Dimensión en llamas

By Ms-Eleven

51.8K 2.7K 2.7K

Una relación mal vista por muchos reinos y sus altos mandos ¿Una miembro de la alta comisión teniendo amoríos... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 20.5
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Happy Halloween 🎃
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 27.5
Mi vida te pertenece
Estoy de vuelta
Donde todo comenzó
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43

Capítulo 36

85 7 2
By Ms-Eleven

Resumen/contexto.

Amarys, la joven con habilidades eléctricas, había estado persiguiendo a Hekapoo y Janna, presentándose, para la demonio, como la presunta antigua guardiana dimensional.

Sin embargo, su situación dio un giro cuando fue capturada por Rhombulus por razones aún desconocidas. Logró escapar, pero su libertad se vio empañada por los efectos debilitantes de un sedante que amenazaba con derrumbarla en cualquier momento.

En medio de su huida desesperada, fue interceptada por una misteriosa mujer, aparentemente aliada de Rhombulus, acompañada de dos imponentes bestias (los drokers).

Durante el intercambio de palabras, la mujer, de nombre Kazael, terminó revelando su identidad como una perteneciente a la raza de Hekapoo: los arcángeles.
_____________________________

Lazos.

Momentos antes del terremoto.

Ahí estaba. Aquella misteriosa mujer que hacía un segundo tenía un aspecto común, ahora se mostraba como una arcángel de grandes cuernos, meneando la cola mientras enseñaba los colmillos en una sonrisa jocosa.

Kazael saltó de la enorme roca en la que estaba sentada. Amarys no le quitó los ojos de encima, su mente aún procesaba la revelación y su cuerpo se estremecía con la imponencia de ese porte. O quizá verla de pie la hacía ver más temible, su estatura no pasaba desapercibida.

La mujer se acercó a la chica, con la misma sonrisa enigmática que parecía ocultar los mayores secretos de la historia arcángel. Extendió el brazo, ofreciendo la mano con amabilidad.

Amarys se aplastó contra el árbol y examinó la mano de Kazael con detenimiento, debatiéndose entre aceptarla o levantarse por su cuenta. Algo en su interior le gritaba que esta mujer no tenía buenas intenciones, y que su porte de amabilidad era una fachada entrenada al detalle para ocultar sus facultades oscuras. Por otro lado, estar tan cerca le permitió notar la marca en su ojo derecho, idéntica a la que tenía Hekapoo justo en el mismo ojo. Ante tal sorpresa la expresión de su rostro cambió a una de pasmo e incredulidad al mismo tiempo, contemplando con los ojos bien abiertos aquella cicatriz. El corazón comenzó a darle tumbos fuertes de un pronto a otro, amenazando con perturbar su estabilidad.

«No puede ser».

Miró a sus costados, los drokers seguían ahí, custodiando a la mujer como dos enormes sabuesos guardaespaldas aguardando la oportunidad perfecta para saltarle a la garganta. Un movimiento en falso la condenaría a una muerte horrible, así que debía mantener la calma y analizar sus opciones.

La fatiga de su cuerpo no le permitiría defenderse en condiciones, por lo que sería un suicido intentar librarse de la situación utilizando energía. Abrir un portal ni siquiera era una alternativa viable dado su estado. Estaba acorralada.

Ante la falta de reacción de la chica, Kazael no se ofendió, pues entendía el choque de confusión que debía estar pasando por su mente. Apartó la mano sin deshacer la sonrisa de su rostro.

—Tengo que decir que tú expresión es chistosa —dijo la mujer, retrocediendo hasta uno de sus sabuesos para acariciarlo—. Tendrás un sinfín de preguntas seguramente.

Amarys permaneció rígida, sentada, con la espalda pegada al árbol. La vorágine de alertas y pensamientos le impedían concentrarse, pero debía calmarse si quería llegar al fondo de esto. Lo mínimo que podía hacer era sacarle información valiosa. Aunque de nada serviría si no salía de allí con vida.

Kazael se echó una risita juguetona y continuó:

—Me recuerdas a una persona —dijo mirando hacia arriba, con expresión melancólica—. Suele ser muy asustadizo pero se traga el miedo para hacer frente a sus obstáculos. La criatura más valiente y frágil a la vez. —Se giró hacia Amarys y volvió a sonreír, sus ojos brillando con la calidez de una madre—. Eres plenamente consiente de lo que son los arcángeles, ¿no es así? —inquirió dando un paso hacia ella—. Tu semblante parece el de alguien que guarda muchos misterios y que sabe exactamente a quién tiene al frente.

Amarys tragó saliva antes de hablar.

—En esta realidad... la raza de los arcángeles se extinguió hace siglos.... ¿Cómo es que tú estás aquí? —Soltó esas palabras mientras examinaba su reacción en busca de indicios sospechosos.

—La extinción de los arcángeles no es tan simple como parece —contestó la mujer con una sonrisa enigmática—. Y tampoco tan conveniente como lo cuenta la historia mewmana —con un ligero suspiro, Kazael se acomodó un mechón de cabello y su mirada cambió a una expresión que la chica no supo interpretar—. Pobre Hekapoo...

Amarys no pudo distinguir en su tono algún indicio de sarcasmo o empatía fingida, y lo que es peor, dichas palabras empeoraron su incertidumbre y su confusión.

—¿A qué te refieres? —cuestionó intrigada—. ¿Y qué tiene que ver Hekapoo en todo esto?

Kazael comenzó a serpentear su cola con suavidad y cierto placer.

—Hekapoo y yo compartimos un pasado complicado. Pero eso es una historia para otro día. Supongo que por esa misma razón he permanecido estancada por tanto tiempo... No me veo capaz de sumar más desgracia a su ya de por sí desdichada vida.

Lejos de aclarar nada, sus palabras carecían de sentido alguno. Amarys tuvo la impresión de que solamente estaba jugando con ella, así como un depredador juega con su presa antes de devorarla a sangre fría.

—Lo que dices no tiene sentido. No entiendo qué...

—No pretendo que entiendas nada —interrumpió la mujer—. No pretendo que nadie lo haga. No estoy aquí para dar explicaciones. Estoy aquí porque quiero saber quién demonios eres tú. He contestado suficientes preguntas. Habla —sus palabras salieron casi como amenaza—. ¿Quién eres? ¿Por qué tienes ese nombre? Tus ojos no son los de un arcángel.

El tono serio que adoptó de repente hizo que Amarys se tensara de nuevo, sintiendo la urgencia de medir cada palabra.

—Mi madre conocía la historia de Amarys —expresó la joven con cierta reticencia—. ¿Y quién no? Amarys fue un modelo a seguir para muchas guardianas antes que Hekapoo. Mamá adoraba su historia. El nombre me fue dado en honor a ella.

Kazael se echó una risita, una melodía sutil que flotó en el aire como un susurro siniestro.

—Si tu madre conociera la verdadera historia, estoy segura de que la amaría aún más. A menos que sea mewmana — hizo una pausa y le dirigió una mirada inquisitiva—. Tú no eres mewmana... Debes ser una bruja... ¿wiccana se dice? —Amarys abrío la boca para responder pero la mujer interrumpió con un chasquido de sus dedos—. ¡Espera! Rhombulus sabe quién eres. Te capturó y se alarmó cuando escapaste. Eso quiere decir que representas un recurso valioso, o una preocupación para sus planes. Esto se pone interesante.

—Por cómo hablas me das a entender que desconoces sus planes.

—Pfft, ese cabezón tiene menos cerebro que una hormiga. Pero su cometido es algo que yo también apoyo... en cierta medida. Por ahora necesito mantenerlo contento hasta que me de lo que quiero.

—Quiere decir que tienes tus propios intereses.

Kazalel se llevó las manos a la espalda y aumentó el serpenteo de su cola.

—Mi propósito es la justicia, querida Amarys —dijo sonriendo con amplitud—. Busco vengar a mis hermanas. Y mira, incluso las nereidas se verán beneficiadas. Si tú interfieres en los planes de Rhombulus, estarás interfiriendo en los míos también. Me temo que no puedo permitir eso.

—Espera, ¿dijiste vengar a mis hermanas? ¿Qué quieres decir con eso?

—Que los mewmanos son una maldita plaga —dijo en tono despectivo—. Su historia está machada por incontables actos dantescos. Un reino forjado através de la excavitud y el exterminio de razas enteras. Qué te cuenten los licantios; afortunados y listos, lo suficiente para lograr huir de esta dimensión antes de que les tocara a ellos también.

Amarys entrecerró los ojos, intentando descifrar el enigma detrás de aquellas palabras.

—Pero ¿Qué es lo que pretendes? ¿Por qué el afán por ayudar a Rhombulus?

—Porque el idiota quiere proteger a Hekapoo. Mierda, mira, si no te molesta también voy a sentarme, es incómodo hablar viendo para abajo —La mujer se plantó en el suelo y se sentó entrecruzándo las piernas—. Mucho mejor —dijo ladeando la cabeza con gracia—. ¿En dónde quedé?

—¿Quieres proteger a Hekapoo... ¿E-eso es lo que quieres decir? ¿Por qué?

Kazael relajó la expresión, enderezando la espalda. Sonrió con los ojos llenos de entusiasmo.

—¿No lo notas? —inquirió, abriendo los brazos en un gesto que invitaba a que la observara. Amarys se la quedó mirando sin entender—. Supongo que no se nota. Puede ser porque Hekapoo tiene más pechos que yo... o tal vez por ser tan bajita. Eso lo heredó de mamá. Ahora que lo pienso, somos bastante distintas.

Amarys quedó desconcertada, sus pensamientos trastabillando casi tanto como su lengua al escupir su respuesta.

—¡¿E-eres su hermana?!

La risa de Kazael resonó entre los árboles como un eco inquietante. Se inclinó hacia adelante, con una mirada penetrante buscando la reacción de Amarys.

—Ahora, dime, ¿cuál es tu verdadero papel en todo esto? No sigas con el jueguito de persuasión que has estado aplicando.

El ambiente se tornó pesado de repente. El cielo se oscureció lentamente mientras las nubes cubrían el sol en el horizonte, como si el clima quisiera reflejar el estado emocional de la joven. Amarys sabía que no era buena señal, y su corazón comenzó a latir aún más rápido.

«Esto no debía estar pasando».

—Vamos, no te quedes callada —insistió Kazael—. Yo ya hablé suficiente, es tu turno.

Amarys tomó un respiro profundo y se enderezó contra el árbol.

—Escucha, Kazael... —sus palabras salieron con un deje de preocupación que la mujer no pasó por alto—. Hay algo grande en juego aquí. Algo que puede ser catastrófico si...

Un pitido intermitente se escuchó de la nada, con lo cual Amarys se llevó la mano al bolsillo y extrajo un artefacto extraño cuyo brillo iluminó su rostro. Solo ella supo lo que aquellos destellos y lecturas significaban, pero por la expresión de su rostro no era nada bueno.

Amarys sintió el corazón latir rápidamente en su pecho, como si quisiera salir corriendo. Sus manos sudorosas de un segundo a otro, temblequearon mientras regresaba el artefacto a su bolsillo. El nerviosismo se apoderó de ella y sus intentos por aplacarlo resultaban inútiles. De repente, sintió un impulso eléctrico recorriendo su cuerpo y una extraña sensación de presión se alojó en su pecho.

Ambas chicas compartieron miradas de incredulidad.

—Tengo que salir de aquí —pronunció Amarys, luchando contra el hormigueo que cayó sobre su cuerpo.

Kazael le sostuvo la mirada sin decir nada. Eludiendo el hecho de que la chica parecía más pálida.

—No puedo dejarte ir hasta que resuelvas mis dudas.

La joven hizo intento de ponerse en pie, luchando con la fragilidad de sus piernas que parecían negarse a responder. Logró enderezarse pero se fue de medio lado, chocando contra el árbol.

Comprendió que escapar no era viable en ese momento, por lo que centró sus esfuerzos en aliviar los síntomas que la acosaban. Extendió la mano hacia la alforja en su cinturón, pero antes de que pudiera extraer algo, uno de los sabuesos se abalanzó sobre ella, propinándole un golpe que la arrojó de espaldas al suelo. Una orden de Kazael fue lo que detuvo a la criatura de cerrar la mandíbula entorno al rostro de la chica, al igual que de detener el avance del segundo sabueso. La fuerza del impacto hizo que Amarys sotara de la mano un par de cilindros de cristal, que rodaron hasta detenerse a los pies de Kazael.

La mujer, aún sentada con gracia, observó los cilindros con curiosidad. Le dio una mirada inquisitiva a Amarys, quien luchaba contra el dolor que se acrecentaba y la sorpresa después de ser derribada por el sabueso.

—¿Qué es esto? —preguntó Kazael, recogiendo uno de los cilindros y examinándolo con curiosidad.

Amarys, con una mezcla de frustración y dolor, intentó explicarse a pesar de la dificultad para respirar.

—Por favor, los necesito... —Una punzada en el pecho la hizo retorcerse impidiendo que terminara de hablar.

Kazael entendió que el asunto era de urgencia, por lo que, pese a su aparente indiferencia, decidió ceder ante la petición. Además, en el fondo le intrigaba desentrañar los misterios que ocultaba la chica. Tras una orden de Kazael la criatura se apartó, dando espacio a la chica, la cual se dobló sobre sí, mientras intentaba mitigar un grito que dejó escapar con un quejido entre dientes.

Tratando de calmarse, Amarys cerró los ojos y concentró su mente en controlar la energía. Pero el miedo y la ansiedad la estaban abrumando. Sus manos temblaban cada vez más y la energía se sentía más inestable con cada respiración. El cielo se oscureció lentamente mientras las nubes cubrían el sol, como si el clima se doblegara ante los espasmos de la joven . Amarys sabía que no era buena señal, y su corazón comenzó a latir aún más rápido.

De repente, un cúmulo de rayos se manifestaron recorriendo su cuerpo. Al mismo tiempo, en el cielo, las nubes comenzaron a rugir con fuerza, trayendo consigo una brisa helada que, al pasar por su cuerpo, se arremolinaba levantando hojas a su alrededor como si estuvieran obedeciendo su voluntad.

Las criaturas reaccionaron con un gruñido ante aquel despliegue de luces. Kazael, aunque solía mantener una fachada de indiferencia, no pudo evitar sentirse cautivada por el espectáculo.

Sin embargo, la belleza del momento estaba amenazada por la tormenta que se desataba en el cielo. Los truenos retumbaban y los relámpagos cruzaban el firmamento, aumentando la tensión en el aire, cuya brisa húmeda pronto tomó forma de lluvia. La energía que emanaba de Amarys, lejos de calmar, parecía alimentarse de la tormenta, intensificándose con cada destello eléctrico.

Una mezcla de fascinación e intriga se adueñó del rostro de Kazael. Amarys estaba atrapada en una danza entre la magia descontrolada y el caos atmosférico. Aunque más que una danza, su cuerpo parecía sufrir con cada inhalación que daba.

Entonces, un silbido agudo dió paso a una onda de energía que emergió con violencia del cuerpo de la joven, la cual, esta vez no pudo contener el grito que escapó de su garganta. Sin embargo, aún con el dolor infernal, logró levantarse.

Kazael la observó mientras se arrastraba hacia ella con dificultad. El pasmo estaba pintado en su cara como un reflejo de incredulidad y miedo al mismo tiempo, pues aquella onda expansiva la hizo sentir, por primera vez, la verdadera magnitud de la energía que la chica se había esforzado por ocultar.

—Por favor... —suplicó Amarys, estirando el brazo en busca del vial en manos de la mujer.

Temblaban. Las manos de Kazael temblaban mientras le acercaba el vial a la chica. Sin embargo, el miedo no era lo que la albergaba, sino la fascinación, el asombro y la emoción de ver lo que tenía frente a ella. Ese asombro aumentó de manera exponencial en cuanto Amarys, abrumada por tantas sensaciones, fue incapaz de seguir ocultando su verdadera forma.

El destello fue gradual, pero constante. Sus ojos, blanquecinos como la nieve, brillaron con un fulgor escarlata. La energía mágica que fluía alrededor de ella se intensificó, creando remolinos de luz que giraban en espiral, como si estuvieran danzando al compás de una melodía. Cada hebra de su cabello cenizo parecía haberse convertido en filamentos de luz, ondeando en el aire como llamas danzantes.

Entonces, los cuernos brotaron con gracia de su cabeza, curvándose con elegancia tras un destello de fuego que la envolvió de arriba a abajo, recorriendo su cuerpo, y dando paso a una cola que emergió con la misma soltura.

Amarys cedió al impulso de arrebatarle el vial de las manos a una sorprendida Kazael. En cuanto lo tuvo en sus manos, no le tembló el pulso para clavarlo con determinación contra su antebrazo.

El bosque entero, antes sometido a la inestabilidad, pareció absorber un estado de relajación tanto como el clima alrededor, pues la ventisca perdió intensidad y las nubes disminuyeron su sinfonía apoteósica poco a poco.

En el epicentro de todo; una confundida Kazael, miraba con asombro y curiosidad a Amarys, la cual estaba centrada en recuperar la respiración y el balance.

La chica sintió los ojos indagatorios de Kazael, por lo que no pudo evitar conectar con su mirada. La mujer, tras unos segundos de pasmo, volvió a mostrar aquella sonrisa enigmática, esta vez mezclada con una expresión de incredulidad y asombro, en cuanto sus ojos se posaron sobre la marca que ahora cruzaba sin mesura por el ojo derecho de Amarys.
___________________________




Qué decir de este capítulo... Me encantó escribir la interacción entre estas dos. Aunque he de decir que estas revelaciones me las tomo de forma meticulosa, por lo que me lleva trabajo encajar todo y darle sentido para que quede bonito y entretenido.

Espero que hayan disfrutado del capítulo tanto como yo.

PD: estuve trabajando en un rediseño para Kazael, ya que el primero que mostré (capítulo 32) no me convence mucho. Intentaré traer el dibujo pronto, no creo que haya grandes cambios pero sí busco algo que me guste más.

Me despido por lo pronto. Nos leemos a la próxima uwu








Ms. Eleven
25/02/24

Continue Reading

You'll Also Like

326K 20.9K 35
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
6K 506 15
Hitohito Tadano, 29 Años, Soltero, el Mayor de 3 Hermanos, Vive hace ya dos Años en un Departamento Rural, vida Tranquila, un Trabajo decente, Prácti...
921K 48K 36
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...