A matter of heart

By thatsmyego

44.7K 7.8K 5.4K

Levi Braun es profesor del departamento de cardiología. Valerie Berkowitz, de Psicología. Ella le promete a é... More

prólogo
uno
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
once
doce
trece
catorce
quince
dieciséis
diecisiete
dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintidós
veintitrés
veinticuatro
veinticinco
veintiséis
veintisiete
veintiocho
veintinueve
treinta
treinta y uno
treinta y dos
treinta y tres
treinta y cuatro
treinta y cinco
treinta y seis
treinta y siete
treinta y ocho
treinta y nueve
cuarenta
cuarenta y uno
cuarenta y dos
cuarenta y tres
cuarenta y cuatro
cuarenta y cinco
cuarenta y seis
cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
cincuenta y uno
cincuenta y dos
cincuenta y tres
cincuenta y cuatro
cincuenta y cinco
cincuenta y seis
cincuenta y siete
cincuenta y ocho
cincuenta y nueve
sesenta
sesenta y uno
sesenta y dos
sesenta y tres
sesenta y cuatro
sesenta y cinco (i)
sesenta y cinco (ii)
sesenta y cinco (iii)
sesenta y seis
sesenta y siete
sesenta y ocho
sesenta y nueve
setenta
setenta y uno
setenta y dos
setenta y tres
setenta y cuatro

epílogo

347 52 24
By thatsmyego

De: anna.gobbler@harvard.edu

Para: valerie.berkowitz@harvard.edu y otro más

Asunto: BRINDIS XXXIX PREMIOS ANUALES DE EXCELENCIA CIENTÍFICA

     Buenos días,

       desde el decanato de la Escuela de Medicina les trasladamos la más sincera enhorabuena por obtener el premio de excelencia científica de este año. También queremos agradecerles el arduo trabajo que han llevado a cabo durante este curso que, sin duda alguna, ha surtido efecto. Su estudio ya forma parte de la historia de nuestra disciplina.

        Nos gustaría celebrar con Uds. la obtención de este premio durante el almuerzo de Acción de Gracias con un brindis en su honor. El almuerzo es el miércoles 20, a las 12:00, en el edificio Rosehall. Más adelante les enviaremos los detalles.

Nos vemos allí,

                   Anna Gobbler

                   Oficina del Decanato de la Escuela de Medicina

De: levi.braun@harvard.edu

Para: anna.gobbler@harvard.edu

Asunto: RE: BRINDIS XXXIX PREMIOS ANUALES DE EXCELENCIA CIENTÍFICA

No puedo acudir por motivos personales. 

         Dr. Levi Braun

         dpto. Cardiología - Harvard

De: valerie.berkowitz@harvard.edu

Para: anna.gobbler@harvard.edu

Asunto: RE: BRINDIS XXXIX PREMIOS ANUALES DE EXCELENCIA CIENTÍFICA

        Buenos días, Anna. Muchísimas gracias por trasladarnos la felicitación del decanato. Desgraciadamente, el día 20 mi familia y yo celebramos el bicentenario del nacimiento de mi tatarabuelo, un gran hombre que creó la primera panadería judía en Brooklyn. Por tanto, no podré acudir al almuerzo. 

       Gracias por haberme invitado de todas formas y gracias, de nuevo, por la felicitación. Un saludo,

Valerie R. Berkowitz

Departamento de Psicología Clínica

*****

Para Valerie, no existía un noviembre sin ajetreadas compras pre-navideñas y sin temperaturas gélidas. Acostumbrada a sentir el frío y punzante aire invernal de Nueva York, sentir la calidez del sol en su piel le resultaba, cuanto menos, extraño. En su imaginario no existía un otoño donde disfrutar de la arena de la playa, pero lo estaba haciendo. Bueno, no de la forma más literal posible, ya que llevaba sentada en una toalla más de media hora.

En realidad, en lugar de estar disfrutando de unas -merecidas- vacaciones, tendría que estar recibiendo los aplausos de un desaborido público. Una parte de ella no pudo evitar sentirse algo culpable; era el segundo año que su estudio ganaba un galardón y el primero que decidía abandonar sus responsabilidades académicas. Sabía que debía estar en la universidad, pero por otra parte...

Dejó el libro que estaba leyendo sobre su regazo, cubierto por un fino pareo de color oscuro, y miró al horizonte, allá donde las tranquilas aguas del océano parecían desaparecer. La arena blanca, el mar azul, la suave brisa y la agradable temperatura... Una vocecita en su cabeza reiteró que estaba mucho mejor allí que encerrada entre cuatro paredes con viejas glorias de la Medicina. Que le den al Decanato.

Y, por si el clima no fuera suficiente para convencerla de que Cancún era mejor opción que Harvard, allí estaba él. Sin duda, mejoraba las vistas.

Observó, por encima de la montura de sus gafas de sol, cómo Levi se acercaba a ella: los reflejos rubios de su cabello y la arena blanca contrastaban con su piel dorada por el sol, y más que un médico parecía un auténtico modelo profesional, uno de esos que volvían locas a adolescentes y adultas. Valerie estuvo a punto de ahogar un chillido cuando Levi se pasó una mano por el pelo, peinándoselo hacia atrás.

Con uno de sus característicos gruñidos -que no eran nada congruentes con su cuerpo atlético-, el rubio se sentó en la toalla, justo al lado de la psicóloga. 

Levi se limitó a cerrar los ojos para disfrutar de la calidez del sol. Alguna que otra gota de agua rebelde se resbalaba aún por su pecho, donde descansaba una fina cadena plateada. Valerie aprovechó que su mirada estaba oculta por el cristal de las gafas para observarle sin descaro. Siempre había sido una chica con suerte -y contactos- pero, sin duda, con Levi le había tocado la lotería. 

Habían continuado su estudio y contaban con los fondos suficientes como para contratar a ayudantes para la investigación, aligerando así la carga que soportaban. Salían a cenar juntos de vez en cuando. Iban a algún que otro partido de baloncesto con la esperanza de recrear el escándalo de la Kiss Cam. Hablaban. Follaban. Se despertaban en la casa del otro y se hacían un café con toda la naturalidad del mundo. Levi arregló el grifo de la cocina de Valerie. Ella aprendió a cortar en brunoise. Todo iba bien con él. Tan, tan bien, que ni siquiera el miedo de cagarla y perderle había vuelto a atormentar a Valerie.

Lo único malo de su relación era que la psicóloga había desarrollado alergia a los gatos. 

Levi le presentó a un alergólogo casi al instante y ella pudo seguir disfrutando de la compañía de los tres mininos. 

—Sé que me estás mirando, Valerie. —bufó el rubio. A sus mejillas quemadas por el sol se sumó un leve sonrojo. 

—Es que pareces una chica Bond. —comentó ella con una sonrisa juguetona tirándole de las comisuras. —Sexy, atemporal, elegante... Solo te falta un buen bikini.

Levi se tomó la libertad de soltar una carcajada suave. —Y andar en tacones, supongo. 

—Podemos trabajar en ello. Ah, acabo de leer tu email. Así que soy tus motivos personales, ¿eh?

El cardiólogo se inclinó hacia Valerie y la besó, como si aquella fuera la única forma de poder borrar la sonrisa socarrona que curvaba sus labios. A pesar de ser un beso corto, ella pudo notar el cariño que desprendía y pudo saborear el salitre que se había quedado sobre la piel de Levi.

—Sí. —dijo él, conciso y sin avergonzarse de la respuesta. 

El primer email que envió para excusarse de un día de trabajo por ''motivos personales'' se debió, curiosamente, a ella. Valerie se había quedado estancada en uno de los aeropuertos de Nueva York, y Levi, resignado y preocupado a partes iguales, decidió subirse a su coche y conducir durante tres horas y media para poder rescatarla. Nadie cuestionó sus escasas palabras; por eso, cuando le preguntó a Valerie si quería celebrar su primer aniversario en Cancún, optó por utilizar la misma estrategia. 

Al fin y al cabo, llevaba un año saliendo con ella, así que le pareció lícito considerarla su principal motivo personal. 

Valerie volvió a dedicarle una sonrisa burlesca. —Mmh, ¿por encima de Snow, Salem y Ginger?

Levi hizo una mueca mientras sentía la mirada de su novia clavada en su rostro. Vio, de reojo, el libro que ella estaba leyendo y lo alcanzó con rapidez. Decidió que lo mejor era cambiar de tema. —¿Qué lees?

—Harry Potter.

—¿En alemán...? —cruzó una mirada interrogante con ella. Después la desconfianza hizo que enarcara una ceja. —¿Te estás enterando de algo...?

Con aire ofendido, Valerie le arrebató el libro de las manos. —¡Sí! De lo suficiente como para seguir la trama.

—Has leído Harry Potter cada mes desde que eras niña. Creo que te lo sabes de memoria.

—Y eso, precisamente, mejora mi aprendizaje del léxico. 

—Te he dicho mil veces que mi familia habla inglés. —le recordó, con un tono sutilmente hastiado. 

Levi conocía a los padres de Valerie. Se habían encontrado con ellos durante la primera Navidad que pasaron juntos como pareja oficial, y el médico sospechaba que aquel encuentro no había sido del todo casual. Desde entonces, ella parecía preocupada por un encuentro similar con los Braun, así que decidió aprender alemán a toda costa. No se le daba del todo bien, pero Levi fue incapaz de convencerla de que estudiara otro idioma.

—¿Incluso tu tía, la que lleva meses pensando que no existo? —le preguntó, acercándose a él como si quisiera provocarle. —¿Tu abuelo también habla inglés, eh?

—Les vas a caer bien. 

Un destello fugaz de preocupación iluminó el rostro de Valerie. —¿Seguro...?

—Mientras que no digas que tus antepasados son judíos, irá todo fenomenal.

—¿Estás bromeando sobre el Holocausto? —le dio un manotazo en el antebrazo al ver cómo ocultaba una sonrisilla. —¡Levi!

—¿¡Qué!? —exclamó él, con una sonrisa que poco a poco iba asomando en sus labios. 

—¿¡Te hace gracia el Holo-

—¡Valerie, claro que no!

—¡Te estás riendo!

—¡Me estoy riendo porque tú me haces gracia! —se defendió, llevándose las manos a su torso desnudo. 

Valerie le apuntó con el índice. —¡Estás sonriendo demasiado! ¡como si disfrutaras del sufrimiento de millones de personas inocentes!

Levi se rio con incredulidad y ella volvió a señalarle. —¿¡Quieres que te escriba una declaración jurada condenando el Holocausto o qué!? 

—¡Pues no estaría nada mal! ¡Que sepas que murieron más de-

—¡Valerie! Valerie. —repitió, intentando bajar su tono de voz y apaciguar a la psicóloga, que parecía haber iniciado, más que una explicación sobre algo que todo el mundo sabía, una especie de reprimenda. Levi intentó acallarla para no perturbar la paz de la playa, pero no le quedó otra que soltar: —Cállate.

—Vas a tener que hacer que me calle. 

Y fue entonces cuando supo que Valerie era la que le estaba tomando el pelo. Levi rodó los ojos con incredulidad, sintiéndose un imbécil -enamorado- por caer de lleno en el juego de la pelinegra.

—Es la tercera vez que lo haces hoy. Sabes que no tienes que ponerte así para pedirme un beso, ¿sabes?

Valerie se encogió de hombros. —Es que, si no, no es divertido. Me encanta ver cómo la desesperación inunda tu mirada...

Su novio sofocó una carcajada y, como si la estuviera castigando, devolvió la vista al mar. Se quedaron unos instantes en silencio, escuchando el suave romper de las débiles olas, disfrutando del clima cálido y de la brisa marina. Valerie estuvo a punto de volver a leer su libro cuando, de la nada, un pensamiento intrusivo abandonó sus labios:

—No me habrás traído aquí para pedirme matrimonio, ¿no?

La escena no era la más idílica -por el momento-, pero Valerie sabía que aquel destino era el típico para prometerse, y que era mucho mejor que Disneyland. Además, tenían una mesa reservada en el restaurante del resort aquella misma noche, con vistas al mar. Levi le había soltado un ''ponte guapa'' y también le había pagado la manicura. ¿No iría a pedirle matrimonio durante aquella carísima cena, en una playa de Cancún?

Levi se giró hacia ella asustado, con los ojos llenos de pánico. —¿¡Qué!? ¡No!—exclamó. 

La naturalidad de la respuesta y la seriedad posterior le hicieron entender a Valerie que no estaba sorprendido porque le hubiera aguado la fiesta, sino porque era una pregunta que ni siquiera se había planteado. 

Valerie respiró con alivio. —Ah, vale. Menos mal. —suspiró. —Iba a decirte que no...

—Me alegra saberlo.

—O sea- —fue Valerie quien se llevó las manos al pecho, intentando explicarse. —Te diría no ahora, en este momento, ¿sabes? Solo llevamos saliendo un año y creo que es un poco precipitado. A ver, quiero decir, eh- —tomó aire y se le quedó atascado en la garganta al ver a su novio observándola con media sonrisa en los labios. La miraba con ternura y un pellizco de diversión. —Ay, Levi. 

—No quieres casarte de momento. 

—¡Pero en un futuro sí! O... a lo mejor... Bueno, no sé. A ver, si es contigo-

—Está bien, Valerie. Yo tampoco voy a casarme contigo... ahora

—Uf, genial. Espera, ¿estás hablando con literalidad total? ¿Insinúas que ahora, en el momento en el que hablamos, no te casarías conmigo, pero que más adelante sí...? ¿Como... en una horquilla de tres meses? ¿Incluso dos años? 

—No voy a pedirte matrimonio hoy, ni mañana, ni ningún día de aquí a unos años. ¡Tranquila!

—¿Ni siquiera si tu tía te presiona para que te cases conmigo porque eres, a efectos prácticos, un solterón?

—No estoy soltero, Valerie. Por favor, ¿puedes dejar de decir gilipolleces? 

—¿Ni siquiera para ayudarme a superar mi miedo al compromiso?

—Joder. Cierra el pico.

—¿Ni siquiera por los beneficios fiscales...? ¿Firmarías bienes separados o gananciales?

Levi no aguantó más. Tomó el rostro de Valerie con ambas manos y cierta brusquedad para tirar de ella y poder besar sus labios. Le resultó efectivo porque ella se fundió en sus brazos, como si el sol hubiera estado derritiéndola durante horas. Valerie sintió la piel húmeda de Levi mientras pegaba su pecho al torso del médico. Colocó la mano en su mandíbula para separarse de él antes de que su ancha sonrisa rompiera el beso. 

El médico chasqueó la lengua y volvió a rodar los ojos. —¡Joder...! —protestó, girando la cara para evitar ver la sonrisa triunfante de su novia. Pudo oír sus carcajadas y sentir cómo su pecho se agitaba. —¡Pensaba que ibas en serio...!

—Y lo hacía, —le dijo, acunando su rostro como si fuera lo más frágil del planeta—pero en cuanto vi que estabas desesperándote no he podido parar. Lo siento. Aunque, de todas formas, tendrías que haber sospechado que me estaba quedando contigo cuando te he llamado solterón.

El rubio entornó los ojos. Su mirada ocre recorrió las facciones redondeadas de Valerie. —Te odio.

Ella sonrió aún más, aunque no pudo evitar sorprenderse por aquellas dos palabras. Se inclinó hacia delante y utilizó su peso corporal para hacer que Levi se tumbara en la toalla, despacio.

—¡Me has robado la línea...! —protestó Valerie.

—¿Te hace ilusión decirla?

—Te odio. 

Lo repitió un par de veces más mientras repartía besos cortos en las comisuras de los labios de Levi, que estaban curvadas por culpa de una sonrisa incontenible. 

Qué irónico que un cardiólogo no supiera que la razón por la que su corazón seguía volviéndose loco era una persona con nombre y apellidos.


**********

¡hola! quería subir este epílogo porque creo que después de tanto tiempo leyendo esta historia os merecéis un final doblemente feliz. Además, creo que no os he agradecido lo suficiente vuestro apoyo. No me voy a poner sentimental, que no son horas, pero gracias. Gracias, gracias, gracias y mil millones de gracias por haberme acompañado durante un año y medio, gracias por haber hecho que esta historia alcanzara algún número absurdo en un top de historias.... jo, muchas gracias. 

cuando empecé amoh estaba acojonada porque no es un fanfic y temía que nadie la leyera -por mucho que diga que las visitas me dan igual, me dolía un poco que solo yo la disfrutara- así que, de nuevo, GRACIAS

me ha encantado leer vuestras teorías, vuestros comentarios y me ha encantado hablar por insta de esta historia. se va un cachito de mi corazón y la fuente de mi serotonina, nooOOOOoOOoOoOoOooooo

espero no dejaros el listón demasiado alto con levi, 

y recordad que siempre podéis ser un poquito malas. cuando penséis que estáis haciendo algo poco ético, pensad que valerie os apoyaría a muerte porque ella ya ha hecho algo peor.

espero que nos leeamos pronto por estos lares

<3






Continue Reading

You'll Also Like

167K 15.4K 33
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
15.1K 680 8
Todas las imágenes de karmani y también son las mejores 7w7 7u7 >♡<
10.5K 745 42
Emma y Kilian continúan con sus planes sobre su comienzo feliz pero su felicidad puede ser cortada por algo que no esperaban, ¿Podrán superarlo junt...
19.2K 3.6K 29
¿Cómo puedes pasar de ser una simple esclava a la faraona de toda una nación?, es una pregunta un poco estúpida y muchos dirán que es imposible, pero...