Hoy es el día, debo reconocer que, a pesar de haberme sentido más relajado con respecto a conocer a sus padres, ahora mismo estoy completamente nervioso y...
No lo sé, simplemente surgió dentro de mi mente el horrible miedo de ser rechazado por su familia, incluso pienso en: ¿qué tal si no les agrado? ¿Qué tal si no me consideran suficiente para su hijo?
Estoy aterrado, puedo ver la casa de su familia a lo lejos, una que a simple vista parece ser grande y tienen enormes terrenos donde también vi diversos animales. En aquella finca, había otras cuatro casas más pequeñas al lado de la que Leo nombraba "La casa grande"
Por lo visto, la casa más grande les pertenecía a sus padres, mientras que las otras cuatro más pequeñas que estaban a los costados, eran de algunos de sus hermanos. Yo no sabía que tenía tantos, sin duda cuando me dijo de camino a la casa de sus padres que tiene 14 hermanos, me quedé boquiabierto.
¡¿15 hijos?! Sus padres tuvieron 15 hijos y se subdividen en 9 hombres y 6 mujeres, a eso debo añadir que 11 de sus hermanos tienen hijos. Dudo mucho que recuerde el nombre de todos ellos, pero haría el intento.
–¿Estás listo? –me preguntó Leo, ofreciéndome su mano, la cual debido a mis pensamientos dudé en aceptar– mi amor, estamos juntos en esto– me aseguraba con una sonrisa.
–Lo sé...–murmuré bajando la cabeza, aceptando su mano– es sólo que...
–No dejaré que nada malo te pase, lo prometo– añadió depositando un dulce beso en mi mano, logrando que mis mejillas se ruborizaran.
Antes de tocar la puerta, tomé aire con profundidad y traté de callar todas mis inseguridades mientras esperaba que alguien abriera la puerta.
–Por los Dioses– oí que decía una chica con emoción– ¡Leonel! –lo nombró, abalanzándose a sus brazos con emoción.
Aquel chillido de emoción fue una alarma para el resto que rápidamente salió y con la misma emoción, lo abrazaban dándole la bienvenida. Fue fácil saber quién era su madre, ya que era una señora entrando a la vejez, además tenía unas cuantas canas que sobresalían debido a su peinado.
A pesar de esto, se veía mucho más joven de lo que imaginé, además sus hermanos y hermanas, no parecían tener una diferencia extrema de edades, más bien, a lo mucho seguramente se llevan 1 o dos años por cada uno de ellos.
También, por lo visto, Leo está dentro del rango de "hermanos menores", lo que me hace sentir curiosidad.
–¿Quién es él? –preguntó su padre, mirándome atentamente.
–No es de aquí ¿verdad? –añadió su madre.
–¿Es un esclavo? –preguntó la chica que se le arrojó encima cuando llegamos.
–No– le respondió– es mi prometido– anunció e inmediatamente todos lo miraron con sorpresa, prácticamente sus ojos se salían de sus cuencas.
–¿Cómo que prometido? –se atrevió a decir la chica que se le lanzó encima– si bien recuerdo, no te gustaban los hombres.
–Sí, de hecho, creo recordar que sólo te acostabas con mujeres– añadió otra chica, de una edad similar a la anterior.
–Sí...–susurró llevándose la mano al cabello con nerviosismo– es... es una larga historia...–titubeó, poniéndose nervioso por la mirada de todos.
–Larga o no, quiero escucharla– le mencionó su padre, mientras en el proceso se acercaba y me ofrecía su mano para estrecharla, algo que hice con timidez– tiene manos suaves...–murmuró riendo, mientras yo no sabía si eso era algo bueno.
–Oh... es verdad– mencionó su madre, tomándome de las manos con una sonrisa– ven, querido, debes tener hambre– me dijo, permitiéndome adentrarme a su casa.
Mi corazón latía con fuerza, las manos me temblaban y no era capaz de articular ninguna palabra debido a la presión que sentía, eran muchas personas, además no sólo estaban sus hermanos, sino que también había cuñados y cuñadas de Leo, incluso sobrinos.
Era un verdadero caos, había mucho ruido y como nos estaban esperando para cenar, me designaron un lugar cerca de sus padres, de hecho, su padre dijo "Ven, siéntate a mi lado" mientras él permanecía en la cabecilla de la mesa.
Me sentía incómodo, a Leo lo dejaron al otro extremo de la mesa, muy lejos de mí, por ello, a pesar de que quería estar cerca de él, no podía.
–Muy bien– habló su padre una vez estuvimos todos sentados– quiero oír los detalles de esta inesperada relación– pidió.
Creí que Leo les contaría, sin embargo, su padre me estaba mirando, no soy muy listo, pero sin duda eso definitivamente significaba que esperaba que yo diera los detalles de nuestra relación.
No sabía por dónde comenzar, estaba nervioso, había muchas miradas en mí y mi boca sólo se abría y se cerraba mirando a la distancia a mi prometido, quien trataba de llamar la atención de su padre.
–¿Y bien? –preguntó con impaciencia, tras quedarme en silencio.
–Nos...–titubeé– nos conocimos en el barco, ellos atacaron el barco donde yo me encontraba encarcelado y me llevaron al suyo– comencé diciendo, un poco nervioso, pero era adecuado mirarlo a los ojos y eso fue lo que hice– Leo estaba a cargo de cuidarme en la celda, era un método de protección del capitán para que yo no hiciera nada estúpido.
–¿Y te aprovechaste de eso? –le preguntó su hermana, dándole una colleja en la cabeza a Leo.
–No, al contrario– dije riendo– se podría decir que yo lo ataqué...
–Oh...–dijeron todos al mismo tiempo.
–Era mi primera noche fuera de la celda, Leo y yo compartíamos habitación– continué diciendo.
–¿No están todos agrupados abajo? –preguntó su madre confundida.
–El capitán me dijo que durmiera en la habitación de Joshua, el cocinero– le respondí– allí dormía Joshua y Leo.
–¿Sólo dormir? –preguntó uno de sus hermanos, o cuñados, en realidad no lo sé, pero estaba frente a mí.
–Sí, Joshua es la pareja del capitán– le respondió Leo, desde la distancia– y mi amigo.
–Yo creía que Joshua se acostaba con el capitán a cambio de protección, la tripulación se mostraba desafiante y peligrosa, así que pensé que podría hacer lo mismo, pero con su hijo– continué contando.
–Eh...–soltó Leo– no es necesario que cuentes lo que ocurrió luego– me aseguró con nerviosismo.
–¿Qué ocurrió luego, hermano? –preguntaron la mayoría de sus hermanos.
–El punto es que, sólo quería ser mi amigo– dije como una forma de que no se centraran en aquello que Leo no deseaba mencionar– y lo fuimos durante varios meses, me enseñó a usar la espada mientras al mismo tiempo, aprendía a cocinar.
–Entonces lo atrapaste con comida– comentó su madre.
–No, era bastante malo– le aseguré.
–Muy malo– confirmó Leo– malísimo–añadió.
–Ya entendieron– le dije con cierto enfado, así que su hermana me hizo señales de "¿Le pego?" Y como asentí, ella le dio otra colleja con la mano abierta, justo en la nuca.
–Pero mejoró– trató de arreglarlo Leo.
–Luego llegamos a una ciudad, donde...–murmuré, mirando a Leo quien tomó un vaso con agua y miraba de forma fija la mesa, evitando mi mirada– traté de alejarme, sentía que estaba siendo una carga, así que...
–¿Una carga? –me preguntó su padre confundido.
–No podía dormir, desde siempre he sufrido de pesadillas, pero se volvieron más fuertes una vez tuve mi libertad y Leo me ayudaba a dormir– le expliqué.
–Déjame adivinar– habló la que parecía ser la hermana mayor– mi hermano en aquella ciudad, se acostaba con chicas, pero a la hora de dormir, regresaba a ti.
–Sí– respondí– y por lo mismo, no quería arruinar su diversión, además éramos amigos, él no necesitaba cuidarme, por lo mismo, me alejé y le mentí diciendo que podía dormir sin su ayuda, aunque luego de una semana las ojeras eran evidentes– continué diciendo– cuando nos vimos, me regañó por mentirle, algo que me hizo sentir peor, pero seguimos siendo amigos y él dijo que me quedaría con él una vez llegáramos al pueblo.
–Leonel, hijo, eres un imbécil– comentó su padre, apoyando sus codos en la mesa para estar más cómodo y así mirarme con mayor atención– para ese entonces tú estabas enamorado ¿verdad?
–Sí...–respondí bajando la cabeza– pero sabía que no podía, así que no dije nada, aunque luego de una cena en el gran comedor, nos emborrachamos y...–murmuré pensativo– esa noche no me rechazó, aunque a la mañana siguiente se fue y pasaron varios días.
–Hijo de...–oí que decía su madre con enfado.
–No, está bien, seguíamos sin ser nada, así que daba igual– le dije como una forma de que no insultara a su hijo, además me resultaba gracioso ver a Leo tan nervioso– además...–añadí con una sonrisa– aquellos días los pasé con Mateo, él me enseñó los alrededores del pueblo, me invitó a comer y en la noche, luego de varios días, Leo regresó.
–¿Y comenzaron a salir? –preguntó su madre esperanzada.
–No, en ese entonces me había ido de su casa, así que una vez regresó, le dije que lo olvidásemos y regresé a su casa, retomando mi papel de amigo, aunque al otro día, salí con Mateo– dije con una sonrisa, mirando a Leo quien se estaba enojando– y nos besamos– añadí, sólo para hacerlo enfadar.
–Uhh...–soltó su padre con cierto tono burlón, mirando en el proceso a su hijo.
–Leo se puso celoso y boom, nos hicimos novios– conté a grandes escalas.
–¿Puedo contar mi versión? –preguntó Leo.
–No– respondió su padre, mirando al chico que estaba a mi lado e inmediatamente cambió de sitio con Leo.
Ahora él estaba a mi lado y nos tomamos de la mano bajo la mesa, viendo a su padre quien le aseguraba que, lo desheredaría si no se casaba pronto conmigo.
Durante el resto del tiempo, comenzamos a cenar y sus padres hablaban sobre la boda, pidiendo varias cosas que debíamos tener ese día, incluso nos dijeron que, durante dos semanas, antes de la boda, debíamos hacer lo que era tradicional en su familia.
No entendía a qué se referían, pero acepté y Leo también, aunque más tarde me explicó que durante dos semanas no podremos tocarnos, como una forma de extrañarnos. Era una tradición extraña, pero como ya había aceptado, no me quedaba de otra más que esperar ese día.
Por otro lado, también descubrí que la chica que se le abalanzó encima cuando llegamos, era su ex o algo así, no me dieron grandes detalles, simplemente mencionaron que cuando Leo era más joven, estaba enamorado de ella.
Obviamente me sentí celoso, ellos tenían una excelente relación, no se veían hace mucho, pero se reían y bromeaban con tonos sugerentes. Al principio pensé que era algo extraño, ellos eran demasiado cercanos, sin embargo, su familia dijo que era normal en ellos, siempre bromeaban con eso.
No sabía si debía sentirme celoso, pero decidí que no lo haría para no estropear la situación, además su familia era muy atenta conmigo y todos me trataban con dulzura.
Ya no me sentía incómodo, ellos me hacían sentir parte de su familia, aunque las bromas entre mi prometido y aquella chica llamara Katrina, no me gustaban.
Igualmente, pueden ser imaginaciones mías, así decidí pasarlo por alto.