Capítulo 10: Calma en la barbacoa

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No moví ningún músculo. Suspiré y me volteé para darle mi mejor sonrisa.

Inhalé, la saludé y le pregunte por la misa de mi padre, tratando de aparentar que estaba bien con un tono animado y alegre, aunque en realidad no era así.

Y luego, me di cuenta, de que estaba haciendo el ridículo.

Vanessa se animó en decirme, que les había ido muy bien y hasta mi padre había preguntado por mi ausencia. Y según Vanessa eso pareció decepcionarlo. Dejé un rato el plato con el envase y los cubiertos envueltos en el jabón, para que nadie notara nada, mientras que ella y yo hablábamos de esa parrilla, pero en mi cabeza pensaba que muy pronto, ellos se darían cuenta que yo...bueno estaba cambiando; mi forma de dormir, de comer y cazar. Muy pronto la niñas se harían notar en algunos meses, y sería un caos, no solo por haber tenido relaciones con mi esposo, si no que les había dicho lo que pasaba, pensaba en eso cada vez más hasta que no me concentre en lo Vanessa me decía y desvíe la mirada a otra parte. Me estaba preguntando, qué me pasaba

—Nada— dije negando con la cabeza. —Vanessa...necesito ir de salida hoy, así que; ¿puedes ir conmigo? —

—Sí, claro, pero ¿irás antes o después de la barbacoa, Cleo? —me preguntó

—Después de la barbacoa— le aseguré

—Sabes yo también quiero ir de salida, me provoca, además quiero ver el bosque y respirar aire puro, ¿no crees, Cleo? — comentó ella

Ella se movió hacía el fregadero y yo solo asentí.

—Unos platos que Zane y yo, usamos para servirnos el desayuno— le mentí

Hizo una mueca y se fue. Mientras se iba no me había fijado en su ropa y su cabello, me pareció que se lo corto por atrás en las puntas. Ella tenía el cabello negro y cortó en una forma perfecta y algo ondulado por su volumen; y la piel de Vanessa era de un blanca con el tono rosado del de Desirée. A ella le encantaba ir de compras con Jennifer, las dos eran fanáticas, pero también le gustaba la pastelería y repostería, hacer arreglos florales y más con tulipanes, eran sus favoritos. Pero en la ropa nadie le ganaba, en su habitación con Jesse tenía un mesón con puros bocetos y dibujos de distintas ropas y vestidos de ensueño, que ella misma diseñaba y confeccionaba. Ella tenía una despreocupación y júbilo al máximo, era entusiasta, segura, gentil, generosa y confiable; por eso era la razón de ser mi mejor amiga, tal vez la forma de ser así era por su pasado, algo tormentoso.

Ella había nacido en un hogar sencillo y tranquilo, sin embargo su familia se vino abajo cuando sus padres se separaron cuando ella tenía tres años y su madre se quedó con ella. Y al poco tiempo ella se volvió a casar pero a Vanessa jamás le agradó su nuevo padrastro. Duró años peleándose con él y su madre, teniendo una vida caótica e infeliz hasta el punto, que se hartaron de ella y fue enviada a vivir con sus tíos cuando tenía once años, pero después de dos años se mudaron a Charleston, Carolina del Sur, donde nosotros vivíamos. A los pocos años conoció a Jesse Andrew Grayson, ambos se hicieron novios, Vanessa supo desde el primer instante que Jesse es su pareja ideal, ella describe su personalidad introvertida pero segura, confiable, seria sin embargo de gran corazón para estar a su lado.

Ella y Jesse tenían la misma edad, creo, cuando se enamoraron. Fue después, que los conocí en una fiesta de un aniversario de bodas, de conocidos en común entre nosotras. Las dos nos hicimos amigas, pero a mí me dolería ir me cuando, ella se diera cuenta de que no envejecía. Yo le presente a toda mi "especial" familia; todos nos agradó y con Jesse más, pero al principio a Troy y Zane nos les cayó muy bien, por ser algo reservado y no podían creer que una muchacha tan dulce y hermosa pudiera estar con un sujeto como ese. Un año después, cuando cumplían años, Vanessa el veintidós y Jesse el veinticinco de junio del 1986, lo dos querían una fiesta, fue algo muy lindo y especial organizado por nosotros. Después de terminar, ambos se fueron en el auto de Jesse, su camioneta, pero pocos metros de salir de nuestra casa, llovía y el piso estaba húmedo y fue la razón por la cual sufrieron un accidente. Cuando oímos los neumáticos en el asfalto fuimos corriendo para ver, nos horrorizamos al ver su camioneta destrozada, pudimos sacarlos y los revisamos, ambos estaban muy heridos, los colocamos con cuidado en nuestra casa. Ahí todos nosotros pensamos seriamente en que lo que íbamos a hacer, yo pensé en la idea con la sangre de Sofí y mía, dárselas a Vanessa y Jesse, para convertidos en Seivias. Lo sometimos a votación, mi padre estuvo de acuerdo, pero me dijo que era mi responsabilidad; Alex y Desirée también aceptaron, pero sin embargo Troy con mi esposo Zane, temían cómo se adaptarían a esta nueva vida inmortal y de la de nuestra forma de vida. Sofí, le dio su sangre a Jesse mientras que yo le di de la mía a Vanessa.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora