BROKEN SOULS, ๐™™๐™ง๐™–๐™˜๐™ค ๐™ข๐™–...

Par belovedraco

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๐๐’ | Voldemort ha muerto... pero no sin antes dejar su gran legado en manos del que serรญa el nuevo gobern... Plus

( ๐“” ) EPIGRAPH
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OO1: obedience โž
OO2: govern โž
OO3: potential โž
OO4: veritaserum โž
OO5: reflexes โž
OO6: sword โž
OO7: revenge โž
OO8: justice โž
OO9: bad move โž
O1O: the diamond โž
O11: traitor โž
O12: devotion โž
O13: dark shadow โž
O14: jealousy โž
O15: heart โž
O16: incarcerated โž
O17: mercy โž
O18: on your knees โž
O19: pleasure โž
O2O: for love โž
O21: who are you โž
O22: inevitably โž
O23: don't feel โž
O24: choice โž
O25: one dance, two lovers โž
O26: hate โž
O28: mine โž
O29: insane โž
O3O: two demons โž
O31: the moon and the sun โž
O32: oblivion โž
O33: how you feel โž
O34: i'm yours โž
O35: i want to touch you โž
O36: don't go away โž
037: what did you see? โž
O38: try me โž
O39: protect my heart โž
O4O: always โž

O27: the art of provocation โž

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Par belovedraco

𝒇. broken souls

CHAPTER TWENTY-SEVEN
𝓔leanor 𝓑erkshka

⠀⠀
VINO, BAILE Y ROMANCE
por Rita Skeeter

No hay manera en que el nuevo Lord no cause revuelo cada vez que honra con su presencia, destilando gracia y elegancia por doquier mientras nos sumerge en palabras de gloria que hacen que nuestras almas rebosen en alegría. Y por supuesto, ¿quién diría que la atención no estaría sobre él cuando de su mano va una dama?

El baile realizado por el Ministro Húngaro fue centro de cotilleo para los líderes de la alta supremacía, quienes deseaban saber más sobre la misteriosa mujer del Lord.

No mucho se ha hablado sobre ella, aunque se ha especulado que su relación con el mago oscuro es de lo más cercana, puesto que ambos compartieron una pieza de baile difícil de olvidar. Aún así, rumores dicen que la bella mujer no es nada más ni nada menos que una General dentro de las tropas de Mortífagos; pero a pesar de ello, su identidad sigue siendo un secreto a viva voz que el Mundo Mágico entero desea saber.

¿Será que el Señor Draco Malfoy ha encontrado a su nueva reina?

⠀⠀
La mano de Eleanor tomó firmemente el arco mientras trataba de borrar las palabras de su mente. Su brazo se inclinó hacia atrás mientras sus dedos atrapaban firmemente el arco, manteniendo su visión en la pequeña ave negra que yacía sobre la rama de uno de los árboles.

Su cuerpo se tensó. El arco apuntando directamente sobre la figura mientras el silencio la acompañaba en lo más profundo del bosque. Pero ese silencio no parecía ser uno realmente cuando las letras escritas en aquel estúpido periódico seguían vagando por su mente.

La misteriosa mujer del Lord...

Sus nudillos yacían emblanquecidos mientras apretaba el arco, sintiendo su cuerpo temblar mientras la brisa movía su cabello.

Estaba enfadada. Más que enfadada.

Y aunque ciertamente él no tenía la culpa de lo que las personas decían, podía controlarlo. Mierda, podía hacer lo que le diera la maldita gana, era el gobernante del mundo, ¿qué le ocurría?

Eleanor tragó, sintiendo el nudo en su garganta apretarse.

Su mandíbula se tensó y sus hombros se relajaron, haciéndola dar un respiro antes de mover un último centímetro su arco; cerrando uno de sus ojos para mantener el equilibrio de su visión al tiempo en que sus dedos se aflojaban.

Entonces, una rama se quebró tras ella y su arco salió disparado. El ave emprendió su vuelo y las copas de los árboles se removieron junto al viento.

Perfecto, lo perdió.

Suspiró, ni siquiera teniendo que mirar realmente tras ella para saber quién estaba allí.

—Fue un buen tiro —dijo Draco, acercándose por su espalda para plantarse a su lado.

Eleanor no se movió de su lugar, aún mirando la rama donde había estado su pequeña presa— Habría sido mucho mejor si usted no se hubiera presentado.

Lo oye reír y el sonido cala sus huesos, enviándole una extraña sensación por todo el cuerpo que desea quitar de inmediato.

—Desgraciadamente, eso es cierto —respondió él—, pero creo que es momento de tener una conversación puesto que me ha evitado más tiempo del que me gustaría.

—Han pasado dos días.

—Siguen siendo muchos para mí.

No era del todo falso... porque para ella también había sido una eternidad.

No cruzarse con el Lord durante más de cuarenta y ocho horas fue una odisea para su mente dañada que deseaba enfrentarse a él cada que podía. Pero desde que había puesto sus manos sobre ella hasta sentir que tocaba el cielo, Eleanor sintió que todo en su interior se derrumbaba poco a poco.

Estaba confundida... enfadada, deseosa, extrañada, y miles de emociones más que no lograba decir con certeza pero que sabía habían azotado a su corazón y dado un vuelco su estómago.

Necesitaba tiempo para pensar y digerir las cosas que dijo e hizo sin pensar. Y aunque la captura de La Orden debía ser sin duda su preocupación de mayor importancia, los toques de Draco en su cuerpo y su boca sobre ella lo eran aún más.

Pero no eran cosas que debiese pensar estando junto a él. Claro que no.

Eleanor suspiró, deslizando su mirada desde el cielo hasta él— ¿Ha leído usted el diario de hoy?

—No suelo hacerlo —murmuró con despreocupación.

—Pues debería, ya que habla sobre nosotros —escupió ella, girando su cuerpo hacia él para plantarse frente a frente. El arco en sus manos cayendo sobre el pastizal—. El encabezado de esta mañana fue sorprendentemente irreal y la historia que han escrito, Dios... es una completa fantasía. ¿Le gusta a usted que divulguen de su persona? ¿Es por eso que deja que creen estas patéticas entradas con noticias poco reverentes?

—Señorita Berkshka —murmuró Draco, mirándola a los ojos—, lo que un grupo de ineptos escriba o no sobre mi, no es siquiera la menor de mis preocupaciones, ¿o es que siente algún tipo de dependencia sobre lo que el mundo opina de usted?

Si... él estaba tratando de buscar un punto de debilidad en ella y ciertamente, no lo encontró.

Aunque realmente no le importaba lo que el mundo y su gente pensaran de ella, la necesidad de limpiar su imagen sin ser rebasada por vanas etiquetas la hacían sentir esta despiadada ira ante todo lo que la gente comenzaba a hablar. Ella no quería ser un montón de palabras en un periódico; eso no la definía. Quería ver su nombre escrito en letras tintadas y perfectas, pero por razones que ella pudiera merecer.

No por culpa de un hombre.

Jamás por un hombre.

Junto sus manos, casi rozando la tela de la camisa de Draco al hacerlo— A decir verdad diría que mi punto de vista es igual al suyo —sonrió Eleanor, ladeando la cabeza—. Pero... no me gusta ser etiquetada o rebaja de manera en que mi nombre se vea pisoteado por uno poco merecedor de tales ovaciones.

Los ojos de Draco se mantienen sobre los de ella, pero no contesta. Sus labios están apretados mientras se dedica simplemente a mirarla. Y esos ojos... esos ojos grises habían estado viéndola demasiado profundamente antes como para evitar no centrarse también en ellos ahora.

Quemándola.

—La misteriosa mujer del Lord... —susurró ella, chasqueando la lengua— Soy una mujer, pero no le pertenezco. Tampoco soy un misterio, soy una General de Mortífagos de alto rango; ellos deben saber cuál es mi posición.

Su cuerpo tiembla cuando repentinamente la mano de Draco sube hasta su cuello, cerrando sus dedos alrededor de este al tiempo en que da un paso hacia ella. Su pulgar recorriendo la línea de su garganta.

—Puedo decirle a todos quién eres Berkshka —susurró él, haciéndola dar un paso atrás—, pero terminaría repitiendo lo mismo que dice ese periódico... tan solo ya no serías el misterio; tu nombre estaría junto al mío y todos sabrían de quién eres.

Una ráfaga azota su cuerpo cuando siente sus dedos moverse por su barbilla, ahuecando sus mejillas mientras levanta su rostro e inclina el suyo. El tronco rígido de un árbol siendo el apoyo ahora de su cuerpo que se vio retrocediendo por inercia.

—He dicho que no le pertenezco —jadeó ella, apenas si logrando respirar mientras su corazón comienza a latir con rapidez.

Draco frunció el ceño. Sus labios curvados en la más leve de más sonrisas— Después de la forma en que te probé con mi boca, diría que eres más que mía.

Y ahí estaba... el maldito aleteo en su estómago.

Los ojos de Eleanor se cerraron cuando los dedos de él se enterraron en la parte posterior de sus oídos; sus pulgares acariciando sus pómulos al tiempo en que lo sentía acercarse.

El árbol tras ella enviaba hormigueos en su columna y mientras su espalda se arqueaba por inercia, sus manos se aferraron a la tela de su camisa en su torso, instándolo a mantenerse allí para poder sentir su cuerpo sobre el suyo tanto como pudiera.

—Dices odiarme pero aquí estás —susurró Draco, posando sus labios sobre los de ella—, suplicando en silencio tenerme de nuevo en ti.

Una de sus manos baja hasta su cintura, deslizándola alrededor de esta para presionarla de golpe contra él. Sus cuerpos encajando a la perfección.

—¿Y sabes que es lo peor? —jadeó, arrastrando los dientes por la piel de su boca— Yo si suplicaría por volver a hacerlo.

La irritación y desentendimiento recorren todo su cuerpo, y sus manos se aprietan con fuerza contra la camisa de él apunto de empujarlo para decirle todas las maldiciones que querían salir a borbotones de su boca; pero fue imposible.

Sus labios reclaman los suyos en un beso feroz y contundente que le quita el aire hasta amenizar la hirviente tensión en sus músculos. Las manos de Eleanor se sueltan de él, bajando lenta y a tientas mientras su mente se inunda en aquel aroma a menta y cítrico que de alguna forma parece cercano; incluso el sabor de su lengua trae una dosis de melancolía que la llena.

Lo siente moverse, interponiendo una de sus piernas entre las suyas para instarla a abrirse, rodando sus caderas contra ella y provocando que su espalda raspe contra la madera del árbol.

El silencio del bosque está impregnado de ellos, porque sus jadeos resuenan en un liviano eco que cunde entre las ramas.

Pero entonces el sonido de los caballos moverse a lo lejos junto con los gritos del Capitán de la tropa que se acerca la hacen frenar sus movimientos.

Draco lo hace también, pero sus manos no parecen desear soltarla pronto. Una se mantiene en su cintura mientras la otra se mueve hasta su nuca, enterrando los dedos en su cabello hasta que el tirón de este arde en su piel y su rostro vuelve a levantarse hacia él.

—Jamás vuelvas a decir que no eres mía —gruñó Draco, mientras los hombres se acercaban cada vez más—, o besaré, lameré y marcaré cada centímetro de tu cuerpo hasta que no haya lugar en el que no esté mi nombre.

La dureza de su sentencia hace que su mente desvanezca y cuando lo ve alejarse, el frío se apodera de su cuerpo, casi como si le hubieran quitado una parte al suyo sin siquiera saber lo mucho que la necesitaba.

Pero trata de mantenerse firme porque segundos después, un hombre aparece junto a ellos, inclinando su cabeza hacia Draco al tiempo que pronunciaba sus palabras.

—Lord, tenemos un problema —habla el Mortífago, pareciendo nervioso—. Se nos ha informado que tropas de sangres sucias se acercan por el bosque hacia el castillo.

Los ojos de él la siguen cuando endereza su cuerpo, deslizando las manos por su pantalón mientras acomoda su blusa. El dorso de su mano se desliza por sus labios, sintiendo aún el hormigueo vivo de su feroz beso.

—Berkshka... —lo oye decir, haciéndola levantar su mirada— es mejor que vuelva a Guildford.

Por supuesto que no.

Volver al castillo significaba encerrarse en su oficina en silencio, frente a un mapa vacío y tosco, lleno de improbabilidades que la hacían estar cada vez más lejos de su captura y que daban paso a un buque de pensamientos en los que él sería el protagonista.

Definitivamente era una mala idea.

Oh, ¿eso cree? —respondió ella, volviéndose para mirar al Mortífago que lo esperaba— Prepare un caballo para mí, voy con ustedes.

—Disculpa —instó Draco, dando un paso adelante mientras extendía una mano hacia ella—, no irás a ningún lugar.

Eleanor ladeó la cabeza, frunciendo el ceño— De hecho lo haré, General. Sigo siendo parte de las tropas y realmente necesito sacar esta tensión y... sed de matar que me aflige.

El Mortífago frente a ellos se mantuvo inmóvil, tensando su cuerpo mientras fingía no escuchar nada de la conversación que ambos mantenían mientras esperaba una nueva orden de Draco.

Pero él se giró hacia ella, mirándola de arriba a abajo antes de posarse en sus ojos— Dígame Berkshka, ¿no ha entendido mis palabras?

—Lo hice —sonrió Eleanor, moviendo la lengua por el interior de su mejilla—, pero decido hacer caso omiso y seguir mis ideas. Realmente no me gusta acatar órdenes y usted lo tiene más que claro General, así que ¿por qué no nos ahorramos este tonto jugueteo y acudimos a los hombres para contemplar la misión de hoy?

No espero a que respondiera. Sabía exactamente lo que diría.

Entonces, comenzó a caminar, guiándose entre las hojas secas para dirigirse a donde la tropa yacía esperando a su Señor.

No le prepararían un caballo, era absurdo. Los Mortífagos jamás se interponían ante la palabra de Draco, incluso si ella era una General con el poder de mandarlos.

Tendría que ir por el camino fácil.

—Tú —gritó, plantándose frente a todos los hombres que ahora la miraban pero centrándose específicamente en uno—, bájate de tu caballo. Ahora.

La mirada del hombre se elevó, poniendo atención sobre un punto fijo tras ella al tiempo en que sus manos se apretaban contra la rienda de su corcel. Estaba segura que se debatía entre la vida y la muerte... su seguir las órdenes de su Lord o darle el placer a las palabras de una General.

Fue sorpresivo verlo tomar las suyas, dejando sus pies caer sobre la hierba al tiempo que tiraba de su caballo, acercándolo a ella.

—General Berkshka —saludó, dejándola tomar la rienda—, ¿me permite ayudarla?

Habría dicho que no, pero su incipiente necesidad de sacar reacciones al hombre que se atrevía a enfrentarla cada día le hizo sentir que debía comenzar a cambiar sus jugadas.

No era en absoluto una profesional en el arte de la provocación pero siempre podía intentar desquiciarlo un poco.

—Me gustaría mucho —respondió entonces, dando un paso para plantarse aún lado del caballo mientras señalaba hacia su cintura—, ¿podría sostenerme desde aquí? Solo necesito el impulso.

El Mortífago parpadeó, pareciendo perplejo ante su pedido pero aún así tomando el caso.

—Por supuesto —instó, acercándose a ella hasta que sus manos estuvieron justo a la altura de su cintura.

Sin tocarla.

No aún.

—¡Crucio!

El cuerpo de Eleanor impactó con el caballo tras ella, haciéndola poner la mano sobre su pecho mientras el hombre— que hace unos segundos yacía a centímetros de ella —se hallaba ahora retorciéndose sobre el pastizal.

Podía ver la forma en que sus manos se aferraban a su cuello, luchando por respirar mientras su piel comenzaba a adquirir un tono pálido a grisáceo.

Nadie parecía legiblemente sorprendido. Era normal verlo hacer ese tipo de cosas...

Pero se trataba de ella.

Esta vez realmente se trataba de ella.

Sus piernas flaquearon y su centro se tensó cuando Draco comenzó a caminar hacia ella, su capa flameando ante su andar mientras los ojos de todos los Mortífagos se posaban en él.

Pasó por sobre el cuerpo— ahora inerte —del hombre al que torturó antes de tomarla desde la cintura para darla vuelta sobre su eje y posar sus labios sobre su oído. Su aliento rozando su lóbulo mientras su espalda se presiona contra el torso de él, sintiendo cada músculo duro de su cuerpo apretarla.

—Nadie toca lo que me pertenece Berkshka —le susurró, enterrando sus dedos en su cintura—. Nadie vive antes de lograr hacerlo.

Ella suspira, posando sus manos por sobre las suyas— No puedes matar a tus hombres solo por tratar de ayudar a una mujer...

—Puedo hacerlo si se trata de mi mujer —le gruñó, haciendo vibrar sus palabras sobre su piel—. Puedo drenas hasta la última gota de sangre pura de estos hombres solo por acercarse a ti.

Un quejido suave escapa de sus labios cuando repentinamente, Draco la levanta, haciéndola sentar en la montura del caballo mientras ella se aferraba a las riendas de este.

Su corazón late con rapidez bajo su pecho y siente sus mejillas calientes cuando él desliza las manos por el costado de sus piernas, enganchando sus dedos en la montura antes de tirar de ella, procurando que esta se encuentre en su lugar.

Eleanor siente su sangre hervir, y el ferviente deseo de consumirlo tanto como él parece desear hacerlo con ella, la carcome.

Debería alejarse, si... pero todo su cuerpo desea no tenerlo más que cerca.

No sabe si eso la convierte en una mujer débil por rendirse ante sus deseos, o valiente por aferrarse a lo que siente.

No le importa. En ese momento no puede pensarlo demasiado.

—Procure protegerse —lo oye decir, haciéndolo volver su mirada a él—. No desearía que alguien le hiciera daño.

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( 🗡 )

lo prometido viene al siguiente capítulo, y perdonen si demoro, realmente no me encuentro en mi mejor momento así que ténganme paciencia.

trataré de actualizar pronto y espero que hayan disfrutado este capítulo <3

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