El maestro del rey del mundo...

By FGonzalez29

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Un chico desafortunado llamado Nyron Zhongli de 15 años, recibe la visita de un viejo amigo "familiar". Pero... More

Prologo
Accidente #1: El maestro inesperado
Accidente #2: La semilla de la discordia
Accidente #3: La calma antes de la clase
Accidente #4: Primera lección, valor
Accidente #5: Saco de boxeo
Accidente #6: La respuesta y el recluta
Accidente #7: La dama de las agujas
Accidente #8: Tarde de caza
Accidente #9: Pasión vs Orgullo
Accidente #10: El erudito y el té
Accidente #11: El mercenario y el ladrón
Accidente #12: La última pieza
Accidente #13: El mago
Accidente #14: Supervivencia
Accidente #15: Reprobados
Accidente #16: Rutina
Accidente #17: El arma de uno
Accidente #18: Corpora
Accidente #19: Animarum
Accidente #20: Las cinco caras rojas
Accidente #21: Cordero negro, Cordero blanco
Accidente #22: Un secreto de octubre
Accidente #23: Razones inesperadas
Accidente #24: El contrato del pecado
Accidente #25: As del cegador
Accidente #26: La cueva de los héroes
Accidente #27: Los tres mosqueteros
Accidente #28: Aprendizaje bajo fuego
Accidente #29: El recuerdo de un invierno distante
Accidente #30: El nacimiento del pecado del orgullo
Accidente #31: Byakko, el lobo y el pangolín
Accidente #32: Aquella que trae el invierno
Epílogo

Accidente #33: La paz que uno merece

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By FGonzalez29

East Royal Forest, Elk High Health [Un día después]

-¿Cómo fue que este muchacho ingresó? - cuestionó una enfermera al salir de una habitación, llevando consigo material de limpieza de heridas, así como un semblante muy alterado por lo que vio -Sus heridas, ¿enserio eso es normal para un chico de 15 años?


Frente a ella, había un hombre de aparente avanzada edad de cabello castaño en el que abundaban las canas, llevando unas ojeras terribles en los ojos, viéndose algo cansado con respecto a su jornada. Llevando un pijama quirúrgico de color negro con una bata blanca que le cubría, portando en su cuello un estetoscopio y un collar de una esfera de cristal.


-La historia clínica informa de un pequeño asalto que ocurrió camino a casa, solo que él se llevó la peor parte por hacerse el héroe- ante sus palabras carentes de emoción alguna, el hombre de unos bolsillos de su quirúrgico una libreta negra en la cual empezó a apuntar cosas -Curiosamente con el entraron otros jóvenes de la misma escuela, todos mostrando heridas de tipo abrasivas y de objetos punzo cortantes similares a las de una pelea, a excepción de una quemadura de segundo grado en las manos de una de las chicas... En fin... Cosas de mocosos, no es de mi interés mientras no tenga que tratarlos- terminó sus palabras solo para terminar anotando curiosas palabras que repaso en su cabeza -"Dos jóvenes de aura roja, Asia... Y una que altera el aura a su alrededor con la ausencia de un objeto extraño, debe ser un mago... El resto, parecen ser adolescentes comunes y corrientes... Maldita sea, ella estará molesta" - ante sus pensamientos caminó hasta una pared y se recargo a pensar un poco más hasta revolver su cabello y empezar a caminar fuera de dicho pasillo -Vamos, aún tenemos que atender al resto


Tras sus palabras, aquel doctor en conjunto con su compañera, dejaron atrás aquel lugar, sumergiendo al lugar en un silencio profundo en el cual el cantar de las aves era audible en cada habitación del pasillo.

Dentro de aquella habitación, se encontraba un chico de cabellera y ojos rojizos sentado con la mirada perdida en sus manos, sus propias manos que estaban cubiertas de vendas con algunas excepciones en la punta de estos. Su cuerpo estaba lleno de vendajes, teniendo así su tórax sin ninguna vista a su piel, teniendo zonas donde el vendaje estaba relleno, esto debido a las gazas que debía llevar para controlar las hemorragias en los puntos donde Wrath le había apuñalado con brutalidad. Su memoria aún nublada, pudo recordar el momento en el cual sus heridas fueron cerradas con puntos dependiendo de su profundidad, teniendo de la misma manera sus brazos cubiertos por vendaje, debido a que las radiografías daban a conocer que parte de los huesos de estas extremidades fueron comprometidos al ser llevados a gran presión. Mientras que en sus piernas solo llevaba pocos vendajes en sus zonas afectadas por los bisturís de Wrath mientras su rostro estaba con múltiples gazas bien pegadas.

Además de ello, también se encontraba ligeramente incomodo pues como vestimenta solo llevaba ropa interior que era cubierta por una bata holgada como cada paciente del lugar. Se sentía desnudo incluso con aquella bata, y más remarcando que hace no más de unos segundos, le habían cambiado sus vendajes. Contando meramente los segundos para que le dieran de alta y poder si quiera asistir a su último día de clases de la semana. No porque quisiera ir a aprender o extrañara a sus compañeros, lo deseaba con tantas ganas por lo mismo que quería ver a cierta castaña, aunque eso significaría aclarar la última frase que le dedicó antes de partir.


"Además... Qui~quien me gusta... Eres tú"


Tras ese mero recuerdo, el pelirrojo se coloraba de forma tan fuerte, que su rostro solo podía distinguir el color de sus ojos y dientes. Sacudía la cabeza, revolvía su cabello, se pellizcaba constantemente; todo eso solo para que alguien le sacara de esa pesadilla, pues le dijo a su mejor amiga de la infancia aquello que más se guardaba con tal no perder su amistad. Siendo ella la única que logró mantener a su lado, no queriendo alterar nada para que esta no se cansara de él y lo abandonara como el resto.

Todos esos pensamientos, los silenció de golpe cuando recordó cómo llegó a ese mismo estado mental que le hizo confesarse. Las palabras de Wrath, las vivencias de aquella noche en el parque y en el callejón contra el mercenario, los entrenamientos espartanos que llevaron su vida al límite, ver a sus compañeros heridos; su culpa y su miedo solo le hicieron creer que tal vez no volvería de aquella misión de rescate por Ryoko. Por lo que vivir sin arrepentimientos era lo menos que quería debido a su mala suerte.

Y siendo el mismo el que se orilló a decir sus sentimientos sin esperar una respuesta aparente, fue eso lo que le hizo frenar sus ataques de pánico al reconocer que la suerte ya no era la culpable, sino el mismo. Cosa que le hizo pasar saliva sabiendo que tendría que verla y aclarar el asunto, sencillamente resignándose a dejarse caer en la cama del hospital mientras miraba el techo de forma agotada.


-Solo quiero... Que no me odie- mencionó algo decaído solo para cerrar sus ojos, tras ello, sencillamente se encogió y giró su cuerpo para estar de lado en la cama


-Y no lo hará. En mi experiencia, los corazones sinceros son los que llegan a anidar amor en las personas- le respondió una voz calmada y chillona sumamente familiar


No fueron las palabras. Fue el tono de la voz lo que le hizo abrir los ojos al pelirrojo con velocidad mientras su cuerpo experimentaba un terrible miedo que le hizo tensar cada músculo de su cuerpo.

Y lo primero que logró ver, fue el rostro animal de su maestro hurón rojo de la misma manera que él estaba acostado. El mismo maestro que lo había llevado a todas las bizarras "clases" que lo condujeron hasta el hospital como destino final de su odisea. El mismo maestro que le sonreía con amabilidad, una que el chico no pudo compartir.


-¡¿Maestro?! - cuestionó en un apuro el pelirrojo solo mover su cuerpo de forma agresiva y caerse de la propia cama -¿Q~qué hace acá? - preguntó nuevamente mientras se arrodillaba y miraba por encima de la cama a su maestro con un miedo significativo


No había que aclarar la razón de los miedos del chico a su maestro, siendo estos justificados por sus recientes viviendas, cosa que le hizo creer que, por la costumbre, el problema aún no se resolvía y se le pediría volver a involucrarse en cosas peligrosas.


-Vine a verte, realmente me preocupaste- mencionó aquel animal mientras se acercaba en saltos a su alumno aterrado -Como puedo notar, ya estás en plena forma, y tus heridas ya cerraron oportunamente... Mañana serás capaz de volver a la escuela y resolver tu dilema con aquella que se roba tus miradas y suspiros


-¡¿De verdad?! - mencionó el mismo chico mientras se acercaba a su maestro con una mirada más que iluminada por la esperanza, algo que después remplazó por una confusa al empezar a tocar su cuerpo sin parar -Pero... Si mis heridas eran graves... ¡Escuche al médico decir que si me hubieran apuñalado más en los brazos me hubieran roto los huesos! ¡Y que una estuvo a punto de fisurar mi pulmón! ¡Y otra...- ante su ataque de pánico empezó a notar como su cuerpo entre cada toque en cada herida, se notaba ya casi su falta de dolor extremo como el día pasado, un día en el que sus quejidos hacían que las enfermeras llegaran a cuidarlo como un niño pequeño, un caso que le hacía sonrojar cada vez que se lo recordaban -¿Eh? ¿Y mis heridas? - se vio sumamente confundido hasta que palmeo aquella herida en su pecho que vagamente lograba recordar, esa única herida parecía aún no cerrar y le causo un tremendo espasmo acompañado por un grito pequeño -¡Yai! ... Bu~bueno, ya me parecía milagroso... Realmente creí que tendría algo de suerte esta vez


Ante el semblante apagado al que tornó su rostro aquel chico, fue el propio hurón el que no pudo contener sus emociones como su alumno y se mofó de forma contenida, ocultando su hocico con sus patas delanteras.


-Vaya, por un segundo creí que harías uno de tus "chistes" frutales- mencionó el hurón mientras se acercaba de tal manera a Nyron que este se caía sobre su trasero por el miedo


-¡No son chistes! - reprochó el chico mientras se ponía de pie y se acercaba a ver con reclamo a su maestro


-Lo sé, lo sé... Pero es divertido saber con qué fruta blasfemaras a tu prójimo a la siguiente, mi alumno- la voz del hurón se tornó calmada de un momento a otro a tal punto que el mismo chico pudo sentir su corazón calmarse de inmediato al ver al mismo tiempo a sus ojos carmesí del hurón -Bien, examinemos tus heridas a ojos de otro usuario del aura, quizá pueda darte la respuesta que quieres- a sus palabras llenas de calma el hurón le alzó la pata y encogió sus garras a modo de pedirle algo al chico -Retírate la bata, si no es mucha molestia


Ante sus palabras, el chico quedó mudo mientras miraba detenidamente al hurón parpadeando de forma seguida antes de entrar en el mismo canal de su maestro y comprender sus palabras. Siendo esa la misma razón por la que el pelirrojo se sonrojo y empezó a abrazarse a sí mismo mientras se apartaba del hurón.


-¿D~de que rayos estás hablando? ... ¡Pi~piña pervertida! - reclamó el chico mientras se apartaba lo más lejos posible de aquel animal


-Es ahí donde entran tus ocurrencias- mencionó con calma mientras no movía ni un centímetro de su postura -Solo quiero corroborar el estado de tus heridas, sin mencionar que puedo darte una mejor explicación... Además, recuerda que te vi incluso sin vendas cuando te enseñé la forma cero


Fue ahí donde el pelirrojo reconoció las palabras de su maestro, y a sabiendas que estaba siendo un niño ante la situación, sintió algo de vergüenza. Siendo así como se retiró su bata, dejando al descubierto su cuerpo lastimado y plagado de vendas. Algo que hizo a su maestro examinar cada zona afectada en su alumno, notando con impresión la mejoría del chico con respecto a sus heridas.

El hurón logró ganarse la confianza del chico y cuando le pidió que este se acercara más, este acepto sin rechistar. La segunda fase de su inspección fue a la exploración física, notando como el dolor fue mermado con respecto al día antes de ese. Con lo mismo, le pidió al chico que tratara de usar los brazos, siendo así que este denotaba una notoria falta de movilidad al exclamar que sentía sus músculos tan rígidos que le impedían la movilidad.

Concluyendo así con un ligero palmeo en la zona más afectada, uno que tomó por sorpresa al chico y trató de evitar a toda costa; pero fue tarde, resignándose así al dolor que debería sufrir en ese momento. Sin embargo, este dolor nunca llegó. El palmeo del hurón fue rápido y suave ante la herida, casi como si su tacto tuviera una extrema precisión a diferencia del resto de personas, pues incluso los médicos y enfermeras no conseguían librarlo del dolor en cada cambio de vendas. Siendo así que el chico empezó a sentir un gran calor proviniendo de su interior, sintiendo sus manos ardiendo de formas diferentes siendo una palma más caliente que la otra. Acto seguido su anillo se iluminó en dos colores que hicieron arrugar por una brevedad el ceño del hurón, siendo un fulgor rojo reluciente y otro completamente sobrio, ambas conviviendo en aquella piedra escarlata.


-El aura te está curando- mencionó aquel hurón solo para después sonreírle con fuerza a su alumno -Estoy muy feliz que hayas cumplido la prueba de las dagas, Nyron- mencionó con su sonrisa animal solo para después brindarle un pequeño toque en la frente con su cola


-¿Cómo que el "aura" me está curando? Y, ¿qué es eso de que todo esto fue su prueba? - cuestionó aquel chico con unos ojos entrecerrados temiendo por la respuesta de su maestro


-El aura del mundo no solo es energía "mágica" - contestó su maestro haciendo comillas con sus garras donde correspondía -Es una voluntad, es vida misma... Y así como tú y yo, es capaz de tomar de sus decisiones. A quien premia con un don, a quien le da sabiduría, a quien debe privarlo de dichos tesoros... A quien recompensar por realizar una magnifica acción en pro de alguien más- lo último lo mencionó mientras señalaba las heridas del chico -Por ejemplo, brindarle a un chico desafortunado la capacidad de curarse como regalo por salvar la vida de un ser a quien apenas conoce, sin mencionar de la voluntad de los capitanes en tu interior- mencionó solo para apuntar al anillo en el cuello del chico


-Quieres decir que... ¿E~estoy siendo recompensado? - mencionó el chico mientras miraba su cuerpo por completo -Pero si yo no hice nada, de hecho, me desmayé después de usar la forma cero y después que aquel hombre de café apareciera... Sin mencionar... Que creo que lastime a alguien, tenía el presentimiento que hice algo horrible, ¿cómo si quiera puedo ser recompensado por ello?


-En eso no sabría contestarte, yo no controlo dicha voluntad, pero puedo llamarla Karma- mencionó con simpleza mientras veía como su alumno se arrodillaba al pie de la cama para mirarlo con confusión -No podría decirte si actuaste bien o mal, eso es meramente controversial para los seres humanos... Pero como lo ve alguien como yo, defendiste una vida sin arrebatar una vida... ¿Lastimaste a Wrath?, por supuesto; pero eso no te convierte en un ser malvado en cuanto a una pelea se trata. Pelear se da por muchos motivos y en tu caso, fue por sobrevivir, nadie te culpara por querer vivir mientras no hayas afectado la vida de otros... ¿Comprendes?


Ante sus palabras, el joven pareció conmocionado mientras miraba a su maestro. Desprendiendo unas pocas lagrimas mientras sentía como sus palabras calmaban sus dudas con respecto a sus memorias. Teniendo así ligeras imágenes de lo que su nublada conciencia le brindaban, teniendo como la peor de estas a un Wrath cuyo cuerpo estaba plagado de cortes y una notable perforación en el abdomen por la tierra misma que respondía a su voluntad.


-¿N~no hice nada malo? - mencionó con un hilo en su voz aquel chico mientras presionaba su pecho con fuerza


-Al contrario, salvaste a Ryoko de un destino fatal... Sin embargo, no eres un héroe- ante sus palabras ganó la atención de su alumno -Eso no es necesariamente malo, deberás entrenar más para comprender dicha diferencia, así como autoconocimiento. Seguirás a mi cuidado hasta entonces, aún debes hacerte fuerte... No por ti, sino por aquello en lo que te estas convirtiendo


-¿U~un monstruo? - preguntó con temor aquel chico mientras sentía como su sangre y sus nervios explotaban -¡Si no soy un héroe! ¡¿En qué quieres convertirme?! ¡Dime! - preguntó al borde de sus nervios mientras de forma sutil el fulgor oscuro ganaba posesión del anillo


-Joven alumno- con su voz calmada, con su cola volvió a tocar la frente de aquel chico, calmándolo al instante -Todo será respondido a su tiempo, antes debes empezar a romper tu cascarón- ante sus palabras, aquel animal miró por un segundo la puerta, haciéndole una pequeña sonrisa solo para después brincar tas su alumno y con una suave patada en su espalda lo hico caer de frente -Vamos, joven capitán... No te veas tan mal frente a tu equipo


-¡Yai! ¡¿Pero de que rayos estás hablando?! ¡Si me pateas...- su reclamo infantil fue cortado de golpe por la puerta de su habitación abriéndose súbitamente


Fue ahí como se vio abrir la puerta a un alterado Sam cuyo rostro estaba con una gaza al abrir con su ropa deportiva habitual, sin mencionar que por debajo de su sudadera y playera había rastros de estar vendado como él; seguido de él entró un castaño de un pants enormes para él como de payaso y una playera de manga larga que le quedaba más que larga de mangas como cuello que dejaban ver cómo este chico tenía vendado como momia su torso entero, un castaño que incluso cuando entro corriendo se frenó al ver como estaba vestido el pelirrojo, haciéndole sonrojar y sonreír de forma extraña que hizo que el pelirrojo tuviera un escalofrío; siendo sujetado de inmediato del cuello por una Katherine de shorts cortos negros seguidos por unas medias del mismo color, con una sudadera similar a un saco gris formal con broches y capucha, viendo con apuro como detener al castaño con unas manos notoriamente vendadas; teniendo como agregado a un rubio que entró intentando evitar al resto, llevando unos jeans grises así como una camisa de manga larga azul cielo arremangada con una playera de manga corta color gris por debajo, llevando una mirada cansada y harta con respecto a los demás mientras se acomodaba los lentes y suspiraba ampliamente, dejando ver que sus heridas eran fácilmente cubiertas por curitas en sus zona afectadas, mirando a su capitán solo para después desviar la mirada mientras se tocaba la cien de la frente; y la última en entrar fue una albina cuya vestimenta era similar a la de los internados en el hospital, siendo esta diferente en sus zonas vendadas, pues lo que más era cubierto eran sus piernas, la misma albina con la mirada fría que de un empujón apartó a Sam de la puerta y lo hizo entrar en la habitación, y acto seguido cerró la puerta con fuerza.


-Les dije que entraran sin hacer escan...- recriminó la albina con hartazgo solo para después llevar su mirada al chico derribado a lado de la cama donde ya había un hurón rojo -¿Qué mierda estabas haciendo?


Fue así como el pelirrojo despabiló y en un acto veloz se volvió a poner su bata mientras se sentaba en el suelo por las prisas... Más que nada porque se volvió a resbalar por sus nervios. Estar sin playera era un punto de nervios, que entraran de improvisto era otro, que fuera gente que pudiera reconocer al hurón uno más... Que le vean su ropa interior de pollitos amarillos, eran más de 100 puntos de nervios.


-¿Q~qué... ¿Q~qué ha~ha... ¿Aquí? - cuestionó como pudo aquel pelirrojo mientras se arrastraba hasta tocar pared


-No te hubieras puesto la bata, quería ver si estabas bien do...- mencionó el castaño con un tono emocionado y desesperado por ver más, siendo silenciado meramente Ryoko le colocó una aguja en el cuello de forma asertiva, noqueándolo al instante


-Cielos... No debes ser tan cruel con tus amigos, Ryoko-chan- mencionó un calmado Sam mientras tomaba el cuerpo de Tyler y lo llevaba a sentar en una de las sillas de la habitación, ganándose así un chasqueo de lengua de Ryoko mientras se acercaba ahora a su amigo pelirrojo -¿Cómo te encuentras, Nyron? Eres tan increíble que seguro ya estas curado- mencionó con una sonrisa mientras le extendía su mano al pelirrojo


Ese gesto fue el que hizo que Nyron dudara, pero al final tomó su mano y fue así como el azabache le ayudo a levantarse. Y ya estando de pie, el azabache le rodeó con uno de sus brazos y le empezó a zarandear a modo de baile extraño, un gesto que Nyron no pudo identificar, pero se dejó llevar pues al final fue el propio azabache el que le acompañaba, aquel que podía decir que más calma le traía que el resto.

Cualquier persona que se hubiera cruzado con ellos los hubiera visto como locos; pero fue el propio equipo los que reconocieron eso, era una celebración de victoria que se había debido entre el azabache con su amigo pelirrojo. Y no siendo suficientes, un castaño cruzó la habitación de forma veloz solo para unirse a aquella celebración abrazando inicialmente al pelirrojo hasta ponerse a su lado, sorprendiendo a sus compañeros tras recordar que segundos atrás aquella cosa llamada Tyler estaba noqueada por una de las agujas de la asesina, llevando su mirada a la silla donde estaba, viendo únicamente sobre esta aquella aguja blanca.

La imagen no irritó a nadie, de hecho, solo la vieron mientras sentían un alivio en sus pechos, incluyendo a Ryoko, cada uno estaba feliz a su modo por haber visto o vivido aquella extraña celebración entre chicos estúpidos.

El siguiente en acercarse fue el propio Clay, el cual sin siquiera estar dispuesto a entrar en aquel "circulo de victoria", solo se limitó en hacerle una reverencia al pelirrojo y esquivó todos los intentos del azabache por atraparlo en un amigable abrazo, limitándose así a solo apartarse del resto y cruzarse de brazos sin mostrar una pizca de amabilidad a ellos, a excepción de una corta y ladina sonrisa mientras volvía a ver la ventana.

Mientras que una Katherine solo se acercó para revolver el cabello del pelirrojo mientras le brindaba una burlona sonrisa, siendo empujada de forma sutil por el castaño con una mirada ligeramente molesta. Una mirada a la que ella respondió tomando el cuello del castaño con su brazo y haciéndole raspones a su cabeza con su nudillo. Reanimando así una sonrisa en el castaño y los demás.

Todo esto ante unos ojos zafiro que los observaban a todos sin excepción, llevando sus brazos por detrás de su espalda mientras los miraba de forma neutra, siendo llamada constantemente por el azabache, siendo rechazado con un frio mirar de la chica. Una chica que no podía quitarle los ojos de encima a cierto pelirrojo cuya sonrisa empezaba a ser visible entre cada segundo a lado de sus compañeros. Algo que le hizo mirar una de sus manos, notando las vendas en esa como en la otra palma.


-Si... Yo creo que lo hice bien- susurró mientras miraba al grupo de chicos y contempló a aquel pelirrojo -Al fin protegí algo con este don


-¿Dijiste algo, Ryoko? - cuestionó el hurón con una sonrisa a la albina


Fue así como la albina le ignoró y solo se encogió de hombros ante el hurón, siendo este un leve gesto que le hizo sonreír con fuerza a dicho animal.


-Oye, Zhongli- le habló Kat al mencionado mientras generaba un tono juguetón con aquella sonrisa que todos identificaban, era la hora de molestar de Katherine -¿Celebramos para olvidar tu bóxer de pollitos? - se mofó aquella chica con tal de hacerle pasar la misma vergüenza con la que él la conoció por completo a ella


Fue ese comentario el que hizo colorar las mejillas al pelirrojo, así como el resto de sus compañeros empezaban a soltar risas hacía él, no de burla, si no de cierta pena. Siendo esto respondido por alguien inesperado.


-¿Así como celebras que te hayan visto las bragas de lunares morados, mocosa? - le cuestionó aquella asesina a la morena con una sonrisa llena de burla, un gesto que tomó a todos por sorpresa


Ante esas palabras la morena se vio impactada y sonrojada de la misma manera que el chico que no le daba la mirada a la misma. Viendo como sus compañeros seguían riendo de la misma manera, ahora uniéndose el rubio en la lejanía tratando de ocultar su boca con un puño.


-¡¿Qu~qué?! - ante su pregunta la chica empezó a ver a Nyron con gran fuerza -¿Abriste la boca de ese día?


-Por supuesto que lo hizo, solo lo presionas un poco y suelta todo como un canario... Uno rojito y molesto, claro está- respondió aquella asesina mientras sujetaba una sonrisa más que orgullosa contra la morena -¿Ahora quieres hablar de tu brasier?


La morena empezó a gruñir con fuerza mientras soltaba a Tyler y se encaminaba contra la albina; pero fue frenada por una risa proveniente de un hurón que todos reconocían bien.


-Una disculpa, no es apropiado reír en cuanto se trata un tema delicado de mujeres- mencionó el hurón solo para tranquilizar a todos con su semblante, algo proveniente de él transmitía una paz sin precedentes -Veo que, como equipo, esta victoria servirá para unirnos más... Hace no más de un mes, un joven mercenario acabo con todos nosotros de una forma que nunca olvidaremos; no obstante, consiguieron anteponerse ante esta nueva adversidad de la misma manera. Pusieron en práctica sus entrenamientos, siendo así que sus cuerpos ya pueden ser capaces de superar las pruebas que un mundo hostil pueda ponerles... Cómo equipo les hace falta mucho, pero eso no quita lo orgulloso y feliz que estoy al notar que hayan vuelto todos y cada uno de ustedes- ante sus palabras, las culminó con una reverencia a aquellos chicos que le rodeaban -Vamos a superar al mundo entero, ese es nuestro verdadero objetivo- mencionó con una sonrisa mientras se paraba en la cabeza de la morena -Por cierto, perdón por esto; pero mi capitán debe descansar


Tras sus palabras, la puerta de la habitación se abrió de golpe y con ello unos pasos apresurados resonaron mientras una figura cruzaba el umbral de aquella puerta. La persona inesperada que logró pasar por la puerta fue una que hizo que la misma morena tuviera la temperatura de su sangre casi a un similar bajo cero, siendo que la primera reacción de aquella morena fue separarse del grupo mientras buscaba refugio en una de las paredes aledañas a ella. Consiguiendo que se viera completamente apresada por sí misma.

Ante aquel comportamiento inusual en la adolescente, el resto de los jóvenes vio con curiosidad a dos enfermeras, ambas con una filipina de color blanco con líneas azules en los bordados de sus extremidades y dos bolsillos enfrente, ambas portando cubrebocas que obstruían un amplio panorama de sus rostros; no obstante, la figura y el cabello de una de esas dos enfermeras fue inconfundible para un aún disperso Nyron.


-¡Hola, pequeño! - mencionó una de las enfermeras con un tono emocionado que denotaba cierto acento muy remarcado que Tyler de la misma forma reconoció, uno que al igual que la morena, le hizo sudar en frio por la emoción que cargaba -Veo que estás mejor y con mucha compa...


Sus palabras fueron cortadas por si misma solo para ver a la morena que buscaba escabullirse sin ser vista, haciendo que esta sonriera tras el cubrebocas y se lo quitara al mismo tiempo. Dejando ver que era la mismísima madre de Katherine, la señora Nadia.

Ambas morenas se miraron cuidadosamente, sosteniendo sonrisas que en la hija se veía forzada a más no poder mientras su madre aún con sus ojos aparentemente cerrados miraban cada aspecto de la chiquilla ante ella.


-Je... Hola, ma- habló en su idioma en común con su madre solo para intentar seguir apartándose de su vista, tratando de ocultar un ángulo exacto de su cabello -Y~ya me siento me...


-Azul- mencionó con simpleza su madre mientras apuntaba de forma extraña a su propio cabello


-¿Eh? - cuestionó la morena solo para notar como un mechón azul caía por encima de su rostro -Oh no...


-¡Katherina Palmer! - comenzó a gritar su madre solo para después tomarla por la oreja con suma fuerza sin alterar su aterrorizante sonrisa -¡Primero faltas a la escuela! ¡Me llaman del hospital para decirme que estabas lastimada! ¡Metes en problemas a este chiquillo! ¡¿Y encima te pintas el cabello?!


Ante sus gritos sin medida los jóvenes empezaron a ver como la otra enfermera les hacía gestos para que dejaran la sala, a lo que simplemente se limitaron a asentir con miedo notorio mientras notaban como entre pasaba el tiempo, el idioma ya había cambiado entre las dos. Fue así como seguido de ellos y una reverencia apenada de la enfermera, todos dejaron la sala, incluyendo la discusión latina que seguía incluso fuera de su habitación se escuchaba de forma intensa.

El chico al ver su habitación vacía, incluyendo la desaparición de su maestro, fue con lo que pudo sentir un calor reconfortante en su pecho al recordar lo sonoro que fue el tener a sus compañeros en su habitación. Viéndose extrañado que dichas emociones nunca las había sentido, asociando aquello con las escenas de sus dibujos animados que envidiaba por nunca tenerlas en su vida cotidiana. Llevándose así una mano al pecho mientras se sentaba en su camastro y movía sus pies a modo infantil, mirando el suelo mientras su cabeza se sentía en las nubes. Sin saber que sería interrumpido por una voz sumamente familiar para él.


-Vaya que son ruidosos- una voz femenina y cansada se escuchó atrás del chico


-Ry~¡Ryoko! - gritó Nyron al girar sobre sí mismo y cayéndose por la misma inercia -Pe~pero ¿cómo...


-Desfase- respondió con simpleza mientras se subía en la cama y ayudaba al pelirrojo a levantarse -Es muy útil si te lo pones a pensar, aunque da miedo, no me gusta usarlo mucho, ya deberías esperar esto de mi... No debes espantarte por todo- se mofó mientras se hincaba en la cama de Nyron mientras le mostraba aquella fría mirada que le caracterizaba, haciendo que este último hiciera un puchero que, al ser notado por la chica, fue recibido por un bufido audible -Pollito estúpido


Ante aquella última burla, Nyron se ruborizó mientras bajaba a más no poder su bata del hospital. Reconociendo que este última tenía habilidades extrañas, por lo que tener buena vista no sería raro de tener. Odiando a su maestro por haberle traído ese único bóxer en cuanto en el hospital le pidieron más ropa interior por parte de sus familiares.

Saltando así sus pensamientos a todo lo que había pasado hace unos días, viéndose conflictuado de ver nuevamente a la chica debido al gran número de heridas que el chico le vio tener en sus combates, no sin antes recordar todo su pasado que traía consigo las notables heridas emocionales que transcurrían por su pasado sumamente trágico. Reconociendo que ella debió romperse en más de una ocasión por culpa de su maestro, al igual que había sido todo por su culpa... Si tan solo él hubiese sido de más ayuda, quizá la chica que vivía con él no hubiese...


-Estoy bien, Nyron- mencionó con simpleza la chica mientras le daba una sonrisa ladina al chico -Los médicos ya me atendieron y dijeron que seré dada de alta como tú, hoy volveremos a casa- con su sencillo gesto al chico esta se paró y fue a la ventana amplía de la habitación mientras recibía aquellos rayos del sol -Así que deja de mortificarte, si ya eras patético, preocupado lo eres más


-¡Pe~pero... - Nyron corrió hasta el lado de Ryoko, quería confrontarla, verificar que todo estuviera bien, que nada malo le estuviese pasando... Que aquella mueca torcida por su dolor no volviera a torturarla... Pero no encontró nada de eso, siendo así que su frio rostro mostraba una sonrisa en sus labios que mostraba una determinación que eclipsaba por completo aquel rostro asustado que denotó en dicho día -¿Estás bien?


Ante sus palabras, pareció que la albina desvaneció su sonrisa y volvió a aquella máscara de indiferencia que hacía temblar al pelirrojo con solo verla. Cosa que hizo temblar por un instante al chico, haciéndole retroceder hasta sentir como una de las delicadas y frías manos de la albina era colocada en uno de los hombros del chico, paralizándolo por completo.

Siendo así que Nyron vio nuevamente aquella fría máscara; pero a diferencia de sus interacciones anteriores, el chico ya no chilló de miedo, sino que vio de primera mano una determinación inmensa. Viendo como la niña de aquel relato, había cambiado por completo, y, por consiguiente, le había salvado la vida. Confiando así en aquella asesina que había entrado a su equipo, sonriéndole de forma boba y nerviosa.


-Nyron Zhongli, yo soy Pride, el pecado del orgullo... Mi familia fue asesinada por mí, ese es mi pecado; pero eso ya no define en la persona en la que me puedo convertir- ante sus palabras, la chica vio en el rostro del chico a su difunta mejor amiga de la infancia, siendo esta imagen borrada casi de inmediato como una efímera ventisca, logrando discernir a su capitán, dejando ver cómo se le escapaba una sonrisa y procedía a envolverlo en un abrazo donde el calor que emitía el chico la reconfortaba de poco en poco -Y yo decido que mis agujas castiguen a los que traigan dolor... Y ta~también a...- ante sus palabras la chica apartó al chico un poco para ver su rostro, el cual estaba ciertamente sorprendido y ruborizado por la pena, mientras que los pómulos de la albina se teñían suavemente con carmín al denotar una sonrisa de par en par completamente genuina -Voy a protegerte, así como lo hiciste por mi... Yo solo... Ya sabes...


Ante su confusión la chica bajó la mirada y miró los rubís gemelos que tenía el chico por ojos, siendo así que tras tomar su cuello con sus manos esta dirigió su rostro a un costado del rostro del chico hasta hacer que sus labios tocaran una de sus mejillas, brindándole así un beso que sorpresivamente portaba un tacto caluroso que pronto hizo hervir al chico mientras se tensaba con brutalidad.

Ryoko al separarse vio como este chico se miraba tartamudeando mientras sus oídos parecían estar sacando humo por los nervios, así como un calor que engullía cada fibra de su ser. Ese era la primera vez que la asesina le brindaba esa clase de tacto, y en su afán de sentir pánico, no sabía a qué iba dirigido. Si a la asesina o al hecho que una mujer le había dado un beso una chica mayor que él.


-Gracias, capitán- sonrió con un genuino encanto mientras con su angelical voz hacía alterar aún más los sentidos de su "victima"


Pero aquella tierna escena, tendría que acabar de una u otra forma. Y dicha forma provendría de una voz sumamente familiar para los dos que les habló desde el otro lado de la habitación. Iniciando sus palabras tras una suave tos.


-¿Interrumpo algo?


Ambos chicos giraron sus cuerpos solo para notar a un intruso en la habitación. Su baja estatura, un pantalón de pirata muy holgado con cierres por doquier, una camiseta de capucha de color blanco que aparentaba tener estampado de símbolos de transito de color negro, portando un buff de color blanco para ocultar parcialmente su identidad. Pero sus cabellos blancos y ojos zafiro solo confirmaron quien era, Wrath.

Al darse cuenta de su identidad, ambos chicos se separaron sumamente sonrojados, siendo la albina la que se tensa a modo de saludo militar a su maestro mientras bajaba la mirada por su vergüenza, todo con un pelirrojo que se encontraba sumamente alterado por la presencia de Wrah; pero pudo distinguir dos cosas distintas en aquel sujeto. Su presencia ya no era la misma, ya no le quitaba el aliento como antes o le hacía tensar su cuerpo con fuerza; sino que ahora solo trasmitía una presencia familiar que no podía recordar. Y la segunda cosa de la que se percató, fue el hecho de ver sus fornidos brazos completamente vendados, así como una venda que sujetaba su frente a modo de banda para ejercitarse.

Wrath los miró sin gana alguna mientras se retiraba su capucha, dejando ver su cabellera. Siendo así que tras un bufido de gracia centró su vista en la chica que se miraba más roja que un tomate.


-Parece que ambos ya se llevan mejor- se mofó el asesino con su tono grave mientras giraba su mirada al enrojecido chico -¿Deberé tener la "charla" con usted, capitán? - con su tono amable dio un paso hacía el chico, haciendo que este mismo se callera de espaladas


-¿Qu~qué charla? - tartamudeó el chico mientras se levantaba y miraba con apuro al asesino


-Es una broma, capitán. Pero tu...- volteó a ver a Ryoko mientras le señalaba viéndose notoriamente irritado -No he visto tu informe, así que antes de acostarte con el capitán, mínimo termina tus deberes, aún eres una daga


-¡¿Acosta...- el pelirrojo intentó cuestiona; pero fue cortado por otro grito igual de avergonzado que el suyo


-¡Ya voy, maestro! - Ryoko hizo una reverencia a toda velocidad y firmeza mientras se giraba y salía de la habitación sin ver a nadie más


Ante aquella escena curiosa, el pelirrojo se sintió sumamente presionado en cuanto la puerta resonó con su cierre, siendo consiente de como se había quedado a solas con aquel asesino con el que se había batido a duelo. Siendo así que al levantarse pudo ver bien el cuerpo de aquel asesino, viendo sus vendajes en brazos y rostro, viéndose así mismo con una enorme urgencia por arrodillarse y pedir perdón incluso por haber nacido. Un acto que fue ignorado por si mismo cuando el asesino realizó una acción que lo hizo paralizar.

Wrath, en un solo arrebató, bajó su buff por completo dejando ver finalmente su rostro, siendo este uno que recibió con una mueca con su boca abierta. Su sonrisa era perfecta y sin ninguna imperfección, notándose con pecas en los pómulos que ahora eran mucho más evidentes, todo eso mientras llevaba una notoria cicatriz en su mejilla izquierda. Sonriéndole a la puerta de aquella donde había escapado su alumna.


-Esa niña, pensé que jamás vería esa faceta de ella de nuevo- mencionó el asesino mientras le devolvía la mirada al pelirrojo con un suspiro de alivio proveniente de él, sonriendo de manera pasiva como si viese un fantasma -Supongo que debo agradecerte por ayudarla a sanar o algo así; pero bueno, ella salvó nuestras vidas así que ambos deberíamos agradecerle a ella


-Si, supongo que si- mencionó el chico conmocionado aún por ver el verdadero rostro del asesino, siendo percatado por el mismo


-Vamos, capitán- el peliblanco se acercó al chico y se sentó a su lado mientras sacaba algo de sus bolsillos -Puedes dejar de tratarme como un extraño, la pelea se acabó- ante sus palabras el adulto sacó una paleta y se la puso en la boca sin siquiera quitarle la envoltura


-S~si... Pe~pero... Usted ya sabe, yo...- el chico trató de hablar, pero un gran número de emociones le cortaron el habla, haciendo que el asesino suspirara y tomara la cabeza del pelirrojo y la revolviera un poco -¿Q~qué?


-Mi nombre es Yukio, y soy el capitán de las dagas capitales, y en parte tu guardián- ante sus palabras, el joven que le miraba parecía perder el miedo por un aire familiar que le brindaba su sonrisa -Y maestro de esa chica loca llamada, Ryoko Yukimura... Es un placer, Nyron Zhongli


Sus palabras amables fueron como un balde de agua fría, relajando su cuerpo y sus nervios hasta el punto de que solo se sentó con comodidad y asintió con tal de corresponder el saludo, viendo algo inútil el presentarse debido a la obviedad de su identidad.

Y debido a la familiaridad que presentaba el rostro de aquel hombre, este mismo le hizo regresar a su cabeza el rostro de su compañera, regresando así de forma fugaz a destellos de su pelea y así mismo a las imágenes del cuerpo destrozado por su culpa.


-¿Cómo se encuentra? - cuestionó aquel chico mientras jugaba con sus dedos mirándolos fijamente con un rostro que denotaba preocupación -Y~yo siento haberlo...


-Estoy excelente, nuestros médicos personales son muy buenos en su trabajo, todos nuestros miembros fueron atendidos con éxito, con dos pequeñas excepciones... Ese Damian Bellemore es de temer si dejó a mis dagas en un terrible estado- lo último lo mencionó por lo bajo con tal que el pelirrojo no le escuchase -Mis heridas están casi curadas, diste una increíble pelea, enserio lo de capitán no es solo un título- mencionó esto mientras le propinaba un ligero golpe en el hombro al chico -Enserio tienes potencial, aprendes a adaptarte


-E~ese es el problema, no quería... Hacerlo- mencionó aquel chico mientras sentía como su cuerpo era atravesado desde el pecho por una sensación fría, atrayendo a él sus memorias de aquel transe en el cual solo podía sentirse embriagado de furia -Y~yo de verdad no quería lastimar...- sus palabras se llenaban de ansiedad con cada una, siendo cortado por un pequeño golpe en su frente de dos firmes y fríos dedos, siendo Wrath aquel que le detuvo


-Enserio te pareces mucho a Ryoko- mencionó con calma mientras se apartaba del chico y le miraba con una tenue sonrisa, solo para después apuntar al pecho del chico de forma súbita -Eres un gran chico, uno con mucho potencial. Te adaptas y puedes tener memoria muscular en un cuerpo más que hecho para aguantar ataques de todo tipo; no obstante, tu actitud es la que te detiene


-Me lo imagine, soy algo patético- dijo aquel chico ahora cabizbajo


-No me refiero a tu suerte o la percepción de los demás contigo- mencionó aquel hombre mientras tomaba por los hombros al chico -Me refiero a que cargas contigo deseos que te están autodestruyendo, siendo nuestra pelea una gran demostración de ello- señalando así las heridas del chico vendado -Peleaste a destruir todo lo que te rodeaba, incluso tu propio cuerpo, pelando como una fiera que solo brindaba caos; pero, aún con esa furia notoria, en nuestra pelea nunca sentí que dicho enojo fuera para mí. Sin mencionar que mezclabas enojo, tristeza, incluso alegría... Cosas que no demuestras usualmente en una pelea, a no ser que... Te sientas libre al pelear así- ante su explicación, el chico se vio conmocionado mientras se veía como temblaba sin parar -Un caso completamente incorrecto si te llego a conocer bien a través de los reportes de Ryoko- suspiró y luego se apartó del chico tras revolver su cabello -No soy el indicado para entrenar tu mente de la forma más "sana" posible, de hecho ya notaste que en ese campo soy un desastre por mi fracaso con ella; pero yo se que con la guía correcta podrás aclarar aquellos pensamientos atrapados y hacerlos tuyos, en vez de que tu seas su emisario... Es un camino largo y doloroso que requerirá toda tu voluntad por cambiar, y lo más importante, que no pierdas tu esencia... No cometas el mismo error que Ryoko hace mucho tiempo


Fueron las palabras de Wrath las que hicieron que el chico se viera inmerso en sus pensamientos, recordando así esa gran tormenta de emociones que le paralizaron en el momento de la pelea, así de como el mismo percibía al mundo en aquellos vagos recuerdos. Sintiendo ese gran vacío tras haber finalizado su estancia en aquel estado de frenesí. Pero dichas memorias se esfumaron al recordar el relato de la chica, recordando como ella fue víctima de sus emociones y recuerdos reprimidos a modo de ser "fuerte", haciendo que su cabeza juntara ciertos puntos tanto hablados por el adulto como aquellos que él recabo tras haber escuchado el relato de aquel fatídico día de invierno.


-Ryoko... Ella... ¿Qué es ella para ti? - cuestionó aquel chico mientras notaba como la sonrisa del asesino se desvanecía y se tornaba ligeramente apagada, solo para cambiar casi de inmediato a una mirada algo hostil


-¿A qué viene eso, capitán?


-Solo quería saber... No se moleste


Ante la mirada inquisidora de aquel asesino, el pobre chico sentía como se le escapaba la vida.


-Ella... Fue mi primera alumna, realmente fue alguien por quien siempre cuidé por una encomienda del anterior jefe de las dagas debido a la peculiaridad que era su inclusión en el programa... Poco a poco le gané cierto afecto, ella no pertenecía ahí, ella no era como esos niños que desde la cuna portaban dicho vínculo. Ella venía de un lugar distinto a ellos, y eso me hizo darme cuenta de que necesitaba a alguien... Hasta el día del accidente, que fue cuando su bella actitud y sus emociones se esfumaron para dar nacimiento a Pride- con formé su relato avanzaba, su actitud cambiaba a una más calmada e incluso más nostálgica -El jefe anterior quería privarla de su vida, como gesto de piedad. Así que yo me opuse... Nunca supe bien porque lo hice, pero reté al jefe... Y tras un sanguinolento combate que duró horas, mis bisturís cayeron y su catana finalmente se había roto; pero él reconoció su derrota, acabando con su propia vida con su catana fracturada ante la mirada de todos, incluso la de Ryoko... Hice que ella se quedará sola por mi deseo egoísta de mantenerla a salvo; pero no podía controlarme, el simple hecho de pensar que le harían daño a ella solo porque si, me hizo hervir en rabia y... Mi cuerpo hizo el resto- ante sus palabras, el asesino de sus bolsillos sacó un bisturí extraño, pues este tenía un grabado con forma de un tigre blanco con colmillos azul cian, uno gastado y de empuñadura negra cuya cuchilla era elongada -Antes de dicho día, nunca fui un asesino, al menos no uno a profesión... Pero el jefe en su momento me dijo que era un prodigio, y no uno que solo aprendía rápido; sino uno que no le tenía miedo a morir e incluso que en su colera no paraba de pensar hasta ganar... Y cuando tomé el manto de las dagas, nunca paré de entrenar por 10 años y cumplir misiones con tal de ser aquel líder que ellos merecían, debía hacerlo por ellos, por ella... A quien le arrebaté lo último de familia que le quedaba. Vendí mi vida a ellos, me convertí en uno de los asesinos más peligrosos del mundo con tal de ser digno de aquel manto. No me arrepiento, pues desde que tengo memoria e incluso esta cicatriz, todo lo que he hecho fue siempre para proteger a aquellos cuyo mundo se ve retorcido por personas asquerosas


Nyron no supo cómo reaccionar ante sus palabras, estaba frente aquella persona que orilló a su compañera de piso a presionarse mentalmente hasta el punto de no retorno, frente aquel que era una de las personas más peligrosas, aquella persona que sacrificaría a un compañero solo por su falta de utilidad en sus planes, alguien cuyas emociones eran un...


-Por eso no hay fortuna alguna con la cual pueda pagarte el hecho de haberme detenido- ante sus palabras, aquel asesino inclinó su cabeza y cuerpo con tal de hacer una firme reverencia ante aquel chico -Gracias, enserio, muchas gracias por haberme detenido... Gracias... Por salvarla- sus palabras fueron escuchadas con un hilo en su voz, así como un par de gotas caían de su rostro y tocaban el suelo en un tenue sonido


Fue esto lo que hizo romper al pelirrojo, viéndolo fijamente hasta finalmente conectar todos los puntos necesarios para poder pensar. Ahora podía ver la verdadera naturaleza de Wrath, de Yukio, el siempre vio por la chica. En el relato, en sus entrenamientos, en protegerla, en prepararla, ser ese padre que él le quitó... O incluso ser...


-Ella... Es tu familia, ¿no? - soltó el chico al presionar sus manos hasta apretar su bata -Y no como una daga, sino como una verdadera familia- mencionó casi de forma inconsciente mientras sentía como en su respiración su calor incrementaba cada vez más


-¿Cómo es que...- el asesino se levantó de golpe y miró al chico completamente impresionado; pero al ver como este también se veía conmocionado por su pregunta, pudo comprender lo que pasaba -"Así que... Volviste a leerme" - pensó el peliblanco mientras sonreía de forma ladina al quitarse las lagrimas del rostro -Yo soy Yukimura Yukio, y ella... Ella es mi hermana menor


Dicha noticia revolvió al pelirrojo, haciendo que ahora todos los puntos que sospechaba se tornaran uno. Mirando de improvisto al asesino, solo para que su visión le trajera a la mente aquella peliblanco por la que había luchado. Haciendo así que un mar de dudas se generara de pronto.


-¡¿Y por qué trataste de matarla entonces?! - no pudo contener su tono mientras se para frente al asesino y lo tomará de su camiseta sin siquiera él mismo se percatará -Es tu hermana por amor a... ¡Eres un enorme hipócri...


Nyron no pudo notar cuando el propio Wrath ya tenía aquel bisturí agrietado rozando la piel sobre la yugular del chico, frenándolo de golpe mientras podía sentir que el frio del arma apaciguaba un calor indescriptible que provenía desde su pecho sin que se notara ante su comienzo.

El chico y el adulto se miraron a los ojos, haciendo que Nyron comprendiera una singular cosa. Aquel asesino ya no le veía como un chico cualquiera; sino que a la de mostrar sus colmillos, él lo reconocía como el monstruo que hace un par de días fue capaz de dañarlo a él y a su entorno con súbita furia. Siendo Wrath el que reconocía que, si el pelirrojo se perdía una vez más, incluso pondría en peligro la vida de inocentes en el hospital, siendo así que debía poner todo de si mismo para evitar dicho escenario.

En ese momento fugaz, ambos empezaron a reducir sus hostilidades al denotar como se apartaban el uno sobre el otro, haciendo notar como la tensión que los envolvía empezaba a atenuarse en cuanto el pelirrojo podía volver a pensar con claridad con sus dudas.


-Si, capitán. Soy consiente que mis acciones son sumamente contradictorias- comenzó aquel asesino mientras bajaba su arma por completo y miraba el suelo con cierta rabia contenida al mostrar sus dientes presionados por sí mismo -Fui un pésimo guardián, un mal hermano, un mal hijo... Me convertí en todo eso con tal de ser un buen líder y un gran asesino- mencionó con pesar mientras se derrumbaba y caía sobre si mismo y se sentaba de golpe en el suelo contra la pared, el cansancio mental, así como el físico le había destruido su estoica presencia -¿Qué si me arrepiento? Claro que no, hice lo que debía para obtener lo que quería- se mofó ligeramente solo para después solo pasar su mano por su rostro con tal de despabilar sus sentidos -Todo salió de forma perfecta, ambos seguimos con vida, y ahora ella es capaz de sobrevivir por su cuenta. Obviamente habrá uno que otro obstáculo, siempre los habrá. Así que no hay problema con que ella deba sobrevivir por su cuenta y si siguiera protegiéndola, ella se volvería dependiente de mi y eso solo le traería su muerte


-Entonces... Todo lo que has hecho. La~las personas que has matado... Todo eso... ¿Todo lo hiciste por ella? - cuestionó algo impactado mientras miraba al asesino por lo alto, mirando como este se encontraba mucho más vulnerable, ganándose así su respuesta tras ver como el asesino asentía con seguridad -Entonces... ¿Por qué? ¿Por qué hacerle daño a la persona que más amas?


Ante sus palabras, el asesino solo sonrió con astucia mientras se encogía de hombros, ganando así el interés de aquel chico, haciendo que este se sentara frente a él como si estuviera a punto de escuchar un relato. Riéndose de forma sutil tras notar como el chico se quejaba de forma infantil por lo frio que era el suelo al estar en bóxer tras la bata hospitalaria.


-Esa misma pregunta me la hice por años- ante sus palabras el asesino apuntó a su notoria e inquietante cicatriz en su mejilla izquierda -Esta misma vieja herida es la misma que me hizo preguntarme lo mismo por años, una marca cortesía por el "amor" que nos podrían brindar nuestros padres



En alguna parte de Japón [Hace 17 años]

Fue así como Wrath comenzó con un pequeño relato que lo hizo remontarse hasta sus 7 años. Era el hijo único de una pareja de campesinos que vivían de forma remota y apartados del resto de la población en una congregación de agricultores en las cercanías del Parque Nacional Nikko, siendo un clima complicado debido a las temperaturas de la región; pero esto no era impedimento para ellos, pues de alguna manera ellos hacían que todos sus cultivos fueran de excelente calidad, ganándose así un espacio importante en el comercio de dicha región. Siendo esta su principal fuente de ingresos.

Yukio trabajaba siempre con sus padres y allegados, ayudando con los cultivos, cargando los camiones con la mercancía y con las ventas cuando llegaban a los poblados cercanos. Atrayendo la atención de su poblado, pues este no mostraba una completa devoción al trabajo de su comunidad; sino que cuando podía, se encontraba estudiando de forma autodidacta con libros que adquiría en sus viajes a los mercados aledaños mediante el trueque de pequeños tesoros que encontraba o directamente los ahorros que iba adquiriendo con sus pobres pagos brindados por su familia. Pero fuera de ello, Wrath no brillaba por ninguna habilidad especial más allá de la que todos en la aldea tenían, y esa era una gran destreza con las herramientas agrícolas.

Sus padres eran una pareja promedio que no destacaba a grandes rasgos dentro de su comunidad; al menos no hasta un imprevisto, uno que hizo celebrar en su momento a toda la comunidad, la señora Yukimura esperaba un segundo hijo. Los meses pasaron, y en una tormentosa noche de invierno, en la residencia Yukimura, nació una bella bebé. En dicha noche, en cuanto él bebe salió del vientre de su madre, esta no lloró, esta no sonrió, se mantuvo completamente calmada mientras la temperatura bajaba aún más con cada minuto que pasaba. Dichas señales solo alteraron a sus padres, y con la intervención del médico de la aldea (el mismo que asistió el parto de dicha bebé) diagnosticaron al bebé como muero en el parto tras no poder palparle el pulso y tener las extremidades igual de frías como la nieve. Siendo así que el propio médico la tomó en sus brazos y procedió a salir de la casa con tal de hacerse cargo de su debida sepultura mientras la pareja comenzaba a llorar desconsoladamente por la reciente perdida de su familia. Todo esto ante la mirada de un confundido Yukio cuyos ojos cafés empezaban a estar cubiertos por lágrimas.

Su sentido del deber estaba con su familia, sus padres, todo con tal de apaciguar su dolor, quería ir a abrazarlos debido al miedo indescriptible que no podía calmar por lo incomprendido que el concepto de "muerte" podía ser para él. Pero en sus adentros, sintió más que alguien más lo necesitaba, siendo así que, en contra de los gritos desconsolados de sus padres, el chico salió tras aquel médico. Siendo su frio opacado por un interno deseo de ir donde sea que estuviera su hermana, un llamado del cual si subconsciente era el único enterado.

Corrió por la tempestad de nieve y viento que le hacía retroceder mientras sus extremidades perdían su sensibilidad. Pero en la lejanía, en las laderas de la aldea tras sus cercados de madera con sellos con una caligrafía incomprendida por el chico, vio a aquel doctor. Su carrera culminó en cuanto notó como dicho doctor se detenía frente a un apartado donde yacían los restos de aquellos que ya los habían dejado atrás en la comunidad, el cementerio comunal, todo mientras un llanto atrajo la escucha del chico. Un llanto que le hizo acelerar el paso de forma inhumana. Fue así como el chico jaloneo las ropas de aquel médico, atrayendo su atención, viendo como este se encontraba sorprendido por aquella reacción de la chica, era un inconfundible milagro; pero antes de siquiera darle la buena noticia al niño que para su sorpresa le acompañaba, este tuvo una terrible punzada en su cabeza mientras notaba como sus brazos eran jalados por dicho niño que con una gran fuerza le gritó...


-¡Suelta a mi hermanita! - gritó con furia mientras denotaba como sus ojos eran encendidos en un café singular mientras sus cabellos negros se ondeaban con el viento y la nieve


El médico se desplomó en el suelo mientras aquel niño escapaba con su hermana en brazos. Corriendo hasta su domicilio al cual entró con lágrimas en los ojos ante sus padres mientras sonreía con emoción mientras repetía incontables veces: "Es un milagro". Haciendo que la felicidad en dicho hogar retornara. Siendo así que la bebé recibió su nombre de forma oficial, Ryoko Yukimura.

Con los años, la niña creció sin ninguna complicación, era una niña feliz en un ambiente hogareño donde el principal afecto provenía de su hermano mayor. Sus padres eran igual de amorosos; pero con su hermano desarrolló un vínculo que incluso los más ancianos de la aldea relataban como una dualidad en el aura, un vínculo que los mantendrá unidos de por vida. Siempre salían de exploración, Yukio siempre le enseñaba lo que aprendía en sus libros, ambos se escapaban en los poblados para conocer más de los lugares que visitaban gracias al comercio, siendo reprendido por sus padres pues la niña aún era demasiado pequeña como para dichas miniaventuras. Incluso cuando sus padres no llegaban a casa por las jornadas de trabajo en el campo, él era quien aprendió de sus vecinas para cocinarle de forma adecuada a su pequeña hermanita. Siendo ellos una dupla que era considerada "inseparable".

Pero todo fuera de dicho núcleo, empezaba a decaer de forma alarmante. Las cosechas con los años empezaban a decaer en calidad debido a los fuertes climas que los empezaban a azotar, y con la muerte de los ancianos de la aldea y su falta de los dones de agricultura en su descendencia, todo empezó a ir en decadencia para la aldea. La hambruna en los inviernos, la falta de dinero, todo fueron cosas que con los años empezaron a hacer que la población del poblado se fuera disminuyendo debido a la necesidad. La desesperación de perder aquello que les ponía en el mapa, solo hizo que huyeran o se quitaran la vida por familias enteras, familias que los Yukimura tuvieron que enterrar y despedir hasta ser los únicos del poblado, viéndose cada vez más inmersos en la desesperación de la pobreza.

Todo esto ante las perspectivas inocentes de sus hijos, quienes pagaban los platos rotos de la situación con comidas incompletas o carecientes de los alimentos por días, viendo las estructuras de su pueblo decaer con el tiempo. Siendo la salud mental como física de sus padres en igual depresión. Y aún con sus ropas desgastadas, sus estados desnutridos y el dolor de estómago recurrente por la falta de alimento, la dupla de hermanos nunca dejó de ser la misma. Siendo Yukio quien conseguía comida buscando o por la fuerza cuando era necesario con tal que su hermanita no pasara tanta hambre como él y el resto de la familia, ganándose así una que otra vez una reprimenda por parte de su familia por la falta de empatía hacía ellos. Algo que en una de sus reprimendas le hizo gritarles a sus padres: "¡Yo veo más por mi hermana que el resto de la familia!" Haciendo pensar así a sus familiares, algo que solo generó un prefacio a una interminable ventisca que se comería su felicidad por completo.

Fue así como un día de invierno tras volver de recolectar leña, este fue tomado por sorpresa desde afuera de su hogar cuando escuchó fuertes golpes y el grito agudo de una niña, un grito que reconoció como si hermanita. Fue así que aún con el hacha de la familia en mano, corrió a la puerta del domicilio, yéndose con la sorpresa que esta se encontraba atrancada, no dejando otra opción más que destrozar esa puerta por el mismo. Su sangre empezó a caer por su desgastado abrigo invernal por las astillas que rebotaban y explotaban en su piel. Adentrándose en su hogar mientras el frio se apoderaba de él conforme cada paso que daba, dándose cuenta de que la superficie de su hogar era cubierta por escarcha cian que le daba la sensación de que un glaciar se generaba dentro de su hogar. Siendo despabilado por un fuerte grito seguido por un golpe sonoro en piel que solo hizo alterar más sus sentidos.

Fue así como llegó al cuarto donde vivían los cuatro miembros de la familia, siendo así que pudo ver una escena que lo horrorizaría de por vida. Su madre llorando en una esquina mientras se veía como púas de hielo cian atravesaban su muñeca y mano; su padre con una pala con un rastro de sangre notorio que parecía estar fresca, su ceño estaba completamente enfurecido mientras sus ojos denotaban estar completamente impactado e incluso como si el miedo se hubiese apoderado de ellos, un miedo profundo que iba dirigido a una sola cosa su hija; estando la última persona en el suelo justo en el centro de dicha tormenta ártica que empezaba a atenuarse con el paso de los segundos, la pequeña Ryoko se hallaba desvanecida en el suelo con un gran número de heridas en sus brazos en su piel blanca, siendo la más notoria una en su cabeza que dejaba el suelo manchado con su sangre, la misma que estaba en dicha pala.


-¡Padre! - gritó aquel niño mientras corría para acercarse aún más a su hermana, siendo cortado de golpe por un estruendoso grito que el reconocía



-¡No te le acerques! - gritó su padre con su voz áspera que denotaba un enorme miedo como si estuviese viendo a la muerte misma -¡Es un monstruo!


Ante sus palabras, el chico se vio completamente en blanco, su edad de 14 años era una en la cual la inocencia siempre hace que pasemos por alto las cosas; pero no para Yukio. Incluso a su corta edad, él ya había leído incluso más que cualquier académico de ciudad de su grado, incluso con sus experiencias en las ciudades el era capaz de dominar un aprendizaje innato, era capaz de analizar y recabar información del ambiente mismo como si de un gran escáner se tratara. Una habilidad personal que le hizo darse cuenta de la situación, su padre y su madre habían atacado a su hermana.

Fue ante aquella confirmación con la cual el chico vio a su padre con un rostro con el que incluso su padre sintió como se le cortaba la respiración. Yukio ahora le veía de forma hostil mientras la oscuridad del ambiente tragaba su rostro mientras su aura desbordante dejaba ver sus ojos cafés brillando en un fulgor único que hizo darle una mirada capaz de acabar con quien fuera que estuviese en su camino.


-Tu... ¿Hiciste esto, padre? - cuestionó de forma severa mientras sujetaba su hacha con ambas manos


-¡Por supuesto que lo hice! Ahora ve a ayudar a tu madre yo me encargaré de...- mencionó su padre de forma temblorosa mientras ponía su pala en su hombro y se inclinaba como para tomar el cuerpo de la niña


-¡¿Por qué haces esto?! - mencionó el chico mientras arrojaba el hacha con una gran precisión a un lado de la pierna de su hermana con tal que su padre no la tocara, acercándose a ella y tomando su cabeza en sus brazos sin importar que la sangre lo manchara


Fue así como el hombre en su desesperación de la parte trasera de su pantalón sacó un libro, uno que arrojó contra el suelo y acto seguido apunto con su dedo dominante.


-Los ancianos lo sabían... Ella es un monstruo que trae un invierno perpetuo, desde que nació teníamos las señales, y con el pasar de los años nuestra agricultura, nuestras vidas fueron tragados por esa misma tormenta- ante sus palabras el hombre dejaba ver más su voz y rostro engullidos en la desesperación -Con su vida, nuestros cultivos decayeron, los inviernos fueron más bestiales y sobre todo... Ni siquiera la vida misma quería que ella estuviera viva; pero fue tu corazón noble el que permitió que ella recibiera una segunda oportunidad- ante sus palabras el hombre dejó caer su pala y extendió sus brazos a su hijo con tal que este se le acercará para brindarle un gran abrazo -Vamos, hijo. Tu no eres un monstruo, eres un alma noble. Por eso mira lo que ha hecho, mira las vidas que ha arrebatado, mira en que precaria condición dejó a tu familia... Volvamos a ser una familia, recuperemos nuestro pacífico invierno, por el bien de los que ya no están


Yukio en dicho momento solo pudo ahogar un gemido mientras tomaba una bocanada amplia de aire; pero no por la desesperación de la situación, sino porque él sintió un enorme asco que le hizo retorcer su estómago. Viendo a su padre como el origen de dicho asco, ya no viéndolo como ser humano, sino viéndolo como una bestia desesperada por engullir la carne de una amenaza potencial a su posición. Lo veía solo como un animal más.

Para el chico, los padres debían ser aquellos que defendieran a sus hijos a capa y espada, con su última voluntad. Pero ahora en su padre solo podía ver a la antítesis de dicho panorama, solo veía a un hombre cuya hambre ahora buscaba culpables y cuyo cuerpo exigía una venganza a modo de no saber a quien más culpar por sus desgracias. Algo que le hizo dejar a su hermana en el suelo, y se lanzó en contra de su propio padre.

El chico con sus ojos encendidos en rabia se lanzó sobre el rostro de su padre como un animal diminuto, replicando el comportamiento de estos a modo de igualar las condiciones de la pelea. Su padre por su parte tenía mucha más fuerza que aquel niño; pero no contaba que su cabeza estuviese inmersa en una terrible jaqueca que poco a poco empezaba a nublar los sentidos de su cabeza. Niño y hombre chocaron por todas las paredes mientras los golpes diminutos y rasguños del niño empezaban a demacrar el rostro de su padre, esto debido a que su padre no había querido soltarle ni un golpe y solo se limitaba a apartarlo.

Sufrimiento, pena, dolor... Nada de eso pasaba por el rostro del niño al atacar a su progenitor, el solo sentía una gran rabia que solo podía ser opacada por la tormenta de nieve que los azotaba fuera del domicilio. Mientras su cuerpo empezaba a dolerle por el rompimiento de sus nudillos y uñas en sus manos con las que atacaba. Pero todo encontró un final en cuanto en la desesperación de su padre, este lo arrojó con un solo movimiento a la cocina, siguiéndolo en el trascurso.

El padre vio como su hijo iluminaba sus ojos una vez más de un modo antinatural y se disponía a continuar atacando a su propio padre. Algo que en su desesperación le hizo tomar un cuchillo que estaba cerca. Con sus ojos en un grave tic, sus oídos zumbándole y ahora sangre cayendo por su nariz, ahora podía ver con claridad la imagen que ahora tenía de su hijo... Era otro monstruo.

Yukio sin previo aviso se abalanzó contra su padre gruñendo como un verdadero animal dispuesto a proteger a su manada; pero no notó que su padre era un excelente cazador. En un solo movimiento, la cara de Yukio fue atravesada por un cuchillo, la sangre explotó de su rostro mientras sus ojos impactados se cerraron con fuerza. Su cuerpo fue arrojado contra la pared solo para después dejar ver como el suelo era teñido con su sangre.

Ante dicha escena, el padre se apartó del chico con horror. Realmente no podía ni pensar en lo que había hecho, un hueco en su pecho y estomago era evidente a su sentir mientras el sudor frio empezaba a acompañar en sus temblorosas extremidades. Siendo así que el llanto desenfrenado del padre inundo la casa entera mientras trataba de poner su cabeza en orden. Pero al no encontrar paz, este solo se dedicó a tomar un nuevo cuchillo y con una rabia incontenible iba a ir tras la razón de todos sus males dicha noche, la asesina original. Su propia hija.

Fue así como en cuanto se acercó a esta con el cuchillo dispuesto a atravesarle el pecho. Su cráneo fue atravesado por la parte trasera de este por un cuchillo. Siendo así que la conciencia del padre de la familia Yukimura pasó a mejor vida en solo un parpadeo, cayendo así sobre su propio peso a los pies de un niño cuya sangre caía como riachuelo. Siendo así que se pudo ver como si hijo Yukio estaba de pie tras su cadáver con sus manos y rostro batidos en un rojo intenso, mientras que se podía ver la abertura de su mejilla a su boca. Siendo contemplado por su madre que ya había recuperado la cordura, solo para ver como su marido era asesinado de forma tan severa por su propia sangre.

La madre empezó a llorar horrorizada y fue a ver el cuerpo de su marido. Siendo observado por un Yukio cuya mirada neutra, solo daba a conocer que su remordimiento por haber acabado con su padre era nulo, pues lo que verdaderamente importaba era la seguridad de su hermanita.


-¡Monstruos! ¡Solo vinieron a romper a nuestra familia!


Fue así como el pequeño chico de 14 años no vio salvación en su madre de la misma forma que no la había para su padre; pero mientras esta no tratara de hacerles nada a ellos, el no tendría porque acabar con su vida.

El pequeño tomó a su hermana y tras envolverla a ella en una cangurera improvisada en su pecho y abdomen, se envolvió en sabanas cafés mientras salía de su casa a la fría intemperie. Buscando un lugar donde monstruos como ellos serían aceptados. Con sus semejantes, con los monstruos, y con el más aterrador que era capaz de traer los vientos invernales según las historias que el escuchaba y leía.

Y como él pensaba, solo un monstruo llamaba a otro monstruo. Debía buscar a Byakko, debía buscar a aquellos dueños de los rumores que se van relatando en la región desde tiempos anteriores a los suyos, debía encontrar a los demonios blancos, a los asesinos de las nieves, a aquellos cuya reputación y relatos los llevó a ocultarse en lo profundo de la tundra aciaga que rodeaba su poblado... Debía encontrar a las dagas capitales.

Fue tras esos mismos pensamientos con los que emprendió su camino por la tundra invernal, hasta que su destino le hizo cruzarse con aquellos a los que buscaba, y aquellos que le darían su siguiente y último nombre como el monstruo que dicha noche había reconocido que era.



East Royal Forest, Elk High Health [11 años después]

Ante el relato de Yukio, el pelirrojo solo pudo tapar su boca con sus manos. No perdiendo de vista ninguna fracción del asesino ante su historia, viendo detenidamente su cicatriz; pero, sobre todo percatándose que este mismo lo decía con una enorme sonrisa. Algo que sacudió al chico por completo.


-L~lo lamento tan...- el chico trató de tocar al asesino; pero este rechazó su tacto con un suave y gentil ademán


-No hace falta, el afecto familiar no es algo por lo que mi corazón aúlle constantemente... Realmente esa historia solo me hizo darme cuenta de algo- ante sus palabras el asesino sacó nuevamente su bisturí y se lo enseñó al chico con una amplia sonrisa -Esa pudo ser mi familia de sangre... Pero mi verdadera familia fue la que yo encontré y defendí, por eso he hecho lo que hice, porque no solo quiero ser un buen líder. Realmente quiero proteger a mi nueva familia a toda costa, incluso si eso requiere mancharme las manos por su bien- fue así como el peliblanco se levantó y miró a aquel pelirrojo con una risueña cara que le hizo recordar a Ryoko -Ser un líder no solo es un título o dar órdenes. Dicha palabra implica ser aquel que carga con los sentimientos de aquellos que te siguen, y proteger dichos votos de confianza con tu vida para que todos puedan llegar a su meta soñada


Sus palabras hicieron que el chico pelirrojo se encontrara serio mientras miraba sus manos vendadas. ¿Debía ser capaz de ser como él? ¿Podría ser como él? ¿Eso era lo que realmente esperaba el hurón de él? ¿Por qué debía cargar con los deseos egoístas de los demás?

Fueron esas preguntas las que le hicieron sentir como si su estomago se revolviera como si de dos lobos trataran de comer la cola del otro, como si dos deseos opuestos estuviesen en dualidad en ese preciso momento sobre él. Tantos pensamientos que solo le hicieron cuestionarse que quería en dicho momento.

Toda una lista de pensamiento que partía del punto si debía ser igual a dicho asesino, si debía ser un monstruo por el bien de sus ambiciones o si debía ser alguien que deba ser pisoteado por otros monstruos. Eso era un gran predicamento que hizo que el pobre chico estuviera peleando consigo mismo, algo que el asesino frente a él notó y le inspiró a acabar su relato.


-Al llegar con las dagas, nos acogieron como uno de ellos, y por petición mía, Ryoko fue integrada al programa para que de esta manera se le pudiera brindar un nuevo futuro... Y yo accedí, solo si borraban su memoria de todo lo que antes hubiese vivido, con tal que ella tuviera aquella feliz infancia que había perdido- tras ello apuntó de forma súbita al pelirrojo con su bisturí extraño -Así que espero que no digas ni una palabra a Ryoko, por el bien de tu cabeza... Nyron Zhongli


-¡SEÑOR, SI SEÑOR! - gritó el chico mientras hacía un gesto militar


-Es una verdadera amenaza, así que, conociéndote, sé que no dirás nada incluso si fuera de vida o muerte- ante sus palabras, bajó su arma e hizo una pequeña reverencia -Después de ello, le pusieron la aguja negra


-¿La aguja negra?


-Si, un medio que el jefe uso para suprimir el dominio del aura de Ryoko, pues ellos averiguaron que era una usuaria incompleta- ante sus palabras el simplemente apunto a su arma y luego centró su mirada en los ojos del pelirrojo -Los usuarios son aquellos capaces de moldear el aura a su alrededor a voluntad sin uso alguno de un arma, poderes con linajes completo o sencillamente aleatorios por la gracias de Chrona o el karma, si así lo prefieres... Son sumamente peligrosos y con un enorme potencial por explotar; pero Ryoko no era una, al menos no una completa... Un usuario al usar sus poderes cambia la forma de su pupila como muestra de su poder; pero esto no sucedía en ella... Ella era capaz de controlar inconscientemente el hielo y las ventiscas a su alrededor; pero ella no tenía control alguno sobre ello, no podía, a menos que usara un arma como ya notaste. Cuando un usuario es incompleto, implica que su psique y por sobre todo su aura no esta lista para ser usados ya que esta misma puede acabar con el cuerpo del anfitrión. Y debido a que ella no podría controlarse... Se la colocamos como una garantía a su seguridad a los demás, pero su aura fue en aumento, por eso con el pasar de los años esta se tornó inútil hasta que se la quite el día de la pelea


-E~entonces ella...


-Aprenderá contigo, ambos serán nuevos en el campo, así que espero lo mejor de los dos- fue lo único que dijo solo para pararse y sonreírle mientras se colocaba su buff -Tu podrás crecer al igual que ella, se que lo conseguirán. Cuida de ella y también... Por favor vuélvete alguien fuerte de mente y cuerpo para que puedas ser mi segundo alumno- ante sus palabras el asesino se desvaneció de su vista solo para después sentir como su hombro y espalda eran palmeados de forma tenue -Protégela, protégelos, protégete a ti mismo... Y conviértete en la mejor versión de ti mismo, sé que podrás... Capitán de Asia


Ante esos tenues susurros de Wrath, el chico en un abrir y cerrar de ojos pudo percibir como su presencia se desvanecía de la sala en conjunto con una brisa proveniente de la ventana abierta de la habitación. Dejando a un pensativo Nyron, uno que empezaba a interiorizar en lo que sentía y lo que pensaba realmente.

Dividiendo estos dos conceptos a la par que el propio chico miraba por la ventana en conjunto que un anillo de color escarlata era apretado por el mismo sin siquiera que este lo notara.


-¿Qué debo hacer? -fue lo único que cuestionó al viento solo para después dejarse caer en su cama para descansar un tiempo, sabiendo que, en cualquier momento, alguien o algo iría por el capitán de Asia nuevamente


Días después dicha duda no tuvo significado alguno, pues ante la vista de todos en la escuela, un lastimado Nyron Zhongli fue recibido por todos con una sonrisa en su grado. Solo para que horas después este mismo se encontrara en el momento más feliz de su vida. Cynthia Bellemore había correspondido sus sentimientos y ante la mirada de todos en la escuela, sellaron su relación con un beso que era el primero que tenía el pelirrojo en su vida. Un sentimiento cálido que fue vitoreado por la escuela y por un azabache que seguía sin apartarse de su amigo. En contrariedad al resto de su equipo, que solo podían ver dicha escena con neutralidad mientras seguían mentalizándose a ser miembros de equipo dignos de vitorear al pelirrojo como el propio azabache.

Un momento que tomó a todos por sorpresa, sin saber que esto solo sería un preludio a algo más grande. Una grieta entre el equipo de Asia que pronto amenazaría con cortar todos sus vínculos, mientras que alrededor de ellos, una fina telaraña estaba siendo colocada a tal manera que ninguno escapará de la estratagema generada por su creadora. Siendo así que todos eran un blanco ahora, y la única que podía buscar la verdad era aquella albina que miraba la escena con un nudo en la garganta y con una gran necesidad por llegar al pelirrojo.



El capitán de Asia y el Asesino de la ira.

¿Dos caras de una moneda? O ¿Una persona perdida y un guía en la oscuridad?

Solo el tiempo lo dirá, pues la colisión entre continentes se está tornando inevitable.

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