Ocho

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          Arabella           


—No quiero ponerme ésta mierda —Clarissa arrojó la ropa que le habían dado a la cama.

A mi amiga le había tocado trabajar en la barra preparando los tragos para los clientes, en cambio a mí me había tocado servirles, dejar sus pedidos en la mesa y sentarme en sus asquerosas piernas si así lo pedían.

Durante la mañana llegó un grupo de chicas más, sólo que venían tres de nuestro país y el resto venían de distintas ciudades de Brasil, pero dentro del grupo estaban las amigas de Pascal, y ver aquel encuentro con ellas fué muy doloroso para todas. Sus amigas habían estado en Turquía trabajando en otro de los cabaret, ellas eran las encargadas de dar la entretención al público, es decir, eran las bailarinas. La mayoría de las chicas contaban con marcas en sus cuerpos, moretones o algunas pequeñas cicatriz circulares, no era difícil saber que eran marcas de cigarrillos.

No nos dió mucho tiempo de presentarnos ya que nos separaron de las chicas y nos volvimos a ver a la hora de trabajar. Clari terminó por ponerse las pequeñas prendas y yo las mías, la noche minutos después comenzó y con éso los clientes, en su mayoría hombres, comenzaron a llegar.

—¡Hey chica!  —un señor de mediana edad y muy bien vestido me llamó.

—¿Sí? —me acerque a él pero siempre manteniéndo la distancia.

Mientras aquel hombre me miraba de pie a cabeza, la mirada de Tony estaba pegada a mi, y con un simple gesto me  obligó a cambiar de actitud.

—Tráeme un wisky —su mirada paró en el borde de mis pechos. Suspire y puse mi mejor sonrisa cínica.

—Claro cariño —pasé la mano por su brazo algo asqueada, sintiendo la penetrante mirada de Tony— lo traigo enseguida.

Me volteé y su gran mano voló a mi trasero dando una nalgada, contuve la respiración y las ganas de voltearme otra vez y darle un puñetazo. Caminé con la mandíbula apretada hasta la barra y me apoye en ella.

—Lo vi, ¿te hizo algo? —Clarissa agarró mi brazo y le dió un leve apretón. Su mirada preocupada y brillante me hizo soltar una mueca.

—Me encantaría volver y arrancarle el maldito pene —hablé mientras lo miraba de reojo— necesito un vaso de wisky —dejé la bandeja y Clari asintió.

—Se más amble con nuestros clientes cariño, si perdimos uno por tu maldito mal genio te pasarás el resto de la semana encerrada y sin comer —mi corazón palpitó fuerte mientras miraba al frente, apretando la bandeja— ahora llévale el wisky a ese hombre y pon tu mejor sonrisa coqueta —habló Tony.

Giró mi rostro mientras hablaba con una sonrisa en sus labios delgados. Lo miré de mala gana y le dí una falsa sonrisa.

—Bien —tomé el pedido y lo fuí a dejar a la mesa de aquél hombre importante— aquí tienes amor —acaricie su brazo y guiñe un ojo— disfrutalo.

Una de sus manos viajó a la pretina de mi pequeño short y dejó dos billetes grandes en él, con una sonrisa torcida besó mi mano y yo me alejé despacio, sin dejar de sonreír.

Maldito bastardo hijo de puta.

La primera noche pasó demasíado lenta, algunas de las chicas recibieron más que palmetazos en sus traseros, y éso las tenía realmente acabadas. Cuando llegamos a la habitación, nos sacamos los tacones y apagamos las luces. Los ruidos de sollozos por parte de las chicas se fueron alejando y caí profundamente dormida en un instante.

Justin


El avión aterrizó en Brasil y con mi equipo nos fuimos directo a las oficinas. El agente Rot, a cargo del caso en Brasil, nos recibió y compartió con nosotros toda la información reunida.

Dollhouse (Terminada - SIN EDITAR)Where stories live. Discover now