Serial Killer; Gojo Satoru.

By O_LovelyKat_O

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«Cariño, soy una sociópata. Te amo sólo un poco demasiado». More

Prológo
I
II
III
IV
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX

V

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By O_LovelyKat_O

Es fanático de Digimon.

Su fecha de nacimiento es el 07 de Diciembre de 1989.

Es un chamán de Grado Especial.

Su método de inscripción al Colegio de Tokio fue por su linaje de sangre.

No tiene ningún pasatiempo, o habilidad especial ya que puede hacer de todo.

Su comida favorita son las cosas dulces.

Su comida menos favorita es el alcohol.

No duerme mucho.

— ¿Crees que tenga algún interés romántico? — recibió leves codazos de su compañero en las costillas — ¿Qué?

— Veo que te gusta Satoru — rió bajo el pelinegro. Ella bajó la mirada —. Sí, sí tiene un interés amoroso.

— Ah...

— Tú.

Levantó la mirada, encontrándose con los ojos juguetones de un chico de mechón oscuro. Como mejor amigo del Seis Ojos, era claro que lo quería ver feliz, y, ¿de qué manera podría ayudarle? Hablando maravillas del chico con la persona de la que él se siente atraído.

¿Eran maravillas? Para cualquier otra persona sí eran, pero para Sunmi, era clave. Eran palabras que le servirían en algún momento.

— Deberías convivir más con él — sugirió el pelinegro —. Claro, si a ti te atrae también.

— Sí, es... Ah...

¿Qué podía decirle? Estaba nerviosa. Primera vez que se encontraba en un episodio de nervios. La última vez que eso sucedió, era porque quería huir de su padre y sus piernas temblaban tanto que los pasos eran tan inconsistentes que caía a cada rato.

— ¿Te gusta?

— Algo — Getou rió bajo de nueva cuenta.

— Entonces no pierdas tiempo y ve con él — sonrió, alborotando sus cabellos oscuros —. Todo estará bien.

"Todo estará bien". Nadie le mencionaba tales palabras, por lo tanto, durante su camino se encontraba pensativa. ¿Así será la manera más sencilla de llegar a Gojo Satoru? ¿Así podrá matarlo de la manera más dolorosa que pueda haber?

Las calles de regreso a su casa eran solitarias, estaba atardeciendo y en ningún momento se encontró con alguna maldición. Desgraciadamente. Así no podía tener una distracción donde pudiera despejar su mente de aquellos pensamientos que comenzaban a nublar su juicio.

Al abrir la puerta del clan, suspiró pesadamente. Tenía que llegar a soportar a personas de avanzada edad con mentalidad tan retorcida que, a más de uno, le gustaría cerrarle la boca con un puñetazo. 

— Sunmi-senpai.

Llamaron detrás de ella. Al momento de girarse sobre sus talones, toda sensación amarga, llena de odio y coraje, disminuyó al ver a una pequeña de cabello corto, lacio y parejo. Se puso de cuclillas para darle señal a la pequeña Maki que se acercara, a lo cual, entendió a la perfección. Sunmi inclinó su cabeza hacia a un lado al notar una pequeña anomalía en el rostro de la infante: un moretón. 

Si algo que ella odiaba era que tocaran a sus niñas: Mai y Maki.

— ¿Qué tienes en la mejilla?

— Nada — respondió, retrocediendo y cabizbaja. Mentía. Sabía que mentía. Ha cuidado de ellas desde que eran bebés y sabía cuándo estaba mintiendo.

— Maki — habló firmemente — ¿Qué pasó?

— Sunmi-senpai... Es... Estaba entrenando...

— Y alguien te lastimó, ¿cierto? — arremetió molesta — ¿Quién fue?

— Sunmi...

— Maki, ¿quién fue? Dime de una vez.

Se quedó en silencio. Conocía a su sobrina. Sabía que tenía un carácter fuerte e impulsivo. Era capaz de hacer cualquier cosa por ella y su hermana.

— Fue...

— Sunmi-san — habló un hombre, interrumpiendo la respuesta de la niña. A juzgar por su comportamiento, sabía que ese hombre algo tramaba. La chica suspiró profundamente y se puso de pie tomando la cabecita de la pequeña —. Qué bueno que llegaste.

— ¿Tú entrenaste con Maki? — preguntó tajante. Él, por otro lado, pasó saliva pesadamente — ¿Y bien?

— Sí, yo... Yo fui.

— ¿Podría hablar contigo? Es que me da curiosidad conocer el rendimiento de Maki — dio leves palmadas en la cabeza de la pequeña. Al recibir ese tacto, la pequeña se fue en dirección de su habitación a toda prisa. Sabía lo que se avecinaba. Aquel hombre conocía lo impulsiva que era aquella joven y el aprecio que tenía hacia las pequeñas Zen'in. Haber tocado a Maki fue haber firmado su sentencia de muerte —. Dime, ¿cómo va?

— Bien — respondió, intentando mantener la calma y que sus nervios no fueran tan evidentes —. Ha mejorado.

— ¿Y ese es motivo para que le hagas daño?

— ¿Eh?

En el centro de la palma de la mano de la chica se encontraba un pequeño destello, el cual comenzó a tomar forma de un arma de fuego con cristal. El hombre, temeroso, la miró a los ojos que emanaban no más que odio.

— ¿Has visto cómo vuelan los sesos de una persona al momento de que se le dispara en medio de sus ojos?

— S-Sunmi...

— ¿Aprecias tu vida? — preguntó, dejando el cañón de la pistola en la frente de aquel hombre, quien temblaba de miedo.

— S-Sí... Sí, claro...

— Entonces aleja tus manos de Maki — dijo firme —. Si vuelvo a ver otro moretón en alguna parte de su cuerpo, olvídate de volver a ver la luz del siguiente día.

Bajó el arma y se fue directamente a su habitación. En lugar de tener miedo, quedó confundido. Sunmi no es una persona que se la pase amenazando a los demás, ella simplemente comete su acto y luego se retira. ¿Por qué ahora no le disparó? Aunque, agradecía que no lo hiciera.

— Ah, sí — dijo la chica y giró sobre sus talones para disparar en el muslo izquierdo de aquel hombre, obligándolo a caer al suelo cubriendo la herida con sus manos —. Agradece que no te di más arriba.

Llegó a su habitación, cerrando con llave, tirando la mochila al suelo y dirigiéndose a pasos pesados a su cama donde se dejó caer a la almohada. 

Algo había dentro de su cabeza que no la dejaba tranquila. Un par de ojos, con un hermoso iris y el color como el océano en el amanecer. Tan vivo, resplandeciente y cautivador. Cubrió su cabeza con la almohada, esperando ignorar el ruido de fuera de su habitación. 

— Gojo Satoru. 17 años, nacido el 07 de Diciembre de 1989 — murmuraba la chica debajo de su almohada —. Chamán de Grado Especial. Le gustan las cosas dulces, podría matarlo poniendo veneno en sus dulces o su comida — giró en la cama, quedando de espaldas a la puerta —. No, eso no. El alcohol. Podría darle una alta ingesta de alcohol y con eso, se muere. No, tampoco — suspiró profundamente —. Mi orgullo y dignidad se verán afectados después de esto...

— ¿Salir? — preguntó confundido. O, más bien, aturdido — ¿Tú y yo?

— Sí — respondió segura. Aunque por dentro le daba nauseas, por fuera, fingía estar tranquila.

— ¡Claro! — exclamó, poniéndose de pie de aquella banca. Inclinó ligeramente su cuerpo para estar cerca del rostro de Sunmi pero ella retrocedió algunos pasos —. Dime cuándo y a dónde, ten por seguro que siempre tendré tiempo para ti.

— Ah... Terminando las clases, claro, s...

— ¡Por supuesto! — sonrió ampliamente —. Entonces terminando las clases, ¿te parece si vamos al cine? El día de hoy se estrenó una película. 300, esa.

— Ah... Bien, sí, está bien.

— ¡Bien! No sabes cuán emocionado me siento en poder salir contigo — rió —. Aunque, sí, ya tenía planeado invitarte a salir, pero me ganaste en hacerlo.

— Aún... — respiró hondo, esperando que el nudo en la garganta se disolviera —. Aún nos falta mucho tiempo, Satoru. Otras veces me puedes invitar tú u otras yo.

— Sí, sí — sonrió ampliamente.

Había encontrado la manera de morir, pero, ¿quién de los dos iba a perecer primero?

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