Capítulo 18: Consanguíneas

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Tuve una sensación familiar en la garganta, y con rapidez fui hasta al baño a vomitar.  Gemí cuando me cepillé los dientes y me miré el rostro en el espejo. Veía enferma; las manchas bajo mis ojos estaban demasiado marcadas y sentí las manos heladas. Cuando salí de ahí, observé la cama. Mi esposo dormía. Profundamente.

>>>Lo normal...<<< pensé y me encogí en hombros

Respiré. La luz del día iluminaba el espacio, pero aun así las nubes lo habían abrigado. En cierta manera, hubiese deseado unas nubes para taparme los oídos, porque todos los ronquidos habían ocupado todo el espacio sonoro de mi casa.

Solté un gruñido.

Con la fiesta de anoche, debería estar durmiendo pero mi cuerpo y mi mente estaban demasiado despiertos, para volver a dormir. Ya estaba empezando a tener problemas con el sueño. Yo debía estar muerta de sueño y bostezando, pero realmente no, estaba tan lúcida y consciente que no sabía qué hacer. La noche anterior no tenía muchas ganas ni de cambiarme de ropa ni de darme un baño; así que en cambio solo me había cambiado los pantalones vaqueros llenos de pequeños orificios, por unos shorts y me había dejado la misma camiseta de algodón color salmón. Me recogí el cabello, me fui a la cama y cerré los ojos. No dormí.

Me mantuve despierta un buen rato, hasta que nuevamente volvía a descansar, pero luego estaba despierta. Fue así toda la noche. Gruñí. Eran las diez en punto de la mañana, y aun nadie de mi familia se había despertado. Todos estaban durmiendo, menos yo. Me sentía muy aburrida, había pensado en bajar y ver televisión, pero el sonido de mis pasos hacía que los muchachos se despertaran. Aunque tenía ganas de hacer algo, mi única salida del aburrimiento total fue sentarme a navegar en Internet.

Click, click y más click

Zane estábamos con la indecisión de hablar con todos sobre mi embarazo, pero lo del diario me pareció un asunto mucho más urgente, que atender. Sábado. Hoy yo no tenía nada que hacer para malgastar mi nuevo tiempo libre. Finalmente, había renunciado al trabajo. Para mi familia—bueno a excepción de mi esposo y Jack—, fue una gran sorpresa escuchar de mi boca las palabras, "enfermería" y "renuncia" en una misma oración. Fue una gran extrañeza para ellos.

A lo largo del día, organizamos y tuvimos la gran fiesta de Alex. Fue una celebración de ensueño y muy familiar, aunque tuvimos invitados de paso, cada uno de nosotros habíamos aportado algo para la ocasión, —comida, bebidas y decoración—. Vanessa y Carly se habían encargado de tomar la mayor cantidad posible de fotos del evento, Jennifer y Troy del pastel; un espléndido y delicioso pastel de dos pisos cubierto de glaseado de limón y de enormes e irresistibles fresas jugosas. Como casi al final de los juegos y bromas, antes de cortar el pastel, apareció Michael con sus hijos y acompañado por sus muchachos. Desirée le entregó en las manos de su esposo, el libro logré conseguir, para ella. Con un beso y abrazo mi hermano, recibió a su esposa. De nuevo, Lucas no volvió a aparecer en nuestra presencia y nuevamente pregunté por su ausencia. Fue su padre, esta vez quien me dijo la excusa, que su hijo le había dicho. Lucas le deseaba a mi hermano un feliz cumpleaños, y que lamentaba por no haber asistido, esta vez. Lucas Corbett era un misterio, incluso para su propia familia

Estaba ante una sobre eso, y mirando una ventana del navegador, cuando escuché un ruido.

>>> ¿Pasos? Alguien está despierto <<<, pensé

Eran pasos firmes, que crujían sobre el suelo de madera, se dirigían hacia mi puerta. Poco a poco los pasos se fueron acercando lentamente hasta la puerta pero aun con el tono firme, me quedé sentada en la silla esperando serena pero alerta, para cualquier reacción del que estuviese detrás de la puerta de mi habitación . Las pisadas se dejaron oír, pero esta vez solo dos en la entrada. Podía ver la silueta por debajo de la ranura de la puerta. Y después la puerta, se abrió

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now