IV

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Habían cubierto la herida del brazo con una tela que fue cortada de la camisa del de ojos rasgados. Se encontraba entre esos dos chicos, con la mirada fija en la palanca de velocidades del auto. La tensión en el ambiente se podía percibir se vea por donde se vea y, para desgracia de Sunmi, se encontraba en medio de ellos dos. Su mente comenzó a divagar en los minutos anteriores. Tenía la oportunidad de matar al Seis Ojos, ¿por qué lo dejó con vida todavía?

— Sunmi.

— ¿Eh? — la mención de su nombre provocó que levantara la mirada para dirigirla a su compañero de clase, Suguru — ¿Qué pasa?

— ¿Estás bien? — preguntó preocupado —. Te noto distraída.

— ¿Cómo quieres que esté bien si fue herida? — intervino el albino, ganándose una mala cara de su mejor amigo.

— Ya basta — intervino la chica, llevando su cabeza hacia atrás, hacia el respaldo del asiento —. Dejen de discutir.

— Lo sentimos — respondió Getou, apenado —. Cuando lleguemos, te llevaremos a la enfermería.

— Gracias, Suguru.

El chico compartió miradas con ella hasta el grado de sonreír. Por otro lado, el muchacho de ojos azules no pasaba por alto la alta preferencia que su amigo le estaba brindando a la joven Fushiguro, así como ella no dejaba de prestarle más atención al joven de ojos rasgados.

"¿Por qué no me miras a mí?". Era la pregunta que rondaba por las paredes de su cabeza cada vez que notaba esas miradas, incluso, los leves coqueteos de ambas partes.

Llegando a la academia, después de subir los escalones, se dispusieron en dirigirse a la enfermería. La tela en el brazo de Sunmi estaba empapada de sangre y su condición física se había deteriorado. Pálida, temblorosa y con escalofríos, aún seguía andando pero tenía que apoyarse de algo porque sentía que en cualquier momento iba a desfallecer.

— Suguru, ve con Yaga-sensei y coméntale la situación — indicó el peliblanco al detener sus pasos —. Yo llevaré a Sunmi a la enfermería.

— Pero...

— Estoy... Bien — respondió la joven, que comenzaba a sudar a chorros —. Sólo... Iré a descansar.

— Descansas luego de que vayamos a la enfermería — indicó Satoru y Sunmi hizo una mueca. Sí, debió haberlo matado en ese momento —. Anda, Suguru.

— Está bien — respondió el pelinegro y antes de dirigirse con su profesor, acarició levemente la cabeza de Sunmi y se fue. Ella, por otro lado, ignoró completamente ese tacto gracias al malestar que sentía.

— Sunmi — habló Satoru, quien le tendió mano. ¿De verdad no se encontraba del todo cuerda? ¿Por qué aceptó la mano del chico? Comenzaron su andar lentamente, esperando que Sunmi no sufra de algún tropezón o similar. 

El chico se sentía culpable, pues fue él quien atacó sin importar si alguien se encontraba cerca; lo que él quería era impresionar a la joven Fushiguro.

— Quítale esa tela — indicó la enfermera y Satoru cometió tal acto. De ser una herida pequeña, pasó a ser una herida abierta. Sunmi recostó su cabeza en el brazo de Satoru para evitar... ¿Recordar la manera en la que morían sus victimas? 

— N-No estaba... Así... — comentó el chico asustado — ¿Qué...? ¿Por qué...?

— Recibió el impacto de lleno — comentó la enfermera mientras ponía una mano sobre la herida de la chica —. Aunque haya sido un pequeño roce, eso no quiere decir que no le haya afectado. Más aún, si fue de manera desprevenida e inesperada. Además, Gojo, siempre tienes esa costumbre de atacar sin importar si alguien se encuentra cerca.

Serial Killer; Gojo Satoru.Место, где живут истории. Откройте их для себя