Las mentiras que nos atan

Od LanaCMaddox

1.5M 123K 70.6K

Daphne y Reece han presenciado un asesinato. Salvo porque no hay cuerpo, no hay rastro, y la persona a la que... Viac

Sinopsis
Capítulo 1 - La familia Barlow
Capítulo 2 - Vida de instituto
Capítulo 3 - Temas del corazón
Capítulo 4 - Partidos y rivales
Capítulo 5 - Celebración sin compromiso
Capítulo 6 - Un final y un principio
Capítulo 7 - Mentiras y secretos [P1]
Capítulo 8 - Consecuencias y decepciones
Capítulo 9 - Rumores y dramas de instituto
Capítulo 10 - James Zag(er)
Capítulo 11 - Planes
Capítulo 12 - Entrenamientos y reencuentros
Capítulo 13 - Imán para el drama
Capítulo 14 - Castigos
Capítulo 15 - Partidos y colores de equipo
Capítulo 16 - Cambios de actitud
Capítulo 17 - Todo lo que puede salir mal...
Capítulo 18 - Rumores y relaciones
Capítulo 19 - Si pudiéramos volver atrás
Capítulo 20 - La novia del capi
Capítulo 21 - Rumor de una ruptura
Capítulo 22 | Romeo, Romeo
Capítulo 23 - Acampada familiar (I)
Capítulo 24 - Acampada familiar (II)
Capítulo 25 - Aquella noche...
Capítulo 26 - Una víbora en el nido
Capítulo 27 - Día de partido
Capítulo 28 - Colores de equipo
Capítulo 29 - Cosas de familia
Capítulo 29.5 - Nights
Capítulo 30 - La familia que elegimos
Capítulo 31 - Festividades
Capítulo 32 - Lo que un día dejaremos atrás
Capítulo 33 - Partidos y juego de ingenio
Capítulo 34 - Cuestiones del corazón
Capítulo 35 - Cosa de dos
Capítulo 36 - Límites y confesiones
Capítulo 37 - La suerte de Daphne Barlow
Capítulo 38 - Regalos
Capítulo 39 - Una vida de secretos
Capítulo 41 - Recuerdos de una vida
Capítulo 42 - Una familia poco funcional
Capítulo 43 - Cuestión de estrategia
Capítulo 44 - Noche de confesiones
Capítulo 45 - Una vida de elecciones
Capítulo 46 - Hope it never ends
Capítulo 47 - Rey del baile
Capítulo 48.1 - La vida que construimos (I)

Capítulo 40 - Planes y alianzas

21.1K 1.7K 1.6K
Od LanaCMaddox

Línea para decir hola 🩷

⋅༺༻⋅

40 | Planes y alianzas

Daphne Barlow

La obra ha salido mejor de lo que había esperado. Nora me ha preparado para lo peor durante los últimos días, pero ha resultado ser agradable.

Apenas he podido verla un momento antes de que el profesor se los llevara y me he visto arrastrada por el resto de espectadores hacia la salida.

Cerca del último escalón, reviso mi móvil en busca de cualquier señal de vida de mi hermano. Él, que se ha sentado a mi lado sin quejas ni se ha distraído con su teléfono una sola vez, ha debido decidir que suficiente era suficiente cuando se acercaba el final porque ha salido un momento y no ha vuelto a entrar.

Lo que no sería un problema si no se hubiera llevado las flores que he comprado para Nora con él. También el coche, pero, eso, es secundario con lo cerca que vivimos.

Le mando un último mensaje antes de echarme a un lado para no molestar a quienes están saliendo. Paso la mano sobre mi frente con impotencia y paro al primer chico de teatro que reconozco.

—Graham —llamo.

El chico de la obra, aún con el vestuario de su personaje puesto, vuelve la mirada todavía metido en su conversación con algunos de los tramoyistas.

—Perdona por interrumpir, ¿has visto a Nora? —pregunto.

—Estaba atrás con su hermana hace un momento.

—¿Su hermana está aquí? ¿La pequeña?

—La mayor. Spencer creo que se llamaba. —Mira hacia uno de sus amigos en busca de confirmación antes de devolverme su atención—. Sí, Spencer. Siguen dentro, pero íbamos a ir con los de la obra a cenar, saldrá enseguida.

—Gracias.

Me sonríe como respuesta y alcanzo su brazo cuando da otro paso porque me siento una completa maleducada. Aunque le agarro a él, mis palabras van también dirigidas al grupo que le acompaña.

—Por cierto, la obra os ha quedado realmente bien. Vi algunos ensayos por Nora, pero no hay punto de comparación con lo de hoy. —Aflojo el agarre—. Enhorabuena.

Su sonrisa es más amplia al oírlo. Graham me devuelve un par de palabras de agradecimiento y una corta despedida antes de seguir con su grupo. Se alejan hacia uno de los coches, pero no llegan a subirse.

Simplemente esperan allí

Nora tarda en salir. Pierdo la cuenta de a cuántos conocidos saludo hasta que doy con ella. Viene charlando con unos amigos, pero se disculpa con ellos en cuanto me centra y baja las escaleras de forma apresurada.

Aún lleva el vestido rojo de su personaje, de un tono más oscuro que sus labios, puesto. Su pelo está marcado con duros rizos y sus ojos vuelan de un lado a otro como si no pudiera devolver sus pensamientos a un ritmo normal.

—¡Daph! —Salta a mis brazos—. Te he visto al terminar, pero el profesor quería hablar con nosotros, luego ha venido Spencer y...

Mueve la mano al apartarse para marcar el final. El tiempo se ha ido de sus manos y no la culpo. Alcanzo la cinta de pelo floreada que tiene puesta.

—Estás preciosa —digo—, y te he traído unas flores para darte ahora y celebrarlo. —Me dijo una vez que soñaba con un día en el que pudiera actuar y tener un camerino lleno de flores esperándola. No es lo mismo, pero era lo más cercano que he podido encontrar—. Pero Dereck se ha ido con ellas. Lo siento muchísimo.

—¿Tu hermano ha robado mis flores?

—Él...

Entonces veo el ramo.

No en la mano de Nora, sino en las de Paola. Ella sale del instituto junto a Anna y la hermana pequeña de Anna. Han estado ayudando con el decorado esta tarde para apoyar a la hermana pequeña de Anna en su primera obra, y parecen haberse quedado.

—Paola —llamo—, ¿de dónde has sacado esas flores?

Pide un minuto a su amiga y se acerca a nosotras sin su habitual energía. Mueve el ramo entre sus manos, el plástico crujiendo bajo sus dedos.

—Es una historia interesante —responde—. He salido un momento cerca del final y me he cruzado con un chico en el pasillo. Me ha preguntado si te conocía. Al decirle que sí, me ha lanzado el ramo de flores con un simple: "Entonces dale esto, o no, es un país libre" y se ha ido.

Sí, eso es algo que Dereck haría.

Definitivamente es algo que él haría.

Estiro la mano hacia el ramo con un "Gracias" sobre mis labios, pero Paola no llega a soltarlo. En su lugar ladea la cabeza, casi diría que midiendo mi reacción.

—No es alguien a quien recuerde haber visto antes —añade. Hay un toque de cautela en su mirada que se mezcla con su habitual curiosidad—. ¿Un admirador del que nunca nos has hablado?

—Mi hermano —aclaro—. Ha salido para ir al baño cerca del final y se las he dado para asegurarme de que volvía. No ha salido como esperaba.

Oh. —La sonrisa de Paola se vuelve genuina, casi dulce. Mira flores las mira una vez más antes de colocar bien el papel y devolvérmelas—. Son bonitas. Camelias, ¿no?

—Sí, no me decidía y las ha terminado eligiendo mi hermano para terminar antes. Le hacía gracia el nombre —cuento.

Nora ya las ha visto, pero eso no evita que note la sorpresa en sus ojos cuando las vuelvo hacia ella. Las abraza contra su pecho y desliza los dedos sobre los rosados pétalos con cariño.

—Las conozco, son las favoritas de Spenc —comenta de forma distraída—. Son preciosas, Daphne, muchas gracias. También por haber venido.

—Te lo dije, ¿no lo hice? Que no me lo perdería por nada del mundo.

Encuentro su expresión, la emoción tras sus ojos, y eso trae mi sonrisa contenida. Es bonito, ver la pasión de una persona a través de sus ojos. Ella realmente adora el teatro y sueña con un futuro en el que esté entrelazado con su vida incluso si no es de forma principal, y yo quiero estar ahí para impulsarla a hacerlo.

Mientras me sea posible.

Paola chasquea la lengua con desaprobación y eso se lleva mi atención. Solo que no está mirando hacia nosotras, sino a un grupo en la distancia. La curiosidad me puede y, mientras Nora revisa las flores que acabo de darle, echo un vistazo en dirección a la salida.

Cuando reconozco al chico de cálculo y sus amigos, estoy a punto de volverme, pero entonces reconozco a una persona más que no debería estar ahí. Entrecierro los ojos casi esperando que su figura se distorsione y me enseñe otro rostro con similitudes, pero no pasa.

Es Isaac.

Está sonriendo mientras habla con ellos, con la espalda apoyada contra la verja y los brazos cruzados. Se le ve... animado. Metido en una conversación con quienes no esperaba que fueran sus amigos.

Me trago mi impresión y vuelvo mi atención hacia mis amigas.

Nora está levantando las flores hacia unos conocidos suyos que pasan cerca, explicándoles orgullosa de dónde las ha sacado. Paola, en cambio, me deja sentir su mirada en mi perfil. No aparta cuando se la devuelvo.

Le conoce. A Isaac. Estoy tan convencida de ello que tengo que preguntar para saberlo, pero casi diría que es lo que ella espera. Se queda en silencio como si quisiera descubrir si lo hago, pero, cuando no es así, se limita a volver la mirada a Nora con su sonrisa más cordial.

—¿Vais a ir a la cena? —pregunta.

—Sí —responde Nora—. Bueno, yo iré, Daphne tiene que hacer de niñera de su hermana pequeña. Intentar convencerla para venir con nosotros hoy es más difícil que convencerla para ir al baile de San Valentín.

—Mis padres celebran su aniversario y la niñera les ha fallado en el último momento —aclaro al notar la sorpresa de Paola.

El grupo de teatro que esperaba junto a los coches se ha vuelto más grande y sé que se irán al restaurante en cualquier momento. "No vamos solo los de teatro —me dijo Nora al invitarme—, también van a ir amigos y más personas. Podrías venir, será divertido."

He debido malinterpretar la razón de la reacción de Paola, porque, cuando el horror se abre paso en su mirada, su pregunta no es la que esperaba.

—¿No vas a ir al baile? —pregunta tan alto que un par de padres que han venido a ver la obra miran en nuestra dirección antes de seguir con su camino—. Daphne, te han nominado. No puedes faltar cuando te han nominado, estoy segura de que es alguna clase de regla.

Mi sonrisa vacila. Lo que normalmente llenaría a cualquier chica de felicidad, a mí me ha dejado un fuerte malestar. No pienso que lo hayan hecho con malicia, pero sé lo que trae consigo, sobre todo cuando también han nominado a James.

—Es solo un pequeño evento, no es como si fuera el baile de fin de curso —justifico—. Además, con cómo está mi reputación, no sé ni cómo he terminado en esa lista.

—¿Bromeas? —me pregunta y se vuelve hacia Nora—. Bromea, ¿no?

Nora niega.

El ceño de Paola se frunce todavía más al devolverme su atención.

—Daphne, no puedes faltar —insiste—. Primero, porque he estado ayudando a organizarlo todo y no voy a dejar que me hagas esa falta de respeto faltando sin decirme lo bonito que ha quedado y, segundo, porque eres una nominada. Sois cuatro y todo el mundo sabe que dos de ellas no cuentan porque, admitámoslo, han llegado ahí por pura suerte porque no las conoce casi nadie.

—Como yo entonces. Si estoy ahí, es porque saben con quién estuve y quieren más drama en sus vidas intentando juntarnos allí —señalo—. Estoy segura de que no voy a salir elegida.

—¡Daphne! —insiste ofendida.

Nora rompe a reír.

Descarta la atención de Paola con un gesto de la mano.

—No sabes el tiempo que llevo intentando convencerla —dice—. No creo que haya algo que le puedas decir para que venga, lo he intentado todo.

—Pero tiene que ir. —Paola no sabe ceder—. Daphne, no sé si te has dado cuenta, pero, si tanta gente aquí está atenta a tu vida, es porque no hay nadie que no te conozca. ¿Sabes cuántas posibilidades hay de que ganes?

—Me conocen por James.

—No, James te conoció porque ya te conocía medio instituto de antes. Que fueras alejándote del ámbito social después de él es otro tema.

El recuerdo de lo que hubo antes de él es tan distante que se distorsiona en mis recuerdos.

—Independientemente de eso, no es buena idea —intento—. Si me llegan a votar, dudo que sea por mi buen corazón, sino porque todo el mundo sabe que James va a ganar. Es un baile, quieren drama. Lo sabes.

Porque siempre hay al menos un drama intenso en los bailes. No voy a dejar que me usen para ser el suyo.

—No todos quieren hundirte —dice Paola con más suavidad—, el único problema es que los que odian son los que más alto hablan, pero muchos están realmente votando por ti porque les caes bien. Porque eres amable con todo el mundo, incluso con quienes no se lo merecen. Lo sé bien, no preguntes cómo.

Su forma de decirlo me hace parar un momento.

—Espera, has dicho que has estado ayudando a organizarlo —recuerdo.

—He dicho...

—Viste los votos, ¿no? —pregunto.

—Son los previos —justifica—, y estaba aburrida.

—¿Eso quieres decir que sabes cuántos votos tiene cada una? —pregunta Nora.

—Técnicamente, no puedo hablar de eso, pero, sí, tengo una ligera idea. Curiosee algunos según iban dándomelos. No me miréis así, ¿sabéis lo aburrido que es sentarte con una caja y una lista de nombres para que no repitan? —defiende.

Llaman a Nora desde el grupo de teatro, pero ella les pide un minuto.

—Así que puedo decirte que sé de lo que hablo cuando digo que solo dos tenéis oportunidad y que tienes muchas posibilidades —añade—. También que, la clase de persona que votó por ti, no eran los que hacen comentarios desagradables de ti a tus espaldas.

Pero eso no borra el problema. James va a ganar, y muchos van a querer una reacción por mi parte para alimentar sus invenciones otra semana más. Salga elegida o no, voy a salir perdiendo.

Y yo estoy tan cansada.

—Me lo pensaré —ofrezco.

—¿De verdad? —sonríe Paola.

—Pero no prometo nada.

—Me sirve. Además, será divertido. Hazte un favor y no condiciones tu vida por lo que digan de ti y de tu ex, no es bonito. Oh y, si tus amigas ya tienen otros planes, siempre puedes venir con Anna y conmigo. Vamos con parejas pero eres más que bienvenida a unirte al grupo.

Nora alcanza mi brazo y sé que es un silencioso recordatorio de que también puedo ir con los amigos con los que va a ir ella. Incluso Mackeyla me invitó a ir con Kenzo y ella hace unos días. "Vamos como amigos —me dijo cuando lo rechacé porque no me parecía bien quitarles así su momento—, no estás metiéndote en nada."

—Claro que también puedes unirte con pareja —añade Paola—. El chico de las gradas, tal vez. Se os veía muy bien juntos. ¿No lo crees, Nora?

Antes de que mi amiga pueda darle la razón, interrumpo con un "Adiós, Paola" que hace que ella rompe a reír antes de ir hacia el grupo de teatro. Para junto a Anna y no dudo de que le está contando la conversación que acabamos de tener.

Luego llaman a Nora con un último aviso de que deben irse y ella me abraza con fuerza para despedirse de mí.

—Gracias de nuevo —murmura—. Y, sobre lo del baile... Sabes que Paola no es mi persona favorita, pero creo que tenía algo de razón en lo de no condicionar tu vida por lo que otros dirán. Sé que siempre te han gustado los bailes, sería triste que te lo perdieras.

—Lo pensaré —prometo.

Es curioso. Paola no es fruto de la devoción de Nora. Ellas compartieron laboratorio el año pasado y la personalidad distante de Paola porque solo deja a personas específicas ser sus amigas, no le sentó demasiado bien. Así que, darle la razón, es más un milagro que un hecho.

Aprieto la mano que Nora estira hacia mí como despedida antes de dejarla ir.

Los recuerdos me devuelven un mal sabor de boca que me hace necesitar unos segundos para recomponerme después de que ella se aleje.

No me arrepiento de los planes que he rechazado por el bien de mi tranquilidad, pero ahora los recuerdos de aquella época vuelven con el eco del dolor que me hizo sentir. Daría lo que fuera por poder abrazar a la versión de mí que quiso darle todo a alguien esperando que eso fuera suficiente solo para terminar con las manos vacías y el corazón roto.

La versión de mí que solo quería ser suficiente.

—¡Pero si es una de mis chicas favoritas! —oigo.

Pestañeo y lo alejo todo. Estoy bien. Ha pasado tiempo. Estoy bien. Pero mi corazón sigue más acelerado de lo normal cuando me vuelvo hacia Isaac.

Mi sonrisa más forzada, pero eso él no lo ve porque me ha levantado del suelo en un brusco abrazo antes de darme tiempo de tener un primer vistazo de él.

—Hola, pequeña Julieta —murmura.

—Hola a ti también, Isaac.

Me deja sobre mis pies y necesito dar un paso atrás para recobrar el equilibrio. Él me mira sonriente. De oreja a oreja. Lo que no sé si es una buena o mala señal.

—No es que no me alegre verte, pero, ¿qué haces aquí? —pregunto.

—Oh, eso. No contestas mis mensajes así que pregunte por ahí para ver dónde ibas a estar hoy.

—¿Por qué querías saber dónde iba a estar hoy?

Mete las manos en los bolsillos y hace lo que mejor se le da; evitar dar explicaciones.

—No es por cuestionar tus gustos ya cuestionables porque, seamos sinceros, después de Zager mis esperanzas contigo estaban por los suelos. Pero, ¿Paola? —pregunta.

—¿Qué pasa con ella?

—¿Cuánto tiempo tienes?

—¿Me estás diciendo que no es ella tu fuente de información aquí?

—¿Información? ¡Ja! Esa chica no me diría ni su grupo sanguíneo aunque se estuviera desangrando y yo fuera el único doctor que pudiera atenderla.

—Quizás es porque ella también se cuestiona tus amistades. —La mirada que me devuelve es extraña—. Te he visto antes con uno grupo bastante pintoresco cerca de la entrada.

—¿Me estabas acosando, Juls?

—No suenes tan feliz por eso, simplemente me ha llamado la atención. ¿De qué les conoces?

—De aquí y de allá.

El grupo de teatro se divide en coches y les veo empezar a desaparecer.

—Reece tiene razón —entiendo—, eres imposible cuando no estás por completo de parte de alguien.

—¿Te parezco imposible ahora? Oh, pobre inocente. Mi pobre, pobre, Juls. —Niega con una sonrisa divertida—. De todas formas, no eran amigos míos. Código de amigos y todo eso.

—¿De qué código me hablas ahora?

—El código de amigos. Estoy seguro de que cerca del "No saldrás con la novia de un amigo" hay escrito algo similar a "No confraternizaras con los desgraciados que han molestado a la novia de tu amigo hasta que ha tenido que golpearles."

Me quedo en blanco al oírlo.

Isaac ha estado hablando con el chico de cálculo al que golpeé hace un par de meses, cuando se tomó demasiadas libertades siguiendo unos rumores inventados. También con su grupo, que sé que le alentaron a hacerlo o simplemente siguieron la broma. Lo que no esperaba, era que conociera esos detalles.

—¿Reece os ha contado eso?

—Suenas sorprendida.

—No. Bueno sí. Es solo... —Me siento avergonzada por demasiadas razones—. No entiendo por qué os ha hablado de eso.

—Si te sirve de consuelo, nos habríamos enterado de un modo u otro —ofrece como si, de alguna forma, eso me pudiera quitar la vergüenza por la razón por la que golpeé a ese chico—. Aunque verle sentado frente a mi pupitre, golpeando la mesa con los dedos durante quince minutos, antes de decir: "¿Podrías ayudarme a encontrar a alguien?" porque ese chico no sabe ni usar Google solo, fue bastante entretenido.

—Espera, ¿te pidió encontrarle?

—Claro que me pidió encontrarle. —Su sonrisa vuelve—. Vamos, Juls, no le diste ni el nombre y, admitámoslo, Reece no es Mr. Sociable. No es como si fuera a poder sacarlo por su cuenta cuando ni siquiera sabe cómo usar las redes sociales.

—Le... No... Reece es sociable.

—Daphne —dice con un tono marcado—. Vamos, Reece y "sociable" no congenian. Quiero decir, sí, conoce a cada jugador de la zona y tiene una relación cordial con cualquier persona con la que se haya cruzado, pero hasta ahí.

—Eso es ser sociable.

El recuerdo de la fiesta en la que nos colamos vuelve a mi memoria. Reece hizo migas con todo el mundo en cuestión de segundos. No tuvo un solo momento de vacilación.

—Además, ¿por qué estábamos hablando de esto? —añado.

—Porque estás equivocada, por eso hablamos de esto.

—No estoy...

—Mr. Popular se quitó las redes porque se hartó de que la gente le escribiera o supiera de él. No contesta los mensajes salvo que sea algo importante. ¡Ni siquiera se unía a las celebraciones tras los partidos salvo que pensara que íbamos a causar problemas y quisiera vigilarnos!

—Sí se une, le conocí en una.

—¡Justo mi punto! Habíamos jugado contra los vuestros, claro que vino porque sabía que iba a pasar algo.

Cosa que pasó, aunque dudo que fuera lo que Reece esperaba.

—Cenó con vosotros y el equipo de Giovanni hace unos meses. Vino conmigo a una celebración hace solo un par ese semanas. —Levanto la mano para que no me interrumpa—. Sí, sé que no terminó allí, pero su intención era ir con vosotros.

—¡Exacto!

—¿Exacto qué si estamos diciendo lo contrario?

—¡Exacto que antes no hacía esas cosas! —señala.

—¡Pero las hace!

—¡A raíz de ti!

Me callo al oírlo.

No sé qué punto estábamos intentando probar o si se ha convertido por completo en un ilógico "quiero tener la razón", pero las palabras de Isaac me llegan de igual manera.

—No ha... ¿Lo ha hecho?

—¿Por qué crees que te dije que le ibas a hacer mucho bien? —devuelve sorprendido—. Juls, Reece nunca hubiera ido a cenar con los de La Ría. Él jamás habría empezado a hablar con Giovanni porque no son amigos, apenas conocidos hasta hace unos meses y, ¿llevar sus colores? ¿Es que has perdido la cabeza?

—Tú le convenciste para eso, no yo.

—¿Crees que lo hizo por mí? —Eleva las cejas—. Sabes que tiene al entrenador en mi contra cada vez que le molesto lo más mínimo, ¿no? Él me lanzaría a los leones antes de seguirme el juego. Es malditamente estricto.

—Él no...

Es estricto. Lo ha sido alguna vez. Lo he visto. En sus entrenamientos, en algunos momentos sueltos. Está ahí, en él, pero también es mucho más que eso.

Isaac ha echado a andar hacia uno de los coches mientras pensaba. Lo reconozco como suyo al verle sacar la llave, pero necesito unos segundos más para asimilarlo todo antes de ir tras él.

Y recordar cómo ha empezado la conversación en primer lugar.

—¿Puedes decirme para qué te pidió buscar al chico al que golpeé? —pregunto.

—Claro, preciosa, pide y se te dará, eso es lo que dicen los mandamientos de la novia del capi. —Abre la puerta del copiloto y saca una bolsa de papel oscura—. A Casanova no le hizo demasiada gracia lo que le contaste de ese cretino y no pudo pegar ojo hasta ponerle cara. ¿Por qué crees que llegaron tan tarde al partido de fin de curso?

—¿Qué quieres decir?

—¿Tampoco lo sabías? Por el amor de Romeo, Juls, tú y yo vamos a tener que quedar más. Es horrible hablar contigo cuando no sabes absolutamente nada. —Empuja la bolsa hacia mí—. Ahora abre esto, necesito asegurarme de que sea tu talla.

—¿Reece habló con él?

Isaac mira hacia la bolsa, un gesto silencioso de que cumpla con mi parte para que él cumpla con la suya. Así que abro la bolsa y saco una camiseta azul de manga corta de ella. Dejo la bolsa a mis pies y busco la etiqueta.

—Me queda. Ahora, ¿puedes...

—No tienes paciencia, ¿no? —Se apoya contra el costado de su coche—. Lo que pasó fue que Romeo quería tener una excusa para curiosear cómo estaba todo por aquí por algunos rumores que habíamos oído. No le hace gracia mucho de lo que se decía de ti y le cuesta quedarse al margen.

—¿Habló con él? —insisto.

Isaac rasca su barbilla.

—Verás, eso no me quedó tan claro —dice—, digamos que me fui antes de saber si le llegaron a ver, pero es más cordial que cualquiera de nosotros. Si lo hizo, ten por seguro que fue lo suficientemente pasivo-agresivo como para que no fuera a mayores y tampoco te volviera a salpicar.

No, el chico de cálculo no ha vuelto a dirigirme la palabra después de las vacaciones, pero pensaba que tenía algo que ver con haberle golpeado.

Visto ahora, es curioso que justamente él no haya comentado nada al respecto de cualquier rumor que salió después.

Frunzo el ceño hacia la camiseta. El color, ese intenso azul, me recuerda al de sus uniformes. Mis hombros caen con un toque de decepción.

—No me dijo nada.

—Suele hacerlo. —Tras unos segundos, añade—: Mira, no le digas que te he dicho esto, pero él siempre va por libre. Gigi siempre le ha ayudado, pero es su hermana. La realidad es que le he visto hacer todo desde hace años para no cargarle con nada a ella.

Aprieto la camiseta entre mis manos.

—Tiene la mala manía de pensar que tiene que arreglar todos los problemas él solo —añade—. Los suyos, los de su hermana, los de sus amigos o... —Hace un gesto hacia mí para señalar esa opción—. Pero míralo por el lado bueno, no hay nadie que medite más las cosas antes de hacerlas que él. Sea lo que sea que le haya dicho, si es que lo hizo, puedes estar tranquila.

—Lo sé, es solo que... Podría habérmelo contado.

—Como decía; está acostumbrado a lidiar con todo solo y ni te imaginas todo lo que hace por su hermana para ayudarle en todo cuanto puede. Él va a allanarte el camino tanto como esté en su mano sin que te des cuenta porque es su forma de cuidar de las personas que le importan. Si lo hablas con él, no olvides eso.

—¿Algo más que deba saber? —pregunto.

—Depende, ¿cuánto tiempo tienes?

—Isaac...

Me agacho para recoger la bolsa y meto la camiseta dentro. Al hacerlo, la doblo de forma distinta y alcanzo a ver colores llamativos contra la tela. La muevo para poder ver lo que hay y...

No puedo creerlo.

—¿Has hecho una camiseta con la foto que te mandé de Reece?

—No.

Levanto la camiseta para marcar que sí.

—He hecho camisetas para todo el equipo con esa foto —corrige—. Vamos, era demasiado bueno para dejarlo pasar.

—¿Qué pensáis hacer con esto? ¿Llevarlas al próximo partido? —Lo pregunto con humor, pero luego caigo en la cuenta de que suena a algo que podría hacer y mi sonrisa cae—. Dime que no vais a llevarlas en el próximo partido.

—Pero Juls, ¿por quién me tomas? Claro que no vamos a llevarlas al partido, eso sería muy inmaduro por nuestra parte. —Se aparta del coche, orgulloso al mirar hacia su obra—. Vamos a llevarlas en el evento de San Valentín del próximo viernes al que sé que te ha invitado. Asegúrate de llevarla bajo tu ropa, eres nuestro plan B.

—¿Por qué soy el plan B?

—Porque contigo no se enfadará tan fácilmente.

—Soy vuestro comodín —entiendo, y guardo la camiseta de vuelta en su bolsa—. Vale, digamos que participo, ¿estás seguro de que Reece no querrá matarnos por esto? Porque no es solo la foto, lo que has puesto sobre ella...

—Vamos, Juls, ¿qué es la vida sin riesgos? —interrumpe.

—¿Una vida feliz?

Pero estoy planteándome seriamente participar. Vuelvo a sacar la camiseta, solo lo suficiente para repasar el texto sobre la foto. Una, dos veces, y la guardo de vuelta con un suspiro.

—De acuerdo, lo hacemos, pero... —Isaac me interrumpe con un duro abrazo que tarda en dejar ir—. Isaac, tienes que prometerme que, si hacemos esto y no se lo toma bien, lo paramos. Da igual cuánto haya costado prepararlo, si le molesta de verdad, todos se deshacen de las camisetas sin preguntas.

—Vamos, Daphne —se queja.

—¿Hecho?

—Es solo...

—¿Hecho?

—Pero...

—¿Hecho? —insisto con más dureza.

Se queja, pero me da una apagada afirmación entre dientes. Suficiente.

—Vale, nos vemos el viernes allí entonces. La llevaré bajo la ropa.

Isaac sonríe de oreja a oreja al oírlo y me estrecha entre sus brazos una vez más.

—Sabía que tú y yo íbamos a ser buenos amigos, para desgracia de Reece. —Deja el agarre ir y cierra la puerta del copiloto de su coche—. Tengo que irme, hablando de Romeo, he quedado con él esta tarde. Necesito llegar antes de que se dé cuenta de lo que he estado haciendo.

—Ni se te ocurra ir a por él hoy. Me ha contado que vais a celebrar el cumpleaños de Jordan a los Karts. ¡Le quiero de una pieza cuando terminéis!

—¡Sí, mamá!

—Isaac, acaba de volver a entrenar esta semana, hablo en serio, no quiero más sustos.

—¿Ni pequeños?

—Viene con un solo golpe y destapo todo lo de las camisetas antes de tiempo, estás avisado.

—Joder, realmente suenas como él.

Rodea el coche, pero, antes de que pueda subir, agarro mejor la bolsa y doy un único paso hacia él.

—¿No olvidas algo? —pregunto.

Isaac vacila. Mira hacia la ventanilla como si tuviera todas sus respuestas y, por curiosidad al notar su expresión, no digo más.

Porque él, ese chico grande, que me saca más de una cabeza y duplica mi peso con facilidad, se ve tan confundido que me resulta cómico.

Entonces me devuelve la mirada y, de la forma más insegura en la que le he oído hablar, pregunta:

—¿Adiós, te quiero?

—No eso, tu móvil —puntúo.

—¿Qué pasa con mi...? Oh, sí, lo he metido en la bolsa para no perderlo. —Lo saco de la bolsa para él—. Finjamos que no... Adiós.

Baja la cabeza al alejarse y no puedo contener la risa. Le llamo y, cuando mira, imito la voz que uso para burlarme de mi hermano cuando digo:

—¡También te quiero!

Sus mejillas se pintan de un suave rojo.

—Oh, voy a pagar mucho por esto —murmura—. Ni se te ocurra contárselo a Reece, me gustaría seguir de una pieza, gracias.

Río más fuerte.

Él niega y abre la puerta de su coche.

—Eh, ¿Juls? Sobre lo que me has preguntado antes sobre si hay algo más que deberías saber. —Apoya la mano sobre el techo del coche con una expresión apagada—. Haznos un favor y no conduzcas cuando hace muy mal tiempo ni te lo tomes como algo personal si él pierde los nervios con eso. No insistas si ves que está en ese punto. Para ti puede sonar a tontería, pero realmente lo pasa mal con ese tema. No quiero que eso caiga en su contra por un malentendido.

Reece, ¿perder los nervios?

Conducir con mal tiempo.

Entonces me golpea.

—¿Sus padres? —pregunto.

—Hay cosas que nunca se superan, no le culpes por ello. —Golpea el techo del coche y se anima al momento—. Ahora voy a ver a ese desgraciado y fingir que no he venido a arrastrar a su novia a un complot en su contra.

—No soy su...

Lo digo por costumbre, pero me callo mientras él se mete en su coche porque no hay nada que corregir esta vez. Se siente... extraño.

Isaac baja las ventanillas y pone la música a todo volumen. Toca el claxon un par de veces antes de desaparecer de forma tan ruidosa que no hay persona que no mire en su dirección.

La comprensión se lleva el aire de mis pulmones.

De golpe, todo cobra sentido. Que siempre que pueda venga él, que se ofrezca a llevarme en coche todo el tiempo desde el primer día, que cambie al coche de su hermana, más grande, cuando peor tiempo hace...

Se me encoge el corazón.

Alcanzo las llaves que guardo en el bolsillo y aprieto el pequeño balón entre mis dedos.

Es lo que ha dicho Isaac, Reece siempre está cuidando de los demás sin que se den cuenta.

Llevo la figura del balón a mis labios con un cariño que pesa en mi pecho. A más sé de él, más se suaviza cualquier clase de miedo, porque es alguien con buenas intenciones. En todo lo que hace. ¿Cómo no terminar queriéndole? ¿Cómo no terminar...

¿Cómo no terminar enamorándome de él?

Lo último que hago antes de volver a casa, es mirar hacia la camiseta con cariño. Trazo sobre la tela el rostro de él y pienso en las ganas que tengo de que Reece la vea, sobre todo porque después podré contarle el pequeño momento de vergüenza de Isaac sin delatar la razón por la que ha venido antes de tiempo.

Va a encantarle.

⋅༺༻⋅

Próximo capítulo: El próximo sábado 💙

⋅༺༻⋅

A falta de dos chismosos en un capítulo, hemos tenido tres 💅 - y mucha info gracias a ellos


SE VIENE BAILE, solo falta que Daphne quiera ir porque NO está colaborando 😠

Pero por ahora tenemos la celebración donde Reece el siguiente viernes para el que ya tienen CITA - y camisetas... ¿HAY GANAS?

#💙 por la alianza de Isaac y Daphne (y porque Isaac al fin consiguió su sueño de tener excusa para hacer la camisetas JAAJJA)

Y #🕯️ por su equipo porque Reece puede que termine cargándoselos a todos JAJAJA

O al menos al chico distraído que le ha dicho "te quiero" a su novia... ☕️ No si entre Charlotte e Isaac se les están adelantando en todo a la parejita JAJAJ


Ahora... Espero que hayáis disfrutado de poder conocer más a Reece. Incluso si ya no podremos releer y ver los detalles de pedirle el coche a su hermana cuando llueve u ofrecerse llevar a Daphne sin querer llorar 🫂

#💙 porque fue al partido el instituto de ella para ver cómo se portaban con ella

#💙💙💙💙 por Reece cuidando siempre de todos

Y un muro de #😭 porque sabemos que es porque no quiere cargar a nadie con nada MI CORAZÓN


Y... ¿qué pensáis de lo que ha contado Isaac? Hemos podido ver a Reece cambiando a lo largo de los capítulos, pero... Ella es una bola de energía y le está ayudando a sanar sin saberlo y yo quiero llorar os juro. Son preciosos para el otro 😭😭😭😭😭😭

Espero que hayáis disfrutado del capítulo y nos leemos el próximo sábado con una CITA QUE LLEVAN TIEMPO PLANEANDO - Y UNO DE MIS CAPÍTULOS FAVORITOS ABSOLUTOS!! 💙

Un abrazo y feliz fin de semana!!

—Lana 🐾

Pd: Manitas arriba #🙋‍♀️ para quienes pensasteis que Paola era la que pasaba los chismes a Isaac

Veamos si descubrimos por qué Mr. Sociable y Mrs. Yo-elijo-a-mis-amigos se llevan taaaan mal 👀

Pokračovať v čítaní

You'll Also Like

13.6K 962 40
Les ha pasado ¿qué toda su vida los han engañados?, Con suerte después de enterarse sigue viva. Alissa Gilius antes creía ser una chica adolescente...
2.9M 366K 55
[SEGUNDO LIBRO] «Convertirme en un monstruo no me ha liberado del dolor de ser humano». Después de los crímenes cometidos por Victoria Massey, la jo...
41.7K 2.8K 40
después de lo ocurrido en la mina MC , queda en shock respecto a lo que se entera por otro lado los chicos exigen muchas cosas a MC , pero una person...
1.7M 77.6K 66
La asesinaron un 23 de octubre, y desde entonces todos se preguntan: ¿Qué le pasó a Elizabeth Parker? Venus, la protagonista, tras el reciente asesi...