Capítulo 23: Aurora

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El camino está en muy mal estado, tanto que brincamos varias veces en los asientos, parecía un caballo descarrilado o como una montaña rusa. Aun con los saltos y brincos que nos habíamos sentido, Rick continúo guiándome hacia donde se encontraba Aurora. Sofí se mantuvo muda todo el camino; sin molestarse o refunfuñar por el estado de la vía, solo nos miraba. Iba tan emocionada por al camino y Rick junto a mí, dándome las indicaciones exactas de dónde ir, habíamos seguido sin parar desde el alba hasta casi más del medio día. Ya debíamos descansar, o bueno Rick debía dormir, yo no. Detuve el auto, en medio de varios matorrales secos y otros que había a nuestro alrededor. Rick se fue recostando en uno de los asientos de atrás, y lentamente se quedó dormido ahí, como un niño. Por un corto momento, hubo un silencio que solo se dispersaba con el sonido del viento seco de arenilla, que sonaba con el metal del auto, Sofía y yo nos quedamos en silencio un tiempo, hasta que escuché el sonido del estómago de mi hermana, y luego un siseo en su garganta. Me reí.

— ¿Y de qué te ríes?— preguntó mi hermana

Hice una mueca y ella levantó una ceja

—Tienes sed, ¿verdad?— le contesté, con una risita. —No te has alimentado, ¿no es así?

La expresión de su rostro fue de sorpresa y vergüenza. Antes nos habíamos preparado alimentándonos con suficiente sangre y carne antes de venir, pero podíamos tener sed. Solo me tomó un momento sacar de una bolsa, una botella térmica, pero llena de sangre. Ella me miró extrañada, le mostré el envase. Ella frunció el ceño pero levantó la mano y lo agarró.

—Cuando...tengas hambre, dímelo...para saber— le propuse segura. —Yo no soy adivina, ni puedo leerte la mente, Sofía...así que...

—Te avisare, si lo sé— me dijo fastidiada. Resopló bebiendo y añadió: — ¿Qué? —replicó incomodada

—Sofí, somos hermanas...—empecé en un tono bajo

Ella asintió

—Y...mamá nos pidió cuidarnos...—le aseguré, en un tono "maternal". —Así que...creo que deberíamos empezar siendo más como hermanas, y no como enemigas...

—Quieres que estemos...unidas y confiar...una en la otra, ¿cierto?—comentó insegura de la idea

Yo asentí, al ella entender mi concepto. Quería que fuésemos hermanas de nuevo

—Bueno... es...cierto que tú y yo hemos estado "distanciadas" estos últimos años, después de la muerte de mamá.—bajo el tono de su voz al decir la palabra mamá. Se oía triste. —Y que...no nos hemos llevado...muy después de eso, pero tal vez...haya una esperanza...para nuestra...relación...de hermanas—

—Claro que la ahí, solo debemos ser fuertes, cuidarnos y...confiar una de la otra, ¿no crees?— le informé con una sonrisa

Ella asintió, y luego me dio una superficial sonrisa

—Entonces...—murmuró e hizo una pausa. — Es una... ¿promesa?— me dijo arqueando una ceja

—Si— afirmé. — Es una promesa, promesa de estar unidas y de...

—Y de confiar...—me interrumpió con esa palabra. —Una en la...—repuso—

—Otra—señalé para finalizar

Sofí continuó bebiendo y no hablamos más, hasta que la termino. Y su estómago dejo de sisear. Aunque tal vez habíamos arreglado nuestra relación de hermanas, debía saber hasta qué punto podría usar el término "confianza", y lo único que yo había hecho era mentirle a mi propia hermana, sobre mi muy escondido embarazo, y eso me hacía volver a mi sentimiento favorito: la culpa absoluta. Sin embargo, eso no solo era uno de mis problemas, que tenía que decir, no solo ella sino a toda mi familia.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now