El maestro del rey del mundo...

By FGonzalez29

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Un chico desafortunado llamado Nyron Zhongli de 15 años, recibe la visita de un viejo amigo "familiar". Pero... More

Prologo
Accidente #1: El maestro inesperado
Accidente #2: La semilla de la discordia
Accidente #3: La calma antes de la clase
Accidente #4: Primera lección, valor
Accidente #5: Saco de boxeo
Accidente #6: La respuesta y el recluta
Accidente #7: La dama de las agujas
Accidente #8: Tarde de caza
Accidente #9: Pasión vs Orgullo
Accidente #10: El erudito y el té
Accidente #11: El mercenario y el ladrón
Accidente #12: La última pieza
Accidente #13: El mago
Accidente #14: Supervivencia
Accidente #15: Reprobados
Accidente #16: Rutina
Accidente #17: El arma de uno
Accidente #18: Corpora
Accidente #19: Animarum
Accidente #20: Las cinco caras rojas
Accidente #21: Cordero negro, Cordero blanco
Accidente #22: Un secreto de octubre
Accidente #23: Razones inesperadas
Accidente #24: El contrato del pecado
Accidente #25: As del cegador
Accidente #26: La cueva de los héroes
Accidente #27: Los tres mosqueteros
Accidente #28: Aprendizaje bajo fuego
Accidente #29: El recuerdo de un invierno distante
Accidente #30: El nacimiento del pecado del orgullo
Accidente #31: Byakko, el lobo y el pangolín
Accidente #33: La paz que uno merece
Epílogo

Accidente #32: Aquella que trae el invierno

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By FGonzalez29


El ambiente en aquel oscuro y húmedo paraje fue envuelto en sonidos rechinantes del metal chocando con metal, roca siendo destrozada en suelo y techo, pasos apresurados corriendo sin parar por cada parte de la cámara; una en la que la sangre y el agua hacían una horrorosa escena en el suelo por su mezcla caótica.

En una singular esquina, se encontraban dos espectadores abatidos, un chico pelirrojo cuya conciencia estaba por desvanecerse al portar un cuerpo que estaba devastado por el cansancio y las heridas que le hacían teñir el suelo; mientras que a su lado y reposando en la pared estaba Wraht mientras usaba una de sus manos para frenar la hemorragia sobre aquel fragmento de piedra incrustado en su abdomen, mientras que con una borrosa visión intentaba seguir el ritmo de lo que sucedía enfrente de ellos, siempre sujetando con fuerza una de sus armas al sentir esa incapacidad de pelear en su pecho como una llama que le quemaba salvajemente desde sus adentros.

Los actores principales de dicha escena eran Ryoko y ese mismo payaso con hoz monstruosa. Aquel ser de horripilante sonrisa exhibía tajos sumamente certeros que solo lograban tajar el aire en finos silbidos debido al gran despliegue de agilidad y aguante. Incluso con su espalda aun sangrando y sus extremidades lastimadas tras su enfrentamiento de anoche, la asesina de cabellos blancos esquivaba de forma fina cada ataque con saltos y giros que hacían cambiar la postura de dicho payaso como si se moviera con el viento mismo; pero no siempre lograba hacer finos esquives, su problema radicaba que su resistencia estaba en picada, dejando huecos que eventualmente logró minimizar gracias a su reacción a las múltiples premoniciones que tenía la joven.

La albina al verse sin sus agujas insignia se encargaba meramente de esquivar por los pelos cada uno de los fines tajos; sin embargo, sus esquives solo lograban volverse tontos poco a poco mientras recorrían la cueva de lado a lado, denotando que ese mismo payaso con sus impresionantes destrezas con la hoz, tenía un ligero problema, y ese era el peso de su misma arma, lo que entorpecía sus ataques cuando perdía su centro de gravead. Algo que, tras una serie de ataques, Ryoko pudo aprovechar a su beneficio tras llevar al payaso a un lugar donde el agua era más abundante, así como el musgo, y fue así como Ryoko logró desarmar a aquel payaso con un singular movimiento.

La asesina le hizo un leve gesto de burla al payaso y con eso un gruñido de molestia se generó tras acelerar su paso y dejar ver como su agarre sobre la hoz se hacía más fuerte. Ryoko al notar este descontrol en las emociones del adversario, fingió un ligero falló en su rodilla derecha, con lo que el payaso se precipitó sin vacilar, aunque no percibía que era parte de su contraria. La albina al ver como la hoz estaba a nada de dar con su abdomen y partirlo con la confirmación de su premonición, esta dejo fluir su cuerpo con aquella destreza que le caracterizaba, encogió sus piernas y torso hasta hacer un ligero desliz de todo su cuerpo por debajo de aquella hoz de hoja doble. El miedo estaba presente en su cuerpo; pero la experiencia y el coraje que había tolerado en su pecho, algo que no le hizo vacilar en arremeter con toda su fuerza contra aquel payaso.

El payaso al perder el equilibrio se vio como perdía el control de su hoz con aquel golpe, al parecer aún no se percataba de toda la destreza de la que era capaz Ryoko Yukimura. Dejando así su espalda expuesta en cuanto a la albina se refería, la misma que se paró con velocidad y desplazó su pierna en una patada circular a su espalda, algo que impactaría de lleno con la zona temporal del cráneo del payaso. Pero Ryoko olvidó un detalle crucial en su plan... Se enfrentaba a un ilusionista.

En cuanto la patada de Ryoko impactó contra aquella figura de ropas negras, esta le atravesó mientras todo el cuerpo del payaso se tornaba en un gran cumulo de partículas de arena purpura y negro. Todo el enfrentamiento había sido un combate contra una sombra, algo que hizo alterar liegamente a Ryoko mientras llevaba su mirada a cada punto cercano para obtener una pista del paradero de aquel payaso. Pero lo único que obtuvo fue el sentir de seis agujas apuñalando distintas zonas de su cuerpo. Algo que le hizo reaccionar y desplazar su cuerpo con un gran salto hacia atrás, dejando ver por un breve instante un pequeño levantamiento de polvo en la zona donde había estado, y tras ello tuvo que repetir sus saltos de forma constante, pues las agujas seguían clavándose en su piel. Pero entre tantos esquives, un espasmo proveniente de sus heridas abiertas la hicieron frenar en una milésima crucial de tiempo, en la cual pudo sentir en su hombro derecho clavarse una daga que atravesaba su carne.

Las ilusiones no eran algo nuevo en la vida de Ryoko, pues entre sus contratos para acabar con la vida de algún "cerdo", siempre se contrataban elementos para burlar a la muerte misma, en su mayoría siendo ilusionistas con los cuales despistar a la asesina. Esto solo le hizo recordar a Ryoko que un estímulo doloroso sería todo para conseguir librarse de aquella ilusión que alteraba su sistema nervioso por completo. La chica ahora podía ver una daga con forma de flecha sin vara de madera clavada en el lateral de su hombro, justo en el músculo deltoides. Algo que le hizo arrugar su ceño por el dolor mientras se retiraba aquella daga y en su ambiente empezaba a ser audible una risa cuyo dueño ya se podía imaginar.



ReaCCIoNeS IMprEsioNantES... PerO tIeNes Una TerrIBLe ConTRa...— ante su tono burlón el payaso solo alzó su hoz y apuntó a su contrincante —Te EnfrENtAS a MI



Con sus últimas palabras, el payaso se desvaneció y fue así como el ambiente pareció tornarse opaco no solo para la vista de la asesina; sino de la misma forma para sus espectadores, una penumbra perpetua que solo hacía denotar la penumbra del ambiente en uno más tenebroso que incluso la temperatura del ambiente parecía ser llevada a un extremo helado.

Y justo enfrente de esa penumbra, el propio Wrath apretó los dientes con irritación al ver el ambiente, reconociendo de primera mano cómo el combate estaba tornándose cada vez más imposible de ganar para su alumna. Llevándose a la cabeza el ambiente que reconocía estar alterado por aquel payaso, engrandeciendo el detalle que la propia ilusión del payaso ahora podía influir en su cuerpo casi como si se tratará de algo real, un factor que le hizo pasar saliva mientras veía como su alumna estaba en medio de aquella intensa bruma negra.

Mientras que aquella bruma se tornaba en una niebla, la albina que estaba en medio solo podía ver como su vista se alteraba una vez más, así como su piel empezaba a emitirle señales de estar siendo mojada por una suave brisa, algo que, al percatarse, notó como su piel también era plagada por gotas muy diminutas de agua. Detalles minúsculos que con una ligera sutileza le hicieron tener un escalofrío más intenso que todos los que ha tenido en su vida. Las ilusiones finalmente habían estado haciéndole efecto.

Fue así como, al estar inmersa en su análisis al entorno, olvido el detalle más crucial en su combate, mirar a su oponente. Siendo así que la chica en cuestión pudo discernir por el rabillo del ojo derecho, como una figura se formaba en el aire a partir de mera arenilla de color negro. Algo que pudo reconocer al momento como una cuchilla de gran tamaño que se mantuvo suspendida en el aire; sin embargo, eso no hizo alterar a la asesina ni un poco, y mucho menos cuando dicha cuchilla multiplico su número en una docena que empezó a rodear a la chica. El momento de inflexión ahí fue cuando de entre todas sus sensaciones, aquellas que marcaron su piel fueron provenientes de su premonición, un alocado flujo de cortes y punzadas que lograron retorcer el ceño de la chica mientras apretaba con fuerza sus dientes. Reconociendo una o dos cosas de lo que sucedía en dicho momento, aquellas cuchillas no eran simples ilusiones.

En un repentino cambio de tornas, las cuchillas negras se precipitaron sobre la chica, haciendo que ella en orden con sus premoniciones, realizó un espléndido y elegante despliegue de esquives a gran velocidad como si fuese la única bailarina de un recital. Su gracia al esquivar no era común, y mucho menos con el gran número de heridas en su cuerpo. Giros, piruetas, desplantes, todo siempre con una gran destreza al extender y flexionar las partes necesarias para resultar ilesa, siempre recuperando el ritmo. Aunque su gracia era la más impecable y precisa incluso a ojos de su maestro, no era del todo libre de consecuencias, las cortadas y daños que ya había sufrido antes dejaban denotar como su sangre caía cada vez peor, sin mencionar que sus esquives no eran completamente buenos entre más y más cuchillas eran generadas a partir de aquella arena negra en la que se convertían al tocar el suelo. Pero eso en vez de reducir las posibilidades de derrota de la chica, esto solo hacía lo opuesto, pues ante la vista entrenada de Wrath, él fue el único en discernir lo que estaba ocurriendo. El ritmo, la velocidad, la agilidad y la coordinación de Ryoko estaban en una constante evolución, dando la impresión de que, con cada herida y gota de sangre derramada, Ryoko estaba alcanzando nuevos horizontes.

Pero ese incremento en todo el ser de Ryoko, sería cortado de tajo por una hoz, pues su premonición le hizo sentir como la piel de su espalda era desgarrada brutalmente, lo mismo que le hizo alterar sus finos esquives y desplazarse con un muy alterado brinco al frente de ella, lo que a su vez le hizo perder su noción del ambiente. Un factor que alteró el combate al desplazar su cuerpo justo en trayectoria de tres cuchillas recién creadas. Algo que su premonición a duras penas pudo advertirle, pues ya era demasiado tarde.

Su brazo fue rozado por una de ellas, mientras que su reacción le permitió esquivar una que iba a su rostro, pero lo peor fue recibir una de lleno en su abdomen. Las cuchillas al tocar su piel solo hicieron que la propia cuchilla desprendiera polvo negro mientras que la del abdomen se tornaba por completo en este mismo material. Pero justo en el momento en que dicha arena apareció, la chica sintió las repercusiones de su error. Su piel fue cortada súbitamente en las zonas donde a penas y le logro rasgar, dejando un gran salpicón de sangre que incluso mancho los vestigios de su uniforme, mientras que su abdomen solo pudo emitir un inmenso dolor que hizo que la propia chica se encogiera en una rodilla al mismo tiempo que el dolor interno en sus intestinos le brindo una gran necesidad de vomitar que contuvo a duras penas con su mano, sintiendo aún como si un fragmento de un objeto extraño se alojara en su cuerpo. Una sensación nueva, debido a que, en todos sus años, jamás había sido atravesada más allá que de los bisturís de su maestro, reconociendo la sensación con aquel calvario que vivió tiempo atrás. Maravillándose entre sus quejidos de como aquella insípida arma creada a partir de ilusiones logró atravesar su piel y causarle un gran daño al esperado.



—Pe~pero— Ryoko trató de completar su oración, pero el dolor solo le hizo emitir un quejido alto que le hizo gruñir solo para mirar con severidad a aquel payaso que de entre poco en poco se materializaba en arena negra desde la bruma creada por el mismo —¡Solo son ilusiones!



Sus palabras en aquel alarido de dolor fueron bien recibidas por aquel payaso, el mismo que consiguió que aquella figura espectral se materializara por completo, elevando su bota militar y postrándola con brusquedad en el hombro de la asesina mientras que, con sus manos en la espalda, encajaba el filo de la hoz en el suelo.



SeNCillO— con su voz distorsionada no pudo evitar ocultar su soberbia en aquel juguetón tono que le caracterizaba, y justo de forma más siniestra e inmediata, una silueta de arena negra se formó atrás de la chica hasta que en un abrir y cerrar de ojos, dicha silueta se tornó en otro payaso que con el filo de su hoz rodeó el cuello de la albina sometida —yO DEciDo tU ReALIdAD... CA~rI~ñO



Con su tonó distorsionado, emitió una carcajada que incluso erizó por un instante la piel del mismo asesino consiente cuyo cuerpo se esforzaba en no moverse para intervenir en la pelea, siendo detenido no por miedo, sino por el simple hecho que sus músculos y algunos huesos ya estaban desechos. Reconociendo de primera mano que habían subestimado la habilidad ilusoria del payaso, siendo esta la más fuerte jamás antes vista incluso por el mismísimo Wrath.

Fue así como la propia Ryoko se dio cuenta de lo que había sucedido, a la par que podía sentir de antemano el filo de la hoz rozando su cuello. La razón de sus heridas provenía de una sencilla razón, una razón que le dio la respuesta en como la hoz que rodeaba su cuello se deshacía en aquella arena negra de poco en poco sin perder su forma. El daño que tenía en su cuerpo por medio de aquellas cuchillas era sencillo, las ilusiones seguían siendo ilusiones, el problema era que su cuerpo y cerebro no lo sabían.

El punto de inflexión ya había llegado, la hoz, el payaso, todo estaba a punto de romper todo el paradigma, y rasgaría la vida misma de Ryoko. Fue así como de entre el pecho de Ryoko, renació esa pequeña chispa que ella sentía aquella noche infernal de su pasado, sus extremidades se entumieron mientras el frio se apoderaba de estas. Pero en vez de poder liberar el frio que empezaba a destruir su interior, su pecho emitió un dolor agudo que le punzó justo en el corazón y cortó su respiración. Y tras ello, aquella toz seca intensa hizo que sus agonizantes quejidos aparecieran nuevamente mientras de su boca expulsaba sangre de forma alarmante.



—¡AcABemOs Con EsTo! — exclamó el payaso solo para que él como su clon elevaran su hoz al cielo, declarando así su ataque final, el que culminaría con la vida de la asesina como blanco


—Ma~maldita sea— susurró Wrath con mucho dolor haciéndole apretar los dientes, con una gran impotencia por actuar para salvar a su alumna —¡VOY A MATAR...



Su grito, fue cortado por sí mismo en cuanto el ambiente nuevamente cambió. Un ligero destello proveniente de una de las cuevas anexas le hizo sonreír de forma ladina mientras de forma curiosa, la ilusión de aquel payaso empezaba a ser perturbada como si de una interrupción de televisión se tratara.



—Te tardaste— susurró de pronto mientras en su mano apretaba su ultimo bisturí —Mocoso



Fue así como un proyectil de colores blanco y cian cruzó el ambiente en un abrir y cerrar de ojos, y como una campana, el sonido retumbante del metal contra el metal resonó como nunca lo había hecho en dicha cueva. El propio payaso se vio genuinamente aterrado al defenderse a duras penas con su hoz al intentar partir una esfera de metales blancos y líneas cian que se encajó en su propia arma. Mientras que el ambiente cambió súbitamente, pues este se aclaró de golpe tras aquel sonido y una onda de aire que lo hizo cambiar todo como un pulso.

Las ilusiones se desaparecieron. El payaso extra, ya no estaba; el ambiente funesto, se desvaneció; el gran número de cuchillas en el aire, se esfumaron con aquel vendaval. Y fue así como la propia asesina se incorporó a la escena, y notó de antemano el ambiente cambiado y como aquel payaso ahora demostraba una vibra que incluso dudaba por un segundo de su victoria. El payaso ahora era una presa.

Cuando el payaso se percató que Ryoko ahora estaba de pie, este mismo quiso girar para lograr terminar su pelea; pero su cuerpo titubeo en un gran momento importante, pues con sus brazos finalmente temblorosos, terminó en una simple elevación de su hoz. Todo porque sin ningún aviso, su hoz fue detenida por un lazo blanco con picos de color cian. El payaso no solo fue detenido, sino que el propio fue atraído por el dueño de aquel lazo, un acto que fue cortado por este mismo al soltar su arma y notar como esta última se desaparecía en el fondo de aquel túnel.

Tras ello, el sonido se extinguió, el goteo de la sangre de Ryoko, los animales fuera de la caverna, todo el vacío se hizo notar hasta que de pronto, unos resonantes y lentos pasos empezaron a resonar con fuerza en la caverna entera. Pasos que entre más sonaban, su fuerza y cercanía aumentaban en proporción. Haciendo que esto hiciera que el ambiente fuese más pesado con cada segundo que pasaba.

El tiempo de espera pasó y con ello, una figura emergió de aquel túnel. Una figura cuyo dueño era ya inconfundible por los asesinos que admiraban la escena. Sus cabellos negros se ondeaban con el poco viento gracias a su cabello quebrado y curvo que en su caótico ondeo revelaba de entre cortas aberturas sus ojos obsidiana que alojaban un inmenso aburrimiento. Ese chico era Damian Bellemore, el mercenario más peligroso de East Royal Forest. El mismo chico cuya vestimenta era de una camisa de manga corta de color negro, mientras debajo de esta misma había una playera térmica ajustada de cuello de tortuga del mismo color, leggins de color mezclilla fuerte, y sus características botas con placas metálicas en ciertas zonas. Un chico que en su mano derecha llevaba un látigo de color blanco y púas cian, mientras que en la otra mano y colgando sobre su hombro izquierdo estaba la hoz de color negro aún con aquella esfera encajada.

Su caminar lento, hizo ondas en el agua que, en vez de transmitir tranquilidad, eran más transmitidas como si la propia agua se tranquilizara a la fuerza para no perturbar al mismo mercenario.



—Vaya... ¿Tanto ruido solo para entregarme a estas diminutas presas? — mencionó el joven recién llegado solo para después mirar al malherido Wrath y dirigirle un muy obvio bufido de gracia a la par que su mueca de poker finalmente resultó alterada con una ladina sonrisa que altero la posición de su lunar —Parece que no eras tan bueno como decías... Wrath— su tono esbozó tal burla que incluso se podía notar una genuina emoción proveniente del chico, emoción que se apagó al bajar la mirada y notar al desvanecido pelirrojo —Así que también estas acá, inútil... Que irritante



En tanto dejó de prestarle atención al pelirrojo, su mirada se centró en aquel payaso de forma inmediata. Su forma fría de mirar a aquel ser solo indicaba una cosa, ante el mercenario la amenaza del ilusionista no importaba lo más mínimo.

Continuó caminando hasta estar contemplando dos cosas de aquel ser con la máscara. Este era más bajo que el propio mercenario, dejando una superioridad en altura de aproximadamente de media cabeza proveniente del mercenario; y la segunda cosa, este ilusionista le miraba detenidamente sin siquiera mover una milésima de sus músculos.

Ambos se miraron detenidamente, sin alterar ni un segundo las posiciones que guardaban; no obstante, el ambiente no era igual a ellos. La bruma negra volvió a materializarse con intensidad entre ellos, naciendo alrededor de aquel payaso hasta tornarse completamente desvanecido en la nube negra que de poco en poco tragó al mercenario y a la albina por igual. El primero que haría su movimiento, se había anunciado.

La albina al notar esto, recompuso sus instintos y como si se tratará de una saeta, emergió de la bruma con agigantados pasos hacia atrás. De los cuales su fuerza provenía de quien sabe dónde para seguir ejecutando sus movimientos de forma excelente. Movimientos que fueron cortados tras chocar pared con algo blanco, siendo así que sus músculos se tensaron y de forma instintiva desplazó su codo hacía atrás para dar de lleno con aquella sensación de choque, una persona le cortó camino.

Ella al girar la cabeza se percató que su obstáculo fue el propio Wrath, el cual demostraba estar tambaleante ante el simple hecho de haberse acercado a su alumna en su ayuda. Dicho hecho no hizo una gran emoción en su alumna, esta solo le miro por encima del hombro y tras contemplarlo por menos de un segundo, sonrió ladinamente y luego solo bufó con gracia.



—Maestro— tras su sencilla palabra, la chica desplazó su codo hacía atrás con una gran velocidad, queriendo causar el mayor daño posible con el siguiente ataque



Fue así como el propio asesino logró detener el codo que iba hacía él. Sus músculos tambaleantes, el flujo de su sangre en heridas abiertas, sus muecas de dolor por debajo del cubrebocas, un estado deplorable; sin embargo, eso no fue impedimento para conseguir detenerlo sin aparente esfuerzo. Siendo recibido por consiguiente por una patada que recibió de lleno en el abdomen, apartándolo ligeramente de la chica.

Por consiguiente, una ligera brisa provino de la espalda de la chica y sin ninguna espera el origen de dicha brisa se dio a conocer. Damian, en una velocidad alucinante, ya estaba casi en el mismo lugar que la asesina. El mismo mercenario que sin basilar, elevó la hoz de aquel payaso y con una gran fuerza dejó caer esta misma en dirección al propio Wrath.

Y fue así como, sin ningún esfuerzo, el cuerpo de Wrath fue enterrado en el suelo en una gran onda de aire que disperso aquella bruma oscura que los rodeaba y haciendo salpicar innumerables gotas de lluvia como si se tratase de un geiser. La tierra se agrietó, la "lluvia" cayó, la esfera blanca explotó en grandes pedazos que recubrieron la tierra, y la asesina solo pudo contemplar con un ligero escalofrió como el cuerpo de su maestro ahora estaba en el suelo siendo aprisionado contra el suelo por aquel filo de hoz y su mango mientras fragmentos blancos de metal recubrían su cuerpo entero; Ryoko pudo notar el ímpetu de aquel chico conocido como el mercenario más fuerte de la ciudad.



—Inútil— fue lo único que logró escapar de los labios del mercenario solo para después soltar el mango del arma —Y tú, ¿cómo te diste cuenta, mocosa?


—Mi maestro... Sin importar la prueba, él nunca me salvaría por arriesgar el objetivo de una misión— mencionó con cansancio mientras su voz trataba de no romperse por la sorpresa de la fuerza de aquel mercenario, notando con sutileza como su cuerpo temblaba con forme el tiempo a su lado pasaba



Cuando la bruma negra se logró dispersar, fuera de esta, se pudo ver nuevamente a los espectadores de la contienda, siendo así que Wrath se dejó ver ahora sujetando un roto bisturí en su palma apuntándolo hacía el lugar donde estaban los jóvenes, sin siquiera apartarse del chico pelirrojo. Dejando así una ligera incógnita, ¿quién era entonces el Wrath que aplastó el mercenario?

En solo segundos, una tos ronca y seca provino del cuerpo derribado de Wrath, mientras que las partículas negras de aquella bruma empezaban a teñir su cuerpo en cuestión de segundos, hasta cubrirlo por completo. Siendo así que estas se empezaron a disolver con el tiempo mientras se abría como una crisálida, aumentando su altura y cambiando sus ropas por completo.

En el suelo ahora se podía ver a ese mismo payaso, con su capa roída por el impacto, sus ropajes cubiertos de polvo y por, sobre todo, su mascara ahora estaba agrietada. Una imagen que tomó por sorpresa a la dupla de asesinos, notando como un simple chico de preparatoria había conseguido burlar una ilusión sin vacilar. Aunque lo menos para él era saber si se trataba de Wrath o no.



—Enserio...— una ligera voz provino de aquel payaso cuya capa aún lograba cubrir bien su torso, una voz cuyo tono era obstruido como si se tratara de una bocina con interferencia a punto de ser resuelta —Odio a los... ¡PleBEYos!



Con ese potente grito, aquel ser se elevó con un salto mientras que su hoz se elevaba en el aire al golpear el mango con su tórax. Haciendo así que los sentidos de la asesina se agudizaran, notando como en su salto, la bruma oscura volvía a emerger como si se tratara de una enorme humareda volcánica.

Aquel arlequín al emerger tomó su empuñadura con una sola mano, mientras que la bruma se condensaba en su otra, generando así una nueva hoz. Una que sujeto con gran destreza con su mano libre mientras cruzaba sus filos y los cruzaba en dirección al cuello del mercenario como si se tratara de una tijera dispuesta a sustituir a una fulminante guillotina.

No obstante, incluso con su monstruosa reacción, aquel payaso solo pudo ver como en el aire se alzaba una línea blanca con púas cian, intentando tocar el techo, pero siendo detenida por un firme agarre. Ryoko al estar fuera del blanco del payaso solo dio un salto hacia atrás en dirección a donde se encontraba su maestro, reconociendo que dicho mercenario, no, ese payaso, estaba nuevamente por conocer la brutalidad de aquel al que todos le temen en la ciudad.

Con gran velocidad, el mercenario dejó caer su mano con aquel látigo erguido en los cielos. El tiraje de su mano y brazo fueron dignos de un maestro con dicha herramienta. No flexiono sus rodillas, no alteró su postura, no movió ni un centímetro su cabeza y cuello; no buscó más fuerza proveniente de su postura, no buscó nada más que usar la mera fuerza bruta de su brazo.

Fue así como el contacto entre armas llegó y con él un notorio ganador. En cuanto el filo aterrador de las hoces entró en contacto con el material extraño de aquel látigo, el metal no resonó, el metal fue desquebrajado por los aires mientras una línea blanca y con múltiples púas se abría paso por el espacio hasta el suelo, destrozando todo con gran fuerza como si se tratara del material más débil planeta. Todo hasta tocar con el suelo, en donde una gran explosión de tierra, polvo y aire hizo que la bruma fuera dispersada nuevamente.

Todo fue alcanzado por la onda expansiva, incluyendo a la propia asesina que no pudo sostener su postura y fue arrojada por el suelo hasta una distancia considerable. Y fue cuando el humo se dispersó, que notó el resultado de aquel sencillo ataque. Una línea fina atravesaba la caverna desde los pies de un aburrido Damian hasta la siguiente pared de la caverna, una pared en donde ya se encontraba derribado aquel payaso, con su única hoz con su filo destrozado a su lado. Siendo el camino entre ambos discurrido por mero escombro y la propia tierra agrietada de forma caótica.

Ryoko volvió en sus sentidos y al retomar su orientación, logró levantarse y llegar con su maestro y capitán, solo para después contemplar a su espalda la destrucción ocasionada por un singular azote de un látigo. Notó como aquel payaso estaba inerte contra la pared, dejando caer su cabeza por alguna presunta señal de estar noqueado, sus ropas se rasgaron más, dejando ver un poco más de su torso, siendo este meramente una camiseta negra parchada con fragmentos de tela purpura ajustada a un delgado torso del cual del interior de este mismo la piel del payaso era cubierta por vendajes finamente colocados y sin alterar que llegaban hasta su antebrazo, en donde se veían aquellas mangas largas negras con morado sin estar pegadas a la camiseta.

Y mirando de forma sutil a Damian con ligero pavor a su reciente demostración, pudo ver como relajaba su agarre en el látigo mientras la punta de esta misma arma se tornaba negra y se disolvía como si de una flor marchita se tratara.



—Maestro— con su voz firme, Ryoko atrajo la atención de Wrath —Dígame, acaso lo que acabamos de ver fue...


—Ku, ku, ku— una pesada risa interrumpió a Ryoko, proviniendo de ese mismo payaso, portando un curioso tono agudo —Vaya, finalmente alguien interesante— con su voz aguda, se dejó escuchar ese tono juguetón que la albina pudo identificar casi de inmediato, una emoción que no trataba de ocultar su gran sed de sangre —Será que... Me dejarías... ¿Matarte de la forma más horrible imaginable? — el payaso se levantó con su hoz ahora con su filo destrozado, dejando que sus partículas de ilusión negras cubrieran la punta de esta arma casi por completo, a la par que, con su otra mano, este mismo se arrancaba un fragmento de su mascara, dejando al descubierto su ojo



Tras sus palabras su ojo derecho emitió una luz purpura que conectada a la par con sus partículas, provocando que el filo de aquella hoz se tornara en su estado regular. Ante aquellas palabras, el mercenario dio un paso enfrente con tal de iniciar con el reto impuesto por el payaso. Pero sin que este lo notara, sus piernas fueron atrapadas por hielo celeste brillante, deteniendo así al mercenario por una brevedad de tiempo. Tomando por sorpresa a todos los espectadores.



—¿Dos regalos del aura? — cuestionó Ryoko algo conmocionada mientras de forma instintiva llevaba su mano a su pecho


—Para nada, Pride— Wrath le miró con negación mientras con una de sus manos apuntaba al payaso —Una ilusión, una muy poderosa si logró detenerlo



Ante aquella aclaración, ambos se vieron forzados a seguir de cerca la continuación del enfrentamiento. Y fue en ese instante en el cual la tierra empezó a agrietarse, y de entre las grietas empezaron a emerger múltiples cuerpos verdes de manchas más fuertes que se extendieron con gran velocidad hasta dar con el cuerpo del mercenario. Figuras que al aclararse dejaron su verdadera naturaleza al descubierto, estas figuras eran serpientes similares a las boas, todas idénticas cuyas fauces se lanzaron y encajaron sus dientes en su ropa, incluso una en uno de sus dos ojos, alborotando así su cabello.

Damian en un solo parpadeo fue inmovilizado sin siquiera oponer resistencia, mientras que su captor, empuñó su arma y emprendió una veloz carga con el filo de su arma haciendo chispas contra el suelo por su arrastre, dejando ver una estela morada guiada por el hueco de su mascara. La distancia se acortó tan rápido como la brisa hizo recorrer todo el polvo, sus chispas cesaron justo en el momento que aquel payaso elevó su hoz apuntando a la cabeza del inmóvil mercenario cuya expresión fue ocultada por sus cabellos negros como la noche. Cortándole así la respiración a sus espectadores.

No obstante, estando a centímetros y milisegundos de desprender la cabeza del mercenario, el hielo crujió y más de una serpiente obtuvo su cabeza arrancada del cuerpo. Todo eso solo fue un prefacio de un portentoso rodillazo que logró colarse por el abdomen de un payaso cuyo único ojo se dejó ver por primera vez ante una mirada aburrida. Un ojo amatista brillante con una pupila increíblemente definida en una espada de póker.

El cuerpo del payaso fue nuevamente llevado a su espalda en contra de su voluntad por una fuerza tremenda que lo llevó a elevarse y soltar su hoz. Generando un quejido de dolor que hizo el payaso hasta caer sobre sus rodillas y arquear la espalda con mucha brusquedad, y solo para terminar tosiendo con fuerza.



—¿Esto es todo? — cuestionó Damian mientras las serpientes de su cuerpo se desvanecían en partículas negras, dejando su cuerpo impoluto, casi como si su ilusión no le hubieran hecho efecto —Paya...



Pero sin ninguna espera, la espalda del mismísimo mercenario fue apuñalada por un cuchillo negro. Dejando atónitos a los espectadores y un ambiente completamente sumido en un gran número de carcajadas.



—¡Nunca debiste desafiarme, maldito plebeyo! — ante sus palabras, el payaso rio completamente alocado



Fueron con sus palabras, con las que el mismo ente chasqueó los dedos y con dicho gesto empezaron a generarse alrededor de Damian un sinfín de cuchillas, incluso más que las que atacaron a la asesina. Un montón de armas que empezaron a danzar de un momento a otro alrededor del mercenario cuya expresión ensombreció hasta un punto alarmante.

Todo eso ocurrió mientras los asesinos contemplaban la escena con un ligero escalofrío en sus espaldas. Haciendo que la impotencia de Wrath se tornara en ansiedad, una en la cual su furia incrementaba conforme notaba que su cuerpo no le respondía del todo bien, analizando que si debía cumplir su misión debería dar su propia vida. Pero antes de siquiera ser puesto a aplicar su idea, su propia estudiante se paró a su lado y con un suave tiraje de sus pocas prendas, Ryoko captó su atención con una mirada cuya determinación opacaba por completo su miedo notorio al llevar una mano temblorosa a su pecho, justo encima de su cicatriz visible por lo bajo de su top deportivo.

Wrath en ese momento supo a lo que su alumna se refería con dicho gesto, ella estaba dispuesta a despertar algo sumamente horroroso que tiempo atrás prometió nunca volver a usar, debido a que esto mismo le traía recuerdos de la masacre que generó. Vio sus ojos en alguna señal de vacilación; pero solo pudo encontrar los ojos zafiros de su alumna, y solo pudo notar como esta misma en cortos momentos alteraba su mirada a una más preocupada al ver al pelirrojo. El mismo chico que hizo alterar su corazón en su acto estúpido de salvarla.



—Si eso es lo que decides...— contestó su maestro solo para después apretar con fuerza un bisturí desgastado que llevaba —Espero no te arrepientas, estúpida



Acto seguido, la chica fue apuñalada por su propio maestro en aquel lugar donde se hallaba su cicatriz, haciendo que esta misma cayera al suelo sobre sus rodillas. En una escena donde su sangre brincó por todas partes, manchando en sobre manera los restos de su camisa blanca y su top absorbía gran parte de este líquido de olor férrico.

Y mientras aquello sucedía, la situación del mercenario empezaba a empeorar. Las mismas serpientes que lo apresaban, volvieron a salir de entre la tierra, apresándolo nuevamente; el hielo brillante tomó posesión de múltiples de sus articulaciones; y de la misma forma espontánea ciertas áreas del cuerpo del mercenario generaron una combustión espontanea que provocaba que su cuerpo empezara a denotar destellos de fuegos fatuos morados. El chico realmente estaba pasando un infierno, las sensaciones de dichas ilusiones debía de estarle causándole una tortura inimaginable mientras esperaba que su verdugo afilara el arma de su ejecución. Esto siendo reflejado por la forma en la que su semblante ensombreció ante cada embate caótico que dicho payaso ejercía sobre él.

Culminando la acción de su tortura cuando todas las cuchillas a su alrededor frenaron y acto seguido se precipitaron sobre el mercenario. El aluvión de cuchillas opacaba casi por completo la piel del propio mercenario, dejando solo para la audiencia como una tormenta de color negro engullía al chico y los condenaba a ver un piso teñido de escarlata.

El payaso se acercó una vez que su creación engullera al mercenario, riendo a carcajadas mientras se le notaba cansado y a duras penas sujetando su equilibrio con su hoz; pero no contó un acto que le haría helar la sangre por primera vez en dicho combate.

Una mano, una mano intacta salió de entre el aluvión de cuchillas que el payaso tenía enfrente y con una gran brutalidad aquel ser fue estrangulado hasta el punto de elevarlo del suelo al soltar su hoz. Fue así como entre quejidos dolorosos, el payaso finalmente tomó el brazo del mercenario intentando forzar a que este le soltara; pero no funcionó, a causa de eso, su ilusión falló y se tornó tenue, permitiendo ver así el cuerpo del mercenario. Dejando finalmente visible el resultado de aquellos ataques con los que incluso el pecado del orgullo había resultado severamente herido.

No obstante, lo que se dejó ver ante el desvanecimiento de la mayoría de las cuchillas negras, fue a un meramente neutro ante lo que sucedía. Su mirada cansada se notaba centrada en aquellas expresiones que se le escapaban por la máscara rota al payaso, apretando con fuerza en aumento con tal de ver más de sus expresiones meramente por pura diversión. Y a su alrededor, toda cuchilla que lo tocaba, se tornaba polvo; el hielo que lo cubría, ahora se tornaba en diminutas partículas de polvo con cada segundo; el fuego que amenazaba con calcinarlo, con cada segundo parecía estar tornándose transparente; mientras que las serpientes que le aprisionaban perdían sus escamas hasta tornarse eventualmente en meros esqueletos que al tocar el suelo se tornaban en polvo de la misma manera.

Ante aquella escena, Wrath finalmente con sus manos desocupadas, se desplomó en el suelo con ambas de sus manos cubiertas con la sangre de su propia estudiante. Todo mientras al notar en lo que la pelea se había tornado, solo pudo dejar escapar un suspiro al mirar con cierta pena al payaso que el mercenario ahorcaba y levantaba del suelo sin mucho esfuerzo.



—P~Por... ¡MIS ILUSIONES SON LAS MEJORES! — gritó con sumo esfuerzo aquel payaso en un tono de voz agudo y obstruido por la máscara, uno que contenía su gran frustración ante la humillación que estaba sufriendo —¡¿POR QUÉ NO HACEN EFECTO EN TI, PLEBEYO?!



Ante sus palabras, Damian finalmente denotó una mínima pisca de emoción desde el comienzo del combate, con una mueca torcida, se burló abiertamente del payaso mientras que una escalofriante sonrisa denotaba su superioridad sobre aquel indefenso payaso detenido por un verdadero monstruo.



—Ninguna ilusión será capaz de tocarme, y ¿sabes por qué? — el mercenario soltó de pronto al payaso, dejándolo caer sobre sus rodillas, y mirándolo así con su misma sonrisa orgullosa mientras se encorvaba mucho como para estar cara a cara con el propio payaso —Ninguna ilusión de alguien más débil que yo podrá afectarme, porque quien decide las heridas en mis peleas es siempre el más fuerte... Y en todas esas peleas, el más fuerte siempre seré yo, animalito indefenso



Al finalizar sus frías palabras, Damian empuñó aquel látigo blanco y con un tajo ascendente, hizo que el propio cuerpo del payaso fuera elevado del suelo mientras una gran cortina de humo y tierra se elevaban con él. Y al estar a buena altura, Damian giró su cuerpo entero en un movimiento fugas, y tras ello, un simple sonido de impacto veloz trajo consigo una poderosa onda expansiva que mando a volar al payaso nuevamente hacía la pared de la cueva. Siendo ese no un final, pues tres nuevos embates de aquel látigo hicieron temblar la pared entera de la cueva y agrietarla con cada uno, siendo atenuadas levemente por el payaso que era el verdadero objetivo de aquellos ataques.

El payaso no pudo reaccionar ante los ataques, sus ropajes cubiertos de polvo y sus posturas sin fuerza, solo dejaban ver la superioridad que marcaba el mismísimo mercenario. Al finalizar los ataques, el arlequín trató de mantenerse en pie; pero como si de una saeta se tratara, la punta marchita de cierto látigo blanco envolvió el cuello del payaso y sin previo aviso lo arrojó justo al lado opuesto a donde estaba. Y sin soltarlo, fue lanzado por los aires, un acto en el cual el mercenario ya estaba esperando asestarle un nuevo embate para finalizar su riña.

Y justo a solo centímetros que el golpe del mercenario asestara en aquel payaso, este mismo en un acto inhumano, hizo emerger de una tenue bruma una nueva hoz cuyo filo encamino de manera inmediata en contra de aquella arma de color blanco. Pero algo no andaba bien con dicha bruma, su densidad y presencia hacía que el propio Wrath temblara tenuemente ante su creación, mientras que, ante el poco rostro del payaso, su único ojo amatista visible, empezó a sangrar.

El filo de la hoz y aquella punta de látigo impactaron, y en vez de que dicha hoz se tornara en polvo al ser una mera ilusión, esta quebró levemente su punta al repeler el ataque feroz de aquel azabache. El metal resonó mientras el mismo Wrath miraba con ligero miedo la nueva arma creada por el arlequín. Reconociendo lo que había sucedido, aquel ser no solo había creado una ilusión fuerte, sino que tornó una ilusión en propia realidad.

Ante aquello, Damian no perdió el tiempo y al notar la nueva arma creada, solo siguió atacando sin siquiera alterar su aburrida mueca. En cuanto el payaso aterrizó, nuevos embates se generaron entre aquellas personas, solo con una notoria diferencia a los anteriores, entre cada azote de Damian, el payaso giraba su hoz de forma veloz para defenderse. Ahora el payaso era la presa, mientras que el mercenario es un cazador de sangre fría. Pero dicho combate estaba a punto de ser detenido por una falta de armas, debido a que la fuerza del combate estaba destrozando el filo de la hoz recién hecha y el látigo estaba entrando en una etapa en la cual su zona marchita resulta actuar como una mecha que estaba a punto de quemarse por completo.

Justo cuando la punta del látigo se tornó sumamente corto, Damian en su afán de atacar, frenó dicha estrategia y empezó a acercarse con peligrosidad al cuerpo del payaso; y este vio una oportunidad que nunca se le había dado, atacar. El payaso en giros sumamente acrobáticos con su hoz y el desplazamiento de su cuerpo buscaba tajar el cuerpo del mercenario ya no de forma superficial; sino que buscaba partir el cuerpo del mercenario con el siguiente ataque, finalizar una pelea que, en sus adentros y descontrol, denotaba precisamente que incluso el no sentía que podría ganar.

Fue en su desbalance donde el mismo Damian logró ver una apertura, al tomar la hoz del payaso y conducirla al suelo de forma vertical, obteniendo esa ventaja de movilidad en la cual se acercó en un solo desplante y usando como nudillera la empuñadura sobrante de aquel látigo, arremetió al payaso en el suelo con un gran gancho que hizo temblar la caverna entera. Dejando ver dos cosas: una, el látigo entero del mercenario finalmente se había tornado en partículas negras como una flor marchita; y dos, bajo el rostro del payaso en el suelo, los fragmentos de su mascara se dispersaron como un vidrio estrellándose contra el suelo.

Damian miró a su contrincante derrotado, y mientras alzaba su pie en dirección al ya derrotado payaso, en cuanto quiso acabar con la pelea de forma directa; fue detenido por un reluciente bisturí de color blanco. Uno que se encajó en su hombro mientras un frio indescriptiblemente polar se acercaba desde el suelo hasta engullir todo su cuerpo. Notando al girar la cabeza que la única persona que se encontraba de pie era la mismísima Ryoko; pero una chica cuyo estado era sumamente deplorable.

La asesina se encontraba parada de forma firme ante su maestro y capitán que ya estaban desplomados en el suelo; sin embargo, su rostro transmitía un cansancio atroz que era denotado aún más por su ahora exagerada palidez. Ahora portando su falda escolar desgastada de los bordes, sus medias desgarradas de varias zonas, su camisa blanca reducida a ombliguera, y un top deportivo negro ajustado a su tórax que no podía ocultar algo que incluso hizo elevar una ceja al mercenario. La chica en la parte inferior de su esternón, justo en el comienzo del diafragma, se podía ver como una herida recién abierta dejaba fluir una gran cantidad de sangre que ni la propia asesina estaba preocupada por su flujo, manchando así su piel, así como las pocas ropas que portaba.



—Aléjate de mí objetivo— mencionó de forma firme aquella peliblanca mientras dejaba ver como en una de sus manos sujetaba una caja de metal negro


—¿Y si no lo hago? — cuestionó Damian mientras desplazaba su pie a un lateral, posicionándose para atacar a la albina si esta quisiese cometer la estupidez de levantar armas contra él



Fue así como Ryoko en una calada de aire, alzó la caja y la tomó con sus dos manos. Tras ello, esta cerró los ojos mientras sentía como su sangre y cuerpo empezaban a tomar una temperatura sumamente fría, reconociendo esa sensación, finalmente el invierno que albergaba en su interior, volvería a salir a la luz. Con un pequeño tiraje de un candado similar a un broche, la caja finalmente fue abierta con un movimiento seguro de la propia Ryoko, no vaciló y no tembló en absoluto, incluso cuando sabía perfectamente lo que encontraría en dicha caja.

En un movimiento veloz, la caja de metal calló y con ella, un abanico ahora adornaba una de las palmas de Ryoko. Era de tela blanca con líneas cian en forma de lirios, mientras que su parte más dura estaba hecha de mero metal negro, estructura que se veía extraña al denotar puntas como agujas del mismo color negro en sus aberturas entre las telas. Un abanico que la chica en un movimiento veloz convirtió en dos, y con gran destreza lanzó de forma impecable el segundo a su otra mano.



—Yo...— tras sentir sus armas, el frio que albergaba en su corazón empezó a recorrer su cuerpo como si estuviese presente en sus venas, exhalando aire de forma amplia y dejando ver como de su aliento se veían copos de nieve —Voy a vencerte


—Pri... Ryoko— la voz de Wrath alcanzó a la albina, haciéndola girar y ver como su maestro con las manos ensangrentadas portaba una aguja negra de gran tamaño que se llevó al pecho mientras hacía lo posible por mantenerse consciente —Nunca ganarás



Ante aquella afirmación por parte del asesino, hizo que su alumna apretara los labios mientras centraba la mirada en dicho azabache, cuya mirada parecía devorarla con los segundos. Reconociendo que incluso con su nueva "determinación", la victoria en un enfrentamiento sería casi imposible.



—Eso te diré siempre que intentes combatir a un oponente, y menos a ese mocoso— decretó Wrath mientras se levantaba y miraba de forma cansada a Damian —Lo que te hayan ofrecido por matar al payaso... Las dagas multiplicaran la cifra al doble— con su frase, atrajo no solo la atención del mercenario, sino la de su propia alumna que se encontraba atónita a la declaración



Ryoko, no separó sus ojos de Damian una vez que notó que su maestro no mentía por su semblante. Sospechando que esto amenazaría la ética de trabajo ellos manejaban siempre, así como más personas dentro del mismo negocio que ellos. El respeto entre empleador y empleado era algo cuya acción opuesta a la fidelidad era tratada como un mero tabo. En riesgo a una mala reacción decidió ponerse en guardia.

Sin embargo, una reacción que no esperaba fue la misma que hizo retroceder un solo paso a la albina cuya guardia estaba en alto ante todo pronóstico. El mismo Damian al bajar su pie llevó una de sus manos al interior de sus pantalones, sacando así un celular. Acto seguido a ello, hizo con el cual declaró su poca importancia al dejar de hacer lo que debía elevando simplemente sus hombros y haciendo un sonido leve con sus labios cerrados.



—Vaya, vaya— el mercenario canturreó mientras su voz grave denotaba su orgulloso carácter, derrochando esa sutil victoria ante una voz aguda que no paraba de resonar en su cabeza —Ya conoces mi cuenta. Cuadruplica la cifra, y es un trato... Wrath— su voz bien entonada resonó por la cueva al elevarla, al mismo tiempo que encaminaba su propio cuerpo a una de las salidas de la cueva —Aunque... Quizá deberías reducir la cuenta del hospital de tus subordinados, al fin y al cabo, no eran presas... Solo eran inconvenientes en el contrato— mencionó alto y claro para que el propio Wrath sintiera como de su espina recorría un ligero frio, reconociendo que las armas que empuñaba anteriormente el mismo mercenario pertenecían a sus dos subordinados cuyos informes se habían detenido minutos atrás


—Estará hecho, tienes mi palabra— respondió de forma corta y débil el mismo asesino


Ante sus palabras carentes de importancia a su mismo trato en contra de los principios de un asesino de alta ética, Ryoko solo pudo bajar sus abanicos mientras miraba impactada a aquel azabache sombrío que de entre poco dejaba la cámara. Solo para después mirar a su maestro con esa misma incógnita que retumbaba en su cabeza.



—Lo sé... Ese niño, es un monstruo— fue lo único que pudo decir el ya cansado Wrath antes de desplomarse en el suelo, acto que inmediatamente compensó levantando su torso a duras penas con sus brazos como si se tratara de una flexión generada a duras penas mirando con esfuerzo a su alumna cuya preocupación era notoria —Como tu maestro te lo diré de frente, nunca ganarás... Nunca has ganado y nunca ganarás una pelea... A diferencia tuya, ella siempre tuvo en mente lo que era y lo que debía hacer... N~no te desvíes, y re~cuerda... Para que... Fuiste hecha y para que... Cargas con tu pecado, po~r eso eres una daga



Ante sus palabras, Wrath no pudo soportar más su peso dejándose caer en el frio suelo. Fue en ese preciso momento en el cual Ryoko pudo relajar su cuerpo, e indagar nuevamente en su turbulento pasado, recordando cada fragmento en carne propia de acuerdo con su relato; todo con tal de buscar esa asquerosa frase con la que vivió atormentada desde ese entonces: "PaRa EStO FuIStE cReaDA". Recobrando así una regresión al pasado, pero uno incluso más reciente.

Sus misiones, todas las veces que vivió en las pieles de una persona que no existía, las pelucas, las ropas, las actitudes falsas, las mascaras que tanto dominaba. Cada una de las mentiras que salieron de su boca con tal de ganarse a las personas, todo con el objetivo de obtener la sangre de aquellos que el contrato le indicaba, uno que firmaba siempre en contra de aquellos que eran sumamente despreciables con el único fin de tener esa sensación de expiación que su pasado le dictaba en cada pesadilla. Actuar de acuerdo con la situación para obtener su objetivo, asesinar a su blanco.

"Asesinar"

Esa palabra que ella odio repetir tras esa noche ahora era la que le daba sentido sujetar esos abanicos en sus manos. Una singular palabra cuyo significado le hacía helar la sangre, uno que le regresaba directamente a un pasado en el cual quería perderse antes de cometer dicho acto. Pero cuando volvía a su realidad, reconoció que esa palabra que maldecía era su única virtud, una que juró que nunca la volvería a tragarla, una que usaría siempre para sus propios deseos y no de los demás. Una palabra que disparaba su valor automáticamente y le hacía olvidar todas sus derrotar, reconociendo así lo que debía hacer. Ella no tenía que ganar las peleas, ella no tenía que medir su fuerza, no tenía que medir sus habilidades, no debía demostrar quien dominaba... Lo único que debía hacer siempre desde un inicio, era asesinar a su contrario.

Reconociendo todo ello en su cabeza, cerró sus abanicos y dejó que sus pies se movieran por cuenta propia en dirección a aquel payaso que estaba en el suelo apenas denotando reacciones vagas como espasmos. Y justo cuando estuvo lo suficientemente cerca, su lógica y memoria le hicieron frenar su cuerpo por completo, recordando las palabras de su maestro, notando que algo no cuadraba.



—¿Ella? — cuestionó para ella misma solo para ponerse en guardia tras sentir como el frio que la envolvía era perturbado de forma tenue



Ante su cuestionamiento, aquella bruma negra volvió a emerger y a rodear a la misma albina cuya ligera distracción le traería consecuencias. Notando así que de entre la negra bruma, las cuchillas que perforaron su piel, reconociendo que estaba nuevamente en el punto más peligroso de un huracán. Siendo así que cuando notó aquellas ilusiones, su cuerpo se tensó, pensando que su derrota era inminente.



—¡No son reales! — gritó una voz aguda que cruzó el campo de batalla



Y al captar la atención de la albina, esta misma pudo notar como su cuerpo se movió por cuenta propia y con un simple ondeo de su abanico derecho, dejó fluir todo el frio que albergaba. Siendo así que con su movimiento hizo que un viento celeste brotara con brutalidad frente a ella y la envolvió como una esfera cuyo aire al dispersar dejó un vahó gélido que dejó el ambiente envuelto en copos de nieve al dispersar aquella niebla negra.

Tras dispersar aquella niebla oscura ella recobró sus sentidos, asimilando que ahora junto a su corazón podía sentir una especie de flama que bombeaba de forma contradictoria un frio intenso a través de sus venas. Y al llevar su mirada atrás, notó a aquel que logró activar su cuerpo con una simple frase.



—Ny...— fue lo único que pudo decir aquella albina mientras miraba a aquel pelirrojo con su conciencia retornada



Nyron estaba ahora contra la pared, notando como el simple hecho de estar despierto le hacía estar temblando con los dientes apretados por los terribles dolores a los que su cuerpo lo sometía por sus lesiones. Se notaba en su mirada su miedo y dolor; no obstante, la albina misma pudo ver que el simple hecho de haberse movido y alertarla, eran ya méritos que le hicieron mirarle con impresión.



A~a... ¡Atrás! — gritó el chico mientras intentaba llevar su cuerpo atrás, siendo este detenido por el muro



Ante aquella advertencia, la asesina volteó a ver a aquel a quien por un segundo perdió de vista. Viendo así a aquel payaso, solo que ahora, ya no portaba su mascara, dejando al descubierto su verdadera identidad.

Envuelta en bruma negra, nació una chica completamente contraria al comportamiento de aquel payaso. De tez clara impecable (de no ser por los raspones en su rostro) de facciones delicadas. Empezando por una fina forma de corazón con respecto a su cabeza, una nariz pequeña que daba cierta familiaridad a un conejo, así como una tenue coloración de color rojo; unos labios delgados con cierto volumen teñidos en un labial rosado; así como unos ojos amatistas profundos cuya pupila en ambos estaba tornada de forma extraña en una espada de póker, su ojo derecho estaba derramando sangre involuntariamente como si fueran lagrimas; llevando un cabello lacio elongado de color azabache con mechas moradas distribuidas a lo largo de forma aleatoria, su largo llegaba por debajo de su cadera, con un pequeño fleco discurriendo por el medio de su cabeza que cubría su frente casi por completo, mientras la mayoría de su cabello frontal se bifurcaba hacía los lados como medias lunas a la altura de sus orejas de una forma ligeramente exagerada mientras debajo de estos flecos laterales bajaban un mechón recto en cada lado.

Mientras su vestimenta era sencilla hasta cierto modo, una blusa a modo de ombliguera de manga larga negra con líneas transversales purpuras de cuello amplio que para sujetarse tenía tirantes a la mitad de los hombros y en los laterales del cuello en forma cruzada, dejando al descubierto parte de sus hombros y abdomen bien definido por el ejercicio, así como una perforación en su ombligo de color negro; con unos pantalones abultados de payaso de dos colores divididos por la mitad, purpura derecho y negro a la izquierda; llevando unas botas de tipo militar que llegaban a la mitad de su espinilla.

Sin su capa y máscara, su rostro era sencillamente angelical, con una sonrisa amable incluso con raspones en su cuerpo, sin mencionar su ojo ensangrentado. La paz que transmitía su sola sonrisa era genuina que incluso Nyron dejó de sentir ese mismo pavor con el que veía al payaso, incluso quedando ligeramente embobado por su figura y belleza, casi como si mirara a cierta castaña que tenía presente en su corazón.



—E~es... ¿Linda? — balbuceó Nyron antes de taparse la boca a sí mismo


—¿Incluso sabiendo que esta perra trata de matarte? — mencionó Ryoko sin separar la vista de aquella risueña chica, nunca debía quitarle el ojo de encima a un ilusionista



Pero esa impresión sería cortada de forma abrupta por dicha frase, recordando todo aquello que había sufrido y visto por aquel payaso, sin mencionar en el mal estado que estaba Ryoko por su culpa. Sin mencionar que, en sus adentros, Nyron podía sentir como toda esa sonrisa era un simple teatro, sus instintos de alguna manera se habían tornado más agudos.



—Cielos... Parece que ahora nos podemos ver los rostros— mencionó aquella chica con un tono agudo suave y calmado —Lo malo, es una simple cosilla



La chica miró directamente a Nyron y tras guiñarle el ojo una serpiente se materializó alrededor del cuello del pelirrojo presionando cada vez más hasta cortarle de forma abrupta y haciéndole hacer quejidos por el estrangulamiento. Algo que, en su momento fugaz, Nyron solo pudo chillar de miedo a la vez que, al dispersar la serpiente como humo, esta era completamente palpable con sus escamas viscosas y frías.



—¡Serpien... — Nyron trató de gritar, pero fue suprimido por dicho animal


—¡Nyron! — exclamó Ryoko tras notar como el pelirrojo a su espalda era atacado a distancia por aquella chica —¡Son solo ilusiones! ¡Solo piensa en ello! — gritó con apuro mientras devolvía la mirada a aquella chica, una chica que no solo se había movido, ahora empuñaba su hoz y estaba atacándola en ese preciso instante


—Adiós— dijo de forma sencilla la chica mientras dirigía su tajo hacía la albina



Ryoko reconoció a la ilusionista, no era igual de fuerte que el mercenario así que no podría si quiera enfrentarla de la misma manera. Era una asesina, ella no cruzaba armas, buscaba que su arma en un solo ataque le brindara la victoria.

Fue con ese pensamiento el que le hizo dar un paso atrás mientras cerraba uno de sus abanicos y lo llevaba al suelo de forma veloz e impecable.



—Hace mucho que no me dejaba llevar— murmuró mientras presionaba con fuera aquel abanico cerrado que tocaba el suelo



Tras sus cortas palabras, dejó fluir nuevamente sus heladas sensaciones, haciendo que desde el lugar donde toco su abanico, una fina capa de hielo celeste se generara a toda velocidad hasta engullir todo el suelo de la caverna, además de provocar una ventisca desde su punto que disperso una gran cantidad de copos de nieve.

Ante aquel campo gélido, notó como su contraria se disolvía en partículas negras, reconociendo que era meramente otra ilusión. Localizando así una formación de hielo a su espalda como su hielo había congelado dos pies aparentemente invisibles. Algo que hizo sonreír de forma ladina a la albina hasta denotar uno de sus colmillos, ahí estaba su objetivo.



—Ahora yo fui quien te encontró— mencionó solo para notar como su sangre teñía el hielo debajo de ella, algo que le hizo sonreír aún más mientras sentía todos los músculos de su cuerpo cargados con gran energía



Fue así como la asesina, giró su abanico a gran velocidad mientras lo abría en dirección del lugar donde aparentaba estar la chica desaparecida. Algo que le hizo abanicar el viento en esa dirección y con ello una gran cantidad de pinchos de hielo que fueron rápidamente destruidos tras chocar con algo invisible, acompañado de la misma manera por un sonido metálico.



—No tocaras a mi capitán, perra loca— masculló Ryoko solo para después ampliar más su sonrisa sádica a la par que con un ademán hacía que un gran anillo de carámbanos de hielo afilados las empezara a rodear —Veamos quien asesina a quien— mencionó con emoción mientras su contrincante se empezaba a hacer visible



—Reto aceptado— mencionó aquella chica de ojos amatista mientras giraba su hoz por encima de su cabeza al cambiar su rostro risueño por uno invadido por la misma sed de sangre que expresaba la albina—¡Plebeya asquero... — antes de finalizar su frase fue interrumpida por un abanico abierto que estaba dispuesto a atravesar su cabeza de forma transversal



La precisión de Ryoko fue mermada por los reflejos de aquella chica, haciendo que de un movimiento de su espalda logró sentir como aquel artilugio le brindaba una brisa helada en los ojos cuyo ardor le hacía creer que la habían cortado. Notando después como su movimiento genero un singular brillo celeste en las puntas del abanico.

Ryoko solo pudo notar como la chica de la hoz se liberaba de su parálisis al golpear el suelo en donde estaba con su hoz, agrietando el hielo para escapar con un fino salto que la misma albina ya había previsto.

Un rodillazo fue dirigido al estómago de la recién liberada; pero esta misma fue denegada por el mango de una hoz de metal colocada específicamente para frenar dicho ataque. Un movimiento de defensa que logró que el metal de la hoz resonara con fuerza en la caverna mientras un sonido hueco determinaba que la albina se había llevado la peor parte, siendo así que la ojipúrpura logró ver como la rodilla de la albina se tornaba morada y desprendía gotas de sangre por el impacto, soltando una carcajada tras notar dicha herida.



—Buen intento, plebeya— fue lo que canturreó con su voz inmersa en una escalofriante emoción



Fue en ese instante, en el cual Ryoko perdió el balance por un segundo; pero esto solo hizo ensañar aún más su sonrisa aterradora. Siendo así como esta misma al plantarse en sus dos pies dio un giro de bailarina a un costado de la arlequín, encogiendo su torso ligeramente para extender su abanico y ondear el viento desde el suelo de su contrario. Algo que trajo consigo la creación de varios carámbanos que fueron dirigidos a las piernas de su blanco, logrando que su contrincante se defendiera con giros de su arma, así que en respuesta esta chasqueó sus dedos al finalizar su defensa.

Esto hizo que nuevamente un sinfín de cuchillas se generaran frente a Ryoko a modo de un muro de armas, pensando así que lograría paralizarla del miedo para conseguir asestar el golpe final. Pero Ryoko de forma sorpresiva para su rival, dio un amplió desplante en dirección a la chica tras el muro de cuchillos, no sin antes hacer que su abanico ondeara de abajo hacía arriba, algo que hizo que el hielo del suelo se extendiera en un carámbano de hielo que perforó y disperso el muro de cuchillos, avanzando por una pequeña abertura tras barrerse en el suelo con su pierna lastimada, manchando el hielo debajo de ella con su sangre.

La arlequín tras ver como su ilusión era diezmada, dio un tajo al costado de la albina con tal de partirla de un único tajo, dejando fluir esa desesperación que aquel mercenario le hizo desarrollar. Y fue la misma Ryoko quien aprovecharía esto mismo, pues al estar cerca del filo de esta arma, esta giró al interior de su hoja, rasgando su piel de los brazos y estando dentro del arma como si fuese una especie de anzuelo. Tomando por sorpresa a todos los que la miraban con detenimiento, siendo un pelirrojo apurado por quitarse una serpiente del cuello el que chilló de miedo al ver como la asesina se lastimaba cada vez más de formas más terribles desde su cambio abrupto de actitud.

Tras ello, Ryoko golpeo con fuerza la hoja de la hoz con el mango de metal de no de sus abanicos con una fuerza que hizo que esta chocara con el hielo del suelo, agrietándolo en una explosión pequeña de copos de nieve y hielo. Algo que hizo que el suelo se extendiera desde el abanico hasta atrapar el filo de la hoz en hielo que enterró dicha arma en el suelo.

Acto seguido a esto, la albina de un desplante se dispuso a dar una estocada con su otro abanico cerrado en su mano directo a su abdomen, una estocada por la cual solo tuvo que limitarse a dar un brinco a su espalda mientras soltaba el mango de su arma, haciendo que con un nuevo guiño una cuchilla de gran tamaño se generara justo enfrente del rostro de Ryoko, haciendo que por su arranque esta se encajaría casi de forma inmediata. Algo que solo hizo sonreír a Ryoko aún más mientras de forma inmediata abría su abanico en estoque, activando así su trampa.

Sin tiempo de reacción a los espectadores, una aguja blanca salió disparada desde el interior del abanico, un disparo con una gran velocidad que consiguió no solo darle a su blanco confiado por su esquive; sino que lo atravesó. Desde sus giros, Ryoko preparó una aguja dentro del abanico, todo para dispararlo a gran velocidad por las ventiscas que sus armas generaban al abrirse. La perforación fue el centró de su abdomen, un poco arriba de su ombligo, la sangre brotó de forma inmediata mientras la aguja que la había atravesado se encajó justamente a solo unos centímetros del pelirrojo que miraba el combate con gran temor. A la par que Ryoko aún con su sonrisa hacía que la cuchilla atravesara su rostro; pero esta en vez de dañarle, solo se tornó en arena.



—Ma~maldi...


—Fin del juego— sentenció la albina solo para alzar su abanico al cielo con notables intenciones de hacerlo caer para acabar con su contraria; pero el juego del gato y el ratón no acabaría tan fácilmente



La chica apuñalada extendió su mano a la par que cerraba su ojo izquierdo y hacía notar como su ojo derecho volvía a sangrar aún más. Y de la mano que recién extendió, un cilindro de metal similar se extendió como arena negra hasta hacer una punta de horquilla de doble filo que consiguió tajar uno de los costados de la ya lastimada Ryoko. Haciéndolas frenar a las dos mientras se miraban a los ojos. Siendo Ryoko la que no podía controlar su sonrisa.



—Sangre de berserker... Tu última habilidad— sentenció la ilusionista mientras abría su otro ojo y dejaba ver como si se sintiera desorientada —Lo noté desde hace rato, entre más sangre pierdas, más destreza y fuerza ganas... Pero ya estas en tu límite, plebeya inmunda


—Menos de cinco minutos— mencionó con su sonrisa la albina mientras se paraba en una posición como si estuviese dispuesta a correr nuevamente tras su objetivo —Es todo o nada, maldita perra


—Y obviamente yo seré quien triunfe, ni siquiera tienes control completo de tu aura, se nota en como tienes tu cuerpo— canturreó la ilusionista mientras apuntaba al cuerpo de la albina, haciendo énfasis en zonas de su cuerpo que ahora estaban cubiertas de escarcha celeste —Eres una novata con todas las letras


—Maldita sea— maldijo la albina sin quitar su sonrisa mientras notaba como tenía los muslos, brazos, partes del cuello y por último su mejilla izquierda cubiertas de aquella escarcha. Maravillándose del como ella pudo pelear aún con esos percances en su cuerpo —La sangre de berserker debe estar nublando mis sentidos... Bien, así no podré quejarme hasta matarte


—Eso si me alcanzas— mencionó solo para luego girar la horquilla que portaba, y con un giro y una gran destreza lo plantó en el suelo congelado



Fue así como la ilusionista con un simple desplante veloz consiguió un salto con garrocha por encima de la albina, y justo cuando esta llegó al suelo, desplazó su mano a un lado mientras cerraba nuevamente su ojo izquierdo, creando así tres amplias hojas de hoz que lanzó sin vacilar a la albina. Haciendo que Ryoko a modo de defensa, ondeara su abanico hacía abajo, haciendo una ráfaga de viento que arrastró aquellas hojas hasta el suelo, pagando algo de factura al notar que una consiguió dañarle el muslo izquierdo.

Fue así como la ilusionista empezó a correr en varias direcciones de la cueva, siendo alcanzada por la asesina casi de forma inmediata, empezando un enfrentamiento horquilla y abanico, haciendo sonar el metal hasta que, por un medio u otro, la ilusionista cortaba el combate y se desplazaba a un sitio distinto. Siendo este una forma en la cual la presión constante de la albina lograba que la propia ilusionista fuera incapaz de usar sus ilusiones sin que ella se diera de cuenta de un fallo, pues solo tenía que centrarse en ella y presionarla para depender más de sus habilidades físicas hasta acorralarla o hasta que se le acabara el tiempo.

Mientras eso sucedía a lo largo y ancho de la cueva, unas pisadas se escuchaban con prisa en las diversas entradas de la cueva. Apareciendo así el resto del equipo de Asia, siendo los primeros en llegar Clay, Sam y Tyler, los cuales ya se veían ligeramente más fatigados por el simple hecho de correr demasiado. Siendo Clay el primero en maravillarse con el ambiente caótico que se había tornado la cueva, espinas de piedra en el suelo y techo, hielo cubriendo el suelo entero, grietas de gran tamaño en las paredes y techo, todo digno a los resultados de una guerra librada en el interior de la cámara. Siendo este mismo chico el que notaría a la albina enfrentándose a una chica desconocida, algo que solo le hizo mantenerse alerta, pues si era enemiga de su compañera, entonces quizá les tocaría pelear.

No fue sino hasta notar al pelirrojo derribado a un costado de la cueva, lo que le hizo rodear el campo de hielo, acompañado por el castaño que a duras penas que podía lidiar con el peso de un azabache aún fatigado por su reciente lucha. Llegando a su lado y notando de primera mano su deplorable estado, así como el cuerpo del derribado Wrath. Captando a la atención del pelirrojo, el cual llevaba una serpiente en su cuello.



—¡¿Son ustedes?! — cuestionó con miedo aquel pelirrojo mientras se hacía a un costado con todas sus fuerzas por el miedo que sus compañeros fuera una nueva ilusión de aquella chica


—¿Qué?... Zhongli, no empecemos con preguntas estúpidas, dinos que ocurrió— mencionó con apuro el rubio mientras soltaba la bandera del castaño y se hincaba para ver mejor el cuerpo del pelirrojo —¿Qué te sucedió?



Nyron por las preguntas insistentes soltó un chillido de miedo mientras aún seguía luchando con aquella serpiente. Cosa que fue percibida por el propio rubio y sus acompañantes cansados, como si Nyron se estuviese quejando por nada, pues al no estar en el momento de la ilusión, estos no veían la serpiente.



—¿De que serpiente estas hablando, rojito? — cuestionó Tyler mientras se acercaba al pelirrojo tras notar como el azabache en su espalda se levantaba por su cuenta —Por cierto... Bonitas heridas, je— mencionó el castaño con su tono coqueto mientras se acercaba más y más al pelirrojo


—Rarito, tres pasos atrás. Recuerden que el payaso es ilusionista, debió someter a Nyron a una, debemos actuar rápido, parece que la ilusión lo esta asfixiando— mencionó Clay con un apuro moderado mientras tomaba el cuerpo del pelirrojo y lo empezó a zarandear —Mencionó una serpiente y apunta a su cuello... ¿Cómo deberíamos tratar...



Pero su cuestionamiento fue rápidamente cortado por un azabache cuya mano se dirigió al pecho del chico, la zona donde provenía la mayoría de sus hemorragias por un tajo en X, así como una que llegaba a su espalda, sin mencionar una que otra apuñalada en el abdomen. Y justo cuando estuvo, lo suficientemente cerca, el azabache sonrió con emoción mientras palmeaba de forma brusca la zona afectada. Algo que hizo alterar al pelirrojo y hacerle pegar un grito amplió.



—¡¿Pero que te sucede?! — cuestionó a Sam con apuro y enojo; pero antes de cuestionar su rabieta, el pelirrojo pudo notar como su habla había vuelto tras la desaparición de dicha serpiente en su cuello —La serpiente... ¿Cómo lo hiciste?


—¿Rompiste la ilusión? — cuestionó Clay mientras miraba con sorpresa al azabache, el mismo chico que se desplomó sobre su propio trasero y empezó a reír con nerviosismo


—Recuerda lo que dijo Ryoko-chan, solo hace falta un estimulo doloroso o algo para despabilar... O algo así, la verdad improvisé sobre la marcha— mencionó con ligera vergüenza el azabache, solo para después ver la pelea que se estaba llevando a cabo en el paramo helado frente a ellos —¿Ese es un payaso?


—S~si... Ryoko... Ella esta peleando contra ella, es muy peligrosa— mencionó Nyron mientras con sus manos, ahora buscaba contener el dolor en sus heridas, sin notar que estaba perdiendo mucha sangre con el pasar de los segundos


—Ella podrá encargarse, Clay, hay que tratar a Nyron... ¡Ahora! — declaró el azabache mientras notaba como Clay se veía inmerso en la pelea que acontecía en dicho momento —¡Clay! — sentenció con fuerza al sacudir con fuerza a su compañero



Fue así como Clay volvió en sus sentidos y regresó la mirada al pelirrojo. Haciendo que este mismo se retirara su chaleco y se lo diera a Sam, todo para generar presión suficiente para contener la mayor parte de las hemorragias, concentrándose en aquellas que aún no coagulaban. encargándole al castaño que hiciese lo mismo con un paquete de gasas que el rubio sacó de uno de sus bolsillos.

La presión fue mucha en el cuerpo del chico, hasta el punto de que este constantemente se quejaba ampliamente, algo que hizo sentir bajo presión al resto de chicos que solo buscaban la manera de tratarlo. Pero en sus adentros reconocía que nada valdría la pena si Ryoko perdía. Haciendo que este se retirara sus lentes y cargara su única revolver funcional, todo dispuesto a apoyar a aquella albina.

No obstante, Clay se paralizó tras ver por breves instantes con su visión mejorada como el estado de la albina era sumamente deplorable, notando como su organismo se tornaba más fuerte en cuanto la sangre abandonaba su cuerpo; sin mencionar que su rival, era una joven hermosa cuyo alrededor estaba impregnado de halos de color purpura que le hicieron ver la realidad, era una usuaria, y por la forma atemorizante de su aura, era muy peligrosa. Fue así como la albina, de alguna manera se percató de él, y con un gesto le indico a Clay su deseo, quería pelear sola. Siendo así que Clay bajó su arma, solo para después ser recibido por un espasmo cerebral que lo derribó al suelo y reanudo su sangrado por la nariz.

Los cuatro chicos, incluso al concentrarse en la ayuda al más herido de ellos, todos fueron atraídos por el contacto entre metales que se deban en el enfrentamiento de aquella albina contra aquella azabache.

La ilusionista se defendía con giros de su arma de metal purpura oscuro, mientras aquella albina usaba su abanico cerrado a forma de cuchillo, evitando que se repitiera aquel truco de la aguja que ahora le dificultaba con creces su movilidad con respecto a su tórax. Ryoko atacaba con ferocidad mientras la ilusionista solo se limitaba a desviar cada ataque pues en términos físicos, estaba en desventaja al no tener ese vigor que engulló a la albina y le permitía moverse en contra de sus heridas.

Las ilusiones fueron su plan de escape, creando de todo en su arsenal para despistarla, clones, serpientes, hielo falso, fuego, cuchillas, ataduras, armas falsas... Toda clase de trucos que Ryoko destrozaba sin piedad con las ventiscas de su abanico, incluso cuando su piel ya estaba terriblemente afectada por el hielo en su superficie. Pero eso no detuvo en ningún momento sus movimientos; no obstante, podía sentir como su cuerpo ya se movía por mero instinto al sentir sus sentidos y conciencia cada vez más nublados. El tiempo límite estaba a punto de llegar.



—Lo hace bien para haber fracasado tanto en el pasado— mencionó una voz femenina que resultó familiar para todos —¿Zhongli? — cuestionó solo para acercarse más al grupo y delatar su identidad



Katherine apareció en una abertura cercana a ellos, corriendo así con el grupo de chicos que miraban hipnotizados el combate. Notando de antemano como el estado de todos era malo comparado al suyo y de sus manos, siendo el azabache el que no portaba ni una herida y solo se encontraba tremendamente fatigado. fijándose en Nyron y después en aquel peliblanco derribado a su lado, notando como una llama doble se encontraba dentro del pecho de Nyron, una calmada y una sombría. Todo gracias a su visión.

Pero eso no le impidió acercarse para comprobar el estado del pelirrojo viendo de forma impresionada el hecho que las heridas que portaba eran sumamente preocupantes. relacionándolo a aquel asesino bajito a su lado.



—¿Ga~ganaste? ¿Zhongli? — cuestionó impresionada mientras notaba también como un escudo de bronce se arrastraba en el hielo hasta llegar cerca del pelirrojo, notando con su visión como este mismo expulsaba las mismas llamas que las que estaban en el cuerpo de Nyron



Nyron no encontró palabras para contestar dicha pregunta, de hecho, solo se quedó callado mientras su mirada era captada por la pelea, reconociendo en sus adentros que toda la sangre y la notable vitalidad de Ryoko estaban por pasarle factura. Cosas que logró percibir como un instinto.

Haciendo así que Kat de la misma forma, se interesara en la pelea y notara con un ligero escalofrío como aquella a la que molestaba por fracasar, se enfrentaba de forma impresionante contra alguien completamente desconocida de quien su visión le advertía por su peligrosidad. Empezando a abrir aquel cuaderno que le había dado su maestro, notando así tarjetas extrañas en blanco que podía sacar fácilmente como si se tratase de una cartera. Sintiendo la necesidad de meterse, de apoyar para no ver más daños como los que vio en su pelea.

Las armas cuyas chispas salían disparadas con cada impacto, cada vez más empezaban a aplazar sus intervalos, denotando como la albina ya no podía realizar sus movimientos por completo, empezando a ser cada vez más presionada por la azabache. Algo que notó la ilusionista y con cerrar nuevamente su ojo izquierdo, hizo sangrar aún más su ojo abierto, algo que le permitió a Kat ver como varias llamas se generaban alrededor de la albina en un tono aún más macabro.

Fueron varias lianas de color verde con flores purpuras las que consiguieron apresar a la albina desde muchas partes de su cuerpo, notando de primera mano que estas eran reales y no una mera ilusión, con un agarre tan fuerte que incluso en su cuello le hizo frenar por completo su respiración por un instante, notando como las sensaciones agonizantes de su cuerpo retornaban. El efecto bersérker se estaba por agotar.

Dicho hecho solo hizo que su contraria, se dejara encoger del dolor gracias al respiro que la albina este apresada. Siendo así que pudo notar como el dolor de su abdomen era sumamente agobiante, así que tras pensarlo con detenimiento y escupir sangre de forma ligera, uso sus ilusiones en si misma para hacer ver que su cuerpo no está en mal estado. Relajándola por momento y permitiéndole moverse con más libertad. Y al recuperar la compostura esta misma apuntó su horquilla al cuello de la albina, a lo cual la apresada solo pudo tronar la lengua mientras sonreía de la misma manera.



—Como te dijo tu patético maestro, plebeya... Nunca ganaras— se mofó la azabache mientras giraba su arma en varias direcciones mientras decidía que parte de la asesina rebanaría primero, frenando de forma inmediata al ver como la asesina no se inmutaba en lo absoluto


—Por supuesto que lo sé; pero no necesito ganarte— presionó con fuerza su abanico mientras su tono se tornaba severo con su sonrisa —Solo debo matarte



El frio que emanaba la albina se tornó peor a la par que las lianas que la apresaban se congelaban y partían con la fuerza de la albina al precipitarse en contra de la azabache. La misma que por simple confianza a que la cualidad berserker se había anulado, se precipito en contra de la albina, sin contar que la albina ya sabía que haría eso.

Un silbido lejano fue lo que hizo que la propia Ryoko extendiera su mano sin abanico, a lo cual la azabache se quedó sin palabras en cuanto la hoz que fue enterrada en el hielo ahora estaba girando en dirección de la albina por cuenta propia. Un hecho que le hizo recordar la hemokinesis que dominaba la asesina, atrayendo aquella arma que estaba impregnada con su sangre, desde el comienzo, sus movimientos fueron una trampa.

Siendo así que la albina logró atrapar el mango de aquella arma que antes pertenecía a su contraría, y acto seguido la encaminó a ella en un fino tajo con ambas manos que potenció gracias a la ventisca de aquel abanico que aún no soltaba. Una hoja cubierta de escarcha y copos de nieve que en su trayecto dibujaba una estela celeste. Un gran ataque al cual la ilusionista a duras penas y pudo defenderse con su arma, la misma que fue disparada de sus manos por la fuerza, viéndose acorralada en cuanto Ryoko con un nuevo giro de su cuerpo estaba dispuesta a tajar a su rival.



—La matará— mencionó con simplismo el propio Clay mientras arrugaba el ceño de forma evidente, captando así la atención de todos mientras compartían ese mismo sentimiento de impotencia



Pero fue el propio pelirrojo el que, tras recordar todo el trasfondo de la albina, ganó la fuerza suficiente como para dirigirle unas palabras en pleno giro.



—¡No la mates!



Fue eso mismo lo que hizo que la albina perdiera la concentración un momento, justo en el momento en el que pensó que ya tenía la victoria, haciéndole fallar su tajo por mucho. A lo cual la ilusionista con un impresionante mortal hacía atrás logró liberarse del rango de la albina.

Ryoko al notar este fallo, impregno un gran número de escarcha en la hoz, dispuesta a perder el control de su cuerpo una última vez, y justo cuando esta estaba cubierta de ese hielo celeste, la lanzó por los aires hasta dar con el techo con una fuerza monstruosa y precisión que le caracterizaba. Quedando meramente con su abanico en mano, con el cual contempló a su rival, la misma que le sonreía con burla.



—¿Tiempo? — cuestionó de forma sencilla para luego para estirar su cuerpo como si de una gimnasta se tratara



—30 segundos— dijo de forma sencilla mientras la escarcha en su cuerpo ahora cubría aún más su cuerpo y su piel ahora pálida empezaba a denotar sudor por su exigencia que era demandada por Ryoko —Y haré que cuenten



Tras ello, Ryoko corrió tras la ilusionista; pero esta la burlaba entre giros y piruetas dignas de una gimnasta profesional; no obstante, Ryoko no se molestó en lo absoluto en atacar, esperaba la señal. El tiempo se extendió, continuando así hasta que 20 de los 30 segundos pasaron. Siendo ahí cuando la azabache empezó a sonreír aun más, todo con el plan de recuperar su arma y acabarla en cuanto esté completamente inmóvil. Ella ya había ganado.

O eso creyó hasta que el cielo se le vino encima. Del techo empezaron a caer pinchos de hielo de gran tamaño que hicieron alterar a la asesina, viendo al techo y notando como la que era antes su hoz, al estar impregnada del poder de Ryoko, generó dicho aluvión de hielo. Uno en el cual se preocupo por predecir y esquivar cada ataque. Riéndose ligeramente por lo fácil que era si se concentraba solo en ello.



—5 segundos, esto será fa... — la azabache fue interrumpida tras notar como su espalda dio con aquella roca en la que la albina estaba presa, ahora era su único muro —¿En que momento cambiamos de luga...— fue ahí donde se pudo percatar como los carámbanos en el suelo estaban distribuidos de tal manera que formaban un camino hacía la roca, fue atrapada —Maldita plebeya... Espera... ¿Don...



Ella misma fue cortada al notar como frente a ella una silueta aparecía como si estuviese camuflada en la neblina del hielo. Viendo así que aquella que emergía de ella, era la mismísima Ryoko, desfase, esa era la respuesta. Una chica albina que empuñaba su abanico con fuerza. Siendo así que su cuerpo empezó a expulsar un gran frio polar mientras la ilusionista acorralada sintió por primera vez el frio susurro de la muerte en su nuca producida por la albina. En su experiencia, ella sabía que en ese momento fue...



—Jaque mate, maldita— mencionó con simpleza aquella albina mientras giraba su torso de tal manera que quedó completamente de lado al mismo tiempo que dio un gran salto que incluso la hizo estar por encima de la cabeza de la ilusionista que tenía casi su altura



En un movimiento aéreo, la albina desplazó su pie derecho de forma circular al rostro de la ilusionista mientras el resto de su cuerpo giraba con ella en la misma dirección; no obstante, esa no era lo más impresionante de su movimiento, pues lo increíble era ver como del pie de la albina había un fragmento amplio de hielo a modo de patín de hielo incrustado en la suela del zapato de la albina. Un arma oculta que iba dirigido al rostro de la azabache, haciendo así que esta lograra girar el rostro a tiempo para salvar su rostro.



—Corte de medialuna— mencionó con simpleza aquella albina mientras su ataque entraba en contacto con el objetivo



La cara de la ilusionista fue tajada de forma fina por la cuchilla de hielo, haciendo así que la mejilla de la chica hasta que después de ello bajó hasta dar con el tórax cortándolo de forma circular hasta formar un medio circulo cuyo entremos nacían de la mejilla derecha de la ilusionista hasta poco más debajo de su diafragma. Rasgando su piel en una explosión de sangre que se llevó consiga su piel adyacente y su ropa superior, y de forma simultanea congelando la piel cercana a la herida creada.

Ryoko al finalizar su ataque plantó sus pies en el suelo con una gran elegancia mientras el patín en su pie derecho explotaba en partículas de nieve. Dándole la espalda a la ilusionista que caía sobre sus rodillas por aquel ataque fino y fulminante que le otorgó la asesina número uno de Asia.

La ilusionista se vio incapacitada por completo tras sentir un ardor sin igual en su cuerpo, a su vez que el hielo que se extendía en su herida empezaba a privarla de la movilidad. Y sus poderes fueron suprimidos debido a que su ojo derecho ahora era el que estaba cerrado por un extremo dolor mientras su otro ojo ahora tenía una pupila común y corriente. Viendo como la albina la miraba desde su hombro, dejando ver como uno de los ojos de esta albina, tenía una pupila con forma de copo de nieve. Estaba derrotada, con su toroso al descubierto por el ataque de la albina, y con un cuerpo que ya no le respondía más. Algo que le hizo hervir la sangre por completo, maldiciéndola en su cabeza mientras a duras penas y podía apretar su labio inferior hasta hacerlo sangrar.

Fue así como Ryoko, para asegurar a su presa, dejó caer su abanico en el suelo, y así empezó a cubrir el cuerpo de la ilusionista en hielo puro. Y al notar ello, todas las sensaciones en su cuerpo volvieron, a la par que ese vigor que aprovechaba para pelear, la abandonaba por completo. Siendo ese punto en el que la chica empezó a caminar de forma coja mientras empezaba a temblar por las heridas en todo su cuerpo. Cayendo rendida en su propio peso, teniendo en su vista nublosa como el resto de los chicos en la cueva se dirigían hacía ella a gran velocidad, incluyendo a aquel pelirrojo cuyo rostro ya estaba plagado de lágrimas.



—Rin... Acaso... ¿Lo hice bien? — cuestionó la albina al cielo antes que su conciencia se desvaneciera, así como dejaba sentir como sus rodillas daban con el suelo


—¡Ryoko! — exclamó Nyron mientras se tropezaba a nada de llegar con ella tras sentir como su cuerpo aún estaba en mal estado


—Esto es malo. ¡Hay que llevarlos con Lord Shen! — exclamó Clay mientras miraba como el azabache estaba dispuesto ha hacer lo que sea incluso en su mal estado, siendo secundado por el castaño que empezaba a mover los hombros a modo de calentamiento —Katherine, necesito que tu...


—Calma, erudito de Asia— una voz cansada se escuchó a las espaldas de los jóvenes



Siendo así que todos los chicos pudieron ver a aquel asesino de baja estatura y buen físico caminar ya cerca de ellos, notando de forma instantánea sus horribles heridas. Y sorprendiéndose que este estuviera consiente, viendo de forma repetitiva el fragmento de piedra atravesando su abdomen.



—¿E~eso te lo hizo Zhon...— intentó cuestionar la morena, pero fue silenciada al escuchar un sonido metálico como cadenas a su espalda, a su vez que una sensación extraña era compartida por todos en dicha sala


—Ya están acá— mencionó el asesino, solo para después notar como de entre los agujeros del techo, descendían tres cuerpos blancos



Notando, así como esos cuerpos eran de personas de gran altura que rivalizaba con los 1.80 metros. Dos de ellos idénticos, siendo figuras en túnicas completas de color blanco adornadas con listones dorados como la milicia, además de un lazo amarillo brillante enrollado en su abdomen a modo de cinturón; mientras que una capucha ocultaba la cabeza, así como una máscara de búho de acabados dorados completamente cerrada a los detalles impedía ver su rostro; ambos llevando cadenas de color blanco que eran sujetadas por manos con guantes de cuero blanco de acabados amarillos.

Y justo el que más resaltaba era uno que demostraba ser más imponente, con un traje extraño de una falda de color blanco con líneas negras con forma de manecillas de reloj que cubría sus piernas en un pantalón de vestir formal del mismo color blanco; llevando una parte superior compuesta por un abrigo de color blanco de pelaje negro en las muñecas y capucha que engullía la cabeza del portador; así como una mascara blanca de la cual no había ningún detalle más que sus orificios para los ojos, los cuales estaban rellenos extrañamente por una oscuridad similar al espacio exterior mismo con una galaxia en el centro a modo de "pupila"; pero lo más extraño era ver que aunque el cuello y las manos eran visibles in ningún artículo, se veía como la piel de dicho ente fuese negro puro con destellos de varios colores a modo de estrellas, como si vieras al cielo nocturno.



—Guardianes del rey de America del Norte... Y un serafín de Chrona— mencionó con una gran seriedad el asesino mientras contemplaba las cadenas —Vinieron a llevársela



Fue así como los chicos miraron al mismo tiempo a los nuevos entes, sintiendo una extraña presión de sus cuerpos proveniente de ellos. Además de la intriga de saber más acerca de este otro rey y de la gente que había enviado en palabras de aquel asesino.



—Entonces, ¿también vienen por ti? — cuestionó Tyler al peliblanco tras sacar valor al notar que, en mal estado, no sería capaz de hacerle pagar por sus palabras, comentario al que Wrath solo se mofó con una risa contenida


—¿Te sentirías más seguro con ellos que conmigo? — le cuestionó Wrath con una amable sonrisa tras el cubrebocas a la par que se escuchaba como el hielo se agrietaba —Además nosotros solo vinimos por Pride, además que desde hace tiempo pensábamos vigilarlos, más que nada por si algún caso similar pasaba... Y mira, justo como pensamos



Fue lo único que respondió aquel asesino mientras empezaban a notar como el ente de piel extraña ondeaba su mano frente al cuerpo de la ilusionista capturada, haciendo que el hielo se desquebrajara por completo hasta liberarla. Y tras ello, los otros de máscara de búho, atraparon las muñecas de la chica con sus cadenas, con ello hecho, ellos la elevaron con gran brutalidad hasta que sus rodillas dieran con el suelo a duras penas.

Con eso hecho, el ente a la espalda de la chica capturada elevó su palma extraña y de ella una luz de colores destellantes genero una forma similar a un papel.



—Morgan Edevane, por el crimen de atacar un capitán y a su equipo, yendo en contra de las órdenes del mundo, estas bajo arresto... Tu castigo será discutido en cuanto respondas ante Chrona y a tu Rey— sentenció aquel ente extraño con una voz que grave que hacía echo a tal grado que podían escucharse varias voces encimadas con la suya



Fue así como el resto de los chicos miraron con apuro a dicha chica mientras era apresada. Viendo como esta abría los ojos de poco en poco, notando esta los miraba fijamente. Teniendo así un cúmulo de emociones que apuntan a lo mismo ¿Qué sucedería con ella? Preocupados a tal grado que ni siquiera Wrath sabía que responder para apaciguarlos.



—No se atrevan a verme así, asquerosos...— masculló con furia aquella azabache mientras seguía mordiendo su labio, a la par que sentía nuevamente como desde sus adentros obtenía nueva fuerza para un último asalto —¡PLEBEYOS! — gritó con furia mientras dejaba ver su ojo derecho derramando sangre con la pupila en forma de espada



Con aquel grito, un gran número de cuchillos negros que se formaban frente al equipo de Asia entero.



—Maldita sea ¡Son reales! — mencionó Wrath solo para ponerse al frente de los chicos a modo de escudo humano



Pero con el simple sonidos del viento correr, una tenue voz le susurro a todos y a cada uno de los presentes.



—Forma fuego, ballesta del emperador



Tras ello, acompañado de un rugido de una bestia la chica fue arrojada contra su espalda tras recibir un poderoso impacto en su abdomen. Disolviendo así sus recientes creaciones mientras en el muro donde estaba encajada la chica, se podía ver como alrededor de la zona afectada de la azabache, había rastros de quemaduras. Dejando así a la ilusionista completamente desvanecida de un solo golpe, todo esto contemplado por un serafín que sobrevolaba a todos los presentes.



—Vaya, vaya... Mi error, me excedí con la pequeña— mencionó una risueña voz que era sumamente familiar para tres de los presentes —Pero se lo ganó, nadie hace ningún acto cobarde frente un emperador



Fue ahí donde aquel hombre de ropas cafés apareció frente a todos mientras tenía uno de sus dedos apuntando a la chica contra la pared. Regresando la mirada al asesino a su espalda y tras ello notó a la morena que hace no mucho había salvado.



—Parece que llegaste a tiempo, y yo también, pequeña maga... Tranquila, tus amigos están a salvo— mencionó solo para hacer un gesto infantil como sacar la lengua y golpearse con los nudillos en su cabeza


—Qin... ¿Qué haces acá? — cuestionó el peliblanco ante aquel adulto que estaba haciendo el ridículo, siendo ignorado cuando este solo hizo un gesto con el cual le hizo guardar silencio



Tras ello, el serafín no tardó mucho y en cuanto notó que la prisionera estaba asegurada, solo agachó la mirada para después desaparecer en un destello blanco, así como los otros dos entes de ropas extrañas. Sin ninguna palabra, solo desaparecieron tan rápido aparecieron.



—Nunca cambian, serafines— mencionó con una media sonrisa aquel adulto de gran estatura solo para luego girarse al grupo de chicos y tomar entre sus brazos a la albina incluso ante la mala mirada de Wrath —Tranquilo, ya todo acabo... ¡Felicidades a todos, ya podemos volver a casa! Aunque sea por ahora— con su jovialidad infantil aquel adulto notó como todos se veían más relajados a la par que se veía su preocupación por los heridos —Ahora tratemos a nuestros heridos



Con ello se le dio final al enfrentamiento entre dagas y el equipo de Asia. Entre los jóvenes que buscaban sobrevivir y aquellos que buscaban impedirlo. Sobreviviendo incluso del filo de un asesino imponente cuyos trucos traían pesadillas a la vida.


Ganando así su primera victoria como equipo, ahora podían volver a casa todos juntos.

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