Narrador omnisciente.
"Sanji, ayúdame." Llamó la pelirroja a su mejor amigo, caminando hacía él lo más rápido y disimulado que podía. "Yo sólita cave mi tumba."
"¿A qué te refieres?" Cuestionó él, palmeando el lugar a su lado para que ella tomara asiento mientras preparaba la cena.
"Historia larga corta, durante nuestro pequeño viaje en el Polar Tang sucedieron cosas entre Zoro y yo, por lo que pensé que lo que teníamos por fin daría un gran paso."
"Ajá... ¿Pero?"
"Al principio pensé darle más tiempo a todo, pero tras tus palabras decidí que debíamos hablarlo lo antes posible y con calma. ¡Bueno, todo mi plan y preparación mental se fue a la mierda!"
Sanji quería mantenerse serio en esta clase de conversaciones, pero las reacciones de su nakama nunca fallaban en sacarle una pequeña risa. "¿Qué hiciste?"
"Actué por impulso." Ante la mirada confundida del cocinero, ella continuó algo avergonzada. "¿Sabes que Zoro estuvo estos días en compañía de Hiyori manteniendola a salvo, no?"
Su contrario asintió, pero por sus palabras se vio en la necesidad de interrumpir. "¿Cómo sabes que estuvo sucediendo mientras que no estabas?"
"Hiyori no es muy buena ocultando cosas... Me sorprende cómo se mantuvo encubierto con lo mucho que le gusta hablar." Explicó Umiko riendo de la chica mayor. "Pasó un buen rato hablando con Kiku de lo guapo que es Zoro."
Sanji volteó los ojos irritado por ese último comentario, pero no pudo evitar ver a su nakama curioso. Ella no parecía ser celosa, pero por dónde iba la conversación algo tenía que ver con la hermana de Momosuke.
"Bueno... Pues cuando me lo encontré con ella la primera vez fui un tanto obvia que me molestaba y le dije que teníamos que hablar. Me hubiera gustado posponerlo algo más, pero quedé con él de hablar esta noche."
"¿Y cuál es el problema? Es una buena noticia, Umiko-chan. A menos de que aún sigas pensando que no siente lo mismo por ti."
El silencio fue respuesta suficiente, por lo que él sonrió levemente y tras limpiar rápido sus manos palmeó la cabeza de la pelirroja.
"¿De verdad crees que sienta lo mismo?"
"Estoy seguro, Umiko-chan. En tus ojos puede no parecerlo, pero te aseguro que al resto ya nos parece molesto lo mucho que se han tardado en aclarar las cosas. Ánimo, y si te hace daño, lo mato."
Umiko rió y, por estar sentada, abrazó a su nakama por la cintura. "Gracias, Sanji. Te quiero."
"¡Yo también te quiero, Umiko-chan! Ahora ve con ese gorila verde, pero antes, por favor llama al resto a comer."
La pesadilla obedeció con un gesto militar y se retiró del área donde Sanji cocinaba. Por su lado, él rubio observó al tema de conversación ingresar de primero, siendo ellos dos los únicos en el área.
Tal vez se arrepentiría luego, pero con un plato en mano, se acercó a hablar. "Se trata de Umiko-chan?"
[...]
Luego de la cena que Sanji preparó de manera deliciosa a pesar de los pocos ingredientes a su disposición, Umiko tomó a Zoro y lo guio lejos del resto hacía el bosque de bambú donde lo encontró durante la mañana.
"¿Y bien?"
Ella lo miró con un suspiro, titubeando antes de hablar. "Hay algo que necesito decirte, pero es complicado para mí, dame un momento."
Intrigado, su semblante serio llevó a su imaginación a lo peor. "Espera, primero hay algo que debo decir."
"No, déjame hablar primero." Ella negó. "Siento miedo ante tu reacción, no quiero que nuestras cosas se vean afectadas."
"Umiko, te lo dije hace días. Si decides no seguir, lo entenderé. No te preocupes."
"No es eso, por favor, deja de interrumpir."
Zoro se sorprendió, asintiendo en silencio. Quería interrumpirla, pero sus palabras anteriores le dieron cierta calma.
"Tengo sentimientos románticos por ti." Soltó ella sin dudar, sus orejas sonrojadas y balbuceando. "Lo siento."
"Umiko." La llamó él.
"Maldición, lo siento, ¿si? Lamento presionarte ahora, pero después de lo de Onigashima y verte cerca de Hiyori... Necesitaba liberarme."
La pelirroja suspiró, alzando la cabeza pero manteniendo los ojos cerrados, temerosa de la reacción de su compañero.
Umiko abrió los ojos con determinación. "Quiero que seas mío."
Al encontrarse con la curiosa expresión de Zoro, con ceño fruncido y sonrojo, Umiko rió nerviosa, retrocediendo un paso. "Lo siento."
"Detente." Le ordenó él. "¿Cuántas veces te has disculpado? ¿Por qué deberías pedir perdón? ¿Debería yo disculparme por sentir lo mismo?"
"¿A qué te refieres?"
"Me llevó más tiempo darme cuenta, pero al final es igual."
Umiko lo miró fijamente con la boca abierta y no pudo evitar mirar a los lados una y otra vez, aún con la mandíbula por el suelo, se apuntó a sí misma confundida. "¿A mí?"
Zoro, quien estaba igual de nervioso y sonrojado, rio levemente. "¿A quién más podría querer sino a ti?"
Sus palabras fueron una flecha directo a su corazón. Umiko sonrió y, sorprendiendo a su contrario, se desplomó hacía el suelo mientras tapaba su rostro de cuclillas. Él pudo simplemente contestar que sí, ¿pero cómo se atrevía a volverla a enamorar de esa manera?
El espadachín se acercó a ella preocupado y se agachó, colocando sus manos sobre las de ella y removiendolas de su rostro para poderla ver.
"Lamento haberte hecho esperar."
Umiko sonrió dulcemente al encontrarse con la mirada frente a ella y mantuvo sus manos con las de él. "Te tomaste tu tiempo, será mejor que me lo compenses."
"Puedo comenzar ahora." Zoro sonrió ampliamente y ella no pudo evitar pensar lo mucho que anelaba esas sonrisas de él, sonriendo devuelta.
Ambos cerraron los ojos y unieron sus labios. Ya habían compartido besos dulces y lentos, pero ese era todo lo que querían decirse.
Después de todo, era tal como decían. Los besos son secretos contados a la boca.
"Solo para aclarar, ahora somos pareja. ¿Verdad?"
Ante las palabras de Zoro, ella rio levemente. "Si, ahora somos pareja. Eso significa que somos exclusivos."
"Me alegra."
Ambos sintieron el peso en sus piernas y decidieron recostarse en el suelo entre los bambúes, observando las estrellas cuidadosamente distribuidas en el cielo.
Después de un rato de silencio cómodo, Umiko rompió la tranquilidad con una risa repentina que hizo eco entre los árboles. Zoro la miró con curiosidad, preguntándose qué había causado esa reacción tan espontánea.
"¿Qué pasa?" Preguntó, con una sonrisa en los labios.
"Estaba pensando en cómo nos convertimos en pareja." Respondió Umiko entre risas contenidas. "Es todo tan... inesperado."
Zoro asintió, recordando el giro repentino que tomó su relación. "Es bueno que hayan sucedido las cosas como lo hicieron."
"Podrá sonar cruel luego de lo que le sucedió a mi tripulación, pero no me arrepiento de haber viajado esa vez fuera de Grand Line. Me alegra haberlos conocido."
Zoro se mantuvo en silencio y simplemente la acercó más hacía sí mismo.
La noche estaba tranquila y la atmósfera relajada, alejándolos de las preocupaciones que les traía la pelea contra los emperadores.
"Supongo que el destino tiene un sentido del humor bastante peculiar." Por fin comentó Zoro, mirando el cielo estrellado con una expresión pensativa.
"Definitivamente lo tiene." Estuvo de acuerdo Umiko, mientras se giraba sobre su hombro y ocultaba el rostro en el cuello de su ahora pareja.
Bajo el cielo estrellado y el suave viento entre los bambúes, la pareja continuó su noche, dejando atrás las tensiones del presente y disfrutando del ambiente con una ligereza que solo el amor y la familia podían proporcionar.