XXXII

385 60 27
                                    

«Si no matas a Gojo Satoru, entonces, ¿para qué fuiste hecha?»

“Si lo mato, será menos doloroso para mí, porque así no veré que el bastardo de mi papá le quita la vida y el Clan Zen'in finalmente me va a respetar, principalmente Naoya. Pero... No puedo...”

En medio de una crisis, Sunmi tomó una decisión, así que se levantó de la cama lentamente. Compartía habitación con Riko y Misato, quienes estaban profundamente dormidas.

Salió de la habitación, creando una espada de cristal. Suspiró profundamente al darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer, pero su salud mental estaba en juego.

Lentamente se acercó a la habitación donde se suponía que estaba Satoru.

— ¿Sunmi? — llamaron desde la sala. Ella se tensó al escuchar dicha voz, no estaba dormido.

Levantó la mirada y lo vio sentado en la sala del departamento. Se acercó a él a pasos lentos y calmados.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué traes tu espada? — preguntó confundido. Ella deshizo la espada luego de suspirar.

— Había escuchado un ruido. Pensé que estabas dormido — respondió con neutralidad. Satoru sonrió y tomó su mano para besar su dorso.

— Tranquila, nena, todo está bajo control. Estoy haciendo guardia.

— Satoru, si no duermes te hará mal — dijo, tomando asiento a su lado. Él sonrió y besó su frente.

— Tranquila, estoy bien. Además, estás conmigo, es lo único que me importa.

El remordimiento la venció y suspiró, recostando su cabeza en el hombro de él. Al verla así, tan vulnerable, suspiró y besó su frente de nuevo.

— Estás preocupada por mí, ¿no? — preguntó, ella asintió —. Estoy bien. Nada pasará.

Sunmi suspiró profundamente. Asintió ante su respuesta. El remordimiento parecía un parásito dentro de su mente, que poco a poco le va comiendo el cerebro.

— ¿Está todo bien?

Esa era su oportunidad de contarle la verdad. Era el momento de contarle todo lo que ocurría dentro de su cabeza, pero...

— Conocí a un niño hace horas cuando fueron al kayak — respondió nuevamente ocultando su dolor —. Fue tan lindo, tenía una sonrisa que parecía un pequeño rayo de sol gracias a su inocencia y ternura.

Dijo Sunmi, riendo ligeramente.
No podía decirle la verdad, no quería lastimarlo. No se sentía capaz de hacerlo.

— Veo que te alegró mucho haber convivido con ese niño — dijo Satoru, sonriendo y acariciando el cabello de su novia.

— Fueron breves segundos de conversación, pero fue agradable.

Ver la sonrisa de Sunmi fue como sentir que sus pesares disminuían y se sentía más vivo que nunca. Era su Sol en días grises, era su luz en la oscuridad.

Sun.

— ¿Eh?

— ¿Está bien si te llamo Sun? ¿O prefieres Mimi-chan?

— El que gustes, con ambos estoy bien — respondió con suavidad en su tono de voz.

— Sun.

Escucharlo, fue como sentir la más bonita de las melodías revolotear en sus oídos. Estaba contenta a su lado, estaba feliz y segura, y quería estar así siempre.

Al día siguiente, en el aeropuerto en Tokio luego de haber llegado, Nanami y Haibara incluso Yaga los recibieron con alegria y calma.

Pero, en ese momento, Sunmi recibió una llamada. Al ver el número de teléfono, contestó de mala gana.

Serial Killer; Gojo Satoru.Where stories live. Discover now