Capítulo 3: De compras

5.4K 1K 73
                                    

Exhalé con fuerza, volviendo a la realidad. Zane se giró, me sonrió y se metió al baño; al poco rato pude escuchar el sonido del agua. Salí de la habitación, hacia la sala de nuevo y mi hija Madison comiendo, me imaginaba que era su segundo plato. Rick seguía mirando la televisión, viendo el reportaje del clima; miré el reloj y casi eran las ocho y media. Y en eso bajaron Carter y Sofí, ya arreglados para sus trabajos. Sofí era secretaria en el consultorio del dentista del pueblo, y Carter era miembro del cuerpo de bomberos. Ambos se vistieron bien y ordenados, después Vanessa y Jesse venían agarrados de las manos, escoltados por Jennifer; pero estaba sola, sin Troy. Los trabajos de los tres resaltaban un poco de sus personalidades. Vanessa trabajaba en la boutique Veronica's Passion, Jesse en una tienda de alimentos y Jennifer en un salón de belleza, llamado La Bellezza Venus.

—Cleo, ¿hoy vas a ir a trabajar? — inquirió Jennifer

—Claro, Jennifer, tengo turno en el hospital —repliqué

Era algo gracioso, yo era enfermera en el hospital del pueblo. Hice muchas cosas en mi vida, pero fueron en años difíciles que me di cuenta de cuál era mi verdadera vocación.

— ¿A qué hora? —preguntó con voz firme, Jesse junto a Vanessa

—A las seis, Jesse—susurré

—Bueno, creo que ya nosotros debemos irnos. ¿Nos vamos, Sofí? —mencionó Carter

Sofí y Carter se fueron juntos agarrados de manos, hacia la puerta del frente. Saltaron los pequeños dos escalones del piso a la puerta principal, la dejaron entreabierta y se subieron en el Jeep Patriot plateado de Carter. Se fueron por la vía de grava que conducía al pueblo, con su rugido feroz, cruzaron a la izquierda y se marcharon entre el camino de frondosos pinos, en la vía.

Poco después, Jennifer agarró las llaves del auto de Jesse. Tomó su bolso negro Prada y su chaqueta beige que combinaba con el resto de su ropa. Vanessa y Jesse se iban con ellos. Vanessa tenía su corto cabello ondulado, adornado con una diadema verde bosque que se ajustaba con sus ropas. Las observé, ambas tenían un gran sentido de la moda, y todo sus ropas eran de marcas rostros; hice una mueca, sólo Jesse era recatado en sus ropa, pero sin dejar de ser encantador a su manera. Sus ojos verde oliva, relucían con algo de sensatez pero, al mismo tiempo serenidad y su cabello de color broncíneo, estaba maravilloso.

—Jesse, ¿nos vamos? —canturreó Vanessa

—Sí, mi cielo, solo esperemos a Troy— le dijo Jesse

—Es verdad— respondió ella. — Cleo, ¿dónde está Zane?, ¿sigue dormido?, porque si es así es un grandísimo holgazán, como puedes permitir eso, eres su esposa, es...

— ¡Vanessa, Vanessa! — la interrumpí. — Él está despierto, se está bañando y ahora voy a hacerle el desayuno. —respiré. — Ya, para; ¿quieres, por favor?

—Ah...ya veo— me dijo con una sonrisa

— ¡Ya, bajo Jennifer, dame un minuto más, ya salgo! — exclamó, el señor muy retrasado

Jesse se estaba gritando que iban a llegar tarde y lo estaba amenazando con dejarlo.

— ¡Hall! —

Después de un rato Troy salió con unos pantalones de mezclilla, unos Converse All-Stars azules, una camiseta blanca, su chaqueta negra y unos lentes de aviador Ray-Bans. Se veía adecuado y con Jennifer a su lado, más. Todos salieron y se subieron al Jeep Liberty verde oscuro de Jesse. Los cuatro se acomodaron en el auto, me saludaron por las ventanillas del auto, les regresé los saludos con una sonrisa y se fueron en la misma vía de grava y los observe desaparecer entre los pinos y arbustos. No había que ser un genio para darse cuenta de lo retrasado y poco puntal que era Troy, en las mañanas, además en su trabajo no se debía tener elegancia. Él trabaja en una tienda de artículos deportivos. Me fui a la sala de nuevo y ahí estaban mis hijos. Mis hijos estaban levantados, pero no muy animados

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now