Las Dos Caras de la Luna © ✓

By MariaAparcio

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Serie Las Dos Caras de la Luna: Libro I La palabra que mejor describe a los residentes de White Rose, es paz... More

Introductorio
Prólogo
Capítulo 1: Comienzo
Capítulo 2: Hielo, témpano y tormenta
Capítulo 3: De compras
Capítulo 4: Amados
Capítulo 5: Pasatiempo
Capítulo 6: El deseo
Capítulo 7: Familia
Capítulo 8: Fieles amigos
Capítulo 9: Hambre voraz
Capítulo 10: Calma en la barbacoa
Capítulo 11: Ausencia y apego
Capítulo 12: Necesidades
Capítulo 13: Tiempo sola
Capítulo 14: Viejos anhelos
Capítulo 15: El diario de mamá
Capítulo 16: Regalos de chicas
Capítulo 17: Padre e hija
Capítulo 18: Consanguíneas
Capítulo 19: Desconocido
Capítulo 20: La ultima herencia
Capítulo 21: Buscando a una extraña
Capítulo 23: Aurora
Capítulo 24: Los Les Royals
Capítulo 25: Quello che eravamo, ció che siamo e ció che saremo
Capítulo 26: Despedida
Epilogó
Capítulo Extra (Sofía)
Playlist- Las Dos Caras De La Luna
Cosas Extras
Curiosidades de "Las Dos Caras de la Luna"
Nota de la autora

Capítulo 22: Explorando el pasado

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By MariaAparcio

Jamás en mi vida me hubiese imaginado, que alguien de nuestra familia es tuviese en este sitio, tan remoto y apartado como la radiante y ardorosa Arizona. Nunca había venido a este lugar, y para ser sincera conmigo misma me caí bien, a Rick y a mí nos encantaba, pero a Sofí no la amaba, como yo creía que seria, su reacción. Ya habíamos aterrizado del vuelo de Connecticut a Arizona, que se me había hecho una eternidad, al bajar de nuestro avión, una fuerte ráfaga de aire caliente nos golpeó en al rostro a los tres, mis cabellos de fuego se elevaron por encima de mi cuello, al igual que el de mis hermanos. Pronto iniciamos nuestro recorrido por el aeropuerto, buscan el poco equipaje que teníamos con nosotros, un mapa del lugar y también un sitio donde podíamos pasar la noche.

Y como era de esperarse de mi hermana, se había tomado la molestia de alquilar un auto, para nuestra comodidad. Mientras la esperábamos en la entrada del sitio, instintivamente volvía a frotar mi vientre, encubierto entre mis prendas y ahí vi a una joven madre, muy hermosa, de cabellos miel de rizos, acompañada de tal vez su esposo y un cochecito para mellizos. Sus bebés eran muy pequeños, tal vez de menos de dos meses de nacimiento, verlos me hizo sentir...que debía seguir con mi embarazo y de proteger con mi amor a mis bebés. Me les quede mirando un prolongado tiempo, hasta que se marcharon, y yo me quede con esa ilusión en mi mente. Me había quedado embelesada; mirando el vació, sin oír en un mundo sin nada

— ¡Cleo, hermanita! ¡¿Cleo?!— oía a alguien decir mí nombre en la lejanía, hasta que...alguien me sacudió fuertemente de un hombro

Fue suficiente con eso, para volver en si al mundo que me rodeaba. Solté un quejido desorientada

— ¿Cleo? ¡Nos vamos, ven!— exclamó Rick, sacudiéndome el hombro

Rápidamente recordé donde me hallaba; me levante y agarré la mano de mi hermano, como mi guía hacia donde se encontraba Sofí, frunciendo el ceño y mordiéndose los labios, con rabia y enojo, indudable en su mirada. El sol nos golpeó el rostro, de nuevo y otro golpe de viento caliente y abrasador, se había lanzado sobre mi piel blanca; una leve sensación de calor empezó sobre mi tez, la cual empezó a colorarse de rosado, superficialmente a la vista. Del mismo modo les paso a mis hermanos.

Sin tiempo que perder, nos sumergimos en la vía de la cuidad, y nos en caminamos hacia la jornada de nuestro destino final. Nuestro auto era una pequeña camioneta azul oscuro, y aunque era parecía pequeña por fuera, era la suficiente espaciosa por dentro; Sofí fue la que se puso delante del volante, Rick iba a su lado en el asiento del copiloto, y yo me sentía segura estando detrás de ellos, en los asientos traseros. Avanzábamos ferozmente sobre la carretera, Sofí conducía muy seriamente y de mostraba en la manera que iba: rápido, seguro, firme y...también un poco loca.

>>> ¡Nos vas a matar!... ¡¿Acaso, estás loca, Sofía Bellarmina?! <<< pensé con la imagen en mi cabeza, de un posible y horrible accidente vehicular

Y posteriormente, con un posible título de periódico:

— ¿Sofí?...— vacilé

— ¿Sí? ¿Qué quieres? —respondió ella

— ¿No crees que vas demasiado rápido?— le pregunté

—Mmm...algo, creo—dijo en un tono de arrogancia

— ¿Por qué...no nos detenemos, a descansar un poco, chicas?— propuso mi hermano con una pequeña sonrisa

Rick tenía razón, el paisaje desértico de hace unas horas de color anaranjado, amarillo y rojo, se había vuelto oscuro como las sombras, además teníamos unos cuantos días para hallar a Aurora y otros más para hacer lago de turismo, bueno si estaban de acuerdo los chicos. Teníamos que descansar, había sido un día muy agotador, y asimismo creo que...era mejor parar hasta mañana.

—Sofí, Rick tiene razón— le di a entender. —Debemos descansar—

Sofía no dijo nada, por unos minutos, hasta que empezó a detenerse en uno de los moteles de la carretera. Ella lo había aceptado. Rick fue a registrarnos en el lugar, mientras nosotras bajábamos las tres maletas de la camioneta. Poco fue lo que duramos esperando, a que regresara, venia corriendo por el pasillo con una brillante llave plateada y un pequeño recibo de pago en la otra. Abrimos sin ahogo alguno, la puerta que tenía nuestra habitación, miramos todo lo que podíamos necesitar en nuestra corta e inesperada estadía en Pinal. Dos camas, un baño y un televisor, tenía nuestra modesta y sencillo lugar para dormir, Sofí quería dormir sola, así que sus queridos hermanos la complacimos en su capricho, Rick se sentía a avergonzado por dormir con una mujer, y más siendo su hermana mayor. Sofí y yo nos reímos, él se ruborizó aún más y nosotras no seguimos riéndonos de eso. A la hora de dormir, mis hermanos cayeron rendidos, sin embargo yo...ya me había habituado a permanecer toda la noche entera en vela, sin pegar el ojo, entonces sin hacer ruido alguno, me coloque los auriculares del iPod, que mi esposo me había prestado para el viaje. Música muy conocida e ilustre de violín, se empezó a escuchar en mis oídos, al azar de la renovada lista que tenía. Con la música, ahora en mi cabeza, me aguante lo que tenía a dentro... y rompí en llanto de temor, angustia y ansiedad que reposaban en mi alma y corazón. Pase toda la noche llorando con el desahogo fortuito de Leonid Kogan y Nathan Milstein, tocando para mí en mi soledad.

Me desperté con el sol incandescente en mi rostro, el sudor cubriéndome y corriendo lentamente sobre mi almohada. Esta bañada de sudor cálido. Me lo limpie con una mano y la otra recogía mis cabellos empapados, a mi alrededor oí las respiraciones de mis hermanos. Yo me sentía abatida y desganada, y aunque no dormía más, eso ya me empezaba a afectar en todos los aspectos físicos, antes el embarazo no me hacía nada pero ahora se estaba desencadenando como veneno en la sangre. ¿Cómo podía ser... que mis propios bebés que estuviesen haciendo daño? ¿Por qué...por qué me pasaba esto? ¿Es que este era mi castigo, por haber cometido ese pecado? ¿Es que...este era mi sentencia...por no decir la verdad? Yo me iba a volver loca con esto; me iba a quebrar con una copa de cristal...yo me iba a morir...

— ¿Cleo?, ¿estas despierta?—me preguntó de repente Rick, junto a mi

Él también estaba despierto. Me miraba curioso y a la vez contento de yo...estar...sin sueño

— ¡Oigan, chicos! ¡Se quieren callarse!— exclamó alguien molesto, en la cama del fondo. — ¡Hay algo que se llama dormir...y saben que sería esplendido si se callaran, para yo poder hacerlo!— nos gritó. —Así que... ¡¿QUISIERAN CALLARSE DE UNA BUENA VEZ, ANTES DE QUE YO MISMA LO HAGA?!— nos ordenó Sofí, fastidiada y extrañamente molesta con unas notorias ganas de dormir mas

Rick y yo nos reímos; al escucharla. Era muy evidente que quería dormir y descansar de la vida de pueblo que habíamos llevado por mucho tiempo; pero aunque la idea de descansar de White Rose, y pasar unos días en Phoenix o en Tucson, u otra ciudad radiante y calurosa que nos podía ofrecer Arizona; no estábamos aquí de vacaciones, estábamos en este lugar por una misión...que íbamos a cumplir.

Salimos muy temprano del motel, Rick había salido optimista y seguro de seguir con la pista, y yo también está de esa ánimo, tal vez era por me había desahogado la noche anterior en mis llantos mudos y las lágrimas derramadas que dejé sobre las almohadas y sábanas, mi angustia de madre, sin embargo aún sentía..."dolor" en mi espíritu; hacía que no quise caso a ese sufrimiento mío, y en cambio salí con una hermosa y dulce sonrisa, como las de Vanessa. Apresurados nos fuimos los tres del sitio, Richard fue el que se tomó la molestia de comprar nuestros desayunos, varios sándwiches pre-cocidos, de pavo, jamón con queso y atún, para nuestra larga jornada en la vía del desierto abrasador. Hoy me tocó a mí conducir la camioneta, Sofía atrás y mi medio hermanito, se colocó como mi copiloto, nuevamente. Las señales indicaba las distancias, que habíamos recorriendo para llegar a lugar donde Rick, visualizo por última vez la localización de Aurora; y era mucho menos, en cuanto nos acercábamos a Pinal. El paisaje desolado y desértico de la llanura de arena y tierra de color amarillenta se veía en la gran inmensidad del panorama de despoblada vida, solo la vegetación xerófila ocupaba parte del territorio y los pequeños animales de la zona de polvo y arenilla; se ocultaban en las rocas y que otro sitio, fuera del alcance del sol implacable y del aire seco de las montañas. Las figuras zigzagueantes de grandes formaciones rocosas oscuras y rojizas, que se veían en el horizonte distorsionado, por la atmosfera de calor insoportable, eran la combinación perfecta para una rápida, fulminante y desafortunada muerte, si te perdidas en este lugar. Las horas habían volado, cuando se nos acercaba el medio día, y el sol se había puesto a trabajar con su ardor y brío de efusión, que tenía en este día, era la forma más evidente de mostrar su fuerza e ímpetu sobre cualquiera que quisiese enfrentar su poder sobre el fervor de sus llamas de fénix.

>>> Nadie quisiera morirse en este lugar y de esa manera tan horrenda<<<, pensé

—Nadie— susurré, imperceptible para los oídos de mis hermanos

El día siguió avanzando, hasta a hacerse el ocaso de furor anaranjado, sobre el horizonte de color rojizo que se veía ya casi en las tinieblas y brumas sobre desierto, casi acercándose la noche. De nuevo, nos registramos en otro motel, mucho más modesto que el primero. El otro había parecía un nido de ratas callejeras. Sofí fue quien nos registró por una noche más. La habitación era un poquito más grande, había dos camas y un baño, el color era más claro como el cielo y un dulce aroma a flores. Toda la habitación , olía a limpio.

Yo fui la primera en bañarme, el agua calmaba mis penurias y temores, cada día me sentía mucho más culpable, por mentir y eso me mortificaba aún más. Lavaba delicadamente mi pequeño vientrecito hinchado, pasando mis manos sobre él, tratando de sentir aún más esa conexión madre e hijo, que siempre se tienen, antes del nacimiento del bebé. Pronto salí de la ducha, empapada de pies a cabeza; me rodeé con una bata, me seque, me vestí lo más rápido que pude y emergí como si nada hubiese paso, allí adentro. Mi hermanito estaba en su cama, mirando su programa favorito con fascinación, hoy iba a compartí la cama con mi hermana, y ella ya se había dormido con sus ronquidos al más alto volumen posible.

— ¿Te vas a dormir?—me dijo, Rick con un bostezo y ojos de notoria cansancio

—Uy, sí. Estoy muy cansada...—le mentí, y con un muy bien fingido bostezo de mi parte. Se la había creído

Una buena parte de tener hermanos menores, era que te creían todas tus mentiras; era muy fácil engañarlos, ni siquiera se habían dado cuenta de mi "estado". Eran demasiados distraídos para no darse cuenta de que estaba preñada. Eran unos verdaderos idiotas, por no darse cuenta de lo que me estaba pasándome; hasta yo no me la podía creer. Eran unos perdidos. Sin despertar a mi hermana —bueno una parte de mí si quería hacer eso, pero no— me metí en las sábanas y volví a repetir otra vez las mismas melodías clásicas de violín hasta que me las había aprendido de principio a fin. El volumen era un poco más bajo y con eso a la lejanía...escuche el aullido de un solitario y triste cayote, en la distancia de arenosa zona que tenía alrededor el motel. Fue una noche muy aburrida, hasta que en algún momento de la oscuridad sentí una pequeña y ligera patadita en mi vientre, me emocione por eso y también me aterre por ello, iban bastante más rápido de lo que esperaba. Me estremecí por eso.

A la mañana siguiente nos levantamos temprano a la misma hora, como habíamos hecho los dos últimos días. Continuamos nuestro recorrido hacia Pinal, el viaje fue tranquilo y con las vías despejadas, volamos sobre el asfalto gastado de la carretera. Parte de nuestro largo recorrido lo hacíamos con una mapa de guía, que habíamos tomado, mientras que otro lo hacíamos con Rick, teníamos recorriendo varios cientos de kilómetros, pero aun no nos estábamos a cercado ni un poco a nuestro objetivo primordial. Las horas empezaron a volar nuevamente para nosotros tres y la impaciencia de Sofí se asomaba por los poros de su piel, ella quería llegar ya. Yo ya le había estado diciendo a mi hermana, que Rick era quien sabía el camino hacia Aurora; y solo él nos diría hacia dónde ir, sin embargo yo...también ya me estaba empezando a inquietarme, pero sabía que no debía presionar a mi hermano.

Sofí y yo nos habíamos puesto de acuerdo, en que ya había sido suficiente de dormir en moteles y que teníamos que seguir completo, día y noche en todo el trayecto. Al bajar el ocaso, me toco conducir a mí, mientras que mis hermanos dormían, Rick atrás y Sofía adelante conmigo. Sus ronquidos fueron una agradable melodía de acompañamiento, durante todo el camino que teníamos por delante. La carretera no parecía tener fin alguno; la oscuridad de las negruras del paraje desértico, cubrían su mayor parte y tuve que encender las luces de la camioneta, y como dormir ya no me hacía falta, pude recorrer varios kilómetros en muy pocas horas, después de haber desapareció el sol, ante mis ojos. Pronto con la luz de los faros, pude visualizar una intersección; un camino polvoriento de arena, a la derecha y otro de asfalto recientemente hecho, a la izquierda.

>>> Oh, genial. ¿Y ahora por donde me voy?<<<, mascullé en mis pensamientos. No sabía hacia donde ir

Y de repente, Rick se despertó bañado de sudor frío y muy alterado.

— ¿Rick, qué pasa?, ¿tú viste una pesadilla?, ¿otra...visión?— le pregunté, mientras lo tranquilizaba sobando sus rizos

—Mmm—vaciló un momento y respiro. —No, no tuve pesadillas. Tuve una visión...sobre el sitio donde esta...Aurora— me dijo con titubeos y el sudor gélido corriéndole por el rostro

— ¿Qué viste?— le interrogué curiosa

—Vi... ¡Esta vía, es esta, hermanita!—exclamó.

— ¿Esta intersección?— inquirí

—Si esta, donde estamos ahora. — repuso alterado y sorprendido

— ¿Y por cual camino nos vamos, entonces?— exigí

Rick vaciló un momento, se puso una mano en la rostro, casi tapándole la mitad de esta. Duro un instante pensando, tal vez trataba de recordar lo que había visto.

—Por la izquierda...es por ahí— me dijo, indicándomelo con el dedo

Sin tiempo que esperar, arranque con el auto, siguiendo las indicaciones de mi hermano. Avance con las luces altas, que tenía el auto, y continúe mi camino. Miré del tablero electrónico, eran las tres de la mañana. Rick me guio hacia donde estaba la ubicación actual de nuestra tía abuela, el camino era escabroso, con muchos baches y hundimientos en su desigual terreno de arenilla. El alba del nuevo día, nos saludó, mostrándose sobre nuestras rostros, las seis y media, nos enseñó el reloj del auto. En tan solo tres horas y media de viaje por el abrupto camino de tierra seca, aun seguí el sol en nuestros rostros, pero poco a poco pudimos observar, la majestuosidad de las inmensas y hermosas formaciones rocosas, que yacían frente a nuestros ojos, eran esplendorosas.

La cadena de montañas de color rojizo y anaranjado, que se levantaban ante la lucida y espléndida luz del amanecer, de esta esperanzada y anhelada expedición, en busca de su verdad.

— ¿Es...aquí, Rick?—le pregunté temerosa

— ¡Sí! ¡Hermanita, es aquí!— exclamó lleno de emoción. — ¡Este es el lugar que vi, en mi búsqueda y mi sueño!—

En eso, mientras que mi medio hermano y yo llorábamos de felicidad, empezó a despertarse nuestra hermana

—Eh...—levantó Sofí con un bostezó. — ¿Ya llegamos, chicos, ah?—preguntó con sueño en sus palabras

Ambos la ignoramos, y continuamos con el recorrido. Nos salimos del camino de arena y nos adentramos en el inhóspito e inexplorado desierto 

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