El lunes cuando estaba en la facultad recibí un mensaje de Jin:
Jinnie❤️
Amor me voy a quedar
unos días en Londres con
mi padre...
Te extraño muchísimo.
Lamento que hayamos discutido.
Te amo ❤️❤️❤️
Yo también te amo,
te extraño y
te necesito a mi lado.
Vuelve pronto por favor 😢
El día se me hizo eterno. Terminé acostándome temprano, meditaría un poco con mi cabeza en la almohada, pero mi almohada tenía el perfume de Hoseok, así que me dormí pensando en él.
Dicen que cuando pensamos mucho en algo lo atraemos a nuestra vida, y evidentemente yo estaba pensando mucho en Hobi, porque el martes cuando estaba en la cola de la cafetería de la universidad lo vi.
El corazón me dio un vuelco, nunca esperé encontrarlo allí.
—¡Hola! —dijo mostrando una de sus brillantes sonrisas.
—¿Qué haces aquí? No me dijiste que venías a esta universidad.
—Supuse que sabías que acá en la facultad de humanidades tienen la licenciatura en letras.
—¿No hay otro café ahí? —pregunté con un tono poco amigable.
—Sí, pero me dijeron que es más rico el café de esta cafetería. Parece que te molesta verme.
—No, perdón, fui grosera, me sorprendiste —dije sincera, sabiendo que él no estaba haciendo nada malo, ni yo debería molestarme porque él esté allí.
—¿Y Seokjin?
—No vuelve de su viaje todavía.
—Oh... por un momento tuve la esperanza que me digas que se habían separado.
Y así como pensar en alguien lo trae a tu vida, nombrar al diablo hace que este aparezca.
En este caso fue el primo del diablo el que apareció, Taehyung, que cuando me vio charlando con Hoseok, puso cara de disgusto, y Hana que venía a su lado, me miraba sin entender nada.
Cuando entramos a clase le conté a Hana todo lo sucedido desde el sábado.
—Seguramente Tae ya le habrá contado a Jin que te vio con Hoseok.
—No tengo problema con eso, él está estudiando aquí ahora, así que tendrá que acostumbrarse.
—Y le vas a contar que fuiste a ver su presentación.
—No, y por favor no se lo digas a Tae, sería echar leña al fuego innecesariamente. Estos dos últimos meses hemos discutido mucho.
—Pero Shunny, si después se entera, será peor.
—Bueno, roguemos que no se entere entonces.
El jueves, cuando llegué a clase, Jin me estaba esperando en la puerta del salón. Corrí a abrazarlo, colgándome de su cuello y dándole tantos besos como podía. Él sonreía feliz y me abrazaba también.
—¡Nunca más vuelvas a dejarme tanto tiempo! —le decía sin despegarme de su boca.
—Saltémonos las clases y vamos a tu departamento —dijo sin dejar de besarme, con lujuria en la voz
—No podemos, necesito promocionar esta materia y tú tienes que recuperar. Ya tendremos tiempo de sobra —dije alejándome para enfriar un poco la situación.
—¿Cómo hago para aguantar hasta la tarde? —dijo suplicante.
—Como hacías cuando estabas en Londres.
—Tendría que ir al baño para eso... —rio con picardía— igual prefiero que sea contigo, solo no es tan satisfactorio.
Se rio de ese modo contagioso que él lo hacía y tapó su boca, yo reí cuando entendí a lo que se refería.
Esa noche y las dos siguientes se quedó conmigo. Recién el domingo regresó a su casa.
Yo lo puse al tanto de lo que se perdió de las clases y las novedades de que Hoseok estaba yendo a la misma universidad, lo que, como suponía, ya le había contado Taehyung.
No nos volvimos a cruzar con Hobi, como élestaba en otra área, por suerte no coincidíamos.
La semana siguiente solo un día se quedó conmigo. A su padre empezaba a molestarle que Jin desapareciera de su casa por varios días.
Retomamos el proyecto de buscar departamento.
Finalmente, vimos uno que nos gustó, y quedamos con los de la inmobiliaria que llevaríamos los papeles necesarios el lunes.
Todo estaba saliendo perfecto.
El viernes fui a quedarme en su casa, estaríamos solos hasta el domingo, que como siempre volvía su padre.
Era sábado por la tarde, estábamos recostados juntos en el sillón viendo una peli cubiertos con una manta, cuando escuchamos que su padre había regresado, un día antes de lo habitual.
Yo quería que la tierra me tragara.
Sabía que en algún momento conocería al padre de Jin, pero esperaba que sea de una forma menos accidental.
Nos enderezamos en el sillón y tratamos de fingir normalidad, aunque yo me moría de nervios.
Su padre cuando nos vio se sorprendió. Nos pusimos de pie, y yo hice una reverencia.
Era un hombre alto y bien parecido, aunque no tanto como su hijo.
—¿Seokjin? —dijo su padre y lo miró como pidiendo explicaciones.
—Papá, déjame que te presente a mi novia—dijo Jin nervioso, tratando de aparentar naturalidad.
—¿Novia? —dijo con desconcierto, inclinando apenas la cabeza hacia mí como un saludo. Yo me incliné hasta el centro, como correspondía—. Con permiso —dijo de inmediato, se inclinó de nuevo, y haciendo una seña a su hijo para que lo siguiera, se marchó en dirección de la cocina.
Aparentemente, algo le había molestado. Yo empecé a sentirme sumamente incómoda.
Miré a Jin con terror, pero él me devolvió una mirada calma, y curvó sus labios en una sonrisa que logró que me relaje un poco. Me hizo señas que vuelva al sillón y quitó la pausa de la película, obviamente para que yo no escuche lo que sea que su padre le diga.
Pero yo quería saber qué era lo que le decía su padre, así que sin hacer ruido me acerqué lo más que pude a la cocina para poder escuchar sin ser vista, con el control remoto en la mano para volver a sentarme rápido y disimular.
—Seokjin, sabes bien que yo no tengo problemas que salgas, conozcas chicas y te diviertas si quieres. Pero traerla aquí y presentármela como tu novia... —Lo miró con enojo—. ¿A qué estás jugando? ¿Tienes idea quién es? ¿Quiénes son sus padres?
—Sí, los conozco, son gente buena y trabajadora. Ella es compañera de la facultad.
—¿Conociste a sus padres? ¿Hasta dónde piensas llegar con esto? ¿Acaso no sabes que siempre te estarán buscando por tu dinero, no lo ves?
—Papá, ella es diferente.
—¿Ah si? ¿Y si es tan diferente que planes tienes con ella? Te irás a Londres a estudiar en una prestigiosa universidad por dos años, ¿qué vas a hacer con tu noviecita mientras tanto?
Mi sangre hervía mientras escuchaba el modo despectivo de referirse a mí del padre de Jin, pero cuando escuché lo último sentí que moría.
Todo mi cuerpo se aflojó, al punto que se me cayó el control remoto, haciendo que los dos hombres vengan rápido hasta donde yo estaba.
Jin me miró con sorpresa y culpa, su padre me miraba con decepción.
En ese momento quería huir de ahí, quería salir corriendo, pero esa casa era una fortaleza y no podía marcharme si no me abrían.
—Te lo iba a decir —dijo Jin viniendo hacia mí—, pero no encontré el momento...
—¿No encontraste el momento? —le respondí sarcástica—. Ábreme que me marcho —tomé mis cosas y me dirigí a la puerta.
—Espera, por favor hablemos.
—No quiero hablar, me quiero ir —no quería llorar delante de su padre, y mis lágrimas estaban a punto de estallar.
—Esper...
—¡QUE ME ABRAS CARAJO! —grité desesperada. Ya poco me importaba lo que opine su padre de mí.
Seguir en esa casa, era como estar bajo el agua y sentir que ya no podía aguantar la respiración por más tiempo, necesitaba salir o moriría.
Abrió la puerta, y salí como disparada. Yo casi corría, mis ojos estaban empañados y no quería que me vea llorar. Él venía caminando detrás de mí.
—Déjame que te explique por favor.
—No necesito tus putas mentiras, vete al cuerno Seokjin —dije sin siquiera mirarlo.
¡Rayos! ¿Por qué era tan largo el camino hasta el portón? Como siempre entrabamos en el auto, nunca lo había notado.
—Yo no soy el único que miente en esta relación —me lanzó.
Seguí caminando a todo lo que daban mis pies, pero me tomó del brazo y me hizo girar.
—¿Acaso no estuviste con Hoseok cuando yo estuve en Londres? —El corazón se me vino a la garganta, y no pude disimular la sorpresa. ¿Cómo diablos se había enterado? Mi silencio lo envalentonó— Te quejas de mí, pero eres peor.
—Si no te lo dije fue para no pelear y que no sigas alimentando fantasmas. Pero lo tuyo es de otro nivel, estábamos por mudarnos juntos. ¿Por qué insistías en hacerlo, si estabas pensando en irte y dejarme?
Ya no podía contener más las lágrimas. Sentía que mis piernas flaqueaban, Jin pareció notarlo y me abrazó muy fuerte, y yo me dejé caer en sus brazos, aunque mi enojo me decía que salga corriendo de ahí.
—Vamos, deja que te lleve —dijo suave, llevándome abrazada hacia su coche.
Todo el camino lloré en silencio.
Jin tampoco hablaba, supongo al verme llorar no se atrevía a decir nada.
Cuando llegamos entré con lentitud, parecía que me hubieran dado una paliza, me sentía agotada, él entró dubitativo, detrás de mí.
—¿Quieres que hablemos?
—No... ahora no —dije sintiéndome derrotada—, necesito pensar.
Me dirigí a mi cama y me acosté de lado abrazando mis piernas.
—¿Quieres que me vaya? —preguntó apoyado en el marco de la puerta.
—Haz lo que te plazca —dije con indiferencia, estaba muy molesta.
Por un lado, quería que se vaya y no verlo nunca más, por otra parte, quería que se quede a mi lado por siempre.
Vino lento, se acostó detrás de mí y me rodeo con sus brazos, en un abrazo reconfortante. Yo seguía llorando bajo.
Estuvimos un rato así, hasta que las lágrimas se detuvieron, pero no toda la tristeza que sentía.
Hasta hace una hora yo era dichosa, me iría a vivir junto con el hombre que amaba y me hacía feliz, todo era perfecto.
Ahora había descubierto que me había mentido y que pronto se iría a vivir a otro país.
Yo no podía ir con él, tampoco podía pedirle que se quede y arruinar su oportunidad de ir a un postgrado en una buena universidad.
¿Mantener una relación a distancia? ¿Por dos o tres años? ¿Vernos cada cuánto, tres, cuatro meses? Era una locura.
Mi cabeza iba a estallar.
No quería seguir pensando, me giré hacia él, se veía triste y podía notar que se sentía culpable.
—No sabía co... —puse mi índice en su boca para callarlo, no quería escuchar sus excusas.
—Pero yo quiero que... —tomé su rostro en mis manos y besé suave sus labios para callarlo nuevamente.
Lo observé cuando terminé el beso y él había cerrado los ojos, sus labios entreabiertos esperaban que siga besándolos, y lo hice.
Me abrazó fuerte y me apretó contra su cuerpo. El beso se alargó y se volvió más intenso, sentir su lengua en mi boca encendía en mi estómago un sinfín de sensaciones; sentía necesidad de su cuerpo y quería sentir su calor aunque sea una última vez.
Comencé a quitarle la ropa con prisa, él al principio se sorprendió y me miró incrédulo, pero inmediatamente empezó a hacer lo mismo. Cuando nos liberamos de toda la ropa lo abracé con todo mi cuerpo enredando mis piernas en sus caderas, sentía que si se apartaba un segundo moriría. Pensé por un instante que podría dejarlo todo por él y seguirlo o esperarlo si así me lo pedía, con tal de no renunciar a su piel jamás.
¿Qué haría cuando él me falte? De solo pensarlo me costaba respirar.
Cada beso, cada caricia sabía a despedida y mi placer se mezcló con mis lágrimas.