Edward
Recorrimos las calles de Port Angeles en mi moto hasta que encontramos un local muy bueno, el Shutter. Era una discoteca con música a tope, mucha gente bailando, incluía un cuarto oscuro usado por la mayoría de los asistentes, y varios días en los que hacían barra libre. Hoy era uno de esos días. Y además habían gogos sobre el escenario bailando. Tanya y yo nos acercamos hacia la barra y pedimos dos cubatas que nos sirvieron al instante, en seguida el alcohol consiguió animarnos y empezamos a bailar en el centro de la pista.
Lo cierto es que lo de Tanya y mío se acabó hace tiempo, y estoy seguro de que nunca volverá a suceder, pero aun me seguía pareciendo guapa. Podía opinar eso tranquilamente de mi amiga ¿no? Y a parecer no era yo el único que lo pensaba. Ella tenía el cabello rubio afresado, la piel clara típica de Forks y los ojos color café. Mientras estaba bailando, un chico se le acercó y se pusieron a bailar muy pegados al ritmo de la pegadiza música. La vi a gusto y le hice la señal de: Dame un toque al móvil cuando quieras irte, fui hacia a barra y volví a pedir un cubata, esta vez era una camarera la que me atendía.
Observé al completo a la chica. Llevaba un short vaquero muy ceñido, corset... en fin, ropa que no dejaba mucho a la imaginación. Y estaba muy buena, todo hay que decirlo. Su peinado era un corte recto, pelirroja y ojos verdes, alrededor de los diecinueve o veinte años. Me sirvió el cubata y se fue, no sin antes echarme una mirada, como las que me estuvo echando durante toda la noche.
Bella
Llegué en tiempo récord a mi casa, subí dándole prisas al ascensor y tiré el bolso al sofá del recibidor. Encontré a Renée en la cocina, hablando muy tranquilamente con Phill.
-Mamá, ahora mismo me vas a explicar qué demonios es eso de que tenemos que irnos a Europa- espeté irrumpiendo en la estancia. Ambos se callaron y me atendieron.
-Bella, hija... Ha salido un negocio muy jugoso para extender mi marca de ropa a nivel mundial, y para ello tenemos que irnos a Europa.- DEbí de poner cara de espanto.- Hija no es tan malo, viviremos en París, tendrás cerca las mejores tiendas y calles para ir de compras y...
-¡¿Y tú te crees que eso me compensa?!-la interrumpí.- Este iba a ser el mejor año de toda mi vida, ¡Y ahora resulta que tengo que irme a Europa!
-Tienes que venir, hija, no puedes quedarte aquí sola.
-Dentro de poco cumpliré a mayoría de edad.
-Peor no a tienes todavía, y no pretendo dejarte aquí sola en lo que la cumples, además, nos iremos en cinco días.
-¡Cinco días!-dije exasperada.- Mamá, ¿no lo entiendes? ¡No puedo irme de aquí! ¡No quiero irme de Nueva York! Aquí tengo toda mi vida hecha.
-Y te entiendo, pero no te voy a dejar aquí sola.
Nunca pensé decir lo que estaba a punto de decir. Pero lo dije sin más.
-Si no me dejas quedarme aquí... Me iré con papá.
Mi madre abrió os ojos desmesuradamente, Phill se llevó la mano a la frente y negó con la cabeza, él no tenía por qué meterse en esto pero quedaba claro que no estaba de acuerdo con que me fuera a vivir con mi padre.
-Bella, ¿te estás escuchando? ¡Ir a vivir con Charlie!
-¿Qué? ¿Es algo malo o qué? Aunque tú tengas mi custodia, es mi padre de todas maneras y puedo ir a visitarle cuando quiera.
-No te digo que no pero igual tendrías que dejar aquí a tus amigos.
-¿Y qué? ¡Al menos no estaría al otro lado del jodido Océano Atlántico!
Nos quedamos caladas durante un momento, y luego Renée volvió a hablar.
-Mira, voy a dejarte hasta mañana que te lo pienses, pero ten en cuenta que donde quiera que vayas, vas a tener que rehacer tu vida, pero aquí no te quedas. Siempre te he dado todo lo que has querido, pero lamentándolo mucho, no voy a dejarte que te quedes en Nueva York. Es París... o Forks.
Salí de la cocina, subí las escaleras y me encerré en mi habitación de un portazo. Creo que el sonido se escuchó por toda a casa. ¡Pero por qué tenía que pasarme esto a mí! Supuestamente este iba a ser un año de lo más memorable para mí, y ahora tendría que irme lejos de aquí. París... No era una mala opción. Allí tendría todo lo que quisiera... Pero yo no hablo francés y no tengo ganas de aprenderlo. Y los institutos de allí... no, no me convencían. Cogí mi móvil e hice una llamada.
-Jefe de policía Swan, ¿en qué puedo ayudarle?
-¿Papa?
-¡Oh, Bella! ¿Y eso?
-Nada, me apetecía... Hablar un poco contigo.
-Claro hija... Habla lo que quieras, sabes que sé escuchar.
-Sí, lo sé... Oye, ¿qué tal va todo por ahí?
-¿En Forks? Todo bien por ahora, ha habido poco movimiento, sabes que es un pueblo tranquilo. ¿Y cómo te va a ti? Hacía semanas que no me llamabas, estaba empezando a preocuparme.
-Oh pues... Ya sabes, acabo de empezar el instituto, mamá metida en sus negocios... en fin, lo de siempre.
-Ya me lo imagino... Bella, ¿te pasa algo?
-No, ¿por qué?
-Te noto rara, cariño ¿seguro que todo va bien?
-Sí, no te preocupes papá... Solo quería saber cómo iba todo.
Me despedí de él y colgué. Definitivamente y por mucho que me costase creerlo, echaba de menos a Charlie. Y no era porque vivía en una gran mansión llena de lujos, porque la verdad era que su morada consistía en un dúplex en el centro de ese aburrido pueblo, sino que me hacía falta ver a mi padre. Y en Forks me sería más fácil rehacer mi vida, claro que... esto no sería para siempre, ¿verdad? A la hora de la cena me senté en la mesa del comedor mientras nos servían a comida. Mi madre me miraba como esperando una respuesta, y yo ya la tenía.
-Me iré con Charlie.
-¿Estás segura, hija?
-Sí, es preferible quedarme dentro de los Estados Unidos si no quiero ser una marginada social.
-Muy bien... ¿quieres irte en avión o...?
-No, me iré en mi coche.
-¿Todo ese trayecto en tu coche? Son 370 kilómetros.
-Sí, no pienso dejarlo aquí para que se lo coman las ratas. Y me da igual lo que tarde en llegar allí.
-¿No crees que destacará mucho en un pueblo como Forks?
-Eso me da igual, yo me voy con mi coche y punto.
-Vale vale, al fin y al cabo es tuyo y puedes hacer lo que te dé la gana con él.
La cena transcurrió en paz a simple vista, pero quien mirase en mi interior, vería que estaba furiosa. Me quedaría en Estados Unidos, pero perdería mi puesto como capitana, mi popularidad, mis amigas... y a Mike.
Edward
Me alejé de ella, me quité el condón y empecé a arreglarme la ropa. Ella hizo lo mismo.
-Ha sido alucinante-me dijo.
-Sí-corroboré, aunque no era lo que en realidad pensaba.
Me arreglé el cabello, es decir, me lo despeiné de nuevo, y me dirigí hacia la puerta.
-¡Eh! ¿No me vas a decir tu nombre?-dijo aquella pelirroja, me giré un poco para mirarla. Se estaba subiendo el tanga y ahora los pantalones.
-Edward-me presenté.
-Sophie. Y... ¿cuántos años tienes?
-¿A caso te importa?
-Oh no...-empezó.- No me digas que eres un cuarentón pervertido.
-¿Te parezco un cuarentón?-inquirí.
-No, la verdad.
-Tengo dieciocho.
-¡Dieciocho!-exclamó sorprendida.-Dios mío, ¿cómo puede un niñato como tú follar tan bien?
Me di la vuelta y sonreí de lado.
-Práctica, supongo... Adiós Sophie.
Me largué de allí y salí del local. Cuando me dispuse a sentarme y encender un cigarro cuando Tanya salió echa una furia.
-Nos vamos-dijo secante.
-¿Qué ha pasado?-e pregunté, la seguí hacia donde estaba mi moto aparcada.-¿Te ha hecho algo ese gilipollas?
-¡No! ¡La pregunta correcta sería; qué no me ha hecho que debería de haberme hecho!
-Vale, creo que estoy perdido...
-¡El muy capullo! Estaba buenísimo, pero visto lo visto parece que el niño no servía.
-¡No me jodas!-me reí.- ¿Gatillazo?
-¡Sí!-dijo ella enfadada.- ¡Oye guapo no te rías!
-Qué fuerte, un gatillazo...
-Me dejó con el calentón el muy guarro.
-Ay Tanya Tanya... Estas cosas solo te pasan a ti.
Me miró ceñuda y sonrió.
-¿Quién es?
-¿Cómo?
-Que con quién has ligado esta noche.
-Ligar ligar... No precisamente eso, era la camarera de la barra.
-¿Te has follado a la camarera? ¡Dios nene, eres mi ídolo! Eres un experto en camelar a las tías.
-Lo sé, lo sé...
Hice reverencias y ambos acabamos explotados de la risa. Nos montamos en la moto y volvimos hacia Forks. Con Tanya podía hablar de estas cosas, era una amiga formidable pero que para mí no pasaba a más de eso, una amiga.
Bella
Al día siguiente en el instituto, comuniqué la noticia a mis amigas.
-Pero... ¿cómo que tienes que irte?-dijo Jess.
-Mi madre se va a Europa, y yo no puedo quedarme aquí sola, así que me voy a vivir temporalmente con mi padre a Forks, Washington.
-¿Y qué vas a hacer con las animadores, y con Mike?
-No me va a quedar de otra que elegir nueva capitana y... cortar con Mike.
-Va a ser o mejor-corroboraron mis amigas.
El plan era el siguiente: Ese día cortaría con Mike, y a los dos días tendría todo listo para irme a Forks. Estaba decidido y no había marcha atrás.
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¡Espero que os haya gustado!