BROKEN SOULS, ๐™™๐™ง๐™–๐™˜๐™ค ๐™ข๐™–...

By belovedraco

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๐๐’ | Voldemort ha muerto... pero no sin antes dejar su gran legado en manos del que serรญa el nuevo gobern... More

( ๐“” ) EPIGRAPH
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OO1: obedience โž
OO2: govern โž
OO3: potential โž
OO4: veritaserum โž
OO5: reflexes โž
OO6: sword โž
OO7: revenge โž
OO8: justice โž
OO9: bad move โž
O1O: the diamond โž
O11: traitor โž
O12: devotion โž
O13: dark shadow โž
O14: jealousy โž
O15: heart โž
O16: incarcerated โž
O17: mercy โž
O18: on your knees โž
O19: pleasure โž
O2O: for love โž
O21: who are you โž
O22: inevitably โž
O23: don't feel โž
O24: choice โž
O25: one dance, two lovers โž
O26: hate โž
O27: the art of provocation โž
O28: mine โž
O29: insane โž
O3O: two demons โž
O31: the moon and the sun โž
O32: oblivion โž
O34: i'm yours โž
O35: i want to touch you โž
O36: don't go away โž
037: what did you see? โž
O38: try me โž
O39: protect my heart โž
O4O: always โž

O33: how you feel โž

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By belovedraco

𝒇. broken souls

CHAPTER THIRTY-THREE
𝓔leanor 𝓑erkshka

⠀⠀
Cerró la puerta tras de sí, encaminándose por el solitario pasillo que conducía desde su habitación para finalmente salir a una luz plena de día que sabía, su piel necesitaba sentir.

Encerrarse en su oficina quizá no fue lo más coherente— pero fuera de ello —había servido bastante para esclarecer su mente de tanta confusión y divagación persistente que la afectaba.

Porque días eran los que habían pasado desde que lo había visto aquella madrugada en medio del bosque, con sus delgados dedos cruzando los de una delicada mano que había hecho que su pecho ardiera en llamas acompañado de un dolor casi mortal.

Su espina se había erizado. Cada maldita fibra de su cuerpo se había tensado y la dureza en que se habían transformado sus músculos seguido de la manera casi natural en que su ceño se había fruncido ante la imagen la hicieron pensar que quizá, debía haberlo matado.

Matarlo por hacerla sentirse traicionada.

Matarlo por haberla hecho sentir engañada.

Matarlo por simplemente ser quien era y arrebatarle el lugar por el que años luchó.

Pero no podía mentirse a sí misma. La rabia que hace pocos meses la había estado asfixiando ya era casi nula y yacía con una provocación mucho más diferente que la primera. Porque— aún cuando su intención jamás fue asesinarlo —, la idea de hacerlo ahora por un acto vil de celos e irreverencia la hacía casi vomitar.

¿Por qué era incapaz de matarlo?

¿Por qué repentinamente su corazón estaba decidido a hacerla sentir un choque en su sangre al sólo pensarlo?

No lo sabía... y no estaba dispuesta a seguir analizándolo. Había algo extraño aferrándose a ella con fuerza y no era capaz de soltarla.

—¿Eleanor?

La voz firme de Pansy la sacó de sus cavilaciones, haciéndola ponerse de pie al instante mientras comenzaba a poner orden al desastre que yacía sobre su escritorio.

—Parkinson, ¿puedo ayudarte en algo? —esperaba que su condescendencia y notoria amabilidad poco comunes en ella no hiciera apego a sus estúpidos nervios.

La azabache sonrió, cerrando la puerta tras de sí— Draco pide tu presencia en su oficina lo antes posible.

El solo oír su nombre la hizo tensar su cuerpo.

Pansy pareció notarlo, porque la curva en sus labios desapareció en cuanto se acercó a ella— ¿Estás bien?

Asintió, ladeando la cabeza mientras tomaba sus pergaminos— Por supuesto, ¿por qué no habría de estarlo?

Eres patética, se quiso decir. No sabía mentir en absoluto.

—Puede que no seamos muy amigas aquí pero debo decir que te conozco bastante —tanteó la mujer, plantándose frente al escritorio para apoyar la palma de sus manos en este; mirándola a los ojos—. Algo entre tú y Draco está sucediendo.

Los ojos de Eleanor se abrieron con sorpresa.

Ciertamente, no esperaba que la azabache fuera tan observadora; siempre fue tan misteriosa como elocuente, provocando que sus movimientos fueran también poco legibles. Casi abrasadores por lo suave de su invisibilidad.

Pansy Parkinson sabía muchas cosas... y era tan bueno como malo a la vez. Ahora tendría que torcer la verdad si esperaba lograr manipular su pensamiento de alguna forma.

—Nada está sucediendo entre Draco y yo —mintió, bajando la mirada hacia sus manos.

—Entonces sucedió —demarcó Pansy, enarcando levemente una ceja.

Los hombros de Eleanor se contuvieron, haciéndola posicionarse firme— Draco me odia. Yo lo odio a él. Lo único que podría estar sucediendo entre nosotros es una guerra silenciosa en la que ambos somos incapaces de rendirnos.

—Soy perfectamente capaz de oír su guerra —respondió Pansy, con un tono burlón que rebotó en sus palabras—. Pero no estoy muy segura de si es el odio lo que los hace pelear.

Su pecho se retorció y sus labios se apretaron mientras mantenía la atención fija en los pergaminos que ordenaba. Había pasado la mayor parte de su tiempo libre haciendo anotaciones sobre las supuestas teorías e hipótesis que su mente creaba respecto a la Chica Dorada y su club de magos perdidos, y aún faltaba toda una serie de ideas sobre cómo hallar respuestas para dar al punto clave de su búsqueda.

No era fácil.

No cuando la sangre sucia no estaba dispuesta a hablar y mucho menos cuando el único mago— aparte de ella —que sabía algo sobre La Orden, había muerto.

—¿Eleanor?

Pestañeó fugazmente, volviendo su mirada hacia la mujer que aún yacía frente a ella.

Pansy suspiró, finalmente realzando su postura para deslizar una mano por su cabello y volver su semblante serio— No confías en mí y lo entiendo, pero creo que te ayudaría mucho hablar con alguien sobre lo que sientes.

Lo que sientes...

—No siento nada —murmuró ella casi al instante, apenas dándose el tiempo de pensar.

La vio entonces desviar la mirada, mordiendo su labio como si meditara sus palabras para saborear cada una de sus letras antes de decir algo.

Eleanor se mantuvo en silencio, apretando los pergaminos en sus manos con impaciencia mientras veía a la mujer comenzar a caminar lentamente por su oficina, tomándose el tiempo de recorrer las paredes frías a su alrededor mientras el sonido de sus botas resonaba en un golpe seco sobre la alfombra.

No era una mujer muy paciente— y si no fuera porque se trataba de Parkinson —ya habría desenvainado su daga para obtener información de manera más rápida y breve posible. Era lo que hacía con cada traicionero a la sangre que debía de capturar.

Sangre, metal y cenizas.

No había notado lo mucho que necesitaba ser una verdadera General hasta ese momento.

—Se exactamente que es lo que te sucede —habló Pansy después de un rato, girándose hacia ella—. Es difícil abrirse a los sentimientos cuando has estado años viviendo bajo un escudo invisible que aleja todos y cada uno de ellos. Pero debes saber que no es bueno para ti hacerlo. Un mago reprimido es una bomba de tiempo... una granada que podría explotar en cualquier segundo.

—No soy una maldita granada —escupió Eleanor, golpeando los pergaminos contra la madera—. Y que reprima lo que siento no es una cuestión que sea de importancia ahora mismo porque-

—Oh, claro que lo es —advirtió la azabache, apenas si logrando sentirse amenazada por ella—. Cuando se trata del Lord en cuestión, lo es.

Su pecho oprimido se levantó por acto propio, y pudo sentir el ardor de este subir por su cuello hasta teñir sus mejillas.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó entonces, adquiriendo un tono bajo y delicado.

En realidad, entendía lo suficiente como para saber lo que estaba a punto de decir. De todas formas, había algo mucho más real en poder oírlo desde la boca de otra persona.

—A Draco le importas mucho más de lo que tú quieres creer —soltó Pansy, volviendo repentinamente su gesto duro en uno suave y melancólico—. Conozco a ese hombre desde que era tan solo un pequeño niño y no sabes cuán aferrado es a lo que siente y piensa junto al amor que se le brinda cuando nota que este es sincero.

La respiración de Eleanor se atoró en su garganta.

Jamás había escuchado algo respecto a la vida pasada de su enemigo. Nunca fue de su interés preguntar por ello— y aunque sabía que ambos cursaron en la misma escuela de magia y hechizaría —, poco era su conocimiento sobre todo lo que lo había convertido en la persona que era hoy.

—Y aunque es un hombre duro y de presencia tan fría como el hielo... —continuó Parkinson— su corazón arde como las brasas del infierno.

Eleanor sonrió por lo bajo— Esto es tonto...

—La tonta eres tú, por no verlo.

Levantó su mirada, frunciendo el ceño con enfado— ¿Solo has venido aquí a tratarme como una estúpida?

Pansy suspiró, caminando de vuelta hacia ella para posarse a su lado— He venido aquí para que abras los ojos. Para que veas qué es lo que tienes frente a ti esperando por ti —la vio apoyar una mano sobre sus pergaminos, obligándola a mirarla a los ojos—. Draco ha sufrido mucho a lo largo de estos años... mucho más de lo que tú podrías creer. Nunca fue un joven dispuesto a abrirse. Se reprimía incluso más que la manera en que lo has hecho tú, Eleanor.

—¿Y qué sucedió entonces? —preguntó ella; sonando más suave y temblorosa de lo que quería.

La azabache sonrió con tristeza— Se convirtió en el nuevo Lord del mundo mágico...

No entendió por qué razón aquellas palabras sonaron tan amargas luego de aquella historia. Siempre creyó que tener el poder que Voldemort había logrado consignar era algo que cualquier mago o bruja hubieran querido tener; pero ahora... no estaba tan segura del valor real que aquello tenía.

Su pensamiento se vio disipado cuando oyó a Parkinson sollozar; pero rápidamente deslizó el dorso de su mano por su mejilla, borrando la gota cristalina que estuvo a punto de rodar por ella.

—Lo que quiero decir —prosiguió ella—, es que si Draco ha sido capaz de demostrar lo mucho que desea que estés junto a él es porque realmente está seguro de lo que siente. Él te quiere de la forma más sincera y real en la que un hombre podría querer a una mujer...

¿Era cierto?

¿Podría serlo?

—...solo está esperando que seas tú quien de el siguiente paso.

Sus labios se apretaron y su cuerpo se tensó por completo, provocando que cada uno de sus nervios enviara corrientes de electricidad a través de este de manera en que su piel pareció congelarse. Debía hacer algo. Decir algo. Al menos respirar para que sus pulmones no se presionaran entre sí ante el aire contenido.

Pero le era imposible...

Apenas si podía pensar en que se suponía que haría ahora.

Llevaba semanas ensimismada en sus problemas. Trabajando, planeando he ideando formas de combate— que con el tiempo —, se transformaron en una manera fácil de no enfrentarse a lo que en algún momento tendría que suceder.

Aceptar lo que sientes o esconder lo que deseas.

Reprimir sus sentimientos era la única manera de protegerse del dolor.

¿Pero y si reprimirse en realidad era lo que le estaba haciendo daño?

—Iré a ver a Draco —soltó repentinamente.

Sus ojos se abrieron ante la propia sorpresa de sus palabras.

Alzó su rostro, mirando a la mujer que seguía junto a ella y esperando la reacción en su rostro para estar segura de que su voz había sonado lo suficientemente fuerte como para que la hubiera escuchado.

De hecho, lo hizo. Su gesto fue tan sorpresivo como el de ella.

Eleanor lamió sus labios, sintiéndolos secos y ásperos mientras su lengua se volvía más pesada y su cuerpo más tenso y duro. El nudo en su estómago la comenzaba a atormentar y no existía ni un momento de su vida al que pudiera comparar con este. Podía asegurar que jamás se había sentido así.

Porque ya no puede seguir fingiendo con su papel... ya no quiere seguir fingiendo que todo es igual. Solo quiere por fin liberarse de las paredes que la encierran para poder mirar los ojos grises que tanto había deseado seguir contemplando.

Es lo único que no ha dejado cesar el bombeo de su corazón mientras camina hacia la puerta de su oficina, apoyando la mano en el pomo de esta para salir a la luz tenue del día mientras se convence de que el solo hecho de saber que podría tenerlo finalmente junto a ella es la razón por la que aquel órgano sigue latiendo.

Y no quería seguir pensado...

No podía.

No cuando había pasado noches ya repasando las palabras que aquel hombre le había dicho bajo la lluvia. Cuando juraba darle el mundo si era necesario para cediera a estar junto a él.

Pero, ¿cómo se explicaba a sí misma que el trono y el poder no le importaban ya?

Si no fuera porque estaba ya a mitad del castillo— emprendiendo su camino por el pasillo empedrado mientras el ruido de sus botas la seguía —, sentiría vergüenza de sí misma por haberse dejado ganar en vano por un sentimiento tan aclamado y poco gozado como lo era el querer.

Y aunque aún no aceptaba ni procesaba lo que ahora estaba dispuesta a hacer, sentía su cuerpo demasiado lleno como para dejar entrar la vergüenza en él.

La niebla es espesa entre los árboles cuando pasa junto al balcón en el que ambos se empataron bajo la tormenta. Puede ver el cielo tan gris como la plata enfadarse cuando las nubes se ocupan de esconderlo, y entonces, rayos de luces comienzan a decorar de manera silenciosa como una señal casi divina de que este también desea ser visto.

Pero entonces— cuando sus ojos se vuelven hacia los altos pinos que danzan bajo la brisa fresca del invierno —, recuerda la última mañana en que lo vió.

A él.

Con sus dedos enroscándose en los de otra mujer.

De pronto se siente vacía... tan vacía, que incluso podría decir que por un segundo había olvidado a qué y dónde se dirigía.

Sus paso se frena.

Su mirada se mantuvo fija en las hojas verdes mientras el sentimiento que se había adueñado de ella en aquel entonces volvía a azotarla. Algo parecido a la tristeza combinados con la ira hizo que sus labios se apretaran entre sí mientras su puño arrugaba las hojas de pergamino que yacían en su mano.

Si lo que Draco le había dicho era cierto, ¿por qué habría entonces de ver a escondidas a una mujer desconocida en mitad de la madrugada? ¿Por qué mentirle de aquella forma?

Dio un paso atrás.

La confusión e indecisión la ahogan. El no saber qué hacer y qué pensar provocan que su pecho se apriete tanto que parece que el dolor la partiría a la mitad.

Rota.

Quebrada.

Frágil.

Pero se traga el sentimiento y se obliga a sí misma a erguir su postura cuando siente una densa y fuerte presencia tras ella. Y no necesita voltearse para saber de quien se trata.

Podría reconocerlo a ojos cerrados.

—Eleanor...

⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀
( 🗡 )

no es mi capítulo favorito pero era necesario para el siguiente que SI será mi favorito.

perdón por la larga espera, estoy en mi bloqueo era y me cuesta un montón escribir; aún espero que lo hayan disfrutado <3

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