A matter of heart

By thatsmyego

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Levi Braun es profesor del departamento de cardiología. Valerie Berkowitz, de Psicología. Ella le promete a é... More

prólogo
uno
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
once
doce
trece
catorce
quince
dieciséis
diecisiete
dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintidós
veintitrés
veinticuatro
veinticinco
veintiséis
veintisiete
veintiocho
veintinueve
treinta
treinta y uno
treinta y dos
treinta y tres
treinta y cuatro
treinta y cinco
treinta y seis
treinta y siete
treinta y ocho
treinta y nueve
cuarenta
cuarenta y uno
cuarenta y dos
cuarenta y tres
cuarenta y cinco
cuarenta y seis
cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
cincuenta y uno
cincuenta y dos
cincuenta y tres
cincuenta y cuatro
cincuenta y cinco
cincuenta y seis
cincuenta y siete
cincuenta y ocho
cincuenta y nueve
sesenta
sesenta y uno
sesenta y dos
sesenta y tres
sesenta y cuatro
sesenta y cinco (i)
sesenta y cinco (ii)
sesenta y cinco (iii)
sesenta y seis
sesenta y siete
sesenta y ocho
sesenta y nueve
setenta
setenta y uno
setenta y dos
setenta y tres
setenta y cuatro
epílogo

cuarenta y cuatro

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By thatsmyego

Pronto, justo cuando notó que Valerie aceptaba su beso, Levi dejó de apoyarse en la puerta y, con una mano, sostuvo el cuerpo de la chica, rodeando su cintura. Ella fue quien se encargó de colocar la mano libre de Levi cerca de su cuello, entre su hombro y clavícula, en un intento de guiar al médico. Sin duda, aquel beso no fue tan torpe y espontáneo como el del hospital, pero seguía siendo igualmente simple, como el de un novato. Valerie supuso que Levi había estado premeditando el beso toda la mañana. Al final, se vio en la obligación de guiarle. Consiguió frenar el ritmo apresurado del beso colocando sus manos en la mandíbula de Levi, empujando su rostro hacia atrás con sutileza. 

Con el tiempo, Valerie fue capaz de hacer que el beso fueran varios, más cortos, más húmedos, con más pausas para respirar. Era como si, por fin, un Levi sediento hubiera bebido el suficiente agua. Pudo alejarse de él escasos centímetros para comprobar que, en efecto, él tenía la intención de seguir besándola. Cedió, dejando que Levi pegara aún más sus cuerpos, sintiendo su respiración rápida contra su pecho.

Valerie tomó de nuevo el rostro de Levi entre sus manos. Le observó: su mirada aún seguía sus labios, buscando un nuevo indicio que le indicara que podía continuar con su tarea, y no fue hasta pasados unos segundos cuando sus ojos ocre decidieron mirar a los de Valerie. 

—No eres tan tímido como esperaba. —le dijo, susurrando, haciendo que el rubio esbozara una sonrisa de lo más efímera. —¿Tienes algo que decirme o solo me has hecho venir para esto?

Levi se humedeció los labios por última vez, despacio, como si ya estuviera echando de menos la sensación de cosquilleo de tener los de Valerie muy cerca. Dejó de sujetar el cuerpo de la psicóloga y se separó, carraspeando. —No, eso es todo.

Caminó hacia el escritorio y retomó su asiento frente al ordenador. Frunció el ceño, extrañado, al ver que Valerie se había quedado en la puerta, inmóvil, puede que indecisa. Vio cómo se alisaba la tela de la falda y, sin decir nada, se acercó a la gigantesca mesa.

Era cierto que Valerie no se esperaba una charla de lo más profundo con Levi, y mucho menos un ''me gustas'', una confesión explícita que le hiciera confirmar que su plan iba por buen camino... pero había descubierto que aquel momento era idóneo para marcar los límites que no quería sobrepasar. Sabía de sobra que el orgullo de Levi no le iba a dejar confesarse así, de la nada, y su más que evidente atracción por ella le iba a hacer aprovecharse de su posición; en el fondo, él seguía siendo el Doctor Braun, y Valerie era la novata. Era la excusa perfecta para poder besarla sin tener que dar explicaciones y, sobre todo, sin tener que comprometerse a ser algo más que compañeros y coautores de un prometedor proyecto.

Valerie rodeó el escritorio y se quedó justo en el hueco que había entre la mesa y el cuerpo de Levi, que permaneció sentado. La psicóloga se apoyó en la madera del escritorio. Él alzó la vista y Valerie reconoció el anhelo en ella. Colocó su mano debajo de la barbilla de Levi, obligándole a mantener la cabeza alta y los ojos sobre los suyos.

—Sé que te mueres por besarme, pero no puedes hacerlo en cualquier sitio.

Encandilado, casi hipnotizado por ver a Valerie desde un ángulo nuevo, con la luz del ventanal reflejándose en sus ojos verdes y sus largas pestañas cayendo hacia abajo, Levi solo pudo musitar: —¿Eh?

—No puedes pedirme que venga aquí para que me beses, o en el hospital, o en cualquier sitio que esté relacionado con la universidad. Hay mil ojos por todas partes, Levi, y pueden vernos. —le explicó.

Al médico le costó concentrarse en las palabras de Valerie. Cuando por fin lo consiguió, se alejó, se cruzó de brazos y tomó aquel porte soberbio, desafiante. Valerie posó su mano en la madera del escritorio, algo decepcionada. Mucho había durado el Levi aparentemente dócil que había estado, en el sentido literal, sobre la palma de su mano.

—Nadie entra aquí si no quiero. —se defendió.  —Además, la puerta está cerrada con llave. 

Valerie señaló el ventanal. —Tu despacho se ve desde los pasillos del edificio de aulas. ¿Y si nos ve algún alumno?

—¿Qué problema hay? —preguntó, burlón.—Además, necesitan unos putos prismáticos para ver hasta aquí. Nadie puede vernos, Valerie.

La psicóloga tuvo que utilizar de nuevo el arma que mejor parecía funcionar con Levi: el contacto físico. Era como si le aturdiera, como si le dejara fuera de juego un tiempo. Valerie suspiró y se inclinó hacia delante. Sin mediar palabra, rodeó el cuello de Levi mientras se sentaba en su regazo, esperando que la silla de oficina, de aspecto robusto, aguantara el peso de ambos. Levi abrió los brazos mientras Valerie se acomodaba sobre sus piernas, confuso, procesando el momento lo más rápido que podía. Finalmente, fue ella quien colocó las manos del Doctor sobre su cintura, casi en su espalda. Valerie volvió a tomar el rostro de Levi, algo áspero, pero cálido y un poco ruborizado.

—Hay mil ojos y mil oídos en cada esquina, Levi. —repitió, con una voz que podría ser perfectamente el equivalente al canto de una sirena: agradable pero engañosa. —Y hemos trabajado muy duro para que nuestros méritos terminen opacados por un beso, ¿no? —Braun solo pudo asentir. —Si nos descubren, yo no seré más que una infiel y tú el tercero en discordia. Nuestras oportunidades de ganar el premio extraordinario se irán a la basura y el proyecto terminará en el cajón del olvido.

Levi se arrepintió de haber ido diciendo por ahí que Berkowitz estaba prometida. Se habría ahorrado muchos quebraderos de cabeza. —¿Y qué hay de los sitios que no sean la universidad o el hospital?

La pregunta, sincera al cien por cien y algo inesperada, hizo que Valerie sonriera con cierta ternura. Acercó su rostro al de Levi hasta que sus narices se rozaron. —Podrás hacer lo que quieras —susurró— siempre y cuando nadie nos vea.

—Todo lo que me dices suena a reto.

Valerie soltó una carcajada suave. —Bueno, entonces haré todo lo posible para que pierdas.

Y ahí estaba de nuevo el destello del inconfundible deseo en los ojos de Levi. Él alzó la barbilla lo suficiente para que sus labios tocaran los de Valerie. —Voy a ganar de todas formas. —le recordó, contra sus labios. Se separó ligeramente de ella, haciendo un esfuerzo enorme por no volver a besarla, aunque fuera por un segundo. —Entonces, tenemos una apariencia que mantener.

—Sí. Todo por el bien del proyecto.

Fue Levi quien rio. —Claro, por el proyecto.

Valerie, aún con sus brazos alrededor del cuello del rubio, le miró con seriedad. —Quieres ser mejor que ese imbécil de Rashad, ¿no?

El Doctor Braun dejó de agarrar la cintura de Valerie. Exhaló por la nariz. —Qué remedio. Tendré que volver a ser el de antes.

Y sin previo aviso, se levantó de la silla, empujando a Valerie y haciendo que se tambaleara. De no ser porque la mesa estaba cerca para apoyarse en ella, Valerie habría perdido el equilibrio por culpa del ímpetu y se habría caído al suelo. Fingió no estar molesta y observó cómo Levi grapaba unos cuantos papeles. Se los tendió a Valerie, que no tuvo más remedio que ojearlos.

—Historiales actualizados. Digitalízalos e inclúyelos en la base de datos. —soltó, de repente. —Ah, y empieza con la lista de los pacientes que puedo ir revisando.

Incrédula, Valerie solo pudo abrir la boca. Pues sí que se lo ha tomado a pecho, sí, pensó, aceptando con resignación el resto de papeles que Levi le daba.

—¿Algo más? ¿Voy a poder tener el finde libre o voy a tener que estar haciendo horas extras?

—De momento, ya está. Puedes irte.

Antes de darse la vuelta para salir del despacho, Valerie miró por última vez a Levi.

Aunque sus palabras eran las mismas que las del principio, imperativas y carentes de cualquier característica cercana a la amabilidad, su mirada era más diferente: más suave, incluso más divertida.

Valerie sonrió sin casi darse cuenta mientras giraba las llaves que había dejado puestas. Se las lanzó al médico, que las agarró con una sola mano y al vuelo.

—Hasta mañana. —se despidió, saliendo por fin del despacho de Braun.

El plan, de momento, iba como la seda.

**********

capítulo cortito para cerrar el anterior y ordenar mis ideas lol

Tengo sentimientos encontrados porque tengo la sensación de que todo el character development de ambos se ha ido al garete por acelerar el tema del beso, pero bueno, NO PERDÁIS LA ESPERANZA 👍

el debate de hoy: creéis que valerie siempre ha sido una chica puente?? es decir, que ha estado con rollos/parejas y les ha enseñado lo que les gusta a las chicas para que luego esos onvres se vayan con otra a la que van a tratar genial??? valerie es una chica con complejo de salvadora o es una mártir que se sacrifica por el bien de todas??? 

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