Capítulo 14: Viejos anhelos

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Entonces corrí un poco más, y di con toda mi fuerza en mis piernas, salte sobre mi desayuno, tenía mis brazos en su abdomen y cuello. Se retorcía y gemía por lo que estaba pasando, chillaba y pataleaba con fuerza entre mis brazos y la nieve se levantaba con sus pezuñas, sabía que no le gustaba pero era así. Entonces puse una mano en su cabeza y la otra cerca de otro punto, por detrás de su columna, en donde se conectaban el cráneo y la columna vertebral. Este era un movimiento simple, mortal y efectivo. Todos tenían sus preferencias al respecto de que carne les gustaba comer. Troy y Alex competían por los más grandes y también por quien comía más. Y la elección del resto de nosotros, pues nos daba lo mismo lo que comiéramos del bosque o si queríamos lo comprábamos de la carnicería, pero tenía que ser fresco, cortado el mismo día.

Seguí con lo que iba hacer con mi presa, y ahora con mis manos puestas donde debía. Hice mi jugada, moví mis manos en su cabeza y cuello. Se escuchó un sonido de quiebre seco en los huesos ¡Crack! Le había roto el cuello pero estaba bien, entonces me prepare para la segunda parte de mi desayuno. La primera ya estaba hecha: conseguir mi comida, la segunda era de acomodar mi boca.

Los Seivias teníamos dos bocas. La primera era de camuflaje, una boca humana pequeña y débil, sin la fuerza de romper un cráneo, con dientes blancos, pulidos y parejos, prefectos para una foto en una portada de revista, además esa la usábamos siempre en frente de las personas, solo...para aparentar. Pero la otra, ¡sí era boca de un depredador!, la otra era la, era una boca diez veces más grande que la del ser humano, estaba equipada con el doble de dientes que del hombre, con cuchillas afiladas como cierras de carnicero, fuertes, enormes e irrompibles con los caninos de arriba y debajo de la mandíbula más grandes, que el conjunto de púas que había en nuestras bocas. Entonces, me arrodille, miré hacia arriba al cielo, un poco más y sentía los ojos rojos; miré todo de ese color y sentía como la pupila de mis ojos pasaba de ser un círculo oscuro, a una línea fina, como los de felinos. Me prepare, moví la boca hacia a fuera y mi boca se trasformó en una cavidad maxilar que se abría desde abajo. Sentía como la mandíbula se me alargaba y como un centenar de filosos colmillitos salían de entre mis otros dientes humanos. Di un rugido feroz, como de león o algo peor hacia el cielo de nuevo, que retumbo el en eco del bosque, me puse en posición y empecé a mordisquear el cuello, por la sangre, después de un momento inicie comiendo el cuello y de ahí baje a su abdomen, empecé tragar grandes mordiscos y trozos de su carne con sangre; me gustaba, la ya empapaba a derramarse en la nieve.

No supe cuánto tiempo me lo acabé pero me lo había comido todo; solo dejé restos de cuero, el cráneo y algunos huesos que no me gustaba masticar. Me pase las manos y los antebrazo por el rostro para limpiarme después de haber comido, me levante de la nieve con sangre y el cuerpo carcomido, aun tenia rastros de su carne en mis dientes. Tan poco sabia cuanto me había tardado en correr, matar y correr, lo único que me importaba en estos momentos eran mis bebés, y mi familia, además tal vez muy pronto nos acompañaría otro bebé más en nuestro hogar; porque ya era posible de que Jesse y Vanessa les entregaran a su bebé, y todos los ayudaríamos porque ya todos habíamos votado hasta mi papá, nadie tuvo objeción pero si estaban algo preocupados por como haríamos cuando el niño creciera. Yo les había dicho que mejor sería esperar a que les dieran al bebé y ahí empezaríamos a buscar la respuestas, esperaríamos hasta que el momento llegara, el presente y después miraríamos hacia el futuro de ese bebé. Puse mi mano sobre mi vientre, con un gesto maternal. Tuve una sensación de satisfacción. Y la sangre ya se había secado y pensé.

Los vampiros normales bebían sangre humana. Claro, si eran los demás, pero mi familia y yo no éramos los demás. Como narraban las leyendas e historias sobre los vampiros, absorben sangre que necesitan para su fuerza, de mortales, su fuente natural; pero en el caso de los Seivias, nuestros cuerpos no pueden o no necesitan sangre humana. Aun así es muy posible que las primeras semanas de ser convertido en Seivia pueda a acostumbrarse a la sangre humana hasta comer su carne, sin embargo los que no beben sangre "típica" de vampiros, no es apta para los de mi tipo. La anatomía de nuestro del aparato digestivo, no está capacitada en absoluto en ingerirla— aun seamos forzados a beberla, es posible educarse a ella—, además si la bebiéramos aunque sea un poco cantidad de sangre y carne humana o más, la vomitaríamos después de dos horas de haber sido ingerida. Además, creo que los Seivias seamos los únicas criaturas que existen con la sangre de color plateada. Nuestra sangre tiene los componentes distintos que a la del ser humano, pero no solo ser de color plata sino por su muy peculiar en su hedor. El aroma de nuestra sangre, era muy distintivo para los licántropos y no solo para ellos. Nuestra aroma a licor, como whisky. Era una esencia fuerte. Era una causa entre los Seivias; teníamos prohibido beber sangre humana y eso también significaba no asesinar un ser humano.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now