Epilogó

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Después del incidente de Aurora, mi familia y yo empezamos comprender muchas cosas. Aurora yacía mucho tiempo que había muerto y su "fantasma" fue quien nos habló todo ese tiempo, y al ver que la misión, que se le había encomendado resulto satisfactoria para ella, su alma pudo descansar en paz. Se había ido al otro mundo sin ningún asunto que haya quedado en pie, y por fin pudo irse, están muy feliz consigo misma. Nos dejó abrumados e intrigados por estar cara a cara con un fantasma, pero pronto nos acostumbramos a la idea e indagamos sobre el tema, de lo sobrenatural; no obstante a mi hermanita menor no le fue tan bien como a nosotros, porque aún le costaba creer, que aquello que había visto y que parecía de carne y hueso, no fuese lo que era.

Pero había logrado entender el motivó de Aurora conmigo: había sido una prueba. Fue una prueba.

En su memoria, enterramos el collar en el jardín. Fue una ceremonia corta pero modesta para su santo sepulcro, colocando en el final, un hermoso ramo de rosas blancas y rojas; solo para ofrecerle a su alma, aquí en White Rose, junto a las pocas y extrañas personas que la conocieron, al menos por unas cuantas horas. Al fin tuvo su descanso. Solo hicimos un día de duelo, por ese tipo tradiciones no eran de mucho agrado para mi familia, y honestamente a mi tan poco. Me hacían sentir aun peor de lo ya estaba, en esos momentos tan hepáticos y lamentables.

Había pasado ya una semana desde que había llegado de Arizona; y yo aún trataba de conseguir ese empleo de pintora en la galería, pero me había enterado por Internet, en su página. Y que solo vendrían a White Rose; el próximo año y sus exhibiciones aún se estaban haciendo en Moscú, Londres, Praga, Paris, Madrid e Italia. Resoplé cerrando la página y gruñendo. ¡Demonios! Estaba algo desilusiona, por haberme hecho anhelos con esa galería de arte

>>> ¡Oh, Italia! <<<, pensé en un suspiró con un cierto toque nostálgico en mi memoria

Recordar Italia me hizo, pensar en los Nobles y los Les Royals. Me preguntaba si era posible que ese tal Gabriel viniera por mí, tal como hizo con mi madre, y si ¿realmente en alguna parte la clave el poder de abrir la puerta le peor infierno del mundo?, el Inframundo, pero ¿era posible que nosotros fuésemos los salvadores? ¿Es que éramos la única esperanza que tenían los humanos, para detener el apocalipsis que los Les Royals deseaban ocasionar al mundo entero? Acaso, ¿podría mi abuelo Eustace Lombardi y su orden ayudarnos a detener a ese grupo de vampiros lunáticos y sádicos?, aun siendo así la cosa; no sabía que hacer realmente que íbamos a hacer cuando ese momento llegara a nosotros.

***

Nuevamente, estaba encerrada en las cuatro paredes de mi acogedora y calmada habitación. Podía concentrarme en nada que no fuesen mis bebés y la muy cercana amenaza de un peligro latente, sin embargo el miedo de mi embarazo, era una de los cosas de mayor prioridad en estos momentos. Yacía acostada en la cama de sábanas verdes oscuras y blanco, miraba el vacío del techado de madera y yo quería...desaparecer. Me sentía como una tonta y culpable por todo lo que me pasaba; no tenía aun las fuerzas suficientes para lograr mi objetivo esencial, ya no podía aguantar más el remordimiento y la culpa, tenía una ligera sensación de mareo. Seguí mirando el vacío y mi visión empezó a hacerse borrosa. No lo pude aguantar más y ahí, volví a descargar toda mi agobiante y desagradable ansiedad, en molestos e innecesarios sollozos de niñita. Era un hecho irreparablemente aceptado en mí arbitrariedad estaba muy convencida de ello: me había vuelto una llorona... y una idiota. Las hormonas del embarazo me habían vuelto una bomba desajustes emocionales

De repente estaba llorando descontroladamente, sin paro alguno en mis sollozos coléricos. Estaba histérica, perturbada y...me estaba dando un ataque de ansiedad. Y no sabía cómo parar. Pero en ese preciso instante apareció mi marido Zane; a rescatarme de mi arremetida. Estaba tan asustada que el aire me faltaba, mi corazón estaba por estallarme en el pecho y no lograba ni siquiera hablar.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now