo que ya estaba dormida?.
—Imposible —hice una mueca— ayer fuí al baño a tomarme la pastilla y luego entró... —rasque mi nuca sin entender nada.
—¿De que mierda hablas, amiga? Ayer te tomaste las pastilla conmigo, luego te acostaste y minutos después caíste dormida. No me fui hasta que te dormirse.
—Eso no fue lo que pasó —me levante de la cama— deje el sandwich ahí —apunte el velador— y luego fui al baño para tomarme la pastilla y sentí la puerta otra vez, pensé que eras tú pero era Justin.
—¿Justin?, ¿El agente Justin? —asentí y rasque mi cabeza avergonzada— ayer te quedaste dormida y yo no me movi de aquí hasta varios minutos después —la miré y crucé mis brazos por encima de mi pecho. ¿Lo había soñado?— después salí y escuché a Chantal... —se quedó callada y me miró— ¿Por qué el agente Bieber entraría aquí?.
La mire sin saber que decir. Si le decía que pensaba que me había besado se burlaría de mi por lo que queda de vida. Pero era malditamente extraño, no recuerdo haberme acostado mientras Clari estaba aquí y menos haberme tomado la pastilla en ese mismo momento.
—¿Soñaste con él? —miré a mi amiga nerviosa y algo avergonzada. Asentí— estás loca.
—Lo sé —asentí y me senté nuevamente— soñé que venía a la habitación segundos después de que tú te fueras, me decía que me protegería y luego me besaba —mire a Clarissa y ésta rió unos segundos— ¿te imaginas llega hoy y lo beso pensando que eso había sido real?, te juro que se me borro todo de anoche.
—¿Te gusta el agente? —me sorprendí ante lo directa que fué.
—No —suspire y la mire segura— es atractivo, pero no me gusta —reí— por eso fue todo muy extraño.
—No podemos pensar en amores ahora —habló algo más seria— hay que pensar en salir de aquí primero.
—Es lo que más me importa —suspire y tome su mano entre la mía- y ya verás como salimos de ésta.
Me cambie de ropa y salí a desayunar, algunas de las chicas me miraron con una sonrisa dándome los buenos días, pero otra y sólo una hizo una mueca al verme, me miró de pies a cabeza y se levantó de la mesa para salir por la puerta y cerrarla de un porrazo.
—¿Y ésta qué? —pregunte sorprendida y extrañada a la vez. Gabriela me miró y elevo sus hombros restándole importancia.
—Está celosa —me miró e hizo una mueca.
—¿Celosa de qué?, ¿De que me golpearan ayer o de como me arrastraban para llevarme al calabozo? —pregunté irónica mientras me servía un café. Al menos en este infierno había buena comida.
—De cómo te defendió Chantal de las pezuñas de Tony —habló ésta vez Coni— dijo que sólo te defendía a ti y un montón de mierdas más que no vale la pena repetir.
—Puta —apreté mi mandíbula enojada. Odiaba que fuera tan cobardes y hablaran a mis espaldas.
—Calma fiera —Gabi rió despacio y luego hizo una mueca— ¿Estás bién?, quedamos muy preocupadas después de éso —apunta mi mejilla con la cuchara de su té.
—Si, pero hoy tendré que hacer maravillas con el maquillaje para que no se note lo morado —suspire y tomé un sorbo de mi café— el golpe me dejó hasta aturdida. Te juro que lo que más deseo es que todo sea una jodida pesadilla y despertar con mi bebé a un lado y saber que nada de ésto ha pasado.
—Todas queremos éso —Amanda me miró y tomó mi mano— pero juntas tenemos que salir de ésta, chicas. Y cuando salgamos nos volveremos a ver y estaremos libres, ya verán.
Amanda se caracterizaba por ser la mas optimista del grupo, y éso nos hacia optimistas a todas la verdad.
—Y haremos una pijamada, nos pintaremos las uñas y diremos nuestras fantasías con Channing Tatum —la voz de Lucía y su ironía aparecieron.
—Contigo me apetecía hablar —me levante enojada de mi asiento y la encaré, quedarme callada no era mi fuerte.
—No tengo nada que hablar contigo.
Se iba a girar pero la tomé del brazo haciendo que volviera a su posición inicial. Odiaba cuando se hacían las estúpidas.
—Que pena porque yo si. Si vas hablar mierdas de mí prefiero que me lo digas a la cara y no como una maldita cobarde que habla a las espaldas —la apunte con mi dedo y la empuje un poco— odio a las perras cobardes cómo tú y no tengo problemas en decirlo.
—A mi no me llames perra, mosca muerta -empujó mi hombro— eres una estúpida que no sólo quiere llamar la atención de todos en este lugar haciéndose la santa, sino que anda detrás de Chantal buscando privilegios y creyéndose mejor que el resto. ¿Que hiciste?, ¿A caso le diste sexo oral a la perra mayor para que te protegiera...
Mi puño impacto seco en su mejilla haciéndola caer al piso, ésta maldita zorra no sabia con quien se metía. Golpeé su rostro y costillas mientras enredaba su cabello en mi mano y la tironeaba para poder pegarle en su horrible cara, Lucía por su lado me daba arañasos en los brazos he intentaba darme algunas patadas. Lo bueno de vivir en barrios bajos, era que las clases de boxeo se daban gratis.
—¡Basta Arabella! —gritó Clarissa y los brazos de un hombre me separaron de ella, pero yo tenía bien afirmada su cabeza y no la dejaría ir tan fácil.
—¡Te voy a matar hija de perra! —tiré mis piernas para intentar darle con ellas aun sin soltar su cabello.
—¡Suéltame loca!, ¡Te enojas porque sabes que digo la verdad! —su sonrisa maquiavélica me hizo sacar de mis casillas otra vez.
—¡Ven aquí puta cobarde! —intenté soltarme pero el cabrón que me tenía agarrada lo hacia muy fuerte.
—¡Cálmate! —golpearon mi mano con un palo haciendo que soltara el cabello de Lucía de inmediato.
—¡Se calman las dos ahora mismo o irán al calabozo por una semana! —entró Christina a la habitación y me solté del agarre del guardia para ponerme a un lado de mi amiga.
—Tú —apuntó a Amanda— llévatela a limpiar su rostro —ésta asintió y tomó el brazo de Lucía haciéndola caminar fuera de la sala— y tú limpia éste desastre ahora... Parecen animales —se dió media vuelta y salió rápidamente dejándonos solas otra vez.
—Jamás me meteré contigo porque no quiero quedar sin rostro —miré a Gabi cosa que me hizo reír.
—Se la tenía bien merecida, por golfa —bufé y me dispuse a limpiar el desastre que ni cuenta me había dado que había dejado.
•••
Comenzamos con lo mismo de siempre, limpieza en las mesas, pisos y barra. Mi cabeza había comenzado a doler justo en el lado en el que aquél inútil me había golpeado, mi mejilla estaba algo hinchada y los dedos estaban marcados en ésta.
—¿Estás bien?, tienes mal cara —Gabi se acercó hasta mi y tocó mi brazo.
—Me duele un poco la cabeza, el golpe de ayer me ha dejado algo aturdida todavía —la miré con una mueca y solté un suspiro.
—Hey —apuntó con su cabeza detrás mío y me voltee.
—Chicas, les tengo una noticia —la voz de Chantal se escuchó por todo el lugar— hay un cambio de planes. Las chicas que dan la entretención se irán a otro lugar, por lo tanto a partir de mañana todo eso lo harán ustedes —miré a mi amiga totalmente asustada y ella me miró de la misma forma.
—¿Qué? —habló Gabi— nosotras no...
—No... ¿Qué? —Chantal juntó sus manos en su regazo y la quedó mirando— no se los estoy pidiendo, se los estoy ordenando. No acepto ningún pero, ningún llanto, ningún reclamo —habló fuerte— si alguien se las quiere llevar a la cama, ustedes le abren la puerta de la habitación inmediatamente, si les quieren tocar una teta ustedes toman su mano y la ponen ahí, ¿Han entendido?.
Su voz sonaba tan dura que llegaba a dar miedo. Cualquiera que la vea pensaría que es una mujer muy tierna y amable, linda, sensible... Una mujer perfecta, pero era todo lo contrario.
—Ahora sigan limpiando, si no está todo listo en diez minutos, no hay cena para ustedes —dijo duramente y se fue por donde llegó.
—No —susurró Gabi al lado mío— no quiero tener que acostarme con alguien, no puedo, no... —agarró su rostro y las lágrimas caían por sus mejillas sin parar.
—Tranquila, Gabi —la abracé fuerte y me rodeó con sus brazos.
—Ay por dios, deja de ser un bebé y acepta lo que te toca niñita —Lucía rió irónica poniendo una mano en su cintura— ¿Es que acaso la bebita es vírgen?.
Gabi se soltó y la quedó mirando con el ceño fruncido mientras por sus mejillas seguían cayendo las lágrimas, bajó la mirada y agarró una de las mangas de su poleron comenzando a jugar con ella.
—¡No puede ser! —gritó Lucía y comenzó a reír— la pequeña perrita es vírgen —tapó su boca y habló de forma burlesca mientras reía.
—¿Tienes el cerebro conectado a tu culo? —me acerqué a ella y Clari inmediatamente me tomó del brazo y se puso frente a mi.
—Tenía que salir la defensora de los pobres —se cruzó de brazos y me miró riendo.
—Eres una estúpida, ¿Lo sabías?. Sólo sabes soltar mierdas por tu boca —moría por golpearla otra vez— nadie de las chicas te quiere cerca porque das pena, eres una pobre chica en busca de atención que cree ser mejor que el resto -reí amargamente— veo que tú si mereces estár aquí —la miré fijamente— porque no eres más que una puta de mierda.
La vi corres hacia mi pero las chicas rápidamente la atraparon y la detuvieron evitando que me golpeara.
—¡Eres una maldita perra! —gritó mientras las chicas la detenían y ella intentaba soltarse.
—Me das pena —le guiñe un ojo y salí de ahí.
Me encerré en la habitación y luego fuí al baño a intentar calmarme, las manos me pesaban y todo lo que quería era golpear a Lucía. ¿Cómo podía haber alguien tan estúpida como ella?, ¿Cómo siquiera podía ser así de perra frente a una situación como la que pasamos?, simplemente no me cabía en la cabeza, no la soportaba.
—¿Arabella? —la voz de Clarissa sonó en la habitación.
Abrí la puerta del baño y salí.
—Aquí estoy —rasque mi brazo y fuí hasta mi cama— me tiene harta esa maldita enferma, te juro que quiero ir a desfigurarle el horrible rostro que tiene.
—Olvídate de ella, no es más que una pobre tonta —se sentó al lado mío y apoyó sus antebrazos en sus piernas— no vale la pena gastar tiempo ni saliva en esa pobre tarada.
Gabi entró a la habitación y se sentó en la cama de Clari, sus ojos estaban hinchados y rojos al igual sus sus mejillas.
—Gracias por defenderme de ella —me miró apenada.
—Ella no tiene ningún derecho a hacerte sentir mal por ser vírgen, Gabi —toqué su rodilla y le di una sonrisa— deberías sentirte orgullosa de eso, no muchas chicas de diecisiete años siguen siendo vírgenes —soltó una pequeña risa y limpió sus ojos— estoy segura que ella se la daba a cualquiera que tuviera pene.
Las tres reímos y Gabi me abrazó fuerte. La sentía como una hermana pequeña, sentía la necesidad de protegerla. Protegería a cualquiera de las chicas de la estúpida de Lucía, estaba mas que claro que ella estaba muy agusto aquí, pero el resto no y si nos seguía molestado, se las seguiría viendo conmigo.
***
Chicas!
Feliz año nuevo 💜
Siento la tardanza pero ya está aquí el siguiente capítulo ;)