XXVII

499 53 10
                                    

— Mi madre...

Susurró. Se miró las manos, como si aún sintiera el calor agradable del suave tacto de su madre. Aquella mujer que siempre la abrazaba con fuerza cuando llegaba de la escuela. 

— ¿Cómo está? — preguntó, sin saber que esa pregunta le tocaría un nervio a Toji — ¿Está bien? ¿Ella sabe que me vendiste al Clan Zen'in?

Toji se acercó hacia ella y la abrazó por los hombros, poniéndola tensa. Sunmi quiso forcejear pero él sostuvo sus mejillas con brusquedad.

— Cállate — dijo con dureza aquel hombre. Cuando Sunmi miró ese cambio en él, incluso la manera en que le hablaba, dejando de lado su engreimiento y burla, el corazón de la joven Fushiguro se detuvo por segundos.

— Ella... Acaso...

— Tuvo una enfermedad... Murió.

Sunmi se soltó de él con un empujón. Sintió su garganta endurecer, así como las lágrimas amenazando por salir. ¿Iba llorar frente a él? No, no iba a mostrarse más vulnerable. Ya no.

— Ella... — se aclaró la garganta para habla mejor — ¿Ella supo que me vendiste?

Él no respondió su pregunta inmediatamente. Miró hacia su hija y estudió su expresión. Parecía que en cualquier momento, esos ojos azules zafiro, iban a derramar lágrimas. Pero en su silencio, Toji veía odio, rabia y resentimiento. Ella era igual que su madre. Y lo había comprendido hace mucho tiempo. Le dolía pero era la realidad. 

— Sí.

— ¿Y qué dijo? — preguntó con los puños temblorosos. 

— Ella... — dijo, pero pasó saliva con pesadez —. Ella se enojó... 

Ahora que Toji lo pensaba, su esposa había estado enojada desde que le compraron a su hija, y todo a escondidas de la mujer. Y en ese momento, comprendió que el mayor error de su vida había sido venderla. Sunmi estaba teniendo un colapso. Su mente trajo con ella los momentos que pasó con su madre, desde la primera vez que le cepilló el cabello hasta el último abrazo, sin saber que ese día iba a ser último en verse.

— Yo... — respiró hondo para calmarse —. Yo ni siquiera me pude despedir de ella...

Toji caminó hacia ella, con el nudo en la garganta. Esa misma imagen de Sunmi, cabizbaja, temblando, sudando frío incluso con la mirada inquieta, fue la misma imagen que Toji vio de su esposa cuando le dijo que había vendido a su hija. 

— Más te vale que no te interpongas en mi camino, Sunmi — dijo el hombre al pasar al lado de ella. Sunmi siguió con la cabeza baja pero los sentidos agudizados —. Tengo que matar al Recipiente de Plasma Estelar.

Sunmi se quedó mirándolo sin decirle nada. Si decía o hacía algo, él sabría el motivo por el cual ambos se encontraban en el mismo lugar. Así que solamente lo miró irse. 

— Muerta — dijo ella mientras se dirigía al edificio donde se encontraban sus novio y su amigo junto con la chica —. Mi mamá está muerta y no la pude abrazar por última vez.

Al entrar al edificio, sintió cómo el mundo se le venía encima. Por primera vez, se sentía débil y cansada de sobre manera.

— Oh, así que ya llegaron — una mujer llamó la atención de Sunmi. Era una mujer vestida de mucama sobre una maldición —. Tú debes ser Fushiguro Sunmi.

— Ah... Sí — ella sonrió, sintiéndose más rota por dentro — ¿Y usted?

— Soy Misato Kuroi — respondió, sonriendo —. Soy cuidadora del Recipiente de Plasma Estelar, Riko Amanai.

Serial Killer; Gojo Satoru.Where stories live. Discover now