𝐒𝐨𝐥𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐭𝐮𝐲𝐚 (...

By Luna-tica93

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«Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido». Mario Benedetti. More

💌 Preámbulo 💌
💌 Sinopsis 💌
💌 Dedicatorias 💌
💌 Versos 💌
Capítulo 1. ¡Claro que fue mi culpa!
Capítulo 2. Diferentes conceptos.
Capítulo 3. Maldito alcohol.
Capítulo 4. Eso es mentira.
Capítulo 5. Sangre unida.
Capítulo 6. Cartas con el poder de hacer llorar.
Capítulo 7. Una vieja amiga regresa.
Capítulo 8. Conmoción.
Capítulo 9. Te amo más que nada.
Capítulo 11. Perdida inevitable.
Capítulo 12. La traeré de regreso.
Capítulo 13. Una canción de la infancia.
Capítulo 14. Esperare hasta que ella elija.
Capítulo 15. Aunque me duela.
Capítulo 16. Funeral sin flores.
Capítulo 17. Deseaba estar contigo.
Capítulo 18. Lo que se hace por amor.
Capítulo 19. Nueva y primera carta.
Capítulo 20. Un beso a escondidas.
Capítulo 21. Quien te hizo olvidar.
Epílogo. Puede que me arrepienta.
Agradecimientos.
Soundtrack de Solamente tuya.
Los premios Wattys.
¡Sigo sin poder creerlo!
¡Importante!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!

Capítulo 10. Mientras estés conmigo.

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By Luna-tica93

La vida nos da sorpresas agradables y desagradables todos los días a toda hora, eso lo he aprendido en los últimos ocho meses y medio. Casi el tiempo que Kendra estuvo en coma y el poco tiempo que lleva fuera del hospital.

Ahora, estoy viviendo una etapa llena de felicidad. Kendra está a mi lado como mi novia, jugando con nuestra hija a las atrapadas. Nuestras familias y amigos están con nosotros en esta parrillada de bienvenida tardía, que decidimos hacerle a la chica que amo.

Quizá se pregunten, ¿si ya recupero la memoria? La respuesta, es no. Kendra aún sigue sin recordar nada y en ciertos momentos tiene alguno de esos ataques de psicosis. Los cuales suceden solamente cuando se le olvida tomarse sus medicamentos y no es muy seguido.

Es bueno saber que aunque sea la tengo a mi lado, no complemente bien pero me hace feliz saber que estará conmigo de ahora en adelante.

Desde lo sucedido en su casa, deseo que recupere la memoria y así poder estar juntos por siempre. Y con juntos por siempre me refiero a casarnos y formar la familia que debimos tener desde el comienzo.

El día de ayer Gustavo me acompaño a comprar el anillo, justo ahora está en mi bolsillo derecho y está esperando a que ella tenga la suficiente claridad en sus recuerdos para ser lucido en su mano.

―¡Mami! ―le grita Mélin a Kendra llena de felicidad a su madre para que la cargue en brazos.

Es tan encantador ver a los dos grandes amores de mi vida tan felices. Ninguna de las dos ha dejado de reír mientras juegan. Los piecitos de Mélin, corren de un lado a otro tratando de atrapar a su mamá.

Cada vez que volteo a verlas, una gran sonrisa se dibuja en mi rostro. Podría mirarlas hacer lo mismo cada instante de mi vida y jamás me aburriría. Ellas fueron mi todo desde siempre, quizá tarde mucho en reconocer que mi corazón le pertenecía y le pertenecerá a mi mejor amiga.

Sé que el haberme enamorado de mi mejor amiga, es algo cliché pero por todo lo que hemos pasado hace que nuestra historia de amor sea única. No por eso me refiero a que sea envidaba, porque no le deseo esta clase de historia a nadie ni a mi peor enemigo.

Lo que Kendra y yo hemos pasado es triste y aún seguimos pasando tristeza. Hasta que ella no recupere completamente la memoria, no seremos felices al cien.

Ella quiere recordar todo para no sentirse vacía por dentro. Varias veces la he odio llorar cuando dice querer ir al baño, pero en realidad se encierra para sacar el dolor que tiene por dentro al sentirse de esta manera.

Yo intento mantenerla contenta con miles de detalles, con bromas y todo eso... Y sé, que ella no es completamente feliz cuando alguien le quiere preguntar sobre un recuerdo. A casi todos siempre se les olvida que ella no recuerda nada y al ver como se preocupan por su reacción, ella se siente mal.

La he visto escribir en un nuevo diario―por recomendación del doctor―, para que no olvide todo lo que vivió mientras su mente recuerda. Ya que cuando los recuerdos pasados regresan, la mayoría de los pacientes no recuerda lo que hizo cuando estaba con la mente en cero.

Yo tenía miedo de que ella olvidara lo que sucedió en su casa pero al ver que empezaba a escribir de ello en su diario, me tranquilice. No quería que olvidara cada momento hermoso que pasamos.

Recordar el día que pasamos juntos, es el recuerdo más fantástico que tengo de nosotros. Ese día le recordé nuestra promesa que hicimos de niños y la volvimos a recalcar para que estuviera presente de ahora en adelante.

Nuestro juramento, lema o promesa, como le quieran llamar siempre ha sido: "No importa lo que digan, lo que intenten nuestro corazón siempre será latente, porque estaremos juntos en la luz y en la oscuridad. Nuestra amistad es más grande que una ballena, más fuerte que un roble, más fiel que un león. Estaremos juntos para siempre, ni el mar nos separara, porque somos uno. Y cuando alguien es uno, otro no puede entrar."

Parece tonto nuestro juramento, pero éramos unos niños cuando lo escribimos. Al crecer no lo quisimos cambiar porque era el recuerdo de como pensábamos al ser pequeños y decidimos que por siempre sería nuestro juramento.

―¿Qué piensas, hijo? ―pregunta mi papá ayudándome a voltear la carne para las hamburguesas―Estas muy concentrado en tus pensamientos desde unos minutos.

―Solo recordaba cosas, papá―contesto con una sonrisa y le doy la vuelta a una de las carnes―. Recordaba la promesa que hicimos Kendra y yo cuando íbamos a la primaria, la que escribimos el primer día que la invite a comer a casa.

Papá suelta una carcajada y con eso sé que lo recuerda. Estoy seguro que nadie olvidara ese día hasta el día de su muerte.

[HACE DIEZ AÑOS CON CINCO MESES.]

Mi madre era una persona mala. Es más, era la personificación del diablo en la tierra. No podía creer lo que me obligo a hacer.

Pero tenía que darle la razón. Tenía unos pocos meses de conocer a Kendra y ella era la única que no se aburría de estar conmigo, sin importar que siempre hiciera la misma rutina día con día. A ella me encantaba jugar lo mismo en la hora del receso, platicar de las caricaturas que veíamos y jugar gato en mi libreta de juegos.

Era la hora de la salida y los padres de Kendra aún no llegaban por ella y la razón era porque mamá les llamo para decirles que la llevarían a comer a mi casa, ya que querían agradecerle el que fuera mi amiga.

¿Qué clase de padres hacen eso? Solo los míos, tenía cientos de amigos y jamás les hicieron una comida. Cuando les pregunte que por qué le hacían una comida a mi amiga, me respondieron:

―Porque es tu primer amiga, tienes cientos de amigos pero apenas has hecho una amiga―se sonrieron mutuamente y eso fue mi bomba.

Mis padres amaban a Kendra porque parecía un angelito y que decir de mi hermana, la trataba como a un muñequita de porcelana.

Recuerdo lo nervioso que estaba de invitarla a comer, sabía que si los niños de mi salón me escuchaban, al día siguiente dirían que ella y yo éramos novios, cuando solo éramos amigos. Entre nosotros estaba la regla de no niñas porque nos pegaban los piojos―las cosas que uno piensa de pequeño―.

―Hola―le dije en un susurro.

Ella voltio a verme y una sonrisa apareció en un rostro. Por alguna razón siempre me gustaba verla sonreír de esa manera tan linda. Cuando ella sonreía era como ver el cielo en la tierra, todo alrededor se volvía obsoleto inclusive el aire, lo único que necesitabas para ser feliz era verla sonreí.

―¡Hola! ―respondió llena de alegría―.¿Aun no vienen tus papás?

Negué con la cabeza y los señale. Ella, los saludo con la mano y mis padres le respondieron el saludo.

―Están esperando que te invite a comer―solté más veloz que un cohete, ella me miro frunciendo el cejo―. Ufff...―solté un suspiro más nervioso que para hacer un examen―. Mis padres, ya llamaron a los tuyos y les pidieron permiso para que fueras a mi casa a comer.

"Así... que yo vengo a...a...a....invi-invitarte a comer―tartamudee.

Sentí un sudor frio recoger cada parte de mi cuerpo, incluso recuerdo haberme limpiado la frente a causa de ese sudor.

Ella me sonrió y luego se soltó a carcajadas.

Fue mi turno de mirarla con el cejo fruncido. Unos segundos después, escuche a mis padres reírse.

―Yo ya lo sabía―dijo Kendra parando de reír―. Solo quería saber si me decías o serías tan niña como tus amigos.

Se colgó la mochila en su hombro, me dio un beso en la mejilla que me hizo ponerme todo rojo y paso a mi lado dando saltitos, en dirección hacia mis padres.

Me di la vuelta todavía desconcertado y vi como cada uno de mis padres le daba un billete de cien pesos.

―Ella aposto a que si le dirías por más que te negaras y nosotros dijimos que terminaríamos por invitarla nosotros.

[Fin del recuerdo]

―Que tiempos―dice papá con una sonrisa―. Recuerdo que estuviste enfurruñado con ella todo el camino y que la perdonaste cuando te dijo que ese dinero lo utilizarían para comprar dulces y ver una película.

Le devuelvo la sonrisa y niego con la cabeza.

―Aun me cuesta creer que desde pequeños me conociera tan bien, como para apostar con ustedes los doscientos pesos que le daban al mes.

―Siempre ha sido una chica lista, nunca apuesta si no sabe que ganara.

Le doy la razón. Kendra siempre tuvo un sexto sentido a la hora de las apuestas, era como si pudiera ver el futuro y saber que sucedería.

Ante esas palabras contengo el aliento.

Si tan solo alguno de los dos hubiera sabido lo que pasaría ese día, hubiéramos logrado detener ese incidente. Pero como dicen, nadie puede adivinar lo que nos depara el destino.

―Mateo, te toca jugar con Annette―me grita Kendra entre risas.

Las volteo a ver y veo a Mélin tratando de enredarle el cabello a su madre. Kendra no se deja y le da vueltitas casa vez que nuestra hija intenta agarrar su cabello.

―¡No! O iero ugar co mamá―(¡No!, Yo quiero jugar con mamá), dice mi pequeña estirando sus bracitos para tomar un mechón de cabello de su mamá.

Al lograr su objetivo, lo jala un poco y Kendra le da dos vueltas.

―Las hamburguesas se te están quemando, querido―dice Kendra mirando la parrilla.

Giro rápidamente, para descubrir que efectivamente, todo lo que está en la parrilla se está quemando. Tomo uno de los trapos y empiezo a apagar mi desastre, escucho a todos reírse de mi descuido.

―Y así quieres empezar a trabajar y estudiar al mismo tiempo―dice mamá entre risas―. Serias un mega desastre.

Las risas se convierten en carcajadas.

―No se rían de Mateo―dice Kendra en tono serio―. Él es una persona responsable y lograra lo que quiere.

Todos dejan de reír y la miran por un momento. Tiene esa mirada de enfado cuando alguien es injusto con alguien. Siempre defiende a las personas de otras, ya ella las burlas son un gran problema que afectan la integridad y el autoestima de las personas.

Debo decir, ella jamás se ha burlado de nadie, jamás ha hecho algo tan malo en contra de alguien. Es perfecta.

―Ok, es hora de comer―dijo mi padre para aligerar la seriedad del momento.

Kendra se gira a mirarlo con el cejo fruncido y mi padre traga saliva―debo admitir que jamás lo vi hacer eso―. Después de unos segundos ella se ríe a carcajadas.

Todos la miran con preocupación, entre ellos yo. Pero me toma un segundo recordar algo y me uno a sus risas. ¿Cómo pude olvidar esta clase de momento, en los que alguien decía algo insultante hacia mí y ella los regañaba? A ella me gustaba ver las expresiones de asombro y preocupación cuando se ponía seria.

Dejo de reír y la miro sorprendido, ella se río de lo que hizo. Ella...ella recordó cómo nos burlábamos de la gente cuando creía que ella se molestaba porque me decían algo.

Ella...ella simplemente recordó algo que hacíamos juntos.

―¿Qué? ¿Por qué me miras así? ―pregunta asustada.

Corro hasta ella y le doy un tierno beso en los labios. Ella me responde el beso y escucho a Gustavo hacer un sonido de asco.

―Te reíste después de que todos se callaron, siempre hacías eso―le digo entre beso y beso―. Estas recordando cada día más.

✿✿✿✿✿✿

Después de la comida casi quemada, todos comenzamos a conversar. Elsa no dejaba de contar como le fue en su internado y como eran las personas allí, de lo feliz que estaba porque Kendra despertara justo el día que me golpeo por ser un idiota.

Son graciosas las vueltas que da la vida. Un día puedes vivir un infierno y al final encuentras un poco de luz. Creo que la vida no sería viva, si no nos pasaran este tipo de cosas. Todos necesitamos un poco de dolor para llegar a la felicidad y aunque el camino no es fácil, es necesario recorrerlo.

Yo aún lo recorro, más bien...Yo camino en una cuerda floja y sé que cualquier error que cometa, me puede lanzar de nuevo a ese mundo lleno de tristeza.

Miro a todos lo que están reunidos con nosotros en día de hoy. Mi corazón se siente un poco oprimido porque no invite a Sara. Quise hacerlo, es solo que mi corazón aun no le perdona el que me hiciera dudar de la mujer que amo. Reconozco que yo tuve la culpa por creer en ella que en Kendra.

Tuvieron que haberme bastado los años que llevamos de conocernos para entender que ella jamás haría algo así.

Existen momentos en los que pasa por mi cabeza la idea de que no la merezco, que ella merece a alguien que la trate como una reina. Pero cuando me imagino lo felices que seremos juntos, todas esas ideas locas se borran de mi cabeza.

―Aun no entiendo muchas cosas―dice Kendra de repente, interrumpiendo a Elsa en mitad de una oración―. Dices que te enterrarte de muchas cosas por medio de cartas, ¿qué cartas? Todo es confuso.

―Las cartas las escribiste tú―le responde Elsa con ternura―. Desde que te enamorarte de ese idiota sentado a tu lado―me señala con el dedo y le muestro la lengua―. Muy maduro, Mateo―se queja―. Volviendo al tema, cuando empezaste a sentir cosas por él, no sabías que hacer. Te sentías confundida por todo, así que hablaste con tu madre y ella te dijo que sería buena idea que escribieras todo si no le querías decir nada a Mateo.

"Tú dijiste que era una buena idea y que incluso podrías dárselas algún día, cuando la distancia estuviera de por medio.

―¿Qué? ¿Yo dije eso? ―grita Kendra. Ella posa su mirada en mí y yo me limito a asentir con la cabeza―Soy una mala persona, ¿cómo pude hacer eso?

―No eres una mala persona, cariño―le digo para tranquilizarla―. Simplemente pensaste que era lo mejor para no salir herida, yo hubiera hecho lo mismo.

Elsa se rió de mi comentario y la miro molesto.

―Claro, Mateo―su tono de voz es sarcástico―. Si tuvieras los hu...necesarios lo harías. Pero como no los tienes, nunca lo harías.

La fulmino con la mirada y ella sonríe maliciosamente.

¿Cómo puede ser mi amiga esta chica tan chiflada? La respuesta ni el demonio conoce la respuesta. Puede ser que en un momento de debilidad la incluí en mi círculo de amigos.

―Quisiera que me leyeras una de esas cartas―me pide y me volteo bruscamente para mirarla―. ¿Podrías leerme una de las cartas, Mateo?

Les juro que deje de respirar por unos segundos.

Asustado miro a sus padres y ellos intercambian miradas. Se me hace eterna su plática que mantienen en susurros pero al final, ellos dicen:

―No vemos problema con ello.

¡Que genial! ¡Simplemente genial! ¿Acaso tengo un letrero de luces de neón que dice: dejen que Mateo le cuente todo y si se vuelve loca, será su culpa?, grita mi voz interior y pienso darle la razón.

―Yo...yo creo que sea buena idea―recalco mirando mis manos.

―Puedo manejarlo―dice ella en un susurro―. Maneje a la perfección lo de nuestra hija, puedo manejar cualquier cosa mientras estés conmigo.

Le sonrió ampliamente.

―Ok, iré por una de ellas.

―Gracias.

✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿

Kendra.

Mire marcharse a Mateo, hacia la casa y sentí un vació en el estómago. Siempre que se alejada de mi unos metros era como si me arrancaran un pedazo de mi corazón. Era tan doloroso verlo partir aunque fuera por unos minutos.

Siempre que se marchaba, lo extrañaba con intensidad, era como si nunca más lo fuera a ver.

Suena extraño, eso lo sé. Es solo que....mi mente no me deja de lanzar esa clase de pensamientos. Todo en mi cabeza es confuso desde que desperté.

Puede que algunas cosas ya estén claras. Dos de ellas, que amo con locura a mi hija y a Mateo, y que daría todo porque sean felices.

―Es bueno que ya estés mejorando―dice Elsa, la chica que es mi mejor amiga―. No sabes cómo te extrañe mientras te encontrabas en ese estado.

"Me sentía tan impotente de no poder ayudarte―suelta un suspiro de frustración y se mete un pecho de su cabello detrás de la oreja―. Lo bueno que logre convencer a mi padre de que me dejara venir un tiempo. No sabes lo difícil que es estudiar en un internado y estar lejos de tus amigos.

Hago una mueca. Quisiera seguirle la conversación. Sabes cómo le ha ido y cosas de ese estilo. Pero es como una extraña para mí.

―¿Me puedes decir por qué te fuiste de aquí? ―le pregunto nerviosa porque se pueda molestar.

La he oído todo el día, la he visto comportarse de manera agresiva con todos. Aunque a nadie parece afectarles su comportamiento. Inclusive Mateo parece estar a gusto con ella cerca, aunque se la pasa molestándolo.

―Con gusto―responde con una sonrisa―. Cuando estábamos en la secundaria, en último año para ser más específica, me pele con la líder de las porristas. Le rompí el brazo derecho y dos costillas...

―¿De verdad le hiciste eso? ―digo sorprendida, ella me sonríe.

―Sí, créeme ya estás acostumbrada a mi carácter―informa encogiéndose de hombros―. Además, a la chica que golpee fue por ti―me señala y la miro sorprendida―, te empezó a decir cosas muy feas y aceptémoslo amiga, no sabes defenderte.

"Así que me harte que tú no hicieras algo y yo me abalance sobre ella. Ese día fue divertido, fue la primera vez que me alentaste a pelear.

Me río de su comentario y ella sonríe llena de felicidad.

―Espero que pronto recuerdes todo―me dice en tono serio y borrando su sonrisa―. La última vez que hablamos por teléfono fue unos días antes de tu accidente y me dijiste que tenías que decirme algo muy importante―la miro frunciendo el cejo―. Dijiste que era algo relacionado con un tal Caleb y que el mismo día que le dijeras a tus padres, me lo dirías a mí. ¿Lo recuerdas?

Niego con la cabeza.

¿Quién rayos es Caleb? Solo espero que no sea una mala noticia ese chico, porque si lo era, podría arruinar la vida casi perfecta que tengo ahora. Y no quiero que eso pase.

Cada parte de mi cuerpo me dice a gritos, que esta es la vida que deseaba y que tengo que mantenerla así.

―Por lo que más quieras, lárgate de mi casa―grita Mateo con fuerza, dentro de la casa y miro hacia la puerta corrediza―. Te dije que no quería volver a verte, no después de ver como trataste a mi hija.

―Te lo suplico, Mateo―dice una voz femenina, que con solo escuchar provoca que un escalofrío recorra mi columna vertebral―. Necesitamos hablar con urgencia, tienes que saber algo.

"Se trata de Carlos y Maximiliano, te lo suplico―la voz de la chica se quiebra al decir lo último―. No pondría un pie en tu casa si no fuera necesario, no mientras esa perra está aquí―Elsa aprieta los dientes y con eso entiendo que esa chica se refiera a alguna de nosotros dos―. Porque sé que ella está aquí, jugando a la familia feliz, cuando su cerebro está más estropeado que tu estúpido pena follador de mujeres.

Me quedo de piedra, esta chica está hablando de mí y está insultando a Mateo. Me levanto de golpe de mi lugar y estoy a punto de entrar a la casa, cuando los brazos de mi hermano me rodean.

―No vallas, no es bueno para ti que la veas―dice con un hilo de voz.

Me retuerzo en sus brazos.

―Déjame ir―le digo molesta―. Ella no puede hablar de mí así y mucho menos del padre de mi hija.

―Kendra, tranquilízate―me pide la señora Robles―. Entiende que si no te deja ir es porque no sabemos cómo reaccionaras al verla.

Todos en el jardín se quedan en silencio y puedo sentir las miradas de mis padres fijas en mí. Al parecer les preocupa como pueda reaccionar ante esto, la pregunta es ¿por qué les preocupa?

Elsa me mira algo asustada. Sea cual sea el motivo porque ella y mis padres se comporten así, tienen que ser clave. Algo relacionado entre esa chica que le grita a Mateo y yo.

―¿Es su exnovia con la que habla? ―pregunto temerosa de la respuesta.

Dana suelta un suspiro cargado de frustración.

―No, es una de las tantas chicas con las que Mateo solía divertirse―contesta ella no muy orgullosa de todo lo que su hermano ha hecho.

Y sé que la única razón por la que ella me respondió con la verdad, es porque Mateo les pidió que siempre me respondieran sinceramente sin importarle que lo llegara a odiar.

Él ya no quiere mantener secretos conmigo. Eso me lo dice a todas horas, él quiere que seamos felices, que tengamos la vida que se culpa de habernos arrebatado.

Respiro profundamente y dejo de forcejear.

―De acuerdo―digo tranquila―. Dejare que él siga hablando con ella.

Gustavo me suelta y justo cuando él comienza a caminar hacía su lugar, yo me giro y atravieso la puerta corrediza a gran velocidad.

✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿


Mateo.

No sé qué carta bajar para que la lea Kendra. Por un lado quisiera llevarle la que escribió un par de horas después de que Mélin naciera, las palabras que escribió en ella son tan hermosas, que ese día llore desde la primer palabra hasta la última.

Bueno, ¿con qué carta que ella escribió no he llorado? Ella siempre ha tenido ese poder de hacer llorar a la gente al marcarle sus errores y darle ánimos al seguir. Y a mí, me ha sacado miles de lágrimas recordándome lo que perdí antes, al dejarme guiar por las malas influencias.

Me decido por llevarle esa carta, bajo corriendo las escaleras y me escucho que llaman a la puerta.

Con paso lento me dirijo a la puerta. Al abrirla me quedo pasmado.

―¿Qué haces aquí, Lina? ―le pregunto en cuanto la veo.

Ella me mira por unos segundos que se me hacen eternos. Y sin que lo viera venir se abalanza sobre mí y posa sus labios en los míos. Intento alejarla pero su abrazo es bastante fuerte.

Jamás creí que poseyera esa fuerza. Sus labios me mueven furiosos en los míos y por eso sé que está molesta por algo. Quizá este molesta conmigo, aunque la verdad me vale una mierda que está enojada conmigo. Tengo la familia que tanto he querido por años, así que puede pensar lo que quiera de mí.

Ella nunca valió nada para mí. Suena cruel, pero es la realidad. Antes era un chico que se dejaba guiar por sus...hormonas por decirlo de una manera suave.

Hoy tengo que pensar antes de actuar, si quiero ser un ejemplo a seguir para mi pequeña niña. De ahora en adelante tengo que ser un buen padre, hijo, novio y estudiante.

Todo por los dos amores de mi vida.

―Necesito hablar contigo―dice separando sus labios de los míos pero sin soltar mi cuello―. Es importante.

Tomo sus manos y las aparto de mí.

―Yo no tengo nada que hablar contigo―contesto con indiferencia―. ¿Puedes marcharte, ahora?

Lina me mira con odio y eso asusta. Esta chica puede ser muy peligrosa cuando se enfada.

―No me puedes echar, Mateo―sentencia cruzándose de brazos―. Tú me perteneces desde siempre y no voy a dejar que una chiquilla estúpida que te abrió las piernas y no se cuidó, te aleje de mí.

"En la única cama en la que tienes derecho a despertar todos los días es en la mía, ¿entiendes? Kendra nunca te ha querido como yo.

"Siempre he soportado que me engañes con todas las que se atraviesan en tu camino. Así que no me pidas que me marche, porque no me iré hasta conseguir lo que quiero.

Sin más, se vuelve a abalanzar sobre mí con tal fuerza que caigo de espalda en las escaleras y ella queda sobre mí. Aprovecha la manera en la que caímos y se sienta ahorcadas sobre mi cadera.

―Esta noche nos divertiremos como siempre lo hacemos―me dice al oído y escalofrió me recorre todo el cuerpo.

Comienza besando mi cuello lentamente. Esta chica sabe todos mis puntos débiles a la hora de intimidar y esto resultara muy mal si no la detengo. Con todas mis fuerzas, la empujo pero sus piernas están bien enganchadas a mi cadera, así que lo único que consigo es un buen dolor.

―Detente, Lina―digo molesto―. ¿Qué parte de que ya no quiero nada contigo no entendiste?

―Toda―responde y cubre mis labios con los suyos.

Sus manos viajan rápidamente por mi pecho, mientras su lengua juega con la mía. No quisiera decir esto, pero todo mi cuerpo reacciona a sus caricias y sé que esto terminara muy mal.

Nuestras bocas se devoran frenéticamente, mis manos comienzan a desabotonar su pantalón. Ella desabotona mi camisa, estoy desesperado por verla completamente desnuda.

Estoy por quitarle su blusa, cuando el recuerdo de la noche que tuve con Kendra asalta mi manera de manera violenta, que me da un dolor de cabeza.

Con demasiada fuerza, la empujo y cae de sentón en el suelo.

―Por lo que más quieras, lárgate de mi casa―le grito con tal fuerza, que estoy seguro todos me escucharon en el patio―Te dije que no quería volver a verte, no después de ver como trataste a mi hija.

Miro hacia el pasillo que lleva al jardín y ella sigue mi mirada. Maldición, lo que menos quiero es que sepa que Kendra y mi hija están conmigo en este instante. La conozco bien y sé que no descansara hasta lograr que Kendra la enfrente.

Centro mi atención a ella, quien sonríe maliciosamente.

―Haré que te odio, cariño―susurra para que nadie la logre escuchar―. No sabes de lo que soy capaz de hacer con tal de recuperarte. Además sé muchas cosas que jamás le contaste a tu "amiguita" ―dice con rabia esa palabra y me da pena que odia tanto al amor de mi vida.

"Muchas personas me ayudaran a conseguir lo que quiero y no podrás hacer nada. Estoy seguro que no sabes algo sobre ella, que yo y Carlos si conocemos.

Frunzo el cejo. ¿Qué pueden saber ellos de Kendra, que yo no conozca?

Intenta engañarte. No hagas caso a sus palabras venenosas, dice mi parte lógica. Esta chica intenta confundirte para lograr lo que quiere. No caigas o perderás a Kendra para siempre.

―Has lo que quieras, no me interesa―le contesto apretando los dientes y los puños.

Su sonrisa flaquea un poco, se recupera rápidamente.

―Te lo suplico, Mateo―grita con todas sus fuerzas, quiere que la escuchen. De verdad, está más loca que una cabra―. Necesitamos hablar con urgencia, tienes que saber algo.

"Se trata de Carlos y Maximiliano, te lo suplico―su sonrisa no se pierda en ningún momento. Ella sabe que Kendra está aquí y quiere saber si reacciona a esos nombres. De verdad que fue mala suerte que al día siguiente que Kendra despertó, Sara abriera la boca y revelara que tuvo episodios de psicosis y que era probable que los tuviera por un tiempo―. No pondría un pie en tu casa si no fuera necesario, no mientras esa perra está aquí―la fulmino con la mirada y doy un paso hacia ella―. Porque sé que ella está aquí, jugando a la familia feliz, cuando su cerebro está más estropeado que tu estúpido pene follador de mujeres.

¡Diablos! Espero que esa última parte no la escuchara Kendra, le he contado casi todo de mí. Lo único que aún no me atrevo a decirle es que cambiada de chica, así como cambiada de ropa interior.

―Vete, ahora―sentencio más que molesto―. No lograras nada. Ni tú ni tus "aliados" ―utilizo mis manos para dibujar unas comillas en el aire―, ella y yo estaremos juntos de ahora en adelante. Así que largo, de una vez.

Ella mira algo sobre mi hombro y me vuelve a besar. Sus brazos se cierran con fuerza en mi cuello. Trastrabillo y pongo un pie antes del otro para no caerme, le rodeo la cintura para mantener el equilibrio y no caer.

―¡Mateo! ―grita la voz de Kendra detrás de mí.

Asustado, aparto a Lina y la mira de Kendra me desgarra el corazón. Sus ojos están llenos de lágrimas, el brillo que siempre tiene está completamente apagado.

―Dejame explicarte―le suplico―. No es lo que tú...

Kendra no me mira a mí, su mirada está instalada en Lina. Me giro para ver a la chica loca y su expresión me asusta un poco. Es una mezcla de triunfo, molestia, rencor y odio.

―¿Me recuerdas pequeña, Barbie?

Le pregunta Lina a Kendra, utilizando el apodo que le pusieron nuestros compañeros en la primaria.

Ante eso, Kendra suelto un grito aterrador y se deja caer de rodillas.

―Has que se vaya, has que se vaya―repite una y otra vez, como si fuera una canción―. Has que se vaya, has que se vaya.

―¿Kendra, qué sucede? ―le pregunto preocupado.

Cuando ve que empiezo a caminar hacia ella, se levanta de un salto y se esconde detrás de la pared que da a la sala.

―Has que se vaya, Mateo―me repite―. Es mala, muy mala.

Verla tan vulnerable me rompe el corazón, parece una niña de cinco años.

―¿Qué pasa? ¿Por qué Kendra comenzó a gritar? ―entra mi padre y dirige su mirada a Lina que sonríe ante la escena que está haciendo su enemiga.

―Señorita―le dice mi padre a Lina con un poco de desprecio―, será mejor que se vaya si no quiere que llame a la policía.

Ella le sonríe como si nada y no se mueve.

―Oblígueme a irme―responde retándolo.

Le lanzo una mirada de advertencia peor ella me ignora completamente. Su mirada no se aparta de Kendra, que sigue oculta y va retrocediendo más cada vez que mi padre la quiere tomar del brazo para sacarla de la casa.

Su expresión es de verdadero terror. Sé por varias fuentes que Lina siempre molesto a Kendra en la escuela porque siempre estaba conmigo, que le hizo muchas bromas pesadas y que incluso cuatro veces la golpeo con su grupito de amigas.

¿Qué rayos más le hizo Lina a Kendra para que reaccione de esta manera?

―Vamos, Kendra―le susurra mi padre para que nadie más que ella la pueda escuchar―. Mélin te está esperando para jugar. ¿No querrás que tu hija juegue sola?

Kendra lo mira desconcertada... No otra vez.

―Yo no tengo una hija―contesta apartándose de él―¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? Quiero ir a casa.

Vuelve a llorar.

―¡Lárgate, ahora! ―le grito furioso a Lina que sigue sonriendo― ¿Ves lo que causaste? La alteraste, ¡LARGO!

―No―su tono de voz derrocha felicidad máxima.

―Si esta idiota no se quiere ir por las buenas―dice la voz de Elsa detrás de mi padre, él se hace a un lado y veo que todos están con ella―, será un placer para mí sacarla a patadas de aquí.

Lina posa su mira en Elsa y la sonrisa desaparece de su rostro.

―¿Te vas por las buenas o te vas por las malas? ―dice Elsa con esa sonrisa que da miedo.

Se miran con odio las dos pero Lina termina por irse.

―¿Kendra? ¿Cariño, estás bien? ―pregunta Beatriz en tono asustado.

La mirada de su hija se posa en ella y no hay nada. Ni una pizca de reconocimiento.

―Quiero ir a mi casa, quiero ver a mi bebé―susurra con nerviosismo―¿Sabe dónde vivo? ¿Sabe dónde está mi bebé?

―Por favor, cariño―dice Beatriz con lágrimas en los ojos―. No lo hagas de nuevo, reacciona.

Kendra nos mira a todos con determinación y cuando no nos reconoce. Se va corriendo hacia la cocina.

Odio está vida. Odio todo lo que provoque yo mismo meses atrás. Odio no haber sido el amigo que ella merecía, el hombre que ella merecía.

Arruine su vida, lavida de nuestra hija y la vida de nuestros padres. Si ella termina olvidándolotodo, simplemente será mi culpa y nadie ni nada, lo podrá negar. 

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