-En la nevera hay comida congelada suficiente para un regimiento, hay fruta, dejé bastante jugos en la alacena... creo que es todo.
-¿Estás segura?
-A ver –Dakota cerró su bolso y se lo echó al hombro- Ya recuerdo, se acabaron los pañales entrenadores de Pipper, talla mediana, le gustan que sean de color rosa.
-Iré al supermercado enseguida –tomé su maleta y se la tendí- ¿Enserio tienes que ir?
-Solo es una sesión de fotos –ella dejó sus bolsas junto a la puerta y vino de nuevo echándome sus brazos al cuello- será el fin de semana, estaré de vuelta el domingo por la noche.
-No te vayas –comencé a hacer pucheros y la estreché contra mi cuerpo- Podemos hacer cosas más emocionantes aquí.
-Basta Jamie, compórtate –me dio un tironcito en el cabello- ¿Estarás bien con las niñas?
-Estaríamos mejor contigo –comencé a besar su cuello medio gimoteando como hacía Zeppelin cuando quería salir- Ya te estoy extrañando.
-Estarán bien sin mí, venga, Londres me espera –me tomó el rostro entre sus manos y vi como mordía seductoramente su labio- Además, si te portas bien... puede que te de un premio.
-Me gusta cómo suena eso.
Afuera el taxi sonó el claxon, Dakota intentó soltarse pero la sostuve contra mí.
-Dímelo o no te dejo marchar.
-Muy bien señor Dornan –me dio un beso rápido en la barbilla y luego pegó sus labios en la oreja- Puede que te ayude a cumplir tu pequeña... fantasía.
-Me acaba de provocar una erección señora Dornan –gruñí, y era verdad.
Ella se rio hasta que se subió al taxi y se despidió agitando la mano por la ventana, en fin, un fin de semana sin ella... esperaba que se pasara rápido, hoy era viernes y las niñas estaban tomando una siesta en la sala, Dakota se despidió de ellas cuando las acostó para evitar que hiciera dramas, así que aproveché para hacer la colada y limpiar un poco la cocina, una hora después las niñas despertaron y salimos de la casa, compramos los pañales de Pip y fuimos por unos helados, esa noche ordenamos pizza y la comíamos mientras jugábamos con el Wii.
-Yo juega –Pip me quitó el control, jugábamos a los bolos- Yo juega papi.
-Bien, es tu turno.
Mis hijas eran malas jugadoras pero sin duda cuando crecieran serían de lo más competitivas, Dakota nos llamó para avisarnos que había llegado con bien a su hotel, nos dio las buenas noches y cuando acabamos la cena llené la tina y metí a las pequeñas, suelen portarse bien pero sin la ayuda de Dakota el baño terminó salpicado por todos lados y las niñas me empaparon la ropa, las envolví en sus toallas y las llevé a su habitación, me descuidé un minuto para ir por sus pijamas al cuarto de lavado y al volver ambas saltaban en la cama y las toallas estaban en el piso.
-Ustedes par de ranas saltarinas –tomé a Pipper pero Dulcie siguió saltando- Pórtense bien, mamá se va a poner tiste si sabe que no me hicieron caso.
-Somos buenas ¿verdad Pip?
-¡Ti!
Ambas se revolvieron mucho y tardé el doble en ponerles el pijama, las acosté y les di las buenas noches.
-¡Puento papi!
-No nos has contado un cuento –asintió Dulcie.
-De acuerdo –me acomodé en el vano de la puerta y empecé a improvisar- Veamos, había una vez dos pequeñas ranitas saltarinas que vivían en un estanque, un día su mamá tuvo que salir a comprar mosquitas para que comieran las ranitas, ellas se portaron bien y cuando su mamá volvió comieron cosas ricas, el fin.
-¡No papá! –Dulcie se cruzó de brazos- Otro.
-No, ya es hora de que las ranitas se duerman.
-¿Las ranas eran mágicas?
-Eh... sí, eran mágicas.
-¿Puincesas? –preguntó Pip.
-Sí, eran ranas princesas –apagué la luz- Ya duerman.
-¿Y fue un príncipe a rescatarlas? –Dulcie sonrió- ¿Les dieron un beso para hacerlas princesas?
-Eso se los cuento mañana, a dormir.
-¿Cuándo me dará un beso un príncipe?
-Quizá cuando cumplas treinta Dulcie –volví a arroparlas- Ya duérmanse.
Ambas se rieron cuando cerré su puerta, Zeppelin me esperaba afuera de la habitación, le di su cena y lo saqué al jardín, luego me eché en uno de los sofás de la sala y comencé a ver videos de Don Rickles hasta bien entrada la madrugada y me quedé dormido allí, pero fueron solo un par de horas ya que dos pequeñas comenzaron a saltarme encima desde temprano, les calenté algo de lo que había dejado Dakota y las puse a comer frente al televisor para dormirme un poco más, fue una mala idea ya que cuando desperté sentía la cabeza rara, me toqué el cabello y sentí primero algo pegajoso, cuando miré mi mano era una sustancia brillosa ¿Qué rayos? Las niñas miraban un programa de dibujos y fui al baño: habían usado su kit de salón de belleza en mí, tenía brillos, moños y me habían hecho varias colitas, tardé casi veinte minutos en quitarme aquello pero el brillo no se fue del todo. Y apenas era medio día.
Cuando salí del baño noté que no era el único afectado, Zeppelin estaba igual, así que salimos al jardín y ellas se pusieron a jugar en la caja de arena mientras yo bañaba al chucho, claro que mis niñas traviesas habían aprovechado la manguera y llenaron el arenero de agua porque, según ellas, querían hacer una playa en el jardín como Phineas y Ferb, iba a demandar a Disney por eso.
Mientras comíamos por la tarde llamé a Dakota, se estaba moviendo de locación para hacer más fotos pero ya casi había acabado.
-Los echo mucho de menos, adelantaré mi vuelo para salir esta noche si es posible.
-No hace falta, aquí llevamos bien las cosas.
-Pis papi –Pip se levantó de la mesa y salió corriendo al baño.
-Bueno, pero saldré bien temprano el domingo ¿vale?
-Está bien, cuídate y te llamo por la noche.
Cuando colgué vi a Pip volver de nuevo con una mancha oscura en sus pantalones, suspiré.
-Nu pis papi.
Después de limpiar el desastre era hora de hacer ejercicio, había adaptado un pequeño gimnasio en el sótano y a las niñas les gustaba acompañarme, corrí e hice algo de pesas mientras ellas intentaban levantar una de las más pesadas pero no conseguían ni moverlas, luego hice flexiones cargándolas y Dulcie las contaba entre risas, de nuevo la ducha y la hora de dormir fueron igual que anoche pero esta vez sin preguntas incómodas, ahora caí rendido apenas puse la cabeza en la cama, desperté cuando sentí que la cama se hundía a mi lado y pegué un salto del susto, allí estaba Dakota con una preciosa sonrisa y tan fresca como si recién se levantara.
-Sorpresa –me besó.
-Me alegra tenerte de vuelta –le devolví el beso- ¿Cómo estuvo tu fin de semana libre?
-Encantador ¿te gusta mi corte? –Le habían cortado un par de centímetros a su cabello y las puntas se le ondulaban, además olía a frutas.
-Me encanta –le aparté el flequillo- ¿Sabes? Me bastó estar la primera hora sin ti para saber lo mucho que te necesito a mi lado.
-¿Enserio? Pensé que aguantarías más –se rio y me besó de nuevo afanosamente- Tu eres el que dijo que queríamos tener nuestra familia, imagina cuando se agrande.
-Por eso quiero cada momento a tu lado –ella ya estaba mordisqueando mi barbilla cubierta de barba- Estoy perdido sin ti.
-Lo dices porque quieres que te de tu premio –alzó una ceja- ¿Cómo te portaste?
-Seguro tendré sobresaliente, cuando las niñas se levanten, lo confirmarán.
-Será pronto, así que démonos prisa.
Se levantó de la cama a toda prisa, sentí mi miembro ponerse duro al instante que dejó resbalar el abrigo por sus brazos, luego se sacó el vestido a cuadros que llevaba quedando solo en bragas y unas sandalias altas negras, iba a quitárselas pero la detuve, estaba jodidamente sexy así, la vi encogerse de hombros antes de ponerse de rodillas, yo ya estaba jadeando, le había pedido esto hace tiempo, me senté al borde de la cama y me incorporé apenas cuando tiró de mi pantalón de pijama abajo.
-Me gusta cuando te alegras por verme –su mano tomó mi miembro y me acarició desde la base hasta la punta y cerré los ojos- Estuve pensando en esto desde que me fui.
-Yo desde que vimos esa película –prorrumpió en risitas- ¿Qué?
-Una dama nunca admite que se pone a ver guarradas con su marido en internet –luego me soltó y se cubrió los pechos con las manos- Ponte de pie.
Obedecí, ella tomó la posición correcta y con sumo deleite vi como acomodó mi miembro entre sus pechos, casi me vengo solo con verlo, le habían crecido después de tener a Pipper dejándolos con el tamaño perfecto para aquello, comencé a gemir cuando los movía de arriba abajo y antes de darme cuenta movía mis caderas para crear más fricción.
-¿Te gusta?
-Me encantas –no podía dejar de mirarla, estaba hipnotizado por la imagen- Oh cariño...
Ella inclinó apenas su cabeza y tocó con la punta de la lengua mi miembro cada que subía, aquello me dejó al borde.
-Cielos, Dakota, estoy... joder, me vengo...
-Hazlo –me frotó con más fuerza- Quiero que acabes sobre mí.
Esa lengua viperina... con un gruñido y sosteniendo su cabeza exploté sobre ella, la escuché jadear cuando el reguero de semen cubrió sus pechos y barbillas, no se apartó hasta explotar hasta la última gota y luego, seductoramente se pasó la lengua por los labios limpiando el reguero que tenía allí, yo le pasé mi camisa para que se quitara el resto pero las piernas me temblaban un poco y me dejé caer en la cama, ella no tardó en echarse sobre mí y besarme ¿qué había hecho para merecer a esta mujer?
Sentí su entrepierna frotarse contra mi muslo, estaba húmeda y deseosa.
-Eres una diosa –besé su flequillo, mi lugar favorito.
-Ahora me toca dormir –bostezó y se acurrucó en mi pecho- El regreso de mi día libre me dejó agotada.