“Estaba dispuesta a hacerlo...”
Eso es todo... sientes como si perdieras la cabeza por completo. No crees que valga la pena nada. Piensas y piensas, y vuelves a pensar las cosas que te han pasado últimamente y te odias cada vez mas a ti misma, por las cosas que has hecho mal, que podrías haber hecho mejor. Son errores, de los que aprendemos.
A veces es mejor cometer esos errores antes que después. Así tienes mas tiempo para aprender.
Hay veces en las que piensas. Demasiado. Tanto que sientes como si te marearas. No quieres pensar, porque todo ira peor, pero no lo puedes evitar. Es como si fueras masoquista.
Sigues pensando y te das cuenta de lo jodida que es tu vida. Nada tiene sentido. No le encuentras la lógica a nada. Piensas... ¿Porque me pasa esto a mí? ¿Nunca le hice mal a nadie? Pero realmente no sabes la respuesta... el tiempo te la da.
Miraba la muñeca mientras mordía mi labio. Mis cicatrices eran visibles, demasiado. Suspiré y miré por la ventana de mi habitación. Hacía sol en Los Ángeles.
Tragué saliva y bajé corriendo las escaleras intentando despejarme saliendo al patio de la casa. Me tumbé en la tumbona mientras los rayos de sol penetraban en mi piel, poniéndola mas morena con cada minuto que pasaba. Hacía calor. Mucho calor.
¿Justin? Ha. No sabía nada de él desde hacía unos días. No le había visto desde que me había ido de la gira. No había visto a nadie. Miré al cielo mientras recordaba que mañana tenía que coger un avión para volar hasta Las Vegas. Tendría que actuar en la gala de los Billboard Music Awards y tenía que hacer ensayos para preparar la actuación.
Tenía en mente lo que quería hacer. Y me daba igual que Jason no estuviera de acuerdo conmigo. Estaba dispuesta a hacerlo si o si.
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Caminé con mi maleta de ruedas y mi bolso sobre mi hombro, saliendo de la casa. Iba a echar de menos estar en Los Ángeles, ya que no había estado aquí desde hacía meses porque estaba en el tour por Europa. Pero tenía que hacerlo. Puse mis Ray Ban sobre mis ojos, ocultándome del sol y evitando que la gente viera las ojeras que tenía debajo de mis párpados, demasiado acentuadas.
Salí de la casa, y me metí en un coche negro que me estaba esperando justo en frente de la puerta. Me lancé a los brazos de Bruce que estaba en el asiento trasero esperando a que saliera de la casa para meterme al coche. Notaba los flashes de los paparazzi sobre las ventanas tintadas traseras.
“¿Como estas?” Me preguntó, con una sonrisa sobre su rostro, como siempre.
Yo simplemente sonreí asintiendo con mi cabeza mientras suspiraba. “Estoy bien. ¿Y tu?” Le miré a sus ojos a través de mis gafas de sol.
“También lo estoy.” Hizo una mueca con su boca haciéndome reír. Me observó detenidamente mientras el coche arrancaba en dirección al aeropuerto, donde un avión me esperaba para llevarme hacia Las Vegas. “¿Porque no te quitas las gafas?” Me miró curioso.
“Oh. No me había dado cuenta.” El rió divertido al verme.
“No me sorprendo.” Le pegué en el hombro jugando y el se quejó con un simple “auch”. No le hice ni caso. Bajé mis gafas de mis ojos por el puente de mi nariz y las recogí en uno de los bolsillos de mi bolso en un estuche para que no se rayaran. El me miró algo curioso a los ojos.
“¿Que?” Coincidí con sus ojos. El estaba algo sorprendido o preocupado a juzgar por su expresión.
“¿Has estado durmiendo bien?” Abrí mi boca para decir algo, pero poco después la cerré y asentí con mi cabeza.
“Claro. Me han venido bien estos días para descansar.”
“Pues no lo parece.” Frunció su ceño, levantando con su dedo mi barbilla. “______. ¿Todo bien?” Estaba tan cansada de que todo el mundo me hiciera la misma pregunta miles y miles de veces. Era como si ya me acostumbrara a contestar lo mismo y estuviera programado en mi mente.
“Si, todo bien. Es solo el calor. Ya sabes lo que me afecta.” Asintió su cabeza sin estar convencido. Lo vi en sus ojos.
Minutos después llegamos al aeropuerto de Los Ángeles y embarcamos en un vuelo privado que nos llevaría a Las Vegas. Ni siquiera me di cuenta cuando llegamos. Simplemente abrí mis ojos y el avión acababa de aterrizas en el aeropuerto de la gran ciudad. Suspiré y me desperecé, estirando todas mis extremidades.
“Señorita dormilona Smith. Llegamos a Las Vegas. Cuando quiera puede bajar por las escaleras... pero si quiere la puedo coger en brazos para que no tropiece y se caiga. Ya ves, son gajes de dormir demasiado.” Bruce dijo con voz de azafata y empecé a reír, arrojándole a la cabeza mi almohada de dormir.
“Bruce!” Grité, renegándole con mi tono. “No es gracioso.”
“Para mi si.” Se encogió de hombros y empezó a reír, mientras yo me levantaba de mi asiento para coger mi bolso y mi iPhone con mis Ray Ban en mis manos.
“No te deberías de burlar de personas con insomnio.” Le fulminé con mi mirada y el ceño fruncido. Salí afuera, mientras el aire chocaba en todas las direcciones contra mi cuerpo y agitaba mi cabello. Despeinándolo por completo. Lo recogí detrás de mis orejas y bajé con cuidado por las escaleras. Suerte que había elegido shorts muy cortos para viajar. Si no estaría hacer horas muerta de calor.
Hacía tanto calor.
Suspiré y esperé a Bruce caminando hasta entrar al aeropuerto, entramos y bastantes fotógrafos y paparazzi se nos quedaron mirando. Rápidamente los miembros de seguridad y dos guardaespaldas que me habían acompañado, intervinieron para que no me aplastaran o me agobiaran intentando abrirme paso entre toda la gente.
Era muy agobiante la mayoría de veces.
Escuchaba preguntas, que me hacían estremecer. “¿Es verdad que estas peleada con Justin?” Mier*da. Al parecer las noticias corrían como la pólvora. ¿Como eran capaces de enterarse de todo eso? Era increíble. ¿Que si eran de la C.I.A? No me extrañaría mucho.
Llegamos al coche y nos montamos para que rápidamente el conductor arrancara en dirección al hotel. Tres días y la gala comenzaría. Suspiré. En unas horas tendría que estar lista para ir a los ensayos en el escenario. Quería que todo saliera a la perfección.
Suspiré con resignación. “¿Es eso verdad?”
La voz de Bruce me hizo volver mi rostro para encararle. “¿El que?” Intenté hacerme la loca, haciéndole ver que no sabía de lo que estaba hablando.
“Tu y Justin estáis peleados...” Miré a mis manos intentando esquivar su mirada. Mordí mi labio. “Oh, entonces es cierto.” Asentí con mi cabeza.
“Las cosas se han complicado bastante en estas últimas semanas.” Me encogí de hombros intentando sonreir levemente para quitarle importancia al asunto. Aunque el me conocía. Se podía ver el dolor en mis ojos, mi mirada...
Suspiró. “Jason me comentó algo. Scooter y él hablaron el último día de tour, antes de irnos de Sudáfrica.”
“Oh.” Vaya, eso no lo sabía. Asentí con mi cabeza, sin saber mas que decir. ¿Que podía hacer o decir en este momento? Nada.
“Justin estaba raro antes del concierto y justo cuando acabó, habló con Scooter y le contó todo lo que había pasado.” Le miré, esta vez a los ojos.
“No lo sabía.” Mordí mi labio y pase mi lengua por él, para tragar saliva poco después.
El coche se detuvo justo antes de que el pudiera continuar hablando. Bajamos de allí y Bruce me indicó que fuera con él. El conductor bajó las maletas de él y mías y las dejó en la entrada del hotel mientras íbamos a recepción, pero segundos después nos indicaron las habitaciones donde nos alojaríamos.
Jason ya estaba en su habitación. Pero ni siquiera le fui a ver. Simplemente quería estar sola antes de salir para irme al recinto donde estaba el escenario. Suspiré tirándome en la cama y miré al techo. Estaba algo cansada del calor y del viaje, pero era normal. Mas lo iba a estar después de ensayar.
Me cambié de ropa. Opté por unos shorts vaqueros negros y unas botas arrugadas negras. Me puse una camiseta algo escotada y me senté sobre la cama. Eran las dos y media de la tarde. Tenía hambre.
Justo entonces, como si alguien me hubiera leído la mente. Llamaron a la puerta. “¿Si?” Grité y escuché a los pocos segundos una voz conocida.
“Servicio de habitaciones!” La puerta se abrió y me encontré a Jason pasar con un carrito lleno de comida, olía desde donde estaba yo sentada. Sonreí haciendo una mueca con la esquina de mi boca al ver sus ojos sobre mi.
“Jason!” Dije contenta y el vino hacia mi a la vez que me levantaba. Acababa de cerrar la puerta detrás de él y dejo la comida a un lado de la habitación. Vino hacia mi y me envolvió en un abrazo mientras pasaba sus manos por mi espalda, acariciándola suavemente.
“¿Como estas _____?” Noté su voz en mi oído. Parecía algo preocupado.
“Bien.” Me aparté de él y me miró con mirada de preocupación. “Estoy bien.” Sonreí contenta.
“¿Como te fueron estos días?” Me preguntó curioso mientras se sentaba en un sofá que había al fondo de la habitación y yo me sentaba a su lado. Suspiré.
“Bien. Ya sabes... necesitaba un descanso.” Hice una mueca. No había hablado con él desde que tuve aquel ‘incidente’. La tensión se podía sentir en la habitación. Tanto, que se podía cortar con un cuchillo.
“Me alegro.” Asintió con su cabeza. “Escucha yo...” Le miré a los ojos cuando se calló sin saber muy bien que decir. Pasó sus manos por su rostro con frustración y sin saber que decir. Sabía muy bien a lo que se refería. Le miré, intentando decirle con mi mirada que siguiera. “Yo... no debí comportarme de esa forma contigo. Sabes perfectamente que no soporto cuando te pones con esa actitud y me... supera.” Me miró, levantando sus ojos de sus manos, no las paraba de mover nerviosamente.
Asentí con mi cabeza. “Esta bien, no importa.” Hice una mueca con mi rostro y después sonreí. “No pasa nada.”
Se acercó a mi y me abrazo. “Quería llamarte desde que llegamos a Los Ángeles, pero tu teléfono estaba desconectado.” Me dijo en mi oído y luego se apartó.
“Oh, si. Quería descansar de todo.” Sonreí.
“¿Tienes hambre?” Preguntó levantándose del sofá y asentí. Los dos reímos.
“Estoy muriendo de hambre!”
“Entonces, vamos a comer. Traje la mayoría de lo que te gusta.” Dijo contento dirigiéndose hacia la comida y trayéndola hacia donde estábamos sentados. “Pero no te pases... tienes ensayos en un par de horas.” Hizo una mueca, y fruncí mi ceño.
“¿En serio Jason? Es como ir a McDonalds y decir que te sirvan una ensalada!” El rió por mi comentario.
“Esta bien, pero hazme caso. No querrás ponerte mala en medio de los ensayos.” Suspiré. Sabía lo estricto que podía llegar a ser con las comidas y las actuaciones.
“Vale.” Me resigné, suspirando con cansancio.