𝐒𝐨𝐥𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐭𝐮𝐲𝐚 (...

By Luna-tica93

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«Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido». Mario Benedetti. More

💌 Preámbulo 💌
💌 Sinopsis 💌
💌 Dedicatorias 💌
💌 Versos 💌
Capítulo 1. ¡Claro que fue mi culpa!
Capítulo 2. Diferentes conceptos.
Capítulo 3. Maldito alcohol.
Capítulo 4. Eso es mentira.
Capítulo 5. Sangre unida.
Capítulo 6. Cartas con el poder de hacer llorar.
Capítulo 8. Conmoción.
Capítulo 9. Te amo más que nada.
Capítulo 10. Mientras estés conmigo.
Capítulo 11. Perdida inevitable.
Capítulo 12. La traeré de regreso.
Capítulo 13. Una canción de la infancia.
Capítulo 14. Esperare hasta que ella elija.
Capítulo 15. Aunque me duela.
Capítulo 16. Funeral sin flores.
Capítulo 17. Deseaba estar contigo.
Capítulo 18. Lo que se hace por amor.
Capítulo 19. Nueva y primera carta.
Capítulo 20. Un beso a escondidas.
Capítulo 21. Quien te hizo olvidar.
Epílogo. Puede que me arrepienta.
Agradecimientos.
Soundtrack de Solamente tuya.
Los premios Wattys.
¡Sigo sin poder creerlo!
¡Importante!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!
¡PRÓXIMAMENTE!

Capítulo 7. Una vieja amiga regresa.

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By Luna-tica93

Ha pasado una semana desde que los señores Guzmán me permitieron que Mélin se quedara un par de semanas conmigo, aun me es extraño amanecer todos los días y ver una cuna al lado de mi cama, pero cuando veo a la hermosa bebé, que está durmiendo dentro de ella... todas la incomodidades se van.

Solo basto un día después de que supiera de la existencia de mi niña, para que toda la escuela se enterara de que era padre. ¿Cómo se enteraron? Por mi estupidez, creí que podía confiar en Lina, la chica con la que tengo más encuentros "casuales" pero olvide que ella siempre ha odiado a Kendra y como venganza hacía ella, decidió contar a toda la escuela que la chica buena, me había llevado a la cama estando ebrio y que gracias a eso, quedo embarazada.

Muchos se molestaron con Lina por andar contando algo que no le correspondí, otros me acercaban a mí para preguntarme si podían conocer a mi hija y los profesores me dijeron que si lo deseaba, podía llevar a mi pequeña a la escuela y entre todos me ayudarían a cuidarla en las clases.

El día viernes de la semana pasada, les prometí traerla el día de hoy―lunes―, para que la pudieran conocer y también para que ella pasara más tiempo conmigo, ya que cuando estaba en la escuela se quedaba con mi madre y ella me dijo que Mélin no paraba de llorar porque no me encontraba en casa.

Así que por ese motivo, me encuentro en la clase de matemáticas resolviendo un problema y mi profesora tiene a Mélin en brazos mientras ella dibuja en una libretita.

La miro de soslayo varias veces, me cuesta mucho trabajo no mirarla cada dos segundos. Es como si quisiera recompensar todo el tiempo que no estuve con ella.

Me encanta la manera en la que mi madre la viste, con vestiditos de colores claros y zapatitos blancos, sin olvidar que la peina de dos colitas. Siempre parece una muñequita.

Todos mis compañeros de clase, se enamoraron de mi niña en cuanto entre al salón con ella en brazos. Las chicas fueron las primeras en tratar de llamar la atención de Mélin pero ella se envolvía más en mi pecho, en ese aspecto es idéntica a Kendra, ambas odian ser el centro de atención. Le dieron varios obsequios, desde nenucos y trastecitos de juguete para que se divirtiera mientras estamos en clase.

Los chicos fueron más discretos al acercarse a conocerla, algunos le regalaron unos peluches y Marcos―el chico rico de la escuela―, le trajo como obsequio todos los DVD's de Barney, Dora la exploradora y Plaza sésamo.

Debo admitir que me sorprendió el detalle que tuvo con mi niña, él y yo nunca nos llevamos bien. Aunque, algo me dice que la única razón por la cual él se mostró caballeroso con Annette es porque él y Kendra fueron novios en la secundaria. Quizá quiera ganarse el perdón de Kendra por medio de mi hija, no lo sé.

Pero juro por lo más santo que si sus atenciones hacía mi hija tiene que ver con Kendra, le partiré toda la cara. Que su exnovia sea la madre de mi hija, no le da permiso de tratar de componer las cosas por medio de nuestra hija.

―Elo ir on apa―(quiero ir con papá), escucho decir a mi pequeña. Alzo la mirada y ella me está señalando con su manita.

―Tu papi está estudiando―le dice la profesora Ríos con una sonrisa, mi niña la mira con atención. Ella es una personita muy despierta―, porque mejor no me acompañas a la cafetería y te compro una lechita de chocolate.

Mélin se baja de las piernas de mi profesora casi en un salto y le jala la mano para que se vallan a la cafetería. No puedo evitar soltar una risita al verla hacer eso.

Mis padres también hacen eso de llevarla a comprar algo cuando quieren pasar un tiempo con ella o cuando tengo demasiada tarea y no puedo estar al cien por ciento pendiente de ella, ya que Mélin quiere estar siempre conmigo.

―Sigan trabajando en lo que Annette y yo vamos por su lechita―pide la profesora a lo que todos asentimos.

Cuando la profesora sale del salón tomando de la manita a mi bebé, todo el salón estalla en carcajadas.

―Amigo, tu hija sí que es muy linda y sabe lo que quiere―comenta Agustín entre risas, yo le sonrió en respuesta―. Creo, que en eso se parece a ti.

―Sí, en eso se parece a mí―admito.

Puede que Kendra tuviera sus mañas para obtener lo que ella quería pero yo también tengo mis mañas para obtenerlo. Desde pequeño mis padres me decían que cuando yo quería algo de una persona, siempre decía que quería irme con otra y así, la persona con la que estaba, me decía que si me compraba algo y yo decía que sí.

Con más tiempo que paso con mi bebé, descubro que ella si es la perfecta combinación de Kendra y mía. Y no solo yo lo digo, todos están de acuerdo en eso.

****

A la hora del almuerzo, me llevo a Mélin a la cafetería en brazos. En el transcurso, varias chicas se acercan a mirarla y decirle miles de cumplidos, que estoy seguro entiende porque sus mejillas se ruborizan.

Toda persona que la ve, le dice que es un angelito caído del cielo o que de grande será todo una reina de belleza. Es extraño para mí, escuchar a los personas alabando a mi hija.

Localizo a los amigos de Kendra y me siento en la misma mesa. Ellos me sonríen ampliamente al verme con Mélin.

―Hola, pequeña―dice feliz Jaqueline―. Tenía muchas ganas de conocerte.

Todos los de la mesa me comienzan a preguntar sobre Mélin y yo les contesto todas las preguntas que puedo. Ellos no tratan de sacar a tema por qué Kendra decidió ocultarme su embarazo y se los agradezco de corazón.

Mélin es la reina de la mesa porque todo mundo se ríe de su manera de comerse su panque y su lechita de chocolate. Todo su babero y lo tiene manchado de su leche y su boquita batida con leche y tiene pedazos de panque pegados alrededor.

La mayor parte del tiempo las chicas deciden hacerse cargo de Mélin y los chicos no paran de preguntarme como le doy hacer para comprar todas sus cosas. Tratan de asustarme diciéndome que tendré que trabajar medio tiempo, mientras estudio para darle una buena vida. Es divertido verlos intentando asustarme respecto a algo tan maravilloso, como tener una hija.

―¿Por qué diablos la trajiste? ―escucho preguntar a la insoportable de Lina―Se supone que ibas a olvidarte de Kendra y no único que haces es traer a la bastarda que engendraste con esa puta.

Mélin se abraza a mí en cuanto escucha la voz afilada de Lina y me dan unas ganas incontrolables de tomar a Lina del brazo con fuerza y alejarla de mi hija para siempre. Lina odia con la misma intensidad a Mélin como a Kendra y no quiero que mi pequeña este cerca de una persona que le tienen tanto rencor.

Una pequeña tiene que estar rodeaba de amor, solamente de amor, no de odio y todos esos sentimientos negativos.

―Vete de aquí, Lina―le digo apretando los dientes y envolviendo en mis brazos a mi niña que parece estar temblando―. Estas asustando a mi niña, vete.

Lina me mira con odio y después traslada su mirada a Mélin que parece gatito asustado.

―Ela ala, pego a mami―(Ella es mala, le pego a mi mami), dice Annette con miedo y veo como una lagrimita rueda por su mejilla.

Tardo un momento en procesar lo que digo Mélin, pero cuando llega a lo más recóndito de mi cerebro, reacciono.

―¿Qué hiciste qué? ―grito molesto―¿Cuándo te atreviste a pegarle a la madre de mi hija?

Lina se enfurece más por las palabras que salieron de mi boca. Se molesta tanto que lanza todos los alimentos que están en la mesa. Toma el jugo de naranja de Jaqueline y mira con desprecio a mi hija.

Gira el brazo para poder lanzarle el contenido a mi niña, cuando está a punto de lanzarlo, una mano le quita el vaso y se lo lanza a ella.

―Es mejor que te vallas, Lina―le dice Marcos en un tono cortante―. Vete de aquí y no vuelvas a molestar a la hija de Kendra, o te juro que hago que mi padre corra a tu madre de la empresa.

El rostro de Lina palidece y se va la media vuelta.

―Gra...

―No lo hice por ti, lo hice por Kendra―comenta y mira a Mélin con una ligera sonrisa en el rostro―. A pesar de que la herí, la quiero recuperar. Así que el día que ella despierte y sé que lo hará, luchare duramente por recuperarla.

"Ella es el amor de mi vida y reconozco que me di cuenta muy tarde. Pero aun así estaré al pendiente de ella―su voz sonaba tan segura, tan llena de confianza―. Esta vez no le fallare.

―Eres un idiota si crees que podrás ganarte el perdón de Kendra, tratando bien a mi hija―le digo molesto, sabía que su caballerosidad estaba relacionada a Kendra.

Él se ríe de mis palabras y quiero golpearlo.

―Que trate bien a tu hija, no es para ganarme el perdón de Kendra―comenta―. Si trato bien a Annette, es porque es la hija del amor de mi vida.

Lo miro boquiabierta, debe de estar bromeando.

Se descuelga la mochila con calma y de ella saca una bolsa de regalo color rosa con muchas florecitas blancas. Lo coloca delante de Mélin que no deja de verlo con alegría, como si lo... conociera.

―Es el peluche que te debo de la feria―dice y esa es la bomba que despierta todas mis emociones.

No tengo ni idea de cómo llegue tan rápido ante Marcos y lo tome del cuello de su camisa. O de como mi puño estaba lleno de sangre, que salía a bordones de la nariz de él.

―¿Qué mierda estás intentando? ―le pregunto mientras le suelto otro golpe―¿Cuándo viste a Kendra y a mi hija?

―Jamás te voy a responder, Robles―escupe alegremente, como si no le importar que lo estuviera golpeando―. Te quiero ver sufrir porque tú eres responsable de todo esto.

¿Acaso todos mis enemigos se pusieron de acuerdo para decirme lo mismo? Primer Carlos, luego su hermano y ahora este pedazo de mierda.

―Mateo, tranquilízate―dice Agustín, que tiene en brazos a Mélin―. Estas asustando a tu hija.

Suelto a Marcos lentamente pero en ningún momento dejo de mirarlo con odio.

―Por esta vez, Robles. No te acusare por golpearme―se limpia la sangre con la manga de su camiseta― y recuerda que solo lo hago por Kendra.

Mira una última vez a mi hija y sale de la cafetería con paso lento.

****

Después de la escuela decido llevar un rato a mi pequeña al parque que está a unos veinte minutos de mi casa. Quiero que mi hija se divierta a lo máximo mientras esta el mes que los señores Guzmán me permitieron, sé que soy su padre y tengo derecho a que ella se quede conmigo pero mi madre me dijo que a ellos les afectaría mucho que en este instante insistiera en quedarme con ella.

Sé que tienen razón, ellos están pasando por una difícil situación y necesitan a su nieta para saber que parte de Kendra sigue consiente, mientras ella sigue luchando por sobrevivir.

Creo que no les he mencionado que he decidido perdonar a Kendra por su aventura con Carlos. Después de pasar varias horas viendo dormir a mi hija hace tres días, llegue a la conclusión de que yo no soy nadie para juzgar a la madre de mi hija por lo que hizo.

Yo hice cosas peores y ella siempre estuvo allí para mí, así que yo haré lo mismo por ella. La he ido a visitar y he llevado a Mélin para que vea que su mami sigue luchando por regresar con ella.

El primer día que lleve a mi niña a ver a su madre, me dio tanta tristeza. Annette se puso a llorar cuando le grito a Kendra llena de felicidad y ella no le respondió. Me sentí mal por haber hecho que la viera en ese estado pero el doctor me dijo que era buena idea que Kendra sintiera a su hija. Que no me diera por vencido y que muy pronto, ella podría despertar.

Pero sus palabras nunca me convencen, mejor dicho, su tono de voz nunca terminan por convencerme. Sé lo que todos los médicos piensan, que ella jamás despertara, que llegara el momento en que ni las maquinas que la mantienen con vida lograrán mantenerla entre la vida y la muerte.

Quizá aún no la perdonado y aun así me duele saber que es probable que ella nunca regrese, que mi hija puede quedarse sin su mamá en tan temprana edad. Y quizá esto sea egoísta pero sé que me quedare sin mi apoyo, sin la chica que me enseñaría como ser un buen padre y con la que tendría una vida más o menos tolerable, aunque no compartiéramos los días juntos.

Es insoportable para mí ver como cada día que pasa, estoy perdiendo a mi amiga y a la vez mi hija está perdiendo a su madre. Me duele ver sus pucheritos cuando estamos con Kendra y le grita mamá, y como mi amiga no puede responderle como se supone que debe.

Mi niña está acostumbrada al cariño que su madre le proporcionaba, para ella todo esto ha sido más difícil que para mí...

Al llegar a casa el primer día que lleve a Mélin a ver a Kendra, llame de inmediato a sus padres y me pasaron a Megan, necesitaba hablar con alguien que supiera exactamente todo de la relación tan cercana que tenía Kendra y Annette. Así que Megan era la indicada a responder mis preguntas.

―No te preocupes, Mateo―me dijo Megan tranquilamente―. Cuando Annette comenzó a hablar, su primer palabra fue el nombre de Kendra pero lo dijo en un grito. Eso emociono a mi sobrina y lleno de besos a la bebé. Así que se podría decir que siempre que Mélin quería que Kendra la llenara de besos y apapachos, gritaba si nombre.

"Por eso ella se puso a llorar hoy cuando Kendra no se acercó a ella y la mimo como siempre. Annette está acostumbrada al cariño de Kendra y todo el tiempo que ella h estado en coma hacemos lo mismo cuando empieza a gritar el nombre de su mamá.

"Si la llevas de nuevo al hospital y le grita a Kendra, tú has lo mismo. Nunca dejes que ella sienta que nadie le responde al gritar el nombre de mi sobrina... ¿entiendes?

―Lo entiendo y lo prometo―le respondí con sinceridad.

Desde ese día estoy al tanto de mi hija respecto a eso. También he descubierto que le gusta gritar mucho el nombre de su mamá para que yo la apapache mucho o para que lo haga Megan.

―¡Ira uchos inos!―(¡Mira muchos niños!), exclama emocionada Mélin y trata de soltarse de mi agarre para echarse a correr.

―Espera, pequeña―digo con la misma emoción. Me encanta que ella sea tan activa y feliz, trato de que tenga buenos recuerdos y olvide que su mamá está debatiéndose entre la vida y la muerte.

―Elo ugar―(quiero jugar), dice haciendo un pequeño puchero y me rio de ella.

Con solo una semana de convivir con mi niña, ya sé cómo opera ella. Cuando quiere algo y no se lo quieren dar, hace pucheros y si ve que no funciona se pone a llorar. Cuando quiere dormir, abre mucho la boca fingiendo un bostezo o agarra su pequeño oso de peluche. Y cuando quiere comer, agarra su mamila o se acerca a la cocina y mira fijamente el refrigerador.

Mi niña es muy inteligente, igual que Kendra, busca una manera de expresar lo que quiere y no descansa hasta tenerlo.

―Solo falta poquito, amor―le informo con una sonrisa a la cual ella responde―. Además si no corres, te subo a los columpios―que fueron hechos especialmente para niños de dos a tres años―y yo te empujare.

―Sí. Sí, io iero ugar on apa―(Sí. Sí, yo quiero jugar con papá).

Mientras caminamos los pocos metros que nos separan de los columpios, escucho a Mélin tararear una canción, que reconozco de inmediato y no sé qué pensar.

―Mélin―le llamo y ella me mira―. Esa canción, ¿quién te la canta?

Ella me mira sin comprender, como si no entendiera mi pregunta y se encoje de hombros.

Me llena de tristeza saber que ella conoce esa canción, que alguien se la canta para que ella la recuerde. Trago el nudo que se me formo en la garganta y reprimo las lágrimas que quieren salir de mis ojos.

Desde que Kendra entro a coma y yo me culpaba, esa canción ha pasado por mi cabeza miles de veces y la reclamo como nuestra historia. Y escuchar a mi hija tarareando esa canción, es como una señal de que esa melodía fue compuesta para nosotros. Para describir lo que gane con mis tonterías, con mis errores y los de Kendra.

―No llores―le oigo decir a Mélin y es cuando descubro que algunas lágrimas lograron salir de mis ojos y recorren mis mejillas―. ¿O qué esta tiste apa? ―(¿Por qué está triste papá), me pregunta con tristeza en su mirada.

Le quiero ocultar la respuesta a su pregunta, pero sé que ella siente lo mismo que yo. Así que decido responderle la verdad, quiero enseñarle desde ahora que la verdad siempre es nuestra mejor amiga. Quiero enseñarle a ser una buena persona y mientras yo le enseñe, iré practicando para ser el padre que ella merece.

―Solo extraño a tu mami―respondo ahogando un sollozo―. Extraño a la mujer que te trajo al mundo y a la cual amo a pesar de nuestros errores. La amo y siempre la amare.

Mélin deja rodar unas lagrimitas en sus mejillas y luego me abraza las piernas con fuerza. Me inclino para poder abrazar su cuerpecito y ella me rodea el cuello con sus bracitos.

Nos quedamos abrazos un buen raro, puedo escuchar sus pequeños sollozos y siento sus ligeras sacudidas provocadas por su llanto. Puede que para muchos lo niños sean personitas que no entienden el mundo de los adultos pero son los que mejor entienden el dolor de un adulto y ellos en ocasiones lo sufren más que uno mismo.

―Vamos a jugar―digo cuando ambos nos tranquilizamos un poco.

Ella siente con una ligera sonrisa dibujando su hermoso rostro.

La tomo en brazos y me echo a correr a los columpios, la escucho reír mientras corro y me lleno de felicidad.

Si antes no sabía que sería de mí si perdía a Kendra, ahora no sé qué será de mí si pierdo a Kendra y mi hija. Creo que mi mundo simplemente se partiría en dos y no habría nada que lo pudiera reparar.

Al llegar a los juegos, la siento con cuidado en un columpio de color rosa. Como es un juego especial para niños pequeños, tiene dos cinturoncitos para evitar que se caigan y se los abrocho muy bien.

La empujo despacio para evitar que le pase algo, puede que esté bien asegurada al asiento, pero hombre precavido vale por dos. La escucho reír mientras va subiendo poco a poco.

Annette se parece en muchas cosas a Kendra y siempre que la miro, veo a un mini Kendra. A una niña llena de vida, de alegría, de amor y con un corazón tan grande que no le cabe en el pecho.

Escucharla reír, me hace recordar el día en que conocí a Kendra...

[FlashBack]

Todos en la escuela no dejaban de decir que por los pasillos vieron a un ángel paseando de un lado a otro tarareando una canción muy bella. La canción tenía el ritmo de una nana. Todos decían que era un ángel que estaba en la escuela para cuidarlos de los malos. Pero claro, yo era un niño de siete años, que no creía en los ángeles así que no hice caso de nada de lo que mis amigos decían.

Así que no me importo quedarme solo en mi salón de clases mientras los demás niños se divertían jugando a las escondidillas o al futbol. Claro, que aunque yo quisiera salir y jugar no podía, estaba castigado. Todo por haberle roto su muñeco Max Steel a uno de mis compañeros.

Y a decir verdad, no me arrepentía de lo que hice, mi compañero se lo tenía más que merecido, nadie se podía acercar a Claudia más que yo. Y debo admitir que desde pequeño era muy posesivo con las niñas lindas.

Claudia era la niña más bonita de mi grupo por lo que el chico más guapo del salón―o sea yo―, se merecía tener como novia a la niña linda. Todas las niñas me decían a toda hora y siempre les gustaba estar cerca de mí.

Aburrido arranque una hoja de mi cuaderno y comencé a hacer bolitas de papel con ella, después las lance una por una hacia el bote de basura para mejorar mi puntería y así, ya no aburrirme hasta la muerte. Así mismo podría empezar a mejorar y los chicos más grandes que formaban parte del equipo de Basquetbol de la escuela, no se burlarían de mí.

―¿Por qué lanzas las bolitas de papel desde tu lugar? ―me pregunto una vocecita muy tierna e infantil.

Intrigado por la voz, mire a todos lados hasta que localice a una niña de pie en la puerta. Cuando la mire, les juro que sentí un sudor frío recorrer mi espalda. Tenía ganas de gritar a todo pulmón pero nada salió de mi boca cuando la abrí.

¿La niña en la puerta era el ángel que todos vieron en la mañana? Hermosa, era una palabra que consideraba inapropiada para describirla. Jamás en mi vida había visto a una niña como ella, su piel era una mezcla perfecta del café con la leche, su cabello de color castaño medio, ojos chocolates y un rostro angelical.

Sus ojos desprendían un hermoso brillo que me hipnotizo al instante y la sonrisa tan encantadora y sincera que tenía en su rostro, me dejo deslumbrdo.

―¿Eres un ángel? ―la pregunta salió de mi boca sin que lo pudiera evitar y eso provoco que una risita tan linda como el canto de los pajarillos saliera de la boca de la niña.

Sus mejillas se pusieron un poco rojas, sus ojos brillaron aún más y su sonrisa se volvió más perfecta. Verla, provoco que mi corazón latiera rápidamente.

―No, solo soy una niña―respondió sonriendo y torciendo un mechón de su cabello―. Los ángeles solo existen en el cielo, aquí en la tierra solo existimos nosotros los humanos y los demonios que nos quieren tentar. Los ángeles solo vienen a la tierra cuando alguien bueno muere y no quieren que los malos se los queden.

Me sorprendieron las palabras de la niña, nadie diría algo así. Bueno, quizá los adultos dijeran cosas como esas pero una niñita...

―Si no eres un ángel y solo eres una niñita, ¿por qué dices esas cosas? ―algo dentro de mi cabeza me decía que no era normal que alguien tan pequeño hablara de esa manera a menos de que si fuera un ángel y yo estuviera muerto.

Ella me dijo que iban por las personas cuando morían para evitar que los malos se los llevaran.

¿En qué momento morí?, recuerdo que esa pregunta pasó por mi mente y que no me preocupo haber muerto en ese momento.

―Mis papás―contesto tímidamente como si le avergonzara la respuesta―. Ellos son profesores, así que me dicen muchas cosas para que aprenda desde ahora. Tengo que aprender a diferenciar lo bueno de lo malo, lo irreal de lo real.

Mi boca se abrió completamente y ella rio un poco por mi expresión. Era sorprenderte para mí escucharla hablar de una manera tan adulta, tan controlada.

Alguien grito un nombre desde uno de los extremos del patio y la niña se giró para irse.

―No te vayas―grite, levantándome rápidamente de mi banca y corriendo hasta la puerta para quedar frente a frente a la niña―¿Cómo te llamas?

Ella se acercó un paso más, estaban tan cerca que casi nuestras frentes se tocaban.

―Kendra, mi nombre es Kendra Guzmán―volvió a girarse y se marchó dando pequeños saltitos y tarareando una canción de cuna.

La mire irse como toda un angelito y sonreí ligeramente. Ella dijo que no era un ángel pero actuaba, hablaba y se veía como uno, además de que tenía un nombre diferente a todos. La niña con cara de ángel, tenía un nombre bonito.

―Kendra―susurro―. Te vi, así que vi un ángel.

[Fin de FlashBack]

Solo pasan unos diez minutos cuando Mélin quiere dejar de estar en el columpio y quiere ir a jugar en el arenero que tiene varios juegos para pequeñines. Desabrocho los cinturones y la dejo que valla corriendo al arenero.

Todo el área de juegos para pequeños, tiene como protección piso de tipo hule espuma. Hay cinco señoritas cuidando a los niños que entran, así que cuando Mélin llega a la puertita del arenero le abren y se sube a uno de los caballitos mecánicos.

La miro jugar con otras niñas, observo como varios niños miran a mi niña. Sé que no debo preocuparme porque son solo bebés, pero a decir verdad no puedo evitar tener celos de que otros miren la hermosura de mi hija.

Ahora entiendo a mi padre, cuando no quería permitir que Dana tuviera novio. Sé que cuando le diga que experimente los celos de padre, él se reirá de mí.

Mientras Mélin juega, yo me siento en una de las bancas cercanas, me descuelgo la mochila y saco mi libreta donde he empezado a anotar todas mis tareas para que no se me olviden.

La tarea de historia de México, es la más pesada porque tenemos que investigar la biografía de todos los presidentes que ha tenido nuestro país. Al igual tenemos que aprendernos su historia de memoria porque tendremos examen oral dentro de una semana y media, sobre ellos.

En matemáticas no hay tanta complicación, solo tenemos que repasar todos los temas que hemos visto para el examen que tendremos el próximo miércoles. Y en las demás materias es técnicamente lo mismo que matemáticas, repasar para los exámenes del primer bimestre de sexto semestre.

Lo bueno que tengo un plan en mi celular y puedo utilizar el internet para hacer mi tarea de historia. Entro a google y comienzo a realizar mi investigación.

Solo escribo el nombre de los presidentes, ya que mañana iré a la biblioteca pública a investigar a fondo.

No sé decir cuánto tiempo estuve con el celular en mano investigando los nombres de los presidentes, pero lo que hizo olvidar mi tarea, fue la risa tan llena de alegría de Mélin.

Levanto la mirada de mi cuaderno y siento como el celular sale de mi mano, lo escucho caer al piso... Me quedo pasmado al ver a la chica que rodea el cuerpo de mi hija en un tierno abrazo. Esto no puede ser real, de seguro me quede dormido en clase de historia―casi siempre me ocurre―y estoy soñando con esto...

¡NO PUEDE SER REAL!


NO PUEDE SER QUIEN CREO QUE ES... ES IMPOSIBLE



Al principio no sé cómo reaccionar, quiero levantarme de mi lugar de un salto y correr hacia mi amiga y abrazarla con fuerza. Quiero abrazarla con desesperación y con ese abrazo transmitirle que la he extrañado mucho, y la falta que me ha hecho.

Mi niña no deja de reír mientras ella la carga en brazos y le da vueltas en el aire. Jamás imagine vivir para ver algo así, es una bella escena, tan llena de amor y cariño.

Me tardo un par de minutos en reaccionar y cuando lo hago, me levanto rápidamente y corro a donde están ellas. Cuando la mirada de mi amiga se cruza con la mía, siento mi corazón latir con fuerza.

Es increíble verla sonriéndome, cuando la última vez que nos vimos no terminamos muy bien. Quizá su sonrisa sea porque ya me perdono y quiere que seamos los mismos de siempre.

―¡Hola cara de rana! ―dice con una radiante sonrisa y Mélin se ríe, mi niña es buena entendiendo las conversaciones―¿Qué, no piensas saludar a tu segunda mejor amiga?

Le sonrió abiertamente ante el tonto apodo que me puso cuando éramos unos niños. Siempre que escucho la palabra rana, recuerdo los momentos locos que vivimos Kendra, Elsa y yo... ya que nuestra amistad se volvió solida cuando liberamos a todas las ranas que serían diseccionadas en la clase de biología.

―¿Elsa? ¡Debo de estar soñando!―exclamo emocionado y ella niega con la cabeza―. ¿Qué haces aquí, pequeña loca?

Ella se ríe.

―Vine a visitar a mi pequeña ahijada―responde feliz y abraza con fuerza a Mélin―, fui a tu casa pero tu mamá me dijo que llevarías tarde porque traerías a tu bebé al parque.

"¿Sabes? Me alegro que ya sepas de la existencia de Annette, para mí era tan horrible llamarte y ocultarte la verdad de tu hija.

¿Horrible? Jaja, para ella no existe las cosas horribles y mucho menos...

―Claro, como tú siempre has sufrido cargo de consciencia―le digo con sarcasmo―. Eres toda una niña buena.

Una cosa que se debe saber de Elsa es que no tiene nada que ver con Kendra. Ellas dos son polos opuestos. Elsa es rebelde, ya que siempre hace lo que quiere. Ha sido expulsada de cinco preparatorias y a la menor provocación se pelea con las chicas. Quizá provenga de una familia adinerada pero ella es tan... ¿descarriada? Es la palabra que utilizaría su madre para describirla. Cuando alguien la insulta, ella no se queda atrás y te puede decir todo su repertorio de groserías.

Puede que ella sea una chica mala... pero existe una cosa que la convierte en mi segunda mejor amiga y en la primer mejor amiga de Kendra y es que tiene un corazón de oro. También que a la hora de darle consejos a sus amigos, habla con el corazón y sin rodeos.

―Tengo consciencia, tonto―comenta fingiendo sentirse herida―. Bueno, está bien... lo admito, cuando se trata de chicos idiotas como tú, no tengo cargo de consciencia y más cuando solitos se buscan sus problemas. Y además, no escuchado un "Hola", salir de tu boca.

"¿Qué clase de educación le planeas dar a tu hija, si tu eres un maleducado?

Esta es la chica que conozco, agresiva y sincera.

―¡Hola! Bienvenida de nuevo a tu país, sabes que te extrañe―digo fingiendo un gran entusiasmo y ella me fulmina con la mirada―. Nada te convence.

"¿Quién te entiende? Quieres que te reciba bien y no te gusta mi bienvenida.

Su mirada se vuelve más penetrante y alzo las manos en señal de rendición. Con este chica es bueno retirarse cuando no se gana la primer batalla, porque puede desatar una guerra.

―Sigues siendo tan insoportablemente tonto y falso―comenta―. Pero también te extrañe, cara de rana.

―Ara de rana, ara de rana―canta Mélin con felicidad y yo alzo una ceja.

Genial, ahora mi hija tendrá otra manera de llamarme.

―Cuando tu papi, no te haga caso―le susurra en el oído a mi hija pero aun así la puedo escuchar y algo me dice que eso quiere―. Le puedes decir cara de rana y verás que te atenderá de inmediato.

Mientras ella le da mala consejos a Mélin, yo la miro detenidamente y es sorprendente ver como a cambio. Ahora su cabello (que siempre cambia de estilo) es de color café con las puntas de color rosa y ondulado, tiene una perforación en la ceja derecha y otra en el labio.

Físicamente ya no es la misma, en muchísimos aspecto. Su tez es lo bastante blanca que en ocasiones parece translucida, sus ojos son almendrados y de color verde, siempre ha tenido una figura envidiable por las mujeres y deseada por los hombres―hace un par de años, yo me encontraba entre esos hombres―porque cada curva de su cuerpo se nota, es bastante alta como uno sesenta y dos. Su rostro en forma de corazón es lindo, su nariz respingada y unos labios delgados.

Recuerdo que cuando la vi por primera vez sentí una gran atracción física por ella―teníamos doce años―pero cuando se hizo amiga de Kendra y la comencé a conocer, me di cuenta que jamás tendría nada con ella porque era una gran persona y su amistad podría ser tan sincera como la de mi primer mejor amiga.

―Tengo hambre―informa Elsa con un mueca―, no es divertido llegar hace dos horas e ir a casa de tu amigo pensando que te invitara a comer y resulta que no está allí, para hacerlo.

Ruedo los ojos y extiendo los brazos para que entregue a mi hija. Elsa da dos pasos atrás y oculta a Mélin de mi vista.

―¿Qué? Tú has estado con ella una semana y yo solo la podía ver una mes al mes, así que se compartido.

Suelto un suspiro de frustración. Quiero mucho a mi amiga pero en ocasiones es tan molesta y más cuando quiere reclamar el tiempo de algo.

―Bueno, es hora de ir a casa―digo dándome por vencido―. Es hora de que Annette coma y yo, también me estoy muriendo de hambre.

Elsa hace una mueca de disgusto porque no la he invitado a comer y me ataco de la risa. Pago caro haberme reído―ya que me da una patada en la espinilla con todas sus fuerzas―, pero es bien valido el precio.

―Le enviare un mensaje a mamá para decirle que prepara otro lugar en la mesa―digo sacando el celular de mi bolsillo trasero.

Aunque sé que ella estando en casa será una tortura, quiero que pase tiempo con ella. Tengo que contarle muchas cosas y necesito de su ayuda para salir de dudas, si Kendra le tenía confianza ciegamente a alguien, era a Elsa.

Jamás podré descubrir que fue lo que se vieron en común ellas dos, porque su amistad es muy solida y nada las hace dudar de la otra. Muchas veces intente descubrirlo y fue inútil, las únicas que saben ese secreto son ellas.

―Vamos, tenemos que llegar a comer―digo y comenzó a caminar hacia la banca donde deje todas mis cosas de la escuela regadas.

Guardo con rapidez los bolígrafos en la primer bolsita de la mochila y todo los demás lo meto al aventón.

Espero a que Elsa llegue por camina muy despacio y veo como mi niña se ríe de todo lo que le dice. Al estar lo bastantemente cerca de mí, puedo escuchar los chistes tontos que le cuenta.

―Maina, te estañe―(Madrina te extrañe), le dice Mélin abrazando el cuello de Elsa.

Sé que Kendra le pidió que fuera la madrina de Annette, eso me dijeron mis padres. Y por más que pregunte quien es su padrino, ellos se niegan a decírmelo. Para esto tengo que esperar a dos cosas a que Kendra despierte o a que la madrina decida decírmelo.

Conozco demasiado bien a Elsa, como para decir, que si quiero saber el nombre me hará atenderla como una reina.

―Yo también pequeña―le responde y como si hubiera adivinado mis pensamientos, sus siguientes palabras son:―. Me entere de que golpeaste al padrino de tu hija.

¿Qué carajos dijo? A la única persona que golpee el día de hoy, fue al estúpido de Marcos...

...Un momento...

―¿Marcos es el padrino de Mélin? ―grito y varias señoras me voltean a ver.

Es tanta mi impresión que la mochila se resbala de mis manos y miro con desconcierto a mi hija que se ríe por mi expresión.

¡Esto debe ser una broma! Nadie en sus cinco sentidos―incluyendo a Kendra―, haría padrino a una persona que le rompió el corazón en miles de pedazos.

―Sí, el chico que más odias en el mundo es padrino de tu hija―dice Elsa como si nada, estoy a punto de preguntarle ¿Por qué se le ocurrió a Kendra?, pero ella me calla levantando su mano―. No tan rápido galán, si quieres saber todo...ya sabes que hacer.

Aprieto mis dientes con fuerza, que puedo sentir el palpitar de mis sienes. ¿De cuando acá uno tiene que hacer algo por saber todo lo relacionado con su hija?

Molesto recojo mi mochila, me la cuelgo en los hombros y con paso decidido, comienzo la marcha hacía mi casa.

***********

Como era de esperarse, mamá se emociono cuando llegue a casa con Elsa detrás de mí. Mi madre, así como toda mi familia la adoraba.

No tengo ni idea de cómo le hace Elsa para ganarse a las personas, después de que saben cómo es ella. Quizá los hechice o algo por el estilo. Vale, exagere con eso... Es que, simplemente, que no puedo explicar cómo alguien adora a una chica problemática y que ha sido arrestada tres veces por organizar marchas contra sus escuelas.

―Me alegra que hayas venido a visitarnos―comenta mi padre mientras corta un pedazo de pastel de papa―. Hace tiempo que no te veíamos, creímos que estarías más tiempo en ese internado.

Elsa hace un mueca ante la palabra internado.

―Bueno, a papá no le quedo de otra más que dejarme venir.

Mi familia se ríe de sus palabras. Todos sabemos a qué se refiere con esa frase.

―¿Con qué lo amenazaste esta vez? ―le pregunta Dana, sin dirigirme na sola mirada, por dentro todavía me siento muy mal por todo lo que sucedió en su fiesta de compromiso y sé que pasara mucho tiempo, hasta que ella decida perdonarme.

―Con nada clave―contesta mi amiga masticando su bocado―. Solo le dije que si no me permitía venir a ver como seguía mi amiga, incendiaria la escuela y le saldría muy caro el remodelarla por completo.

Volvemos a reírnos, esta chica sabe cómo conseguir lo que quiere.

―Un buen trato―dice mamá con un sonrisa y se gira un poco para darle de su papilla a Mélin que tiene toda la boca llena de su papilla de zanahoria―. Solo espero que esta información no se trabe en la cabecita de Mélin, porque si no será una chica rebelde.

Un escalofrió recorre mi columna vertebral ante ese pensamiento.

―Pensando cosas bonitas, Mateo―comenta Elsa con una sonrisa maliciosa.

En ocasiones odio que Kendra y ella me conozcan tan bien, y que siempre saben qué clase de pensamientos cruzan mi cabeza.

****

Mi habitación es un verdadero desastre, entre la escuela y cuidar a Mélin, no me ha dado tiempo de arreglarla. Mi ropa sucia esta regada por todos lados―incluyendo mis bóxers y eso están vergonzoso―, la cama esta toda llena de la ropa limpia que no he podido alzar. Los libros que tengo en mi pequeño librero están desordenados y algunos en el suelo, unos posters están a medio camino de despegarse de la pared.

La única área bien limpia, es donde está la cuna de mi niña.

―¡Dios, que desastre de hombre! ―exclama conmocionada Elsa, mientras coloca a Mélin en su cuna.

―Lo sé, con tanto no he tenido tiempo de recoger.

Ella se ríe al ver mi bóxers sobre una de las lámparas de noche y siento como la sangre sube a mi rostro. Nunca había sido yo mismo, quien me humillara.

Mi amiga saca su celular y comienza a tomar fotos de toda mi habitación. La persigo por todos lados para quitarle el teléfono pero ella siempre ha sido más rápida que yo y se me hace imposible atraparla.

Siempre ha sido muy escurridiza y no es divertido.

―Venga, te ayudare a recoger―dice guardando su teléfono en la bolsa delantera de su pantalón―. Y mientras recogemos este desastre, tú, tendrás que responder un par de preguntar.

Sí, esta chica tampoco hace nada de a gratis.

―De acuerdo―respondo no muy convencido.

―Bueno, ve por la escoba y todo lo que utilizaremos para dejar radiante este basurero―le enseño le lengua y ella me sonríe―. No seas infantil, Mateo.

"Se supone que eres un hombre maduro, así que responde como todo un hombre. De esta manera―me enseña el dedo de en medio y me parto de risa.

―No creo verme tan lindo como tú―digo y ella se cruza de brazos―. Además, dijiste que me comportara como hombre. Tú te equivocaste de ropa interior el día de hoy.

―Cara de mierda―contraataca enfadada.

Salgo de mi habitación riéndome de mi comportamiento y el de mi amiga. Recuerdo que había días en los que hartábamos demasiado a Kendra, porque nosotros entendíamos el significado de las frases en doble sentido y nos llevábamos con groserías.

Kendra nunca h sido muy buen con esos temas y le molestaba no entender nuestra conversación.

Del cuarto de blancos, saco todo lo necesario para hacer el quehacer. Escucho a mis padres hablar en la sala y las risas de Dana mientras ve su programa favorito en su habitación.

Subo como puedo las escaleras y abro la puerta de mi cuarto. Debo reconocer que Elsa trabaja rápido, solo me tarde como cinco minutos en ir por lo que necesitaríamos y ella ya coloco la ropa sucia en el cesto de ropa. Sin mencionar que doblo mi ropa limpia.

―Pareces señorita, te tardaste un siglo―dice sentándose en el borde de mi cama―. Primero alza tu ropa limpia o solo nos estorbara y si tienes que arreglar el ropero, hazlo rápido porque esto es una guerra y podemos perder en el intento.

Me río, dejo todo en un esquina y hago lo que pide.

En lo que yo arreglo mi ropero, Elsa me cuenta de cómo es su colegio y de los muchos enemigos que se ha ganado―principalmente sus profesores―, con su forma de ser. De los chicos con los que ha tenido una que otra cita y con los cuales llego a algo más.

Según ella, sus calificaciones no van tan mal y gracias a eso, su madre está considerando que quizá pueda volver en las vacaciones y terminar la preparatoria en la escuela donde voy.

―He hablado mucho de mí―dice cuando estoy guardando mi última camisa en el ropero―. Ahora, quiero que me digas ¿por qué fuiste al hospital a reclamarle no se qué cosa a Kendra?

Me congelo en mi lugar. No quiero tocar ese tema, me costó algo de trabajo ignorar lo que hizo, como para que ahora Elsa quiera sacarlo a relucir.

―No...no quiero hablar de eso, Elsa―digo cerrando la puerta del ropero.

Volteo lentamente y ella me mira confundida.

―Vamos, Mateo―su voz en tranquila y transmite esa paz, cuando quiere ayudar a alguien―. Sabes que puedes hablar de lo que sea conmigo.

Asiento con la cabeza y sé que si me quiero desahogar de todo esto que siento, es bueno hablar con una gran amiga. Busco la forma más sencilla y menos dolorosa de hablar del tema pero todas las formas que se me han ocurrido me lastiman mucho.

Es difícil decir que la persona que más amaste en el mundo, durmió con el chico que considerabas tu hermano. Saber eso, pensar en ello y hablarlo, me lastima como jamás imagine que algo me doliera.

Una sola frase, logró romper mi fe y mi cariño hacia ella. Rompió toda imagen que tenía de ella en mi mente y me destruye solo comparar a la Kendra que yo creía que era, con la que en realidad es.

Siento como la humedad se acumula en mis ojos y reprimo las lágrimas. Suspiro pesadamente y en un susurro digo:

―Me entere de que Kendra durmió con Carlos.

Elsa no dice nada, quizá ella tampoco lo sabía y también ha sido una sorpresa para ella enterarse de esto. Puede que ambos nos estemos quitando las vendas de los ojos y estamos descubriendo la verdadera cara de nuestra amiga.

Como el algún momento en el que hablaba baje la mirada, la alzo lentamente y me sorprendo de lo que veo.

La mirada de Elsa es una extraña combinación de enfado, tristeza. Pero lo que más me sorprende es la velocidad en la que se coloca frente a mí y aun más, la tremenda bofetada que me suelta.

―Eres un idiota, Mateo―me grita entre lágrimas―. ¿Cómo puedas creer semejantes calumnias en contra de nuestra amiga?

Y sin previo aviso, se lanzo sobre mí y me comienza a golpear el pecho con toda su fuerza.

Los gritos de Elsa despertaron a Mélin y comenzó a llorar de una manera aterradora, y aun así mi amiga no dejaba de golpearme.

Unos segundos después de que mi hija comenzara a llorar, mis padres y mi hermana irrumpieron en mi habitación y al principio se quedaron atónitos de ver a Elsa tan enfadada y gritándome todo su repertorio de groserías.

Dana fue la primera en reaccionar y fue por Mélin, quien no paraba de llorar. Mi hermana saco a mi niña de mi habitación arrullándola y cantándole una canción de cuna.

Intento agarrar las manos de mi amiga pero es veloz y no logro atrapas ninguna. Sus golpes en lugar de perder fuerza, van ganando más y más. Mis padres se percatan de lo que intento hacer y la toman por los hombros, logrando separarla de mí.

―Eres un estúpido, cara de mierda―me grita y se gira para abrazar a mi madre.

Como dije, Elsa será una chica ruda y rebelde pero tiene un corazón de oro y en ocasiones su corazón es tan sensible como el de un pollito.

Mi madre me mira molesta y aparto la mirada. Nunca le ha gustado que yo sea el responsable de las lágrimas de las mujeres, aunque a mí tampoco me ha gustado. Y aunque, me tarde mucho tiempo en descubrirlo, fui el responsable de muchas de las lágrimas de Kendra por mis idioteces ya ahora, soy el responsable del colapso emocional de Elsa.

Me atrevo a mirarla y mi corazón se encoje ante la escena. Su cuerpo da pequeñas sacudidas por sus sollozos, parte de su maquillaje ya se corrió y las lágrimas no dejan de brotar de sus ojos.

―Mateo, ve a prepararle un té de tila―me pide mi madre y se lleva a Elsa fuera de mi habitación y de camino a la suya.

―¿Qué sucedió, hijo? ―pregunta mi padre con preocupación.

No sé que responderle. ¿Qué supone que debo decir?

Perdí a Kendra hace tiempo a causa de mis tonterías y si pierdo ahora a Elsa, no podré soportarlo. Ambas eran las únicas chicas que no se aburrían de mí y que me soportaban cuando estaba todo ebrio. Ellas siempre han estado conmigo cuando las necesitaba y no paro de cometer error tras error, y de alejar a las personas que de verdad me aprecian.

Quizá no nací solamente para sufrir y está escrito en mi destino no encontrar el amor de ninguna manera. Puede que en esta etapa de mi vida, sea el momento de que todas esas personas me dejan y me convierta en un hombre infeliz de por vida.

Es más... esa canción que siempre escuchaba cuando la primer chica que ame me dejo, tenga razón y yo: "No nací para amar".

―Solamente dije algo que no debía―respondo al cabo de unos minutos.

Giro sobre mis talones y salgo de mi habitación, para prepararle su té a Elsa.

Bajando cada escalón me pongo a pensar en los viejos momentos felices que tuve con mis dos amigas. Cada escalón que bajo, es como ir dejando un pedazo de mí y que quizá sea imposible recuperar en el futuro.

Sé cómo es Elsa a la hora perdonar, porque en eso se parecen ella y Kendra. Puede, que esa sea la cosa que tienen en común. Ambas se tardan mucho en perdonar y más si esa persona la hirió mucho.

***

Cuando subí la habitación de mis padres a dejarle el té a Elsa, pude escuchar parcialmente la conversación que tenían ella y mi madre.

―¿De verdad dijo eso? ―le pregunta mi madre sorprendida.

―Sí, ¿por qué siempre confía más en las palabras de las personas ajenas? ―responde Elsa sorbiéndose la nariz―Aun no puedo creer que alguien sea capaz de inventar algo así sobre Kendra y más cuando ella está luchando por su vida.

"Ella jamás haría algo así, mucho menos tratándose de Mateo...él es el amor de su vida y jamás estaría con alguien que no fuera este idiota.

―Lo sé, cariño―le dice mi madre tratando de tranquilizarla―. Pero los hombre así son, cuando los celos los ciegan son como cavernícolas sin cerebro alguno.

Haré de cuenta que no escuche a mi madre, llamarme cavernícola sin cerebro. Por dentro quiero reír, porque es la primera vez que escucho a mi madre decir algo ofensivo hacía los hombres.

―Se supone que le prometió a Kendra confiar en ella pasara lo que pasara y mire―otro sollozo sale de su garganta―, va y le cree a no sé quién. Kendra dejo mucho por él, a sus amigos y sobre todo vivió su embarazo sola―me trago el nudo que se me forma en la garganta―...Mateo, no sabe lo que lloro, las de veces que quiso rendirse y morirse.

"Ella es inocente de esa calumnia y si la responsable es quién creo que es, mañana va a despertar respirando por un tubo.

Si es verdad lo que dice Elsa, habré cometido la peor estupidez del mundo. Si todo es falso, habré herido los sentimientos de mi mejor amiga y de la madre de mi hija.

Dios, si todo es mentira...me odiare el resto de mi vida.

***

Debo admitir que no me fue tan mal con Elsa. Solo me soltó otra bofetada cuando entre a darle su té y una patada en donde no debía.

Pobre del chico que termine siendo su marido.

Después de darme mi paliza y dejare recomponer me saco arrastras de la casa, porque según ella teníamos cosas que hacer. Cuando le dije que a dónde íbamos, ella respondió que a casa de alguien a quien le daría una paliza.

No creo que vayamos a casa de Carlos, ya que ella tiene una orden de restricción por haberle roto una botella en la cabeza hace casi dos años. Quizá vayamos a casa de Lina, puede que piense que ella fue quien me dijo lo de Kendra.

Elsa y Lina nunca se han llevado bien. Las pocas veces que se cruzaron en la calle, terminaban envueltas en una pelea.

Caminamos por más de veinte minutos entre las casas que conforman el condominio de "Los arbustos presidenciales" y nos detenemos en una gran cosa estilo victoriano.

―¿Qué hacemos aquí? ―le pregunto desconcertado―. No conozco a nadie que viva en este lado de la ciudad.

Ella mira con desprecio la entrada de la casa.

―Quieres saber la verdad, ¿no? ―dice golpeando la puerta―Pues te voy a demostrar que lo que te dijeron es mentira.

"Y además, le partiré la cara esa niña chismosa. Sara se quedará sin algún diente en menos de tres minutos.

¿Acaso esta es la casa de Sara? ¿Me trago a la casa de Sara? Algo me dice que nuestra visita no terminara bien y nosotros dos terminaremos encerrados en la estación de policía.

Además, ¿cómo sabes que fue Sara la que me dijo eso? Yo no mencione nada en ningún momento. De verdad, que mi amiga es una bruja...

Toca varias veces el timbre y nadie responde. Enfadaba, golpea con mucha fuerza la puerta. La conozco y sé, que no irá hasta que alguien le abra.

―Ya van―grita la voz de Sara del otro lado de la puerta. Cuando abre la puerta, ella se congela al ver a Elsa.

―¡Ho..hola! ―tartamudea sorprendida―¿Qué hacen aquí?

Mi amiga le da esa sonrisilla que a todo mundo le da miedo y Sara retrocede dos pasos.

―Tú sabes que hacemos aquí, pequeña zorra―responde Elsa sin dejar de sonreír―. Y si no quieres que te rompa la cara, será mejor que hables con la verdad.

Sara palidece y se retuerce un mechón de cabello con nerviosismo.

―No...no sé de qué me hablas―susurra llena de miedo y eso cabrea a Elsa.

Entra a la casa sin permiso y toma el cuello de Sara con las manos.

―Mejor habla, o me encargare de que le pase algo muy malo a tu "noviecito" ―le amenaza y un chillido sale de la garganta de la pobre de Sara.

Yo no sabía que ella tenía novio. Nunca la he visto con algún chico y todos dicen que ella piensa convertirse en monja en cuanto termine la preparatoria.

Creo que es tanta la envidia de Elsa hacia Sara, porque se volvió su segunda mejor amiga, que está inventado cualquier tontería para desacreditarla ante mis ojos.

―Yo...yo...―la voz de Sara es baja y me tengo que esforzar en escucharla―. Te mentí, Mateo. Kendra, jamás durmió con Carlos.

¡Boom, boom!, es lo que no paro de escuchar dentro de mí.

Cada parte de mi mente que se creyó la mentira de Sara, explota dentro de mí y le da paso al cargo de consciencia.

―¿Cómo pudiste mentirme? ―pregunto sorprendido―Creí que eras mi amiga y la de Kendra.

Los ojos de Sara se llenan rápidamente de lágrimas y algunas logran recorrer sus mejillas.

―Por amor―responde y eso me sorprende aun más―. Te mentí por amor.

Elsa se enoja y la avienta contra las escaleras. Sara esta medio sentada sobre ellas, llora sin parar y mira de soslayo hacía una de las puertas del segundo piso.

―¿Cuándo vas a entender que él no te ama? Él ama a Kendra―¡Diablos! ¿Están hablando de mí? ―. Siempre te ha utilizado para ponerla celosa.

¿Un momento, qué?

―Yo jamás la he utilizado para...

―¡Cállate, Mateo! ―me interrumpe Elsa molesta―No todas las chicas están enamoradas de ti.

"La tonta de Sara lleva casi tres años siendo la "amante" de Carlos y en ocasiones de Maximiliano, ambos la utilizan con el mismo fin pero es tan tonta, que prefiere engañarse a sí misma.

"Vales mucho, Sara―comenta Elsa tranquila y me sorprendo, al ver que aún no cumple su promesa de romperle la cara―. No dejes que esos dos arruinen tu vida, pronto encontraras al hombre tu vida.

"Existen muchos chicos que te consideran bella, pero si tú no te valoras como mujer... nadie más verá lo que en realidad vales.

Esta es la Elsa que ama Kendra. La chica que ayuda incluso a las personas que han sido crueles con ella o sus amigos.

Sara llora aún más y mi amiga se sienta junto a ella. La abraza con fuerza, transmitiéndole consuelo y parte de mí, siente lastima por Sara. Ha tenido que dormir con Carlos y Maximiliano, para sentirse querida.

―¿Por qué diablos no estás en la cama, Sara? ―escucho gritar a la voz de Carlos y mi ira crece dentro de mí.

Ese hijo de mierda está aquí. Con rapidez entro a la casa de Sara, paso junto a ellas y subo corriendo las escaleras. Una de las puertas se abre y Carlos palidece al verme.

―¡Hola, idiota! ―le digo con fingida alegría―¿Sabes? Me acabo de enterar de que tienes una cita pendiente con mis puños y ya no pueden esperar más.

Sin más, le suelto un puñetazo en el estómago y se encoge para soportar el dolor. Le voy un codazo en la espalda y cae al suelo.

―¿Cómo te atreviste a mentir sobre Kendra? Me hiciste dudar de la mujer que amo, me hiciste odiarla.

Le voy patadas sin parar. Esto y más se merece por todo lo que me hizo pensar de mi mejor amiga, del amor de mi vida, de la madre de mi hija.

―Mateo, detente―me grita Elsa y me detengo―. Déjame a mí, no hay nada más vergonzoso para un hombre, que saber que una mujer lo golpeo y que lo dejo noqueado.

Y dicha su frase, le sonríe salvajemente a Carlos, quien deja salir un chillido de miedo. Se acerca lentamente a él, para darle dramatismo y torturar más a ese idiota.

―¡Buenas noches, Carlos! ―le susurra y le pega en sus miembros delicados.

Carlos deja escapar un grito de verdadero dolor y me ríe de eso. Aunque, mi sonrisa no dura mucho pues Elsa me fulmina con la mirada.

―Ahora, tú―me señal molesta―. Quiero que vayas al hospital y te disculpes con Kendra, porque si no lo haces, te juro que te golpeare hasta dejarte sin bolas.

No puedo evitar reírme de su amenaza pero comienzo a caminar hacia la salida.

―Nos vemos en mi casa―le digo―. Hazle caso a Elsa y valórate a ti misma, Sara―le susurro al estar cerca de ella―. Eres hermosa y vales mucho, cualquier hombre quisiera estar a tu lado y yo conozco a uno que te ama con locura.

Ella me mira sorprendida y para responder a esa pregunta no dicha, señalo una fotografía en la que aparecen ella y Bryan.

―Siempre te ha amado pero tenía miedo de decírtelo.

Salgo de la casa y me pongo a pensar en todo lo que sucedió este día, primero golpee a Marcos porque dijo que lucharía por Kendra―eso me recuerda que tengo una conversación pendiente con Elsa, sobre ¿cómo termino siendo el padrino de mi hija?―, vi cómo le lanzaban jugo a Lina en el rostro, me encontré con Elsa y descubrí que me mintieron sobre Kendra.

El día de hoy se resume en una frase larga: Una vieja amiga regreso. Esa amiga me hizo darme cuenta de mis errores. Me hizo ver que soy tan ciego cuando los celos florecen en mí... Por esta vieja amiga, ahora, podré recuperar a la mujer que amo.

r&~

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