(Antes que nada a ti Charlie, o Carlos, te agradezco por compartir tu talento. Me atrevo a decir que amé tus poemas tanto como amo a los animales, son tan extrañamente perfectos con esa pizca que te hace quedarte a leer más, amo lo que haces y vuelvo a decir te agradezco por compartirlo. A todo esto he decidido utilizar uno de tus poemas, precisamente he querido utilizar "Charlie" uno de mis poemas favoritos, gracias)
El pasillo estaba en silencio, los largos tubos de las luces vibraban un poco provocando un ruido espantoso, sin embargo, el lugar parecía impecable. Todo en orden y ni una minúscula molécula de polvo sobre algún mueble. Los sillones eran nuevos, aunque los anteriores no eran feos o incómodos, éstos eran mucho mejor; el cuero negro brillaba y aún se podía sentir el olor a nuevo impregnado en su tela, dicho olor contrastaba con el olor a desodorante de ambiente de rosas.
El consultorio del doctor Kurt McCain se encontraba con su puerta cerrada, él todavía no había llegado aunque la recepcionista nos había dicho que no tardaría mucho. Era muy temprano en la mañana, alrededor de las nueve, nos habían adelantado el turno una semana ya que Kurt saldría del país en ese tiempo y al hombre no le gustaba dejar turnos pendientes.
Sostenía en mi regazo un libro del cual desconocía el nombre, era un libro de poesías del cual estaba enamorada desde hacía tiempo. Quizás había uno que me hacía recordar a Sean en todo sentido:
Llévate todo;
llévate lo que queda.
Llévate mis océanos,
llévate mis noches de verano.
Llévate el polvo, las cenizas,
el humo, los gritos,
los papeles quemados,
los versos solitarios,
mi piel, las hojas secas de primavera.
Aquella fotografía,
aquella carta
que nunca te escribí.
Llévate mis dedos nerviosos
y mis aprietos de mandíbula.
Llévate el deseo
y llévate el odio.
Llévate el desamor,
y llévate las rosas.
Llévatelo todo.
Y cuando hayas acabado,
pon sangre
en mis labios
y veneno
en mis ojos.
Encadéname las muñecas
y tira tan fuerte
que todos los huesos
de mi esqueleto
se rompan.
Y bébete el oxígeno
de mis arterias,
y muerde la suciedad
de mis venas,
y párteme.
Y por último,
llévate mi alma.
Llévate mi alma
y destrózala
cuando salga el sol.
Destrózala
cuando amanezca
en tantos pedazos
que no se pueda ver.
Destrózala
como los baños
en callejones tenebrosos
a las cinco de la madrugada.
Así que llévatelo todo.
Llévatelo.
Llévate hasta mi sombra,
y llévame a mí.
Era un tanto extraño que me recordara a él pero así lo sentía, si Sean se alejaba se llevaría todo lo mío y si se llevaba todo lo mío por ende me llevaría a mí también. Su mano se posaba sobre el borde de mi rodilla mientras que sus dedos golpeaban mi piel con un ritmo rápido. Giré mi cabeza en su dirección, tenía los ojos cerrados y su cabeza estaba apoyada sobre su mano, todo en él reflejaba tranquilidad aunque su trabajo demostraba lo contrario. Era increíble como alguien como Sean podría ser alguien dedicado al robo, a la estafa o a las peleas ilegales, todas esas actividades contrastaban con el perfil que él dejaba ver. Sean se volvió mi punto débil, podían golpearme, podían lastimarme, quemarme, cortarme, apuñarlarme, podían hacer lo que quisieran conmigo que sería fuerte pero si le hacían algo a él, estaba perdida; si lo lastimaban, me sentiría indefensa; si alguien lo matara, yo moriría también. Sean era mi círculo vicioso, mi droga, me volví tan dependiente de él en tan poco tiempo que ni siquiera se cómo aún puedo ser yo misma; lo amaba, de eso no había duda y él me amaba a mí. Podía dar cualquier cosa por él como así también siempre sería yo misma, tampoco quería perderme pero si era por él, tal vez consideraría perderme sólo para ver su sonrisa una vez más.
Algunas veces sus ojos iluminaron mi camino, otras veces sus manos me guiaron a través de la oscuridad y otras sus labios me borraron del camino, estaba dispuesta a perderme por tenerlo conmigo. El problema que ahora si yo me perdía nuestro hijo se perdía, ahora estaba limitada por un nuevo amor, por un pequeño fruto de nuestro amor. Ya no podía perderme, ahora debía mantenerme fuerte y resistir el huracán por alguien más. Y las nubes estaban cerca, el huracán nos estaba buscando para destruirnos y debía resistir, debía vivir para poder cuidar de alguien más, sobrevivir pese a cualquier obstáculo por una personita indefensa, por alguien al que mataría por poder escuchar que me llame "mamá" . Haría cualquier cosa por ellos, pero ahora tenía otro responsabilidad.
- ¿Señores Powell?- preguntó una voz gruesa llamando nuestra atención. Era un hombre alto y de unos treinta y siete años, tenía la mirada cristalizada y una alegría inminente surcaba su rostro. A su lado se encontraba una mujer de algunos años más joven que él con una sonrisa radiante y un vientre abultado, al cual abrazaba con determinación.
- ¡Felicitaciones!- les dijo Sean captando mi atención, me gustaba demasiado cuando era amable y cariñoso. La pareja sonrió con entusiasmo y el hombre pasó el brazo por encima de los hombros de la mujer.
- ¡Gracias y a ustedes también!- respondió la mujer igual de entusiasta.
Mientras ellos se marchaban por el pasillo, nosotros nos colocamos de pie. La puerta del consultorio se encontraba abierta y dentro de éste se lo veía a Kurt McCain con la cabeza apoyada en sus manos mientras cerraba los ojos, parecía estar cansado y tal vez trasnochado.
- ¿Kurt?- preguntó Sean un tanto intrigado por el doctor. El hombre saltó de su puesto y quedó recto en su asiento con la mejor postura profesional que pudo interpretar, la cual se vio completamente arruinada desde el momento en que se le escapó un bostezo.
- ¿Todo bien chicos?- intentó ser gentil pero estaba demasiado cansado para mostrar una sonrisa completa.
- Más que bien, aunque de ti no se puede decir lo mismo- bromeó mi prometido. -¿Fiesta?
- ¡Ojalá hubiera sido eso!- su animo mejoró un poco y se lo veía un poco menos tenso por el encuentro de recién. -Tuve doble turno en el otro hospital donde trabajo... En fin, Sky ¿cómo te has sentido en este tiempo?
- Bastante bien, con algunos mareos y muy pocas nauseas- dije tomando asiento frente a su escritorio.
- ¡Eso está muy bien!- comenzó a decir. -Tengo una pregunta para los dos... Es importante que se lo tomen en serio y que piensen que es lo que quieren hacer.
- Habla...- le dijo Sean un tanto inquieto por ello.
- Bueno, saben que les puedo decir el sexo de su bebé a partir del mes que viene es decir dentro de dos semanas y media puedo afirmar que será su bebé...- respondió calmado y algo dentro mío saltó con emoción. Estaba emocionada por saber que sería esta preciosura, a pesar de ello, fuera lo que fuera lo amaría por igual, no tenía preferencias con respecto a su sexo.
- ¿Tú que dices, Sky?- Sean me miró un tanto intrigado, en sus ojos había ese brillo que me decía que él lo quería tanto como yo lo quería. Ese brillo inevitable, ése que demostraba cuánto amaba desde ya a nuestro bebé, él lo amaba y yo lo amaba a él también tanto como amaba a nuestro bebé. Asentí despacio con miedo a que cualquier pudiera salir mal. -Entonces así lo haremos...
- Bien, Sky, voy a darte unas cuantas pastillas con un indicador de cuando tienes que tomarlas... Son vitaminas no te preocupes- aseguró y anotó unas cuantas cosas en letras mayúsculas para que pudiera entenderlas. Decía: pastilla naranja (1 unidad) Lunes, Miércoles y Sábado. Pastilla azul (2 unidades) Martes y Jueves. Pastilla Rosada (1/2 unidad) todos los días. Pastilla Verde (1 unidad) Domingo. -Este programa lo seguirás hasta la próxima cita.
Guardé el papel dentro de una libreta que había elegido sólo para anotar y guardar cosas sobre el embarazo. Kurt se colocó de pie y se dirigió a uno de las pequeñas repisas con cajones, los cuales tenían etiquetas con algo anotados en ellos. Abrió varios de ellos, extrayendo varias cajas de todos. Volvió con siete cajas en las manos, las cuales depositó sobre el escritorio para luego sentarse y con un rotulador comenzó a nombrarlas.
- Si llegas a quedarte sin más de alguna puedes venir a pedir más a la recepcionista- dijo entre un bostezo. -De todas maneras creo que serán suficientes.
- Bien- afirmé para luego guardar las cajas en mi bolso.
- Espero que estén cómodos con su bebé...- comentó algo distraído. -Muchos jóvenes a su edad prefieren un aborto...- agregó aunque eso parecía una insinuación...
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
¡Nuevo capítulo!
El autor de este magnífico poema es llenodevacio, todo los créditos a su increíble trabajo (del cual estoy profundamente enamorada ;) shh no le digan...) ♥♥♥
¿Qué les pareció?
Estoy viendo de que comienzan a desaparecer los comentarios aunque presiento que gran parte es mi culpa, lamento si tardo demasiado pero estoy hasta la cabeza con examenes y trabajos. Lo lamento, pero creo que a partir de la semana que viene todo comienza a relajarse un poco.
No prometo nada pero espero poder actualizar más rápido...
¿Niño o niña?
Quiero leer sus respuestas...
Los quiere. Ari ♥