Capítulo 1: Comienzo

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Desperté con una ligera sensación de pánico en el pecho, solté un leve gemido y mi sueño, se esfumó. Estaba consiente. Hoy era uno de esos días nublados. Respiré y podía oler la humedad en toda la atmósfera de la casa. Todos los espacios vacíos de las paredes de madera y ventanas de cristal; la sensación de un aire gélido, entre las estructuras de tablón y demás, todos envueltos en un manto de silencio fantasmal. En mi hogar podía sentir esa sensación sobrecogedora en todos lados, hasta en mi habitación. El espacio estaba sombría, pero a la vez iluminada por los enormes vitrales que cubrían, una parte de ella. Se notaba como la luz que atravesaba los grandes cristales, que hacían siluetas al frente de la cama. Pensé en cerrar los ojos, para al menos dormir un poco más; pero al cerrarlos me di cuenta, de que no podía volver a conciliarlo. No me podía dormir profundamente. Dure unos minutos en escuchar un silencio escalofriante, pero no solo en la habitación, sino en toda la casa. Respiré y luego de un momento, fue dispersado por un solo sonido cerca de mí, los hondos ronquidos de mi esposo, Zane. Me reí en silencio.

Después de verificar que mi marido dormía, cerré los ojos otra vez y me puse a escuchar con mucha atención algún otro sonido en la casa. Al pasar los minutos, note que en el reloj de una de las mesas de noche junto a la cama, marcaban casi las siete. Yo sabía que a esa hora, solo una persona se levantaría de las catorce que vivían en esta enorme casa. Y ya yo sabía de quién se trataba. Era ni más ni menos que Vanessa.

Ella era siempre la que se levantaba a esa hora. Y pronto pude escuchar como ella bajaba las escaleras de madera, cerca de nuestra habitación. Podía oír como los escalones crujían al pasar sobre ellos, eran  pasos muy rápidos y seguros al descender. Lentamente, pude oler la fragancia de naranjas que emitía de su negro liso y ondulado cabello. Ella era siempre muy limpia y ordenada, en cada uno de sus detalles personales. En eso pude oír que alguien más bajaba. Alguien que venía aun con sueño, lo supuse por el tono que hacía al bajar que era suave, lento y perezoso. Suspiré y de repente, me vino a la nariz, un aroma que no era de la cocina, ni de Vanessa. Era un olor desagradable y repugnante. En aquel momento, me di cuenta que se trataba de Jennifer. Jennifer, era una de las nuevas adquisiciones en la familia, tenía solo cuatro años con nosotros. Y así pude olfatear la esencia de su perfume.

>>> ¡Ay no, qué horror! El aroma de ese perfume está en toda la casa. ¡Oh, no! <<< pensé, poniéndome las sábanas en la nariz

Jennifer siempre desde que la conocí, usa un litro de perfume todos los días. Y aunque ella juraba que sus perfumes eran de diseñador, yo no había podido saber si eran marcas como Dior, Dolce & Gabbanna o Carolina Herrera; al final la dejé en paz. Eran sus gustos. Pero poco después, pude olfatear, el olor su largo, sobrio y negro cabello. Emanaba un dulce aroma a frutas y flores

>>> ¡Ay, Dios! Mucho mejor <<< pensé con alivio

— Buenos días, Vane...ssa —dijo Jennifer

— ¡Oh! ¡Buenos días, Jennifer! ¿Dormiste bien? —comentó Vanessa con su voz delicada y suave, casi en soprano.

—Tal vez — gruñó Jennifer y no dijeron mucho después de eso .

Presentía que este día iba a pasar lentamente, o rápido. Quizás. No sabía si iba a pasar de esa manera, lo único que sabía era que hoy sería un día normal pero podría ser un poco distinto a los demás. Nuestra vida, en este pequeño poblado del condado de New Haven, Connecticut; aquí en White Rose. Con una población variable de habitantes, lejos de la ciudad, pero no lo suficiente, para aislarnos del mundo.
Pronto pude darme cuenta que ya debía levantarme, no era una holgazana y perezosa; nosotros éramos muy ocupados, aún en nuestra anterior vida, éramos de ese modo, no había cambiado nada en la forma de ser de mi familia, ni de ellos. Salté de la cama, y pude oír a alguien más bajar; Jesse y Carter, levantándose, para empezar el día. Durante muchos años mi hermana menor y yo siempre habíamos vivido en diferentes lugares de Estados Unidos y mi madre continuamente buscaba un mejor sitio para nosotras. Aunque la mayor parte de lo que teníamos era una pequeña fortuna, mi mamá sabía que con eso no íbamos a vivir, y que teníamos que valernos por alguna vez sin ella, de su resguardo e inmensa protección y cuidado, sobre sus amadas hijas. Por mucho tiempo siempre habíamos estado bajo las faldas de ella, y más mi hermana pequeña, pero aun así dejamos de ocultarnos sobre la seguridad de mi progenitora, y empezamos a ver nuestra realidad y también la situación donde nos hallábamos ahora. Habíamos estado en tantos sitios, que ya no sabía si los había visto todos, porque mi madre Ilusion planteó la idea de mudarnos e irnos después. Era muy difícil tener que irse de un lugar, y como uno ya se acostumbraba al lugar y luego marcharse de ahí. ¡Ufff!, era muy frustrante pasar por ese ambiente.

Si bien ya había pasado mucho tiempo desde que mi madre había usado ese método para reubicarnos de un sitio a otro. Ahora teníamos una numerosa familia y debimos cuidar de ellos. Así que vivíamos aquí. Un sitio cómo era esté pueblo. Algunos sabían de su existencia cerca de las costas de New Haven. Curiosamente el nombre del pueblo se debía a las hermosas rosas blancas que crecían en las montañas en primavera, y como lo decía su designación; Rosa Blanca. El hogar que siempre habíamos deseado desde que nos establecimos en este país en el siglo XIX. El salvavidas de todas nuestras esperanzas.

A pesar de su distintivo, el clima de este lugar...era casi perfecto. La mayor parte del año era siempre con sol, pero igualmente con nubes, hermosos paisajes del edén en primavera y las fuertes e intensas nevadas y ventiscas cada invierno. No obstante, a muchas de las personas del pueblo no les gustaba mucho el clima. Pero las estructuras desgastadas y el inmenso deterioro del color de las edificaciones y otras cosas más, para mí era el único sitio que se me parecía, algo diferente. Después de un rato, suspiré y noté que era normal percibir la presencia de Jesse tan temprano. Él era como Vanessa, muy madrugador en las mañanas, él siempre era fiel a ella, nunca la dejaba sola; en cualquier cosa que Vanessa pudiera necesitar, su compañero jamás se levantaba tarde, era puntual.

Me estiré y me sacudí el cabello. Miré a mí alrededor, para ver si todo estaba en orden y de asegurarme de ver a mi esposo, dormir en sueños. Me dispuse a prepararme; abrí las cortinas y con la luz y está llego. Después de enfocar con mis ojos para afuera, vi como estaba el día, como yo lo olí en la oscuridad de la madrugada, nublado y con muchas ganas de llover. Pude ver hacia el horizonte, la costa del mar alejado, el muelle y las embarcaciones de pesca. Poco a poco, empecé a despertar del sueño. Fui hasta la puerta del baño que teníamos en nuestra habitación, el gran espejo de cuerpo entero que había detrás, y miré mi rostro. Observé mi cabello, revuelto  y enredado de color castaño claro; encontré un cepillo y comencé a peinarlo. Luego de eso, me cepille los dientes y luego darme un baño; me lave el pelo y el cuerpo, pensaba en las cosas que debía hacer, y los compromisos del mes próximo, como el cumpleaños de Alex y el aniversario de bodas de Sofí y Carter. Siempre en esta casa había algo que hacer para entretenerse

Las Dos Caras de la Luna © ✓Where stories live. Discover now